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CAPÍTULO VI
FACULTADES PSÍQUICAS
Por azar o destino, estamos estrechamente relacionados con
personas de alto relieve espiritual, verdaderos investigadores
de las leyes ocultas de la Naturaleza y poseedores de una
mente profunda y asombrosamente organizada, que no tienen
ninguna de las “facultades psíquicas” que tanto valora el
vulgo. Conocemos a otras, por el contrario, cuyo tipo de mente
es más bien corriente y de lo más normal, y a veces sin llegar
a ello, están dotadas de grandes facultades psíquicas:
clarividencia, clariaudiencia, psicometría, mediumnidad,
etcétera.
La explicación de este hecho, al parecer contradictorio según
la opinión de muchos, es, sin embargo, lógica y racional si
tenemos en cuenta:
a) Que las facultades psíquicas corrientes,
las que podemos apreciar en el tipo común de personas que nos
rodean, son de origen astral y proceden mayormente de los
bajos niveles de este plano.
b) Que el verdadero investigador de las leyes ocultas de la
Naturaleza, el aspirante espiritual avanzado, el discípulo y
el iniciado actualizan un tipo de vibración de más alta
frecuencia y se mueven preferentemente en los niveles
superiores del plano mental.
Existe, no obstante, “una zona de alta
evolución psíquica” hacia la cual se van espontáneamente
aproximando los verdaderos investigadores y discípulos
espirituales del mundo. Examinando, por ejemplo, el proceso
histórico de la vida de Apolonio de Tyana, de Cristo, de Buda,
de los grandes e insignes yoguis y de todos los verdaderos
Iniciados, se aprecia en ellos unas facultades psíquicas de
orden realmente portentoso y extraordinario, pero tengamos en
cuenta que tales facultades nada tienen que ver ni están
relacionadas con la evolución del mundo astral, de ese mundo
donde se agitan los deseos y aspiraciones de los hombres, sino
que son expresiones naturales y directas de la propia vida de
la DEIDAD CREADORA de los Mundos.
Tales facultades están lógicamente más allá y por encima de la
comprensión humana corriente. Son destellos de la “facultad
creadora de Dios”, reflejos de Su poder en los tres mundos de
la evolución humana. No vamos a referirnos a este tipo de
facultades, demasiado elevadas para nuestro entendimiento,
sino más bien a señalar los vicios y peligros de las
facultades psíquicas inferiores con las que todos estamos más
o menos directamente relacionados.
Hemos podido comprobar en repetidas ocasiones que ciertas
personas altamente psíquicas son en su mayoría físicamente
enfermas, y que valoran las experiencias de la vida casi
exclusivamente desde el ángulo de sus propias facultades
psíquicas y no desde el terreno de la lógica y del sentido
común. Son, en general, personas inadaptadas que escapan
frecuentemente a la realidad de la vida que les rodea con sus
magníficas oportunidades.
Las personas psíquicas, las que producen fenómenos de orden
físico y los médiums que actúan bajo el control, inmediato o
remoto de otras entidades humanas encarnadas o desencarnadas o
quizá de sus propias reacciones subconscientes, pierden
paulatinamente el equilibrio físico y la salud orgánica,
porque sin darse cuenta han dejado de seguir el rastro de luz
de sus propias Almas que conduce al centro de Salud Espiritual
y están siguiendo, por el contrario, unas corrientes de
energía que desde el ángulo de apreciación esotérico o de la
Jerarquía planetaria circulan actualmente y desde hace muchos
siglos muy por debajo del nivel normal de la conciencia humana
en evolución.
Hablando sinceramente, ¿saben ustedes de alguno de estos
médiums, de alguna de estas personas tan acusadamente
psíquicas que no adolezca de alguna fuerte irregularidad
física? Existe en ellos una rasgadura de la trama etérica que
protege ciertos delicados órganos de relación espiritual,
principalmente el bazo y ciertos puntos del cerebro y penetran
por allí constantemente y “sin ser debidamente filtrados”
gérmenes de enfermedades que deberían estar ya virtualmente
muertos, átomos nocivos y ciertas energías del mundo astral
que mejor sería mantener en reposo en las bajas zonas de su
mundo por las profundas y negativas tensiones que producen. Y
es inútil que se pretenda contrarrestar la expresión de estas
corrientes de fuerza por la invocación protectora de aquellas
entidades que los médiums y los psíquicos llaman su Guía. La
mejor intervención de un verdadero Guía espiritual, cuando tal
Guía realmente exista, sería obviamente “obturar” con energía
espiritual las rasgaduras producidas en la trama etérica del
cerebro, del bazo o de otros órganos afectados por estas
irregularidades psíquicas y restablecer así el equilibrio
vital en la vida física del médium. Esto no sucede
desgraciadamente así, porque la mayoría, por no decir todos,
de tales Guías tienen sus propios problemas kármicos a
resolver y no saben ni pueden destilar de sus vidas
espirituales la luz que sus protegidos necesitan. Así, el
problema de la comunicación mediúmnica y de otras formas de
contacto astral, así como de toda expresión psíquica sin
control interno, se convierte en un “problema social” que
afecta a muchas personas, a los propios psíquicos, a sus
familiares y singularmente a todos aquellos que a ellos acuden
en busca de consejo, consuelo, esperanza o alivio de sus
enfermedades.
El aspirante espiritual y mayormente el discípulo tiende por
ley hacia “un psiquismo de tipo superior”, viniendo
caracterizado éste por el desarrollo y actividad dentro de la
vida personal de ciertas facultades del Alma. Estas facultades
se expresan por medio de los vehículos más sutiles de la
personalidad cuando éstos han sido debidamente entrenados por
el recto vivir y un sincero y sostenido propósito interno. Al
contrario de lo que sucede con las facultades psíquicas
inferiores, desarrolladas y utilizadas sin el debido control
espiritual, las facultades superiores se expresan siempre por
propia voluntad e iniciativa, libres por completo de presiones
externas o a través de una potente formulación interior que
mueve y actualiza ciertas corrientes de energía específica
para producir determinados resultados. Citaremos dos casos
típicos de expresión del psiquismo superior.
Durante un viaje a Filadelfia trabé amistad con un caballero
hindú. Parecía joven, aunque, según confesó, tenía más de
ochenta años. Una tarde, en la habitación del hotel en donde
se alojaba y con un grupo de amigos esoteristas, entre quienes
me encontraba, movió a distancia y volcó finalmente un vaso de
agua derramando su contenido, encendió y apagó varias veces la
luz de la habitación sin necesidad de darle vuelta al
conmutador eléctrico e hizo aparecer y desaparecer a varios
objetos de la alcoba, algunos de ellos bastante pesados, como
por ejemplo un jarrón de porcelana lleno de flores; me di
cuenta inmediatamente del magnífico poder de voluntad que
poseía aquel caballero, así como de su tremenda potencia
mental que originaba ciertas corrientes de energía ambientales
a las que impulsaba muy luego en definidas direcciones,
creando verdaderos campos de fuerza magnética sobre los que
operaba después produciendo aquellos interesantes fenómenos.
Otro caso, quizá no tan importante pero sí muy interesante
también desde el ángulo científico, me ocurrió durante el
verano de 1959. Fui invitado a pasar unos días con unos amigos
en la región valenciana. Su casita se hallaba en pleno bosque,
lindando a unos doscientos metros con una casa de campo donde
vivía un labrador con su familia. Entre ambas casas,
solitarias en aquel apacible lugar, había un grupo de
frondosos árboles y en la espesura de su espeso follaje una
legión de pajarillos que inundaban el aire con sus incesantes
trinos. Una de las habituales distracciones o aficiones de
nuestro vecino labrador -según pude comprobar más tarde- era
la de capturar y dar muerte, seguramente con fines
gastronómicos, a aquellos inocentes pajarillos. Utilizaba a
este fin unas jaulas, dentro de las cuales tenía encerrados a
otros pájaros que servían de reclamo a los demás que vivían en
plena libertad. Tendía al efecto entre todas estas jaulas una
gran red de malla y, cuando consideraba que había ya
suficientes pajarillos cerca de las jaulas, tiraba de una
cuerda desde abajo y los dejaba aprisionados dentro de la red.
