VIDA Y LABOR DENTRO DEL ASHRAMA
Funciones de los Ashramas
La abundancia de métodos para el desarrollo espiritual que se
puede notar actualmente y desde hace casi un siglo,
facilitados principalmente por las escuelas esotéricas y
filosóficas del mundo, son un claro indicio de la importancia
de los Ashramas en esta era de transición que estamos
viviendo. Prescindiendo de la cualidad y características de
los sistemas empleados para el desenvolvimiento espiritual de
los aspirantes del mundo, hay que reconocer en líneas
generales que todo el proceso de desarrollo interno y todas
las técnicas de entrenamiento específicas para el mismo,
obedecen sin distinción alguna a la gran necesidad mundial de
estímulo y ayuda superiores. Existe un gran clamor invocativo
que se eleva de “las pequeñas voluntades de los hombres” hacia
las Alturas pidiendo angustiosamente un alivio divino a las
grandes necesidades humanas. Este clamor puede ser oído por
Aquellos que son los responsables directos del Plan de
perfección del mundo y que desde elevadas zonas, allende la
razón humana dirigen inteligentemente el progreso evolutivo de
la Raza.
Como precedentemente lo señalamos, desde el principio de los
tiempos, la Ley de Fraternidad oculta que emana del Corazón de
la Deidad, ha intervenido en el desenvolvimiento evolutivo del
planeta, desde el reino mineral hasta el reino humano, pasando
por los reinos subhumanos. El proceso iniciado en lejanísimas
edades, prosigue un curso inmutable y tiende actualmente en su
fase principal a convertir al hombre en una individualidad
divina, plenamente apercibida de todos sus poderes y
facultades superiores. Esta fase, en la que intervienen
activamente unidades avanzadas de la raza de los hombres y
miembros conscientes de la Gran Fraternidad Blanca o Jerarquía
Planetaria, es definitiva en lo que a la humanidad como un
todo se refiere, debido a que todo ser humano que logra ser
admitido dentro de esta Fraternidad oculta y es capaz de
penetrar en sus profundos secretos, se convierte
automáticamente en un servidor consciente del Plan planetario
y en un vínculo de relación entre los seres humanos capaces de
pensar y sentir correctamente y Aquellos Grandes Seres que
cooperan inteligentemente con la divinidad en el desarrollo
del proceso evolutivo de la Naturaleza.
Esta gran ley de vinculación fraternal que permite la
continuidad de este desarrollo, halla su punto de aplicación
principal en los discípulos mundiales. Al mencionarlos
reiteradamente no buscamos establecer una jerarquía distinta
dentro de la humanidad, sino señalar un hecho en la Naturaleza
que todo hombre rectamente orientado debe forzosamente
considerar algún día. La existencia de los discípulos y la
incorporación de los mismos al trabajo activo de vinculación,
presupone un orden universal de relación que abarca la
infinita vastedad de lo creado.
En el estudio que haremos acerca de los discípulos del
Ashrama, la palabra “vinculación” tendrá siempre una relación
con la analogía universal.
La función de los Ashramas, es precisamente establecer este
fin vinculativo. Son ellos el intento que lo divino hace, en
su gracia infinita, para acercarse a los hombres y compartir
con ellos el trascendente Secreto de su propia Vida. La
“vinculación” como ley de la Naturaleza tiene directa relación
con los Misterios Sagrados de la Divinidad.
Los lazos de vinculación familiares y sociales forman parte de
este intento de aproximación de Dios al hombre. Esta
vinculación es todavía más profunda y vívida cuando se refiere
a los discípulos y a la ley de atractividad que los reúne en
el Corazón del Maestro en el silencioso retiro de un Ashrama.
Los Ashramas son los vestíbulos de la Casa del Padre a la que
se refieren los tratados místicos. Tales vestíbulos toman
también el nombre de “Aulas de Sabiduría”, y se supone que
todo discípulo que ha llegado hasta allí, está preparado para
dar el paso trascendente que va de lo humano a lo divino. La
vinculación de los discípulos con su propia Alma solar, y con
el Maestro que es Su Mentor en el Ashrama, presupone un
acercamiento a la Jerarquía planetaria y, por lo tanto, al
gran Plan de perfección del mundo. Todos estos conceptos son
consubstanciales y forman como eslabones de la misma cadena
que enlaza y vincula todos los reinos de la Naturaleza, los
planos de evolución, las razas, los hombres y los continentes.
Comprender el alcance universal de esta ininterrumpida serie
de vinculaciones, es lo que confiere la aproximación a un
Ashrama. Trabajar en esta forma presupone un amplio sentido de
orientación espiritual y el punto de partida para la gran
aventura de la búsqueda. Ésta se inicia con las sencillas,
aunque sentidas prácticas de la buena voluntad y prosigue
hacia adelante, etapa tras etapa, hasta culminar en el gran
misterio que revela la Iniciación. Este Misterio principal es,
en realidad, un conjunto de misterios menores, de la misma
manera que un elocuente discurso es un conjunto de frases y
palabras; el misterio más asequible a los hombres, en el
proceso de la vinculación, es el desarrollo de la buena
voluntad. De ahí el énfasis sobre la obra vinculativa del
Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, cuyo objetivo inmediato
en lo que al común de los hombres se refiere, es el desarrollo
de la conciencia humana realmente social, basada en las
sencillas prácticas de correctas relaciones.
Cuando la buena voluntad, inspirada por el deseo de bien, se
hace inteligente, en el sentido de ser adecuadamente enfocada
y dirigida -como en el caso de los discípulos mundiales- se
tiene abierto el camino que conduce al Misterio universal
latente en nuestro interior. Se empieza a ser eficaz dentro
del trabajo activo de la Jerarquía que ya puede utilizarnos,
lo sepamos o no, en el desarrollo de una parte específica de
su Trabajo en el mundo.
