TEOSOFIA: Curso de Estudio Introductorio
por
John Algeo
[Anotaciones por la Redacción de NGSM.org]
Aries 2009: Nuevo Ciclo de TENSION/EXPANSION
Curso introductorio a la Sabiduria Divina
La Cuestión del Mal
Capítulo 9
CÓMO USAMOS NUESTRO PENSAMIENTO hace surgir la pregunta de para qué lo usamos, si para ayudar a los demás y a nosotros mismos, o para otros propósitos. Y esto, a su vez, nos trae la vieja cuestión sobre la existencia del mal en un mundo que se originó a partir de una buena fuente, que ya examinamos en el cap. 6 como “el problema del dolor” o “teodicea”, es decir, “la justicia divina”.
El problema, expresado en términos de la tradición occidental, es este: Si Dios es a la vez toda bondad y todopoderoso, ¿por qué existe el mal en el mundo? O, puesto en un lenguaje más teosófico: Si el Principio primordial divino está en todas partes y en todas las cosas, y si todo en el universo tiene su origen y naturaleza en éste, ¿por qué debemos pasar por un largo proceso de evolución para alcanzar la perfección? ¿Por qué deberíamos experimentar limitaciones, dolor, y males? ¿Por qué le suceden cosas malas a las buenas personas, si se dice que cada uno de nosotros somos un microcosmos o un “mundo en miniatura”, un reflejo del perfecto macrocosmos o “gran mundo”?
Seguramente cada uno, en alguna medida, ha reflexionado sobre la cuestión del significado del mal y la razón del dolor. Las religiones y filosofías han tratado el tema de diversas maneras. Algunas han postulado la existencia de una fuerza maligna absoluta (el demonio) igual a Dios. Otras han supuesto que el mundo es el resultado de un creador imperfecto y chapucero. Y otras han negado que el mal exista verdaderamente.
El enfoque teosófico a esta cuestión es bastante distinto. H. P. Blavatsky dijo que teníamos que mantener en mente dos verdades. Primero, lo que llamamos “malo” —el dolor, el sufrimiento, el perjuicio, el egoísmo, la explotación—sí existe. Nadie puede negarlo. Pero ella también dijo que nada ni nadie es inherentemente malvado. No hay mal absoluto, sino sólo mal relativo en el mundo.
Un ejemplo puede ayudar. El egoísmo existe. A veces las personas actúan en lo que ellas consideran que es su propio interés, sin considerar el bienestar de nadie más. Eso es egoísmo. ¿El egoísmo es bueno o malo? La respuesta es: depende. Consideremos un niño: un niño es egoísta. Demanda ser alimentado cuando está hambriento, sin importarle la comodidad o conveniencia de sus padres, sea que ellos estén durmiendo, cansados, ocupados o enfermos. ¿Es malo el egoísmo en el niño? Claro que no. Es normal y esencial para la supervivencia del infante. Pero si el niño crece y tiene 14 o 21 o 35 o 60 años y es todavía tan egoísta como cuando tenía dos meses, entonces el egoísmo se transforma en algo malo porque es inapropiado.
Puede ayudar que sustituyamos la palabra “malo” por “incompleto” o “imperfecto”. La Teosofía postula un Absoluto que es incondicionado e inmanifestado, pero desde lo cual se manifiesta periódicamente un universo condicionado, objetivo. Esta manifestación, siendo una expresión limitada, parcial, de aquello que es completo y sin limitaciones, es necesariamente imperfecta.
En este universo objetivo y relativo, nada sucede excepto en relación con alguna otra cosa. Y en el comienzo mismo de la manifestación se establece un principio de dualidad o polaridad. Por lo tanto, todo lo que existe tiene su opuesto, no en un sentido absoluto sino en términos de relación. La maldad, al igual que la bondad, no existe en y por ella misma, sino sólo en relación con su opuesto y su contexto.
Los hombres bomba terroristas que se inmolan a sí mismos creen que lo que están haciendo es correcto, que promoverá la causa de la justicia para su gente y que les valdrá un lugar de honor en algún paraíso. Y otros creen que ellos están en un error y que lo que hacen es malo. ¿Esta diferencia de creencias significa que no hay modo de distinguir el bien del mal? No, en absoluto.
El bien es relativo a la evolución, y la evolución tiene dos grandes fases. En la primera fase, el universo se mueve hacia una materialidad, inconciencia y separación constantemente crecientes. Durante esa fase, todo lo que promueve dicho movimiento es bueno. Pero esa primera fase es seguida por una segunda, que es en la que estamos involucrados en este momento, en la cual el movimiento se ha revertido. En nuestra etapa de evolución, lo bueno es aquello que está acorde con una progresión desde la materialidad, la inconciencia, y la separación, hacia la espiritualidad, la conciencia y la unidad; desde el egoísmo, ignorancia, coerción y discordia, hacia el altruismo, conocimiento, libertad y armonía. Los hombres bomba suicidas están equivocados acerca de lo que es correcto; su error no altera qué es lo bueno o cuál es el curso de la evolución.
