CAPÍTULO X
MÁNTRAM YOGA
El significado esotérico de Mántram Yoga podría traducirse concretamente como
"el poder de la voluntad y del sonido actuando sobre los agentes dévicos". Un
Mántram, de la clase que sea, es siempre un Sonido, una orden directa lanzada a
los éteres afectando un determinado tipo de devas, los cuales responden al mismo
y lo traducen en acción concreta y definida. Hay que tener en cuenta que el
Mántram es, ante todo, una Invocación y que la respuesta a esta invocación será
siempre en orden a la calidad de la misma. Extremando el significado del tema,
podríamos decir que "hablar" es "invocar", desde el ángulo esotérico, y que se
le recomienda muy especialmente al aspirante espiritual que hable poco y piense
correctamente, pues hablar y pensar mucho implica cargar los éteres con una
serie de sonidos que, convertidos en colores, atraen multitud de elementos
dévicos, los cuales se introducen en el aura etérica y precipitan determinados
hechos.
Mántram Yoga es un ejercicio universal que empezó a actuar desde el momento
mismo en que el ser humano, en el inicio de las primeras Razas, empezó a emitir
sonidos, guturales al principio, organizados más adelante, hasta convertirse en
un definido lenguaje. Hay que pensar pues que los primeros sonidos emitidos,
como expresión de una naturaleza primitiva, no podían invocar ni atraer
elementos dévicos de elevada jerarquía, sino grupos de entidades elementarias
(el aspecto más inferior de los devas) que utilizaban dichos sonidos para crear
condiciones normales, naturales y kármicas que precisaban aquellas primitivas
sociedades humanas. Puede ser comprendido así, por analogía, que cualquier tipo
de civilización viene condicionada por el lenguaje en ella utilizado y que
cuanto más refinado sea el lenguaje mejor será aquel tipo de civilización. La
cultura del un pueblo, insistimos, viene condicionada por la calidad de los
sonidos emitidos y por el poder ejercido por los mismos sobre los elementos
dévicos, los cuales lo mismo pueden crear la belleza objetiva de una sociedad
griega como la fealdad de una sociedad prehistórica viviendo en las cavernas. La
diferencia entre ambas civilizaciones es siempre en orden a sonidos. Los hombres
que vivían en las cavernas emitían Sonidos Guturales que sólo podían "oír y
responder a ellos" aquellas entidades dévicas que dirigían la evolución del
Reino Mineral. Aquellas primitivas sociedades humanas debían forzosamente vivir
de acuerdo con las condiciones creadas por sus semiarticulados sonidos, y las
rocas y las hendiduras de las piedras constituían su medio natural de vida y de
expresión social. A medida que los sonidos guturales fueron articulándose,
cuando la mente y la sensibilidad empezaron a funcionar y fue utilizando un
lenguaje preciso de relación, la invocación dévica se hizo más directa e
imperiosa y el ser humano creó a través de aquellas misteriosas entidades
invisibles, condiciones más propicias a la expresión de su íntima naturaleza
espiritual. Podemos decir al respecto, que Grecia llegó a ciertas elevadas
concepciones de belleza plástica más por el cultivo del lenguaje selecto y
profundamente filosófico, que por la habilidad de sus artistas que, no obstante,
supieron plasmar en mármoles gloriosos un tipo de arte y de civilización que
constituye todavía hoy día el asombro de las generaciones actuales. Fueron
aquellos "selectos sonidos" los que provocaron en el éter aquella conmoción
dévica, reproducida más adelante en la época del Renacimiento, que permitió la
exaltación de sus artistas y la necesaria inspiración para provocar un género
distinto de arte creador, lleno de belleza y equilibrio. En todo caso, vemos
siempre que es la plenitud subjetiva de un sonido, objetivo sin embargo a la
percepción clarividente, lo que permite la estructuración o edificación de un
determinado tipo de sociedad, de civilización y de ambiente social. Conviene
tener en cuenta este principio cuando estudiemos el Mántram Yoga. La mejor de
las reglas en orden a sonidos es siempre la del silencio, pues en el silencio de
palabras, de deseos y de pensamientos se gesta la calidad y la potencia de un
sonido.
