TEOSOFIA: Curso de Estudio Introductorio

Algeo_Teosofia.pdf

por

John Algeo

Departamento de Educación
 

[Anotaciones por la Redacción de NGSM.org]

Aries 2009: Nuevo Ciclo de TENSION/EXPANSION

Curso introductorio a la Sabiduria Divina

La Ley de Causa y Efecto (KARMA)


Capítulo 7

Karma


EL NUESTRO ES UN UNIVERSO DE LEY y de orden, un lugar donde nada sucede por azar. Todo en el mundo está gobernado por la ley natural, no sólo en el mundo físico sino también en los campos psicológico y espiritual, en el ético y el moral. Ninguna partícula de energía puede ser utilizada en ninguna parte del universo sin crear el correspondiente efecto. Una piedra arrojada al aire regresa inmediatamente a la tierra como resultado de la ley de gravedad; un reloj al que se le dio cuerda tarda más tiempo en pararse, pero en ambos casos el proceso es el resultado del funcionamiento exacto de causa y efecto.

De la misma manera, la energía puesta en pensamientos y deseos tarde o temprano produce resultados. Ninguno de nosotros puede escapar de las consecuencias que siguen a nuestros actos. A veces las causas producen resultados inmediatos. En circunstancias más complejas, puede necesitarse un largo tiempo. Ni siquiera la muerte cancela lo que debemos o lo que se nos debe, del mismo modo que mudarse a una nueva ciudad no salda las deudas que contrajimos en nuestra residencia anterior.

Esta ley de causa y efecto es llamada karma, una palabra de origen sánscrito que literalmente significa “acción”, pero que implica la totalidad de la acción, es decir, la acción y la reacción. El concepto puede ser encontrado en todas las grandes religiones y filosofías, y es fundamental en la ciencia; y en nuestros días es una palabra común en varios idiomas. Blavatsky llamó karma a la ley fundamental del universo. Ésta opera por todas partes, pero es especialmente importante para los seres humanos quienes, por virtud de su humanidad, son moralmente responsables por las acciones que inician y, por lo tanto, por su karma.

Cada acción que realizamos afecta nuestras relaciones con nuestra familia, amigos, socios, y los extraños que encontramos, a medida que ellos caen dentro del campo de nuestras acciones. En el mundo Occidental no hay otra palabra que exprese exactamente este concepto, más que “karma”, aunque el término “compensación” de Ralph Waldo Emerson es cercano. Es el principio implícito en las palabras de Jesús en el Sermón del Monte: “Según cómo juzguéis, seréis juzgado, y seréis medido con la misma vara que uséis para medir” (Mateo 7.2) y en la declaración de San Pablo: “Lo que sea que el hombre siembre, eso cosechará.” (Gálatas 6.7).

Sumado a su principal significado, el de la ley que gobierna la relación de los efectos y las causas, usamos esta palabra en sentidos levemente distintos. Por ejemplo, podemos decir de algo que nos ha pasado “es mi karma”, o podemos hablar de “el karma con el que nací”. En estas circunstancias sería más apropiado hablar de “efectos kármicos”, pero por conveniencia, la palabra “karma” es usada para la causa, la acción, o para el efecto de la acción, como también para la totalidad del proceso.


CONCEPTOS ERRÓNEOS ACERCA DE KARMA

Cuando comprendemos el concepto de karma, la vida se hace más inteligible y descubrimos cómo podemos cooperar con la ley kármica y así ayudar a acelerar el proceso evolutivo de la vida. Uno de los primeros sabios instructores de Teosofía dijo que karma y nirvana son los dos conceptos más importantes de entender. Karma es la ley que gobierna el mundo de los cambios constantes, y nirvana es el mundo de lo permanente. Ambos son temas complejos, pero karma es extremadamente complejo, tal vez el menos entendido de todos los grandes principios de la Teosofía. Sin embargo, un modo de comprender la naturaleza de karma es considerar unas pocas ideas erróneas que se han generado alrededor de éste.