Lo divino mismo tiene una naturaleza dual de acuerdo con la Biblia, aunque en general la dualidad divina parece haber sido ignorada por quienes citan las escrituras. En Isaías 45.7 encontramos las palabras, “Yo formo la luz y creo la oscuridad, yo hago la paz y creo la maldad: Yo, el Señor, hago todas estas cosas.” Y nuevamente, en Amós 3.6: “¿Habrá maldad en una ciudad sin que el Señor la haya creado?” Lo bueno y lo malo son reales pero relativos al curso de evolución, no absolutos auto-existentes. Cuando las acciones están fuera de lugar— en relación errónea con sus circunstancias— son malas.
EVOLUCIÓN Y EL BIEN CONTRA EL MAL
Para comprender la visión teosófica del mal es necesario considerar nuevamente el concepto básico de la evolución. La evolución no es una serie de circunstancias fortuitas sino un proceso dinámico, en progreso constante, y en cuya esencia misma existe un propósito; es el plan por el cual el universo manifestado cumple con su objeto.
Eones atrás, las “unidades espirituales”, que se convertirían en mónadas, siguieron el camino “descendente” de involución, adquiriendo experiencia esencial en los reinos de vida inferiores, para finalmente alcanzar el reino humano. Las mónadas entonces comenzaron su viaje de regreso a casa, un viaje que produce una conciencia en expansión constante y una creciente capacidad de percepción. Como resultado de la conciencia humana, los hombres tienen el peligroso don de la elección; tenemos la habilidad de formar juicios, de distinguir entre aquello que nos ayuda en el sendero de ascenso y aquello que nos impide progresar.
Lo bueno es todo aquello que está en armonía con el propósito evolutivo ayudando a avanzar en el peregrinaje, y lo malo es cualquier cosa que trabaja en contra de éste. Así, el mal es el uso erróneo de nuestras facultades, de la inteligencia y los poderes divinos inherentes en el ser humano. En las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett (no. 88) encontramos la siguiente declaración: “No más que el bien es éste [el mal] una causa independiente en la naturaleza. La Naturaleza está desprovista de bondad o malicia; ella sólo sigue leyes inmutables. . . . El verdadero mal proviene de la inteligencia humana y su origen recae completamente en el hombre razonador que se disocia de la Naturaleza.” El corresponsal agrega: “El mal es la exageración del bien, la progenie del egoísmo y la ambición humana.”
Cualquier cosa que se lleva suficientemente hacia el extremo se convierte en su opuesto. La comida es esencial para nuestro bienestar físico, pero demasiada comida es glotonería. La religión es esencial para nuestro bienestar, pero como dogma, se convierte en fanatismo e intolerancia. Tennyson habló sobre esto en su poema En Memoria:Lo viejo cambia, dando paso a lo nuevo,
Y Dios cumple sus propósitos en muchas
formas,
No vaya a ser que una buena costumbre
corrompa al mundo.Cuando comprendemos el verdadero significado de la evolución, el bien y el mal se transforman en algo menos misterioso. Bueno es todo lo que funciona en armonía con el desarrollo del universo; malo es aquello que se opone a esto. En las etapas tempranas de la evolución humana, la gratificación del deseo sigue siendo una fuerte herencia del reino animal, reforzada por la astucia de la mente. Sin embargo, encontrando que la gratificación irrestricta de los placeres inferiores no genera una satisfacción duradera, los seres humanos aprenden a no gratificarlos sino a controlarlos o transmutarlos en formas superiores hasta que eventualmente su atracción cesa. Pero, a través de todo ese proceso, por el esfuerzo mismo de vérselas con el deseo en cualquier nivel, los seres humanos desarrollan fuerzas y capacidades que ayudan en su progreso hacia la meta espiritual de la evolución.
DISCERNIMIENTO Y DESARROLLO PERSONAL
El mal (aquello que está fuera de lugar) tiene varias funciones en la economía del cosmos. El coraje sólo se cultiva enfrentando lo temido. La fuerza física se desarrolla usando los músculos del cuerpo contra algún tipo de resistencia. De un modo similar, nuestro sentido moral se genera reconociendo y oponiéndose a lo malo. Cuando actuamos erróneamente el resultado es el dolor, y a través de él adquirimos discernimiento. Aprendemos que lo que puede ser bueno en pequeñas dosis, se convierte en malo cuando está en demasía: “El mal es la exageración del bien.” Se dice que el discernimiento es el primer paso en el Sendero, esencial para nuestro avance. Y este discernimiento es la habilidad de hacer la elección correcta, la elección entre aquello que nos ayuda a dar un paso hacia delante y aquello que nos demora o que incluso nos hace retroceder.
Aprendemos muchas cosas a través de la experiencia del dolor, el cual no es un castigo sino la inevitable consecuencia de la ley de acción y reacción. El dolor es un estímulo a la actividad; nos induce a realizar un esfuerzo para eliminar su causa. Por lo tanto, es también purificador. El poeta inglés John Keats escribió: “¿No ves cuán necesario es un mundo de dolores y problemas para educar nuestra Inteligencia y convertirla en Alma?”
