TEOSOFIA: Curso de Estudio Introductorio

Algeo_Teosofia.pdf

por

John Algeo

Departamento de Educación

[Anotaciones por la Redacción de NGSM.org]

Aries 2009: Nuevo Ciclo de TENSION/EXPANSION

Curso introductorio a la Sabiduria Divina

La Vida Después de la Muerte


Capítulo 5

La Vida después de la Muerte


VIDA Y MUERTE NOS PARECEN cosas opuestas, pero la palabra “muerte” es ambigua. Generalmente usamos esta misma palabra tanto para la transición que se produce al finalizar nuestra vida, como para la condición que sigue luego de esa transición. Este uso doble es desafortunado porque confunde un proceso con un estado, y nos lleva a pensar que ambos son lo mismo. Esto implica que una vez que uno ha muerto, ya no hay nada. En contraste, tenemos dos palabras diferentes para el proceso complementario (nacimiento) y el estado que le sigue luego (vida), sugiriendo que el proceso de nacimiento lleva al nuevo estado de vida. Para clarificar esta distinción y evitar las implicaciones de la palabra “muerte”, vamos a utilizar aquí el término morir para el proceso y vida post mórtem o vida después de la muerte para el estado que le sigue.

La Teosofía explica el proceso del morir y de entrar en la vida post mórtem, reduciendo el misterio y calmando el miedo, tanto al proceso como al estado. En vez de algo para ser temido o sobre lo que debamos evitar pensar, dicho proceso y estado son inevitables aventuras para las cuales nos podemos preparar tan inteligentemente como lo haríamos en el caso de tener que viajar hacia otro país, informándonos de las condiciones allí imperantes y tomando los recaudos necesarios para afrontar las nuevas experiencias.

¿Es realmente posible saber qué pasa después del morir físico, e incluso si seguimos existiendo o no? Hamlet se refirió a “aquél país no descubierto de cuyos límites ningún viajero regresa,” pero de hecho tenemos varios reportes sobre qué sucede luego de morir. Estos reportes provienen de las experiencias cercanas a la muerte, las observaciones de los clarividentes, y las tradiciones de las grandes religiones.

La supervivencia de la conciencia después del morir es también una conclusión lógica desde el punto de vista del mundo como un lugar racional y ordenado. Sería un desperdicio destruir las experiencias de toda una vida. Como lo expresó Manly Hall: “Si, como insisten los teólogos, existe una chispa divina en cada criatura humana, entonces esta chispa es en sí misma eterna e indestructible y no hay razón para asumir que Dios en la Naturaleza vive para siempre pero Dios en el hombre está siempre muriendo.”

El individuo humano es un peregrino inmortal con un futuro inconcebiblemente más largo que la vida de nuestra presente personalidad. Y seguramente, dado que cada individuo es único y no existen dos vidas que sean exactamente iguales, es lógico asumir que la vida después de la muerte es también única para cada persona, aunque su patrón general sea similar para todos, como en el caso de la vida terrena. La vida después de la muerte es un estado subjetivo que se dice está en gran medida determinado por las actitudes, pensamientos, y acciones del individuo, es decir, por el nivel de conciencia alcanzado durante la vida que acaba de completarse.

La Teosofía mantiene que luego de dejar nuestro cuerpo físico, el verdadero ser en nosotros no está menos vivo que antes. Más bien, luego de un tiempo, somos más activos que nunca, porque hemos perdido nuestra identificación con, y dependencia de, la materia física densa. Luego de morir hemos cesado meramente de usar nuestro vehículo de expresión en el plano físico. Es como si los cables de comunicación hubieran sido cortados, dejando muerto al “instrumento receptor”, aunque el ser que había estado hablando anteriormente a través de dicho instrumento es tan activo como siempre.

De acuerdo a la tradición teosófica y a las descripciones de los clarividentes, hay dos modelos para los estados post mórtem. Algunos estudiantes creen que sólo uno de los dos es el normal, pero todo lo que podemos decir con seguridad es simplemente que ambos han sido descritos. Tal vez, del mismo modo que hay diferentes patrones en el vivir, los haya también en el estado post-mórtem. Las dos descripciones coinciden en ciertos aspectos pero difieren en otros.


