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Conversaciones Esotéricas
CAPÍTULO XI: EL HOMBRE, ESTA TREMENDA INCÓGNITA
En algunas de nuestras conversaciones anteriores examinamos el
tema infinito de los Rayos desde el ángulo de vista de las
Jerarquías espirituales o Entidades Psicológicas que se
manifiestan por medio de los planetas de nuestro Sistema
Solar. Utilizando el principio esotérico que estudia
preferentemente los motivos originales y las Causas
productoras de Energía, examinamos la expresión de los Rayos a
partir de aquellos elementos cósmicos que en indescriptibles
conjunciones estelares dieron vida a nuestro Sistema Solar.
Fuimos descendiendo luego, siempre en la línea de nuestro
estudio, desde la suprema Vida Psicológica que esotéricamente
llamamos el Logos Solar, el Dios de nuestro Universo, hasta
coincidir en la Vida de nuestro Logos planetario y en la de
las Excelsas Individualidades que en su conjunto constituyen
la Jerarquía Espiritual de nuestro planeta.
Recordaran ustedes que les invité a desarrollar, ante la
magnitud del estudio esotérico de los Rayos, las cuatro
cualidades espirituales que constituyen los elementos
dinámicos en la vida de todo ardiente y profundo investigador
de las Leyes ocultas de la Naturaleza: el querer, el saber, el
osar y el callar, las cuales configuran el indomable propósito
espiritual, la sed de conocimiento superior, la intrepidez en
el desarrollo de la acción y la humildad exquisita ante los
frutos íntimos de la Revelación. Utilizando creativamente
dichas cualidades y amparados por el principio de analogía,
base de la sabiduría esotérica, vamos a analizar hoy al
hombre, a la entidad psicológica humana, desde el doble ángulo
de su íntima y profunda esencia espiritual y del de su
vinculación iniciática con el principio universal de Creación
que tiene el ineludible deber de revelar.
El estudio oculto del proceso histórico o kármico de su vida
personal nos muestran una total similitud con los hechos y
acontecimientos cósmicos que concurrieron en la creación o
formación del Universo, es decir, con aquella serie de
conjunciones magnéticas que propiciaron el misterio de la
concepción y el futuro desarrollo del Sistema Solar. Desde el
ángulo de la analogía ha de haber, pues, una coincidencia de
actividades diversas sujetas enteramente a la ley de evolución
que, a su debido tiempo, produjeron y desarrollaron la forma
física del hombre, tal como la conocemos actualmente, de la
misma manera que en edades lejanísimas y escrutando
clarividentemente el remoto pasado de nuestro planeta, puede
contemplarse la obra de la Naturaleza con respecto a los demás
Reinos y a las demás especies vivientes. Podríamos considerar,
sin embargo, que todas las motivaciones psicológicas del
hombre que concurrieron en la creación de su universo corporal
son de orden cósmico por ser el Reino humano, tal como hemos
considerado en otras varias ocasiones, el centro místico de la
evolución planetaria. Así, el entero propósito de la Vida
universal con respecto al hombre es producir las situaciones
kármicas requeridas para su particular evolución, a fin de que
ya como unidad separada, conflictiva y egoísta, o como un
elemento plenamente integrado dentro del conjunto social del
cual forma parte, vea siempre ante sí unas metas claramente
señaladas en el devenir de la evolución total del planeta.
