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Vicente Beltrán Anglada


A todos cuantos suspiráis ardientemente
por la liberación y sufrís intensamente por ella,
dejando a cada paso y en cada ignorado recodo del camino,
jirones de vuestro yo vencido...
¡Benditos seáis en nombre del Maestro!

Vicente Beltrán Anglada
 


 

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CAPÍTULO IX
PRANAYAMA - LA CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN
 


Una preocupación constante de los aspirantes espirituales de nuestros días y, probablemente de los del pasado, que llenos de buena intención tratan de adaptarse lo más noblemente posible al Sendero de perfección individual, es la forma de respirar. Ellos han leído mucho acerca de la respiración e incluso han practicado o están practicando ciertas técnicas precisas al respecto, suministradas por algunos de los manuales corrientes sobre Yoga. Pero, conforme van avanzando y afianzándose por este Sendero de vida interior, van dándose cuenta de que "una determinada técnica respiratoria" no les sirve, sino que más bien les incapacita para poder concentrarse en la Realidad interior que afanosamente buscan y tratan de percibir. Van comprendiendo progresivamente que "respirar", a igual que todas las cosas de la vida, debe ser algo natural y espontáneo, no reglamentado, dirigido o condicionado por ciertas técnicas definidas que, sin bien parecen buenas en un principio, no les sirven en "ciertos estados particulares" que se van conquistando dentro de la vida espiritual. Esta "particularidad" o singularidad en el Sendero exige siempre un tipo específico de respiración que, desdichadamente, no se encuentra definida en los tratados sobre Yoga, sino que debe ser ejercida espontáneamente por parte del aspirante de acuerdo con su nivel de percepción y a las necesidades específicas de su alma.

Desde el ángulo de vista esotérico la Respiración es una función total en la Vida de la Naturaleza, que cada criatura viviente, excepto el ser humano, efectúa de un modo espontáneo y natural. Evidentemente, de todas las criaturas de la Creación, sólo el hombre se preocupa de cómo respira y de su manera de respirar. Ello es debido principalmente a que él ha dejado de ser libre y espontáneo en todas sus cosas. El libre albedrío ha ido reemplazando la condición natural y los valores instintivos, verdaderos indicadores de lo que hay que hacer y de cómo comportarse, no pueden expresarse. El ser humano enfrenta así un cuadro de realidades individuales y sociales que realmente no le corresponden, ya que no están de acuerdo con las sabias Leyes de la Naturaleza. Así, pues, todo su problema, el enorme problema humano, es retomar a las prístinas fuentes naturales y beber de nuevo, aunque en una más elevada espiral de su destino evolutivo, aquel agua de vida que representa la respiración pura, tal como la practican todas las criaturas vivientes de los demás Reinos de la Naturaleza. Vemos, también, que el problema de la respiración humana, más que el producto de una técnica definida, ha de ser de "reorientación de actitudes espirituales", a fin de poder alcanzar progresivamente la forma de respirar que le es propia y sin preocuparse mucho de la expresión técnica de ciertos tipos de meditación y de respiración yóguica. Tal como se señala esotéricamente "Saber respirar es saber vivir", asignándole aquí al término Vida un significado realmente espiritual y trascendente, la evidencia del particular estado psicológico de cualquier alma en el Sendero. Aclarado este punto, vamos a considerar ciertos hechos esotéricos con respecto a la respiración que creemos interesantes y, hasta cierto punto, oportunos y resolutivos para un buen número de aspirantes espirituales.

Diremos, en primer lugar, que el acto de respirar es un efecto directo de los latidos del corazón, considerando a éste como el centro de la vida de nuestro organismo físico. Cuando en los tratados místicos de no importa qué religión se nos dice: "Apacigua el corazón", se nos está ilustrando esotéricamente en el sentido de la respiración correcta. Un corazón apaciguado, es decir, libre de emociones groseras o violentas, nos da la clave de una respiración natural y en tal estado el alma no se preocupa por sí misma sino que deja que sucedan las cosas "de acuerdo con la Ley". Ella se limita a "ver, oír y callar", adquiriendo así la clave de la resolución interior, vinculada a los ciclos inmortales del tiempo, los cuales deben quebrantar todos los pequeños e inadecuados ritmos establecidos por la personalidad e integrarlos en un sólo y único ritmo de vida natural. Este ritmo afecta las actividades de la mente y de las emociones humanas y, por tanto, el ritmo respiratorio que, en tal estado, es profundo, suave, tranquilo, estable y sereno... La continuidad del mismo conduce invariablemente a una constante renovación de los contenidos mentales y emocionales y los ritmos que cualifican los latidos del corazón son cada vez más serenos e imperceptibles, envolviendo el aura humana de un sentimiento de paz y de bienestar, de alegría y de equilibrio. En el curso de este estudio sobre Pranayama veremos cómo la interpretación del sentido de la vida en términos de naturalidad y espontaneidad, puede colmar definitivamente todos nuestros anhelos de perfección natural.