EL MORIR Y EL DOBLE ETÉRICO

Las dos visiones concuerdan en que, a medida que la persona se acerca al momento de morir, el doble etérico, que transmite la vitalidad al cuerpo físico denso, se retira, llevándose consigo la fuerza de vida y los cuerpos superiores. Finalmente, el delgado hilo magnético (el “cordón de plata”) es lo único que lo mantiene unido al cuerpo agonizante. Entonces, en el último momento de conciencia, los eventos de la encarnación que está terminando pasan rápidamente en revisión; un hecho bien atestiguado por personas que han estado cerca de morir pero que han sido traídas de nuevo a la vida. Finalmente, en el momento de morir, el cordón de materia etérica se rompe y la persona, envuelta en el doble etérico violeta grisáceo, aparece flotando por un tiempo sobre el cuerpo físico denso en un estado de paz e inconciencia.

Visto de este modo, el proceso de morir no es muy distinto del dormirse, excepto que durante el sueño el doble etérico permanece unido al cuerpo físico denso, proveyéndole vitalidad, mientras que al momento de morir el doble es retirado y la conexión se rompe. Aquellos presentes en ese momento pueden ser de gran ayuda al que está haciendo la transición permaneciendo calmados y en silencio, y sin una resistencia emocional a lo que está sucediendo.

Luego de algún tiempo, que varía un poco pero que usualmente dura unas horas, la persona interna o alma se desembaraza del doble etérico y se libera completamente del mundo físico. El doble entonces también “muere” y se desintegra gradualmente, mientras que la conciencia de la persona permanece en el cuerpo emocional. Dicho de otro modo, las emociones sobreviven al cuerpo físico.


EL CUERPO EMOCIONAL EN LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Como ya se notó en un capítulo anterior, las emociones existen en un mundo más tenue que cualquier estado ordinario de materia visible; un campo de existencia con su propio tipo de vibraciones, desde las más sutiles a las más groseras. Luego de morir, la persona es atraída al nivel característico de las emociones que fueron más habituales durante la vida. El cuerpo emocional tiene un tipo de vaga conciencia elemental propia que siente el cambio cuando ocurre la separación del doble etérico. Entonces, como una forma de protección para resistir la desintegración tanto como sea posible, comienza inmediatamente a rearreglar su tenue materia de modo que las vibraciones más densas y groseras forman la capa externa. Sólo las influencias capaces de penetrar esta capa superficial alcanzarán la conciencia dentro. La mayoría de las personas recién fallecidas, por lo tanto, caen en un sueño inconsciente.

Una persona que ha vivido una vida gobernada por deseos fuertes y groseros estará, sin embargo, despierta a las vibraciones de ese tipo, en una suerte de purgatorio. No hay dolor físico, por supuesto, pero esa persona debe lidiar con deseos que no pueden ser satisfechos puesto que el vehículo físico necesario para aplacarlos ya no existe. Esta condición no es un castigo; es meramente el resultado inevitable de la ley natural, es el agotamiento de las causas producidas en el mundo físico.

Individuos con gustos menos groseros y apetitos más controlados no experimentarán tal estrés emocional intenso porque incluso las porciones más densas y groseras de sus cuerpos emocionales no contienen materia que vibra en esas frecuencias. Ellos moran en un sueño protector mientras que el contenido del cuerpo emocional es separado entre aquello que será descartado como una vestidura gastada y aquello que puede ser absorbido por el cuerpo causal de la individualidad permanente que reencarna.

Es en este punto donde las dos visiones divergen. Una ve al individuo como durmiendo durante toda la experiencia post mórtem en el mundo emocional, para despertar únicamente en el plano mental llamado Devachán, un tipo de cielo puramente subjetivo. Esta visión fue diseminada por los instructores teosóficos de los primeros tiempos, para refutar la idea de los espiritistas de que los médiums podían estar en contacto con las almas de los muertos, quienes según se creía vivían consciente y objetivamente luego de morir, y eran capaces de comunicarse libremente con los vivos e incluso de manifestarse físicamente en la sesiones espiritistas. Es parte de la tradición teosófica que los vivos normalmente no pueden comunicarse con los muertos a través de los médiums, sino que pueden hacerlo sólo en forma subjetiva, elevándose hasta su nivel con el pensamiento.