El esfuerzo y lucha no deben ser abolidos, sino reconocidos como la raíz misma de la existencia en un mundo en evolución. Todos nosotros somos, en cierta medida, maliciosos, orgullosos, agresivos, despreciativos, intolerantes, y egoístas; pero también somos generosos, humildes, amables, tolerantes e inegoístas. Nos esforzamos para identificarnos con el centro divino en nosotros sin poder—en esta vida—lograrlo. Así, nuestro conflicto interno es interminable, pero esencial, en tanto seamos incompletos. Sri Aurobindo escribió: “La tarea impuesta sobre el espíritu nacido en este universo material parece ser la de crear a partir de materia un templo de la Divinidad.”
Rabindranath Tagore, el sabio y poeta indio, escribió en cierta oportunidad: “Sabemos que los males son, al igual que los meteoros, fragmentos de vida extraviados que necesitan de la atracción de un gran ideal para ser asimilados a la armonía de la creación.” Cuando miramos hacia el cielo, a la noche, vemos multitudinarias estrellas y planetas moviéndose en patrones ordenados a través del firmamento. Comparativamente hablando, sólo unos pocos meteoros siguen su propio curso azaroso. Pero incluso los meteoros son atraídos a la órbita natural de algún planeta que funciona acorde con la ley, siendo así disipados. Ya que nosotros somos en realidad ciudadanos del universo respetuosos de la ley, podemos tratar a los meteoros—los males en nuestra propia naturaleza—como cosas temporarias, y permanecer confiados en la bondad natural del orden divino dentro de nosotros, que sabe como vérselas con ellos.
La Teosofía no se concentra en la “vileza” del pecador, sino en la potencialidad de santo en todos nosotros. Esto nos sugiere que, más que perder nuestro tiempo viendo lo peor en el universo, en otros, y en nosotros mismos—o tratando de pretender que las cosas malas no existen—debemos elevar nuestra conciencia hasta el nivel donde el mal no puede expresarse. En un mundo donde la lucha y el esfuerzo son inevitables, es posible vivir con una convicción interna que arroja luz a los lugares oscuros y trae alegría a las vidas tristes. La paz viene cuando aceptamos la naturaleza del mundo, la naturaleza del esfuerzo, de la lucha, con un sentido de desapego inegoísta, confiando en que el amor vencerá al odio, y el orden al desorden; no sólo para nosotros como individuos, sino para toda la humanidad.
Cada uno tenemos nuestras propias victorias que ganar, nuestra propia ignorancia que disipar, nuestra propia luz que encender, hasta que la batalla entre el bien y el mal se resuelva. A medida que subimos por la escalera de Jacob que conecta el cielo con la tierra, la competencia se torna en cooperación, avaricia en amor, y mal en bien. Una breve guía para ese ascenso es el escrito de H. P. Blavatsky llamado “La Escala de Oro”:Contempla la verdad ante ti: vida limpia, mente abierta, corazón puro, intelecto ávido, percepción espiritual sin velos, afecto fraternal por el condiscípulo, presteza para dar y recibir consejo e instrucción, leal sentimiento del deber hacia el Instructor, obediencia voluntaria a los mandatos de la VERDAD, una vez que hemos puesto nuestra confianza en ese Instructor y creemos que él la posee; valeroso ánimo para soportar las injusticias personales, intrépida declaración de principios, valiente defensa de los que son injustamente atacados, y mirada siempre fija en el ideal del progreso y de la perfección humana, que nos revela la ciencia secreta (Gupta-Vidyā). Tal es la escala de oro por cuyos peldaños el estudiante puede ascender para llegar al Templo de la Sabiduría Divina.
REFERENCIAS PARA LECTURA O CONSULTA SUPLEMENTARIA
-Material disponible en inglés
Abdill, The Still Point Between Good and Evil (DVD).
Ellwood, Theosophy, cap. 5 “Theosophical Interpretations of Evil.”
-Material disponible en español
Besant, La Vida Espiritual.
Blavatsky, La Clave de la Teosofía, consulta el término “mal(es)” en el índice.
Curso de Teosofía - Rama Rakoczy (España)
Biblioteca Teosófica | Glosario Teosófico HPB | Glosario Esotérico AAB
PREGUNTAS PARA CONSIDERACIÓN
1. ¿En qué difieren el comportamiento animal del humano con respecto al bien y al mal?
2. Da tu propio ejemplo de algo que es bueno en una etapa temprana de la evolución pero que se torna malo luego.
3. ¿Cuál es el uso o propósito de la tentación y la adversidad?
4. ¿Cuáles son los usos del dolor? Ilustra desde la experiencia personal, si es posible.
5. ¿Cuál debería ser nuestra actitud frente a: (a) el mal en nuestras circunstancias o alrededores, (b) el mal en otros, (c) el mal en nosotros mismos?
6. ¿Crees que las personas hacen deliberadamente lo que saben que está mal?
7. ¿De qué formas el vivir de acuerdo a los principios de la “Escala de Oro” nos ayuda a enfrentar la existencia del mal o las imperfecciones en el mundo, en otros, y en nosotros mismos?
Capítulos
3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12
Caminante son tus huellas
el camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar.Red Iberoamericana de la Voluntad al Bien y la Buena Voluntad
2009-08-02