La interioridad de un Ashrama
La interioridad de un Ashrama, lo mismo que la interioridad de
cualquier persona, tiene zonas que por sus especiales
características han de permanecer forzosamente secretas e
irreveladas para el mundo profano, ya que constituyen su
“sancta sanctorum”. De este lugar secreto o corazón místico
del Ashrama, emergen la luz y la vitalidad, la inspiración e
iniciativas del discípulo consciente. Este centro es realmente
esotérico, y corresponde hablando propiamente no solamente a
los latidos del Corazón del Sol, como ocultamente se define el
Alma espiritual, o expresión consciente y sensible de nuestro
universo, sino también a las energías que emanan de aquel
Centro todavía más elevado y profundo que denominamos
esotéricamente “El Gran Sol Espiritual Central”.
Esta relación o vinculación es de orden trascendente y
realmente imposible de ser racionalmente explicada, pero debo
decir que una vez que se ha hecho consciente en la mente y
corazón de un discípulo, constituye un misterio revelado, la
expresión de una parte del Propósito de la Divinidad expresada
en aquello que técnicamente llamamos INICIACIÓN. La
“interioridad de un Ashrama” tiene que ver con ciertas
actividades de la Jerarquía, regidas por un Aliento superior
al que gobierna las labores corrientes, o más conocidas, como
la identificación de ciertos Maestros con determinadas tareas
de orden mundial, ya sean de tipo social, económico,
religioso, cultural, político, etc., y que son llevadas a cabo
por medio de sus varios discípulos en el mundo, miembros de
Sus respectivos Ashramas, o a través de algunos discípulos o
aspirantes espirituales pertenecientes al Nuevo Grupo de
Servidores del Mundo.
La “interioridad de un Ashrama” rebasa en mucho el campo
conceptual de la mente concreta del promedio general de los
aspirantes espirituales, sumida ordinariamente en penosos
interrogantes acerca de sus particulares destinos y
profundamente preocupados por sus karmas personales. Se
refiere concretamente a la relación del Ashrama con SHAMBALLA,
“El Centro donde la Voluntad de Dios es conocida”.
A aquellos que han estudiado esoterismo o teosofía, les
parecerán quizás demasiado elevadas estas consideraciones,
pero debemos recordarles, sin embargo, la gran afirmación
esotérica con la que todos estamos familiarizados: “La
Jerarquía es el Ashrama de Sanat Kumara”. ¿Qué quiere
significar esta afirmación? Simplemente, que los “siete y
cuarenta y nueve Ashramas de la Jerarquía” a que se refieren
los tratados ocultos, es decir, los siete Ashramas principales
a cargo de los Siete Chohanes, o Señores de Rayo, y los siete
Ashramas que dependen directamente de cada uno de estos
Ashramas principales, constituyen el “Aula de Sabiduría”
inmensa dentro de la cual actúan incesantemente la Voluntad,
el Propósito y la Vida de Sanat Kumara, el Gran Señor
Planetario.
La acción de las energías de Shamballa
sobre los Ashramas
La presión de Shamballa, Centro de irradiación y Morada del
Señor del Mundo, sobre los distintos Ashramas de la Jerarquía,
transmitida por los Siete Grandes Señores de Rayo en nuestro
planeta y canalizada a través de los distintos Maestros de
Sabiduría, cada cual en Su propia línea de Rayo, llega
paulatinamente siguiendo la ley natural o jerárquica de la
“propia medida” o grado de absorción, a todos los discípulos
componentes de cada uno de los cuarenta y nueve Ashramas de la
Jerarquía y a todos los grupos de actividad o de servicio
ashrámicos distribuidos por el mundo. La parte de esta
terrible energía ígnea de Shamballa o, más propiamente
explicado, la parte de voluntad dinámica y Propósito del Señor
del Mundo que los miembros o discípulos de un Ashrama sean
capaces de recibir, resistir y convertir en motivos de acción
correcta o de servicio creador, constituyen de hecho su
participación consciente e inmediata en el destino iniciático,
o de perfección de la humanidad, que cada cual ha de cumplir y
realizar en su propia vida.
La “interioridad de un Ashrama” es pues mucho más extensa y
profunda de lo que a simple vista parece, pues involucra
factores y circunstancias que por su alta trascendencia
escapan a la más sagaz investigación y comprobación. Esto
explicará en una elevada medida por qué me refiero siempre
“únicamente” a mi Ashrama y dejo las implicaciones profundas
de lo que no me es posible revelar, a la capacidad intuitiva
de los lectores.
Puedo afirmar no obstante, ya que esto entra plenamente dentro
del marco de mis propias experiencias espirituales, que la
potencia eléctrica que emana de Shamballa se hace sentir
profundamente dentro del Ashrama, mayormente en vísperas de
grandes y decisivos acontecimientos mundiales, y penetra
intensamente en las mentes y corazones de los iniciados y
discípulos que lo componen. No puedo entrar naturalmente en
detalles acerca de cómo esta fuerza o potencia de Shamballa es
recibida y canalizada por el Maestro del Ashrama y distribuida
después “en orden de merecimientos”, a todos los miembros del
mismo, pero sí debo decir que el impacto de Shamballa produce
una notable y manifiesta aceleración del ritmo normal o
corriente de la vida del Ashrama, con profundas tensiones en
la vida psicológica de los distintos miembros y,
consecuentemente, grandes crisis y dificultades en sus vidas
personales, que le obligan a constantes y reiterados esfuerzos
de equilibrio y reajuste. La potencia extraordinaria de
Shamballa incidiendo en la vida de un discípulo es responsable
asimismo de las energías del fuego eléctrico que determinan y
promueven el proceso de la INICIACIÓN con sus inmensas
posibilidades y oportunidades.
