No podríamos proseguir este "Diario Secreto" en el cual tanta importancia les
son asignadas a las comunicaciones, sin tratar de penetrar en el sentido más
íntimo y secreto que le es asignado ocultamente al término comunicación.
Ante todo afirmar, que comunicación es relación y es el medio de unificación de
los planetas, de los sistemas solares, de las constelaciones y de las galaxias,
y que todo sistema de relación establecido se verifica a través de los éteres
que constituyen el Espacio en su infinita pluralidad de relaciones. El éter es
el vehículo mediante el cual se transmiten todas las comunicaciones y
relaciones, sean cuales sean su importancia, calidad y sistema vibratorio y la
fuente de donde emanan.
Sin el éter no habría posibilidad alguna de relación ni comunicación. Todo lo
existente estaría sumergido en un sobrecogedor vacío, sin vida, sin conciencia y
sin posibilidad alguna de evolución y realización. De ahí que el Maestro cuando
hace referencia al éter, lo denomina "substancia de creación", ya surja de los
más elevados planos solares o de los más densos e involucionados.
Relacionar el conjunto absoluto existente a través de las distintas e
incomprensibles vibraciones en el éter, es la obra de investigación de los
discípulos de todos los tiempos. En el Aula del Conocimiento se imparten unos
estudios específicos sobre el éter y sobre el misterio de la comunicación,
relacionados con nuestro universo. Estos estudios abarcan extremos tales como:
a. Las comunicaciones establecidas entre un Logos
cósmico y sus siete sistemas solares afiliados, y de estos sistemas solares
entre sí.
b. Las comunicaciones entre el Logos de un sistema solar y los planetas que
forman parte de su equipo kármico.
c. Las comunicaciones entre el Logos de un esquema planetario y los Logos
planetarios de otros esquemas.
d. Las comunicaciones entre los Logos planetarios de los esquemas y sus fuentes
de inspiración cósmica. En nuestro sistema solar estas comunicaciones son
establecidas entre los siete Hombres celestiales o Logos planetarios de nuestro
sistema solar y el Logos regente de una u otra de las siete estrellas o soles
que constituyen la Constelación de las Pléyades.
e. Las comunicaciones entre el Logos planetario y las elevadas Entidades
espirituales del propio esquema que constituyen Su Logia Espiritual.
f. Las comunicaciones entre la Logia espiritual de un mundo con las de otros
mundos, más o menos próximos.
g. Las comunicaciones del centro creador de un planeta con los Reinos, razas y
especies que evolucionan en el mismo, a través de la Gran Fraternidad Blanca o
Logia Espiritual del planeta.
h. Las comunicaciones entre sí de planos, reinos, razas y Especies, a través de
las distintas jerarquías dévicas.
i. Las comunicaciones establecidas por la raza humana con los miembros de la
misma especie, implicando contacto social y evolución de la conciencia.
j. Las comunicaciones establecidas entre los diversos conjuntos atómicos
siguiendo las conocidas leyes de "afinidad química".
Como se comprenderá, la serie de relaciones o
comunicaciones que acabamos de exponer, son sólo un débil bosquejo de la
increíble serie de relaciones establecidas a través del éter con todo cuanto
tenga una vida, una conciencia y una forma.
En el Ashram y en el curso de entrenamiento espiritual a que estamos sujetos los
discípulos en el Aula del Conocimiento, se nos habla de otras comunicaciones más
íntimas que tienen que ver con nuestra propia situación en el Ashram y tienen
carácter iniciático.
a. La relación Maestro - discípulo.
b. La relación entre sí de los discípulos de un Ashram.
c. La relación de un discípulo con un grupo de aspirantes espirituales,
constituyendo un grupo esotérico externo.
Las dos primeras relaciones se verifican a través
de la facultad telepática; la tercera por medio del discernimiento del
discípulo.
