CAPÍTULO XV
LOS DEVAS Y LA ACTIVIDAD DE SERVICIO
La obra de los Devas, de los agentes creadores de los mundos invisibles, actúa
por doquier. Bastaría decir que constituyen no sólo el alma y la vida de los
elementos constitutivos de la Naturaleza por medio de los cuales se estructura
toda forma objetiva de no importa qué plano o nivel dentro del Universo sino que
además y esencialmente son la fuerza viva que animan el éter, esta sustancia
sutil en la cual vivimos sumergidos y de la cual extraemos el propio principio
de vida en todas sus posibles densidades, cualidades y expresiones.
A medida que la evolución avance y el hombre vaya siendo consciente de los
niveles subjetivos: del etérico, del cuerpo emocional y del vehículo mental, la
obra de los Devas será reconocida como el aspecto complementario de la vida de
los seres humanos en la ruta gloriosa de su propia redención.
Tal como hemos dicho en otras ocasiones, la vida de los Devas está tan
entrañablemente unida a la nuestra como el sistema nervioso y el sanguíneo lo
están dentro del organismo humano. Ambas evoluciones, la dévica y la humana,
consideradas con la visión de síntesis de un Adepto, vienen a constituir el
corazón y la mente del Ser planetario que rige los destinos de nuestro mundo. En
un aspecto más elevado guardan idéntica relación las gloriosas potestades
dévicas y las altamente evolucionadas humanidades de otros mundos dentro del
Sistema Solar, con el Dios del Universo.
Justificadas están pues, sobradamente, una atención especial del aspirante
espiritual de nuestra época y un profundo estudio acerca de las relaciones
humano-dévicas, que serán cada vez más frecuentes, concientes e imperiosas a
medida que nuestro planeta vaya adentrándose por la luminosa franja de los
Cielos donde se proyecta la potente energía de la Constelación de Acuario.
Evidentemente no puede hablarse de un verdadero equilibrio entre la razón y el
amor, entre la mente y el corazón de un ser humano, sin el cual no puede existir
el verdadero tipo de inteligencia para la cual ha sido programado el hombre
desde las Alturas, si no ha realizado previamente un consciente y definido
contacto con el mundo dévico en uno u otro nivel de su constitución psicológica.
En esta expresión "constitución psicológica" se halla una de las claves del
contacto dévico y es de esperar que la moderna psicología dirija su atención
hacia el mundo invisible que rodea constantemente al ser humano y trate de
descubrir allí el misterio oculto que constituye la causa de todo conflicto
psíquico, de toda enfermedad física y de toda crisis individual y social. No
puede existir un tipo radical de solución a la espantosa crisis psicológica de
la humanidad, de la índole que sea, sin haberse logrado como grupo, como cuerpo
colectivo, una cierta medida de aproximación al mundo de los Devas. El estudio
científico de la Cuarta dimensión, con la constatación actual del Cuerpo
Etérico, reconocido ya científicamente con el nombre de "Cuerpo Bioplásmico"
según el descubrimiento de los científicos de la Unión Soviética, los esposos
Kirlian, va aproximando progresivamente a la humanidad al mundo dévico y, desde
el Centro de Luz de la jerarquía, son tomadas ya eficaces resoluciones para que
ese contacto sea no sólo inspirador, como un reconocimiento previo de una visión
de más audaces y extensas perspectivas, sino también absolutamente práctico, a
fin de que la humanidad pueda solucionar radicalmente algunos de los grandes
problemas que siempre la aquejaron: la enfermedad física, el desequilibrio
emocional y la falta de verdadera visión mental.
