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Conversaciones Esotéricas
CAPÍTULO VIII: LOS RAYOS Y EL CONOCIMIENTO PROPIO
Inicio mi disertación de hoy insistiendo sobre la necesidad
que tenemos como seres humanos inmersos en las grandes
necesidades de la vida social, de establecer cada vez más
estrechas y conscientes relaciones con nuestro Yo
trascendente, aquel que según las enseñanzas de las grandes
religiones, filosofías y creencias espirituales de todos los
tiempos es nuestro verdadero Ser, nuestro Yo inmortal, el
centro de enlace con la Divinidad, la Vida infinita que llena
con Su indescriptible Amor el corazón sensible de todo lo
creado.
De nada nos serviría evidentemente un estudio más o menos
profundo acerca de los RAYOS si lo limitásemos solamente a una
mera información intelectual dentro del Campo infinitamente
vasto del conocimiento esotérico. En estas conversaciones
periódicas que sostenemos nos interesa descubrir tan
profundamente como nos sea posible el Misterio de nuestra vida
espiritual y psicológica; conocer lo más ampliamente que
podamos cuál es nuestro destino como seres humanos aquí en la
Tierra y tratar de resolver favorablemente la triple
interrogante inmanente en el desarrollo de nuestra vida
espiritual; ¿quién soy? ¿de dónde vengo? y ¿a dónde voy? Se
trata de las tres terribles incógnitas que motivaron la
conocida sentencia de los grandes filósofos del pasado:
“HOMBRE, CONÓCETE A TI MISMO”. De acuerdo con ella las
preguntas que quizás surgirán en las mentes de ustedes serán
seguramente éstas:
¿Cómo resolver nuestro destino espiritual?, ¿cómo liberarnos
de los impedimentos psicológicos que condicionan nuestra
conducta?, ¿cómo descubrir el enorme secreto espiritual de
nuestra existencia?
la respuesta a todas estas preguntas sólo puede ser una:
¡INVESTIGANDO!, ya que sin una profunda y sostenida
investigación jamás llegaremos a descubrir la trascendental
verdad que es nuestra propia vida espiritual. Podríamos
preguntarnos también ¿qué es investigar? Yo diría que es la
enorme capacidad de estar profundamente atentos, plenamente
apercibidos de todo cuanto ocurre en nosotros y a nuestro
alrededor utilizando para ello aquella apetecible y poco
corriente elasticidad o flexibilidad mental que permita damos
cuenta de todas y cada una de las reacciones psicológicas de
nuestro ser al condicionamiento ambiental y establecer así una
correcta evaluación de nuestras facultades y posibilidades de
acción para determinar finalmente el camino más conveniente a
seguir. Me pregunto ahora tras esta afirmación si admitirían
ustedes como correcta la idea de que “este más conveniente
camino a seguir”, nacido de nuestra profunda capacidad de
investigación, es precisamente el Camino que señala nuestro
RAYO espiritual, aquel que condiciona nuestras más elevadas
aspiraciones y matiza profundamente nuestra vida de ansias
supremas de libertad.
Ustedes objetarán seguramente que hay una infinita libertad de
elección en lo que respecta a “caminos a seguir” y que debido
a esta eximia libertad, totalmente incondicionable en sí
misma, nos resultará sumamente fácil establecer caminos y
crear metas y destinos, aunque no estén de acuerdo con las
orientaciones de nuestro RAYO espiritual. Esta es una verdad
lógica e incuestionable y es debido precisamente a la manera
ligera e impremeditada que establecemos caminos internos que
nos alejamos de nuestro verdadero RAYO espiritual y llenamos
nuestra vida de tensiones, de conflictos y de temores. . . Es
por tal motivo, para evitar tales inconvenientes, que se
impone como lógica la idea de los RAYOS ya que su conocimiento
y estudio matizará nuestra vida de realidades psicológicas
profundas y no de vanos estímulos en el orden intelectual.
