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Vicente Beltrán Anglada


"Con profunda e infinita reverencia
a los insignes Adeptos de SHAMBALLA
en el AULA DE LA CÓSMICA COMPRENSIÓN…
Vicente Beltrán Anglada"
-V.B.A
.


 

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CAPÍTULO VI
LOS GRUPOS EGOICOS



Tal como pudimos observar en el capitulo precedente, en virtud de la Instauración de la Gran Fraternidad Blanca aquí en la Tierra, se produjo el acercamiento de las Jerarquías Creadoras Cuarta y Quinta y, por efecto de ello, el germen de la mente. Este germen existente desde siempre en las profundidades místicas de las Mónadas espirituales de la Cuarta Jerarquía Creadora, se desarrolló hasta un punto en que sus resplandores fueron percibidos en el plano mental del Sistema solar. La INDIVIDUALIZACIÓN fue la revelación o el fruto de aquel gran misterio de acercamiento; de las infinitas entrañas del gran cuerpo planetario, surgió radiante aquel tipo de conciencia que, a su debido tiempo, se convertiría en la Raza de los Hombres.

Ahora bien, la tradición esotérica asegura que “hay siete estirpes de Ángeles Solares” pertenecientes cada una de ellas a un subrayo definido del tercer Rayo cósmico de Inteligencia activa, al cual se le define, en algunos tratados esotéricos, como Fuego de BRAHMA. De ahí que a los Ángeles Solares se les llama a veces “los Hijos de Brahma”. Los Ángeles Solares abandonaron el plano mental cósmico y descendieron a la Tierra por efecto del fuego de la invocación de los hombres animales. Vinieron -siempre de acuerdo a las más viejas y acrisoladas tradiciones esotéricas- en siete carros de fuego, llevando cada cual el signo de su poder contenido en la triple cualidad de sonido, luz y una forma geométrica definida... Cada estirpe de Ángeles Solares llevaba escrita en su frente el símbolo del trabajo que debería realizar. Se asentaron en las “tierras vírgenes” de la mente planetaria y crearon siete ciudades, unidas entre sí por siete puertas. A esta región mental planetaria se la define en los tratados ocultos como “la región del fuego húmedo”, una expresión mística que hace referencia al estado de conciencia kamamanásica del Logos planetario del esquema terrestre. Una vez que esta región húmeda se caldeó por efecto de la influencia ígnea de los Hijos de la Mente, de cada una de las siete ciudades brotaron infinidad de chispas Ígneas, matizada cada una con cualidades y atributos diferentes, en virtud de un Sacrificio cósmico que escapa por completo a nuestra comprensión humana. CADA UNA DE ELLAS ENCARNÓ EN LA MENTE INCIPIENTE DE UN HOMBRE ANIMAL DE LA TIERRA Y LO CONVIRTIÓ EN UN SER HUMANO. He ahí el resultado de la Voluntad o Propósito del SEÑOR DEL MUNDO, del poder invocativo de los hombres animales y de la voluntad de sacrificio de los Ángeles Solares, los Hijos de la Mente.

Estos divinos Prometeos del Cosmos, constituyendo siete tipos definidos de Almas superiores y enlazados a través del germen de la mente con un alma humana son, desde entonces, el centro de la evolución planetaria, ya que en virtud de su indescriptible sacrificio, constituyen el nexo de unión entre las Mónadas de la Cuarta Jerarquía Creadora y su pálido reflejo en el plano físico; es decir, el alma en encarnación o personalidad humana en los tres mundos.

Como irán ustedes observando, el tema de los Ángeles Solares es misterioso y muy complejo, pero la identidad y procedencia espiritual de los seres humanos sólo pueden ser descifradas estudiando la actividad de los Grupos Egoicos en el plano causal. Esto constituye uno de los Misterios de SHAMBALLA que debemos descubrir como nota clave de nuestro estudio. Para clarificar esta idea y para facilitar nuestra investigación, podríamos decir que cada grupo egoico humano en el plano causal está vinculado con una u otra de las siete ciudades construidas por los Ángeles Solares en aquella primitiva región del fuego húmedo que, más adelante, se convertiría en el plano causal de la Mente planetaria.

En el legado íntimo y supremo de la tradición esotérica, hay muchas referencias a la obra llevada a cabo por “las siete Estirpes de Dragones Luminosos”. Todas ellas se fundamentan en las actividades sociales de los Dioses, imposibles de ser comprendidas todavía por los hombres de la Tierra, que encarnan esencialmente en cada mundo, universo, constelación o galaxia, a través de la obra de sacrificio de los Ángeles Solares. Estos fundamentan su incomprensible sacrificio cósmico, en un instinto que les es propio y se expresa en forma de servicio creador cuyo móvil interno estimulado por los Dioses o Logos creadores, les permite evolucionar a través de la infinita sucesión de los kalpas.

