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MIS EXPERIENCIAS ESPIRITUALES
(Narraciones Esotéricas)
PARTE SEGUNDA
Experiencias Dévicas de Orden Corriente
Experiencias Dévicas de Tipo Superior
2.01 Las Experiencias Dévicas
Todas
las narraciones incluidas en este libro deberán tener lógicamente un
matiz de carácter psíquico aunque algunas de ellas, tales como las que
hacen referencia a contactos con Ángeles de gran elevación espiritual,
constituyen experiencias de alta trascendencia y dan razón de la
indescriptible Vida, silenciosa y oculta, que vibra en cada uno de los
niveles de la Naturaleza.
Las experiencias dévicas o angélicas
son más comunes de lo que corrientemente se cree o se admite, dada la
estrechísima relación e íntima vinculación existente entre la humanidad
y el Reino de los Ángeles. Debo decir al respecto, que no existe
fenómeno alguno en la vida de la Naturaleza, incluidos aquéllos que
denominamos parapsicológicos o paranormales, en cuyas motivaciones
ocultas no se halle la actividad de un deva o de un grupo de devas.
Investigaciones posteriores de la Ciencia en el dominio de la llamada
cuarta dimensión, aclararán este punto que todavía hoy aparece como un
misterio o como “un secreto del espacio”, tal como solemos denominarlo
en nuestra congregación ashrámica. Tal como digo en el Prefacio de este
libro, la intervención angélica es notoria y muy corriente en la vida
de cualquier ser humano. Ocurre, sin embargo, que vivimos muy
distraídos, enfocados únicamente en nuestros pequeños problemas
personales o bien que temperamentalmente somos muy miedosos y no nos
atrae demasiado la idea de investigar la razón oculta de los hechos, ya
sean de carácter psicológico o de procedencia oculta. Hay que aceptar
crecientemente la coyuntura de afrontar los hechos y las circunstancias
tal como se presenten a nuestra consideración, muy atentamente y sin
miedo. Yo tuve que esforzarme para llegar a admitirlo de manera muy
franca, honesta y directa. De no ser así, seguramente que el contenido
de este libro hubiese resultado del todo punto imposible concretar.
Todo él rebosa, si Uds. lo analizan, una gran atención y una ausencia
absoluta de miedo.
Ahora bien, el hecho de haber dividido las
experiencias dévicas en dos grupos, de orden corriente el uno y de tipo
superior el otro, obedece a razones espirituales de plano o de nivel.
El Reino de los Ángeles es extraordinariamente dilatado y cubre las
necesidades expresivas de la Naturaleza desde el nivel elemental, en
donde son creadas las estructuras químicas de los átomos, hasta los más
elevados niveles del Sistema solar en donde realizan su incomprensible
misión los grandes Arcángeles y los poderosos e insignes Mahadevas. Por
las características específicas de los relatos se darán cuenta Uds. del
nivel de expresión dévica en que tuvieron lugar las sucesivas
experiencias y hasta es posible que en la lectura de los mismos hallen
Uds. expuestas algunas circunstancias íntimas, análogas o muy parecidas
a las vividas por Uds. en alguna época particular de sus existencias
kármicas. Veamos pues, algunas de estas experiencias de carácter dévico.
2.02 El Duendecillo de mi Hogar
Tengo
en mi casa casi permanentemente a un pequeño elemental de estos que el
vulgo suele denominar “duendes”. Es bastante ingenioso y posee mucho
poder etérico. En el pasado imitaba tan bien el sonido del teléfono o
el timbre de la puerta que muchas veces nos engañaba. Cuando me di
cuenta de su presencia juguetona le advertí muy seriamente de que no le
permitiría sus intromisiones en la vida pacífica del hogar. Pareció
comprenderme perfectamente y salvo algunos pequeños ruidos que
frecuentemente suele hacer, más por dar fe de su presencia que por
ánimo de molestar, dejó de impresionar nuestros sentidos y sólo se
permite juguetear cuando tenemos alguna visita en nuestra casa. El otro
día provocó perfectamente el ruido de un gran número de platos
rompiéndose contra el suelo. Todos corrieron hacia la cocina pero,
naturalmente, nada había pasado, con gran extrañeza de los visitantes.
Otro día hizo explotar un plato de estos de cristal “Pirex”,
aprovechando que el ambiente externo estaba muy cargado de electricidad
estática, lo cual le valió una enérgica reprimenda de mi parte y la
amenaza de no permitirle la entrada en la casa. La electricidad
estática y las corrientes telúricas son energías muy propicias para la
actividad de los duendecillos del hogar, los cuales pueden de esta
manera mover objetos, cerrar puertas con estrépito con el consiguiente
sobresalto de las personas o provocar toda serie de ruidos imitando con
entera perfección los que suelen producirse en todas las casas,
teléfono, timbres, caída de objetos, silbidos, etc. Hay que darse
cuenta, sin embargo, que tales duendecillos no tienen malas intenciones
y sólo desean impresionar los sentidos para dar fe de su presencia o
intervenir a su manera en las incidencias múltiples del hogar.
Estos
pequeños devas de la tierra son una variedad de los gnomos o enanitos
de los bosques. Su diferenciación reside en el hecho de que se sienten
potentemente atraídos a los hogares de los seres humanos, con
preferencia en los que hay niños y animales domésticos con quienes
suelen juguetear... Estuve en una casa en la que uno de estos pequeños
enanitos solía tirar de la cola del gato.
Los moradores de la
misma no se daban cuenta de esta circunstancia y extrañaban la actitud
del gato, el cual de improviso y sin causa aparente daba tremendos
bufidos con los pelos del cuerpo enteramente erizados. No hay que
olvidar que los animales domésticos son muy psíquicos y que ven
perfectamente cuanto ocurre en los bajos niveles del plano astral, ya
que están desarrollando ahora su conciencia instintiva y que esta
conciencia se halla alojada en el centro del plexo solar, el cual actúa
a manera de cerebro dentro de los animales. El desarrollo de su cuerpo
psíquico hace que los animales sean muy sensibles a las actividades
astrales de los duendecillos del hogar y creo que todos Uds. habrán
notado a veces algo raro en la conducta de sus animales doméstico, caso
que los tengan. Los duendes del hogar, al igual que las distintas
especies de gnomos, extraen la energía que necesitan para provocar
fenómenos físicos de la infinita reserva existente en los subplanos
inferiores del plano astral, condensándola luego etéricamente hasta
hacerla tan tangible como para poder producir y determinar los mil
fenómenos ambientales capaces de ser percibidos con la vista y el oído
y, a veces, hasta con el tacto si una persona es lo suficientemente
sensitiva.
Nuestro duende ha formalizado un cierto lazo familiar
con nosotros. No está permanentemente en casa, pues no tenemos ni niños
ni animales y, al parecer, nuestras conversaciones esotéricas no le
agradan mucho. Pero, regularmente acude por aquí y muchas veces cuando
estoy escribiendo en el despacho, suele dar fe de su presencia con unos
suaves golpecitos en la lámpara o en el respaldo del sillón en donde
efectúo mis meditaciones. Acojo su presencia con agrado pues demuestra
que posee un cierto sentido de la amistad, aunque le ruego que me deje
trabajar en paz.
Bueno, Uds. se preguntarán quizás por qué me
detengo en la narración de estas experiencias, tan aparentemente
superficiales. Pues bien, lo hago principalmente para disipar el miedo
que suelen causar estas presencias invisibles dentro de las casas. Los
inoportunos ruidos que solemos oír, el movimiento de objetos variados,
la caída de las cosas más diversas, etc., son sólo indicaciones de que
alguno de tales duendecillos del hogar quiere hacer sentir su
presencia. No hay que temerles, antes bien, acogerles con cariño y
rogarles mentalmente que se comporten con la debida compostura, tal
como solemos hacer con los niños cuando realizan alguna travesura. Un
día comprenderá el ser humano que estos pequeños devas del hogar forman
parte -en cierta manera y hasta cierto punto- del contexto familiar y
que, a igual que los animales domésticos, deben hallar en nuestros
hogares el aliciente vivo de su propia evolución espiritual.
No es este
naturalmente el caso de otro tipo de devas, etéricos o astrales, que
suelen aparecer de vez en cuando en nuestros ambientes sociales, con
intenciones muy distintas a las de los simpáticos duendecillos del
hogar. Tales devas suelen aparecer cuando los ambientes de las casas se
hallan enrarecidos por efecto de las frecuentes disputas y tensiones en
el seno de las mismas, tan frecuentes en épocas de grandes depresiones
económicas, y se alimentan -utilizo muy intencionadamente esta palabra-
de las vibraciones pesadas de que se hallan impregnados aquellos
ambientes familiares o de carácter social. Incidencias astrales de
nivel psicológico inferior suelen ser el incentivo que mueve a esta
especie de devas, cuya evolución espiritual está en orden con aquellas
alteraciones psíquicas indeseables y fácilmente se introducen a través
de ellas en los ambientes familiares y grupales, creando situaciones
inarmónicas y constituyéndose -caso de que tales alteraciones sean
constantes- en moradores permanentes de aquellos ambientes dentro de
los cuales pululan y hallan el placer que exigen sus naturalezas
dévicas inferiores.