Vean Uds. como progresivamente nos hemos ido acercando al tema de base, el que
constituye la materia principal de nuestro estudio acerca de los Devas; el
proceso de curación y redención que, desde hace algunos meses, constituye la
preocupación y el esfuerzo de muchos y leales servidores que desde un buen
principio se adhirieron a nuestra Actividad de Servicio. Dense cuenta también de
que una obra como la que conjuntamente hemos emprendido tiene una máxima
justificación de acuerdo con el valor esencial del momento que estamos viviendo,
no solamente porque el Gran Señor de Acuario, "el Gran Escrutador de los
Cielos", tal como es definido esotéricamente, nos está observando desde Su
elevado sitial allá en lo insondable de los Cielos, sino porque a ello nos
obliga nuestra propia condición de seres humanos concientes que, de manera
decidida, queremos contribuir a la obra de redención planetaria. Esto es lo que
hicieron y continúan haciendo desde Sus augustas moradas espirituales Buda,
Cristo y todos los elevados Seres de la jerarquía y de Shamballa y esta es la
obra única de todas la Potestades Cósmicas que rigen el proceso de la Evolución
y del Cumplimiento
del Karma.
Al hablarles pues de los Devas, en relación con nuestro trabajo, no vamos a
fundamentar nuestros argumentos en inútiles teorías sino en verdades
esencialmente prácticas que tienen su analogía en un sólo y definido punto o
centro de atención: “Colaboración consciente con la Obra de Dios". ¿Se dan Uds.
cuenta de las amplias perspectivas abiertas ante nosotros, pensando en nuestra
actividad de servicio y en nuestro decidido empeño de hacer y de realizar? Se
trata de un desafió absoluto a nuestra mente y a nuestro corazón, a nuestra
intrepidez en el Sendero. El resultado de aceptarlo con la absoluta honradez que
caracteriza al discípulo y con el inmenso sentido de responsabilidad que tal
honradez entraña, es simplemente voluntad de acción, el poder resolutivo que
rige toda expresión de la vida en el Universo. Así, progresivamente y a través
de las sencillas prácticas de invocación de las poderosas Entidades dévicas que
cooperan en nuestro trabajo, vamos adentrándonos sin darnos cuenta, en zonas de
vida ocupadas por la Voluntad dinámica del Creador y empezamos también a ser
grandes —pese a nuestra aparente pequeñez— en el sentido interno.
La Vida Universal de los Devas
Avizorando el aspecto práctico de nuestro trabajo, deberemos ir reconociendo
progresivamente que los Devas, en sus distintas jerarquías, pueblan los éteres,
desde el subplano gaseoso físico del planeta hasta el más elevado plano del
Sistema Solar. Su Vida lo llena todo y su acción más objetiva en relación con
nuestros sentidos de percepción se refleja en los cuatro elementos conocidos: el
fuego, la tierra, el aire y el agua, constituyendo el cuaternario básico que es,
fundamentalmente, el soporte y estructura de la evolución universal.
Hay que tener en cuenta también a los Devas como los agentes vinculativos del
cuerpo social de la Humanidad como un todo. Ninguna acción ni reacción
biopsicológica, desde la más leve actividad física hasta el más elevado
sentimiento místico, está desligada de la actividad natural de los Devas por el
motivo, conocido por todos los estudiantes de esoterismo y comprobado ya por los
grandes exponentes de la ciencia actual, de que el Éter [El quinto elemento
esencial, denominado de «síntesis»] es la substancia que lo impregna todo y que
sin él no existiría vinculación alguna entre Dios y Su Universo. Estamos
invocando pues "funciones dévicas" cada vez que realizamos un acto, evocamos un
sentimiento o formulamos pensamientos, ya que toda actividad física, emocional o
mental, para ser reconocida como tal, debe afectar los éteres, siendo la
respuesta a éstas impresiones la correspondiente expresión psicológica o social
de los Devas. Pues, el Deva, por su propia naturaleza etérica es un agente
vinculativo dentro del cuerpo social de la Humanidad, que halla precisamente en
los éteres el campo expresivo de cualquier actividad psicológica y si la acción
del Deva no es percibida objetivamente como tal dentro de un espacio vital que
según la sabiduría esotérica contiene "todas las dimensiones", es debido a la
limitación de nuestros sentidos encerrados en un estrecho marco que sólo puede
abarcar tres y desde allí, desde este reducido concepto dimensional, intentamos
glosar la Obra Divina en su conjunto, perdiéndonos constantemente en nebulosas
hipótesis y descabelladas teorías que nos apartan cada vez más y más de la
verdad esencial que por su carácter de absoluta sencillez contiene la medida de
lo eterno.