No obstante su elevada trascendencia el Centro de Shamballa,
que ante la mayoría aparece como algo misteriosamente lejano,
no lo es realmente si nos atenemos a las reglas lógicas de la
analogía hermética, mediante las cuales todo centro
planetario, por elevado que sea, tiene su correspondencia en
el hombre. Shamballa tiene así su correspondencia microcósmica
en lo que a la actividad humana se refiere en la voluntad
individual, cualificando a ésta con ciertos elementos
dinámicos de vida que se expresan como intención de
permanencia vital, deseo de ser y propósito de realización
espiritual. Al hablar de ciertos hechos objetivos relacionados
con el Ashrama de segundo Rayo que tomamos siempre como
ejemplo, nos referiremos una y otra vez a Shamballa, a este
Centro máximo de tensión espiritual del planeta, de la misma
manera que al tratar de definir ciertos hechos o
circunstancias de la vida psicológica del hombre,
consideraremos consubstancial e indisolublemente los tres
aspectos constituyentes de la conciencia, o sea, la voluntad,
el amor y la inteligencia. La analogía, una Ley fundamental de
nuestro Universo, es pues correcta en el caso especial que nos
ocupa y hay que decir claramente que Shamballa, morada del
Señor del Mundo, es, en Su elevada trascendencia, el Centro de
la Voluntad de Dios, así como la Jerarquía planetaria
constituye el Centro de su infinito Amor y la Humanidad, como
un todo, el Centro a través del cual Dios expresa su energía
mental, inteligente y creadora.
Sin poder entrar mucho en detalles acerca de Shamballa, que
para los discípulos y aún para los Iniciados constituye
todavía “el lugar mas secreto” de sus pesquisas y de su
búsqueda espiritual, deberé referirme a este Centro muy
frecuentemente para clarificar ciertos puntos, como por
ejemplo los que hacen referencia al “fuego eléctrico” de la
INICIACIÓN, cuya naturaleza logoica o divina constituye la
inspiración máxima y el punto de atención supremo de todos
aquellos que firme y sinceramente quieren transformar
espiritualmente sus vidas. La experiencia iniciática puede ser
descrita como “la transformación espiritual del hombre por la
acción del fuego eléctrico”.
El Ashrama y los Misterios
Ateniéndonos a las sagradas reglas de la sabiduría hermética,
leyes ineludibles para el discípulo, debemos decir que la
misión principal de un Ashrama es el restablecimiento de los
Misterios Sagrados de la Divinidad, debiendo entender
concretamente por Misterio el Poder celestial revelado
progresivamente en el hombre. Este es el más grande de los
poderes, aquel que hizo exclamar al Cristo “Buscad primero el
Reino de Dios…”, el que está más allá y por encima de todas
las cualidades y facultades que pueda desarrollar el hombre.
La riqueza, símbolo de poder en todos los planos de desarrollo
de esta entidad que llamamos hombre, sólo tiene un valor muy
relativo y circunstancial. Las grandes posesiones materiales,
las grandes conquistas intelectuales, las potentes emociones
del idealismo creador, las más exaltadas facultades psíquicas,
etc., son algo inherente a los vehículos de manifestación del
Alma, sus reflejos en los tres mundos, pero a menos que no
descansen sobre una potente base de recta intención y de
sinceros propósitos de vida (las verdaderas llaves del Reino),
tales riquezas serán sólo un lastre que impedirá que el Alma
del aspirante se remonte y pueda gozar del privilegio de un
Misterio revelado.
El símbolo claro de un Misterio se aprecia en la Naturaleza,
en sus manifestaciones armónicas y cíclicas. De la misma
manera que los antiguos templos iniciáticos adoptaban en sus
enseñanzas el orden cíclico y natural y consideraban el cuerpo
humano como símbolo supremo del Universo, así el hombre cuyo
cuerpo, por la Gracia divina es “un Contenedor de Misterios”,
debe habituarse a reflejar en sí mismo y en sus relaciones, la
armonía y el equilibrio de la Naturaleza. De ahí que la
expresión habitual y más gráfica de un Iniciado, es decir, de
Alguien que ha colmado en Sí mismo la expresión de un Misterio
universal, es de CONTEMPLACIÓN. Contemplar es reproducir por
semejanza la magnitud divina de lo que revela la Naturaleza.
Una de las prácticas asiduas del Ashrama en este orden de
cosas, es la técnica de la contemplación. El Maestro la define
“técnica sagrada de contacto” y su expresión más concreta, la
que se halla en la base de muchas vidas humanas, místicas,
filosóficas y esotéricas, la define “serena expectación”,
siendo sus fases iniciales, en lo que al común de los
aspirantes se refiere, la práctica del silencio; silencio de
palabras, silencio de deseos y silencio de pensamientos.
Así, la base de un Misterio descansa siempre en las normas
clásicas de purificación; sencillez de mente, pureza de
corazón, humildad sincera, humanidad exquisita. No tienen
mucho valor en este sentido los grandes alardes intelectuales
o técnicas de ciertas mentes que el vulgo considera
“privilegiadas”, o las grandes posesiones materiales cuyo
poder se disputan la mayoría de los hombres. El Misterio está
infinitamente más allá de todas estas cosas; es la Luz que
viene de lo Alto, el Poder que renueva, “el Grito Lejano” que
resuena únicamente en el corazón de quienes mucho han sufrido
y experimentado. Y, pese a todo ello, el Misterio está aquí,
en lo más inmediato, presente en todo cuanto existe y en la
expresión de toda humana característica. Respecto a esta
cuestión nos dijo el Maestro un día: “No hay que buscar el
Misterio o conjunto de Misterios, como una conquista humana
sino como una herencia divina. Dejad pues que el Misterio se
haga carne en vosotros, dejad de ofrecerle resistencia. Quiero
significaros con ello que no debéis tratar de vivir en Cristo,
a la manera tradicional sino que Cristo viva en vosotros. No
invirtáis términos pues estos confunden. En definitiva, el
MISTERIO sois vosotros mismos, y como el MISTERIO, que es la
Vida de Dios, está también en todas las cosas, en la justa
medida que dejáis de oponeros a los hechos, personas,
acontecimientos, estados de ánimo, etc., la gloria del
Misterio surgirá de vuestro interior y se derramará sobre el
mundo que os rodea como una
bendición”.