En las casas llamadas “encantadas” el
vidente entrenado suele percibir grandes cantidades de estos devas
inferiores, los cuales utilizan las fuerzas psíquicas engendradas por
seres humanos en épocas anteriores, llenas de tensiones y egoísmos,
para determinar ciertos fenómenos físicos, singularmente de carácter
acústico, tales como ruido de muebles que son arrastrados, puertas que
se cierran con estrépito, chirriar de cadenas, golpes en las paredes,
etc. Ese tipo de devas poseen gran poder en los niveles etéricos
acústicos y aunque no se les puede percibir a menos de que se posea
clarividencia astral muy desarrollada, su presencia es muy notoria y
suele infundir pavor a las personas que eventualmente visitan tales
casas o tales ambientes. Los moradores de las mismas suelen habituarse
finalmente a tales presencias psíquicas poco recomendables y ya no
hacen caso ni de los ruidos ni de la notoriedad de sus expresiones. Sin
embargo, y tal como me ha sido posible comprobar, la presión subjetiva
constante de tales entidades en los ambientes familiares que los
atraen, suele ser muy negativa y es muy raro no hallar personas
enfermas en los mismos y una gran melancolía ambiental que se extiende
a la expresión psicológica de las personas que allí habitan. Yo
recomendaría, por tanto, cambiar de domicilio a las personas que viven
en casas “habitadas por ese tipo de devas inferiores”, las cuales
suelen alquilarse a muy bajo precio y tientan a veces el interés
económico de ciertas familias, de condición muy humilde y sin grandes
recursos monetarios, o bien que solicitasen la ayuda de alguna persona
esotéricamente capacitada para ahuyentar de tales casas a estas
perniciosas entidades astrales.
2.03 Las Ondinas de las Aguas
[N.B.: ver
Iguazú ]
La
primera vez que establecí un contacto visual consciente con algunas de
estas bellas criaturas etéricas fue en ocasión de la Exposición
Internacional de Barcelona, del año 1929. Mi padre me había llevado a
visitarla y, naturalmente y tal como hacía todo el mundo nos quedamos
hasta la noche para ver la Fuente Luminosa Central, un verdadero
prodigio de técnica a cargo del “mago de la Luz” - tal como sería
denominado después de realizar esta verdadera obra de arte-, el
ingeniero Don Carlos Buhigas. Fue como resultado de la contemplación de
los juegos de luz dentro del agua que pude percibir dentro y fuera de
las grandes cascadas de impresionante y líquido colorido, a un numeroso
grupo de bellos y extraños seres que retozaban alegremente dentro del
agua subiendo y bajando a través de los grandes surtidores y cascadas.
Esta visión me pareció muy natural por cuanto en sueños había tenido la
percepción de imágenes parecidas. Así, cuando con sencillez infantil
comenté con mi padre la graciosa belleza de aquellas diminutas
criaturas dévicas que retozaban y jugueteaban tejiendo hermosos e
incomparables dibujos con la espuma de las aguas, éste me respondió que
solamente veía agua y que no exaltara tanto mi imaginación, pues esto
era malo para la salud y que además la gente me creería loco. Total que
esta primera experiencia física de percepción de las ondinas de las
aguas quedó profundamente amargada por la incomprensión de mi padre, el
cual, naturalmente y sin mala intención de su parte, se había limitado
a enjuiciar las cosas desde el ángulo de vista de lo que él consideraba
una imaginación excesivamente exaltada. El resultado de esta
experiencia fue que mi padre quemase en el patio de mi casa todos los
libros que hacían referencia a hadas, gnomos y espíritus de la
Naturaleza y que yo solía leer con agradable empeño. Mi disgusto fue
muy grande, ya que yo no podía comprender la reacción brutal de mi
padre hacia algo que yo consideraba tan natural y verdadero. Después de
esta experiencia, aprendí a callar y a guardar únicamente para mí el
secreto íntimo de mis percepciones extrasensibles. Sin embargo, todavía
recuerdo ahora perfectamente la grácil belleza y armonía de movimientos
de aquellas preciosas ondinas desplazándose alegremente por entre la
coloreada espuma de los grandes surtidores de la Fuente monumental de
la Exposición Internacional de Barcelona...
2.04 Las Fuerzas Elementales de la Naturaleza
Durante
el curso de mi entrenamiento espiritual en orden a la ley del
discipulado, hasta que me fue posible ingresar en un Ashrama de la
Jerarquía, con cuyo acontecimiento espiritual culminaba una época
singularmente difícil de mi vida, tuve oportunidad de establecer
contactos angélicos en distintos y variados niveles de vibración. Debo
relatar, en primer término, los contactos dévicos realizados mediante
la intervención directa del Maestro en los subplanos etéricos del plano
físico, coincidiendo con ciertas fases de entrenamiento ashrámico,
cuando por las circunstancias de nuestro propio estado de discípulo
aceptado, debíamos trabajar con las fuerzas elementales de la
Naturaleza, los espíritus de la tierra, las ondinas de las aguas, las
salamandras del fuego y las sílfides del aire. Estas criaturas etéricas
-según nos iba explicando el Maestro- eran las fuerzas vivas de la
Creación, la substancia medular que constituía la estructura física del
Universo y la base angular donde se apoyaba el karma espiritual del
Logos... Este proceso fue singularmente largo, pero extremadamente
interesante, ya que durante el curso del mismo teníamos que aprender a
conocer la multiplicidad de formas dévicas de cada especie y de cada
uno de los Devas mayores que guiaban su espiritual evolución. Los menos
asequibles eran los espíritus de la tierra, una especie de gnomos
diminutos más pequeños todavía que aquéllos que conocemos
tradicionalmente bajo el nombre de “enanitos de los bosques" que cuidan
de la construcción del musgo de los suelos húmedos, de las hierbas y
de las pequeñas plantas. Alguna variedad de tales espíritus de la
tierra se adaptaban sin embargo muy dócilmente a nuestras
investigaciones y lo hacían a veces adoptando las más grotescas
posiciones en el espacio, con lo cual al parecer se divertían y
expresaban al propio tiempo un sentimiento de amistad hacia nosotros.
Las ondinas de las aguas eran muy bellas y tomaban el color que
ambientaba el elemento líquido en donde realizan su evolución, los
pequeños riachuelos, los lagos o las orillas de los mares. Las había
así azules, verdes y violetas.
Los silfos del aire aparecían
siempre con el color azul del espacio en donde vivían inmersos y era
muy difícil poder percibirles en su natural y graciosa forma etérica.
Era singularmente bella y al propio tiempo intensamente aleccionadora
la concentración de innumerables cantidades de silfos que bajo la
dirección de un Deva superior del aire constituían los grandes vientos
y los furiosos huracanes. Los elementales más peligrosos y difíciles de
contactar eran las ígneas salamandras, que bajo la dirección y gobierno
de unos espíritus superiores del fuego -denominados esotéricamente
Agnis- constituían la base de toda posible expresión de fuego en la
vida de la Naturaleza, desde el humilde fuego del hogar hasta los más
violentos y terribles incendios. Su invocación se hacia particularmente
difícil y sólo después de un muy intenso y laborioso entrenamiento
pudimos observar algunas de estas salamandras del fuego en su mundo
etérico, perfectamente inmóviles en el espacio para que pudiésemos
observarlas detenidamente. La forma de una salamandra es técnicamente
la de una lengua de fuego, con base ancha y cúspide puntiaguda,
moviéndose o desplazándose por el éter a grandes velocidades... Los
Agnis son impresionantes en su esplendorosa radiación ígnea y
constituyen el centro místico del fuego, sea cual sea su expresión y la
intensidad de sus expresiones. Su forma, vista clarividentemente, es
muy parecida a la humana, aunque mucho mayor, constituyendo al parecer
las salamandras su aura magnética, intensamente dinámica e ígnea. Así,
cada Agni, en distintos grados de expresión dentro del elemento fuego,
demuestran su mayor o menor evolución por la amplitud del particular
grupo de salamandras que producen su propia e íntima radiación ígnea o
campo magnético radiante. Ninguna salamandra obedecerá a otro Agni que
al suyo propio, ni se plegará a ningún conjuro mágico si no es bajo la
aquiescencia de su propio señor y gobernante del cual ígneamente
depende. Esto pudimos observarlo cuando a la pronunciación de un
particular y definido mántram de invocación surgió del espacio ígneo en
donde se hallaba laboriosamente trabajando un potente Agni, el cual se
mantuvo frente al Maestro en respetuosa obediencia a Su poder
espiritual y nos mostró el diligente grupo de salamandras que
constituían su aura magnética y el exponente de su grado de evolución
espiritual. Como corolario de esta demostración de poder sobre el
elemento Fuego, el Maestro nos explicó que había Agnis de la categoría
de los propios Logos creadores de los sistemas solares y cósmicos,
constituyendo la base de los grandes Fuegos del Universo, el de Fohat (o del propio Espíritu del Logos); el Solar, base
pránica del Sistema solar y de cada uno de los planetas que lo
constituyen y el de Kundalini, cuyo calor vivifica en toda su extensión
nuestro cuerpo vital y planetario.