Tales metas son: realizar un Arquetipo de perfección en orden
al aspecto espiritual de su conciencia y revelar tal Arquetipo
a través del tiempo. Las Razas sucesivas que irán apareciendo
en el planeta son expresiones de distintos Arquetipos que los
Grandes Señores Planetarios van desarrollando siguiendo las
operaciones cíclicas de los Rayos que se expresan pro medio de
la humanidad.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una cosa es la
expresión física del hombre modelada por la actividad de los
tres Reinos de la Naturaleza que le precedieron en su
evolución y otra la expresión psicológica del mismo, cuyos
orígenes se remontan a las fuentes espirituales de la más
elevada trascendencia. Recurriendo como de costumbre al
principio de analogía, podríamos asegurar que las causas
productoras del ser humano no fueron fundamentalmente las
condiciones físicas merced a las cuales los distintos Reinos
inferiores iban evolucionando, sino una conjunción magnética
establecida por los planetas Mercurio y Venus en una respuesta
monádica por parte de Júpiter. Hay que tener en cuenta este
triángulo planetario cuando estudiemos el proceso creador que
trajo el hombre a la existencia, es decir, aquel poderosísimo
despliegue de energías sobre la Tierra que propició la venida
de los Ángeles solares, o Señores de la Mente, hace unos
diecinueve millones de años. Nos referimos ya en
conversaciones anteriores al proceso de la Individualización
que permitió la creación del Reino humano, así como aquella
anterior eclosión de energías cósmicas que hizo posible que
“tomasen cuerpos de la Tierra” los grandes KUMARAS que
instauraron la Jerarquía espiritual en nuestro mundo.
EL PRINCIPIO CÓSMICO DE LA MENTE
Bien, toda esta serie de motivaciones y el tremendo impacto
producido en los éteres planetarios por aquel impresionante
conjunto de energías invocadas, determinó la introducción del
principio cósmico de la Mente en la conciencia embrionaria del
hombre primitivo, irracional y potentemente polarizado en
ciertos sectores de las Almas grupo de animales que en su
totalidad constituían el Tercer Reino de la Naturaleza. No
podemos entrar naturalmente en detalles acerca de lo que
fueron las primeras Razas humanas, por cuanto sus formas y
características expresivas se pierden en la noche de los
tiempos, pero sí podemos y aún debemos estudiar al hombre en
orden a su participación, una vez alcanzadas sus capacidades
autoconscientes, en la gran tarea evolutiva de establecer
contacto individual y social con la Gran Jerarquía de Almas
Iluminadas que guía los destinos del planeta.
Siendo el hombre un resultado del gran proceso creador del
Cosmos, hay que considerar lógicamente que se halla
virtualmente conectado con una u otra de aquellas Siete
grandes corrientes de energía que llamamos Rayos. En razón de
esta realidad, bueno será que recordemos lo que esotéricamente
se nos dice acerca de aquella indescriptible conjunción
estelar que produjo el Reino humano: “En aquel Gran
Acontecimiento (el de la Individualización) estuvieron
presentes tres Rayos, el Segundo, que es el del propio Logos
solar, por medio del planeta Júpiter, el Cuarto por medio de
Mercurio y el Quinto a través de Venus, planeta este último
que por una especialísima filiación kármica es el Alter Ego de
la Tierra”. Se formó así, de acuerdo con el proceso
iniciático, un Triángulo de energías de Rayo, con la Tierra en
el Centro, situado en un mismo plano de incidencia cósmica. A
ambos lados de la Tierra estaban situados Mercurio y Venus,
representando los principios de la polaridad masculina y
femenina, y en el vértice superior Júpiter, representando al
Sol, a la Unidad de todos los principios, actuaba de
HIEROFANTE. El resultado de este proceso iniciático que se iba
revelando conforme Júpiter, simbólicamente en posesión del
Cetro Solar, iba enfocándolo sobre la superficie de la Tierra,
fue un enaltecimiento de las cualidades superiores implícitas
en los estratos más elevados del Reino animal y, como
consecuencia, la introducción del principio de la Mente en sus
cerebros instintivos iniciándose así el proceso superior que
culminaría en la Individualización, es decir, en la conversión
de una considerable cantidad de unidades avanzadas del Reino
animal en seres humanos. Es así, por esta infinita proyección
de energías solares incidiendo muy particularmente sobre el
Reino animal que vino a la existencia del Reino humano.
