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CAPÍTULO III: LA MAGIA Y LOS MISTERIOS INICIÁTICOS Durante el curso de las dos conversaciones anteriores analizamos el tema de la MAGIA desde el ángulo de vista de la creación universal e individual. Hoy vamos a hacerlo en un sentido más profundo e íntimo todavía relacionando la Magia creativa con los misterios iniciáticos, tal como han sido ocultamente revelados por la iglesia cristiana y tomando como figura central y principal intérprete de los mismos a la personalidad psicológica y dramática de Cristo, quien, en nuestros estudios esotéricos es la representación genuina del sagrado Verbo, del sonido cósmico O.M., del cual se origina toda la cadena de misterios universales y toda posible creación o expresión mágica de la Vida del Creador. El sonido O.M. define a la Entidad crística durante el proceso larguísimo de la evolución universal de la Vida dentro de cualquier tipo de forma y lo que trataremos de expresar en nuestra conversación de hoy es la evolución del Alma o conciencia individual del “Yo” por medio de los atributos objetivos de la forma dentro de la cual se halla contenido. Iniciaremos así un mágico tendido entre cada tipo de conciencia en proceso de evolución y su correspondiente atributo de forma, reconociendo que vida, cualidad y apariencia, o Espíritu, Alma y Cuerpo son los tres aspectos fundamentales implícitos en el proceso evolutivo a que da lugar la Magia organizada realizada por la Divinidad en el interior del círculo “no-se-pasa” del Universo. Ya no se trata ahora, sin embargo, de analizar el proceso de construcción tal como analizábamos en nuestras conversaciones anteriores, sino del de la purificación de las formas construidas, en un sagrado intento que forma parte de la Magia del Creador, de enaltecerlas, de sutilizarlas, de ennoblecerlas y de purificarlas preparándolas, en fin, para que la Vida de la Divinidad pueda utilizarlas como adecuados vehículos de los sublimes Arquetipos ideados en la profundidad de Su infinita e indescriptible Mente. Tales Arquetipos de perfección se hallan implícitos en cada uno de los Misterios esotéricos del Cristianismo, desde el que se inicia con el nacimiento del niño Cristo en la mística Cueva de Belén hasta el de la consumación del Sacrificio liberador que tiene lugar en el Monte Calvario y en los procesos posteriores de la Resurrección y de la Ascensión al Reino de los Cielos. Estos Misterios deben ser considerados actualmente con un nuevo tipo de visión poniendo más énfasis en las actitudes psicológicas del Maestro Jesús, que simboliza al ser humano, que en las incidencias históricas cuyas imágenes han llegado a nosotros muy deformadas por los convencionalismos y tradiciones religiosas. Démonos cuenta así del proceso de Jesús, el hombre, inmerso en un ambiente social lleno de contradicciones como correspondiente al de la evolución de cualquier ser humano, desde que “nace” a la vida de la conciencia psicológica como un alma en encarnación en el Belén de su cuerpo, hasta que muere en la Cruz de cualquier dificultad en el Monte Calvario de sus múltiples y continuadas pruebas y sufrimientos kármicos. Cada uno de los cinco Misterios cristianos que hemos tomado como base de nuestra conversación de hoy, es decir, el Nacimiento, Bautismo, Transfiguración, Pasión y Muerte y Resurrección, están presentes en todas y cada una de las fases de la vida psicológica humana constituyendo las fronteras entre diversos e innumerables tipos de evolución, así como Notas cada vez más vibrantes del O.M. solar desde que inicia su recorrido kármico a partir del sonido A.U.M., o sonido constructor de los vehículos de forma que deben utilizar las almas de los seres humanos, hasta que su sonido se ha hecho tan agudo, penetrante e insistente que ha logrado atraer la atención del gran sonido O.M. o Verbo original que sólo la Divinidad o la potencia mística del Espíritu son capaces de emitir o proyectar en los éteres universales o planetarios. EL CUERPO DE MISTERIOS DE LA IGLESIA CRISTIANA En el Misterio del Nacimiento, como semilla universal de una serie infinita de acontecimientos inmateriales que irán produciéndose en la vida del hombre histórico representado por el Maestro Jesús, se hallan presentes todos los Reinos conocidos de la Naturaleza: el Reino mineral ofrece la Cueva del