Las fuerzas elementales en la
vida de la Naturaleza, plenamente descubiertas y analizadas en su
desarrollo evolutivo, nos dieron la clave del misterio de la Vida, que
no es un mero proceso orgánico, sino que es la unión inteligente de una
serie impresionante de factores dévicos, sabiamente conducidos por una
Voluntad suprema la cual, operando sobre los Ángeles superiores, obliga
a toda esta ingente multitud de Devas en infinidad de gradaciones, a
realizar su misión en espacio y tiempo para dotar a la Madre Naturaleza
de la multiplicidad de formas evolucionantes en cada uno de los niveles
del Sistema solar.
2.05 La Invocación de las Fuerzas Elementales
Las
invocaciones de las fuerzas elementales cuya vida estábamos
investigando eran realizadas por el Maestro, pero a veces, cuando Este
se hallaba ocupado en algún trabajo de mayor importancia jerárquica,
era R..., un Iniciado hindú, lugarteniente del Maestro, quien efectuaba
las correspondientes invocaciones. Se había establecido un orden para
las mismas consistente en invocar en cada una de las sesiones de
estudio, o investigación esotérica, algún grupo definido de seres,
gnomos, ondinas, sílfides o salamandras, a través la aquiescencia de
sus respectivos Devas regentes, pues como decía en el capitulo
anterior, los elementales de la tierra, del agua, del fuego o del aire
estaban comandados por tales Ángeles, cuya evolución infinitamente
superior provenía de un remoto pasado dentro del cual tuvieron que
pasar por experiencias semejantes a las de las fuerzas elementales
cuyos grupos comandaban y dirigían actualmente.
Fuimos así
siendo progresivamente conscientes del misterio que los Devas realizan
en los éteres del espacio, tanto para vivificar creadoramente cada uno
de los substratos o niveles etéricos como para construir cada uno de
los átomos químicos que se hallan en la base de nuestro Sistema
planetario. Pudimos comprender de esta manera mucho más claramente que
a través de alguna complicada explicación científica, cómo se produce
la tierra (la osamenta del planeta -utilizando una expresión muy
gráfica-), el agua, el fuego, el aire, etc. Todos aquellos elementos ya
no aparecían ante nuestra exaltada visión como ALGO sino mas bien como
ALGUIEN, como un poder angélico sorprendentemente organizado que en sus
infinitas e incomprensibles interacciones producían la maravillosa
arquitectura del Universo. El espacio mismo con sus sutiles e
insospechadas dimensiones aparecía ante nuestras absortas miradas, ya
no simplemente como el marco infinito de toda posible creación, sino
también como una Entidad viva, psicológicamente autoconsciente y
plenamente despierta, siguiendo inteligentemente las impresiones
kármicas que le transmitía el Señor del Universo; siendo los agentes de
esta transmisión de energías, de fuerzas y de poderes las infinitas
huestes de Ángeles y de Devas, llevando cada cual su mensaje vivo de
creación y de redención y tejiendo y destejiendo dentro de los éteres
inmortales del espacio los hilos de luz mediante los cuales, y por un
incomprensible proceso de substanciación, creaban la materia organizada
con la cual eran construidos todos los cuerpos vivos o tálamos, que
precisaban las unidades de vida universal para poder manifestarse
cíclicamente.
En mi libro “Un Tratado Esotérico sobre los
Ángeles”, expongo más detalladamente el resultado de estas experiencias
de contacto directo con el mundo dévico, singularmente en lo que hace
referencia al misterio de la Creación y al trabajo que realizan los
Devas en su multiplicidad de huestes y jerarquías en la Obra magna de
estructuración de los Planos o Niveles del Sistema solar y muy
especialmente del Universo físico en donde vivimos, nos movemos y
tenemos el ser.
2.06 El Ángel JESAZEL
La primera vez que
establecí contacto con Jesazel, el Ángel mentor, instructor y guía de
mis investigaciones dévicas, supe de las radiaciones espirituales de un
Deva de categoría similar a la de los grandes Iniciados de la
Jerarquía. Recuerdo esta experiencia como la más profunda y
trascendente de mi vida. Me lo presentó el Maestro en el Ashrama con
estas sencillas palabras: “Este es el Ángel JESAZEL, el instructor
dévico que será tu mentor en el devenir de tu vida oculta y el que te
introducirá y te hará consciente del Reino de los Ángeles”. La
presencia de Jesazel, tal como podían percibirla mis sentidos sutiles,
era realmente impresionante. Irradiaba luz por todo el contorno de Su
figura angélica. Después fue descendiendo su vibración o radiación para
acomodar Su presencia a mis sentidos perceptivos, ya que me era
sumamente difícil y seguramente peligroso, resistir el brillo
particular de Su aura magnética de un azul celeste absolutamente
indescriptible según nuestros reducidos tonos vibratorios del color.
Apareció entonces bajo una forma completamente humana, aunque
manteniendo en todo su entorno su aura magnética azul celeste. Su
rostro era bellísimo aunque de una belleza que escapaba a todos los
cánones de belleza establecidos por los seres humanos. Puedo decir, de
acuerdo con este punto, que percibía a través de sus infinitas
cualidades angélicas algo más que un simple rostro humano. El mejor de
los rostros griegos esculpidos por Fidias, daría quizás una pequeña
noción del rostro inmaculado de Jesazel, pero irradiando luz desde
dentro. Me envolvió dentro de Su aura -tal como suele ser la bendición
angélica-, me sonrió con indecible dulzura y me preguntó: “¿Estás
dispuesto a introducirte en nuestro mundo para extraer toda la
experiencia posible y comunicarla a tus hermanos, los demás hombres del
mundo?” Respondí afirmativamente y sin vacilar y Jesazel, en respuesta,
acentuó la presión de Su aura sobre la mía, llenándome de una vibración
intensa y desconocida que inflamó de amor, de ternura indescriptible y
de entusiasmo todo mi ser. Después me dijo: “Pues bien, ¡que así sea!”
Me hizo comprender seguidamente que durante el tiempo que durase el
proceso de investigación oculta sobre el mundo dévico, debería mantener
una actitud muy digna en mi vida personal y guardar reverente silencio
siempre y cuando no fuese absolutamente necesario “hablar” en el
devenir de mis relaciones sociales. Sus últimas palabras en aquella
ocasión y que quedaron indeleblemente grabadas en mi conciencia, fueron
éstas: “Vive serenamente expectante y siempre me tendrás a tu lado”.
Era la primera vez que oía estas dos palabras, “serena expectación”,
que, más adelante, durante el curso de mis investigaciones esotéricas,
me demostraron ser claves para la vida del discípulo que se apresta a
la Iniciación. Se despidió de mí con una graciosa aunque imponente
inclinación de cabeza y lo hizo luego de mi Maestro, con el cual estuvo
conversando amigablemente durante un rato, desapareciendo finalmente
del campo de mis percepciones, dejándome sumido en un estado
indescriptible de paz, pero al propio tiempo de dinamismo creador...
Cuando llegué a mi cuerpo físico, después de recibir algunas directas
instrucciones de mi Maestro, fui plenamente consciente de la radiante
Presencia de Jesazel y la influencia de Su aura magnética me acompañó
físicamente durante varios días.
Mi encuentro con el Ángel
Jesazel vino precedido por una conversación sostenida con mi Maestro
durante la cual, Este, después de finalizada una de nuestras reuniones
ashrámicas de estudio y de haber quedado a solas con El, me había
preguntado: “¿Te sientes dispuesto a escribir algunos libros de
carácter esotérico, para utilización de los aspirantes espirituales del
mundo? Algunos de ellos tendrán un carácter muy particular -continuó
diciendo el Maestro- pues deberán servir para ayudar a los discípulos a
introducirse conscientemente dentro del Reino de los Ángeles, a fin de
establecer unos lazos de unión de muchos seres humanos con nuestros
hermanos de los mundos invisibles. Así pues - preguntó de nuevo el
Maestro-. ¿te sientes dispuesto sinceramente para realizar este
trabajo?” Le respondí humildemente que mi buena voluntad era mucha,
pero que mis conocimientos acerca del reino dévico se extendían
únicamente al área de los relatos místicos y a alguna que otra pequeña
experiencia de contacto con algunos seres elementales de la Naturaleza
y que, por tanto, no podía afirmar que fuese capaz de hacerlo. Mi
Maestro sonrió bondadosamente -tal como lo hace un padre con su hijo- y
me aseguró que yo estaba ampliamente capacitado para esta clase de
labor encomendada, debido a la experiencia acumulada por efecto de mi
pasado kármico y que sólo debía hacer uso de mi buena voluntad y de mis
sinceros deseos de servir. “No se te exige ningún voto extraordinario
como los que realizaste antes de entrar en el Ashrama y que suelen
preceder a las sucesivas Iniciaciones, sino que lo que cuenta en este
caso es tu buena disposición de ánimo ya que la misma equivale a un
verdadero voto ashrámico”. Siendo así, le respondí, acepto con mi mejor
voluntad poner lo mejor de mí mismo para cooperar en el éxito de este
trabajo ashrámico. Es así como inicié mi labor jerárquica en un sentido
muy concreto y definido, al fin -sin aparentemente pretenderlo ni
buscarlohabía encontrado mi verdadero campo de servicio. Mi Maestro me
bendijo con estas palabras: “Que tu labor sea fecunda y que muchos
hombres y mujeres de buena voluntad del mundo puedan beneficiarse de la
misma!”.