Los bajaba después del árbol junto con las jaulas y, luego de
quitar cuidadosamente éstas, catapultaba violentamente la red
contra el suelo y mataba así de esta manera tan cruel y
despiadada a sus inocentes prisioneros. Una tarde, hallándome
en meditación bajo uno de estos árboles, vino el referido
labrador y, sin siquiera saludarme, empezó la brutal tarea a
la que estaba ya habituado. La vista de aquel espectáculo
-ante el cual no tenía opción a protestar por la distinta
sintonía de nuestras mentes- suscitó en mí un profundísimo
sentimiento de piedad. Una ola infinita de compasión se
apoderó de mí y la masa sanguinolenta de aquellas pequeñas
vidas sacrificadas estaba presente todavía en mí cuando me fui
a acostar. Aquella noche, durante el sueño, me vi ascendiendo
por las ramas del árbol, siendo plenamente consciente de que
abría las puertecitas de las jaulas y de que liberaba a
aquellos pajarillos que con sus trinos atraían a los demás, y
que destrozaba finalmente las jaulas lanzándolas violentamente
contra el suelo.
A la mañana siguiente me despertaron unos grandes y
desaforados gritos y una fuerte disputa que sostenían mis
amables anfitriones y el referido labrador. Éste les increpaba
duramente y les hacía responsables del destrozo de sus jaulas
y les conminaba a devolverle los pajaritos que había dentro de
las mismas. Durante esta disputa, de la que procuré
naturalmente mantenerme aparte, mis amigos se enojaron tanto
que incluso amenazaron al labriego con denunciarle a las
autoridades. Se marchó éste finalmente echando pestes contra
mis pobres amigos, que no sabían a qué atenerse sobre las
injustas acusaciones de su iracundo vecino. Durante el
desayuno les conté a mis amigos, como yo estudiantes de
esoterismo, las incidencias de mi “sueño”, y entonces cayeron
en la cuenta del por qué su vecino el labrador les había hecho
responsables del destrozo de las jaulas y de la liberación de
los pájaros de reclamo. No es necesario decir que comentando
el caso y analizando críticamente las circunstancias en que
éste se produjo, nos regocijamos plenamente juntos bajo la
inspiración del poder celestial.
Ahora bien. Prescindiendo de lo interesante de tales
experiencias psíquicas..., ¿es éste el verdadero campo de
actividad de un discípulo espiritual de la Nueva Era? He dicho
en vastas ocasiones que “el discípulo prescinde
voluntariamente de ciertos poderes y facultades” en aras de un
destino espiritual de orden superior. A veces tales facultades
y poderes se convierten sutilmente en un lazo que nos mantiene
atados a las cosas superficiales de la vida fenoménica.
Recuerdo al respecto una anécdota en la vida de aquel santo
varón que se llamó Ramakrishna. Había enviado a su discípulo
Narendra a experimentar sólo durante unos meses fuera de su
Ashrama, en contacto con las gentes y con los problemas de la
vida social. Cuando regresó al Ashrama, cumplida la finalidad
que el Maestro le habla sugerido, le preguntó éste: “Dime,
¡oh, Narendra!, de todas tus experiencias durante tu ausencia,
¿a cuál concedes tú más importancia?” Respondió Narendra: ....
- al pasar por Benarés, allí donde se estrecha el Ganges,
había una balsa que transportaba a los viajeros de uno al otro
lado del río. Se acercó un viejo peregrino y suplicó a los
barqueros que le llevasen a la otra orilla, pero que no tenía
con qué pagar su pasaje. Los barqueros no sólo no le
concedieron un sitio en la balsa, sino que incluso se mofaron
de él. Entonces el viejo peregrino se postró en el suelo e
invocó a la Madre Divina. Seguidamente penetró en el río y
comenzó a andar por encima de las aguas sin sumergirse. Así
llegó a la otra orilla, ante la admiración de los barqueros y
de los demás viajeros de la balsa, que no cabían en sí de tal
prodigio”. Interpeló nuevamente Ramakrishna a Narendra: “¿A
estos prodigios concedes tú tanta importancia? Veamos, ¿a
cuánto ascendía el preció del pasaje dentro de la balsa?”
Respondió Narendra: “A dos rupias, Maestro mío”, “Pues bien,
querido Narendra -dijo el gran Ramakrishna-, tal es
exactamente el precio del prodigio realizado por el viejo
peregrino”. Me pregunto si no les asignamos también nosotros
demasiada importancia a las facultades psíquicas y si no
exageramos en demasía el valor de tales experiencias frente a
esta edad singularmente técnica que estamos viviendo.
Olvidamos con frecuencia que la Edad de Acuario, en la que
paulatinamente nos vamos introduciendo, es profundamente
“mental” y que la mente humana ha de cobrar un valor
especialísimo como centro de contactos con “fuentes de energía
espiritual y de experiencia humana”, de las que ni siquiera
remotamente somos capaces de sospechar.
Hay, por otra parte, y esto es evidente en la mayoría de las
personas psíquicas, especialmente en los médiums, un fondo de
orgullo y autosuficiencia que acrecienta la confusión y el
peligro en que viven sumergidos. La mayoría se consideran
superiores a los demás cuando analizan sus facultades
psíquicas o mediúmnicas, es decir, las cosas que ven. Los
sonidos que oyen, los guías que les protegen, olvidando -esto
es importante- que nuestros remotos antepasados, más allá de
las fronteras de lo que llamamos prehistoria, poseían ya y
utilizaban estas facultades psíquicas y estos poderes
supernormales (mejor sería, no obstante, calificarles de
anormales) y que los salvajes y los animales domésticos, el
perro, el gato, el caballo, etc., son asimismo psíquicos y que
ven y oyen “cosas” del mundo etérico y del astral inferior que
nosotros, personas civilizadas, no podemos percibir pese al
elevado desarrollo de nuestra inteligencia...
Estas consideraciones deben hacernos pensar. Vistos los
poderes psíquicos tal como los conocemos, es decir, en su
inferior cualidad astral, aparecen desde el ángulo esotérico
de la vida como un fenómeno de regresión, de vuelta al pasado,
pese a la importancia que le asignan los profanos del mundo
oculto y, en general, todas aquellas personas de tipo mental
corriente interesadas en esta clase de comunicaciones. Este
sentido de importancia se centra preferentemente en la actitud
psicológica de autoglorificación de la mayoría de los médiums.
Me pregunto, después de un sinnúmero de observaciones
personales, si hay algún médium del tipo al que nos vamos
refiriendo, que no pretenda estar guiado o protegido por
alguna insigne personalidad del pasado o de altísima
valoración religiosa, como el Maestro Jesús, la Virgen María,
Santa Teresa, San Pablo, Sócrates, etc. Conozco a un señor que
pretende estar en comunicación constante y directa con
Napoleón Bonaparte... Como enormes campanas vacías y sin
resonancia alguna, tienen que citar nombres muy importantes
para que el vulgo les dedique su admirada atención. La
humildad, esta perla preciosa de la virtud espiritual, brilla
por su ausencia en la personalidad de estos médiums que
generalmente se autodefinen como transmisores de la voluntad
divina. En realidad, son personas que viven más en el pasado
que en el presente. Su manifiesta inadaptación al ritmo mental
dinámico de nuestros tiempos crea en ellas profundas
perturbaciones psíquicas y alteraciones físico-orgánicas de
orden sensible y, tal como he dicho anteriormente, son “un
verdadero problema social”, un peso muerto que impide la
elevación de un sinnúmero de almas.