Otra interrogante que asaltará la mente de ustedes será sin
duda la de cuál ha de ser entonces la orientación justa que
debe encauzar todos nuestros esfuerzos. Yo les diría en primer
lugar que no se trata de realizar grandes esfuerzos ni de
someterse a agotadoras disciplinas, tal como ocurre cuando se
trata de practicar determinados ejercicios de Yoga o algún
especial delineamiento meditativo. Toda la actividad
individual deberá circunscribirse a la facultad de ATENCIÓN,
perseverantemente sostenida hacia todos los acontecimientos
temporales que constantemente se producen y también hacia
aquellos fúlgidos destellos espirituales que surgen de la Vida
interior. Ustedes quizás le llamarán a esta actitud “una nueva
disciplina”, pero yo prefiero llamarla “la norma natural de
vida”, una norma serena que está de acuerdo con la ley natural
ya que la Vida, en toda su infinita profundidad, es un
resultado de la ATENCIÓN suprema del Creador y de Su
inquebrantable Voluntad de SER y de REALIZAR. Siendo así, la
respuesta psicológica del hombre a los tremendos y continuados
impactos de la Vida sobre su ser es vivir atentamente,
serenamente apercibido de cada una de las oportunidades que
esta Vida trascendente le presenta en cada uno de los momentos
de la existencia cotidiana, de acuerdo con las impresiones
espirituales de nuestra vida de RAYO.
Hemos conversado bastante acerca de los RAYOS e incluso nos
introdujimos en el Misterio infinito de sus elevadas
genealogías cósmicas, Ahora deberíamos ampliar este
conocimiento tratando de comprender el sentido psicológico que
más acusadamente marca nuestra existencia y tratar de hallarle
una nueva y más adecuada dirección a nuestras energías, tanto
en lo que respecta a nuestras actitudes cotidianas como a
nuestras actividades psicológicas más profundas. Una de las
formulaciones mágicas, esotéricamente más útiles pese a su
aparente sencillez y muy fácil de poner en práctica, es ésta
que tengo el gusto de transcribirles: “NO YO, PADRE, SINO TU
EN MI”. Si ustedes analizan esta frase verán que está
compuesta de Siete palabras, cada una de las cuales con su
propio significado de RAYO. No es al azar que fueron
confeccionadas o conjuntadas por los grandes RISHIS del pasado
y seguidas reverentemente por los verdaderos conocedores
místicos de todas las religiones, aunque cambiando el orden de
las palabras según necesidades del lenguaje. En realidad estas
palabras mágicas son la réplica humana al gran Mántram divino
“¡HÁGASE LA LUZ!”, correspondiente al AUM, el sonido místico
de las grandes tradiciones orientales, tal como vimos en
nuestra conversación acerca del sentido universal de la Magia,
y de acuerdo con el significado esotérico de “¡HAGASE, SEÑOR,
TU VOLUNTAD!”, que es la respuesta de la Naturaleza a la
Voluntad del Logos
Creador.
La afirmación absoluta de la fe en la Divinidad trascendente
arrancando de lo íntimo del yo psicológico, y los esfuerzos
realizados desde el centro de éste buscando las Fuentes
originales de su procedencia cósmica es lo que técnicamente
llamamos evolución. Y de ahí, de este punto, surgirá de nuevo
una penosa interrogante... ¿Qué hay que hacer entonces para
hallar el camino de los trascendentales impulsos que han de
liberarnos de las tensiones, inquietudes y problemas a que
está sujeto nuestro yo inmanente? ¿Cómo trazar el camino de
Luz, el puente luminoso de “arco iris” o el antakarana que ha
de unir las dos grandes orillas que separan la existencia
material de la trascendente vida espiritual?
EL SENDERO DE RAYO
Sólo hay un noble y definido Sendero espiritual en el devenir
de nuestro destino kármico de acuerdo con nuestras
posibilidades humanas y con la hora cósmica que estamos
viviendo. Como siempre, y como síntesis de una infinita cadena
de muchos y agotadores esfuerzos que jalonaron la vida de los
grandes discípulos de todos los tiempos, se halla la tremenda
afirmación de BUDDHA para todos los seres humanos ansiosos de
redención y liberación: “EL HOMBRE PERFECTO VENCE SIN LUCHAR”.
Entonces... ¿Por qué luchar sí realmente queremos ser
perfectos, si aspiramos a la liberación y queremos fundir
nuestra vida con la Vida de nuestro Señor de Rayo?