Nacimiento, el Reino vegetal los leños del pesebre y la paja que abrigará el cuerpo desnudo del infante recién nacido, el Reino animal la tradicional pareja de animales, el buey y la vaca, el Reino humano a José y María, estando representado el Quinto reino por el Cristo recién nacido que simboliza al alma humana. Coincidiendo con este Misterio se produce un hecho esencial, al cual no se le ha asignado quizás el debido valor esotérico, reconocido en la simbología cristiana como “la Adoración de los Reyes Magos”, el cual constituye un auténtico perfil del gran proceso místico del ser humano en el drama psicológico de la evolución histórica de su vida. Analizando muy crítica y analíticamente a cada uno de los tres Reyes Magos (recuérdese que Magia regula el proceso creador de las Formas) vemos que sus ofrendas al niño Dios son símbolos perfectos de sus propias e íntimas naturalezas, es decir, que el oro, el incienso y la mirra, cuyos valores o atributos químicos representan determinada cualidad psicológica del Alma humana y determinan la creación de los cuerpos mental, emocional y físico, siendo Gaspar, Melchor y Baltasar tras poderosísimas Entidades Dévicas, incomprensibles todavía para nuestra limitada inteligencia, que llevaban a cabo la evolución de los tres grandes Reinos de la Naturaleza que preceden al Reino humano en el proceso de la evolución planetaria, es decir, el mineral, el vegetal y el animal. En el centro simbólico del Drama psicológico del Nacimiento en la Cueva mística de Belén se halla el Cristo recién nacido, el alma humana, una chispa indescriptible de la Divinidad que ha creado su inmaculado cuerpo con los dones u ofrendas de cada uno de los Reyes Magos. Viene después el Misterio del Bautismo, otro aspecto sagrado en la vida de la Naturaleza, dentro del cual el aspecto espiritual o alma humana se introduce en el Cáliz u ofrenda de los Reyes Magos al infante recién nacido en la Cueva de Belén. Este Misterio viene representado por la introducción de la Superalma universal, simbolizada por Cristo, en el Cáliz o Tabernáculo ofrecido por el Maestro Jesús en el Drama místico conocido como “El Bautismo en el Jordán”. Las aguas del río contienen el secreto de este Misterio, tan poco conocido en sus implicaciones esotéricas por los fieles de la Iglesia cristiana, pero que tiene que ver con la posesión por parte de Cristo del Cuerpo inmaculado del Maestro Jesús, Quien, desde la edad de once años en que le vemos en el Templo platicando con los Doctores de la Ley (el concepto intelectual y dogmático de la religión) hasta los treinta años de su vida física, ha estado preparándose para esta fase obligada de purificación de su Cáliz, o triple Cuerpo, para que pueda ser tomado o habitado por el Verbo solar, o Cristo. Estos diecinueve años en la vida del Maestro Jesús, de los cuales nada se nos dice en el Nuevo Testamento ni en los Evangelios, constituyen para el investigador esotérico el punto de referencia mágico de aquello que en la propia terminología cristiana se denomina “el Sendero del Discipulado”. En tal obligado período de necesaria preparación el cuerpo físico, el vehículo emocional y la mente son purificados al máximo por Jesús, el hombre, hasta que en su interdependencia constituyen una integración vital y un perfecto equilibrio que permiten que el A.U.M., o substancia material que representan, emita el O.M. de invocación espiritual que “a los finos y apercibidos oídos de los grandes Promotores de la evolución planetaria”, les da la inequívoca seguridad de que el Cáliz se halla convenientemente preparado para la recepción del Verbo. Y entonces, tal como se halla escrito en los anales misteriosos del tiempo, “…EL VERBO SE HIZO CARNE”. El vehículo sagrado ofrecido por el Maestro Jesús es tomado por el Cristo y durante tres años, llenos de simbolismo esotérico, espiritual y místico, así como de dramatización psicológica, Cristo, el Avatar que la humanidad esperaba “desde los tiempos de Elías”, recorre el mundo dispensando a Su paso los dones del Espíritu Santo y los Tesoros de la Gracia. Este es un Misterio que la iglesia cristiana ha tratado de ‘imitar” ya que no de “explicar”, mediante el bautismo simbólico del ser nacido a la sombra de sus estructuras religiosas, pero hay que tener en cuenta lo que decía Juan, el Bautista, que según las Escrituras fue