Las
inquietudes espirituales de Vicente Beltrán Anglada se iniciaron desde
su más temprana juventud. Durante muchos años perteneció a la Escuela
Arcana, la que estaba destinada a entrenar esotéricamente a los discípulos
de la Nueva Era, participó en ella, primero como estudiante de la sección
española, más adelante como secretario del grupo en esta sección y finalmente
como miembro con responsabilidad en la Sede Europea en Ginebra, Suiza.
Colaboró,
siempre desinteresadamente, en algunas publicaciones españolas, entre
ellas: "Akhenaton", "Solar", "Karma7" y durante varios años en la revista
"Conocimiento", originalmente "Sophía" de Buenos Aires. Algunos de los
artículos enviados a esta revista argentina bajo el título genérico de
"Las luces de mi Ashrama", inspiraron la base para su primer libro: "La
Jerarquía, Los Ángeles Solares y la Humanidad".
Pronunció conferencias en diversas ciudades de España; Madrid, Barcelona,
Valencia, Vitoria, Menorca y otras. Las llevadas a cabo en Barcelona durante
períodos regulares mensuales constituyeron la estructura del libro: "Conversaciones
Esotéricas".
Visitó
Argentina en el año 1985, durante el período comprendido entre el 30 de
Septiembre al 22 de Diciembre. Dió numerosas charlas y conferencias
en varias ciudades como Buenos Aires, Santa Fe, Rosario, Corrientes, Córdoba,
Salta, Bariloche, etc. En todas ellas fue escuchado con profunda atención
por un público expectante. La nota clave que acompañó su periplo por la
Argentina fue aquella frase incluida en su libro "Introducción al Agni
Yoga": "La Verdad ha de presentarse de tal manera que convenza sin atar
y que atraiga aún sin convencer... y esto sólo puede realizarlo el lenguaje
del corazón".
Vicente Beltrán Anglada siguiendo las grandes corrientes espirituales
de la Nueva Era, desarrolló una labor ashrámica que estuvo especialmente
destinada a los grupos de aspirantes espirituales, al espíritu de trabajo
en grupo y a la participación consciente grupal. Nunca se consideró un
instructor espiritual de la categoría que fuere, sino que ha afirmado
siempre su condición de discípulo pues, según su opinión, todos los verdaderos
aspirantes espirituales son discípulos de algún grado en la dilatadísima
jerarquización de la vida.
Trató de cumplir adecuadamente su parte dentro de esta inmensa área de
participación espiritual, irradiando a través de toda su obra de servicio
su comprensión profunda de la Verdad. V.B.A. afirmó que una de las condiciones
rectoras de la Nueva Era en torno de instructores espirituales es la desmitificación.
Así, nunca se presentó como un innovador o como un filósofo de la Nueva
Era, tal como le han asignado algunos, sino simplemente, como una persona
sencilla que trató de ajustarse lo mejor posible a los supremos dictados
de los tiempos que estamos viviendo. Una frase de su libro, "Mis Experiencias
Espirituales": "Los grupos esotéricos y místicos de la nueva era, dentro
de los cuales se van integrando muchos discípulos del pasado, tienen como
divisa el servicio por medio de la alegría y sus técnicas de aproximación
individual al grupo son: la sincera amistad, la jovialidad y el rebosante
optimismo en el orden de las relaciones. Los discípulos integrados en
grupos constituyen una verdadera familia espiritual, siendo la alegría
del contacto la que marca la pauta del servicio coordinado y la acción
grupal."
Vicente Beltrán Anglada dejó este plano físico en el año 1988, habiendo
abierto tras su paso por este mundo, un luminoso sendero de servicio y
radiación, inspirando la labor y las vidas de gran número de discípulos,
aspirantes espirituales y buscadores de la Verdad.
Concluimos esta breve reseña biográfica con unas palabras de su
esposa Leonor Tomás Vives de
Beltrán Anglada que introducen la Quinta edición (Asociación Vives y
Editorial Kier, Argentina)
del libro "La Jerarquía, Los Ángeles Solares y la Humanidad":
"De Vicente Beltrán Anglada, fallecido en 1988, podemos destacar sus grandes cualidades
de percepción espiritual, la hondura de sus conceptos y la valentía de
exponerlos.
Sus pasos por la vida fueron duros y fructíferos por su intensa
radiación. En este libro, como en todos los suyos, resalta la magnitud
del Espacio y Tiempo y el trabajo infinito de los Grandes Constructores.
Si su lectura consigue invitar a una, todavía más honda investigación
y vivencia, ello será el mejor tributo a su memoria."
--Octubre de 1993