De esta manera tan sencilla y sin aparato técnico ni
ceremonia alguna - salvo la Presencia del Maestro- fui introducido en
ciertas áreas del mundo oculto que corrientemente se mantienen
desconocidas y secretas. El mundo de los Ángeles, con sus
impresionantes zonas de misterio iba a serme mostrado a partir de aquel
momento tan concreta y objetivamente como lo eran los habituales
razonamientos mentales, las emociones y las propias percepciones
físicas.
Los contactos con Jesazel y las enseñanzas acerca del
mundo dévico recibidas por su mediación se realizaron desde el plano
causal, utilizando mi antakarana mental y el desarrollo de mi
sensibilidad emocional, así como mi facilidad por transmitir mis
experiencias ocultas al cerebro físico. Debo decir, en todo caso, que
la influencia de este glorioso Ángel en mi vida fue decisiva, tanto por
la fecundidad creadora infundida en mi trabajo ashrámico, como por la
rapidez impresionante con que fueron ultimados ciertos aspectos
kármicos de mi vida personal. Mi ingreso en la Escuela Arcana y mi
trabajo posterior en la misma como miembro de la Sede Central Europea
de Ginebra, fueron unas experiencias de las cuales guardo un muy
intenso y profundo recuerdo. Sin embargo, mi verdadero trabajo
ashrámico se inició posteriormente, cuando razones de orden kármico y
la seguridad espiritual por mi parte de que aquella experiencia estaba
ya trascendida, me hicieron regresar a Barcelona.
Mi primer
libro “La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad” fue un
compendio de artículos esotéricos enviados a la revista “Conocimiento”,
de Buenos Aires, más algunos otros inéditos que reflejaban de alguna
manera ciertas experiencias de carácter jerárquico. En este libro se
refleja ya la índole particular de mi obra futura y aquél que lo haya
leído podrá darse cuenta de que en el mismo relato ya algunas
experiencias de orden angélico, aunque sin entrar en detalles técnicos,
los cuales serian facilitados más adelante conforme fue desarrollándose
mi obra literaria.
En todo caso, Jesazel fue la culminación de
una serie de contactos dévicos realizados en unión de mis compañeros de
grupo en el Ashrama, bajo la experta guía del Maestro. La presencia de
este Ángel en mi vida coincidió con mi entrada consciente en
determinadas zonas espirituales de muy cualificada y sutil vibración.
Su radiación angélica no me afectó por ello tan extraordinariamente
como para dañar la integridad de mis vehículos sutiles. Debo repetir,
sin embargo, que Jesazel había reducido casi siempre la intensidad de
Sus radiaciones magnéticas en sus contactos conmigo a fin de evitarme
congestiones de orden cerebral, ya que era la mente el principal
vehículo utilizado en las investigaciones ocultas del mundo dévico. Mi
Maestro, ya anteriormente y previendo las características de mi trabajo
especifico, me había preparado también en forma conveniente, así como a
mis compañeros de Ashrama que recibían un entrenamiento parecido, a fin
de que nuestro vehículo astral no resultara afectado por los efectos
poderosamente radioactivos del reino dévico. Mí equipo de percepciones
ocultas se hallaba de esta manera debidamente compensado y con ayuda de
Jesazel podía penetrar sin peligro por aquellas misteriosas zonas de
tensión espiritual ultradinámica regidas por los Devas.
Mi
compenetración espiritual con Jesazel se realizó en muy poco tiempo,
haciéndose claras entonces en mi mente las palabras de mi Maestro
cuando me decía que yo poseía amplia experiencia oculta acerca de los
Devas. Pude recordar, entonces, contactos angélicos realizados por mi
en un remotísimo pasado y renovados muy especialmente en mis dos
últimas encarnaciones, por lo cual mi tarea particular de escribir
acerca de los Ángeles fue al propio tiempo que un gozo de servicio, la
rememoración de un amoroso e inolvidable recuerdo...
Mi “Tratado
Esotérico sobre los Ángeles”, un tríptico constituido por los volúmenes
“Las Fuerzas Ocultas de la Naturaleza”, “La Estructuración Dévica de
las Formas” y “Los Ángeles en la Vida Social Humana” (Editorial Eyras,
de Madrid), fue la culminación de mis contactos espirituales con
Jesazel, con Quien me unen ahora unos lazos sagrados de amistad que
-creo yo- resistirán incólumes la tensión infinita de las edades.
Muchas
de las experiencias angélicas relatadas en este Tratado hablan muy
especialmente de El y de Su decisiva intervención en cada uno de los
estadios de mi investigación esotérica. Por tal motivo, el segundo
volumen del tríptico sobre los Ángeles lo dediqué a Jesazel, ya que fue
El quien me introdujo en los secretos misteriosos del espacio y quien
me hizo ver claro cómo el éter substanciado por los Devas, constituía
la base mística y al propio tiempo dinámica del proceso de la Creación
universal. En este sentido testimonio de amistad y gratitud renuevo con
Jesazel unos lazos espirituales que trascienden el karma y su infinita
secuela de muertes y nacimientos...
2.07 Experiencias Dévicas Compartidas
El
estudio de la vida de los Devas es singularmente apasionante, ya se
estudie la obra de los minúsculos elementales que estructuran la forma
geométrica de un átomo químico o la de los poderosos Arcángeles que
realizan los planos y diseños de los Universos en construcción dentro
de los espacios infinitos.
Jesazel me fue ilustrando muy concreta y
particularmente acerca de los misterios de su mundo de armonía,
descubriéndome zonas del espacio en donde el éter es tan puro y diáfano
que es totalmente insusceptible de ser condicionado por el karma
planetario... Fue a través de Jesazel que pude establecer contacto -
siquiera fugazmente- con ciertas regiones del plano búdico en donde la
conciencia personal quedaba completamente diluida, aunque plenamente
consciente del Sentimiento de paz e integridad que respira cada una de
sus moléculas integrantes -utilizando muy intencionadamente esta
locución científica-. Este sentimiento de paz e integridad lo acusaba
en lo profundo del corazón en cuyo centro místico -según decía el
Maestro- se halla el recuerdo imborrable de todas las vidas del ser
humano. Esta verdad me ha sido posible comprobarla y cuando
esotéricamente he querido o me ha sido necesario “recordar” algunas
experiencias correspondientes a mi pasado ancestral más lejano, siempre
he sentido los recuerdos antes de que la mente los acusara. Así la
memoria de los hechos no se halla registrado en la mente de los hombres
sino en la cámara secreta del corazón, siendo allí donde finalmente
debemos hallar el manantial silente de lo eterno, cuando el tiempo y el
espacio hayan dejado de efectuar sus combinaciones temporales en las
oquedades de la mente. Cuando el proceso akásico que surge del corazón
afecta a la mente se produce automáticamente el RECUERDO consciente de
las experiencias del pasado y es posible establecer entonces unas
relaciones históricas con el ambiente que nos rodea... Por efecto de
esta memoria viva y silenciosa del corazón me ha sido posible RECORDAR
experiencias del pasado y escribir mis libros. Debo confesar
honestamente que he leído muy poco en mi vida y que sólo utilizo para
mis escritos, charlas y conferencias esta memoria perpetua del pasado y
la ayuda inapreciable de la intuición, tal como me es posible
actualizarla utilizando los resortes de una mente muy sencilla, aunque
totalmente abierta a la inspiración superior.