Indudablemente existen verdaderos médiums, nunca he negado
esta contingencia. Existen muchas personas de buena fe dotadas
psíquicamente para recibir y transmitir mensajes y
comunicaciones del “mundo astral”, noten que decimos “mundo
astral”. Quisiera significar, una vez más, que para poder
establecer relación y contacto con un verdadero SER superior,
ya sea un poderoso Deva o un alto Iniciado del mundo
espiritual, se precisa una elevada capacitación mental,
entendiendo por ello no una mente muy sobrecargada de
conocimientos, sino muy sencilla y amante de la síntesis, así
como una exquisita educación interna y un elevado y recto
propósito de vida. Deberé decir y repetir muchas veces que el
verdadero “Hombre Espiritual”, Dios en nosotros, o esta divina
Entidad que llamamos Alma o Yo superior, sólo puede ser
positivamente contactada a través de la mente y no a través
del cuerpo de los deseos y de las emociones. La mente
plenamente ejercitada y exquisitamente vulnerable es el
“único” instrumento de comunicación con los Seres superiores
de la humanidad, previamente la consciente relación con el Yo
superior y el debido enfoque interno.
En el caso citado anteriormente sobre mi experiencia psíquica,
hay una explicación muy lógica de este tipo. Por ejemplo, el
profundo sentimiento de compasión que se adueñó de mí al ver
el comportamiento brutal del labrador para con los pajarillos,
creó dentro de mi ser personal una línea de ascensión que me
conectó directamente con mi Yo superior. Desde allí recibí más
tarde, durante el sueño, el poder necesario para densificar lo
suficientemente mi cuerpo etérico para poder realizar aquello
que mi mente había sutilmente proyectado, es decir, la
liberación de los pájaros de reclamo, la destrucción de las
jaulas, etc. Otra versión pudiera ser, fundándonos siempre en
el profundo sentimiento de compasión -un poder realmente
extraordinario que está en la base de las facultades psíquicas
superiores, (la resurrección de Lázaro, la cura de los
leprosos, etc.), la de la invocación de un Deva de gran poder
espiritual, que aprovechando las energías que estaba yo
liberando con mi profundo sentimiento de piedad, pudo
“movilizar” a un cierto número de elementales a sus órdenes y
produjo aquellos hechos que anteriormente les he relatado. Si
tal fuese el caso “yo me hallaba en aquellos momentos en que
se producían los hechos, simplemente observando la actividad
dirigida de aquellas criaturas de los elementos por la
intercesión del Deva, aunque en mi “sueño” pareciera que era
yo quien producía aquellos concretos resultados.
Tengo que hacer frente -como he dicho en varias ocasiones- a
una gran responsabilidad, la de presentar honradamente, y de
la manera más clara y convincente, las implicaciones de la
afirmación “soy un discípulo”.
Los trabajos serán tanto mejor comprendidos, pese a la
claridad que trato de imprimirles, cuando con más sentido
mental fuesen leídos y considerados. El sincero deseo de hacer
partícipes a los demás de algo que considero de verdadero
valor espiritual, debiera encontrar asimismo en el lector una
resonancia espiritual recíproca. Es por esta causa que trato
de penetrar muy profundamente en todos los casos y problemas
que someto a consideración.
Cuando un médium llega a la conclusión de que es guiado o
dirigido por un Ser superior, y para el médium cuantos tratan
de comunicar mensajes a través de sí pertenecen a esta
categoría, caen en la falsa idea de que todo se halla ya
resuelto en su vida y que únicamente deben limitarse a
transmitir mensajes, impartir consejos o curar enfermedades.
Al iniciar este proceso de comunicación astral, que es la
mayoría de las veces de “actitudes personales dirigidas” por
muy eficaces que puedan parecer a simple vista, ha quedado
espiritualmente estancada la vida del médium. Ha dejado de
ascender por las gloriosas rutas de la singularidad individual
que marcan el proceso de la autoconciencia y caído en la
limitada condición de simple vehículo de un propósito ajeno.
Con ello pierde de vista una gran oportunidad de vida
realmente espiritual. La trama etérica, a que anteriormente
nos hemos referido y que protege su vida psíquica y física, se
rasga en uno o varios puntos de su delicado tejido y por allí
se escapa -simbólicamente hablando- el poder que confiere la
visión directa y sin intermediarios de la realidad interna.
Ruego mediten muy impersonalmente estas últimas palabras, por
favor.
No es lo mismo, debemos decirlo y repetirlo hasta la saciedad,
“vida espiritual” y “vida psíquica”. Hay un tremendo abismo
entre ambos conceptos, un abismo de miles de años, exactamente
el que separa en el tiempo a la civilización potentemente
astral de los atlantes, de la civilización altamente mental,
técnica y especializada de la raza aria de nuestros días. No
es evidentemente el mismo el nivel en que se produce “la
comunicación astral”, ya sea clarividente, clariaudiente o
mediunímica de los psíquicos corrientes, efectuada a través
del plexo solar, cerebro instintivo que utiliza el reino
animal en evolución y que está siendo rápidamente trascendido
por el hombre pensante, que aquel nivel, aquel punto sagrado
dentro del cerebro humano que la ciencia denomina “glándula
pineal” y a través del cual los aspirantes espirituales
avanzados y los discípulos establecen contacto con su Alma,
con su verdadero Yo divino. Esta es, la sede espiritual de lo
que podríamos con justicia denominar verdadera “mediumnidad”;
aquí en este lugar o retiro sagrado el hombre no recibe
mensajes ajenos, sino únicamente la guía e inspiración de su
Alma. Hay que darse cuenta de la absoluta diferencia de ambos
centros de comunicación y de lo que hay que entender por
MEDIUMNIDAD en el sentido verdadero espiritual. Desde este
centro inmaculado el tiempo y el sostenido propósito interno
trabajan armoniosamente para la redención del hombre y de la
raza entera.
Algunas experiencias retrospectivas realizadas en el Ashrama
bajo la directa supervisión del Maestro nos demostraron la
realidad de cuanto hasta aquí he venido diciendo sobre el tema
del psiquismo. Remontándonos por las rutas retrospectivas del
tiempo hasta la época atlante, era curioso observar cómo los
métodos de comunicación con el plano astral eran idénticos con
los que todavía hoy, después de algunos millones de años,
practican los médiums y personas psíquicas de nuestros días.
En general, el hombre corriente es todavía muy astral, muy
psíquico, muy atlante podríamos decir, y sin que se aperciba
de ello está practicando todavía muchos de los sistemas de
contacto astral que deberían haberse perdido en lo que a
civilización superior se refiere, en la lejanía de los tiempos
o enterrada bajo el polvo piadoso de los siglos.
Uno de los grandes problemas que enfrenta la Jerarquía
planetaria y que debiera afrontar resueltamente la humanidad
inteligente de nuestros días, es el problema del psiquismo,
limitado y mal orientado que constituye, debo repetirlo
nuevamente, “un verdadero problema social” por el enorme
porcentaje de energía astral que promueve y por los obstáculos
que opone al ritmo mental moderno que propicia la Nueva Era
con sus infinitas oportunidades de redención del género
humano. No he tenido intención alguna de herir
susceptibilidades de aquellas personas que poseen facultades
psíquicas, sino más bien un enorme y fraternal deseo de
inspirar por la buena voluntad y con el testimonio de ciertos
hechos, un tipo muy importante de solución para algunos de los
grandes, profundos y decisivos problemas de nuestros días.