Dejar de luchar constituye, sin embargo, la más tremenda
dificultad humana que desde el principio de los tiempos ha
vivido, ha crecido y se ha desarrollado psicológicamente por
medio de increíbles periodos de luchas y de dificultades. Y es
debido a esta infinita secuela de esfuerzos, de luchas y de
sacrificios, cristalizados en su mente y en su corazón, que se
impone una nueva era de distensión, de armonía y de
equilibrio. El conocimiento de los RAYOS nos ofrecerá
indudablemente un poderoso estímulo en nuestras aspiraciones
espirituales de liberación, pero esta liberación que en cada
ser humano ha de realizarse por fusión de su inmanente vida
individual con la inmaculada Vida de un Esplendente y
Trascendente Señor de RAYO, solamente podrá producirse cuando
dejemos todo cuanto somos y todas nuestras conquistas humanas
en los niveles físico, emocional y mental en manos del Señor
de RAYO que rige cada una de nuestras características
psicológicas, es decir, vivir supremamente atentos y
expectantes al devenir de nuestra vida y dejar progresivamente
que EL nos tome en Sus manos y vaya acercándonos a Su infinito
Corazón por motivos místicos de semejanza... La fórmula
mantrámica es, tal como anteriormente señalamos, “NO YO,
PADRE, SINO TU EN MI”. Por el solo hecho de vivir
profundamente apercibidos al devenir de los hechos y
circunstancias que configuran nuestro destino, iremos siendo
cada vez más conscientes de que nuestra vida en su totalidad
es un campo de expresión de los RAYOS y que nuestra serena
sumisión, que no entraña debilidad sino el más potente
dinamismo, es el verdadero Sendero de Resolución y de
Cumplimiento, así como un fértil campo de servicio a través de
las distintas cualidades o matices de los RAYOS.
Consubstancialmente con esta necesidad de Conocimiento propio
y del desarrollo progresivo de las grandes cualidades que
adornan la vida humana por efecto de sus RAYOS condicionantes,
veremos surgir de lo profundo de cada ser una u otra de las
dos grandes líneas de acercamiento espiritual, la ocultista y
la mística, es decir, la de tipo mental y la de
características emocionales. El singular predominio de una u
otra de estas dos grandes tendencias de RAYO constituye el
tipo psicológico del ser humano y cuando en procesos
superiores de vida ambas líneas se armonizan y equilibran y
finalmente se unifican, aparece una nueva individualidad
humana en la vida de la sociedad, la del ser andrógino, el
cual habrá alcanzado la síntesis de su poder creador porque su
mente y su corazón plenamente integrados y armonizados
alcanzaron la perfecta inteligencia, no contaminada por
síntoma ninguno de separatividad humana.
Ahora bien, tal como acabamos de decir, cada uno de nosotros
actuamos preferentemente en alguno de ambos aspectos
espirituales de RAYO, el ocultista o mental y el místico, o
emocional. Sin que nos esforcemos en evidenciarlo, dichas
tendencias nos marcan o definen. Podríamos decir que su
perfume nos delata como se delata la flor. No hay que crear
pues una nueva secuela de esfuerzos que nos cualifique o
distinga, ya que esta contingencia se halla previamente
programada dentro de nuestro ser y constituye el sello que
marca o distingue nuestra personalidad psicológica y cada una
de nuestras reacciones al desafío de los hechos. Entonces...
¿qué pretendemos con nuestro estudio de los RAYOS? Pues,
simplemente, investigar, estar atentos, hacer lo que hace
nuestra Alma espiritual, la Cual sabiendo que esencialmente es
eternidad no desperdicia un solo segundo de Su vida. Ese
constante y persistente investigar irá acercándonos
progresivamente al creador a través de la línea luminosa
señalada por nuestro Señor de RAYO. Vale la pena vivir
atentos, plenamente apercibidos de los infinitos móviles de la
Divinidad con respecto a nosotros.
De los SIETE RAYOS, cuyas características o cualidades
estudiamos en nuestra primera conversación, Cuatro pertenecen
a la gran línea de acercamiento mental: el primero de VOLUNTAD
DINÁMICA, el tercero de ACTIVIDAD INTELIGENTE, el quinto de
CIENCIA o INVESTIGACIÓN CONCRETA y el séptimo de REALIZACIÓN,
CUMPLIMIENTO y MAGIA ORGANIZADA. Los otros tres RAYOS
corresponden a la gran línea de acercamiento emocional: el
segundo de AMOR INCLUYENTE el cuarto de ARTE, ARMONÍA Y
BELLEZA y el sexto de DEVOCIÓN INFINITA A UN IDEAL.