Por ejemplo, no es correcto hablar de “buen” karma y “mal” karma (significando, por supuesto, aquello que encontramos placentero o doloroso). Karma no es ni bueno ni malo; es sólo un tipo de orden en el universo. Con respecto a nosotros, el karma es siempre educativo, sea que consideremos el proceso como agradable o desagradable. Karma es la ley de nuestro crecimiento, por medio de la cual adquirimos habilidad en la acción, que es esencial para nuestro progreso.

Otro error es considerar al karma como un sistema de premios y castigos. Traerá alegría a aquellos que causan alegría, y sufrimiento a los que lo generen, pero esto se debe a que es la ley de la armonía y equilibrio en el universo, y no un proceso impuesto sobre nosotros arbitrariamente por alguna autoridad externa. Somos inevitablemente una parte del universo, y como tales, estamos involucrados en todos sus procesos.

Karma es completamente impersonal; no se interesa en nosotros individualmente. Cuando lo comprendemos como un proceso impersonal, cesamos de sentirnos maltratados por el destino al pensar que las cosas nos están yendo mal. Por el contrario, podemos empezar a oír la armonía de la naturaleza con nuestros oídos internos. Podemos comenzar a darnos cuenta que nuestra propia nota, nuestro propio estribillo, es una parte integral de una sinfonía cósmica, y que sólo dentro de esta sinfonía (esa armonía mayor) tienen significado nuestros propios pequeños estribillos. Y podemos darnos cuenta, paradójicamente, que la sinfonía completa puede ser tocada sólo con la contribución de todos los pequeños estribillos. Karma, entonces, es un proceso universal en el cual cada nota falsa que tocamos, cada discordancia que producimos, se balancea y armoniza inmediatamente en los planos internos, de modo que la perfección de la sinfonía nunca es perturbada.

El hecho de que karma es una ley natural impersonal también significa que no siempre podemos verla funcionando dentro de los límites de nuestra personalidad. Algo del karma en el que estamos envueltos ha sido creado por nosotros durante nuestra vida presente. Pero mucho de éste no lo ha sido. Parte de ese karma extra-personal pertenece a nuestras individualidades y conecta nuestra vida presente con las encarnaciones pasadas. Otros aspectos del karma no pertenecen a nosotros como individuos separados, sino que se relacionan con nuestras familias, comunidades, naciones, o incluso grupos mayores. Algunos de éstos se relacionan con la humanidad como un todo, con el globo en el que vivimos, con todo el sistema solar, e incluso más allá de éste. Este último tipo de karma que trasciende nuestros seres personales o individuales es llamado “karma distributivo”, porque sus causas y efectos se distribuyen en muchos individuos.

Por otro lado, el karma no implica fatalismo o predestinación. No es algo externo a nosotros que se nos impone. Estamos involucrados con el pasado, de un modo u otro, con la acción (o karma) cuyos efectos ahora experimentamos. Y las acciones que hoy producimos causan efectos que experimentaremos en el futuro. Lejos de ser fatalismo o predestinación, karma es la oportunidad que tenemos de elegir actuar de un modo que creará el futuro en el que queremos vivir.

Es claro que karma no es meramente una ley de justicia retributiva en los niveles físico, emocional y moral de nuestro ser, ni una ley que nos hace heredar los resultados de nuestras acciones pasadas (aunque sí hace esto). Es algo mucho más grande, una ley que opera por siempre y eternamente, a cada momento, para ajustar cada acción al orden del universo. Los resultados de nuestras acciones individuales caen dentro de la actividad total del universo como pequeños círculos concéntricos dentro de otros mayores. Cada parte está así unida al todo. El mismo corazón del universo es el equilibrio. No podemos perturbar ese centro; se ajusta a sí mismo perfectamente en respuesta a cada acción nuestra.