Tengamos en cuenta también que nuestro Universo con todo su contenido es el
resultado de un Sonido, del poder de un Mántram, de una Palabra o Verbo emitido
por la gloriosa Entidad que llamamos Dios. Los Devas Cósmicos se hacen eco de
este Poder o de este Verbo y lo descomponen en una indescriptible gama de
sonidos menores y a través de las infinitas jerarquías dévicas a sus órdenes van
creando con la materia vital o "sustancia de creación" coexistente en el éter
del espacio, todas las formas que constituyen el Universo. Desde tal punto de
vista puede ser afirmado que cada ser, cada cosa y cada átomo de sustancia de no
importa qué procedencia, desde lo más exaltado a lo más humilde, constituyen una
escalera misteriosa de sonidos que se extiende desde el Verbo Solar AUM -
"Hágase la Luz" hasta la pequeña vocecita o sonido que emite el más
insignificante electrón dentro de un átomo. En todo caso, esta escala de sonidos
viene regida por una inmensa Jerarquía dévica que utiliza su poder para crear
aspectos objetivos como un árbol, una roca o una nube o subjetivos, como una
característica psicológica humana o un ambiente social. Cuando nos referiremos
de ahora en adelante a la Ley del Karma tendremos en cuenta los factores dévicos
antes descritos, ya que son precisamente ellos los que utilizan los sonidos,
correctos o incorrectos, que se elevan de las almas de los hombres, para
construir la situaciones kármicas que enfrenta la humanidad.
a) La Evolución Humana en Orden a Sonidos
De acuerdo con la Sabiduría esotérica, los seres humanos corrientes, la inmensa
mayoría de la Humanidad, responde a tres tipos de sonidos:
a) El físico (la palabra hablada);
b) El emocional (la sensibilidad a las palabras);
c) El mental (la voz del pensamiento).
En estos tres niveles el ser humano es capaz de emitir sonidos articulados y
responder a los mismos. Podemos decir que esta inteligente articulación se
inició en aquella lejana etapa de la Humanidad en la que el ser humano fue
dotado de mente. A través del ejercicio de aquel poder pudo seleccionar voces y
sonidos y expresar a través de ellos sus estados de ánimo o de conciencia. En la
actualidad, cada Nación de la Tierra posee un lenguaje coordinado, físico,
emocional y mental, lo cual equivale a decir —utilizando la analogía— que
manipula, aunque inconscientemente todavía, tres definidos tipos de devas, los
de la tierra, el agua y el fuego, siendo ampliamente condicionados por éstos
debido a que no posee aún el requerido conocimiento y control de sí mismo. Ello
explica racionalmente también las determinantes del ambiente social del mundo en
donde las crisis, los conflictos y las tensiones son abundantes y en donde no
son apreciados todavía los requeridos elementos de control individual ni el
poder realmente consciente para una perfecta estructuración social.
Los aspirantes espirituales del mundo llevan sobre sus hombros la pesada tarea
de crear dentro del ambiente social a su alrededor, las condiciones precisas
para un verdadero cambio de conciencia y una nueva visión de la sociedad que
precisa la humanidad de nuestros días. La obra específica de tales aspirantes
puede ser definida así:
a) Controlar los devas de los planos físico y emocional.
b) Establecer contacto consciente, por medio de la meditación correcta o de un
definido tipo de Yoga, con ciertos grupos de devas del mundo mental y actualizar
algunas de sus energías para crear un mejor ambiente mental y social.
Este ajuste es particularmente necesario en los momentos actuales y es notoria
su actividad en aquel estado de conciencia, cada vez más asequible a las masas,
que se traduce en aspectos de solidaridad y correcta relación.