Sin embargo, considerados en su conjunto, cada uno de los
SIETE RAYOS es imprescindiblemente necesario y esencial para
el pleno desarrollo de la Vida del Universo. Cada uno de
nosotros, sea cual sea su tipo particular de RAYO, ha de
contribuir por tanto con la adición particular y consciente de
su vida a la evolución y perfección de este SÉPTUPLE Cuerpo de
manifestación que es nuestro planeta Tierra y en una esfera
más elevada a la del Universo “en donde nuestro mundo vive, se
mueve y tiene el ser”.
Será importante pues que nos demos cuenta por medio de
nuestras reacciones psicológicas ante los constantes retos de
la vida si somos mentales o emocionales para situarnos en
conciencia en la Luz de nuestro RAYO espiritual. Hay que
profundizar también en todos y cada uno de los aspectos
subsidiarios de este RAYO, los cuales vienen suministrados por
las tendencias dé nuestra personalidad, o por las capacidades
o predisposiciones que demuestre activamente en su vida de
relación la cual es, en definitiva, la que nos permite
reconocer las energías por medio de las cuales realizamos
nuestra particular evolución. No olvidemos cuanto hemos
aprendido a través de nuestros estudios esotéricos en el
sentido de que los RAYOS llamados subsidiarios son en realidad
Subrayos del RAYO espiritual o Monádico el cual está
directamente conectado con un determinado Logos planetario.
Tales son los RAYOS que influyen en nuestra vida, interna y
externa:
a. Un RAYO MONÁDICO, o divino, con el cual no podemos
establecer contacto todavía debido a nuestra escasa y limitada
evolución interna.
b. Un RAYO cualificador de las nobles tendencias de nuestra
vida espiritual o del ALMA, que es nuestro verdadero ser,
nuestro verdadero Yo.
c. Un RAYO cualificador de nuestras tendencias mentales.
d. Un RAYO cualificador de nuestras características
emocionales.
e. Un RAYO que determina la expresión de nuestro cuerpo
físico.
f. Un RAYO coordinador que trata de integrar los tres RAYOS,
de la mente, del cuerpo emocional y del cuerpo físico,
constituyentes de nuestra personalidad psicológica conocida.
LOS RAYOS Y LA MAGIA LIBERADORA
Se trata, como verán, de un conjunto de SEIS RAYOS que
condicionan nuestra vida como seres humanos dentro de los
dilatados confines del Cuarto Reino de la Naturaleza. En
gloriosas etapas futuras, cuando una impresionante serie de
manvántaras hayan cumplido su obra en el tiempo y nos hayamos
convertido en Dioses inmortales utilizaremos la totalidad de
los RAYOS, puesto que seremos conscientes del RAYO DIVINO que
se manifiesta por medio del Señor del Universo en el Plano
ÁDICO.
Acabamos de penetrar en una faceta de nuestros estudios
directamente relacionada con nuestra vida psicológica y
también con nuestras futuras posibilidades de acción
universal, cuando la vida de Dios rebasando los estrechos
límites de nuestros pequeños cauces humanos nos permita
entrever las gloriosas etapas correspondientes a la vida de
los Logos planetarios los cuales, desde el ángulo de la
analogía, pueden ser considerados como Entidades Psicológicas
a igual que nosotros, aunque en unas proporciones y medidas
que escapan por completo a las más elevadas concepciones
mentales. Nos hemos introducido también en el sentido de las
cualidades de los Rayos considerándolos los factores
esenciales de nuestra experiencia personal, psicológica y
espiritual, es decir, los promotores del campo de la evolución
y teniendo presente, tal como se nos ha enseñado en nuestros
estudios esotéricos, que la cualidad de un Rayo le muestra al
aspirante espiritual el camino que debe seguir. Así, de esta
manera, el principio y el fin, el Sendero y la Meta, el Alfa y
el Omega de todas las cosas deben ser de la misma naturaleza y
de idéntica substancia y cuanto hagamos en nuestra vida que
tenga un carácter correcto estará estrechamente vinculado con
nuestras verdaderas tendencias de Rayo. Ya no se trata pues de
averiguar en forma intelectual, detallada y concreta la fuente
cósmica de nuestra línea espiritual de Rayo, sino de dejarnos
guiar serenamente por sus impulsos intuitivos mediante una
gran plasticidad mental y equilibrio emocional, desarrollando
una sensibilidad cada vez más exquisita. Comprenderemos así,
definitivamente, ya que empezamos a movernos por zonas cada
vez más profundas de realidad espiritual que dejarnos moldear
por nuestra íntima particularidad de Rayo es mucho mejor que
tratar de concretarlo mentalmente como una disciplina de
nuestra conducta. Es la diferencia que existe entre el SER y
el EXISTIR, entre el SABER y el CONOCER, entre la eterna
SABIDURÍA de la Vida y los meros conocimientos
intelectuales.