el Hierofante mediador en esta sagrada iniciación o Misterio del Bautismo en el Jordán... “Yo os bautizo con Agua, pero el que vendrá después de mí os bautizará con Fuego”, mostrando en tales misteriosas palabras los pasos obligados de Cristo y los de toda alma plenamente identificada con el Sendero espiritual a la búsqueda del Arquetipo mental de la propia e individual perfección. Me refiero concretamente al Misterio de la Transfiguración el cual, desde el ángulo profundamente esotérico, constituye una meta muy clara y definida en la vida del Iniciado por cuanto le permite ascender al “Monte Tabor” de su conciencia y plenamente despierto en la vida espiritual, puede contemplar desde allí a sus tres cuerpos, vencidos y sojuzgados, es decir y recurriendo de nuevo a la simbología, a las ofrendas de Gaspar, Melchor y Baltasar y reconocer dentro de sí mismo, en lo profundo del corazón, aquella primera gran síntesis de poder espiritual que en los lenguajes del Misterio se denomina Transfiguración. En tal Misterio se refunden los dos anteriores del Nacimiento y del Bautismo. La mirra de Baltasar, el oro de Melchor y el incienso de Gaspar le ofrecieron un triple cuerpo al alma humana, cuya representación psicológica es Cristo. El Reino mineral, como elemento de transmutación ofreció la Cueva, símbolo del cuerpo físico, siendo el drama del Nacimiento su expresión objetiva. El Reino vegetal ofreció el Agua de Vida que permite que la simiente del hombre germine, crezca y se expansione en el mundo emocional y después de este Misterio la Luz y el Fuego realizan su obra transfigurando aquello que en el Reino vegetal fue un trabajo permanente de “transfusión”, convirtiendo la radioactividad, la más elevada expresión alquímica del Reino mineral en la Savia, o agua de vida del Reino vegetal que va ascendiendo hasta culminar en forma de energía nerviosa en el Reino animal, el cual, en este sagrado Misterio viene representado por los tres discípulos, cuyos cuerpos están dormidos en tanto que el Iniciado recibe la gloria de la Transfiguración. Cristo, el gran Iniciado, radiante y transfigurado contempla desde el Monte Tabor de su conciencia en donde ha logrado ascender como el Agua se convierte en Fuego, de la misma manera que en el Misterio anterior del Bautismo veía cómo la tierra de su cuerpo físico era fertilizada por las aguas del cuerpo emocional plenamente purificado, permitiendo así la progresión del triple sonido mágico A.U.M., representativo de los tres vehículos periódicos o kármicos de la personalidad humana, es decir, que el cuerpo físico, la sensibilidad emocional y el vehículo mental han llegado a un estado tal de integración y equilibrio que el “fuego” de la resolución espiritual ha permitido aquel estado de integración que ha posibilitado el Misterio de la Transfiguración causal que abre el camino del siguiente gran Misterio al cual accederá inevitablemente el alma humana, el Cristo transfigurado, Señor absoluto de sus vehículos de expresión o del Cáliz preparado por la actividad, el esfuerzo y el sacrificio del discípulo Jesús, símbolo perpetuo de la aspiración espiritual, individual y universal. Después de esta obligada Transfiguración el Yo interno está preparado para dar el siguiente paso, es decir, el Drama de la Pasión y Muerte, el cual se inicia en el Huerto de Getsemaní en donde el Cristo enfrenta la prueba del Cáliz supremo al cual debe renunciar para siempre, siendo este Cáliz no sólo una expresión de la vida en los tres mundos, un resultado de la actividad mágica del A.U.M., sino también el Tabernáculo sagrado o “Cuerpo de Luz” al que se refiere Pablo de Tarso, “el cual no ha sido construido por las manos de los hombres” sino por los sutilísimos devas AGNISHVATTAS de la más elevada integración y belleza. Cuando Cristo, representando el alma humana, pronuncia aquellas palabras encarnantes del más profundo sentimiento de soledad y de agonía: “Padre, aparta de Mí este Cáliz de Amargura”, enlaza de hecho el Cielo y la Tierra y allí, en la soledad infinita de aquel divino Huerto, tiende por vez primera en el devenir histórico y evolutivo de la raza de los hombres, un Antakarana, un camino de Luz y de Resolución que enlazará para siempre el centro planetario de la Humanidad con SHAMBALLA, el Centro en donde la Voluntad de Dios es conocida. LA VERDADERA OBRA MÍSTICA