La otra visión ve a los individuos durmiendo sólo durante los niveles más groseros a los cuales no responden pero luego, cuando esa parte del cuerpo emocional ha sido desechada y se alcanzan niveles superiores del plano emocional, despiertan para encontrar una vida muy similar a la que dejaron atrás. En esta visión, se dice que los subplanos superiores del mundo emocional se asemejan bastante a los aspectos más agradables de la vida terrena, aunque menos materiales. En el momento en que el alma alcanza esos niveles, las emociones han sido refinadas y por lo tanto las formas de pensamiento no están ligadas a las pasiones. De hecho, en este nivel, no existe materia que pueda responder a los deseos y pensamientos físicos densos.

Sin embargo, hay una diferencia importante con la vida física. Los pensamientos ahora son visibles, y por lo tanto el engaño es imposible. La comunicación tiene lugar a un nivel prácticamente imposible de ser comprendido por aquellos que están en un cuerpo físico. Los mundos de la emoción y el pensamiento han sido llamados un “universo sin obstrucciones”, donde la materia es tan responsiva que pensar en una cosa es construirla inmediatamente, aunque ésta puede que se disuelva en el momento en que el pensamiento termina.

Se dice que los muertos se comunican fácilmente con los vivos mientras éstos duermen, pero que durante las horas de vigilia generalmente no pueden acceder a quienes todavía tienen su conciencia centrada en el mundo físico. Los pensamientos de amor de sus amigos aún vivos y las oraciones por los muertos, si no están acompañadas de un sentimiento de depresión, a menudo son una fuente de ayuda y bienestar para aquellos que han pasado recientemente al plano emocional. Sin embargo, un dolor excesivo por parte de los que quedaron vivos, somete al fallecido a incomodidad y puede incluso dificultar su progreso por un tiempo.


EL DEVACHÁN Y EL CUERPO MENTAL

En ambos casos—ya sea que el fallecido duerme durante toda la experiencia emocional post mórtem o sólo en la parte inferior de ésta—el mundo emocional no es eterno. Cada persona, sin importar la cualidad de su vida pasada, es eventualmente purgado de sus deseos emocionales (se ha estimado que la experiencia emocional post mórtem dura un promedio de entre veinte y cuarenta años de nuestro tiempo). Y entonces el individuo despierta en un ambiente más favorable y agradable. Este despertar ha sido comparado con la entrada en la vida celestial descrita en muchas religiones.

El mundo celestial o Devachán abarca desde los cuatro subplanos inferiores del plano mental (mencionado en el cap. 4 como el sitio del cuerpo mental) hasta los subplanos superiores del causal. Se dice que la característica especial de este mundo es una intensa bienaventuranza. Éste es un mundo donde el mal y el sufrimiento son imposibles, porque éstos han sido agotados y dejados atrás en los mundos físico y emocional. Es también un mundo en el cual el poder de responder a las aspiraciones es sólo limitado por la capacidad de aspirar del individuo. Es la tierra de los deseos de nuestro corazón porque en el Devachán creamos el mundo como más nos agrade. La experiencia del Devachán (un término que significa “la tierra de los dioses”) es la consolación por cada dolor y desilusión de la vida terrestre.

El Devachán no es un lugar, sino un estado de conciencia en el cual las energías han sido elevadas a un nivel inmensamente alto. El individuo tiene el poder de captar cada situación en su totalidad. Pensar en un lugar, es estar allí; pensar en los amigos queridos, es estar con ellos. Es un mundo de indescriptible felicidad, realizando nuestras más grandes aspiraciones.


EL CUERPO CAUSAL ENTRE ENCARNACIONES

Cualquiera que sea el largo de tiempo pasado en el Devachán, es el apropiado para nuestros intereses. Luego de que esas necesidades han sido satisfechas en los cuatro subplanos inferiores del mundo mental, el individuo despierta en los tres subplanos superiores, donde todas las facultades inmortales ganadas durante la vida pasada han sido incorporadas al cuerpo causal (mencionado en el cap. 4). El ser inmortal, habiendo transitado la rueda de una encarnación, ha vuelto a su hogar y mora allí, en su propio nivel, por un tiempo. Para la mayoría de los individuos éste es sólo un corto período en un estado de conciencia más bien de sueño, pero sin embargo todos comprenden allí el significado de su pasada encarnación y conservan, en forma de conciencia e ideales, todo lo bueno que quedó de ella para su futuro uso.