Recuerdo pues con
gran claridad de percepción la forma de todas las entidades dévicas, de
estirpe superior o inferior, que por mediación de Jesazel me fue
posible establecer contacto. Algunas de tales formas angélicas fueron
perfectamente reproducidas por mi buen amigo
Josep Gumi i Cardona, un
excelente artista cuya ascendencia kármica en el aspecto artístico se
remonta -tal como me fue posible averiguarlo leyendo en la luz astral
de los acontecimientos del pasado- a la época del Renacimiento, muy
concretamente en Florencia (Italia). habiendo encarnado allí en un
pintor cuyo nombre, muy conocido, no me es posible revelar por razones
ashrámicas. El hecho de que el señor
Gumí posea clarividencia en los
mundos ocultos facilitó la tarea de reproducir las formas dévicas que
percibía habitualmente y que guardan una gran semejanza con los
recuerdos dévicos que yo entresacaba de mis archivos akásicos” del
corazón. Todos los grabados que aparecen en mi tríptico “Un Tratado
Esotérico sobre los Ángeles” son debidos a su particular enfoque dévico
y a su habilidad en reproducir las formas de ciertas entidades
angélicas utilizando sus capacidades técnicas y su particular
inspiración espiritual. Mi “habilidad técnica” no se halla precisamente
en el dibujo ni en la pintura, sino en la exposición literaria, hablada
o escrita, así que al establecer contacto con el señor Gumí me encontré
con un colaborador técnico y capacitado para poder “mostrar
objetivamente” la forma de los Devas y de los espíritus de la
Naturaleza que yo describía en mis libros.
Con ayuda de Jesazel
y utilizando a veces mis propios recuerdos y percepciones del pasado,
pude concretar perfectamente en mi cuerpo mental las imágenes claras y
nítidas de todos aquellos Devas que me eran imprescindibles para la
marcha de mi cometido ashrámico. Algunos de tales Devas, de gran
evolución espiritual, con los cuales Jesazel me puso en contacto, me
introdujeron en el conocimiento del lenguaje dévico, estableciendo
entre sí una serie de conversaciones en los éteres más sutiles del
espacio y que más adelante, convenientemente substanciadas u
objetivizadas, pudieron ser fielmente reproducidas por el señor
Gumí.
Que yo sepa, esta es la primera vez que el lenguaje de los Devas es
comunicado y revelado el misterio de su íntima comunicación a través de
los éteres del espacio. Tal como me dijo Jesazel en cierta ocasión, “el
lenguaje de los Ángeles al expresarse en las dimensiones sutiles de la
Naturaleza, adopta formas muy parecidas a las de las notas de la
música, aunque más bellas, complejas y armoniosas y a las de los signos
gráficos de las lenguas sagradas de la humanidad, reveladas a los
grandes iniciados del planeta en alejadas eras de la historia de
nuestro mundo, tales como el sánscrito, el pali, el senzar, etc.”
Muchas de las conversaciones sostenidas entre sí por Ángeles superiores
forman parte del archivo particular del señor Gumi, pero algunas de
ellas convenientemente seleccionadas en orden a belleza geométrica y
pureza de líneas fueron reproducidas en el segundo volumen de “Un
Tratado Esotérico sobre los Ángeles”, titulado “Estructuración Dévica
de las Formas”.
2.08 Las Conversaciones Dévicas
Una de las
particularidades de una conversación dévica es el orden en que aparecen
las imágenes -tal como puede percibirlas un ser humano dotado de
clarividencia etérica superior-. Cada una de ellas está dotada de un
sentimiento íntimo y cualificativo, el cual se representa mediante un
color muy definido que el observador debe tratar de interpretar. Hay
que aclarar que el Deva no posee un pensamiento organizado como el ser
humano, aunque si una riqueza de sentimientos mucho más allá y por
encima de las más elevadas emociones humanas. Hablando muy
esotéricamente debo decir que el Ángel no posee lo que nosotros
llamamos “mente”, pero si que todo El es una inmensa llama de
inspiración espiritual. Con este fuego de inspiración impresiona
cálidamente los pensamientos y sentimientos de los seres humanos
capaces de sintonizarse con Sus Vidas radiantes.
Debo aclarar
también que el lenguaje angélico, cuando un Ángel quiere “conversar”
con un ser humano, es muy distinto a como suele hacerlo cuando conversa
con otro Ángel. Pero, la base de una conversación humano-dévica ha de
establecerse principalmente en la mente serena y el corazón recogido
-tal como rezan los antiguos tratados místicos- por parte del ser
humano, es decir, lo que me aconsejaba Jesazel en nuestra primera
conversación en el Ashrama, “la serena expectación”.
Recuerdo
perfectamente mi primera conversación con un Deva -o quizás sería mejor
decir la impresión sensible que registré de lo que intentaba decirme un
Deva- ya que en aquellos momentos me limité únicamente “a escuchar
atentamente lo que El quería decirme”. En aquella primera comunicación
dévica intervinieron solamente los factores existentes en el orden
expresivo de la Naturaleza... Cualquier ruido, imperceptible casi, del
aire al mover el follaje de los árboles, el canto de un pájaro en las
cercanías, el tañido de una campana allá a lo lejos, una nube
atravesando el cielo, el gorgoteo de un cándido arroyuelo descendiendo
de la montaña, etc. -incidentes sin importancia para el observador
profano- se convierten para el entrenado discípulo en unas formas
sutiles de materializar la intención de un Deva que quiere establecer
contacto con nosotros. El caso es “que sin saber cómo”, entendí
perfectamente cuanto aquel Deva intentaba decirme. Se trataba, en
verdad, del más simple de los lenguajes, el de la propia Madre
Naturaleza, más simple todavía que el de la mímica utilizado por los
sordomudos, los cuales deben entrenar sus vehículos útiles de
percepción a base de unas necesarias y costosas disciplinas. Sin
embargo, y debido mayormente a su extrema simplificación, le resulta
muy difícil al ser humano, cuya mente suele ser muy complicada, “poder
conversar con un Deva”, ya que Este posee lo que esotéricamente
definimos “una mente natural”, eternamente vacía y sin las ordinarias
complejidades del ser humano y toda su expresión angélica es
sentimiento creador, por cuyo motivo y debido a las características de
su naturaleza indescriptiblemente sutil y a su radiante campo magnético
reaccionando siempre a favor del espacio etérico, registra
completamente y sin esfuerzo alguno cuanto el hombre pueda decir, pueda
sentir o pueda pensar, reflejando dentro de sí las verdaderas
intenciones que le promueven al utilizar el pensamiento, el sentimiento
o las actitudes expresivas. Tal como me ha sido posible averiguar, un
Ángel puede engañar a un hombre o inducirle a error, pero un hombre
jamás podrá engañar aun Ángel. La razón de ello es muy sencilla: el
hombre -aún disponiendo de vehículos sutiles- se ve obligado a utilizar
ciertos sentidos de percepción oculta, los cuales están debidamente
organizados de acuerdo con aquéllos que ha desarrollado en el plano
físico, o sea, el oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato. El
Ángel, por el contrario, percibe amplia y misteriosamente por todo su
ser y registra plenamente en su aura etérica o campo de radiación
magnética cualquier oscilación de los éteres, ya provenga de la
palabra, del pensamiento o de las emociones de los seres humanos, de
ahí que sabe perfectamente lo que el hombre intenta decir o lo que
quisiera ocultar a través de sus múltiples expresiones en el devenir de
la vida kármica. Resumiendo, el hombre está capacitado únicamente para
percibir el movimiento de los éteres, el ángel, mucho más sensible, ve
las intenciones que mueven los éteres. Está, por tanto, en franca
ventaja sobre el ser humano. Lo único que hay que decir es que el ser
humano, al llegar a cierto grado de integración espiritual, aprende a
distinguir también las motivaciones ocultas tras las expresiones
realizadas en tiempo y espacio. Tal es el caso de los altos Iniciados
del planeta, ya que en estos elevados exponentes de la perfección
humana se realiza la indescriptible alquimia de refundir en sus vidas
la sensibilidad exquisita de los Ángeles y la sabiduría correspondiente
a la experiencia trascendida de la vida humana.
Siguiendo con el
hilo de estos comentarios, podríamos decir que el Deva de categoría
espiritual a la del ser humano corriente posee por encima de éste el
don de la captación real del significado de una cosa, pues debido a su
gran sensibilidad le es posible situarse en el centro místico de
aquella cosa, lo mismo que hace por ejemplo al introducirse en el
sentimiento íntimo de una persona para poder captar la intención
subyacente o motivos reales y no dentro del complicado mecanismo de sus
argumentos mentales con los que aquélla trata frecuentemente de
disfrazar sus ocultos deseos y verdaderas intenciones. El estudio del
campo de percepción de un Ángel comparándolo con el de cualquier ser
humano resulta realmente fascinante. A través de tal estudio me fue
posible comprender la profunda compenetración de los Ángeles Guardianes
de la humanidad con sus particulares protegidos. Me fue posible también
adentrarme en la íntima naturaleza de mi propio Ángel guardián, que es
idéntica en expresión a la de todos los Ángeles protectores y guías de
la humanidad, los Cuales, con sus benéficas influencias y utilizando
las intenciones ocultas de los hombres y no sus deformadas estructuras
mentales, favorecen el desarrollo de las ciencias, de las artes y de
los nuevos cánones de ordenación social y humanística.