DE CRISTO El Drama místico que se realiza en el Huerto de Getsemaní tiene pues, para el esoterista, el valor inapreciable de un Misterio iniciático en el que se revela a Cristo como el AVATAR, como el enviado celeste que ha de vincular el Cielo con la Tierra abriendo para la Naturaleza entera la perspectiva gloriosa de una LUZ de la más elevada integración. Los hechos escalonados que irán produciéndose después, la prisión de Jesús, la innoble elección del populacho, la burla y el escarnio de las gentes, la ascensión al Calvario, las llagas infligidas al Cuerpo inmaculado y la Muerte en la Cruz son Misterios menores en comparación con el sufrimiento, la angustia y la desesperada alternativa de la Renuncia cuando Cristo, perdida para siempre la esperanza de poder retener en Sí nada ilusorio, exclama: “No Yo, Padre, sino Tu en Mí”..., “Cúmplase pues tu Voluntad y no la Mía”. Todo ello sucede sin embargo siguiendo las huellas o el trazado natural de un proceso universal sabiamente proyectado por la propia Divinidad solar, cuyo Regocijo es perenne y contempla desde su elevada trascendencia la Gloria que le espera al Cristo, el mayor de los nacidos de entre la gran familia humana... Estos Misterios menores que culminan en la Resurrección llevan finalmente a la Ascensión, siendo interesante comprobar la analogía de este último gran Misterio con el gran sonido O.M., el del Cristo resucitado, ya que esotéricamente y tal como puede leerse en alguno de los libros sagrados de la Jerarquía, “... El A.U.M. es un sonido de Encantamiento, de Ilusión y de Maya, en tanto que el O.M. es el sonido de Resurrección que propicia la Ascensión del Iniciado a los Montes Himalayas de la propia conciencia”. Cristo entona este Mántram coincidiendo con Sus últimas palabras en la Cruz: “Todo ha sido consumado”, palabras que esotéricamente estudiadas son la expresión final de aquellas otras que la Naturaleza entera pronuncia cuando en la inmensidad de los éteres universales se extinguen las Palabras Mágicas del Creador “HÁGASE LA LUZ”, es decir, “HÁGASE SEÑOR TU VOLUNTAD”. Todo ha sido consumado pues en la vida de la Naturaleza, a la que Cristo representando al alma humana, renuncia definitivamente para poder penetrar en el Reino de los Cielos, libre por completo y para siempre de todos los conflictos; tristezas y dificultades características de la vida del Cuarto Reino, el de los seres humanos. A este Quinto Misterio denominado de Resurrección se penetra inmediatamente después que el O.M. solar, el sonido liberador, actúa sobre los éteres poniéndolos en incandescencia y determinando por esta indescriptible adición de Fuego eléctrico, increíblemente dinámico ya que es consubstancial con la propia Vida del Creador, la rotura de los diques de contención que separaban dentro del corazón de Cristo, el gozo de Su vida de alto Iniciado de las penas y aflicciones de los tres mundos del esfuerzo humano y provocando por esta indescriptible proyección de Fuego eléctrico la destrucción del Cuerpo casual, el Cuerpo de Luz al que frecuentemente aludía Pablo, el Apóstol iniciado. La Ascensión, un nuevo Misterio iniciático, presupone la entrada consciente en el Reino supremo de SHAMBALLA, proceso que forzosamente deberemos seguir desde muy lejos y afinando mucho nuestros poderes intuitivos. Este Misterio nos habla, sin embargo, de un proceso eminentemente científico de pérdida de gravedad, de peso o de substancia. Así debe ser, ya que el triple A.U.M., o sea la mente razonadora, la emoción humana y el tabernáculo físico han perdido por completo sus correspondientes pesos específicos al haberse introducido en ellos substancia etérica de la más elevada sutilidad y pureza proveniente del subplano atómico de cada uno de los tres Planos o Niveles inferiores creados por el poder mantrámico del A.U.M. y de los cuales GASPAR, MELCHOR y BALTASAR extrajeron sus dádivas, sus dones y sus ofrecimientos para el alma humana en proceso de reencarnación o de nuevo nacimiento. Pregunta: ¿Hay una directa relación entonces entre los Misterios básicos del Cristianismo con las Iniciaciones a las que frecuentemente aludieron personajes esotéricos tan conocidos como Mme. Blavatski, Annie Besant o Mr. Leadbeater? Respuesta: Sí, hay una directa y muy estrecha relación entre los Misterios del Cristianismo y los Misterios Iniciáticos