Luego de permanecer en el plano causal— por un mayor o menor período según el caso—el individuo se torna sediento de más experiencias, y tiene una visión de su próxima encarnación, una vislumbre del camino a recorrer. Entonces el individuo es empujado por el impulso rítmico de la vida a atraer un nuevo grupo de cuerpos para la próxima encarnación. Es el propio deseo y necesidad del alma por más experiencia en los planos inferiores, el que la trae de vuelta a la ronda de nacimiento y muerte. Este ciclo es repetido miento a través de este proceso, y el alma se una y otra vez hasta que son agotadas las halla en el umbral de la divinidad. posibilidades de aprendizaje y desenvolvimiento a través de este proceso, y el alma se halla en el umbral de la divinidad.


REFERENCIAS PARA LECTURA O CONSULTA SUPLEMENTARIA

-Material disponible en inglés

Algeo, Reincarnation Explored, cap. 10 “What Happens When We Die?”

Bendit, The Mirror of Life and Death.

Layton, Life, Your Great Adventure, cap. 9 “Life after Death”.

Leadbeater, The Life after Death.

Metha, The Journey with Death.

Perkins, Through Death to Rebirth.

Smith, Our Last Adventure.



-Material disponible en español

Besant, Formas de Vida después de la Muerte.


Blavatsky, La Clave de la Teosofía, secciones 7 “Sobre los Varios Estados Post Mórtem” y 9 “Sobre el Kama-Loka y el Devachán.”

Curso de Teosofía - Rama Rakoczy (España)

Biblioteca Teosófica  | Glosario Teosófico HPB  |  Glosario Esotérico AAB

 



PREGUNTAS PARA CONSIDERACIÓN


1. Compara las ideas populares sobre la muerte con las ideas teosóficas dadas en este capítulo.

2. Haz una lista de las razones y evidencias para creer en la vida después de la muerte que te parecen aceptables.

3. Describe la comprensión teosófica de los procesos del morir y la condición de la persona común inmediatamente después de la muerte.

4. ¿Cómo se reorganiza el cuerpo emocional en el estado post mórtem?

5. ¿Cómo explica la Teosofía nuestra responsabilidad por nuestra propia condición luego de morir?

6. ¿Cómo relaciona la Teosofía el nivel de nuestra vida emocional con nuestras experiencias post mórtem inmediatas en el plano emocional y sus varios subplanos?

7. ¿Cuál debería ser la actitud de la mente y las emociones por parte de los vivos en relación con el así llamado muerto?

8 .¿En qué difieren las dos visiones teosóficas sobre la vida después de la muerte?

9. ¿Qué determina la duración de la estadía en (a) el mundo emocional, y (b) en el mundo celestial o Devachán?

10. ¿Cuál es el propósito del Devachán?

11. ¿Qué sigue luego del Devachán?
 

Capítulos

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Referencia suplementaria

Una Gran Aventura: la Muerte
(recopilación AAB-DK)

PARTE XI: El Trabajo de Restitución... El Arte de Eliminación. . . Los Procesos de Integración... Estos tres procesos constituyen la muerte. (17-292)
 

(1) El campo de experiencia (la muerte tal como la conoce la persona común) son los tres mundos de la evolución humana -el físico, el de la emoción y del deseo y el plano mental-. El mundo, en último análisis, es dual desde el ángulo de la muerte y de allí deriva la frase "la segunda muerte", y la he aplicado anteriormente a la muerte o destrucción del cuerpo causal, donde el alma espiritual había funcionado hasta entonces. Sin embargo, puede ser aplicado en un sentido más literal, y referirse a la segunda fase del proceso de la muerte en los tres mundos. En ese caso concierne sólo a la forma, y está relacionada con esos vehículos de expresión que se hallan debajo de los niveles amorfos del plano físico cósmico. Los niveles de la forma son (como bien saben, pues este conocimiento constituye el abecé de la teoría ocultista) aquellos donde actúa la mente concreta inferior y reacciona la naturaleza emocional a los planos denominados astral y físico dual. El cuerpo físico está compuesto por el cuerpo físico denso y el vehículo etérico. En consecuencia, cuando consideramos la muerte del ser humano, debemos emplear la palabra muerte respecto a dos fases, en las cuales funciona.