Las siete ciudades están unidas por siete puertas -tal como puede leerse en el “LIBRO DE LOS INICIADOS”- pero observadas desde los planos superiores, del Sistema se las ve tan unidas y compenetradas que constituyen una sola y única CIUDAD o un solo grupo egoico. Una visión semejante aparece a la percepción del clarividente Iniciado cuando observa los siete subrayos de un Rayo, integrados todos ellos dentro del matiz particular y definido de este Rayo.

Cada ciudad causal o cada grupo egoico emite una triple radiación integrada por un sonido, un color y una forma geométrica definida; y cada Ángel Solar proveniente de alguna de aquellas “siete ciudades” se distingue perfectamente de los demás en orden a aquella radiación triple. En virtud de ello, las almas superiores de los hombres o las facultades que va adquiriendo la personalidad humana en tres mundos físico, astral y mental y que son integradas y coordinadas por el Ángel Solar en los niveles causales, vienen coloreadas asimismo por idénticas radiaciones a las que caracterizan su fuente de procedencia o de inspiración solar. Le resultará fácil, por tanto, al clarividente entrenado, determinar el grupo egoico al que pertenece cualquier Alma en encarnación física, con sólo observar los matices áuricos de su cuerpo mental, de la misma manera que los rasgos étnicos de una raza la distinguen perfectamente de los de cualquier otra raza.

Hay que considerar también, siempre en orden a la analogía, que cada ciudad causal -o grupo egoico- estará dividida asimismo en otros tantos sectores o niveles jerárquicos, los cuales se irán sutilizando en lo que a las almas humanas se refiere, hasta llegar a un punto de integración espiritual donde lógicamente habrán de descubrir la fuente mística de inspiración causal productora de su radiación magnética. Será fácil deducir entonces, partiendo de esta idea, que dentro de cada grupo egoico están localizadas e incluidas las almas puras de los hombres o “chispas monádicas” en encarnación mística, envueltas en su manto o vehículo causal y siguiendo la ley fundamental de atracción magnética, la misma ley que impulsa cualquier tipo de átomo hacia determinados compuestos moleculares. Todo en la vida de la Naturaleza se erige sobre esta ley básica de selectividad que unifica a las almas por tipos de vibración o de jerarquía espiritual o, utilizando un término científico, por el misterioso principio de afinidad química. Tal es realmente la ley esotérica de “jerarquía espiritual” que fundamenta sus preceptos en principios cósmicos y son comunes por lo tanto, a todos los seres, sea cual fuere su grado de evolución.

Cuando esotéricamente hablando y dentro de los más estrictos cánones de la selectividad espiritual, se le recomienda al discípulo espiritual que trate de descubrir “su grupo egoico”, se le está mostrando en realidad el SENDERO de trabajo individual que debe ejercitar y el trabajo de grupo que deberá realizar en el futuro cuando haya sido admitido en algún ASHRAMA de la Jerarquía y esté en contacto más o menos consciente con algún Miembro de la Gran Fraternidad Blanca. Descubrir el grupo egoico y dentro del grupo egoico el sector o nivel jerárquico que le corresponde presupone, sin embargo, tanto para el aspirante espiritual como para el discípulo entrenado, una tarea dificilísima de realizar, pues la mezcla de Rayos o de energías en actividad cíclica en la vida expresiva de cualquier entidad humana, impide observar la triple radiación espiritual que surge de la ciudad causal o grupo egoico. La tarea del descubrimiento causal, que constituye una de las Antesalas de SHAMBALLA, prosigue pues muy lentamente pero a su debido tiempo; el magnetismo que irradia de la Ciudad Morada del Dios interno, irá absorbiendo poco a poco el alma del discípulo hasta situarlo conscientemente en el nivel espiritual que le corresponde, por ley de vibración, dentro de la misma ley.

La fuente de vida causal o de inspiración ashrámica procede, como es natural, de un determinado grupo egoico y los integrantes del mismo, al incidir en un ASHRAMA por la presión incesante de su vida espiritual y por la actividad de los acontecimientos kármicos que se van produciendo en virtud de esta intensidad de vida, se reconocen perfectamente entre sí como HERMANOS. Tal es la base angular del principio de FRATERNIDAD, tal como pueden comprenderlo los hombres de la Tierra.