Escrutando las misteriosas profundidades del Akasa universal
es posible contemplar alguna de las más importantes y
luminosas partes del proceso: “...La aplicación del Cetro
Solar en manos de Júpiter, actuando como potencia invocativa,
produjo tan tremendos efectos en la vida de la Naturalezas que
atrajeron la atención de los Ángeles Solares, de Aquellos
insignes EGOS liberados Habitantes del Quinto Plano Cósmico,
la MENTE de Dios, que desde tiempos inmemoriales aguardaban
aquel destino de Amor, de Servicio y Sacrificio”. Cómo y de
qué manera realizaron Su Obra los Ángeles Solares con respecto
a la humanidad es un Misterio iniciático, pero su intervención
fue decisiva en lo que a la evolución humana se refiere, ya
que fueron Ellos, los Prometeos del Cosmos, los que trajeron
la luz y el fuego eléctrico del principio Mental de la
Divinidad al rudimentario cerebro de los hombres-animales y
los convirtieron en entidades autoconscientes. La mística, y
hasta me atrevería a decir kármica, relación establecida desde
entonces entre los hijos de los hombres y los Ángeles solares
es de la misma naturaleza que la que une la Vida de SANAT
KUMARA, el Señor del Mundo, con el LOGOS PLANETARIO, un
misterio de relación que deberá penetrar un día en la
conciencia de los hombres empeñados en la búsqueda de las
elevadas Fuentes de su procedencia divina. Pero ya de
inmediato, y siguiendo las líneas intuitivas de la analogía
hermética, podemos considerar al hombre como un Tabernáculo
sagrado contenedor de todos los misterios celestes, así como
un recipiente vivo para las energías de los Siete Rayos cuyo
estudio venimos realizando.
EL MICROCOSMOS SEPTENARIO DEL HOMBRE
Estas grandes líneas de proyección celeste nos muestran al ser
humano, tanto en su naturaleza espiritual como en su expresión
física, como un septenario perfecto. El estudio esotérico
permite introducirnos en la consideración de los Siete
Chacras, o Centros de energía alojados en el interior del
vehículo etérico del hombre, así como en la de las Siete
glándulas endocrinas relacionadas con aquéllos. El orden que
rige para los centros etéricos y para las glándulas endocrinas
es idéntico al que se manifiesta por medio de los planetas que
constituyen nuestro Sistema Solar. A igual que ellos están
regidos por Rayos y a través de los mismos están en muy
directa relación con los planetas a través de los cuales
aquellos Rayos se manifiestan. El Diagrama que seguidamente
voy a mostrarles se refiere al hombre corriente de nuestros
días, condicionado mayormente por planetas no-sagrados:
Centros
|
Glándulas
|
Planetas
|
Rayos |
Coronario
|
Pineal |
Plutón |
1º |
Entrecejo
|
Pituitaria |
Venus
|
5º |
Laríngeo |
Tiroides |
Tierra
|
3º |
Cardíaco |
Timo
|
Júpiter |
2º |
Plexo Solar
|
Páncreas
|
Luna
|
4º |
Sacro
|
Gónadas |
Marte
|
6º |
Base Columna Vertebral |
Suprarrenales
|
Urano
|
7º |
Téngase en cuenta, sin embargo, que si nos refiriésemos a un
hombre muy evolucionado, a un alto Iniciado, por ejemplo, la
relación entre centros, planetas y rayos sería muy distinta,
ya que la propia evolución espiritual les situaría bajo la
influencia directa de planetas sagrados, de elevada iniciación
cósmica. Veamos:
Centros........Planetas...Rayos
Coronario......Vulcano......1º
Entrecejo......Venus........5º
Laríngeo.......Saturno......3º
Cardíaco.......Júpiter......2º
Plexo Solar ...Mercurio.....4º
Sacro..........Neptuno......6º
Base Columna...Urano........7º
Vertebral
Estas indicaciones, insuficientes desde el ángulo de
apreciación esotérica, pueden suscitar no obstante muchas
otras analogías si son consideradas muy atenta y
analíticamente; la intuición hará el resto. Lo interesante es
abrirnos lo más que nos sea posible a esta posibilidad de
profundización en nuestro estudio. Ahora bien, analizando
concretamente cada uno de los centros etéricos, o chacras,
podemos advertir las siguientes particularidades:
a. Centro MULHADARA, situado en la base de la columna
vertebral. Es la sede del llamado Fuego de Kundalini. Está
dividido en cuatro sectores siendo su color predominante el
rojo anaranjado. Parece ser que su símbolo, la Cruz dentro del
Círculo y también la figura geométrica del Cuadrado, quieren
indicar el aspecto kármico de la materia y la lucha y el
sufrimiento que el dominio de la materia, para fines
redentores, presupone para el ser humano.
b. Centro SWADISTANA, situado en la región sacra o del bazo.