Primera fase: La muerte del cuerpo físico-etérico. Esta fase comprende dos etapas:

a. Aquella en que los átomos que constituyen el cuerpo físico son devueltos a la fuente de origen. Esta fuente es la suma total de la materia del planeta, constituyendo el cuerpo físico denso de la Vida planetaria.

b. Aquella en que el vehículo etérico, compuesto de un conjunto de fuerzas, devuelve esas fuerzas al depósito general de energía. Esta fase dual abarca el Proceso de Restitución.

Segunda fase: El “rechazo” (tal como se denomina a veces) de los vehículos mental-emocional. En realidad, éstos forman un cuerpo, al que los primitivos teósofos dieron correctamente el nombre de “cuerpo kama-manásico” o vehículo deseo-mente. He dicho en otro lugar que no existe tal cosa como plano o cuerpo astral. Así como el cuerpo físico está compuesto de materia que no es considerada un principio, así el cuerpo astral -en lo que concierne a la naturaleza mental- se halla en la misma categoría. Es muy difícil que capten esto, porque el deseo y la emoción son muy reales y devastadoramente importantes. Pero -textualmente hablando- desde el ángulo del plano mental, el cuerpo astral es “una ficción de la imaginación”, no un principio. El empleo masivo de la imaginación, puesta al servicio del deseo, ha construido, sin embargo, un ilusorio mundo de espejismos, el mundo del plano astral. Durante la encarnación física y cuando un hombre no está en el sendero del discipulado, el plano astral es muy real y posee vida y vitalidad propias. Después de la primera muerte (la muerte del cuerpo físico) sigue siendo igualmente real. Pero su potencia va desvaneciéndose lentamente; el hombre mental llega a comprender su propio y verdadero estado de conciencia (desarrollada o no), y es posible y tiene lugar la segunda muerte. Esta fase abarca el Proceso de Eliminación.

Cuando estas dos fases del Arte de Morir han concluido, el alma desencarnada queda libre del control de la materia; está purificada (temporariamente por las fases de Restitución y Eliminación) de toda contaminación por la sustancia. Esto se adquiere, no por medio de alguna actividad del alma en la forma, el alma humana, sino como resultado de la actividad del alma en su propio plano, abstrayendo la fracción de sí misma que llamamos alma humana. Esto es principalmente el trabajo que efectúa el alma influyente; no es llevado a cabo por el alma en la personalidad. El alma humana durante esta etapa, sólo responde a la atracción o fuerza atractiva del alma espiritual cuando ésta -con deliberada intención- extrae el alma humana de las envolturas que la aprisionan. Más adelante -a medida que prosiguen los procesos evolutivos y el alma va controlando acrecentadamente a la personalidad- el alma, dentro de las envolturas que la aprisionan, producirá consciente e intencionadamente las fases de la muerte. En las primeras etapas, esta liberación será lograda con la ayuda del alma espiritual influyente. Luego, cuando el hombre vive en el plano físico como alma, él mismo -con plena continuidad de conciencia- lleva a cabo los procesos de abstracción, y entonces (con propósito dirigido) “asciende al lugar de donde vino”, lo cual es el reflejo, en los tres mundos, de la divina ascensión del perfeccionado Hijo de Dios. (17-301/3)
 



(2) Observarán que he elegido diversas palabras al considerar los requisitos básicos, debido a sus significados específicos.

1. El Trabajo de Restitución. Significa el retorno de la forma a la reserva básica de la sustancia; o el alma, la divina energía espiritual, retornando a su fuente de origen -ya sea a los niveles egoicos o a los monádicos, de acuerdo al grado de evolución-. Esta restitución constituye predominantemente el trabajo del alma humana dentro del cuerpo físico y abarca los centros cardíaco y coronario.