Hay también un grupo de discípulos en entrenamiento espiritual que responden a
una tónica o proceso superior y "utiliza ciertos sonidos de estabilidad y de
control" sobre sus vehículos inferiores, la mente, el vehículo emocional o
psíquico y el cuerpo físico. Ellos constituyen una avanzada de lo que podríamos
llamar "un nuevo tipo de sociedad". Estos discípulos, que pueden ser localizados
en todos los ambientes sociales del mundo, corresponden por analogía a aquel
grupo que Cristo definió como "la sal de la tierra". Se den cuenta o no del
hecho, ellos están misteriosamente vinculados con unos grupos y Jerarquías
dévicas cuya misión es "llevar paz, serenidad y equilibrio" a todas las partes
del planeta y, en su totalidad, constituyen el cuarto subplano del Plano Búdico
que, a su vez, es el Cuarto Plano de nuestro Sistema Solar. Nos hemos referido
en otra parte de este libro a la relación de estos insignes Devas con la
expresión de la Música (el lenguaje que ellos utilizan), pero hay que ampliar
esta idea en el sentido de que una de sus particulares misiones es utilizar las
correctas palabras, las bellas emociones y los profundos pensamientos de los
hombres y sintetizarlos en un sonido especial, en un exaltado Verbo de
sensibilidad que, tras una misteriosa alquimia espiritual, se convierten en
Música, tal como ella puede ser percibida por nuestros oídos mortales. La
Música, como característica esencial de los devas del Plano Búdico, como sonido
natural que les es propio, sólo puede ser escuchada por los Iniciados y por los
exaltados artistas o músicos de muy elevada sensibilidad.
Al ascender el ser humano por la "escala selectiva de sonidos de la Creación", a
medida que se va aproximando al AUM o Voz de la Divinidad, es notorio un
desarrollo de aquella requerida sensibilidad. Todos los sonidos tienden a
refundirse en un todo armonioso y equilibrado; la vida aparece bajo los tintes
de una especial majestad y las palabras, convertidas en perfectos vehículos del
Verbo, constituyen verdaderos dones del Espíritu Santo. En tal estado aparece el
Sonido como una terrible responsabilidad y, progresivamente, se adueña de mente
y corazón una sed invencible de silencio. Frecuentemente se quiere hablar y no
se puede articular palabra; al tratar de sentir se escapan por las tremendas
oberturas del corazón los apegos creados y sostenidos por el incesante fluir de
las humanas emociones y el pensamiento, último baluarte de la fe, queda también
como diluido cuando se intenta el esfuerzo de pensar... En tal estado de
conciencia aparece el silencio como una forma natural de vida, ya que sólo en
este místico y piadoso recogimiento se puede oír la Voz de la Divinidad y ser
comprendido e interpretado el inapelable juicio de Su Voluntad. Ángeles de los
subplanos superiores del Plano Búdico asisten al ser humano en ese estado y en
aquellos momentos de profundo recogimiento espiritual le comunican "las nuevas
voces, las nuevas palabras y los nuevos sonidos" que deberá emitir en lo
sucesivo para testimoniar las nuevas cualidades y virtudes de la Raza.
Se trata, naturalmente, de la etapa del Iniciado, aquella que conduce a la
liberación de toda palabra incorrecta o inútil y que preludia aquel soberbio
tipo de lenguaje "que puede hablarles al Cielo y a la Tierra", con un verdadero
y claro sentido de valores, ya que responde a nuevas y desconocidas armonías
dentro del corazón humano. Es el único lenguaje que pueden oír y comprender los
Devas superiores y su respuesta al mismo es aquella actividad transmitida a los
elementos del espacio, señores del éter, que ha de crear verdaderos milagros de
orden y, equilibrio en el seno organizado de la humanidad. Es, en definitiva, el
lenguaje o sonido que interpreta la Gran Sinfonía de la Creación.