a) La Sabiduría de la Respiración

Si tal como esotéricamente se nos dice: "Saber respirar es saber vivir”, todo el edificio del Yoga, o ciencia de la vida espiritual, arranca de esta verdad básica y la entera estructura del Universo se fundamenta en la respiración adecuada para cada uno de los procesos de integración que se van produciendo en cada Plano de evolución y en cada Reino de la Naturaleza. La Respiración proviene de una actividad cíclica de la Deidad Solar, concretamente de aquélla que determina la contracción y dilatación del gran Corazón universal, la cual, al enviar su fuerza expansiva a través de los éteres, impulsa el proceso de respiración de todos los seres y de todas las cosas, originando así el fenómeno de la vida. La Vida, ese indescriptible Misterio, se origina pues en el Corazón Solar y sus latidos, sus sístoles y diástoles, constituyen el impulso primario que induce a la respiración, a la entrada del impulso vital de la gran corriente “sanguínea” de la evolución, con sus innumerables vidas, conciencias y formas. Es debido a estas razones y a otras de todavía más alto significado que el esoterista le asigna al corazón [Véase capítulo correspondiente al Agni Yoga] la función más importante de la creación, desarrollo y culminación del Universo en donde vivimos inmersos. Habrá otros Universos o Sistemas Solares dentro del gran Sistema Cósmico al cual pertenecemos, en donde la energía condicionante arrancará quizás de otros desconocidos centros de irradiación vital, pero el nuestro, aquel "en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser", tiene su concepción vital, sus líneas estructurales y todo el sistema de proyección de energías, de leyes y de principios en la cualidad magnética del Amor, que fluye incesantemente del centro más esotérico del Sol y se expande por medio de los siete centros, o planetas sagrados a todo el contenido universal.

Siendo nuestro Universo en su totalidad sólo la expresión de un Subrayo del Rayo cósmico del cual dimana, es lógico suponer que los latidos de su indescriptible Corazón vienen condicionados no sólo por las energías de este Rayo esencial de Amor-Sabiduría, sino también por las que dimanan de los otros seis Subrayos de aquel Rayo Cósmico, por lo cual el Misterio de la Identidad Solar continuará siendo un elevado Secreto que solamente podrá ser revelado en la cúspide de las más elevadas Iniciaciones planetarias. Lo único que nos es permitido asegurar es que la Respiración es un fenómeno de orden cósmico del cual participan activamente los grandes Sistemas planetarios, con sus soles, planetas y demás cuerpos celestes, los Reinos de la Naturaleza, los seres humanos y el más humilde de los átomos.

Llegados a esta elevada concepción, el siguiente paso a dar será sin duda el tratar de establecer todas las analogías posibles en orden a funciones vitales y considerar que el pensar y el sentir son también actividades vitales que indisolublemente ligadas al proceso de la respiración, concluyendo con la afirmación de que todo tipo de Yoga, desde el meramente físico al espiritual más elevado, desde la preocupación por una simple Asana o postura del cuerpo hasta la realización del estado cumbre de Samadhi, constituyen fases específicas dentro de un proceso único de Perfección natural.