KARMA COMO LEY UNIVERSAL

En última instancia, hay sólo dos movimientos en el universo: de exhalación y de inhalación, de salida y de regreso, las fuerzas centrífuga y centrípeta. En electricidad, encontramos polos positivos y negativos; en mecánica, la acción hacia delante y hacia atrás del pistón; en la vida humana, causa y efecto, acción y reacción, o karma. Incluso en nuestras vidas diarias experimentamos estas fases: Nos despertamos del sueño y luego volvemos a dormir, salimos de nuestros hogares durante el día y retornamos en la noche. Cualquier cosa que proyectemos hacia el mundo deberá retornar a nosotros en última instancia, no porque una acción deba tener un premio o un castigo, sino porque el mundo, y cada uno de nosotros en éste, es un continuo en el cual cada acción tiene su reacción complementaria.

Como se indicó en los capítulos previos, vivimos en tres mundos o campos de energía: el físico, el emocional y el mental, cada uno de los cuales es contactado a través de una interfaz o cuerpo apropiado. En cada uno de estos mundos o campos generamos causas que retornan a nosotros como efectos proporcionales a la cantidad de energía que empleamos para producirlos. Cada ser humano está generando constantemente fuerzas físicas, emocionales o mentales, y los efectos de esas fuerzas determinan el tipo de vida que vivimos aquí, el estado de conciencia después de la muerte, como también nuestro medioambiente y relaciones con otros en futuras encarnaciones.

Obviamente, la balanza de la justicia no siempre se equilibra dentro de los límites de una sola vida. Ésta es la razón de por qué se dice que la reencarnación es un medio para un fin, y no un fin en sí misma. La reencarnación es parte del plan de evolución. Cuando hayamos desarrollado poder y habilidad en la acción, un carácter perfecto, y una comprensión completa de nosotros y el universo alrededor nuestro, entonces se habrá alcanzado la meta de evolución, y ya no reencarnaremos más en este mundo. Pero hasta que ese equilibrio final se alcance, los platillos de la balanza del karma se moverán hacia arriba y hacia abajo, empujados primero de un lado y después del otro por nuestra torpe acción y por la debilidad de nuestra ignorancia.

Hay una tendencia a considerar el karma como fatalista: “Bueno, es la ley y no puedo cambiarla. No puedo hacer nada en relación con esto.” La frase “es la ley” es verdadera, por supuesto, pero no es la verdad completa. Naturalmente no podemos anular la ley, pero sí podemos—y lo hacemos constantemente—modificar los efectos de cualquier ley, del mismo modo que el volar y el viajar por el espacio modifican los efectos de la gravedad. Tenemos completo derecho a hacer eso.

Annie Besant en su libro Karma, señala que si cualquier condición nos causa inconvenientes, bloqueos, dolor o malestar, tenemos el derecho, y a veces la obligación, de hacer lo que podamos para cambiarla. Crecemos y desenvolvemos nuestros poderes por medio del karma, que nos ayuda a aprender a través de nuestro trato con los problemas. Si, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, el bloqueo o la condición permanece, puede que tenga otros propósitos; tal vez una lección de renunciación, paciencia, o sacrificio. Como dijo una sabia persona en cierta ocasión: “Podemos aceptar lo inevitable con razonable dignidad, pero debemos estar muy seguros de que es inevitable.”

Supongamos, por ejemplo, que los hermanos Wright hubieran aceptado como inevitable la idea de que nada más pesado que el aire puede levantarse por encima de la tierra. Aunque la gravedad es una ley básica de la naturaleza, ellos sabían que otros principios (como la resistencia del aire y las leyes generales de la aerodinámica) podían ser usadas para contrarrestar el efecto de la ley de gravedad. Los principios de la naturaleza no están aislados unos de otros; todos son parte del gran funcionamiento de ese organismo que es el universo.