LOS RAYOS Y EL SENDERO INICIÁTICO
Nuestro estudio de los RAYOS podrá tener una gran importancia,
no por el goce efímero del intelectual conocimiento, sino por
el espíritu de vivencia o de Síntesis que su estímulo
desarrollará en nosotros, ya que nos permitirá crear
consciente y deliberadamente la línea luminosa del Antakarana
que debe llevarnos progresivamente a la Iniciación.
Esotéricamente sabemos que el Antakarana que se extiende de la
mente inferior o concreta del investigador espiritual a su
Mente superior es técnicamente “la Línea de Rayo” que debe
consumar su vida en el océano infinito de la Liberación.
Sabemos también, ocultamente, que la Liberación es la
consumación de nuestra vida en la Vida de nuestro Señor de
Rayo, es decir, del Logos planetario que en la evolución del
Universo es la expresión o personificación de aquel Rayo.
Me preguntarán ustedes por qué me refiero aquí a la
Iniciación. Estoy tratando simplemente de seguir el trazado
esotérico que nos señala la analogía y de acuerdo a cuanto
hemos tratado durante el curso de nuestras anteriores
conversaciones, buscando siempre sus lógicos paralelismos.
Intento, como siempre, relacionar el principio y el fin, el
Sendero y la Meta de acuerdo con nuestro estudio de los Rayos
y de acuerdo también con cuanto tenga relación con el ser
humano y con las aspiraciones internas que le cualifican o
ubican en un definido peldaño de la inconmensurable “Escalera
de Jacob” por donde suben y bajan las almas de los hombres,
buscando unas la experiencia en los tres mundos del esfuerzo
humano y otras la Liberación o perfección del ser. Lo
realmente intolerable en la vida psicológica del alma es
“permanecer estacionaria”, cómodamente replegada en las
sinuosidades de la vida fácil y del placer efímero, pues esto
aparta inevitablemente de la línea segura del Rayo inmortal de
nuestra vida. En nuestra investigación esotérica de la verdad
nuestra mente y corazón deben estar en un constante
“movimiento de traslación”, siguiendo y persiguiendo
incansablemente las actitudes mentales y los aspectos
emocionales para evitar el fenómeno de cristalización que
paralizaría el fluir de nuestras más nobles determinaciones.
Este movimiento deberá llegar a ser un día tan
extraordinariamente rápido que nos causará la impresión de un
total reposo.; de una quietud perfecta. Es a esta actitud de
“sereno reposo” o “total impasibilidad” a la que se refiere
precisamente el Señor BUDDHA cuando nos aconseja “dejar de
luchar”, dejar de apegarnos al fruto de nuestras acciones.
Este es evidentemente el Sendero que todos deberemos hollar
antes de ser completamente “absorbidos” por las poderosísimas
cualidades magnéticas de nuestro Señor de Rayo. Podríamos
relacionar estas últimas palabras con cuanto dijimos en
conversaciones anteriores acerca de la Magia creadora de la
Divinidad a través de la existencia psicológica del ser
humano, debiendo recordar como buenos investigadores
esotéricos que la verdadera Magia sólo puede efectuarse dentro
de la línea mística de los Rayos que nos cualifican y
dignifican y que la actitud inteligente dentro de una línea
natural de Rayo depara siempre una orientación clara y
definida hacia determinado campo de servicio creador, pues,
¿acaso podemos separar el descubrimiento del Rayo espiritual
de nuestra vida de la visión del inevitable campo de servicio?