El desarrollo de la facultad telepática es una tarea de muchos años de control
de la mente y de la entera sumisión del contenido pasional a la voluntad del
discípulo. Adviene después un largo período de ajuste del cerebro físico al
control de la mente. Finalmente, la mente se hace potentemente dinámica, y el
cerebro del discípulo se convierte en un fiel depositario del secreto
telepático.
Podríamos decir que el desarrollo de la facultad telepática se inicia con las
prácticas del Raja Yoga, mediante la creación del Antakarana, la línea de luz o
de fuego que une las dos orillas de la separatividad humana, la mente concreta o
inferior con la mente superior o abstracta. El proceso de construcción del
Antakarana trae como consecuencia:
a. Discernimiento.
b. Control mental.
c. Sumisión
del vehículo pasional
a la mente cualificada del discípulo.
En estas tres etapas, la facultad telepática se
ha desarrollado hasta cierto punto, pero a medida que ha ido creándose el
Antakarana, las células del cerebro acusan el paso del impulso ígneo, volviendo
incandescentes las células que obstruían el camino entre el centro Ajna y el
Centro coronario, entre la glándula pituitaria y la glándula pineal, originando
un gran sufrimiento en las áreas cerebrales del discípulo.
Puedo atestiguar de este hecho y aseverar que cuando atravesaba esta fase en el
sistema de entrenamiento establecido, el dolor en el interior de la cabeza era
insoportable y a veces causaba la sensación de que iba a estallar. "Esto sucede
-me dijo el Maestro un día- por la potencia de tu propósito espiritual y
el ritmo potente que imprimes a tu vehículo mental. Es un proceso doloroso que
puedes suspender cuando lo desees, dejando de presionar tan potentemente tu
vehículo mental, un proceso que, si bien muy doloroso no constituye sin embargo
un peligro para tu estabilidad física". Naturalmente, y alentado por las
palabras del Maestro, continué operando sobre la mente y sobre el cerebro
físico, hasta que de improviso sentí un día la mente tan vacía, tan serena y tan
ligera que no podía creerlo. Había terminado de construir el puente de fuego del
Antakarana y empezaba para mí una nueva etapa de entrenamiento que iba a
depararme la oportunidad de hacer de mi mente un cobijo de la intuición y de la
facultad telepática.
Una vez terminado el puente, el discípulo
siente intuitivamente
la necesidad de seguir avanzando. Pero ahora se
siente absolutamente solo, nada hay a su alrededor que le depare amistad,
consuelo y confianza; sabe que, a pesar de todo, debe proseguir hacia delante,
venciendo el temor a la soledad y al riesgo de perderse en aquel mar sin
orillas, aparentemente yerto, frío y totalmente incierto.
En una memorable reunión en el Ashram -memorable al menos para mí-
el Maestro nos insinuó veladamente de las dificultades de ese paso trascendente
en la vida del discípulo con estas escuetas palabras: "Al fin de la construcción
del Puente no hallareis la paz de inmediato, aunque la mente haya trascendido el
dolor del fuego en el cerebro, sino que deberéis enfrentar la lucha contra el
temor, la duda y la desconfianza".
Si se vencen estas tres condicionantes y el discípulo continúa avanzando,
observará un día con infinito deleite de su parte, que han desaparecido las
zonas frías y estériles, y se siente absorbido dentro de unas áreas de luz
realmente inconcebibles llenas de mágica paz, armonía y equilibrio. Se ha
establecido comunicación con ciertos niveles definidos del plano búdico, el
océano infinito de vida universal, el centro místico del sistema solar.
Ahora le es fácil al discípulo mantener esta comunicación y sabe por experiencia
del gozo inefable de la intuición espiritual, la orientación perfecta de su
propósito en la gran corriente iniciática. Y de este gran silencio creador de su
vida, que deja la mente delicadamente insuflada de bienes inmortales, surge con
irresistible fuerza, la potencia de la facultad telepática, que de ahora en
adelante será el centro de enfoque de su voluntad en la Voluntad del Maestro,
que es el Alma espiritual con el cual quiere identificarse.