Viene después lo que podríamos denominar “tarea ashrámica”, basada lógicamente en los imperativos del subrayo del tercer Rayo Cósmico de la Mente de Dios, al cual se pertenece. Dentro de un cuadro místico de necesidades planetarias, cada ASHRAMA de la jerarquía espiritual del planeta ha de cumplir necesariamente una función que esté de acuerdo con las inclinaciones o capacidades naturales de cada uno de sus miembros. Así, un ASHRAMA cumplirá tan perfectamente su misión cuanto más perfectamente estén integrados sus miembros constituyentes en la esfera central del grupo egoico. Lógico será suponer también que los Iniciados que componen el aspecto superior de un ASHRAMA y aun el propio Maestro que es Centro y Mentor del mismo, actuarán siempre en orden a las previsiones de SHAMBALLA y de acuerdo con las cualidades causales, energías y radiaciones que proceden del grupo egoico específico que escogieron como “campo de servicio”. Esto se explica razonablemente por el hecho de que los Maestros e Iniciados, sea cual fuere su tipo de Rayo, pueden elegir a voluntad un grupo egoico determinado, para servir o trabajar por medio del mismo. No sucede lo mismo con los discípulos y aspirantes espirituales, quienes deben permanecer en su propio grupo egoico en tanto no se hayan liberado de su compromiso espiritual con el Ángel Solar de sus vidas, o sea, no antes de haber accedido en conciencia al nivel del Ángel Solar haberse situado “a su misma altura” y haber alcanzado “la estatura del Cristo”, tal como decía Pablo de Tarso, el Discípulo Iniciado.

Vemos, por lo tanto, que el trabajo que le aguarda al discípulo espiritual que intenta investigar este misterio de SHAMBALLA relativo a los Ángeles Solares, es el siguiente:

   1. Identificar el grupo egoico al cual pertenece.

   2. Descubrir por efecto de ello, su campo de servicio.

   3. Liberar al Ángel Solar de “su voto inquebrantable” de permanecer al lado del ser humano, hasta que éste haya logrado su perfección humana.

A partir de aquí, el proceso deja de ser radicalmente individual, ya que el alma del discípulo se sumerge conscientemente en el campo de las necesidades del grupo y marcha irresistiblemente por las inmensas avenidas de lo cósmico. Por ellas circula la gran corriente de vida iniciática, cuyas energías invaden la mente y el corazón de los discípulos y van transmutando adecuadamente sus vidas, hasta que rebasado cierto definido ciclo les convierte en Adeptos de la Gran Fraternidad, en Maestros de Compasión y de Sabiduría, situándoles a la misma altura del Ángel Solar o a la propia “estatura de Cristo”. En virtud de este acontecimiento, el Ángel Solar recobra su libertad y puede retornar al NIRVANA del cual procede, cumpliéndose así el destino espiritual de todos los tiempos que, en la vida del Ángel Solar, es de Amor y Sacrificio, y realizándose en el Hombre que se ha liberado, la divina profecía: “He aquí que serás UNO CONMIGO para toda la eternidad”.

Las tres etapas anteriormente descritas son definidamente causales y revelan el grado de integración del discípulo con su grupo egoico. Hay, por lo tanto, una gran similitud, de acuerdo con el principio de analogía, entre este triángulo de actividades del discípulo espiritual y el equipo kármico de que viene revestido durante el larguísimo trayecto de la búsqueda interna. Veamos:

   a. El descubrimiento del grupo egoico se realiza a través del Rayo de la Mente que Utiliza el discípulo, es decir, a través del centro de la unidad mental.

   b. La identificación con el campo de servicio viene como resultado de los contactos establecidos, cada vez más conscientemente, con el Ángel Solar de su vida o Yo superior.

   c. La liberación del Ángel Solar se produce cuando el discípulo ha incorporado a su vida las sutiles energías que proceden del átomo permanente mental, situado en los niveles más elevados del Plano mental.

Hay un código de justicia, o si se prefiere de afinidad kármica, que incita a los miembros de un Ashrama enlazado con cualquier grupo egoico, a trabajar a lo largo de ciertas líneas definidas en un intento de resolver las necesidades humanas, sea cual fuere el Rayo peculiar o característico de sus personalidades y sea cual fuere la nación, raza o continente donde hayan encarnado en aquel ciclo particular de vida. El NUEVO GRUPO DE SERVIDORES DEL MUNDO al cual hacen referencia los tratados esotéricos de nuestros días, son una prueba de este trabajo grupal de los Ashramas de la Jerarquía, cuyas bases se asientan en los niveles causales y en los grupos egoicos de los discípulos. En todo caso, el trabajo que realizan lleva siempre el sello del Ashrama y la bendición y ayuda del Maestro. Podríamos decir asimismo, que las energías que reciben son de tres clases.