Su misión más evidente es recibir y proyectar por todo el
organismo físico las energías pránicas que dimanan del Sol.
Aparece dividido en seis sectores, llamados pétalos por
nuestros hermanos orientales, siendo su color predominante el
azul, aunque expresado en una expansión irisolada, es decir,
con los siete colores del arco iris.
c. Centro MANIPURA, o Chacra umbilical, situado en la región
del plexo solar. Está íntimamente conectado con las energías
que proceden de los niveles astrales y son canalizadas por
medio del vehículo emocional, pudiendo ser localizada así
etéricamente la sede de las emociones humanas. Está dividido
en diez sectores, o pétalos, y los colores predominantes,
debido a la condición astral del ser humano corriente, son
alternativamente rojos y verdes.
d. Centro ANAHATA, o Chacra cardíaco, alojado esotéricamente
en la región del corazón, entre los omoplatos. Está
constituido por doce pétalos que refulgen maravillosamente,
singularmente en las personas de elevada integración
espiritual, dando la impresión este centro de ser un verdadero
sol sobre el cual se proyectan y a través del cual circulan
las energías de los mundos internos. Desde el ángulo de vista
esotérico este Centro es el más importante en el proceso de la
evolución humana, por cuanto refleja en miniatura la actividad
de las doce Constelaciones zodiacales, siendo la sede de las
cualidades del Segundo Rayo, creador de nuestro Sistema solar.
Cristo y sus doce Discípulos son expresiones simbólicas del
Gran Centro Cardíaco Planetario.
e. Centro VISHUDDHA, o Chacra laríngeo, situado en la región
de la garganta. Está compuesto de dieciséis pétalos, cada uno
de los cuales parece tener una determinada misión como
canalizador de una distinta cualidad de energía. Tiene el
fulgor plateado de los rayos lunares, pero con unas
irisaciones azul o verde, según las modificaciones que van
produciéndose en este centro. Según se nos dice
esotéricamente, cuando este centro ha sido convenientemente
desarrollado se convierte en la morada del Verbo creador o de
la Palabra sagrada A.U.M.
f. Centro AJNA, o Chacra frontal, se halla ubicado en la
región del entrecejo. A la observación clarividente aparece
dividido en dos sectores, o partido en dos mitades. En una
predomina el color amarillo y en la otra el azul brillante. Si
se profundiza en la observación se percibirá que este centro
contiene noventa y seis pétalos, o sea, cuarenta y ocho en
cada sector. Siendo cada uno de los pétalos conductor de una
forma de energía nos daremos cuenta de la importancia de este
centro como expresión de las actividades de la mente y como
punto de proyección de las energías del quinto gran principio
cósmico que produce la luz del entendimiento humano, así como
el anclaje magnético de la divina facultad de atención que,
convenientemente desarrollada, permitirá un día el contacto
consciente del pequeño yo personal con el Yo divino, cuya
proyección directa sobre el centro SAHASRARA, que a
continuación analizaremos, halla en el centro del entrecejo la
oportunidad de extender la influencia espiritual por el entero
complejo psicológico del ser humano. Otra singularidad de este
centro, como base de la estructura psicológica individual, es
la de unificar el corazón con la Mente superior o espiritual.