La cualidad altamente emotiva de la raza atlante, el
intensísimo deseo creador de situaciones, el afán desmedido de
poder, los profundos arrebatos emocionales, que originaban
potentes tensiones, y la presencia de ciertas condiciones
astrológicas que favorecían en extremo el desarrollo de las
facultades psíquicas inferiores, modelaron un tipo humano
capaz de vivir simultáneamente en el mundo físico y en el
mundo astral inferior. La comunicación mediúmnica, la visión
astral, el poder de materializar por la fuerza del deseo los
elementos etéreos circundantes (las fuerzas elementarias de la
Naturaleza) y el desdoblamiento sin esfuerzo, aunque sin
control, eran características de la raza atlante
[los Iniciados, Guías y Conductores de la raza atlante, no
eran evidentemente astrales, ni estaban condicionados por la
gran ola de psiquismo desbordante. Eran Miembros de la Gran
Logia Blanca del Planeta y después del cataclismo atlante,
“salvados milagrosamente del Diluvio”, llevaron nuevamente la
antorcha viva de la evolución, del Plan y del progreso
espiritual a otras regiones del Planeta; Egipto, Asia,
Grecia...]
lo mismo que el proceso analítico del
pensamiento es una característica de la raza aria de nuestros
días. Los más sagaces y audaces, los más astutos y más
poderosamente predispuestos se convirtieron pronto en “magos
negros”. Manejaban extraordinario poder que se acrecentaba con
el concurso de sus seguidores, ávidos como ellos de conquistas
materiales, que utilizaban para favorecer el crecimiento de
una personalidad que fuese capaz de “vivir en lo eterno sin
dejar sus conquistas temporales”.
[Esta es una característica propia del Mago Negro, que pese a
la extraordinaria inteligencia que despliega en el orden
concreto, o material de la vida, es incapaz de comprender el
significado esencial de los valores permanentes, que le son
prácticamente inaccesibles. De ahí, afortunadamente para la
evolución planetaria, lo efímero de sus éxitos en el
desarrollo del mal organizado y el terrible Karma final que le
aguarda, una vez la rueda infinita de los ciclos temporales
haya agotado todo residuo de mal en el corazón del hombre.]
Este fue el gran error atlante en casi su
totalidad, puesto que el punto medio, el alma inteligente, el
poder coordinador espiritual no pudo manifestarse y el peso
del “mal organizado” invocado de fuentes cósmicas por la
práctica de un saber ciego e irreflexivo, condujo al mundo
entero a una situación de tensión y de peligro de la cual
nuestra mente no puede darse una exacta y clara idea. Basta
decir solamente que esta tensión planetaria, provocando
ondulaciones negativas en el aura de la tierra, rebasó el
“círculo-no-se-pasa” de la misma y “alertó” a las “Huestes de
la luz”, a los Servidores del Bien Cósmico, a Jerarquías más
allá de la Jerarquía Blanca de nuestro planeta. Se nos dice
ocultamente que hubo un Concilio “extraplanetario”, en el que
además de nuestra propia Jerarquía, figuraron Miembros de
otras Jerarquías planetarias de nuestro Sistema Solar, y aún
de este gran Sol Central Espiritual que es la inmaculada Logia
de Sirio. Estas explicaciones, tienen un carácter muy
esotérico y deberán apelar al testimonio de la propia
intuición para reconocerlo y aceptarlo, pero las consecuencias
de tal Concilio en lo que a la historia de la tierra se
refiere, fueron de naturaleza eminentemente drástica,
ateniéndose en todo momento a la ley de armonía y conservación
del conjunto universal. La terrible decisión fue ésta: el
hundimiento del Gran continente de la Atlántida, con todo su
contenido creativo, basado en el desorbitado desarrollo de la
naturaleza astral, la que debía lavar a la raza atlante de “la
herejía de separatividad”, que había ido creando alrededor de
la tierra un aura nefasta de odio, tensión, enfermedad y
muerte.
La Jerarquía Espiritual está siempre atenta al proceso de la
vida evolutiva del planeta en su totalidad, y mira más los
planos o diseños del conjunto, que los pequeños planes o
proyectos humanos que la mayoría de las veces, atentan contra
la idea básica, arquetípica u original del conjunto, que es un
anhelo o voluntad suprema del Creador universal. No hay pues
vacilación alguna en destruir algo que se considere nocivo o
peligroso para el conjunto, lo mismo que un inteligente
cirujano no vacila un sólo momento en amputar un miembro
enfermo cuando éste atenta contra la seguridad del organismo
entero.
La atención de nuestra Jerarquía planetaria, y aún de otras
Jerarquías planetarias y Solares está actualmente, y desde
hace ya varios años, fijamente enfocada sobre la actitud de
los hombres con respecto a ese terrible ingenio que llamamos
“bomba atómica”, dispuesta de nuevo a intervenir drásticamente
y por medio del fuego (característica específica del principio
mental en el hombre), en caso de que la manipulación
inconsciente de aquella poderosa energía nuclear, pudiese
constituir un peligro inmediato para las demás corrientes
evolutivas planetarias o para la evolución natural de otros
planetas del Sistema y aún perturbar el ambiente cósmico de
otros Sistemas Solares.
Cuando uno comprende analíticamente la raíz del proceso
evolutivo tal como se enseña en los Ashramas de la Jerarquía y
puede, aunque sea con carácter circunstancial, desgarrar el
velo del tiempo y contemplar cierta extensión del pasado
histórico de la raza o las inmensas perspectivas del futuro,
se da cuenta exacta del peligro siempre latente en las ocultas
raíces de la conciencia humana y “cambia drásticamente de
actitud respecto a formas de vida gastadas o cristalizadas y a
todas aquellas condiciones ambientales indeseables creadas y
fomentadas por la inexperiencia de los seres humanos.
El psiquismo inferior es como “una pequeña bomba atómica”, en
el sentido de que destruye los aspectos creadores del ser
humano. Vista desde el ángulo oculto, la experiencia humana
sobre el psiquismo inferior o astral aparece como una
corriente de agua sulfurosa, hirviente, que se va adueñando de
los centros etéricos, situados bajo el diafragma, produciendo
a su paso desgarros en la delicada trama etérica de protección
de los mismos y determinando tensiones psicológicas y
enfermedades incurables. No es aquel fuego eléctrico, de
potentísimo y claro fulgor que inunda los centros etéricos,
singularmente los que se hallan situados por encima del
diafragma, de unos vivísimos colores de belleza
indescriptible, tal como puede ser observado en el cuerpo
etérico y en los chakras de una persona altamente mental,
positivamente controlada y henchida de aspiraciones
espirituales.
En esta difícil era de transición que vivimos, en la que
Piscis - simbólicamente hablando- está en el proceso de dar a
luz a Acuario, las personas que a estas actividades se
dedican, vistas desde el plano espiritual, constituyen como
frenos o impedimentos al nacimiento natural y normal de la
Nueva Era, más sensible, más sutil y por lo tanto más delicada
que la anterior. Hay ya bastante dolor y dificultades en el
mundo, con los segregados por las pasiones naturales de los
seres humanos y por la espantosa lucha de los elementos, en el
interior de esta entidad que los esotéricos llaman “Anima
Mundí” o alma de la naturaleza y este dolor y estas
dificultades se acentúan y agudizan en todo período de
transición. Agreguemos a estas acciones que retardan el
advenimiento de la Nueva Era, los riesgos y peligros de la
potente resistencia ofrecida por los valores morales y
sociales del viejo orden que aferrándose a las arcaicas
prerrogativas del pasado se resisten a morir, ignorando que
ello significa “renacer a una vida superior”.
Desde el ángulo de apreciación mental de lo que llamamos
“investigación esotérica”, y aquí el énfasis va hacia el
hemisferio causal de la vida del hombre, hay que negar muchas
de estas ilusiones psíquicas y desdeñar a veces experiencias
que a pesar de tener un cierto valor como prueba de la
existencia de “unos universos paralelos” o de ciertas
dimensiones superiores a las del mundo físico, nos privan sin
embargo de la inmensa dicha de apreciar el alto valor de la
experiencia espiritual de “continuidad” que caracteriza a la
vida del hombre, como reflejo fiel en tiempo y espacio de la
vida divina. “Las Facultades psíquicas” jamás deberían ser
pretendidas para darle al mundo una prueba de evolución
espiritual - lo cual no siempre es cierto- o para deleitar el
ánimo personal más predispuesto a gozar de los efectos que de
las propias causas. Las facultades psíquicas, a igual que las
flores de las plantas y los frutos de los árboles, deben
surgir espontáneamente, sin cuidado alguno por parte del
aspirante, por el sólo hecho de vivir correctamente y de
emplear la buena voluntad en todas sus acciones. El aspirante
espiritual del mundo moderno es, ante todo, un investigador
científico de los hechos; esto equivale a decir que se mueve
progresivamente en el nivel mental, siendo cada vez más
consciente de las energías y fuerzas que actúan sobre la vida
organizada de la humanidad y sobre cada uno de los niveles o
planos en los que él debe actuar en su calidad de servidor
consciente.