Como verán, nunca nos habla el Maestro con palabras técnicas.
“La técnica -nos dice- es solamente un intento de expresar
AQUÉLLO que jamás podrá expresarse por medios técnicos. La
técnica es de índole fragmentaria y sólo cuando esta técnica
es tan exquisitamente depurada que queda reducida al símbolo o
al axioma, AQUÉLLO hacia lo cual tiende la Naturaleza entera,
empieza a tener cierto significado mental como base de futuras
interpretaciones. Sed pues parcos en palabras para que vuestro
entendimiento sea libre. Amad más el silencio que las
palabras, más la parquedad y la circunspección que la profusa
variedad de conceptos y vanos tecnicismos. Si así lo hacéis,
si educáis vuestro entendimiento en la gran calma del
silencio, vuestras palabras surgidas del interior o modeladas
con la arcilla de tantos y tan variados comentarios, tendrán
asimismo el valor del Verbo”.
Las palabras del Maestro, contenedoras siempre del verbo
esencial, del Espíritu Santo que se vierte en la Copa mística
del Grial o del Cáliz sagrado, entran siempre en nuestro
corazón por vía directa. Es la Voz de la directa
interpelación. Es por tal motivo que cada uno de los miembros
del Ashrama “escucha” al Maestro en su propia lengua, en la
lengua nativa con la que aprendieron a pensar. Son palabras y
voces totalmente familiares que penetran profundamente en
nuestras mentes y se graban en el cerebro físico con
caracteres imborrables. Yo particularmente “escucho” al
Maestro en catalán, mi lengua materna, y si bien los conceptos
emitidos por el Maestro contienen siempre un tipo especial de
enseñanza, el más apropiado según el orden cíclico o
astrológico del momento en que se emite, cada uno de nosotros
recibirá en su interior -siempre por vía directa- el sentido
más idóneo y necesario para futuros desenvolvimientos.
Verbo y Cáliz en su aceptación mística y esotérica son los
símbolos del Alma del hombre y de sus instrumentos de
manifestación, los tres cuerpos de expresión en los tres
mundos de la evolución humana, o sea, la mente concreta, el
cuerpo de deseos y emociones y el vehículo físico en sus
diferentes densidades. Es obvio, sin embargo, que la mayoría
de los aspirantes mundiales se sienten más atraídos por los
ornamentos -más o menos vistosos del Cáliz- y dan más
importancia al Tabernáculo que a la Fuerza divina contenida en
su interior. El Verbo queda confinado así en las regiones
sutiles del entendimiento, como la promesa de algo vago y
remoto y raras veces se le actualiza como una realidad viva y
palpitante, presente en todos y cada uno de los hechos de la
vida cotidiana. Es de esta manera que se pierden las grandes
oportunidades de la vida espiritual, quedando circunscripta la
expresión natural del discipulado a regiones inaccesibles de
sueño y fantasías.
La relación VERBO-CÁLIZ, ESPÍRITU-FORMA, DIOS-HOMBRE, está
siempre en la base profunda de los Misterios. El Misterio más
elevado es aquel en que desaparece esta conciencia de dualidad
y sólo la UNIDAD preside el eterno proceso de la Vida. En el
momento en que el Adorador y el Adorado se confunden en un
sólo Cuerpo místico de Realidad universal, puede decirse que
ha sido consumado en el hombre la plenitud del Misterio.
Existirá entonces todavía quizás una Forma, un Cuerpo, una
Expresión, un Cáliz o Tabernáculo, pero esta FORMA estará para
siempre poseída y gobernada por el Espíritu de Dios.
Los símbolos del Verbo y del Cáliz, del Espíritu y de la
Materia, del Contenedor y del Contenido, del Adorador y del
Amado, del matrimonio místico de la iglesia cristiana, como de
todos los símbolos que expresan una dualidad que busca su
unidad esencial en otro aspecto de dualidad distinta, son
condiciones implícitas en los Misterios, ya sean éstos de
cualidad menor, propios de aspirantes y discípulos en
probación, o de cualidad mayor, tales como los que
afanosamente buscan y exteriorizan los verdaderos Iniciados.
Por primera vez en el devenir de su vida evolutiva y en la
augusta paz y sereno retiro de un Ashrama, siente un día el
discípulo la necesidad de invocar el poder del fuego creador
de un misterio, como elemento de vinculación con todas las
fuerzas de la Naturaleza. Se le abre entonces un camino, en el
que la mente concreta o intelectual no le sirve ya para otra
cosa, que como un vehículo de relación humana y de transmisor
de verdades, es decir como un instrumento de expansión de los
fuegos menores. No hay que olvidar que el fuego es el único
agente de liberación de vida. Naturalmente que no se alude al
fuego físico, que sólo elementos materiales puede quemar o
liberar, sino al fuego espiritual del cual la electricidad,
tal como se conoce, es sólo un débil indicio externo. El fuego
espiritual es invocado solamente, siempre bajo la experta guía
del Maestro, en etapas bien definidas de entrenamiento en un
Ashrama. Por su alto poder vinculativo con la vida de la
Deidad este fuego permanece oculto, todavía en latencia en la
inmensa mayoría de los seres humanos. En estos últimos -el
fuego espiritual es casi un punto oscuro en la noche de la
vida instintiva, en los aspirantes espirituales es un indicio,
una aurora que empieza a surgir del oscuro horizonte; en el
discípulo en probación un estímulo que lo impulsa hacia
adelante, en el discípulo aceptado una serpiente a la que se
ha de vencer y dominar y en el Iniciado un Poder universal
progresivamente revelado a través de los Misterios. Pero,
todos estos grados de expresión del Fuego Creador,
simbólicamente definidos, marcan indefectiblemente el Sendero
de la vida humana desde que se inicia como tal hasta la más
elevada culminación espiritual.