El ser humano, programado desde un buen principio para ser receptor y transmisor
de verdades eternas, contiene en sí la semilla infinita de las más elevadas
percepciones, siendo una de las más inmediatas, desde el punto de vista de la
Jerarquía, el reconocimiento del mundo dévico.
Esotéricamente se asegura que "el ser humano vivió en un remoto pasado la gloria
del contacto dévico o angélico" y que se fue apartando de sus hermanos los Devas
a medida que la Ley de Involución, que precede siempre a la de Evolución, como
las sombras preceden a la luz, fue densificando sus cuerpos sutiles hasta llegar
al cuerpo más denso, el físico conocido y que su misión en la ruta evolutiva es
recobrar aquella sutilidad y pureza virginal, a fin de hacer posible en un nuevo
y más elevado estado de conciencia, el reconocimiento del mundo invisible de los
Devas y establecer contacto conciente con aquél. Esta afirmación contiene un
tremendo desafío para el aspirante espiritual de nuestros días a quien la
evolución técnica de la vida ha privado de una considerable parte de sus dotes
sutiles de observación y percepción. La evolución mental del hombre moderno debe
tender forzosamente hacia nuevas áreas de luz o de entendimiento superior y
reconocer que la evolución técnica es únicamente el soporte —o quizás sena mejor
decir el vehículo— de las verdades abstractas o arquetípicas que se agitan en el
mundo superior de las causas y de los significados.
La sutilización de la mente, el paso progresivo de lo concreto a lo abstracto,
de lo intelectual a lo intuitivo, debe procurarle al hombre la sutilidad
requerida "para ver, oír, gustar y tocar" en todos los planos posibles de su
compleja constitución psicológica y, a medida que ello se vaya realizando, será
consciente del mundo de los ángeles y adquirirá el poder de invocarlos para
ultimar, de acuerdo con el gran programa cósmico, el proceso de evolución
planetaria que conduce a la fraternidad universal. Se preguntarán quizás Uds.
por qué no fue impartida en el pasado, durante el curso de entrenamiento de los
discípulos, una mayor información acerca de los Devas. Podemos decir que siempre
hubo esta información y que hubo siempre discípulos —más sensibilizados que los
demás— que contactaron aquel soberbio mundo y dieron fe del mismo en sus obras
poéticas, místicas, musicales o artísticas.
Ahora bien, la presión de los tiempos modernos, rigurosamente técnicos, exige
que se presente al mundo de los Devas dentro de los cánones estrictos exigidos
por la mentalidad científica de nuestros días con lo cual, si bien se pierden
algunos de los elementos místicos tan queridos y apreciados por los aspirantes
de tipo devocional, se gana fuerza, solidez y objetividad realmente científica,
es decir, puede ser presentado ante la investigación más rigurosa como "un hecho
que sucede aquí y ahora". Nadie se asombra hoy día de esos descubrimientos
científicos tan realmente prodigiosos, como la desintegración del átomo, los
aviones supersónicos, las computadoras electrónicas o la televisión en color,
citando solamente algunos de entre la gran profusión de los existentes; sin
embargo nos asombraríamos y hasta dudaríamos quizás si se nos presenta a
consideración la idea de intervención de ciertos exaltados Devas que rigen la
actividad oculta que originó y provocó, a su debido tiempo, tales
descubrimientos.