También muchas veces, ciertas condiciones de origen kármico
por necesidad de desarrollar determinadas cualidades internas,
pueden borrar circunstancialmente de la vida del discípulo
espiritual y aun del Iniciado ciertas facultades psíquicas,
sin que la vida interna se resienta en lo más mínimo y sin que
en ningún momento cesen de florecer los lotos sagrados de la
misma. Algo no hay que olvidar nunca, mayormente si se quiere
hollar con seguridad el Sendero: es que la facultad psíquica
nunca producirá por sí misma aquel sentimiento de paz e
integridad, testimonio vivo de verdadero desarrollo espiritual
que brota de las fuentes búdicas.
Facultades psíquicas superiores
Las facultades psíquicas superiores son de tipo
mental-espiritual y se desarrollan con el ejercicio de la
discriminación, el discernimiento, la meditación oculta, el
control de los deseos y de las emociones, el amor por la
síntesis y el , de coparticipación, de creciente afecto por
los demás. Son ellas las facultades naturales de la Nueva Era
en el hombre; la intuición espiritual, la telepatía, la
clarividencia mental consciente, la facultad de ver en el
registro akásico de los hechos, los Planes o Designios del
Logos planetario, el desdoblamiento a voluntad con fines de
servicio, la continuidad de conciencia “dentro y fuera” del
cuerpo, el desarrollo progresivo del sentimiento de Compasión
que ha creado a través de la historia de la Raza a los Grandes
Taumaturgos y el elevado aspecto mental de Síntesis, que
embellecerá la vida con unas corrientes de energía de extrema
sutilidad que dará vida a un Arte y a una técnica suprema de
contacto con los reinos sutiles e invisibles de la Naturaleza,
produciendo aspectos de luz, color y sonido que nuestra más
elevada y exaltada facultad imaginativa es todavía incapaz de
visualizar y darle forma.
Sin caer en exageraciones, y mirando todas estas cosas desde
el ángulo esotérico, podría decirse que consciente o
inconscientemente muchos psíquicos de nuestro mundo actual
están “jugando a la magia negra”, reviviendo en sus vidas
muchos de los vicios atlantes y retardando con su actitud la
aurora del Nuevo Día que tiene que venir. Si se dieran cuenta
de que su forma de proceder, unida a la forma de proceder
análoga de otros muchos, está creando en la Naturaleza que le
rodea y en sus particulares ambientes un clima de muerte, de
descomposición y de temor, en vez de fresca esperanza hacia el
futuro, quizá revisarían profundamente sus actitudes. Podemos
decirles que están vitalizando constantemente sus cuerpos
lunares inferiores, impidiendo con ello “el normal y natural
proceso de descomposición de nuestro Satélite, la Luna”, cuyas
Jerarquías Creadoras, los PITRIS, que nos dotaron de nuestros
cuerpos inferiores, el físico y el astral, es decir, toda
nuestra naturaleza instintiva, lo abandonaron hace millones de
años, una vez cumplida su misión principal de preparar el
tabernáculo, o cuerpo personal, que un día debería ocupar el
Ángel Solar, el Yo divino en el hombre. Por paradójico que
parezca, algo muy similar se opera en las sesiones
espiritistas cuando se vitaliza, contraviniendo todas las
leyes de la libertad espiritual, el cuerpo etérico de los
difuntos e impidiendo que un ser humano fallecido pueda
penetrar en el Devachán, por esta invocación constante de sus
deudos, amigos y médiums sin control espiritual que, sin darse
cuenta, están impidiendo asimismo que los cuerpos inferiores
de los muertos accedan a su normal y natural proceso de
descomposición.
Por cuanto les hemos venido diciendo, toda persona inteligente
y de buen criterio llegará a ciertas positivas conclusiones si
se da cuenta hasta qué punto está colaborando con su actitud
altamente pasiva, con respecto a la actividad psíquica
inferior, al retraso cósmico que representa retardar la caída
del maná espiritual, aquel alimento solar que nutre el cuerpo
de los Dioses y que está presente en toda vida y
acontecimiento planetario. Este alimento “solar”, base del
correcto psiquismo, está actualmente, y desde hace ya muchos
siglos, a nuestro alcance; son las facultades del Alma, su
inmensa bendición de servicio y sacrificio, su infinito deseo
de conducir al hombre a su verdadera Morada, al sagrado Lugar
en donde la vida se expresa como paz, fraternidad; armonía,
equilibrio… seguridad absoluta en relación con las leyes que
rigen el tiempo y las cosas que en el tiempo hallan su razón
de ser.
Son los poderes naturales que nacen del contacto con el Alma
divina, y nada tienen que ver con las apetencias de la pequeña
personalidad en los tres mundos, apegada siempre al fluir
incesante de lo ilusorio, el vago placer de lo efímero,
encadenada constantemente al vano oficio de tejer y destejer
recuerdos e ilusiones ... Pero estas facultades se expresarán
noble y adecuadamente a través de esta pequeña personalidad,
cuando dejando de identificarse con sus pequeñas creaciones y
autodeterminándose en un potente esfuerzo de voluntad, sepa
amoldarse a la Voluntad de Aquel que es su vida y la raíz de
todas sus existencias y aprenda el valor de lo inmediato, de
lo cósmico, por primera vez a su alcance después de siglos de
separatividad, soledad, tristeza y agonía. Tal es la fértil
promesa de Acuario, llevando implícita la Voluntad y el Amor
de “Aquel que retorna al Mundo”, después de un inmenso período
de Soledad espiritual, para llevarles a los hombres, una vez
más, el testimonio vivo de los Misterios espirituales que
“edad tras edad” dignifican la Raza y promueven en los
infinitos recodos de las conciencias el Aliento divino que
contiene la Gracia Santificante.
En lo que a la personalidad humana se refiere, el desarrollo
de las facultades psíquicas superiores puede ser equiparado a
la imagen de la Luna durante el período de plenilunio, en el
que la potencia del Sol la cubre e ilumina completamente. Y
tal es realmente el caso. Las facultades psíquicas superiores
son en realidad “facultades solares”, puesto que ocultamente
dimanan del aspecto subjetivo o espiritual del Sol. Existen
por sí mismas, no son un reflejo como lo son las facultades
psíquicas inferiores; están por lo tanto más allá de la vida y
de la muerte de la personalidad. Nada tienen que ver, por
tanto, con la Luna, con aquel astro que un día fue esplendente
sede de la vida, pero que ahora está ya muerto, sujeto a la
inexorable ley de descomposición del tiempo. Pero, de la misma
manera que el Alma tiene una personalidad donde reflejarse,
donde reflejar su gloria, así el Sol, Gloria suprema en lo
oculto, aprovecha todavía la Luna, como un espejo para
reflejar sobre la humanidad aquellos poderes latentes que
están más allá y por encima de la muerte y de todos aquellos
elementos dentro de la Naturaleza que producen caos, confusión
y temor. Esto parecerá extraño o sin sentido a muchos, pero
les aconsejaríamos que reflexionaran acerca de las virtudes
esenciales de la Luna, un astro virtualmente muerto, durante
el período de la luna llena, en lo que a “vida existencial” se
refiere. Existen en estos conceptos verdades que aun
pareciendo misteriosas o novelescas, contienen sin embargo
muchas de las claves que han de ordenar el proceso expansivo y
fecundo de la Nueva Era. Podemos decir que estos conceptos se
ajustan íntegramente a las enseñanzas que normalmente se
imparten en todas las verdaderas escuelas esotéricas u ocultas
del mundo, y aun en los Ashramas de la Jerarquía,
singularmente en momentos de grandes crisis de “necesidad
planetaria”.