2.09 Consideraciones Esotéricas sobre los Ángeles
Conversando
un día con Jesazel acerca de los contactos de los Ángeles Guardianes
con sus particulares protegidos y habiéndole yo preguntado hasta cuándo
se extiende esta protección en el tiempo, me respondió: “La duración de
ese contacto está condicionada por la evolución del alma humana. Pero,
como un dato muy concreto para tu comprensión mental debo señalarte que
tal protección angélica termina en el momento en que el alma del hombre
logra realizar una fusión consciente e ininterrumpida con el Ángel
Solar de su vida” [hablaremos del Ángel Solar en la parte de este libro
dedicada a “Experiencias Espirituales de carácter trascendente”]. Una
vez establecida una línea segura y efectiva con este Ser espiritual,
conciencia oculta del hombre, el Ángel guardián “afloja los lazos
kármicos” que le unen al alma humana y penetra en unas zonas del
espacio -impenetrables para el hombre- en donde se siente sumergido en
un estado místico de contemplación que viene a ser como la contraparte
dévica de lo que realiza el alma humana después de dejar su cuerpo
físico en el momento de la muerte, en aquellas imponderables regiones
del espacio que esotéricamente definimos como “el Devachán”... Hay
también una gran similitud entre la liberación del Ángel guardián con
respecto al ser humano y la del Ángel Solar en el momento en que el
ARHAT, convertido virtualmente en Adepto o Maestro de Compasión y
Sabiduría, le permite liberarse definitivamente “del voto
inquebrantable” formulado ante los Jueces del Destino o Señores del
Karma, de proteger el alma humana hasta su plena redención, y retornar
al Nirvana de donde procede. Hay por tanto una gran analogía -y esto
debe ser analizado muy esotéricamente- entre:
a. El Ángel Guardián
b. El Ángel Solar
c. El Vigilante Silencioso (El Logos Planetario)
Los
tres se hallan kármicamente vinculados a la humanidad, en virtud de un
voto inquebrantable de servicio formulado ante las siguientes Entidades
Cósmicas de las que místicamente dependen:
a. El Ángel Guardián ante el glorioso Ángel Solar, o Yo superior del hombre
b. El Ángel Solar ante los Cuatro Señores del Karma, o Jueces del Destino de la humanidad
c. El Vigilante Silencioso, o Logos Planetario, ante el omnipotente Señor del Universo, o Logos Solar
Tales
votos, registrados ígneamente en los éteres sutiles que constituyen la
matriz misteriosa del inmortal AKASA dentro de cada Universo, forman
parte de la obra de servicio de los grandes Seres espirituales con
respecto a las humanidades de todos los sistemas solares, dentro de la
gran evolución cósmica.
Estas conclusiones fueron afirmándose
poderosamente dentro de mi ser a medida que, guiado siempre por
Jesazel, me iba introduciendo “en los insondables misterios del
espacio”. “Una mente serena y un corazón abierto -me había advertido
siempre el Maestro- son la clave de la Sabiduría Cósmica”. Una clave,
cuya interpretación no me fue muy difícil de utilizar, debido al
recuerdo subyacente de vidas pasadas en las que por las vicisitudes
propias de mi destino kármico, tuve que renunciar muchas veces a los
fugitivos e inestables placeres del mundo y vivir en extrema soledad
espiritual. Así, cuando Jesazel formuló para mi la frase “una serena
expectación mental” con referencia a mis trabajos de investigación del
mundo de los Ángeles, comprendí de inmediato su significado más íntimo
y profundo y pude incorporarme rápidamente al proceso de estudio que
tal investigación exigía de mí.
2.10 La Edad de los Ángeles
Con
respecto a la edad de los Devas, un Ángel amigo me dijo: “Los Ángeles
no tenemos medida para el tiempo, tal como vosotros los seres humanos,
ya que el tiempo es una creación mental y nosotros no poseemos mente.
-Sonrió al decirme estas palabras-. Comprendemos, sin embargo, vuestra
preocupación por el tiempo, ya que es a través del mismo que realizáis
vuestra evolución. La diferencia existe únicamente en que nosotros
percibimos las cosas por todo nuestro ser y vosotros lo hacéis a través
de vuestros sentidos de percepción sensorial y reunís luego todas estas
percepciones en la mente. Así, la mente del hombre es normativa y
figurativa y siempre se halla sujeta al error de la interpretación el
sentido íntimo de las cosas y de la propia experiencia, por cuanto
percibe el todo con una pequeña fracción de si mismo, condición ésta
que origina el fenómeno del tiempo y de todas las ilusiones implícitas
en dicho fenómeno. El Ángel lo ve todo desde el centro místico de su
ser y a través de todos y cada uno de los elementos magnéticos y
radiantes que componen la estructura sutil de su particular forma
dévica, etérica, astral, mental, búdica, etc. ¿Sabes lo que esto
significa? Pues bien, si eres capaz de comprenderlo -y sonrió de nuevo-
te darás cuenta de que el pasado, el presente y el futuro se hallan
absolutamente implícitos en cualquier momento del tiempo y en cualquier
lugar del espacio, dentro de este mágico sentido de dinámica
abstracción que llamamos “el eterno ahora”... El Ángel posee ese mágico
sentido y la magnitud de tal visión le libra del sentido limitador del
tiempo y de todas las complicaciones que el sentido del tiempo trae
consigo para la mente humana. Sin embargo, el hombre posee
consubstancialmente con su propósito espiritual de perfección la clave
mística del eterno ahora de la conciencia, una clave que se va
desarrollando en el transcurso de las edades y se manifiesta como un
inmenso e inefable equilibrio entre la razón y el amor, entre la mente
y el corazón... En la suprema calma y absoluto silencio que surge de
tal equilibrio se halla la raíz espiritual de la redención del hombre y
el principio de unificación del Reino de los hombres con el Reino de
los Devas.. Todos somos hijos de Dios y en todo hombre subyace un
Ángel, así como en cada Ángel subyace un hombre. Comprenderás, pues,
siguiendo el orden de estas líneas que los hombres y los Ángeles han de
llegar un día a un punto de perfecta unidad espiritual. La hora llegará
indudablemente cuando el tiempo simbolizado por los humanos y el
espacio simbolizado por los Devas, lleguen a establecer un perfecto
equilibrio. La tarea principal corresponde al hombre el cual ha de
reducir a cero su tiempo kármico y aumentar la validez de la noción de
espacio a términos de infinito. Al centro humano dévico de fusión,
unidad y equilibrio puedes denominarlo si quieres ‘ley de fraternidad’,
‘conciencia de liberación’ o ‘relación cósmica’, pero date cuenta, buen
hermano, que el concepto figurativo del tiempo fue absolutamente
trascendido en la realidad infinita del sentimiento compartido de
fusión. Tal es la Ley y tal es la Meta”.
Como verán Uds., la
sencillez de tales argumentos lleva un inapreciable tesoro de verdad y
de sabiduría. Las palabras de los Devas, una vez ha sido conquistado el
don oculto de comprensión de su lenguaje, son una exposición clara y
terminante del propósito de Dios con respecto a la magnitud de Su
Universo, la expresión de Su incluyente y omniabarcante Vida en el
desarrollo de Su actividad Creadora y la seguridad inquebrantable de
que el Plan de perfección que El sabiamente dirige desde Sus elevadas
zonas de integridad espiritual, tiene en los Devas a sus más diligentes
y eficaces colaboradores...
2.11 Una Experiencia Dévica en Suiza
En
mi libro “La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad”, relaté
algunas de mis experiencias suprafísicas, de orden psíquico unas, de
carácter angélico otras y aún alguna más llena de contenido iniciático.
No es mi intención copiar el texto escrito de las experiencias dévicas
y espirituales, por cuanto soy muy consciente de mi responsabilidad
frente a la obra editorial, sino que prefiero refundir el texto de
acuerdo a mis nuevas impresiones. Puede que la experiencia sea la
misma, pero quiero que el relato sea completamente diferente y, a ser
posible, que contenga más detalles todavía que mis relatos anteriores.
Pienso -tal como pensarán quizás muchos de mis lectores- que debo
revivir la experiencia, dándome en el momento exacto y en el lugar
definido donde ella se produjo, pero dejando enteramente renovado y
libre el juicio que siempre ha de acompañar los hechos que pueden ser
revividos por nuestra memoria, de acuerdo con los datos facilitados y
al nivel actual de nuestros sistemas de análisis y de comprensión
espiritual. De acuerdo con este sentido de creatividad, voy a
relatarles la siguiente experiencia; advirtiéndoles que aun cuando les
he relatado ya algunos de mis contactos angélicos, el que realmente
confirmó la presencia de Ángeles superiores en mi vida de discípulo
espiritual, fue éste que tuvo lugar en Suiza, concretamente en Ginebra,
el año 1961.