Avizorando el ángulo esotérico pero absolutamente práctico de nuestro estudio,
vemos que la objetividad de nuestra actividad de servicio, clave de su éxito,
reside en nuestro fervoroso sentimiento de buena voluntad y deseo de bien. A
través del mismo invocamos tres tipos definidos de Devas:
1. Ciertos poderosos Devas del plano mental, especialmente vinculados con la
actividad de los Ángeles Solares.
2. Unos Devas del plano emocional (o astral) fuertemente polarizados con la
energía de un glorioso Deva planetario de Segundo Rayo, cuya misión es
“restablecer el equilibrio psicológico de los seres humanos y crear armonía en
la Naturaleza”.
3. Hay, finalmente, la actividad de aquellos Devas cuya substancia constituye la
energía etérica del plano físico y están dotados del poder de producir en el
mismo ciertas radicales transformaciones.
Los Devas del Plano Mental
De los Devas del plano mental poco podemos decirles, salvo que la substancia que
manipulan y constituye la esencia de su ser, es de origen solar y están
directamente relacionados con la evolución espiritual del hombre, incluida la
actividad del llamado “Fuego de Kundalini”. Trabajar con este grupo de devas
exige una gran solidez de principios espirituales, una mente muy clara y
flexible y un corazón ardiente, comprensivo y amoroso. El firme propósito de
servicio y la indomable determinación de cooperar inteligentemente con el Plan
de Dios que caracteriza la vida del discípulo, constituyen un punto de
referencia o de invocación con respecto a estos elevados Devas. La misión de los
mismos es "esclarecer el camino, comunicar visión y evocar comprensión amorosa"
en la mente y corazón de aquellos que consiguen invocarles.
Son, sin embargo, un peligro más grande de lo que la gran mayoría de aspirantes
espirituales se figuran si son invocados sin la debida preparación y sin una
gran base de meditación o de experiencia espiritual. Siguiendo las líneas
seguras del correcto sentido humano que desarrolla el verdadero discípulo, tales
Devas construyen con la sustancia de luz que irradia de su propia vida, el
luminoso puente o antakarana, que va de la mente inferior, intelectual o
concreta del discípulo hasta el más elevado nivel mental. El Yo Superior del ser
humano, su Ángel Solar, que constituye el alma del gran proceso de la evolución
humana, se halla en el centro mismo de esta actividad de los Devas Solares y del
crecimiento espiritual de las almas en el Sendero y dirige conscientemente,
desde "su alto lugar de observación, el proceso conjunto de la voluntad del
discípulo y de la actividad dévica. Es, pues, muy importante para aquellos que
se sientan llamados o capacitados para trabajar en un nivel mental superior, o
que están debidamente entrenados en el proceso técnico de la meditación
esotérica, tener muy en cuenta la participación de los Devas Solares en todos y
cada uno de sus intentos de realización espiritual.
Paulatinamente irán descubriendo Uds. que la acción de los Devas, en sus
múltiples cualidades y funciones, forman parte consubstancial de nuestra vida,
cosa que hasta aquí no había entrado quizás a formar parte del aspecto práctico
de la investigación esotérica. Deberemos descender, sin duda, del elevado
pedestal en que nuestros conocimientos esotéricos nos habían situado y empezar a
reconocer humildemente la participación del mundo de los Devas y de la evolución
angélica en cada uno de los hechos particulares, familiares, sociales y
espirituales que ocurren en nuestro mundo y que constituyen nuestro Karma.
Este reconocimiento humilde y agradecido a la actividad de los Devas debe
constituir, para el esoterista, para el discípulo y para el investigador, la
línea de acción principal para el futuro, ya sea en relación con su propio
progreso individual como con cada una de sus múltiples actividades sociales en
servicio de la humanidad de cuyo organismo vital debe sentirse cada vez más una
pequeña aunque muy bien definida y organizada pieza.