b) Los Mántrams y las Iniciaciones
En el proceso místico de la Iniciación son conferidos los Mántrams o Palabras de
Poder, merced a los cuales se puede establecer contacto con ciertos grupos de
Devas. Tal es el orden que rige dicho proceso:
a) En la primera Iniciación se le confía al Candidato el Mántram
que permite el control de los devas cuya especial actividad constituye la
expresividad física de la Naturaleza. Algunos de estos grupos de devas
intervinieron en un remoto pasado en la estructuración del "elemental físico",
la entidad primaria que condiciona el cuerpo etérico-fisico de la Humanidad.
Dicho poder o control se extiende a la actividad de todos los demás elementos
etéricos dentro de una comprensión cada vez más plena y acabada del proceso de
redención o liberación de “las innumerables vidas menores”, unida y compenetrada
por la fuerza cohesiva del elemental físico. Es la sublimación del proceso de
Hatha Yoga.
b) En la Segunda Iniciación se le transmite al Iniciado el Mántram
específico que confiere poder sobre los devas del cuarto subplano del Plano
emocional, aquellos que en edades lejanísimas de la historia planetaria, crearon
el cuerpo emocional de los seres humanos, así como la posibilidad de un contacto
consciente con "los Ángeles del Equilibrio", elevadas entidades angélicas bajo
las órdenes de un poderoso Deva de Segundo Rayo que mora en los altos niveles
del mundo astral y cuya misión es crear en el seno de la sociedad humana las
requeridas condiciones de paz, estabilidad, serenidad, confianza y equilibrio.
Expresa la sublimación del Bakti Yoga.
c) En la Tercera Iniciación le son confiados al Iniciado unos
Mántrams cuyo poder controla la actividad de cierto grupo de devas del tercer
subplano del Plano Mental y permiten establecer contacto conciente con el Señor
de su vida, el Ángel Solar, así como con unos poderosos Devas del quinto
subplano. Raja Yoga y Agni Yoga, cada cual en su propio nivel de actividad,
expresan estas posibilidades de contacto y exquisito control espiritual.
d) En las Iniciaciones Cuarta y Quinta, las que caracterizan el
estado de Arhat y del Adepto, son conferidas las claves de Poder y de Control
universal de la energía del Sistema Solar y puede ser establecido contacto con
los Arcángeles, Señores y Directores de los cinco primeros Planos de la
Naturaleza o del Sistema Planetario, el Físico, el Astral, el Mental, el Búdico
y el Átmico, con el consiguiente control y dominio sobre grandes grupos de devas
en estos Planos, que se convierten así en Sus agentes y emisarios. Como es
natural, nada tenemos que hacer con ese estado espiritual trascendente, aunque
lo mencionamos como estímulo para las almas de los sinceros aspirantes.
Pasaremos por alto, pues, ciertas consideraciones y detalles relacionados con
aquellos sublimes estados de conciencia y los referiremos únicamente como
exaltadas expresiones de Devi Yoga.
Si han seguido Uds. atentamente el curso de estas ideas se darán cuanta de que
Mántram Yoga tiene un carácter netamente universal y está mucho más allá y por
encima de los comentarios corrientes. Pero, por encima de todas estas elevadas
conclusiones a las que progresivamente hemos llegado, existe el reconocimiento
del hecho de que los mántrams, las palabras y los sonidos constituyen un "poder
organizado" y un verbo de revelación que configuran el karma o destino del ser
humano y de la humanidad entera en cualquier momento del tiempo y de la
historia. Si esta comprensión nos hace más responsables todavía del propio
destino espiritual y colma en una cierta medida nuestra ardiente sed de
investigadores en el mundo oculto, podemos sentimos satisfechos y utilizar la
nueva comprensión para reemprender nuestra interna búsqueda con un nuevo sentido
de valores y con una nueva sonrisa a flor de labios. Este es, no lo duden Uds.,
nuestro mejor y más sentido anhelo.