2. El Arte de Eliminación. Se refiere a dos actividades del hombre espiritual interno; por ejemplo, la supresión de todo control por el triple hombre inferior, y el proceso de reenfoque en los niveles concretos del plano mental como punto de luz radiante. Esto concierne principalmente al alma humana.

3. Los Procesos de Integración. Se refieren a la tarea del hombre espiritual liberado, cuando se fusiona con el alma (la superalma) en los niveles superiores del plano mental. La parte retorna al todo, y el hombre comprende el verdadero significado de las palabras de Krishna: “Habiendo compenetrado el entero universo, con un fragmento de mí mismo, Yo permanezco”.

Así el hombre, siendo el fragmento consciente que adquiere experiencias, habiendo compenetrado el pequeño universo de la forma en los tres mundos, aún permanece. Sabe que Él es parte del todo.

Estos tres procesos constituyen la muerte. (17-292)


(12) El arte de la eliminación puede por lo tanto clasificarse en tres tipos:

1. Tal como lo practican esas personas cuya cualidad y constitución son puramente astrales; se las denomina “kámicas

2. Tal como lo practican las personas equilibradas que ya son personalidades integradas; se las denomina “kama-manásicas”.

3. Tal como lo practican las personas evolucionadas y los discípulos de todos los grados, “enfoque vital" es principalmente mental; se las denomina “manásicas”.

Todas están regidas por las mismas reglas básicas, pero el énfasis difiere en cada caso. Les pediría tener presente que allí donde no existe un cerebro físico y la mente no se ha desarrollado, el hombre interno está prácticamente sofocado en una envoltura de materia astral y durante largo tiempo sumergido en lo que llamamos plano astral. La persona kama-manásica posee lo que se llama “la libertad que otorga la vida dual”, y es dueña de una forma dual que le permite hacer contacto a voluntad con los niveles superiores del plano astral y con los niveles inferiores del plano mental. Recordaré nuevamente que no hay en ese momento cerebro físico para registrar estos contactos. La conciencia del contacto depende de la actividad innata del hombre interno y de su peculiar estado de captación y apreciación. La persona manásica posee un vehículo mental transparente cuya tenue densidad está en proporción con la liberación del deseo y de la emoción.

Estos tres tipos de personas emplean un proceso eliminador de naturaleza similar, pero utilizan una técnica diferente en el proceso. En bien de la claridad podría decirse que:

1. El individuo kámico elimina su cuerpo astral mediante la atrición y lo abandona mediante la analogía astral del centro plexo solar. Esta atrición se debe a que todos los deseos innatos y las emociones inherentes están, en esta etapa, relacionados con la naturaleza animal y el cuerpo físico, que ninguno de los dos existen ya.

2. El individuo kama-manásico emplea dos técnicas. Esto sucede lógicamente porque elimina, primeramente, su cuerpo astral y luego su vehículo mental.

a. Elimina el cuerpo astral por el creciente deseo de llevar una vida mental. Se retira gradual y constantemente al cuerpo mental y el cuerpo astral esotéricamente “se desprende” y finalmente desaparece. Esto sucede por lo general en forma inconsciente y quizá necesite bastante tiempo. Sin embargo, cuando el hombre está por encima del término medio y al borde de ser un individuo manásico, la desaparición se produce súbita y dinámicamente, y el hombre queda liberado dentro de su cuerpo mental, lo cual sucede en forma consciente y rápida.

b. Destroza el cuerpo mental por un acto de voluntad humana, y además porque el alma comienza a ser lentamente consciente de su sombra. El hombre interno es atraído hacia el alma, aunque muy tenuemente. Este proceso es relativamente rápido y depende de la extensión de la influencia manásica.