Comprenderán Uds. también que el conocimiento y la decisión que imparten los
Devas Solares no pueden ser adquiridos a través de los libros y manuales
esotéricos en uso. Esto equivaldría a admitir que a cualquier irresponsable
curioso dotado de una poderosa mente intelectual le es posible acceder al poder
y conocimiento implícitos en la Mente de Dios, cuya expresión es el Fuego
creador del cual todos los seres humanos y todas las cosas poseen su justa y
equitativa parte. Afortunadamente las reglas que rigen el conocimiento divino
son sabias y "absolutamente drásticas". Analícese si no, a través de la
historia, el peligro de aquellos que, "como verdaderos aprendices de brujo",
quisieron emplear el Fuego del poder y del conocimiento de Dios sin estar
debidamente preparados. Sodoma y Gomorra, Nínive y Babilonia, el drama de la
Atlántida, etc., son ejemplos vivos o dramatización psicológica y social de
aquel gran peligro al que estamos aludiendo y al que todos estamos más o menos
expuestos.
Los colaboradores de "Actividad de Servicio" que decidan trabajar en el Plano
Mental para contribuir con su ayuda a la iluminación espiritual del planeta, se
hallarán bajo la directa protección del Señor Buda [ver capítulo XVI] y dentro
del área de luz de los Devas Solares. Nos preguntamos, sin embargo, cuántos
serán capaces de resistir la terrible presión de las energías ígneas que
producen el aliento vivo de todo verdadero conocimiento y de toda profunda
determinación. Su apertura mental deberá ser en todo caso muy amplia, así como
muy exquisita y profunda su capacidad de silencio. En última instancia habrá de
reconocerse que el valor efectivo del conocimiento no se mide por la capacidad
intelectual de abarcar y retener muchos y muy variados temas esotéricos sino que
radica fundamentalmente en la limpidez, claridad y tersura de la mente.
Consideramos pues muy interesante que dichos colaboradores dejen de preocuparse
en demasía por el estudio esotérico (no decimos que dejen de leer o de meditar)
y empiecen a trabajar creativamente en sus mentes para producir en ellas aquella
actividad natural de distensión que produce intuición y el la luminosa escalera
(semejante a la de Jacob) por la que "ascienden y descienden los ángeles", los
Devas Solares.
Los Devas del Plano Astral
Nos referiremos brevemente también, ya que el objetivo principal de este estudio
es sólo resaltar las vinculaciones dévicas de nuestro trabajo, con los Devas del
plano astral. Los encontramos en cada uno de los siete subplanos que constituyen
dicho plano, expresándose en multiplicidad de gradaciones y jerarquías que van
desde las pequeñas criaturas que viven infundidas en el fuego pasional del deseo
humano hasta el más elevado sentimiento de integridad y de belleza. Se
comprenderá también que su vinculación con nuestra obra de servicio dependerá
mayormente de nuestras intenciones y de la buena voluntad depositada en el
trabajo. La mayoría de los Devas del plano astral responden, como es lógico, al
aspecto devocional y debemos hacer resaltar el hecho de que actualmente toda la
jerarquía dévica de ese plano se halla regida por un poderoso Deva de Segundo
Rayo cuya misión apreciada desde el Ashrama, y según ordenación y estructuración
del Plan para la Nueva Era, es sublimizar y dignificar el deseo humano y llevar
hasta las más elevadas cumbres espirituales el aspecto sentimiento de la
humanidad. Su participación como impulsor de las leyes que regulan la evolución
planetaria en la Naturaleza, se hace sentir poderosamente sobre el reino vegetal
con el cual está estrechamente vinculado el mundo emocional de los hombres.
Hacemos estas referencias que serán ampliadas más adelante, para estímulo de
todos aquellos trabajadores que por predisposición natural hayan decidido
trabajar específicamente en el mundo psíquico y restaurar en el mismo la armonía
y el equilibrio psicológico de los seres humanos.
Los Devas del plano astral, emocional o psíquico, trabajan por medio de sonidos
inaudibles y colores invisibles, una aparente paradoja para nosotros que,
forzosamente, debemos atenernos todavía a reglas concretas de objetividad, pero
en esta frase se halla un desafió para el inteligente investigador espiritual
enfrentado a la tarea de sutilizar constantemente sus sentidos perceptivos para
poder captar las sutilísimas vibraciones provenientes de ciertos subplanos del
plano astral.