Evidentemente no y ahora trataremos de averiguarlo teniendo en
cuenta la triple analogía RAYO, MAGIA y SERVICIO que en su
conjunto y plenamente identificados constituyen el gran
Triángulo de la Liberación:
RAYO |
MAGIA |
SERVICIO |
1º |
Voluntad |
El gobierno, La Política mundial. La Diplomacia |
2º |
Amor
|
La Religión. La Educación Espiritual. EL Sentido
Altruismo |
3º |
Inteligencia |
La Filosofía. La Educación Mental. LA Actividad Creadora en
todos los campos Sociales del Mundo |
4º |
Belleza y
Armonía |
El Arte Creador en todas sus manifestaciones. EL sentido
de la Ética |
5º
|
Ciencia |
La Investigación Concreta. El Orden Científico aplicado
en toda actividad mental |
6º |
Devoción |
El Cultivo de Grandes Ideales y la Aspiración Superior |
7º |
Cumplimiento |
La Realización de todas las ideas consideradas como
correctas. La Aplicación de la Magia de la Acción para
crear un Nuevo Orden Social. La Perfecta Organización de
las Formas |
El examen atento de esta triple relación de RAYO, MAGIA y
SERVICIO dentro de la septenaria expresión de nuestra vida
podrá ayudamos a comprender la naturaleza del Rayo que más
preferentemente controla las actividades superiores de nuestra
existencia dentro del particular destino kármico de servicio.
Ahora, a partir de la presente tabulación deberemos observar
muy profunda y desapasionadamente nuestras particulares
tendencias psicológicas y determinar conscientemente cuál es
el Rayo que más potentemente condiciona nuestra vida para
iniciar así el ciclo fecundo de una nueva orientación
individual y social.
Pregunta: Sólo como un simple dato orientador dentro de
este tema inmenso de los SIETE RAYOS ¿Ha logrado usted
determinar dentro de sí la actividad de alguno de los Rayos
que estamos considerando?
Respuesta: Se trata de una pregunta muy personal y
quizás podría contestarle muy afirmativamente, pero mis
afirmaciones jamás podrían ser comprobadas por usted, lo cual
hace que mis respuestas al respecto carezcan de verdadera
importancia. A mí me parece que lo realmente interesante, de
acuerdo con la idea contenida en la pregunta, sería que cada
cual investigara individualmente los motivos esenciales que
guían su vida, es decir, la orientación de sus propósitos, de
sus ideales o de sus sueños, así como el centro de confluencia
de todas sus actitudes psicológicas y actividades prácticas,
para ir determinando progresivamente la singularidad de los
Rayos que intervienen mayormente en estas aplicaciones de sus
particulares dinamismos. Asistiríamos de esta manera a la
estructuración de una nueva serie de motivaciones personales y
al nacimiento de otro tipo de resoluciones en el devenir de la
existencia que actualmente y pese a nuestros sinceros
propósitos somos incapaces de precisar ni detallar. La línea
efectiva de un Rayo, la creación del verdadero Sendero de vida
sólo surgen como resultado de una serie ininterrumpida de
atentas y profundas observaciones de todo cuanto nos rodea, de
todo suceso que se produzca dentro y fuera de nosotros y de
nuestras reacciones psicológicas a este incesante cúmulo de
circunstancias. Todo ello se mueve, como podrán ustedes
observar, dentro del marco tradicional de lo que llamamos
“contactos sociales”, siendo la vida espiritual el
establecimiento consciente dentro de este mundo de relaciones
de un anclaje perfecto de las actividades superiores del alma
o Yo superior, es decir, de lo que anteriormente describimos
como “Sendero místico del Antakarana”. La atención con que
vayan siendo seguidas estas conversaciones acerca de los
Rayos, el creciente interés por su estudio y la incansable
observación de los hechos internos y externos que vayan siendo
contactados posibilitarán para cada uno creación de la propia
línea de Rayo, la seguridad de la Meta y el Camino que a ella
conduce.
Pregunta: Según usted Camino y Cumplimiento, Sendero y
Meta son consubstanciales y constituyen lo que usted denomina
“Línea de Rayo”. Ahora bien, según se desprende de sus
comentarios, esta identidad de principios y de fines en orden
a la búsqueda de la Liberación o realización espiritual está
muy directamente relacionada con lo que KRISHNAMURTI define
como “Realización de la Vida” en el individuo. ¿Hay, según
usted, una cierta relación entre el Mensaje de KRISHNAMURTI y
el estudio de los Rayos?
