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Diario Secreto de un Discípulo
Por Vicente Beltrán Anglada
I - LA ENTRADA EN EL SENDERO
Las grandes incógnitas de todos los tiempos, precursoras de verdades eternas,
están latentes en el ánimo de los discípulos espirituales del mundo y son, sin
duda, el aliciente de sus vidas anhelantes que les impulsa, venciendo la inercia
casi total que aflige a la mayoría de los miembros de la gran familia humana,
hacia metas cada vez más elevadas. Tales metas van surgiendo ante sí en forma
natural y espontánea dotándoles, sin embargo, de un peculiar tipo de visión
superior que les va indicando subjetivamente determinados objetivos a realizar
en el ámbito social donde se hallen inmersos. Se trata en realidad de ciertos
contactos causales que fueron establecidos quizás en alejadas épocas planetarias
entre el alma del discípulo y el Angel solar o Yo superior que guía su vida y su
destino en los tres mundos de la evolución humana. Tales contactos no dependen,
por lo tanto, de la edad física del discípulo en una encarnación determinada,
sino en el vago recuerdo que día a día va siendo intensificado de tales
recuerdos de las experiencias de contacto. De ahí que no hay una edad física
definida en la evolución espiritual del discípulo o en el de aquellos
acontecimientos "clave" mediante los cuales el discípulo se siente proyectado
hacia la meta de luz de un Ashram y puede ponerse en contacto con el Maestro que
ha de llevarle a la Iniciación.
De mí sólo puedo decir - y lo hago muy honestamente - que desde niño viví
siempre con ciertas preocupaciones ajenas por completo al concepto "edad física".
Pasar cantidades de tiempo preguntándome, a veces dentro de una gran crisis de
valores internos, por el significado de la vida y de la muerte, del dolor y de
la enfermedad en la vida de los seres humanos y el por qué de los
acontecimientos externos, familiares y sociales, no son evidentemente "cosas de
niños", pero yo he sido consciente en mí mismo de que hay niños que presagian ya
en su más tierna edad las cosas inmortales que pasan corrientemente
desapercibidas por las personas adultas, más preocupadas por sus problemas
personales que por descubrir verdades eternas o comprender las razones
subjetivas que motivan o producen los acontecimientos externos. No hay, por
tanto, una justificación del término "edad" para tratar de comprender ciertos
hechos que tienen lugar en el seno de nuestra vieja y venerable Tierra. Un niño
y un viejo, de acuerdo con la comprensión esotérica, pueden estar muy
distanciados entre sí en lo que respecta a conocimiento espiritual. Un niño en
edad física puede contener en sí - como precioso estuche de una acrisolada
experiencia espiritual preciosos conocimientos ocultos. Un viejo puede ser la
antítesis de la experiencia espiritual y comportarse como un niño, sin madurez
ni experiencia y con todos los defectos de egoísmo y de tiranización que
acompañan al niño corriente mientras está evolucionando en las áreas sociales
del mundo y va "haciéndose hombre".
Estoy muy satisfecho, por tanto, de haber sido más hombre que niño durante el
curso de mi actual existencia kármica, de haber sido más ingenuo e inocente que
los demás niños de mi edad y de haber sufrido mucho, por causa de mi propia
inadaptación social, en el seno de mi hogar, en la escuela donde recibí mi
primera enseñanza y, más adelante, en las relaciones con el sexo opuesto. Mi
timidez, producto de mi propia "inocencia" más que de un defecto psicológico, me
mantuvo alejado hasta mucho más adelante de las llamadas aficiones juveniles y
no pasé, debido a ello, por aquellas tremendas crisis emocionales y físicas que
acompañan corrientemente al desarrollo psicológico que va de la niñez a la
adolescencia. Viendo ahora mi pasado con entera impersonalidad veo que no pasé
por la adolescencia. Así, el paso del niño al hombre no tuvo una fase intermedia.
Sin embargo, pese a las razones espirituales que marcaron este hecho, he de
confesar que aún en futuras etapas de mi desarrollo místico, noté frecuentemente
dentro de mi ser psicológico el vacío que yo le había impuesto a la Naturaleza
en lo que respecta al concepto de adolescencia y pubertad.
Pero, dejando de lado estas consideraciones, debo admitir y hacer prevalecer
para los futuros discípulos espirituales las ventajas de la inocencia juvenil
por encima de las experiencias realizadas por aquéllos que en su adolescencia se
comportan ya como adultos consumados.
Por ejemplo, cuando aún no había cumplido los trece años sabía ya por
experiencia directa que el Alma es independiente de sus cuerpos de expresión y
que esta comprensión constituye la primera gran experiencia de vida mística o
espiritual que ha de enfrentar el discípulo. Un enviado del Maestro me hizo
consciente de esta gran verdad cuando utilizando el conocimiento de ciertas
leyes ocultas, me arrebató el cuerpo físico, me conminó a contemplar en el lecho
a mí cuerpo dormido y me gratificó luego con mi primer "viaje astral". Más
adelante, el mismo enviado celeste, con el cual me une la más sincera y
fraternal amistad, me hizo consciente de los vehículos astral y mental, mediante
la utilización de experiencias más importantes, vividas asimismo fuera del
cuerpo físico y en plena posesión de mi conciencia cerebral.
***
INDICE
[Material inédito de los apuntes
VBA,
transcrito y editado por VicenteBeltranAnglada.org
para uso estrictamente personal y de estudio grupal.
No se autoriza su reproducción para propósitos comerciales.]
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