Hemos dicho en varias ocasiones que existen ciertos Devas, conocidos
esotéricamente bajo el nombre de "Ángeles del Silencio" que acuden solícitos
allí donde un ser humano da evidentes pruebas de sutilización de los vehículos a
través de los cuales su alma se expresa. Aquí tendrán explicado de nuevo el
hecho de la participación dévica en todo intento humano de purificación y
perfección.
Los Devas del plano astral, a partir del cuarto subplano, tienen la misión de
contrabalancear las actitudes humanas con los móviles divinos. Se les denomina
esotéricamente "los Ángeles del Equilibrio" y son precisamente tales Devas los
que invocamos en nuestra actividad de servicio en el plano astral. Ocultamente
se sabe que cuando existe una perfecta armonía o equilibrio entre el deseo
humano y el móvil o Plan divino responde automáticamente cierto subplano del
plano búdico. La expresión natural de tal respuesta es la música. La música es
la más elevada forma del arte creador y su más elevada expresión como equilibrio
cósmico; es aquella suprema sinfonía que sólo el sensibilizado oído del Adepto
puede escuchar y que es denominada en el lenguaje oculto como "Música de las
Esferas". Se comprenderá fácilmente que para el esoterista o para el discípulo
cuyos vehículos se van sensibilizando progresivamente, sólo existe un tipo de
música, la que responde al equilibrio cósmico y viene transmitida a los artistas
de esta especialidad por los Devas de los elevados niveles del plano astral que
responden a Budhi. No son considerados como música los discordantes ruidos de la
llamada música moderna, cuyo sentido regresivo hacia aquellas zonas astrales
trascendidas por la humanidad consciente, hace que en multitud de casos hayan
sido y sean aprovechados por siniestros miembros de la Logia negra del planeta
para determinar estados caóticos y conflictivos en los niveles astrales de la
humanidad. Pero, no vamos a extendemos ahora en estos razonamientos que serán
tratados en otros estudios específicos. Sólo nos guía la intención de hacer
resaltar el hecho de que el término clave "sutilidad" debe presidir
constantemente la evolución de cualquier trabajo de orden espiritual. Para el
discípulo, sutilidad equivale a síntesis en el aspecto invocativo de los Devas.
No pueden ser invocados los Devas del equilibrio sin haber sido utilizado hasta
cierto punto nuestro sentido devocional y sin estar henchidos de grandes ideales
de servicio a favor de la humanidad. El hecho de que muchos de Uds. se hayan
adherido con buena voluntad a la tarea de "equilibrar psicológicamente" a las
personas que tienen problemas y dificultades en el nivel astral o psíquico
corriente, es una garantía de que responden en una cierta medida a aquel gran
proceso creador que desarrollan los Devas del equilibrio. El efecto consiguiente
a una serie ininterrumpida de invocaciones con respuesta de tales Devas, ha de
ser, lógicamente, paz e integridad, dicho de otra manera, sutilidad. No hay
mejor yoga evidentemente, que el espíritu de servicio y hay que reconocer y
afirmar que practicar el yoga (de la clase que sea) o la meditación pensando
únicamente en la propia salvación o liberación, es separarse del camino
espiritual, cuyo móvil único sólo es perceptible cuando hay integridad de
principios, solidez de propósito y absoluto desinterés. Estas tres reglas
constituyen el Sendero de Servicio, el único que conduce a la Liberación y en su
luminoso recorrido nos acompañarán siempre nuestros hermanos los Devas.