Respuesta: Yo diría que todo verdadero Mensaje
espiritual debe estar forzosamente relacionado con la
actividad de los Rayos y no con el mero estudio de los mismos,
ya que existe solamente una Verdad y una sola Vida en el
Universo. Todo en la Naturaleza es un Canto al Creador y la
respuesta a la vida dentro del corazón individual determina lo
que podríamos definir como “sutilidad de un canto”. A mi
entender, el Canto de KRISHNAMURTI es extremadamente sutil y
escapa a la penetración mental de la mayoría de las personas
que leen y estudian Su Mensaje. La mayoría de sus seguidores,
desoyendo la sutilidad del Canto, cierran sus oídos a lo que
constituye el Centro del Mensaje de KRISHANMURTI, es decir, la
profunda observación de los hechos, el atento y detenido
examen de lo que ocurre dentro y fuera de sí para ir llegando
progresivamente a lo que El define como “plenitud de la
experiencia”. Las reacciones psicológicas a los hechos son el
material que hay que utilizar para determinar nuestro grado de
adaptación a la vida, o sea, el grado de experiencia que
podemos entresacar de los hechos. Sin que lo diga y sin que
siquiera lo insinúe nos está señalando KRISHNAMURTI el camino
que conduce a la comprensión del Rayo espiritual de nuestra
vida. ¿A qué se refiere, sino, cuando habla del “cultivo de la
propia singularidad”? ¿Y qué es esta “propia singularidad”
sino el descubrimiento de la propia línea de Rayo? Deberemos
profundizar todavía mucho en el Mensaje de KRISNAMURTI y
comprender que es un tremendo desafío a la mente
intelectualizada de nuestro mundo, especialmente de nosotros,
los occidentales, que tratamos de descubrirlo todo a base de
conocimientos y de informaciones concretas, pero ausentes la
mayoría de las veces de interés por las cosas verdaderamente
espirituales. El estudio de los Rayos ha de ser seguido con
interés atento y sostenido, con mente abierta y corazón libre.
Sólo así, y tal como dice frecuentemente KRISHNAMURTI, será
posible descubrir la Verdad, la Verdad en uno y la Verdad en
la Naturaleza, es decir, la propia singularidad dentro de una
línea definida de Rayo y la comprensión de la multiplicidad de
Rayos que, en su conjunto, constituyen la Humanidad, esta
organización social de la cual el hombre es una humilde aunque
muy importante pieza.
Pregunta: Soy un escéptico con respecto a muchos
aspectos de la vida espiritual. Estoy mayormente interesado en
el desarrollo de la vida social. En un mundo como el actual,
azotado por tantos problemas y dificultades debe pensarse
fundamentalmente en términos de sociedad humana, visto el
espantoso desequilibrio que existe entre los varios niveles
expresivos dentro de esta sociedad. Así que yo le pregunto a
usted, ¿cree sinceramente que la redención social puede ser
alcanzada por medio del estudio de los Rayos?
Respuesta: Hasta aquí he hablado sólo y exclusivamente
en términos de redención individual por entender que a menos
que el individuo no se libere de sus propios condicionamientos
es utópico hablar de redención social. La humanidad es un
conjunto de individuos tratando cada cual, a su manera,
redimir su contenido individual, afectado por el proceso
cualificador de la historia; por el pasado, con sus
tradiciones, herencia cultural, código genético, etc.; por el
presente, con el eterno conflicto entre lo justo y lo injusto,
entre lo que usted define como “desequilibrio social” y las
ansias supremas de libertad, equidad y justicia y por el temor
al futuro, cuyas perspectivas no pueden ser muy esperanzadoras
viendo las dificultades del presente. Urge, evidentemente, la
búsqueda de una solución y ésta, como es natural, no puede
venir condicionada por el peso de la tradición, por el
colorido específico de una herencia cultural a todas luces
insuficiente y por un enfoque social basado únicamente en el
espíritu de competencia y las ansias irresistibles de poder
individual. Debe fundamentarse lógicamente en la comprensión,
como seres humanos psicológicamente organizados, de cómo vivir
en forma realmente social dentro de una comunidad libre de
tensiones, de luchas y de antagonismos.
Se impone necesariamente el descubrimiento de la propia
singularidad individual, teniendo en cuenta que todo ser
humano tiende por su propio y natural impulso y dentro de unas
líneas de aproximación y de contacto a la vida realmente
social. Se impone, repito, el conocimiento propio como
solución única al tremendo problema de la vida humana, pues
toda individualidad que no posea un claro sentido de sus
valores psicológicos y de sus capacidades de acción social,
será siempre un peso muerto dentro del proceso altamente
social de la existencia. Importa muy poco en verdad que la
realidad de los Rayos sea o no aceptada como un vínculo
individual dentro del complejo orden social de la humanidad,
lo que interesa fundamentalmente es que todos los individuos
se sientan interesados por la vida social o por la comunidad
de la cual forman parte. Y no puede alcanzarse esta conciencia
social si no existe una gran comprensión individual. Si existe
tal profundo interés, el conocimiento propio, el
descubrimiento de la propia identidad espiritual y el cultivo
de la íntima singularidad marcarán un nuevo camino, más rápido
y más seguro en orden al establecimiento de un nuevo orden
social. Quizás no se hable entonces de Rayos, de Planos, de
Arcángeles ni de Adeptos, pero la atención sostenida hacia el
proceso social en marcha y el profundísimo interés por
descubrir las causas verdaderas del conflicto social habrán
definido claramente en la mente y el corazón de las personas
aquella verdad, aquel camino y aquella vida que es
esencialmente la propia línea de Rayo.