Trabajaba entonces en la Sede Europea de la Escuela
Arcana y para el día de la luna llena del mes de Noviembre, me había
sido confiada la tarea de dirigir la meditación en grupo que
mensualmente se celebraba allí coincidiendo con el ciclo lunar de
plenilunio. El tema introductorio de la misma era “La Significación
íntima del OM Sagrado”. Debo confesar honradamente que el tema
constituía para mi un gran placer, pero al propio tiempo una gran
responsabilidad. Sin embargo, pasaban los días y mi mente se resistía
obstinadamente a introducirse en el fondo extraordinariamente oculto de
la cuestión, como si una fuerza superior a mis sistemas de control
mental me impidiese penetrar en el augusto santuario de aquel sujeto de
tan trascendente y esotérico interés. Esta circunstancia me impedía
estar tranquilo y sosegado, ya que faltaban sólo unos días para el
plenilunio y yo nada en concreto había logrado hilvanar acerca del
significado íntimo de la Voz sagrada... El día anterior al de mi
disertación me hallaba prácticamente “vacío” -utilizando aquí un
término real- y bajo la influencia de un estado de conciencia que yo me
atrevería a llamar de infecundidad y marasmo intelectual. En tales
circunstancias, y debido también al hecho de que en el día de la luna
llena se congregaban en la Sede de la Escuela Arcana gran cantidad de
selectos estudiantes procedentes de Suiza, de Alemania, de Bélgica,
Francia y Holanda, mi preocupación mental había alcanzado unas cotas
extraordinariamente, altas. No obstante, mi vacuidad interna continuaba
y me preguntaba alarmado si dentro del campo conceptual de mi
conciencia no se había introducido quizás una legión de elementales
inferiores que me impedían coordinar concretamente mis ideas. Lo más
interesante de la cuestión, sin embargo, era que en el fondo místico de
mi ser subsistía extrañamente una secreta aunque vívida seguridad y
confianza. En el extremo de esta tensión extraordinaria de ánimo
sucedió entonces lo que de acuerdo con el sentido común resultaba
realmente imprevisible.
El mismo día del plenilunio, con la
mente intranquila como es de suponer y con una cierta sensación de
ahogo interior, después de comer rápida y apresuradamente en el
restaurante Snak Bar del Palacio de las Naciones Unidas, muy cerca del
Centro Internacional donde se hallaba instalada la Escuela Arcana y en
donde yo solía efectuar mis comidas del mediodía, salí a los jardines y
me senté a meditar apoyada mi espalda en el corpulento tronco de uno de
los grandes castaños que circundan aquel admirable parque del Organismo
Internacional de las Naciones Unidas, totalmente decidido a no
levantarme de allí hasta haber resuelto en forma clara, absoluta y
decidida mi problema de adaptación mental al tema de base de mi
disertación. No sé cuanto tiempo estuve bajo el árbol abrumado bajo el
peso de mis meditaciones... Sólo sé -y esa es la parte más importante
del proceso- que de improviso sentí resonar extraordinariamente dentro
de mi ser el sonido mantrámico OM, con una cadencia y unos ecos
realmente maravillosos e impresionantes. Al conjuro de este inesperado
mántram todo mi ser despertó de improviso a una realidad totalmente
nueva y desconocida en el orden conceptual de mi conciencia. En aquel
momento inexplicablemente fúlgido del tiempo y en un fulgurante
despertar de mi conciencia, comprendí sin esfuerzo alguno y en
profundidad el significado íntimo del OM sagrado y todas las
implicaciones mentales relacionadas a cómo debía someter aquellas ideas
a la consideración del distinguido y atento auditorio que asistiría por
la noche a la meditación grupal de plenilunio. La rápida toma de
conciencia de mi vehículo físico no me impidió percibir ante mí y en
actitud de bendecir a un esplendente y luminoso Deva, el Cual, operando
misteriosamente dentro de mi ser me había dispensado el honor de
introducirme en la silenciosa Cámara oculta en el interior místico del
espacio de donde surge el sonido mantrámico OM y de permitirme captar
sus más íntimos y asequibles secretos... Según aprendí más adelante,
cuando ya había establecido un más consciente y profundo contacto con
el mundo dévico, los Ángeles, en sus múltiples jerarquías y funciones,
son los celosos guardianes de los Sonidos Creadores de la Naturaleza,
desde el imperceptible sonido de un átomo al oscilar sobre sí mismo
hasta el que emite la propia esfera de la Tierra al surcar los éteres
del espacio en su camino alrededor del Sol. Por todas estas razones y
otras todavía más ocultas que me fue posible captar más adelante, puedo
decir que desde el momento en que aquel bendito Deva me había permitido
escuchar el OM sagrado -la Voz del Ángel Solar dentro del ser- el
significado íntimo de la Voz y la pronunciación íntima de aquel mágico
Sonido quedaron incorporados para siempre dentro de mi conciencia.
No
es necesario decir que aquella noche mi charla sobre el OM, con cuya
temática introducía al grupo por las silenciosas avenidas de la
meditación, fue un éxito espiritual que no escapó a la consideración de
los estudiantes de la Escuela Arcana y del ingente grupo de amigos
pertenecientes a otras organizaciones esotéricas que habían asistido a
aquella meditación de grupo, los cuales se sintieron realmente
integrados espiritualmente y pudieron gozar del aura de inspiración que
me había acompañado durante el curso de mi intervención comomiembro de
la Sede Europea de la Escuela Arcana, en Ginebra, aquella noche de
plenilunio del mes de Noviembre de 1961...
2.12 Algunas Ideas sobre el Ángel Guardián
La
idea mística de los Ángeles Guardianes subyace misteriosamente en lo
más profundo del corazón humano y constituye una afirmación intuitiva
de la existencia de estos “Alados Mensajeros del Bien Cósmico” -tal
como son definidos en ciertos tratados ocultos-. Sin embargo, mis
experiencias ashrámicas y mis contactos con Jesazel, me depararon una
visión muy clara, concreta y definida de la realidad de la existencia
de los Ángeles Guardianes en relación con la vida de los seres humanos.
El paso que va del mito a la Realidad o de la simple creencia a la
absoluta Certeza ha de ser medido en términos de experiencia. Así, de
la misma manera que en páginas posteriores analizaré muy concreta y
definidamente la experiencia de contacto espiritual del discípulo con
su Ángel Solar, puedo asegurar que la experiencia de contacto
consciente del ser humano con su Ángel Guardián es un hecho
incuestionable en el aspecto esotérico y el entrenado discípulo en el
supremo arte de la investigación oculta, ha de enfrentar forzosamente
la presencia de este Ángel Guardián antes de poder enfrentar la
radiante presencia del Ángel Solar, señor del destino kármico del
hombre.
El Ángel Guardián representa aquello que en lenguaje
místico se denomina “voz de la conciencia” y tiene que ver con la
experiencia del alma humana en los tres mundos, físico, emocional y
mental. Es el depositario de los valores más íntimos del alma en todo
cuanto haga referencia a su vida personal. Según pude comprobar a
través de las observaciones efectuadas con ayuda de Jesazel, el Ángel
Guardián de cada ser humano es el impulsor de sus móviles más nobles y
elevados, siendo el representante o ejecutor de las directrices que
emanan del Ángel Solar desde el plano causal. Así, la ayuda que recibe
el hombre de su Ángel Guardián estará siempre de acuerdo con sus
necesidades íntimas de evolución. Cuando la voz de la conciencia es
escuchada con atención, se tiene en la vida el valioso apoyo de este
Ser sobrenatural coexistente con el propio destino humano, que ofrece
el testimonio vivo de una ayuda realmente objetiva y eficaz en ciertos
momentos difíciles y cruciales de la existencia.
El A. G. se
halla siempre presente cuando el ser humano enfrenta el dilema de una
acción muy importante en su vida y le ayuda a discernir claramente y
con justicia. Por esta razón en los dichos populares -que siempre
suelen ser muy sabios- se aconseja “pensar dos veces una cuestión”, o
“contar hasta cien”, antes de tomar alguna grave determinación, ya que
en estos espacios intermedios se le ofrece al Ángel Guardián la
oportunidad de hacer sentir su presencia.
Recuerdo la imagen del
Ángel Guardián pintada en un cuadro que había en mi habitación cuando
yo era una criatura. Se veían en este cuadro un niño y una niña muy
pequeños atravesando un puente muy estrecho tendido sobre un
precipicio. Iban jugando alegremente y absortos en sus juegos no se
daban cuenta del peligro que corrían. Pero, por encima de ellos y
cubriéndoles con su luminosa aura de paz y de confianza se hallaba la
resplandeciente figura del Ángel Guardián que les amparaba y protegía.
La representación objetiva del Ángel Guardián de aquel cuadro y el
íntimo significado que yo le asignaba dentro de mi mente infantil,
marcaron profundamente los años de mi niñez y aún recuerdo a mi madre
enseñándome a invocar a mi Ángel Guardián por la noche antes de
acostarme. Yo estaba firmemente seguro de que El me ayudaba y aún en
mis momentos de crisis juveniles -que no fueron pocas- aprendí a
pedirle consejo y ayuda. Después la imagen fue borrándose de mi mente
al hacerme mayor y tener que enfrentar más graves y apremiantes
problemas sociales e individuales.