Naturalmente, y ahí reside en forma concreta la base del gran Misterio iniciático, no se llega a respirar correctamente por el ejercicio de meras prácticas inductivas, científicamente catalogadas, de respiración, sino por la progresiva inducción o infusión dentro del equipo psicológico de la personalidad humana (de la cual nos ocuparemos preferentemente) del espíritu monádico, que estando en íntimo contacto con el Corazón Místico del Sol y constituyendo una actividad consubstancial de Sus latidos, indica por medio de la elevada intuición la forma más correcta de respirar, o sea, de pensar, de sentir y de comportarse. La respiración correcta no es pues el resultado de ciertas disciplinas específicas, sino la expresión de ciertas energías internas cualificadas que han sido invocadas por la permanente y positiva actitud del ser humano frente al eterno devenir de la vida y a la incesante acumulación de experiencia espiritual y kármica. Desde este punto del vista, cada Yoga es la expresión de cierta actitud definida del individuo frente a la sociedad y a la Naturaleza; la respuesta posible a determinadas corrientes de energía que condicionando los latidos de su corazón le obligan a respirar de una manera determinada. Entrando más esotéricamente en el tema podríamos afirmar que la respiración de los seres humanos viene condicionada por:

a) Su particular estado de evolución;
b) Su línea natural de Rayo;
c) El desarrollo de sus centros etéricos;
d) El correcto funcionamiento de sus glándulas endocrinas.

Estas conclusiones nos invitan a una total reorientación del proceso respiratorio, o Ciencia del Pranayama, y a admitir que aunque inicialmente se arranca del principio de que todos los seres humanos respiran como "una suprema necesidad de origen cósmico", la manera de respirar de cada uno dependerá de su grado de integración espiritual y de una serie de condiciones todavía no suficientemente aclaradas, que condicionarán su entera vida expresiva y son responsables de su destino kármico. El Karma humano, he ahí otro misterio enlazado a fuentes cósmicas, ha de ser medido siempre en función a la manera cómo respira el ser humano y como una manifestación progresiva de la identidad psicológica causal, o Ángel Solar, que condiciona la vida personal en sus tres niveles de actividad. El tema del Karma es realmente sugestivo por las implicaciones cósmicas a las que hemos aludido anteriormente, pero sólo lo analizaremos aquí en su aspecto secundario, es decir, como un efecto de la gran respiración solar afectando la vida y expresión del ser humano, por cuyo motivo Pranayama deberá ser considerado cada vez más como el aspecto objetivo y científico de las leyes y principios que rigen la evolución planetaria, habida cuenta de que el fenómeno de la vida —que es un fenómeno respiratorio— afecta indistintamente todos los planos, todos los Reinos, todos los seres humanos y todos y cada uno de los átomos que agrupados en células vivas permiten la expresión universal en todos los niveles.

Como irán apreciando, el tema se agranda y se diversifica conforme avanzamos en el desarrollo mental del mismo, pero si lo estudian desde un ángulo puramente analógico se darán cuenta de que Pranayama, Ciencia de Respiración y base del Yoga, es asimismo motivo del karma de vinculación que rige para nuestro Universo de segundo Rayo, así como la Ciencia orientadora que le permite al ser humano ser consciente del lugar que ocupa en el Gran Escenario Cósmico dentro del cual nuestro Logos Planetario está interpretando una muy bien cualificada misión kármica.

b) El Ritmo Respiratorio Cualifica la Evolución

Desde el punto de vista esotérico, que utilizamos en este estudio acerca del Yoga, se comprende que cualquier individuo puede ser analizado y catalogado durante el proceso de su vida evolutiva y situado en su justo y verdadero nivel espiritual, por su forma de respirar. Aparentemente todos los seres humanos respiran de manera idéntica; no obstante, observado el hálito respiratorio desde el ángulo oculto en donde el Prana o corriente vital se hace objetivo, se asiste a una curiosa experiencia. El color que adopta el Prana al ser exhalado por los pulmones, la cantidad de Prana inhalado durante el proceso respiratorio y la intensidad de la duración de las pausas o intervalos entre una inhalación y una exhalación, son condiciones perceptibles a la visión clarividente que indican, sin lugar a dudas, la situación espiritual o progreso interno de cualquier alma en el Sendero, utilizando un cuerpo físico. En el estudio de la Ciencia de la Respiración, no nos hemos percatado todavía del misterio que se realiza en los éteres por la respiración de los seres humanos que afecta, según su cadencia o su ritmo, la evolución planetaria en su conjunto y no simplemente la del Cuarto Reino. Como Uds. saben, el Reino Humano constituye el centro de evolución planetaria y el eje mental del Logos Planetario en lo que respecta al proceso evolutivo o redentor de nuestro mundo. Hay que estudiar pues el tema de la respiración como una necesidad evolutiva de la más alta trascendencia y no, como hasta aquí, siguiendo el proceso de desarrollo de una técnica, disciplina o ejercicio cuya práctica ha de brindarnos paz, confianza o seguridad en la trascendencia de nuestra búsqueda espiritual.