mencionados en cualquier tratado esotérico o místico de Oriente. Pero, démonos cuenta de que en el centro mágico de cualquier tipo de Misterio se halla la resplandeciente figura de Cristo, o de Krishna, Centro de la Jerarquía espiritual de nuestro mundo. Cuando en los escritos místicos cristianos se utiliza la frase: CRISTO Y SU IGLESIA, se hace una directa alusión a su posición planetaria como Guía de la Gran Fraternidad Blanca que guía el destino espiritual del planeta Tierra. La primera Iniciación que, como se sabe, tiene que ver con el proceso de “regeneración física”, está directamente relacionada con el drama psicológico del Nacimiento. La segunda Iniciación, o revelación del segundo Misterio, está relacionada con “la regeneración emocional”, astral, o psíquica del candidato, siendo el elemento “agua” en todas sus posibles densidades, la expresión simbólica del plano astral, el sexto Gran Plano del Sistema solar con sus siete correspondientes subplanos acuosos. Lo mismo ocurre, naturalmente, con la revelación del tercer Gran Misterio denominado de la Transfiguración, siendo el Fuego de la Mente el elemento que manipula, coordina y fusiona los tres cuerpos del Iniciado. La substancia de la Luz, el Fuego solar, le es mostrado al Iniciado en el momento en que plenamente integrados los vehículos físico, psíquico y mental puede ascender por equilibrio de funciones psicológicas al Monte Tabor de su conciencia, es decir, a aquel punto intermedio entre el centro Ajna y el Coronario, entre la glándula pituitaria y la glándula pineal, siendo consciente por vez primera en su vida de Iniciado del poder del Espíritu de la Vida divina que arde en su interior. Por primera vez y como el preámbulo de los grandes Misterios universales que van a producirse más adelante, puede contemplar el Iniciado la Gloria del Padre creador y resistir sin peligro la Presencia de SANAT KUMARA, el Señor del Mundo y Dispensador de toda posible Gloria Celeste. Fue necesario, sin embargo, una plena y total sumisión de los tres cuerpos a la Voluntad del Yo espiritual para lograr producir y propagar la Luz que es esencia de la Vida del Señor planetario, convirtiéndose el Iniciado en “un Centro de Luz de la Conciencia divina, por fusión de los tres fuegos menores, es decir, los de la naturaleza física o Kundalini, los de la naturaleza psíquica, o Fuego solar y los de la naturaleza mental, o Fuego de Fohat. La integración de los tres fuegos menores determina la revelación del Fuego unificador del Espíritu. Por tal motivo, en uno de los libros sagrados de la Jerarquía puede leerse: “El Tercer Misterio que se le revela al Iniciado es, en realidad, el primer gran Misterio de SHAMBALLA, o primera Iniciación solar ya que en ella actúa como Hierofante el propio Señor del Mundo”. El trabajo de los fuegos menores abrió el camino para la expresión del Fuego que arde en los altos lugares del Sistema. FOHAT se le revela así al Iniciado como una Serpiente ígnea de intensísimos resplandores que desciende desde arriba del propio Corazón de la Divinidad el Cual, según místicamente se nos dice “es un Fuego Consumidor”, en tanto que en las anteriores Iniciaciones la Serpiente de Fuego, aliada a la substancia creadora de toda posible forma expresiva de la Naturaleza, ascendía desde abajo, a partir de la base de la columna vertebral del Iniciado. En el Misterio de la Transfiguración, el Fuego desciende desde el Centro Coronario produciendo a su paso el despertar de la sabiduría oculta que arde en cada una de las células del cerebro. Este es el secreto iniciático que deberá ser revelado por una gran cantidad de seres humanos en el devenir de la gloriosa Era de Acuario. La Cuarta Iniciación, tal como es considerada en los estudios esotéricos, implica al igual que en el Cuarto Misterio del Cristianismo, “pasión y muerte”. El Iniciado percibe cómo los últimos residuos de su pasado kármico se precipitan sobre su vida personal exigiendo un inmediato ajuste de cuentas. Todo cuanto a través de la infinita cadena de muertes y nacimientos albergó en su corazón dándole la noción de un “yo” separado del conjunto universal, debe ser consumado y extinguido. Y, como consecuencia, la substancia de precipitación que no es otra cosa que “Fuego purificador” proveniente de la divina Mónada espiritual actuando por medio del FOHAT cósmico, se