En las meditaciones grupales de la Jerarquía, en los grandes
contactos planetarios con energías más allá de nuestro confín
solar (como en el caso del Festival de Wesak), en los
contactos especiales entre los discípulos del mundo con sus
respectivos Maestros y en toda obra mágica cuyos fines
reconocidos sean el contacto con la Voluntad de Bien que rige
el Universo, se toma como punto de enfoque y referencia vital
el momento cíclico de la Luna Llena. No hay que olvidar nunca,
cuando se hable de facultades psíquicas de orden trascendente,
que todo contacto de naturaleza espiritual en orden a estas
facultades debe realizarse cuando existe una perfecta
conjunción Sol-Luna, esotéricamente hablando, pues todo
verdadero discípulo sabe que los cuerpos de su personalidad,
lo que denominamos vehículos inferiores, están regidos todavía
por los Pitris lunares, en tanto que los que se centran en el
Alma o Yo superior del hombre (la Tríada espiritual) son la
sede de las facultades psíquicas superiores que vienen regidos
directamente por el Oculto Sol Espiritual, velado, tal cómo se
dice en el sublime canto del Gayatri, “tras un disco de luz
dorada” (el Sol físico). No estamos jugando con palabras;
tratamos de explicar una verdad que, pese a sus dificultades
de asimilación por la mente concreta del hombre, constituye el
nervio vivo de aquello que es la esencia de toda posible
evolución universal, la conciencia de dualidad existente en
todas las cosas, en todos los seres vivos, en el proceso,
mismo de expansión del Cosmos absoluto.
Los aspirantes espirituales del mundo se sentirán cada vez más
inclinados a dedicarle una profunda atención al misterio
espiritual que se produce durante la fase de luna llena y
comprenderán progresivamente cómo las energías solares
disponibles en aquellos mágicos intervalos del tiempo pueden
ser aprovechadas para elevar la sintonía espiritual de sus
vidas. El momento de plenilunio, lo mismo que toda fase
periódica en la vida cíclica del planeta, como son por ejemplo
los solsticios y los equinoccios, regidos por constelaciones
zodiacales y, en menor grado, las auroras y los crepúsculos
que equilibran el día y la noche planetaria, así como los más
humildes tatwas”, cuya duración puede medirse por segundos,
deberán ser estudiadas cada vez con más profunda e interesada
atención por parte de los aspirantes modernos, pues el orden
cíclico a que están sujetas todas estas fases son el
testimonio de una Voluntad, de un Poder y de un Designio
divino con el cual todos, sin distinción, podemos establecer
contacto conscientemente.
Los Sonidos Creadores de la Naturaleza
El Canto del silencio
El máximo secreto de la Naturaleza se halla contenido en el
valor esencial del sonido. Cuando éste “rasga los éteres y los
pone incandescentes, está cimentando la base de la Creación
Universal”. Esta frase tiene un valor singularmente esotérico
y la hemos sacado del “Libro de los Iniciados”.
Como en los trabajos se hacen frecuentes alusiones a este
libro, diremos que se trata del Libro de la Experiencia de las
Edades, cuyo contenido se halla expresado en forma de máximas,
símbolos, axiomas y cantos, y sólo el iniciado puede leer,
comprender y asimilar, para disponer de todo el conocimiento
adquirido por la humanidad a través de las edades, y de
ciertas claves para el futuro.
Al hacer referencia a este libro, no nos guía afán ni
pretensión de crear una jerarquía de conocimiento, sino
despertar y avivar la fe de muchos seres humanos, para
descubrir en sí mismos y a través del corazón, donde el
conocimiento de las cosas se halla reflejado, esta esencia de
sabiduría que el Libro revela. Si comprenden perfectamente
algunos de los comentarios superiores o intuitivos de este
Libro, será ésta una prueba evidente de que están adquiriendo,
como iniciados en latencia, el derecho de leerlo y utilizarlo.
En la frase “rasgar los éteres y ponerlos en incandescencia,
como base futura del Fuego promotor de la vida del Universo”,
refiérese al sonido en el sentido de fricción, sin lo cual no
existirían la luz y el calor que condensando los éteres
constituyen la sustancia universal.
El Sonido, Verbo o Palabra, es la Voz de Dios, es la expresión
de Su Voluntad Creadora de Ser y de Realizar; se halla, pues,
en la base de toda forma y de todo concepto vivo o expresivo
de la Creación.
El canto del silencio que oye el iniciado cuando se halla
serenamente escuchando, aguzando el oído interno para poder
oír la Voz de Dios, es el principal trabajo de reagrupación de
energías que debe realizar como motivo principal de su vida.
Este oír constantemente los múltiples sonidos de la
Naturaleza, esa atención suprema a cada una de las pequeñas
voces, que cada uno de los reinos de la Naturaleza eleva al
Creador a través de todas y cada una de sus criaturas
vivientes, es el principio mismo de la Magia, en su acepción
esotérica o ashrámica, es el proceso infinito que va “del
escuchar atento dentro del corazón el sonido inaudible, pero
interiormente perceptible de los propósitos creadores
subyacentes en cada reino de la naturaleza, y de reproducirlos
después conscientemente a través del cuerpo mental”. Este
escuchar serenamente dentro del corazón motivo esencial o
propósito de vida de cada ser viviente, incluido el que se
eleva del indescriptible mundo de los átomos, y reproducirlo
con fidelidad a través del poder de la mente es magia pura,
espíritu creador, conciencia de
síntesis.
Lógico es que en el Ashrama se le asigne tanta importancia a
la práctica “consciente” del silencio, a este aguzar constante
de los oídos internos para oír el canto supremo de la
creación, pues sólo de esta manera se podrá reproducir más
adelante el “canto o sonido de cada cosa”, como ciencia
suprema de invocación del poder que cada cosa tiene en el
lugar que el Creador la ha situado. Un milagro del orden que
sea, siempre puede ser explicado a través del misterio de la
invocación, es decir, del poder que tiene el iniciado sobre
cada uno de los elementos vivos de la Naturaleza, es decir,
sobre cada una de las criaturas que viven en el seno de la
tierra, dentro del agua, en el aire, o en el interior del
mismo fuego. La invocación es siempre un intento de
“materializar” por el poder del sonido a que responde cada
reino de la Naturaleza, las fuerzas latentes en todos los
elementos de las cosas y de los seres creados. Esto puede
parecer muy difícil de comprender, pero los que se han
adiestrado mucho en el silencio y a través del silencio han
aprendido a reproducir el canto de cada cosa, saben por
experiencia que al reproducir mental o físicamente este canto
producen la invocación o “materialización objetiva” de la
criatura o de la cosa que lo ha emitido. En estas últimas
palabras tienen un indicio del alto secreto de la Magia, se
trate de la teurgia que emplean los Magos blancos o la goecía
de los Magos negros que en sus distintas gradaciones o
jerarquías producen a voluntad hechos y situaciones, por
invocación y materialización de los seres vivientes que
habitan en los reinos invisibles de la Naturaleza.
El estudio de la Magia, analizada desde este punto de vista,
es realmente aleccionador y profundamente sugestivo. De ahí
que en las verdaderas escuelas esotéricas se le asigne a la
ciencia de la invocación y de la evocación una importancia
fundamental. En cierta ocasión, hablando acerca de los
misterios implícitos en el Fuego, dijimos que “contemplar es
reproducir por afinidad o semejanza las cosas que existen en
la naturaleza”. Estas palabras encierran también el secreto de
la Magia.