Como Uds. se darán cuenta, nuestras afirmaciones acerca del mundo dévico en
relación con Actividad de Servicio, son de orden universal y no es necesario,
por ahora, penetrar en el mundo particular o del detalle para que sea
comprensible cuál ha de ser nuestra actitud invocativa. Lo que intentamos
mayormente es el estímulo que estas referencias puedan aportar en el ánimo de
los colaboradores. Como predisposición del alma hacia el equilibrio natural de
la naturaleza dévica, hay que practicar la distensión y el silencio. De ambas
actividades, que constituyen una base de armonía, se eleva un sutilísimo clamor
que llega a los finos oídos de los Devas del Equilibrio y ellos responden
inmediatamente al mismo con generosa adhesión y exquisita simpatía. El color
preponderante que surge y se eleva del alma en silencio es el verde pálido
brillante y los Devas del Equilibrio responden al mismo con su vibración
peculiar de armonía de un color amarillo indescriptiblemente brillante
(relacionado con el cuarto subplano del plano búdico), del tono que tratamos de
reproducir, precisamente, cuando intentamos visualizar la energía astral
superior en nuestro trabajo de curación psíquica.
Los Devas del Plano Etérico Físico
Constituyen casi en su totalidad aquello que llamamos “prana”. Se mueven en
éteres físicos de distintas densidades y vibraciones y su vida constituye —tal
como dijimos al principio de este artículo— la expresión de los cuatro elementos
conocidos: el fuego, la tierra, el aire y el agua, tal como podemos percibirlos
físicamente a través de nuestros cinco sentidos corrientes. Hay que decir, no
obstante, que cada plano del Sistema Solar está constituido también por estos
cuatro elementos, aunque en una expresión de increíble sutilidad que es más pura
conforme se va ascendiendo o profundizando de subplano en subplano desde el
plano físico al monádico.
Las características de los Devas del plano físico en sus distintas jerarquías o
evoluciones son innumerables pero responden invariablemente a las leyes de
afinidad con la naturaleza física. Tenemos así a los Devas de la tierra, del
agua, del aire y del fuego y en una síntesis de actividad tenemos los Devas más
sutiles del plano atómico, cuya belleza es realmente indescriptible, así como
indescriptiblemente poderosa es su participación en la vida oculta de la
naturaleza y en la vida espiritual del hombre. Como no es nuestro objetivo
extendernos mucho acerca de estas existencias dévicas, por cuanto el interés
principal radica en el estímulo creador y no en las curiosas descripciones, nos
referiremos —y aquí hay un indicio para el inteligente observador— a nuestro
contacto con los Devas que más fácilmente pueden ayudamos en nuestra tarea de
servicio de "curación física". En cierta ocasión dijimos que la curación física
de las enfermedades de la Raza humana era un asunto puramente mental y estaba
relacionada con un inteligente empleo de los éteres". Esto quiere significar que
nuestras invocaciones a los Devas que constituyen los éteres sutiles del plano
físico, la más potente expresión del "prana", tienen una importancia
trascendente en nuestros intentos de curación Física. No podemos acercarnos
esotéricamente al problema de la curación partiendo de los viejos principios o
de las atávicas tradiciones, utilizando pócimas, ungüentos o medicinas, aunque
sean todavía necesarias debido a la escasa sutilidad del cuerpo etérico de los
seres humanos. La curación debería ser directa a través del éter sutil o "prana"
operando directamente sobre las causa de las enfermedades, las cuales pueden ser
localizadas siempre en el cuerpo etérico o pránico de los hombres. La
comprensión de esta verdad debe inducirnos a trabajar con renovado fervor en pro
de la redención física de la humanidad cuyas viejas enfermedades, provenientes
como fatal herencia de las razas más primitivas, nos mueven a compasión y son el
acicate del más noble de nuestros empeños. Hemos hablado de compasión. Es el más
grande de los elementos invocativos pro curación física. Es el poder máximo de
la humanidad en el aspecto servicio y la más elevada muestra de fraternidad
humana. Hay que sentir "compasión", evocar su poder, si queremos atraer a los
agentes dévicos "señores de la curación universal". No podemos invocar su fuerza
si nuestro corazón está reseco y son áridas las avenidas de nuestros
sentimientos a favor de los demás. Según se nos dice, Cristo nunca curó con
pócimas ni medicamentos sino simplemente con "imposición de manos". En esta
última frase hay un misterio que un día será revelado a la humanidad. Unida esta
imposición de manos al espíritu crístico de compasión se pueden realizar
verdaderos milagros de curación física y espiritual. Nosotros debemos suplir la
imposición de manos (el dedo del Señor o Cetro Iniciático) con el espíritu de
compasión que creará en los éteres el luminoso centro de atracción dévica para
la recepción y proyección de sus divinas energías. Seremos, en tal caso, el
espíritu divino que vela por la conservación del Universo y los Devas el "Dedo
del Señor" que elimina y disuelve todo cuanto provoca enfermedad, tensión, caos
o dolor. Nosotros debemos realizar "aquellas cosas más grandes" a las que El se
refirió. Vamos a tratar de curar con prana puro, utilizando la esencia vital de
los Devas de las más elevadas regiones. Nos preguntamos si se apercibirán Uds.