3. El individuo manásico, enfocado ahora en su cuerpo mental, tiene dos cosas que realizar para:

a. Disolver y desembarazarse de cualquier sedimento astral que pudiera empañar su transparente cuerpo mental. El denominado cuerpo astral ya no existe prácticamente como factor de expresión. Esto lo logra haciendo afluir mayor luz desde el alma. En esta etapa la luz del alma disuelve la sustancia astral, así como la luz combinada del alma de la humanidad disolverá finalmente el así llamado plano astral.

b. Destruir el cuerpo mental empleando ciertas Palabras de Poder, las cuales son comunicadas al discípulo por intermedio del Ashrama de su Maestro y hacen afluir el poder del alma en gran medida, produciendo en consecuencia tal expansión de conciencia dentro del cuerpo mental, que es despedazado y no constituye ya una barrera para el hombre interno. Ahora puede ser un liberado hijo de la mente, dentro del Ashrama de su Maestro, de donde “no saldrá más" (17.358/9)


(14) Debe recordarse, entre otras cosas, que una vez realizada la restitución del físico en sus dos aspectos, el hombre interno se halla, como ya he dicho, plenamente consciente. El cerebro físico y el girar de las fuerzas etéricas (muy desorganizadas en la mayoría de los hombres) ya no están presentes. Estos son los dos factores que han llevado a los estudiantes a creer que las experiencias por las que pasa el hombre en los planos internos de los tres mundos, consisten en ambular de acá para allá, o en una experiencia semiconsciente, o indica la repetición de la vida, excepto en el caso de gente muy avanzada, discípulos e iniciados. Pero esto no es así. El hombre en los planos internos no sólo es consciente de sí mismo como individuo -con sus propios proyectos, vida y asuntos- como lo fue en el plano físico, sino que es análogamente consciente de los estados de conciencia circundantes. Quizás esté bajo el espejismo de la existencia astral o sujeto a la impresión telepática de las diversas corrientes de pensamiento que emanan del plano mental, pero también será consciente de sí mismo y de su mente (o de la medida de vida manásica desarrollada) en forma mucho más potente que cuando actuaba por intermedio del cerebro físico, cuando su enfoque de conciencia era como la del aspirante, pero anclado en el cerebro. Su experiencia es mucho más rica y plena que cuando estaba encarnado. Si reflexionaran sobre esto por un momento, comprenderían que lógicamente debe ser así. (17-363)


(17) Insistiré, por consiguiente, acerca del hecho elemental de que todo grupo de curación que trate de trabajar en estas nuevas líneas, debe procurar (como esfuerzo preliminar) entender algo acerca del factor muerte, denominado “el gran proceso restaurador” o “la gran restitución”. Concierne al arte de devolver el cuerpo, en forma inteligente, correcta y a su debido tiempo, a la fuente de donde originaron sus elementos constituyentes y de restaurar el alma a la fuente de su ser esencial. Elijo mis palabras cuidadosamente, pues deseo que reflexionen profunda y sensatamente sobre el denominado enigma de la muerte. Un enigma para el hombre pero no para los discípulos y los conocedores de la sabiduría. (17-289)


(18) El tema de la muerte, que estamos considerando, debemos encararlo con un gran espíritu de sensatez e investigación científica. El complejo humano del temor halla su punto de entrada en la conciencia del hombre mediante el acto de morir; el temor básico es no poder sobrevivir; sin embargo constituye el fenómeno más común que ocurre en el planeta. Recuerden esto. El acto de morir es el gran ritual universal que rige toda nuestra vida planetaria, pero este temor sólo existe en la familia humana, y apenas muy tenuemente en el reino animal. Si pudieran ver el mundo etérico como lo experimentan y ven Quienes se hallan en el aspecto interno de la vida, lo observarían (continuamente y sin pausa) como el gran acto planetario de restitución. Verían una gran actividad dentro del mundo etérico, donde el ánima mundi, el alma animal y el alma humana, constantemente restituyen la sustancia de todas las formas físicas al gran depósito de sustancia esencial. Esta sustancia esencial es una unidad tan vital y dirigida como lo es el alma del mundo, de lo que tanto se habla. Esta interacción del principio vida produce la actividad básica de la creación. La fuerza impulsora y directriz es la Mente de Dios, del Logos planetario, a medida que desarrolla Sus propósitos divinos, llevando Consigo en este proceso todos los medios a través de los cuales Se manifiesta. (17-3 13)
 



Caminante son tus huellas
el camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar.

Red Iberoamericana de la Voluntad al Bien y la Buena Voluntad

Quetzal como representante del puente entre el aguila del norte y el condor del sur. El Quetzal es intercambiable con el símbolo de Quetzalcóatl-Kukulcan, el Avatar de Venus.

 

 

 

2009-08-02