proyecta sobre el cuerpo causal del Iniciado produciendo la inevitable destrucción del mismo y liberando al Ángel solar, el Gran Prisionero de la Cárcel del Tiempo, para que retorne al Nirvana de donde procede. La rotura de los diques de contención y la consiguiente expansión de la energía causal producidas por la doble actividad del Fuego eléctrico de Fohat y de la substancia de precipitación kármica producen Liberación. Esta tiene dos amplias vertientes, una relacionada con el Ángel solar, el YO superior del hombre, que hasta este momento había sido el Gran intermediario entre el Alma y la Mónada espiritual; la otra corresponde a la vida de la propia Mónada trabajando desde el centro del corazón mismo del Iniciado el cual, por vez primera desde el momento místico del proceso planetario de la Individualización, puede establecer contacto con el Dios solar sin intermediario celeste alguno, triunfando como es de ley de todas las pruebas kármicas de la vida y uniendo -tal como esotéricamente se dice- “el Cielo y la Tierra dentro de su corazón”. En realidad, todo ha sido consumado, ya no queda en el corazón del Iniciado rescoldo alguno de pasión humana. Sólo existe una vibrante y eterna conciencia de SER dentro de la Vida de Dios. El gozo de tal unión ha reemplazado así el dolor y la angustia del “yo” separado. El Iniciado se ha convertido “por obra y gracia del Espíritu de Vida” en un Maestro de Compasión y de Sabiduría, es decir, en un Adepto de la Buena Ley. Esta es la Quinta Iniciación y mediante ella es posible establecer un contacto permanente con el indescriptible Santuario místico de SHAMBALLA. La respuesta, como ustedes verán, ha debido ser algo extensa por su directa relación con cuanto fue tratado en nuestra conversación de hoy. Espero que haya servido para aclarar algo más el sentido de los Misterios espirituales y de su expresión práctica en nuestra vida de aspirantes espirituales. Pregunta: Cuando usted habla de SHAMBALLA... ¿En qué sentido lo hace?, ¿como lugar físico o como un estado particular de conciencia en la vida de la Naturaleza planetaria? Respuesta: Cuando hablo de SHAMBALLA -y lo hago con toda reverencia- le doy al nombre un sentido amplio y total, ya como “un lugar en el tiempo”, ya como un estado particular de vida y de conciencia de la Divinidad solar encarnada en nuestro planeta. El “lugar” puede ser localizado por Aquellos que han trascendido la vida humana en un determinado punto del Desierto de Gobi, en el Asia Central, que los esoteristas llaman “la Isla Blanca”. El estado de conciencia -más allá de nuestra razón y de nuestras más elevadas concepciones se centraliza en aquella excelsa Entidad, indescriptible Directora de los destinos de nuestro mundo, esotéricamente definida como el Logos planetario: o SANAT KUMARA, quien utiliza el centro místico de SHAMABALLA para derramar sobre la Tierra los poderes infinitos de Su eterna Bendición. Pregunta: En sus dos conversaciones anteriores acerca del tema de la Magia fue usted mucho más concreto y científico, en tanto que en la de hoy parece haber hablado usted en términos místicos. ¿A qué obedece este cambio? Respuesta: Según se nos ha enseñado esotéricamente la introducción al sagrado Recinto de la Sabiduría exige siete claves de conocimiento. Las que corresponden al conocimiento filosófico y científico fueron utilizadas en nuestras pasadas conversaciones. Hoy hemos utilizado la clave mística para explicar idénticas cosas, utilizando los Misterios de la Iglesia cristiana para confirmarlas. Las fuerzas lunares constituyentes de los vehículos inferiores del alma espiritual están simbolizadas, o mejor dicho, centralizadas en el Maestro Jesús, quien ha de purificar tales vehículos y hacerlos resplandecientes para convertirlos en el Templo infinito de las fuerzas solares que utilizará el Cristo, el Avatar, el símbolo perfecto del alma humana. Con respecto al sonido A.U.M. relacionado con los vehículos periódicos que utiliza el ser humano, tenemos la siguiente analogía:
Como verá, sólo se trata de aplicar correctamente la analogía
hermética y el conocimiento, sea cual sea la clave mediante la
cual se exprese, siempre resultará efectivo y concluyente… [ Libros ]
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[Cáncer 1999] VBA 1.0: 1999-07-05 |
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