Vemos, así, que una línea sutilísima de luz de color azul
índigo enlaza este centro con el chacra cardíaco; otra línea
de luz de color amarillo claro y brillante lo conecta con el
centro coronario.
g. Centro SAHASRARA, o Chacra coronario. Se halla situado en
la cúspide de la cabeza, en “el Trono”, tal como
esotéricamente se dice, y es el más brillante y refulgente de
todos cuantos acabamos de analizar. En su centro más oculto y
místico, allí donde sólo el Iniciado puede penetrar, puede
percibirse un Loto de doce pétalos de un blanco tan refulgente
y puro que es imposible de describir. En el centro de dicho
Loto puede percibirse también un botón dorado de intensísimo
brillo del que parten una serie de refulgentes radios, en
número de novecientos sesenta (Es por la coincidencia de este
elevado número de líneas de fuerza que este Centro es
denominado místicamente “El Loto de los Mil pétalos”), los
cuales, en su mutua relación e interdependencia y variadísimos
matices ofrecen la imagen inenarrable del arco iris, pero
surgiendo de un centro de irradiación blanco y dorado
realmente indescriptible. El conjunto de este Chacra nos da
una idea del proceso universal de creación en el que
interviene la Voluntad Cósmica en un intento supremo de
autorreconocerse dentro del Corazón del hombre, de la misma
manera que se autorreconoce y es enteramente consciente dentro
del Corazón de cada uno de los Logos planetarios. Según hemos
aprendido ocultamente, este Centro es el último que se
desarrolla en el ser humano, pues es el punto de anclaje de la
Voluntad de la Mónada espiritual, lo mismo que el Centro
cardíaco es el punto de anclaje, o Morada celeste, del Alma
espiritual o Ángel solar, aquella misteriosa e indescriptible
Entidad que en los tratados místicos es denominada “Cristo en
ti, esperanza de Gloria”. Cuando el Centro coronario ha sido
debidamente desarrollado, la cabeza del Iniciado refulge como
un verdadero sol, quedando circundada por un halo de
indescriptible fulgor que refleja los colores del Rayo
monádico al cual pertenece. El examen clarividente por parte
de un ser humano altamente evolucionado indica siempre el
grado de desarrollo espiritual de cualquier alma en el
Sendero. Podríamos decir que la Liberación humana se realiza
cuando las actividades del Corazón se reflejan en este Centro
y cuando las altas cualidades del discernimiento superior que
provienen de la cúspide de la cabeza han logrado introducirse.
en el Corazón. Según puede leerse en algunos antiquísimos
libros de la Jerarquía: “...Cuando el Corazón ha desarrollado
los doce pétalos que constituyen su esencia mística, otros
doce pétalos se abren en el centro superior de la cabeza,
brillando todavía más que los Mil que anteriormente los
cubrían. En justa correspondencia se abre en el centro del
Corazón la sagrada “Joya en el Loto...”. Estas antiquísimas
palabras contienen, sin embargo, el inmaculado frescor de lo
eterno y serán siempre nuevas por cuanto surgen prístinas de
las altas verdades que constituyen la esencia espiritual del
hombre...
Ahora bien, descendiendo un poco en la línea de nuestros
comentarios, será conveniente que analicemos siquiera
superficialmente las glándulas endocrinas como una respuesta
física al creciente impulso de los Rayos actuando sobre los
centros etéricos. El estudio de las glándulas endocrinas por
parte de muy cualificados investigadores en el campo de la
Biología y la Medicina, va a permitirle a la humanidad
penetrar gradualmente en el excitante mundo de la Genética
universal basada en las leyes soberanas del Karma e iluminarla
con respecto al concepto biológico de los complejos hormonales
y a la expresión de los cromosomas físicos del ser humano.
Los Centros etéricos y las Glándulas endocrinas se
complementan perfectamente. Son un fenómeno conexo, lo mismo
que ocurre con la respiración y la circulación de la sangre y
con el sistema nervioso y su contraparte etérica, los Nadis.