Si luego de una inteligente consideración descubrimos un modo de contrarrestar el karma, la ley misma nos permite hacerlo. Podemos introducir nuevos factores que alteren los resultados. Nadie puede decirnos cómo hacer esto en cada caso, no vamos a encontrar instrucciones específicas en ningún lado, porque cada situación varía con el individuo y con todos los elementos involucrados. Cuando empecemos a encontrar las respuestas correctas vamos a darnos cuenta que vendrán de nuestro interior, de donde vienen también los problemas, porque la respuesta está siempre en el problema.

Alguien dijo que cuando tenemos que tomar nuestra propia medicina, la cuchara siempre parece unas tres veces más grande, y la medicina mucho más amarga, de lo que pensamos que sería cuando la preparamos. Sin embargo, siempre deberíamos recordar que todas las cosas hermosas y maravillosas que nos pasan son también parte de nuestra propia “infusión”.


KARMA DISTRIBUTIVO

Un aspecto importante del karma es a lo que nos hemos referido antes como karma colectivo o distributivo: karma familiar, karma racial, e incluso el karma total de la humanidad y del mundo. Aunque cada uno de nosotros es único, ningún individuo está aislado de los demás. La vida de cada persona está entrelazada con la de toda la humanidad a través de los círculos siempre en expansión de lo familiar, local, nacional, continental y planetario.

Cada pensamiento que tenemos es influenciado por la atmósfera emocional y mental predominante, y cada uno de nosotros contribuye a esa atmósfera con las emociones y pensamientos que tenemos. Cada acción que hacemos está ambientada por esta atmósfera, incluso aunque seamos inconscientes de esto. Las consecuencias de lo que cada persona piensa, siente y hace fluyen como un afluente hacia el gran río de la sociedad, mezclándose allí con las aguas de otras innumerables fuentes. Esto hace que nuestro karma total sea el resultado de todas esas asociaciones mutuas y, consecuentemente, se eleve desde un nivel personal a uno colectivo.

Nosotros como individuos compartimos el karma generado por todos los demás, mientras que ellos también comparten el nuestro. Hay una diferencia, sin embargo, entre nuestro karma personal y el general, colectivo o distributivo. Cada uno de nosotros recibe los resultados directos de nuestra propia actividad personal porque está en nuestra misma longitud de onda. También heredamos indirectamente los resultados de la actividad del resto de la humanidad porque somos humanos. Como dijo el autor de comedias romano Terencio: “Soy un ser humano, y considero que nada de lo que es humano me es ajeno”. En última instancia, todos somos la misma vida única actuando en el mundo a través de diferentes identidades. Cualquier cosa que uno de nosotros hace afecta a todos los demás porque al nivel más profundo de la realidad, todos somos uno.

Podemos ver este karma distributivo en los efectos mundiales de las guerras o los actos de terrorismo que atrapan a toda la humanidad en su red. Podemos no haber participado consciente o intencionalmente en ayudar a crear las guerras o el terrorismo, podemos no haber cometido deliberadamente en esta vida o en ninguna anterior un acto que nos traiga el karma de la guerra. Sin embargo, nadie viviendo durante ninguna de las guerras de impacto mundial escapó de ser afectado en algún modo por sus consecuencias, y todos han sido afectados en alguna medida por el acto terrorista del 11 de septiembre de 2001. Como escribió Paul Brunton (La Sabiduría del Ser Superior,
p. 270 en la versión inglesa): “Vivimos en comunidad con otros, y debemos ser redimidos en comunidad. Ésta es la última palabra, desalentadora tal vez para aquellos que se han adelantado al resto, pero confortadora para aquellos que se han rezagado.”



KARMA COMO UNA OPORTUNIDAD PARA EL VIVIR

No tratamos de vivir conscientes de la ley de karma meramente para crearnos efectos placenteros y evitar los dolorosos. Nosotros creamos nuestro futuro, sí, pero todas nuestras acciones, motivaciones, pensamientos, y deseos fluyen en una corriente de vida común.