Pregunta: Ha aclarado usted mucho mi visión acerca de
los SIETE RAYOS cuyo estudio consideraba sólo como un
patrimonio exclusivo de ciertas almas selectas. Veo ahora que
se trata de un estudio de elevado cumplimiento espiritual y
creo sería muy interesante que tal estudio fuese impartido en
las Escuelas constituyendo una de las asignaturas principales
para el desarrollo psicológico de los estudiantes..., ¿ qué
opina usted?
Respuesta: Siguiendo la presión incontenible de los
tiempos, irresistiblemente impelidos hacia adelante por el
tremendo impulso generado por esta Era cíclica que estamos
viviendo, temas de elevado estudio espiritual tales como la
constitución septenaria del Universo, de la Jerarquía
espiritual del Planeta o de los Siete Rayos, deberán
constituir lógicamente ASIGNATURAS corrientes para uso en
Escuelas Superiores y Universidades como temas obligados para
la formación psicológica de los estudiantes. Ideas que en el
pasado constituían poco menos que “secretos iniciáticos” se
irán introduciendo lenta aunque inexorablemente en la
conciencia del más humilde educando. De la misma manera,
conocimientos esotéricos del más elevado acervo, tales como la
Alquimia, la Astrología, el Yoga y la Meditación Oculta
entrarán en el campo definido de la Educación moderna,
marcando una nueva etapa y una nueva orientación para las
mentes y los corazones de los hombres.
Pregunta: Puede cualquier persona, un ateo por ejemplo,
seguir el estudio de los Rayos y llegar a través del mismo a
la convicción de que existe una Realidad más grande, o un Dios
creador en la Naturaleza?
Respuesta: La mera creencia en esta realidad más
grande, en este Dios creador de la Naturaleza, no nos hará
mejores de lo que somos actualmente, seamos creyentes o seamos
ateos. Vea, sino, la historia religiosa de la humanidad con su
interminable secuela de odios, persecuciones y espantosas
crueldades... Y todo ello en nombre de un DIOS que cada
religión presenta a su manera, es decir, a “su propia imagen y
semejanza”, aunque ausente siempre de caridad, de amor y de
compasión. Nuestro estudio de los Rayos tiende mayormente al
conocimiento propio, a la comprensión clara y terminante de
las íntimas características individuales y a la orientación de
nuestro particular campo de servicio... Se trata, por tanto,
de un tratado de reorientación psicológica. De manera que si
un hombre ama intensamente a sus hermanos es porque ha
descubierto dentro de sí las Fuentes de Verdad que surgen de
su propio Ser espiritual, de su DIOS interno o, si usted lo
prefiere, de Su íntimo e indescriptible Señor de Rayo. Cuando
hablamos de Dios, del Creador, de la Voluntad Divina.. .etc.,
estamos dando nombre a algo que evidentemente desconocemos ya
que nuestra manera de ser y de comportarnos socialmente
demuestra solamente deseos, egoísmos, esperanzas y temores, es
decir, una completa falta de confianza en la Vida, en la
Verdad o en este Ser a quien tan constantemente invocamos,
bajo el nombre de Dios. Así, pues … ¿de qué sirven las
creencias en la Divinidad si existe todavía tanto odio en el
corazón y tanta separatividad humana? Bien, hay que considerar
al hombre en sí, sin extraños particularismos, aparte por
completo de sus creencias y de sus motivaciones. A este hombre
genuinamente libre o a este otro que usted denomina ateo, el
estudio de los Rayos quizás podría depararles el asidero
mágico de la verdadera fe, aquella fe que transporta las
montañas y que tan lejos se halla de las presentaciones
religiosas del mundo y de tantas y tantas contradicciones
existentes... amparadas bajo el nombre de Dios.
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