Así, siguiendo tal como es de rigor en nuestros estudios el
principio de analogía, avalado por las investigaciones y
comprobaciones científicas de nuestros días, tenemos ante
nuestra consideración la siguiente tabla de correspondencias:
CENTRO
|
GLÁNDULA
|
SECRECIÓN |
Coronario |
Pineal |
Desconocida |
Entrecejo |
Pituitaria |
Pituitrina |
Laríngeo |
Tiroides |
Tiroxina |
Cardíaco |
Timo |
Desconocida |
Plexo Solar |
Páncreas (Bazo) |
Insulina |
Sacro |
Gónadas |
Gonádica (sexual) |
Base Columna Vertebral |
Suprarrenales |
Adrenalina |
Podría asegurarse pues que los elementos biológicos conocidos
bajo el nombre científico de “hormonas”, no son sino que unas
secreciones de las Glándulas endocrinas, cuyo equilibrio
funcional a través de la corriente sanguínea y su correcta
expresión a través del cuerpo físico, dependerá esencialmente
del correcto desarrollo de los Chacras etéricos movidos por el
impulso psicológico generado por la evolución espiritual del
ser humano. Casi podríamos decir que las Razas del futuro
utilizarán unos cuerpos de calidad muy superior a los que
utilizamos nosotros, debido a que habrán desarrollado los
centros etéricos superiores, el Cardíaco y el Coronario, lo
cual hará posible que el Centro del Entrecejo lleve a la
manifestación un tipo particular de hormonas, totalmente
desconocidas todavía por la Ciencia moderna, pero que ya han
sido debidamente percibidas y catalogadas por el verdadero
investigador esotérico, que dotarán al ser humano de una
inteligencia de tipo superior, ultradimensional podríamos
decir, que llevará a la humanidad al reconocimiento y a la
conquista del Arquetipo racial que, al parecer, constituye la
meta del hombre que incorporará en su cuerpo físico las
indescriptibles cualidades de la séptima subraza de la Séptima
Raza, es decir, la culminación del proceso de perfección del
Cuarto Reino de la Naturaleza...
Pregunta:
Es realmente fascinante la idea de la
Iniciación, tal como usted la ha presentado anteriormente en
sus absolutas raíces cósmicas y en relación con el ser humano.
Pero, ¿es tan fácil la Iniciación, tal como parece
desprenderse de sus palabras?
Respuesta:
No creo haber dicho que la Iniciación fuese
fácil, sino que la he presentado como un Hecho inevitable con
repercusiones en lo cósmico. El hecho de haberme referido al
ser humano como un perfecto microcosmos del Gran Macrocosmos y
el haber analizado sus correspondencias psico-físicas con el
universo, no indica en manera alguna que el proceso de la
Iniciación esté al alcance de cualquier persona por el simple
hecho de proponérselo. El proceso en sí es profundamente
místico y espiritual y exige una gran experiencia en el orden
humano, así como un perfecto control y ajuste de las
características psicológicas individuales. Hablé, por el
contrario, de una selecta minoría de investigadores en
relación con la gran masa de seres humanos que responden
todavía a instintos gregarios, y es precisamente esta minoría
selecta que trabaja, se esfuerza y realmente lucha por
triunfar de sí misma la que accede normalmente a la
Iniciación. Dijimos también que la Iniciación, técnicamente
descrita, era una participación consciente en los Misterios
ocultos de la Divinidad incluyente que infunde la Vida en
nuestro planeta y trata de expresarse cada vez más plenamente
a través de nosotros. De ahí la utilización por parte del
esoterista del término “Participación consciente” al referirse
a cada uno de los Misterios que en su conjunto constituyen la
Iniciación.
No, la Iniciación no es fácil. Me pregunto, sin embargo, si
hay algo realmente importante en la vida que sea fácil de
realizar. El misterio menor que representa el nacimiento
físico del ser humano, ¿es algo fácil? Existe evidentemente
una tremenda lucha desde el momento mismo de la concepción
hasta que una criatura nace a la vida física. Trasladada esta
idea a lo espiritual se ve por simple analogía la terrible
lucha interna que se origina en la vida de un ser que ha
concebido la luz y trata de revelarla, de hacer que nazca y
resplandezca en su existencia. Pues bien, el resultado de esta
lucha, de este supremo intento de NACER en la vida espiritual,
es la Iniciación. No se trata de un Milagro, sino que es el
resultado de una lucha natural por ser, por comprender, por
realizarse. El paso inexorable de la vida a través de una
interminable secuela de vehículos o de formas cada vez más
estilizadas y sutiles de acuerdo con Arquetipos superiores,
ascendiendo de los Reinos inferiores de la Naturaleza hasta
culminar en la Gran Conciencia Solar, es el Sendero que lleva
a la Iniciación en los Misterios de la Divinidad, a unirse
para siempre en forma consciente e ininterrumpida con la
eterna Sinfonía de la Creación.