Las pausas entre dos respiraciones deben ser consideradas como una expresión natural y espontánea del proceso evolutivo, y la intensidad y duración de las mismas como una indicación del grado de evolución del ser humano. La intensidad del intervalo, o cantidad de aire inhalado, se manifiesta en forma de color afectando a la calidad del Prana; en cuanto a la duración del mismo puede ser considerado como una respuesta de la vida individual al ritmo Solar, el cual se manifiesta en infinitos aspectos o gradaciones al incidir en forma de Prana o de corriente vital en los éteres planetarios. Analizando algo más profundamente el tema pueden ser considerados los siguientes ritmos, dentro de la corriente evolutiva de la humanidad:

a) Un ritmo respiratorio sin pausas, es decir, sin intervalos apreciables entre la inhalación y la exhalación del aire.

b) Un ritmo respiratorio afectado por el movimiento planetario que origina los días y las noches y, consecuentemente, las auroras y los crepúsculos.

c) Un ritmo respiratorio afectado por el movimiento lunar con sus cuatro fases: Luna nueva, cuarto creciente, Luna llena y cuarto menguante. En este movimiento rítmico de la Luna alrededor de la Tierra, se halla el secreto de la vinculación del Reino Humano con la Vida extinta de aquel astro.

d) Un ritmo respiratorio afectado por el propio movimiento solar que origina las cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Este movimiento está relacionado también con la actividad de las grandes Constelaciones Zodiacales, y las pausas o intervalos entre las dos fases activas del proceso de la respiración son tan prolongadas que prácticamente el proceso respiratorio es casi imperceptible. Es el ritmo respiratorio de los Adeptos, de los grandes Maestros e Iniciados, y una Meta para los más avanzados discípulos mundiales. Su actividad constituye el estado de Samadhi.

Existen todavía otros más elevados ritmos respiratorios vinculados con la evolución de aquella indescriptible Entidad Cósmica, cuyo Cuerpo físico es nuestro Universo, pero ellos están más allá y por encima de nuestras más elevadas concepciones y no constituyen, por lo tanto, un estudio de interés práctico. Con lo dicho hasta aquí creemos que hay suficiente materia de meditación y cada uno de nosotros podrá ubicarse razonablemente en la profundidad del propio ritmo respiratorio, extrayendo como consecuencia de ello saludables conclusiones.

Hay que hacer énfasis, sin embargo, sobre la verdad esotérica de la más elevada trascendencia. Esta verdad viene implícita en el gran enunciado crístico destinado a la Raza de los hombres: "Buscad primero el Reino de Dios, lo demás os será dado por añadidura". Aplicado a nuestro tema acerca de la Respiración podríamos interpretar aquel gran consejo de la siguiente manera: “Buscad primero lo esencial, es decir, el amor, la comprensión, la Luz del Propósito. La respiración correcta vendrá luego, como una consecuencia de los contactos cada vez más concretos y definidos con el Yo Superior, Quien guarda para nosotros el secreto de Síntesis, el del correcto Ritmo respiratorio y el del Misterio de los Rayos.

Pero, pueden Uds. iniciarse activamente para esta obra de elevada trascendencia del proceso respiratorio, aprovechando ya de inmediato los intervalos señalados en el segundo apartado de los Ritmos respiratorios, es decir, el que viene afectado por el movimiento engendrado en los éteres por la rotación de la Tierra. Les invitamos a prepararse para el gran ritmo respiratorio solar iniciando pequeñas pausas o intervalos entre dos fases de la misma respiración, es decir, una suspensión de la actividad respiratoria entre el movimiento pulmonar de inhalación y exhalación y viceversa. Aprendan así a paladear el Prana, que es el elemento vital de nuestra existencia, lo mismo que se hace cuando se mastican cuidadosamente los alimentos antes de ser ingeridos para extraerles el Prana, o sustancia vital que los constituye.