de la oportunidad cíclica a nuestro alcance al incidir sobre los éteres
planetarios de todos los niveles la augusta potencia del Señor de Acuario. Es
mucho más fácil —dada esta divina situación— que podamos sentir compasión y
fraternidad, cosa que resultaba realmente difícil en los tiempos de Jesús de
Nazaret. Tenemos a nuestro alcance la promesa de Cristo y en nuestras manos un
tremendo poder que podemos utilizar conscientemente, la energía del mundo de los
Devas. Seamos pues consecuentes y tratemos de aprovechar hasta el máximo el
privilegio de nuestra oportunidad cíclica.
Nuestra tarea, en orden al trabajo a realizar de curación física de
enfermedades, es puramente radioactiva, empleando aquí la conocida expresión
científica que define nuestros tiempos y, en la medida en que podamos "rasgar
los éteres" con nuestros luminosos intentos de curación, nos será posible
constatar los éxitos apreciables en nuestros esfuerzos. Aconsejamos visualizar
el color dorado — símbolo del Sol— al tratar a los enfermos, porque este color,
en distintos y muy variados matices, es el color etérico del prana y pueden a
través del color dorado pueden ser invocados los Devas que en el prana viven y
en él realizan su evolución. El éxito final, para el buen practicante, es así
seguro pero no depende, como Uds. comprenderán, del tiempo ni del deseo de un
resultado espectacular o inmediato sino de la persistencia en una actitud que,
unida a muchas otras, puede preparar eficazmente el campo, el cuerpo físico de
los seres humanos para convertirlos en verdaderas Moradas del Espíritu Santo.
Conclusión
Como habrán podido observar, hemos seguido en este capítulo acerca de las
vinculaciones dévicas con nuestro trabajo específico de curación o redención,
una técnica precisa y premeditadamente estructurada de estímulo y cordialidad de
relaciones humano-dévicas. Nos hemos referido así a Devas de tres planos
definidos; los del plano mental que han de producir comprensión espiritual, los
del plano astral que han de infundir equilibrio y armonía psíquica y los del
plano etérico-físico, cuya cooperación determinará la sutilización del cuerpo
físico de los hombres y la curación total de todas las enfermedades físicas de
la Raza humana.
Comprenderán Uds. que no hemos tratado en ningún momento de forzar a nadie a
seguir determinada regla de conducta tendiente a la noble expresión de los fines
expuestos. La aportación personal de cada uno al trabajo de invocación de las
energías puede parecer sencilla y muy humilde pero estén Uds. firmemente
convencidos de que la suma de todos los esfuerzos individuales en un haz
colectivo de invocación, en el que estén presentes todas las voluntades de bien
que seamos capaces de desarrollar, puede crear algo realmente grande para el
próximo futuro. Tal es al menos nuestra profunda convicción y nuestra sincera
esperanza.