Siendo el fuego el promotor universal de la evolución, es
obvio que el secreto de su energía constituye una de las
enseñanzas avanzadas del Ashrama y un lazo positivo de unión
entre sus miembros, El Maestro puede ser considerado desde
este punto de vista como un Sol ígneo cuyos rayos, conteniendo
los tres fuegos de la Naturaleza, el físico, el solar y el
eléctrico, penetran en el corazón del discípulo y avivan
progresivamente el fuego requerido en cada momento de su vida
de acuerdo a estados definidos de conciencia. La expresión
mística del fuego espiritual produce el verdadero conocimiento
e incluso el aire está lleno de una especie particular de
fuego. Es por medio de éste que las formas de pensamiento
emitidas por el hombre tienen adecuado y positivo poder, ya
sea en favor o en contra de los intereses evolutivos de la
humanidad. Esto puede parecer misterioso o quizá falto de
sentido, pero obedece a verdades que se manifiestan
constantemente a nuestro alrededor y en nuestras vidas,
gracias al misterio infinito de la fraternal vinculación de la
cual la telepatía, en sus aspectos superiores, es un elevado
exponente.
La Iniciación, esta gran meta del hombre, está regida
inexorablemente por el Poder del Fuego Eléctrico. Al
presenciar diversos miembros del Ashrama, la iniciación de uno
de los hermanos de grupo, se apreció claramente cómo los
cuerpos sutiles y los centros de fuerza de éste eran como
ascuas de fuego y su Poder se extendía en acentuadas
llamaradas de un blanco-azulado intensísimo, más allá del
cuerpo mental, en tanto que Aquél que es la Luz del Mundo,
mantenía sobre ciertos puntos del cuerpo causal el Cetro
iniciático.
En la vida del Ashrama se aprende a controlar el poder de los
fuegos; desde el pequeño fuego de la vida personal hasta el
fuego espiritual que desde los planos superiores converge
sobre nuestro Yo superior. No hay que olvidar que quien logra
controlar el triple Fuego puede controlar la propia Vida, pues
todas las cosas creadas están vivificadas por Él. Las
distintas gradaciones humanas marcan el punto clave sobre el
cual actúa una cualidad específica de fuego, o el punto en que
este fuego se halla detenido. El paso de él a través del
hombre marca el progreso evolutivo de la Raza.
Todo discípulo en entrenamiento espiritual conoce esta verdad
respecto al Fuego y trata de convertirla en ley de su vida.
Los Ashramas de la Jerarquía, si bien no son generadores de
este fuego universal son sus adecuados instrumentos de
transmisión hacia la vida de la humanidad. Un Ashrama es una
reducida aunque exacta representación de la Jerarquía. El
Maestro es un Centro de Fuego del Amor de Cristo y los
miembros del mismo son expresión ígnea de las constelaciones y
del poder de los Rayos. Cristo y sus doce discípulos, los
apóstoles, constituían una pequeña congregación que llevaron
el Fuego de Amor de Dios a la humanidad. El Nuevo Grupo de
Servidores del Mundo, es también una especie de Ashrama por
constituir un lazo de unión fraternal entre muchos hombres y
mujeres de buena voluntad del mundo, que piensan correctamente
y tratan sinceramente de servir y que, por tal motivo, son
también vínculos de relación entre la humanidad y la
Jerarquía. No es, pues, sin razón que la selección de los
miembros de un Ashrama se haga entre los componentes avanzados
del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.
El proceso de vinculación espiritual es ciertamente lento
aunque seguro y con las grandes expansiones universales del
Fuego creador invocado por las potentes radiaciones de la
Constelación de Acuario, que empieza a hacer sentir su presión
sobre la Tierra; sus efectos tan profundos y drásticos se
harán sentir muy pronto haciendo aparecer entre los hijos de
los hombres “nuevos Testigos de la Luz” que cooperarán en la
aceleración del desarrollo del Plan Evolutivo de la Raza y
depositarán la ígnea semilla de una nueva y más fraternal
humanidad planetaria.
Pese a la tremenda presión que tiene que soportar actualmente
la humanidad, que sacude y conmociona todos los estratos de la
vida organizada de los hombres, no hay que sentirse
descorazonados. Triunfando en todos los desequilibrios,
injusticias y arbitrariedades que podamos apreciar por doquier
y directamente a veces también sobre nuestras vidas, no
olvidemos nunca que la gran Ley de vinculación fraternal que
emana del Corazón Solar, continúa actuando sobre nosotros y
nos va modelando incesantemente de acuerdo a aquel infinito
Arquetipo de perfección que es nuestro destino final como
hijos de los hombres y como destellos ígneos del Gran Fuego
Creador del Universo.
El Ashrama y su analogía universal
En ningún Ashrama se persiguen fines distintos a los que marca
el proceso evolutivo de la humanidad, ni se crean, como muchos
piensan, colosos del entendimiento o de la expresión síquica.