Al escuchar, profundamente expectantes y silenciosamente
recogidos, el aliento subjetivo o propósito de unidad, que
subyace en el corazón de toda cosa o ser viviente, estamos
aprendiendo la primera lección de Magia, aunque no nos demos
cuenta de ello. Más adelante, el día menos pensado y sin
posible explicación para nosotros, reproducimos sin querer, o
inconscientemente, algunas de estas voces o de estos cantos de
la Naturaleza y “materializamos” a los seres que los emiten,
los cuales se sienten llamados o invocados. La primera
experiencia es de pasmo, maravilla o temor, después nos
acostumbramos a estas cosas o a estas visiones, hasta que
finalmente, y por la práctica inteligente, adquirimos el poder
y la capacidad de seleccionar los cantos o las voces, es
decir, buscamos en el orden de la Naturaleza a la criatura más
adecuada para producir un hecho objetivo o particular, el que
debe crear a nuestro alrededor un aura positiva de armonía.
Por la práctica hemos aprendido ciertas técnicas de invocación
con respecto al OM sagrado, al que nos referiremos más
adelante, que nos han hecho conscientes de ciertas claves de
armonía de la que participan ciertas fuerzas bienhechoras del
ambiente, singularmente dévicas, que utilizamos en las
meditaciones espirituales de grupo. Se trata de una técnica
definida de contacto consciente con estas fuerzas subjetivas
de la Naturaleza, que rigen la evolución de los “tattwas” o
corrientes eléctricas de expresión cíclica. Idéntica técnica,
pero realizada por elevadas Entidades planetarias, sirve de
invocación a “corrientes especiales” de ordenación cíclica,
como aquellas fuerzas liberadas en los solsticios y en los
equinoccio s o de algún otro planeta específico con el que se
quiere entrar en contacto.
Como podrán apreciar, la Magia es un secreto implícito en la
Iniciación en su aspecto de Invocación, y es utilizada por
todos los seres, desde el ser humano que empieza a pensar y a
aguzar sus pequeños oídos internos, hasta el más exaltado Ser
planetario, universal o cósmico. Aplicamos como siempre la ley
de analogía hermética.
Nuestro interés es sacar conclusiones prácticas de estas
ideas, que si bien parecen extrañas o misteriosas, son cosas
que ocurren constantemente a nuestro alrededor, hasta el
extremo que el conocimiento de las mismas puede alterar,
modificar y hasta destruir las bases kármicas donde se asienta
nuestra existencia humana. He aquí otra idea que nos parece
digna de la máxima atención, por parte del aspirante
espiritual, como base de futuras interpretaciones acerca del
misterio esencial de la vida y del poder de controlar el
ambiente y las circunstancias en que vivimos, para poder
preparar el karma más conveniente y menos doloroso para el
futuro. De no ser así, el sólo hecho de predicar ideas o de
emitir hipótesis sería una cosa vana; sólo la continuidad de
una serie de elementos erróneos que ofuscan la mente en lugar
de aclararla.
Pero al decir que consciente o inconscientemente estamos
practicando la magia, nos atenemos a una verdad esotérica con
respecto a las leyes del sonido, pues todos, sin distinción,
emitimos voces y sonidos y, por lo tanto, estamos
constantemente invocando mental, emocional o físicamente a las
criaturas invisibles que pueblan los éteres en donde vivimos
sumergidos. Uno de los dones más preciosos, el de la palabra,
contiene en sí el poder infinito de la magia. De ahí la
reticencia del iniciado, que sólo habla cuando DEBE y no
cuando PUEDE, muy al contrario de los seres humanos corrientes
y aun de muchos aspirantes espirituales que hablan cuando
pueden y no cuando deben, decir, sin ton ni son, sin propósito
definido y sin conocimiento alguno de las leyes de oportunidad
que nacen del consciente empleo de la economía universal.
Cuando se entra en la gran corriente de vida espiritual que
lleva a la iniciación, son cada vez menos las palabras que
fluyen por la boca, menos los pensamientos que invaden la
mente y menos los deseos que perturban el corazón. El hombre
espiritual se auto-define por el silencio y la parquedad de
sus argumentos y, si es preciso hablar, por lo atinado y
oportuno de sus comentarios.
La magia de las palabras crea el verdadero soporte del karma
humano, que será bueno o malo, según las palabras que surgen
del corazón y hablan a través de la boca, pues si nos atenemos
al misterio infinito que evidenciamos cada vez que abrimos la
boca para hablar, seremos conscientes del valor de las
palabras de Cristo, cuando decía: “En el día del Juicio os
serán tenidas en cuenta hasta vuestras inútiles palabras”, es
decir, este hablar por hablar, sin propósito definido alguno,
que utilizan la mayoría de las personas que como verdaderos
“boomerangs”, retornan a ellas llevando su fruto de karma. Es
evidente la cualidad altamente nociva de este fruto cuando se
emplea la crítica, la murmuración o la maledicencia. Entonces
este fruto será realmente amargo y contendrá las duras
semillas de la prueba kármica, que sólo serán disueltas o
destruidas cuando el alma del hombre sea capaz de permanecer
en verdadero y sentido silencio.
Una voz, una palabra o un sonido contiene en esencia la
creación. Cuando en los textos bíblicos o en los sagrados
cantos védicos se nos dice que “El Universo es el resultado de
la Palabra o del Verbo divino”, se está refiriendo a la magia
creadora del sonido. La Voz de Dios, rasgando los éteres y
poniéndolos incandescentes, es decir, originando el misterio
del Fuego, crea todo cuanto existe en el Universo “en donde
vivimos, nos movemos y tenemos el ser”.
El Karma de Dios, hasta donde nos es posible comprenderlo,
dependerá, pues, de su propio aliento creador, expresado a
través de la cualidad infinita de su Verbo o de su Palabra. La
voz es el distintivo peculiar del Ser interior, ya se refiera
a la pequeñísima conciencia que alienta en la diminuta esfera
del átomo o a la más exaltada conciencia cósmica. Sólo la
longitud de onda, el poder de rasgadura de los éteres, la
intensidad del Fuego creador y la potencia indescriptible del
Verbo diferencia esta expresión infinita del ser y la
extensión del círculo-no-sepasa, o aura, que se extiende fuera
del mismo y define el marco en el interior del cual se cumple
y desarrolla la ley del karma.
La magia del alma
El ser humano, lo mismo que cualquier ser manifestado,
prescindiendo de su mayor o menor abertura de conciencia, se
define por la Voz. Su vibración particular, la que le sirve de
vehículo del sonido, crea un color especial al rasgar los
éteres, que puede ser percibido por el clarividente entrenado.
Por esta vía cualquier ser humano puede ser seguido en la
evolución del mundo espiritual, por el rastro de luz que deja
tras sí y que convenientemente seguido por el experimentado
observador lo lleva directamente al centro de conciencia, o
alma en evolución. Aun cuando la multiplicidad de voces, o
estados de conciencia, van tejiendo y destejiendo en el éter
multiplicidad de colores, hay un color distintivo especial
invariable que es precisamente el que sirve de referencia
espiritual y que permanece inalterable en el centro de la
incesante movilidad de los colores circunstanciales o pasajes
envolventes. La Voz a la que nos estamos refiriendo es la del
alma humana, y hay mucho para profundizar en este sentido y en
las elevadas consecuencias de su relación con el tiempo y con
el espacio etéreo, en el que tiene su morada el alto secreto
de la Magia.
La voz del Alma, el poder del gran sonido OM que la
caracteriza, es creadora de situaciones permanentes y reside
en ella la capacidad de transformar la vida y destruir el
karma. Esta capacidad inherente al alma, de transformar la
vida en términos de realización, es Magia, el poder de crear a
voluntad las situaciones kármicas, que aparecían como aspectos
fatales e implacables de la Voluntad de Dios respecto a
nosotros, y de conducir la nave de la vida hacia océanos
infinitos de liberación. El Verbo, o Voz del Alma, es el poder
mágico que convenientemente empleado puede destruir dentro de
la conciencia el aliento de todas las voces menores, recuerdos
de otras vidas y apegos a lo inmediato que nos circunda y que
en su mutua y fatal interdependencia crea y origina el
misterio del karma. El llanto de un niño que nace y el
estertor de un moribundo son voces menores que nos hablan de
nuestra relación con el espacio y el tiempo, en tanto que la
Voz del alma, una vez reconocida y conscientemente
pronunciada, nos hará testigos del gran Misterio de. la
eternidad. La magia de la Voz del alma es poderosísima, pues
es un vehículo de la Voluntad de Dios. El secreto del cuarto
reino, o reino humano, reside en el consciente empleo del
Mántram solar OM, de cuyo sonido específico cada alma
participa en la medida justa de sus fuerzas y posibilidades.