Sin embargo, en cierto
definido estadio de mis investigaciones dévicas, Jesazel me presentó un
día a un resplandeciente Deva, cuya presencia me resultó tan familiar y
querida que involuntariamente me precipité para abrazarle. Jesazel
sonrió y me lo presentó de esta sencilla manera: “Este es tu Ángel
Guardián”. Me di cuenta entonces de que aquel Ángel radiante y tan
querido -el cual correspondió con agrado a mis expansiones de afecto-
era parte de mí mismo. Sentía como si mi conciencia fuese la Suya y que
no hubiese distancia entre El y yo. Al pensar y sentir notaba que se
estremecía luminosamente Su aura radiante como si El reflejase
exactamente todo cuanto yo era y cuanto yo sentía. Me contemplaba
sonriente y de una manera muy íntima y secreta -que no me es dado
revelar- me estaba mostrando algunas escenas de mi vida en las cuales
El me había ayudado o me había librado de algún mortal peligro...
Siempre sonriente me había señalado mi corazón como diciéndome que era
allí en donde El residía y de donde podía recibir yo sus Consejos e
insinuaciones. Me había indicado seguidamente Su corazón que aparecía
ante mi como una resplandeciente esfera de fuego como diciéndome... ¡y
tú vives Aquí! Durante el tiempo -siempre imprevisible debido a la
distinta sintonía entre el plano físico y el nivel causal en donde
tenía lugar este contacto- que pasé con mi Ángel Guardián, éste hizo
desfilar ante mi asombrada observación una serie de impresionantes
hechos y circunstancias de mi vida kármica, que me hicieron consciente
del enorme trabajo que representa para un Ángel Guardián el poder
ayudar eficazmente a sus particulares protegidos. Parecía hallarse -y
esto lo registré muy vivamente en mi conciencia- muy satisfecho de mi y
parecía indicarme elevando su mano hacia arriba con el dedo índice
extendido , que ahora la ayuda que yo debería recibir venía desde el
plano causal en donde se halla ubicado el Ángel Solar, el promotor
espiritual de mi existencia. Aparentemente mi Ángel Guardián se hallaba
libre en cierta manera del compromiso kármico que le había unido a mi
alma desde el momento mismo de mi nacimiento en la vida física. Sin
embargo, el sentimiento infinito de inenarrable simpatía y atracción
espiritual que experimentaba por mi Ángel Guardián era tan intenso y
profundo, que ahora, después de algunos años de haber realizado aquella
experiencia de contacto angélico, cada vez que recuerdo el hecho siento
desbordarse de ternura mi corazón. Estoy seguro, por tanto, que jamás
podré olvidar ni en esta vida ni en todas las demás posibles vidas que
el destino kármico me tiene señaladas, la sonriente, benevolente y
luminosa Figura de mi Ángel Guardián..., como tampoco podré olvidar
jamás a todos aquéllos a quienes tanto he amado en esta presente fase
de mi existencia kármica.
2.13 Dos Íntimos Relatos de Guerra
Voy a relatarles seguidamente dos experiencias espirituales, de entre las
muchas que podría contarles, en las que fui muy eficaz y oportunamente ayudado
por mi Ángel Guardián. Forman parte de unos escritos inéditos, rememorando
pasajes de la guerra civil española, que yo denomino “Íntimos Relatos de
Guerra”. Veamos.
... Recuerdo exactamente la posición
que ocupaba en una trinchera abierta durante la noche, a la izquierda
de una pequeña ermita denominada de “La Santa Cruz”, enclavada en el
Monte Calvario de la Sierra de los Monegros. Desde allí donde me
encontraba se dominaba una considerable extensión del valle y de otras
montañas menores extendidas allá a lo lejos. Esta posición tenía un
gran valor estratégico, dado el dominio que desde allí se ejercía sobre
las comunicaciones que llevaban a Zaragoza. Por tanto, el contraataque
enemigo no se hizo esperar y ya desde las primeras horas de haber sido
tomadas aquellas posiciones, estaban siendo furiosamente bombardeadas
por la aviación y la artillería las unidades que habían intervenido en
el asalto.
Como yo era muy joven todavía y a igual que todos los
demás hacía muy poco que me hallaba en el frente de guerra, tenía
bastante miedo y realmente lo pasaba muy mal, pues en el lugar en donde
me encontraba no había defensa alguna, salvo unos pocos sacos terreros.
Los bombardeos arreciaban y contemplando el valle a través de la densa
humareda que provocaban, podía ver a una ingente cantidad de fuerzas
militares procedentes de Zaragoza, que acudían rápidamente con ánimos
de reconquistar las posiciones tomadas durante la noche por las tropas
republicanas. De improviso oí una voz potentísima dentro de mi
conciencia que me decía: “¡Sal inmediatamente de aquí!”.
Al
impulso de esta voz me sentí potentemente lanzado fuera de la trinchera
yendo a parar a unos doce o quince metros de allí y en aquel preciso
momento una potentísima granada estalló encima del lugar donde hacía
unos instantes me hallaba... La trinchera había sido completamente
destruida y en su lugar sólo se veía un profundo y humeante cráter...
Lleno de polvo y atontado completamente por la tremenda explosión,
descendí por el otro lado de la montaña, no pudiendo comprender cómo
había podido llegar hasta allí ni explicarme las extrañas
circunstancias en que fue emitida aquella potente voz que me había
salvado de una muerte cierta.
En aquella gigantesca vaguada del
Sector de Valsequillo había no menos de tres divisiones con sus
correspondientes cuerpos auxiliares. Yo era entonces capitán de una
compañía de ingenieros zapadores y con esta unidad a mi mando ocupaba
un lugar definido dentro del grueso de la División a la cual mi unidad
pertenecía. Estaba escribiendo una carta para mis padres. De pronto
volví a escuchar nuevamente dentro de mi conciencia aquella extraña y
apremiante voz que ya anteriormente había escuchado en el frente de
Aragón. Esta vez aquella voz conminatoria -que yo sentía resonar dentro
de mi conciencia- me decía: “Reúne a tus hombres, abandona este lugar y
refúgiate allí arriba”. Consciente del valor de la sugerencia y
recordando la pasada experiencia, inventé un pretexto y aún a riesgo de
molestar a mis oficiales y soldados que estaban descansando de una
larga, dura y fatigosa caminata, ordené dejarlo todo y ascender a una
loma situada a un kilómetro aproximadamente del lugar donde nos
encontrábamos, con algunas frondosas encinas bajo cuya sombra nos
cobijamos.
Al cabo de un tiempo de estar allí oímos el peculiar
zumbido de la aviación, un ruido sordo que iba aproximándose,
llenándonos de inquietud y sobresalto. Un centenar de bombarderos
“JUNKERS” alemanes se hallaban casi encima de nosotros e iniciaban un
furioso bombardeo sobre las tropas que se encontraban en aquella
gigantesca hondonada. El clásico silbido de las bombas al caer, que
hiela la sangre de los combatientes más valerosos, y las potentísimas
explosiones que se enseñorearon del lugar durante largo tiempo...
ensordecieron nuestros oídos y nos obligaron a hundir nuestros rostros
contra el suelo.
Una vez realizado aquel impresionante bombardeo
-el más grande e intenso al cual yo había asistido- sólo se veía una
densa humareda y solamente se oían los lamentos de los heridos y los
quejidos de los moribundos. Jamás había presenciado un espectáculo
semejante, jamás había visto tantas vidas destrozadas, tanta sangre,
tantos miembros amputados, tantos amigos muertos. Quien haya visto de
cerca la espantosa carnicería que provoca el bombardeo de la aviación
sobre grandes concentraciones humanas, odiará sin duda para siempre la
guerra y maldecirá desde el fondo de su corazón a todos aquéllos que
sean capaces de producirla, quererla o determinarla.
La voz
imperiosa de mi Ángel Guardián que por dos veces me había salvado la
vida durante la guerra, la he escuchado en varias ocasiones durante el
curso de mi existencia, advirtiéndome a veces de algún peligro o
brindándome otras algún valioso consejo que me fue muy útil en el
desenvolvimiento de mi existencia kármica. Debo afirmar, sin embargo,
que la audición de esta voz inconfundible de la conciencia es el
resultado de haberme esforzado durante años en la práctica de la
silenciación de mis actividades mentales, una técnica específica
señalada por mi Maestro y que yo intuitivamente utilizaba. Sea como
sea, el Ángel Guardián no es para mi el fruto de una leyenda arcaica,
la consecuencia de un mito o el resultado de una tradición religiosa,
sino que es Una Realidad vívida e incuestionable que he podido
constatar científicamente utilizando la aguda sensibilidad de mi
vehículo mental y la inapreciable ayuda de mi Maestro.
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