Todo se cifra en el Misterio y en la Revelación, y es esto lo
que realmente busca la humanidad en todos sus intentos
espirituales y sociales. El hecho de que algunos de los
hermanos de grupo, dentro o fuera del Ashrama, posean algunos
de estos poderes síquicos tan apreciados por las gentes, o que
atesoren conocimientos concretos sobre la vida que escapan en
mucho a la capacidad técnica de algunos grandes especialistas
mundiales, no tiene importancia alguna en el orden esotérico,
o sólo muy relativa en todo caso. Se pretende otro género de
visión, de cultura y de comportamiento. Si bien no existen
aquellas arduas pruebas y disciplinas a que eran sometidos los
aspirantes del pasado que anhelaban los Misterios, debido a la
aguda sensibilidad de los discípulos de nuestros días, existen
no obstante “ciertas reglas y ciertas técnicas de vida” a las
que deben sujetarse los que quieren ser fieles a la Logia
Blanca del Planeta y a su Ashrama en particular. El
entrenamiento así adquirido “para mayor gloria de Dios”
conduce como antaño a la gran tarea universal de servicio a
nuestros semejantes, de servicio creador a la Raza, otra forma
de expresar el gran proceso místico que lleva “de la Oscuridad
a la Luz, de lo Irreal a lo Real y de la Muerte a la
Inmortalidad”.
Estas últimas palabras contienen el verdadero significado del
trabajo oculto de un Ashrama y deben tenerlas siempre
presentes cada uno de los miembros del grupo. Cuando estas
significaciones han penetrado muy profundamente en sus vidas
personales, surge entonces espontánea y natural esta gran
llamada del servicio. Éste se sujeta siempre -según normas
universales- a las características descollantes de cada uno de
los miembros del Ashrama. No se trata de una especialización
técnica definida, aunque una técnica natural de trabajo será
educida progresivamente, sino de la expresión de las potentes
tendencias del Rayo causal o del Alma, más las configuraciones
astrológicas de la personalidad del miembro en su encarnación
física. En la configuración astrológica se halla la base del
futuro tecnicismo; en las cualidades del Rayo causal hallamos
la propensión hacia determinadas tareas locales, grupales o
mundiales. La resolución de un Misterio, fundamento de la
Iniciación, se halla implícita totalmente en la vida de un
discípulo, cuando existe en éste un perfecto equilibrio entre
inspiración y técnica, entre la cualidad del Rayo Causal a que
pertenece y la creciente habilidad para servir al Plan de
acuerdo a propensiones kármicas o astrológicas.
Cuando hablo del Ashrama como un reflejo o proyección del
Universo, no hago sino atenerme a una Realidad esencial. En
efecto, a igual que en la rueda cíclica de nuestro Universo,
están presentes los doce signos zodiacales, así cada uno de
los miembros de un Ashrama ha de reflejar de una u otra manera
el poder de alguna de las doce constelaciones.
Debo decir al respecto y ateniéndome a mi condición
particular, que si bien en el orden astrológico personal estoy
regido por el signo de Géminis, en el orden espiritual o
ashrámico estoy potentemente influenciado por el signo de
Libra. Es muy notoria esta diferenciación entre el Rayo del
Ego y el que condiciona la triple vida personal. Sólo hay un
caso en la vida del Ashrama en que los signos zodiacales del
Rayo del Alma y el de la triple vida personal coinciden. Se
trata de nuestro hermano R..., condicionado en ambos aspectos
por el signo de Sagitario. Esta coincidencia les explicará
también por qué cuando el Maestro -por las causas que fueren-
no asiste a las reuniones periódicas del Ashrama, sea R...
quien, regido poderosamente por el planeta Júpiter, padre
universal por excelencia, tome el lugar del Sol
(simbólicamente el Maestro) en la mística congregación
ashrámica.
Nuestro Universo se rige por una Ley que convenientemente
comprendida constituye la base de todo conocimiento esotérico
y de toda formulación concreta, la Ley de Analogía. Esta Ley,
que Hermes expresó gráficamente en sus palabras: “Igual es
arriba que abajo, igual es abajo que arriba”, se refleja
claramente en un Ashrama, como se refleja en todas y cada una
de las creaciones de la Naturaleza desde el átomo hasta el más
exaltado Ser. Un hombre realmente sabio no es sabio por sus
conocimientos, sino únicamente en la medida que rija su vida
por el dictado de esta ley universal.
Intentamos presentar el Ashrama como una congregación de seres
humanos que tratan de incorporar en sus vidas el poder sagrado
del axioma “Mirar arriba y ayudar abajo”. Todas las distintas
ideas emitidas se basan, si bien se examinan, en el equilibrio
de la dualidad Yo superior y yo inferior, el Alma humana y su
expresión (la personalidad) en los tres mundos. Cuando este
equilibrio es perfecto, lo cual sucede cuando se han aceptado
noblemente las bases esenciales de servicio, y la inspiración
espiritual halla un eco plenamente responsivo en la técnica
humana, surge entonces inevitablemente el factor iniciático;
el Misterio en sus distintas interpretaciones es revelado y
halla su adecuado cauce de expresión en la vida del discípulo,
que ya desde entonces rige su vida por el poder esplendente e
indescriptible de la Mónada, el verdadero Espíritu de Unidad y
Realidad.
El Ashrama al que tenemos el honor de pertenecer tiene doce
componentes, y al revelar algunos de sus detalles contamos con
la aprobación anticipada del Maestro.
Esto no quiere decir que sean solamente doce los discípulos
del segundo Rayo que reciben entrenamiento espiritual superior
en la actualidad. Nos referimos siempre a nuestro Ashrama, y
no a otros Ashramas del segundo Rayo existentes en “otros
lugares en el tiempo” dentro del aura espiritual del planeta.
Es interesante recordar, sin embargo, que el número doce es
eminentemente cíclico y que condiciona en gran medida la
expresión de vida universal. No es en manera alguna casual el
hecho de que sean doce las constelaciones que influencian a
nuestro planeta en su viaje alrededor del sol, ni que sean por
lo tanto doce los meses que constituyen el año cíclico
planetario. No olviden tampoco, ya que es eminentemente
simbólico, que fueron doce los discípulos de Jesús, doce las
tribus de Israel, doce “los trabajos de Hércules”, etc. La
coincidencia -caso de que pueda llamarse coincidencia al hecho
de aplicar la ley hermética de analogía- es realmente
interesante.