Pregunta:
El tema de la Iniciación parece estar
relacionada con los Rayos, según he podido deducir de su
conversación de hoy. Pero a mí me interesaría muy
particularmente que me aclarara usted si en la Tercera
Iniciación, o de la Transfiguración, queda el alma del
Iniciado completamente libre de las tentaciones, crisis y
tensiones psicológicas a que somete al hombre espiritual, el
llamado “Guardián del Umbral”?
Respuesta:
Toda Iniciación viene precedida de crisis y
tensiones, como consecuencias quizás de lo que usted llama las
tentaciones del Guardián del Umbral. Pero, antes de seguir con
la respuesta, será útil que les aclare que el Guardián del
Umbral es una Entidad elementaria de orden inferior que el ser
humano ha ido gestando y desarrollando a través del tiempo,
desde que tuvo uso de razón hasta el momento presente. Es
aquella Entidad a la que la tradición religiosa asignó el
nombre de “demonio” y cuya imagen imperfectamente comprendida
ha llenado de tenor y de mil supersticiones el alma mística de
la humanidad. El Mal, llámesele demonio, diablo, espíritu del
mal, etc., es la obra del género humano y no un aspecto
maligno consubstancial con la vida de la Naturaleza con la
misión de “tentar” o de “inducir al pecado”. El Bien, es
también un fruto de las actividades humanas y, a igual que los
actos incorrectos e inconsecuentes, también ha ido creando una
Entidad psíquica, aunque de naturaleza benigna y dotada del
Espíritu de Salvación. Esta Entidad, creada en el transcurso
de las edades con la substancia de los mejores pensamientos y
sentimientos humanos constituye la Luz que ilumina en los
momentos de turbación, o cuando estamos bajo los efectos de
grandes crisis y tensiones. Esotéricamente se la denomina “el
Ángel de la Presencia” y se nos dice ocultamente que cuando el
discípulo, en el nivel que sea, enfrenta la Iniciación se le
aparecen ante “la Dorada Puerta de los Misterios” las dos
Entidades anteriormente mencionadas, a un lado el Guardián del
Umbral, en el otro el Ángel de la Presencia, ofreciendo cada
cual los dones u ofrendas de que vienen revestidas sus vidas;
los frutos del Mal por una parte, las consecuencias del Bien
por la otra. Y el candidato, frente a la Puerta de los
Misterios debe decidir si está convenientemente preparado para
poder cruzar sus dinteles. Si elige el Mal retorna al campo de
la experiencia del mundo; si elige el Bien penetra al interior
de los Misterios que la Dorada Puerta encubre y recibe la
Iniciación, es decir, su participación justa en los Misterios
del Reino. Esta es, a grandes rasgos, la regla que se sigue en
el proceso iniciático. El candidato ha recibido mucha
información esotérica y mucho entrenamiento espiritual pero,
en definitiva es él, frente a frente consigo mismo, es decir,
con las dos Entidades que coexisten dentro de su propia e
íntima naturaleza, quien decidirá si está capacitado para
recibir la Iniciación o si debe esperar otros momentos más
apropiados. Las dudas ante la Puerta Iniciática sólo son
frecuentes en las dos primeras Iniciaciones, pero en la
Tercera, a la que usted particularmente alude, debo decirle
que ya no hay duda posible, pues, como usted sabe, la
Transfiguración es la Iniciación de la Purificación y también
del Equilibrio. Purificación, porque el alma del Iniciado ha
vencido a sus tres cuerpos inferiores, físico, emocional y
mental y “resplandece” por encima de ellos; Equilibrio, porque
el perfecto control de tales vehículos ha equilibrado o
armonizado dentro de su corazón al Guardián del Umbral y al
Ángel de la Presencia. El Bien y el Mal, simbólicamente
hablando, han desaparecido de la vida del Iniciado..., sólo
queda dentro de su vida y como una natural consecuencia de su
estado de Pureza, aquel estado de beatitud celeste que está
más allá y por encima del Bien y del Mal.