Cada reino tiene su propia Voz, su propio distintivo en color
y sonido, y en el descubrimiento de este misterio se halla el
conocimiento de las almas grupales, minerales, vegetales y
animales que en cada reino de la Naturaleza realizan su
evolución. De esta manera el esoterista entrenado, o el
iniciado, pueden seguir fácilmente la historia del planeta con
solo aguzar sus experimentados oídos para escuchar la Voz o
seguir el rastro de luz que cada una de las almas grupales
emite como característica distintiva de su vida en evolución.
Dentro del misterio que oculta cada reino y que se exterioriza
a través de cada una de sus innumerables criaturas, es posible
seguir el rastro de luz y de sonido que emite cada una en
particular y aprender a materializarlas según técnicas
científicas de invocación. Los aspectos de milagro, magia o
prodigio, que pueden producir los esoteristas experimentados
tienen su raíz en dos aspectos científicos muy definidos, que
sin darnos cuenta estamos utilizando a cada instante: el oír y
el hablar. Esta magia que está tan a nuestro alcance origina
situaciones planetarias, pues los hombres como un todo
pronuncian voces y emiten sonidos, que al adueñarse de los
éteres producen el karma de la humanidad. Ya sea en lo
individual o en lo planetario, todo depende de la calidad de
nuestras luces y de nuestros sonidos. A medida que el
individuo va sutilizando sus expresiones de luz y de color se
va acercando al Sonido característico del Alma Solar o
Planetaria, el OM, y aprende a ver la luz que este OM genera
al poner incandescentes los éteres, que lo hacen sensible a la
Vida que rige el conjunto planetario. En esta forma se pone
inteligentemente en relación con Aquel que utiliza el planeta
Tierra como cuerpo de Su expresión, y aprende la técnica
suprema de reproducir en su pequeña vida el OM solar, por el
cual es posible la evolución de los planetas del Universo.
Cada vez que hablamos estamos reproduciendo el misterio solar
de manifestación y colaboramos con nuestra palabra a la
perpetuación de este misterio. Cuando somos conscientes del
valor afirmativo del Verbo, como creador de situaciones
individuales o mundiales, es que podemos medir el alcance de
nuestra responsabilidad planetaria. También se podrá
comprender la reticencia y circunspección del iniciado frente
al misterio de la Palabra y el porqué de sus prolongados
silencios y de su culto a la ley de la oportunidad cíclica, en
la cual todas las palabras deberían ser pronunciadas. Él sabe
del poder y de la responsabilidad de cada una por
insignificante que parezca, y de la relación de ellas con la
voz o sonido de las criaturas invisibles que pueblan los
éteres y que al ser “materializadas” por invocación determinan
las condiciones planetarias. La ampliación de este concepto,
al que haremos nueva referencia en el capítulo dedicado a los
devas, y su cuidadoso estudio, debería hacernos muy
responsables y hacernos conscientes de que la iniciación, con
sus infinitas oportunidades y posibilidades, es un resultado
de emplear cuidadosa e inteligentemente las palabras y de la
capacidad de silencio, en virtud del cual los oídos internos
se abren a la majestuosa sinfonía de Creación.
Siguiendo atentamente el curso de estas ideas, están
entrenándose para los grandes secretos de la magia. Con sólo
responsabilizarse plenamente de cuanto digan o hagan (hacer es
otra forma de decir) y de utilizar palabras correctas en sus
conversaciones, cuidando que cada una de ellas no hiera ni
mortifique a los demás, de ser parcos en sus comentarios,
evitando palabras inútiles y sin sentido, están convirtiéndose
por obra y gracia del Verbo en verdaderos Magos blancos, en
verdaderos teurgos de la buena ley.
Están derrumbando por este sencillo procedimiento, las
estructuras poderosas que sostienen el mal karma planetario,
constituido por cuanto dijeron o hicieron incorrecto todas las
generaciones precedentes.
Nos referimos al OM solar y también al AUM planetario. El
doble OM y el triple AUM son los sonidos que en su mutua y
armoniosa conjunción producen al hombre realizado, al ser
humano perfecto o Maestro de Compasión y de sabiduría.
Cuando nos referimos al Cristo, como Maestro de Maestros, en
su simbólica apreciación espiritual y no simplemente física se
lo ha presentado como una estrella de cinco puntas de un
brillo azulado intensísimo que se proyecta en lo infinito de
los éteres. La estrella de cinco puntas es, desde el punto de
vista de nuestro estudio acerca de la Palabra, Verbo o Sonido,
un resultado de equilibrar el Verbo Solar OM con el triple
sonido AUM, que es una respuesta de los tres reinos inferiores
de la Naturaleza, mineral, vegetal y animal, a la voluntad del
Hombre espiritual o alma, que los utiliza como vehículos de
expresión. También el triple AUM tiene relación con los
vehículos periódicos de la personalidad, que utilizan materia
de cada uno de los reinos para crear unas estructuras
definidas, que servirán de Cáliz, Recipiente o Tabernáculo
para la expresión del verbo.
El OM es un Sonido Solar o Verbo del Alma. Participa a la vez
de la gloria monádica y del sonido o palabra que se eleva de
cada uno de los Reinos. Es un sonido doble que al ser
pronunciado correctamente produce integración de los reinos, o
en una esfera más reducida integración de los vehículos
mental, emocional y físico que utiliza el alma para su
evolución en el tiempo.
Un pequeño diagrama aclarará esto:
OM. Sonido de Relación e Integración. La Voz
del Alma
A. Mundo mental relacionado con el Reino animal.
U. Mundo emocional relacionado con el Reino vegetal.
M. Mundo físico relacionado con el Reino mineral.
La descripción simbólica de Cristo como una
estrella perfecta de cinco puntas indica que Cristo es el
verdadero hombre perfecto o Solar y que el AUM o triple sonido
de la Naturaleza se manifiesta, a través de cada uno de los
cuerpos expresivos del hombre, estando sometidos
armoniosamente a la Voluntad superior del OM sagrado. El
símbolo de esta armonía por la cual el hombre celeste tiene
poder omnipotente sobre sus vehículos y a través de los mismos
sobre cada uno de los reinos de la Naturaleza, lo tenemos en
su más pura expresión en el gran misterio iniciático de la
transfiguración en el Monte Tabor en el que Cristo, radiante
de luz, tiene a sus pies tres discípulos dormidos, sometidos a
Su voluntad superior; ellos simbolizan los tres cuerpos
periódicos de manifestación cíclica que el alma utiliza para
su evolución espiritual.
En este cuadro en que presentamos el Verbo Solar OM como alma
espiritual y al triple sonido AUM como los tres sonidos que se
elevan de cada reino, como un Canto al Padre, está resuelto el
gran Misterio de la Creación Universal que si bien se examina
no es sino una expresión de la Magia suprema de Dios en
relación con la naturaleza entera o Universo solar que le
sirve de vehículo y morada.
Mediante el conocimiento que acaban de obtener, comprenderán
los reiterados y constantes esfuerzos de los Ashramas y de las
auténticas escuelas esotéricas del mundo, para enseñarles a
los aspirantes espirituales, las verdades que les servirán
para guiar sus pasos por el sendero espiritual; armonizar e
integrar sus vehículos inferiores, limpiarlos de todas sus
impurezas o sonidos extraños, para poder oír la nota típica de
cada uno de los reinos de la Naturaleza e integrarlas por el
poder de la mente y la intensidad del propósito interno,
ofreciéndolas humildemente a la Voluntad superior para que
ésta las utilice como fuerzas bienhechoras de la humanidad.
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