En el Ashrama, el Maestro, igual que el sol en el sistema
planetario, ocupa siempre el centro de nuestra mística
congregación. Como dato verdaderamente curioso, aunque
esotéricamente de orden natural, reseñamos que cada uno de los
miembros componentes del grupo ve siempre al Maestro ante sí,
y que cada uno recibe de sus Palabras lo más interesante,
práctico y útil para su particular enseñanza y
desenvolvimiento. En efecto, cada miembro del Ashrama se
siente particularmente aludido, como si el Maestro le hablara
única y exclusivamente a él y en su propia lengua. Este es uno
de los grandes misterios de la vida espiritual, a partir del
cual empieza a perfilarse de hecho el verdadero sentido de la
vinculación interna entre el Maestro y el discípulo. Acercarse
al corazón del Maestro implica acercarse al Gran Misterio de
Unidad Universal en donde el lenguaje, o Verbo Creador, es una
prolongación viva del Propósito y un agente de liberación de
la necesidad kármica.
A muchos les parecerán extrañas ciertas definiciones en lo que
respecta a nuestro Ashrama, pero es necesario tener en cuenta
que en el “lugar en el tiempo” ocupado por el mismo han sido
rebasadas las tres dimensiones del mundo físico corriente y
que muchas de mis explicaciones carecerán de un orden
racional, si no tratan de adaptarse lo más posible al ritmo de
lo interno y elevar las concepciones mentales tan alto como
les sea posible.
Hay algo, sin embargo, que puede ser comprendido en forma
concreta. Se refiere al hecho de que los Ashramas y el proceso
posterior iniciático existen para satisfacer ciertas
necesidades específicas de “aceleración” de la evolución
planetaria. Este proceso de “aceleración” del ritmo de
evolución del planeta se inició hace muchas edades con la
llegada a la tierra, procedentes del planeta Venus, de
Aquellas Excelsas Entidades definidas esotéricamente con el
misterioso nombre de “Los Señores de la Llama”. No es preciso
extendernos en pormenores acerca de este hecho, al que
aludimos anteriormente.
Debo significar, sin embargo, que el proceso de “aceleración”
de la evolución planetaria, iniciada por SANAT KUMARA (El
Señor del Mundo) y sus tres Discípulos, continúa actuando
incesantemente sobre la Humanidad en todos sus niveles. Una de
sus expresiones más elevadas son los Ashramas, el consecuente
proceso iniciático y la existencia de la propia Jerarquía.
Actúa también incesantemente sobre el reino dévico, esta
evolución que desde los mundos ocultos condiciona la vida de
la Naturaleza en todos sus aspectos expresivos. Se trata de un
reino desconocido para la inmensa mayoría de la humanidad,
pero por su estrecha vinculación con el reino humano
constituye un campo necesario de investigación para el
discípulo en entrenamiento espiritual avanzado, con el que
debe tomar contacto consciente antes de recibir la iniciación.
La enseñanza en el Ashrama
Cuando hablamos de actividades ashrámicas la referencia es
siempre a un Ashrama del Segundo Rayo de Amor-Sabiduría, una
de cuyas principales funciones creadoras conforme al orden
planetario y dentro de la vida organizada de la humanidad, es
la de la enseñanza; enseñanza espiritual e intelectual. Se
trata de dos claras y definidas vertientes, tan necesarias la
una como la otra para el desarrollo mental de la conciencia
humana.
Hay una gran oportunidad de servicio para aquellos miembros
del Ashrama y, analógicamente, de todos los Ashramas de
Segundo Rayo en el mundo, dedicados a la enseñanza, ya sea por
vocación natural, por predisposiciones kármicas o por el rayo
específico y condicionante de sus mentes.
Ambos tipos de educación, intelectual y espiritual, no se
contradicen, sino que se complementan. Son fases distintas de
un mismo proceso creador. Todas las enseñanzas, concretas o
abstractas, son consustanciales y se hallan implícitas en la
Mente divina. Los grados de densidad de las ideas, arrancando
de los grandes Arquetipos abstractos hasta llegar a lo más
denso de la intelectualidad humana, obedecen más al espíritu
de función que al de jerarquía. Con ello queremos decir que
toda sustancia mental es pura esencialmente, ya sea sutil,
ligera, compacta o densa; lo que nos interesa desarrollar en
todo caso es una correcta función para cada tipo de enseñanza
o de sutilidad mental, que cada uno de nosotros adquiera la
habilidad de ser creadoramente consciente cuando esté
pensando, o utilizando la sustancia mental de la que están
revestidas todas las ideas y pensamientos de los hombres.
El intelecto, constituido de sustancia mental más densa, es el
instrumento del Alma y Yo superior, quien, a su vez, recibe
las impresiones arquetípicas o abstractas provenientes de la
Mente superior o aspecto mental de la Tríada que, en su
conjunto (atma-budhi-manas) constituye aquello que
esotéricamente definimos como “conciencia monádica” o de
unidad universal.
Algunos discípulos pertenecientes a Ashramas del Segundo Rayo
se capacitan para el tipo de enseñanza concreta o intelectual
y este entrenamiento es muy precioso habida cuenta la
necesidad mundial de conocimiento concreto, base de la cultura
de los pueblos y factor controlador de las emociones humanas.
Otros discípulos se dedican, siempre por “predisposiciones
naturales”, a la enseñanza espiritual, la cual se extiende a
áreas que escapan comúnmente al discernimiento normal y
corriente de los seres humanos. Se precisa una alta
capacitación técnica de meditación y un gran propósito de vida
espiritual para poder rasgar “la nube de conocimientos
superiores” o abstractos y penetrar en la zona mental
intuitiva, dentro de la cual se agitan los arquetipos divinos
que rigen el destino de la raza de los hombres.