Cada vez que pensamos, sentimos o actuamos inegoístamente, estamos ayudando a “aliviar un poco el pesado karma del mundo”, como nos ha pedido hacer uno de los sabios instructores llamados Maestros de Sabiduría. Cada vez que sentimos o actuamos egoístamente, adicionamos algo más a ese pesado karma.

La humanidad todavía tiene mucho trabajo que hacer antes de que nuestro pasado oscuro y bárbaro sea borrado, un hecho que es evidente dada la oscuridad y barbarismo que podemos ver alrededor nuestro. Pero como todo depende en última instancia de lo que nosotros hagamos como individuos, podemos encontrar formas de ayudar en el proceso; no simplemente para que podamos obtener un beneficio personal, sino más bien para que se cumpla con la evolución y se alcance la “redención” de toda la humanidad. Como observó Krishnamurti, nosotros somos el mundo.

Hay una gran verdad detrás del mandamiento espiritual de ofrecer generosamente nuestro tiempo, trabajo, dinero, conocimiento, amor, o cualquiera que sea nuestro don. “Arroja tu pan sobre las aguas, que volverás a encontrarlo muchos días más tarde” (Eclesiastés 11.1). “Muchos días” pueden significar muchas vidas, pero todo lo que se da, regresa. De modo que incluso desde un punto de vista limitado, es bueno dar, porque el dar lleva a un intercambio por el cual tanto el que da como el que recibe crecen y se benefician. Como dijo el gran rabino Hillel: “Si no estoy por mí mismo, personas amadas puede fortalecerse, las ¿quién lo estará?; si sólo estoy por mí cadenas de odio pueden ser disueltas, de mismo ¿qué es lo que soy?, si no ahora, modo que en el futuro la vida pueda ser más ¿cuándo?” No hay nada erróneo en actuar por nosotros mismos, pero al mismo tiempo debemos actuar por los demás también. Y por sobre todo, debemos actuar ahora, porque es el único momento que tenemos disponible.

La Teosofía ofrece una comprensión de la ley de karma, y también nos sugiere que comencemos ahora a trabajar en armonía con ésta. Cada día nuevas causas están ponsabilidad con confianza es traer la produciendo nuevos efectos, con consecuencias de largo alcance. Los lazos con las personas amadas puede fortalecerse, las cadenas de odio pueden ser disueltas, de modo que en el futuro la vida pueda ser más segura, noble y bella para todos nosotros.

De hecho, se dice que se espera más de uno que conoce la ley que de quien no la conoce. Vivir conscientes de las consecuencias kármicas de nuestras acciones nos conduce a una vida más útil y feliz. Cada uno de nosotros está destinado a convertirse en el amo de su futuro, el capitán de su alma, de modo que aceptar esta responsabilidad con confianza es traer la iluminación y certeza del funcionamiento de la ley aquí y ahora.


"Existe una gran diferencia entre una ley, una orden o mandato, y una regla, y debe reflexionarse detenidamente sobre dicha distinción. Las leyes del universo son simplemente métodos de expresión, los impulsos de la vida y el sistema de existencia o actividad de Aquel en quien vivimos nos movemos y tenemos nuestro ser. En último análisis, no hay forma de evitar estas leyes; tampoco pueden ser negadas, pues somos eternamente impelidos a la actividad por ellas, rigiendo y controlando (desde el ángulo del Eterno Ahora) todo lo que sucede en tiempo y espacio. Órdenes y mandatos son débiles interpretaciones dadas por los hombres a lo que ellos comprenden por ley. En tiempo y espacio, en cualquier momento dado y localidad determinada, los mandatos son formulados por quienes tienen autoridad o parecen dominar o están en situación de hacer cumplir sus deseos. Las leyes son ocultas y básicas. Las órdenes indican la debilidad y limitación humanas.