Pregunta:
Con respecto al tema de la Iniciación me
gustaría saber su opinión sobre si no sería conveniente
empezar ahora mismo esta tarea de preparación, educiendo un
buen carácter, disciplinando la vida personal y siendo cada
vez más responsable ante las oportunidades individuales y
sociales de la existencia.
Respuesta:
Ciertamente, tener un buen carácter, llevar
una vida disciplinada y tratar constantemente de ennoblecer la
vida individual, son cosas apetecibles y constituyen “puntos
iluminados de atención” en orden a la gran tarea iniciática.
Debo precisar, sin embargo, y mis palabras no quieren
significar que deban dejarse de lado estas cualidades, que la
Jerarquía espiritual del planeta presta actualmente una
preponderante atención al desarrollo de las capacidades de
servicio y sólo en un grado menor a las disciplinas de
carácter personal. En la Era de Piscis, de la cual nos vamos
alejando por efecto del movimiento precesional del planeta, se
dedicaba una singular atención al desarrollo del equipo
personal de los discípulos y se hacía mucho énfasis en el
sistema de entrenamiento espiritual, a las disciplinas de vida
y a la construcción de un buen carácter. Ahora, sin embargo, a
medida que nuestro mundo va penetrando en las luminosas zonas
del espacio dinamizadas por la Constelación de Acuario, las
técnicas de aproximación espiritual han sufrido grandes
modificaciones y la Jerarquía está tratando de ofrecer
oportunidades inmediatas de “acción espiritual” por medio del
servicio a la humanidad. Hablando en un sentido muy simbólico,
aunque profundamente dinámico, el discípulo no debe acercarse
a la Divinidad “pidiendo su pan de cada día y de que se le
libere de la tentación”, sino “ofreciéndose en cuerpo y alma”
para ser utilizado para el servicio mundial, implícito en
alguna parcela del Plan que los Maestros conocen y sirven. La
inevitable consecuencia de esta nueva actividad jerárquica con
respecto a los discípulos mundiales, será la progresiva
pérdida de interés objetivo hacia las legendarias y místicas
figuras del Maestro o del Gurú. El verdadero investigador
espiritual deberá “buscarse primeramente a sí mismo” y
“reconocerse en el corazón” antes de aceptar la guía
espiritual de alguna Entidad por elevada que pueda aparecer
ante sus ojos. En esta Nueva Era, el Intermediado Celeste, el
que debe enseñar el verdadero Camino, es la propia Alma del
hombre. Una vez establecido el consciente contacto con Ella,
sabremos sin que nadie nos lo diga, que es lo que realmente
debemos hacer y cuál el verdadero Maestro que debe “conducimos
de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la
Muerte a la Inmortalidad”, es decir, a la Iniciación.
Les ruego acepten mis palabras con la misma honestidad con que
han sido pronunciadas. Encierren un potente dinamismo
invocativo y pueden constituir una buena base para las
actividades futuras de un gran sector de aspirantes
espirituales. Nuestros tiempos no son quizás ni mejores ni
peores que los anteriores en la historia del mundo; lo que sí
podemos asegurar es que son absolutamente distintos de cuantos
les precedieron. La realidad espiritual es ésta y es por tal
motivo que las técnicas deben cambiar radicalmente y enfocar
la mente y con ella el corazón en las necesidades de la
humanidad, del ser humano que sufre a nuestro alrededor y que
frecuentemente no vemos, ensimismados o sugestionados bajo el
influjo de tantas y tantas meditaciones... a la búsqueda de la
perfección individual. El discípulo de la Nueva Era debe
actuar “desde arriba y hacia adentro” y no “desde abajo y
hacia afuera”. Sólo viviendo de esta manera, al amparo de la
propia Vida cósmica en el corazón, libres de presiones y de
disciplinas de orden externo, la Vida interna que es nuestro
verdadero YO, hallará por sí misma los cauces supremos que
llevan a la Liberación…
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