A esta zona mental de alta frecuencia espiritual o de tensión
creadora, sólo puede llegar la personalidad humana, cuando
logra establecer contacto definido y consciente con su Alma
solar o Yo divino. Implica, pues, “una elevada y enaltecida
visión espiritual y una sostenida persistencia en el noble
afán de la búsqueda”. Estos contactos fugaces al principio,
pero más frecuentes y continuados luego, implican una
manipulación consciente de fuerzas y energías que el
esoterismo define técnicamente. La ciencia esotérica es la
ciencia del contacto entre las fuerzas materiales y psíquicas
de la pequeña personalidad en los tres mundos y las energías
espirituales de su inmediato Padre en los Cielos, el Alma, el
Yo superior o Ángel Solar, con todas las delicadas
implicaciones que tal contacto entraña para el proceso
evolutivo de la Raza.
Algunos de los miembros del Ashrama poseen una especializada y
vigorosa constitución mental y debido a su experiencia
espiritual, a sus tendencias naturales y a definidas
influencias de determinados tipos de Rayo, atesoran grandes
conocimientos culturales que a través de un muy bien
especializado intelecto les permite llegar a un considerable
número de personas. El campo intelectual y el mundo del
conocimiento concreto constituyen mayormente el área
específica de su servicio, dentro de la actividad ashrámica.
Pero no olvidemos que la luz del Ashrama, la santa bendición
del Maestro y su contacto con el Centro de Luz de la
Jerarquía, están presidiendo constantemente todas y cada una
de sus actividades. En la obra de estructuración del Plan de
la Jerarquía en el mundo se necesita esta sólida base de
conocimiento concreto para apoyar más adelante las elevadas
verdades universales o arquetípicas.
Los miembros del Ashrama que por influencia del rayo de su
mente y de su propia capacitación espiritual se han
especializado en el segundo tipo de enseñanza, o sea el
espiritual, trabajan con más “selectas minorías”, con personas
cuyo intelecto a fuerza de discernir se ha abierto a las
impresiones superiores o intuitivas de la mente, a través de
sus propias Almas. El centro de irradiación espiritual de esta
enseñanza es mucho más amplio, sutil y profundo que en el caso
anterior, o intelectual, pero sólo son conscientes del mismo
un reducido número de personas. Se trata de aquellas que
místicamente se hallan preparadas para ponerse en contacto con
el Maestro (el Maestro que ha de conducirlas a la Iniciación)
e ingresar en un Ashrama de la Jerarquía. En todo caso, tal
tipo de enseñanza adquiere un carácter muy subjetivo y
específico y entraña, en determinada etapa, el desarrollo de
la facultad telepática, uno de los poderes psíquicos que ha de
poseer forzosamente el discípulo en entrenamiento espiritual
para ponerse en contacto con su Maestro y con las elevadas
corrientes de energía mental que emanan de la Jerarquía, así
como con sus hermanos de grupo y necesidades subjetivas
mundiales.
Cuando el discípulo de Segundo Rayo, dedicado al tipo de
enseñanza espiritual o esotérico, entra en contacto con otras
personas en las cuales empieza a actuar el principio divino de
reconocimiento interno, se establece automáticamente una
relación magnética espiritual que crea la base de un karma
trascendente para el futuro. Es precisamente esta relación
magnética, que en la mayoría de los casos es el “recuerdo” de
ciertas definidas relaciones kármicas del pasado, la que
origina aquel vínculo de carácter selectivo que culmina en el
centro de Luz de un Ashrama y en el contacto con el Maestro.
El trabajo con “selectas minorías” y aún el propio trabajo de
“selección” del Maestro, de los miembros que han de constituir
su Ashrama, se fundamenta frecuentemente en las repercusiones
kármicas del pasado. Se puede decir que dentro del Ashrama
todos son “amigos de antaño”, no simplemente conocidas de una
existencia terrestre, sin querer indicar con esta última
expresión que pueda existir separatividad o prevención alguna
respecto a los demás aspirantes espirituales y discípulos del
mundo con quienes no nos ligan karmas de vidas anteriores o
que pertenezcan a Ashramas regidos por distinto Rayo. Hay que
recordar aquí algo que dijo el Maestro en cierta ocasión:
“...el trabajo y el servicio que une y compenetra a los
discípulos entre sí y con su Maestro, tiene su origen en el
karma del pasado y este karma trascendente es compartido,
incluso, por los propios LOGOS creadores de los mundos y de
los universos que oscilan en el Cosmos infinito”.
Cuando el Maestro imparte enseñanza a sus discípulos, sugiere
siempre lo esencial y más oportuno para la obra que debe
realizan cada uno en el mundo. Posteriormente entra en acción
la conciencia cerebral o física, que recoge de la enseñanza lo
que puede ser actualizado inmediatamente para el servicio a
los demás. Y es en este centro de conciencia cerebral en donde
se definen las dos grandes corrientes de servicio del Ashrama,
dentro del Plan de enseñanza que el Maestro ha impartido, una
intelectual apta para la mayoría y que abarca sin distinción a
todas las personas cultas del mundo, y otra eminentemente
espiritual o esotérica que forzosamente sólo podrá llegar a
pequeños núcleos o minorías selectas en el orden espiritual.
El Ashrama es algo completo en su aspecto de función
integradora de la vida. Es el árbol con frutos de intuición
pero firmemente apoyado y sustentado en terrenos de
conocimiento material o concreto de la vida. Sus miembros sólo
persiguen un definido propósito, amarse mucho y sinceramente
entre ellos tal como enseñó y practicó Cristo entre Sus
discípulos, y servir íntegramente al mundo, llevados por la
inspiración del Alma, cuyo instinto natural de Amor sólo puede
ofrecer frutos de abnegación, de servicio y sacrificio.