Las
reglas son, sin embargo, diferentes y constituyen el resultado de la experiencia comprobada y de milenarias empresas, y -sin asumir la forma de leyes ni las limitaciones de un mandato- las reconocen aquellos para los cuales han sido creadas, evocando una rápida e intuitiva respuesta. No es necesario, exigir su cumplimiento, sino ser aceptadas y puestas a prueba voluntariamente, teniendo fe en la evidencia del pasado y en el testimonio de la épocas, pues justifican el esfuerzo necesario para los requerimientos expresados." TSR V, 32


"La Ley del Karma es actualmente un grande e incontrovertible hecho en la conciencia de la humanidad. Quizás no la denominen así, pero es bien consciente que en todos los acontecimientos las naciones actuales están cosechando lo que han sembrado. Esta gran ley -que en una época fue una teoría- es ahora un hecho comprobado y un factor reconocido por el pensamiento humano. La pregunta por qué tan frecuentemente formulada, hace surgir con frecuente inevitabilidad el factor causa y efecto. Los conceptos que se tienen acerca de la herencia y el medio ambiente son esfuerzos hechos para explicar las condiciones humanas existentes; cualidades, características raciales, temperamentos nacionales e ideales, comprueban el hecho de que existe algún mundo iniciador de causas. Las condiciones históricas, las relaciones entre naciones, las restricciones sociales, las convicciones religiosas y las tendencias, pueden ser atribuidas a causas originantes -algunas de ellas muy antiguas. Todo lo que acontece en el mundo de hoy y que afecta tan poderosamente a la humanidad -cosas bellas y horribles, modos de vivir, civilización y cultura, prejuicios y preferencias, adquisiciones científicas y expresiones artísticas y las innumerables maneras con que la humanidad cobra la existencia de todo el planeta- son aspectos de efectos iniciados por los seres humanos, en alguna parte, en algún nivel y época, ya sea en forma individual o en masa. - [AAB, Curación Esóterica, pp.198-199]



REFERENCIAS PARA LECTURA O CONSULTA SUPLEMENTARIA

-Material disponible en inglés

Algeo, HPB’s Diagram of Meditation (DVD).

Hanson, Stewart, and Nicholson, Karma.
 


-Material disponible en español

Besant, Karma.

Blavatsky, La Clave de la Teosofía, sección 11 “¿Qué es el Karma?”
 

Curso de Teosofía - Rama Rakoczy (España)

Biblioteca Teosófica  | Glosario Teosófico HPB  |  Glosario Esotérico AAB


PREGUNTAS PARA CONSIDERACIÓN


1. ¿Qué entendemos por Karma? ¿Qué otros nombres o descripciones de esta ley puedes identificar?

2. ¿En qué difieren esencialmente la ley natural de la ley humana?

3. ¿Cuál es la diferencia entre karma y el concepto popular de destino?

4. ¿Por qué karma trasciende el ajuste de causas y efectos en un nivel personal?

5. ¿Por qué es inevitable que las causas que generamos retornen a nosotros como efectos?

6. ¿Cuáles son algunos de los malentendidos acerca de karma? Explica por qué son incorrectos.

7. ¿De qué forma puede ser modificado el karma?

8. ¿Tenemos derecho a intentar cambiar nuestro karma? Explica.

9. ¿Tenemos derecho a intentar cambiar el karma de los demás tratando de ayudarlos? Explica.

10. Da algunos ejemplos del uso de leyes naturales para neutralizar otras leyes naturales.

11. ¿Por qué es importante conocer qué estamos haciendo cuando tratamos de modificar el karma?

12. ¿Cuál es la mejor razón por la cual deberíamos tratar de vivir conscientes de la ley de karma?


 

Capítulos

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Caminante son tus huellas
el camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar.

Red Iberoamericana de la Voluntad al Bien y la Buena Voluntad

Quetzal como representante del puente entre el aguila del norte y el condor del sur. El Quetzal es intercambiable con el símbolo de Quetzalcóatl-Kukulcan, el Avatar de Venus.

 

 

 

2009-08-02