La analogía aparece perfecta al analizar la respiración humana y el movimiento, de los astros. Por medio de las pausas nos unimos a sinfonías superiores del Universo y adquirimos poder en el éter y sobre el éter. Cuando en un capítulo posterior nos referimos a Mántram Yoga, esta idea se verá todavía más clara. Por el momento tengan presente que hay que iniciar siempre cualquier proceso, y el respiratorio no es la excepción, partiendo de lo inmediato. Lo inmediato será en todo caso el ritmo respiratorio que señale el propio ritmo planetario, es decir, el que determina los días y las noches y las correspondientes pausas entre sí, marcadas por las auroras y los crepúsculos. Aprendamos pues a respirar correctamente partiendo de esta analogía. Inhalemos el aire lenta, profunda y suavemente, dejemos un intervalo o aurora de vinculación y exhalemos después lentamente el aire de los pulmones, dejando un nuevo espacio, vacío, intervalo o crepúsculo antes de volver a inhalar. El secreto de la vida espiritual se halla precisamente en estos intervalos, que vienen a ser como pequeños pralayas que preparan el alma para el Gran Pralaya que deberá conquistarse en el estado de Samadhi. Habría que considerarse también la obra que se realiza en los éteres por la actividad respiratoria de los seres humanos, la vinculación que ella determina con los seres incorpóreos de los mundos invisibles, los cuales, en forma de corpúsculos de luz y de energía, se introducen en el cuerpo físico a través de las respiraciones y actúan preferentemente durante los intervalos o pausas entre dos fases de las mismas. El estudio de esta actividad dévica, ordenando y dirigiendo en el éter las actividades respiratorias de los seres humanos según grados de pureza y sensibilidad, será realizado más adelante en un tratado específico sobre el Mundo Dévico. Sólo como una pequeña introducción al tema podemos decir que ciertas jerarquías de devas y de elementales a sus órdenes en el éter, son responsables de aquella corriente vital, o Prana, que en su esencia constituye la primera emanación de vida en nuestro Universo.

No vamos a caer en el riesgo tan corriente a que se libran los tratadistas sobre Yoga, en su aspecto Pranayama, de formular ciertas técnicas precisas y concretas de respiración. Sólo el buen sentido humano, la perfecta lógica y, singularmente, el desarrollo de la intuición, le dará al aspirante espiritual la clave de cuál ha de ser "su particular ritmo respiratorio". En tal caso, y desafiando todas las leyes formuladas por la lógica aparente, hay que empezar a crear la nueva estructura respiratoria —si es que podemos expresarnos así— "desde arriba", en donde paradójicamente se halla la base de la verdadera redención del ser humano. Hay que pensar pues "hacia arriba" y "respirar desde abajo", es decir, hay que buscar primero el contacto con el Ángel Solar, nuestro verdadero Ser Espiritual y permanecer luego en expectante actitud en la confiada espera de que tal contacto infundirá en nuestra vida, aquel orden, aquel ajuste y aquella sagrada armonía que nos permitirá adueñarnos del verdadero ritmo respiratorio que nos pertenece por ley y propia evolución espiritual.

Para terminar este capítulo, al que le seguirán otros que aclararán y ampliarán su contexto, sólo queremos asignarle un énfasis especial a las pausas entre fases de una misma respiración. En tal sentido nunca habrá de pretenderse adquirir la ciencia exacta de los intervalos partiendo de una técnica o norma rígida, sino iniciarse en la ciencia de la respiración correcta y sin llegar nunca a la fatiga, mediante espacios cada vez más amplios y prolongados de limpidez mental, recordando que existe una perfecta analogía entre el vacío entre dos pensamientos y el intervalo entre dos respiraciones. A medida que la mente se amplíe y se dilate en las perspectivas sin fin de sus maravillosas profundidades, el ánimo se irá serenando, el cuerpo físico se relajará y automáticamente empezará a respirar adecuadamente. No olviden, ya que esta advertencia puede constituir para muchos el principio de la propia redención, que Samadhi, el estado cumbre de unión con la Entidad Solar que nos infunde vida espiritual, se realiza solamente cuando la mente se halla enteramente vacía y el ritmo respiratorio ha sido enteramente ocupado por un intervalo de vida respiratoria superior, en el que el corazón humano, descansando en la plenitud de sus funciones universales, ha dejado que sea el propio Dios quien insufle directamente el aire o la vida en los pulmones y transfigure la existencia humana con las indescriptibles excelencias de un Prana de la más alta selectividad…


 

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