   a. Las del subrayo particular al que pertenece el grupo egoico, dentro de las particularidades genuinas del tercer Rayo cósmico, la totalidad de MANAS, o sea, la actividad suprema de BRAHMA. De ahí que a los Ángeles Solares también se les denomina esotéricamente “los Hijos de Brahma”.

   b. Las del Rayo del Ashrama, que suele ser la de la Mónada espiritual del Maestro que es Guía, Mentor y Entidad influyente dentro del mismo.

   c. Las del Rayo de la propia personalidad del discípulo, quien ha de fusionar dentro de sí las energías procedentes del grupo egoico y del Ashrama y convertirlas en actividades prácticas.

Hay que darse cuenta, por lo tanto, de que son muchas y muy diversas las actividades que puede desarrollar un discípulo espiritual, en el mundo físico, utilizando creativamente las energías espirituales que recibe del espacio cósmico, teniendo presente además aquellas fuerzas actuantes dentro de su propia naturaleza material que procede de las constelaciones y planetas que inciden normalmente en su triple vehículo, físico, astral y mental y que ocultamente llamamos “factores kármicos” o la ley en los tres mundos.

Como iremos observando, el estudio de los grupos egoicos o “Antesalas de SHAMBALLA”, tal como suelen definirse ocultamente, nos va introduciendo no sólo en los niveles cósmicos de alta selectividad espiritual sino también en los niveles más densos de los tres mundos donde ha de ser desarrollada lógicamente la obra de los servidores de la humanidad o de los discípulos mundiales, y donde convergen constantemente las tres líneas de fuerza que están a su disposición: las energías del grupo egoico, las energías del Ashrama y las que provienen de la bendición particular del Maestro que ha de llevarles a la Iniciación.

Sólo nos falta considerar ahora, como corolario del tema, las actividades de los discípulos que van siendo conscientes a través de sus respectivos Ashramas, del trabajo que les corresponde realizar de acuerdo con los imperativos del grupo
egoico del cual proceden y con el cual están estrechamente vinculados.

Podríamos decir que actualmente el imperativo mayor que guía -o debería guiar el alma de los discípulos espirituales frente a la exigencia de los nuevos tiempos y de acuerdo con las sagradas disposiciones de SHAMBALLA, es triple y condiciona todas sus actividades:

   a. Formar una conciencia de grupo.

   b. Ser conscientes de las energías que proceden de los mundos internos, las del grupo egoico -a través del Ángel Solar-, las del Ashrama al cual pertenecen y las del Rayo del Maestro.

   c. Preparar el Camino de los grandes Seres que han de encarnar físicamente en la Tierra. Podría traducirse como “la Obra de Exteriorización del SEÑOR DEL MUNDO” a través de los Discípulos e Iniciados de la Gran Fraternidad Blanca del planeta.

La liberación del Ángel Solar, surgiendo triunfante del Cáliz del grupo egoico, y su ascensión a las Alturas espirituales del sistema, dejando para siempre la Ciudad causal donde había permanecido recluido durante millones de años mientras se iba desarrollando la vida individual del ser humano con quien había unido su vida espiritual de Adepto, corresponde a las etapas finales del discipulado consciente, cuando el discípulo convertido en un perfecto Iniciado puede -tal como se lee en ciertas páginas del “LIBRO DE LOS INICIADOS”- “...abrir las Siete Puertas, recorrer las Siete Ciudades y llegar al Centro de la GRAN CIUDAD (SHAMBALLA) que a todas incluye, integra y unifica y convertirse entonces, ante la mirada del REY, en un Libertador, en un Prometeo, en un Dispensador de los Tesoros de la Gracia...”

Estas palabras que fueron escritas hace muchos miles de años, compendian claramente la obra mística del Iniciado de cada época y la culminación de Su trabajo en relación con el grupo egoico al que había pertenecido y que, contemplado desde arriba y utilizando la visión de los grandes videntes, aparece ahora como una simple Ciudad de tránsito, con una Puerta de comunicación que la conecta con otras Ciudades hermanas y que, a medida que se va ascendiendo raudamente por la Ruta de los Dioses, se advierte que estas Siete Ciudades son una sola y única CIUDAD, unida por PUERTAS cada vez más grandes y magnificentes que conducen a otras CIUDADES, cuya extensión y grandeza son tan supremamente dilatadas que su vista se pierde en la infinita lejanía de la más trascendente e indescriptible perspectiva cósmica.

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2008-02-25

 

 

 

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