¡Bienvenidos!

Ciudad: Hora  Día

 

 

 

Tres siglas, dos en posición vertical (V y A) y una en posición horizontal (B). El trazado recto de la B sirve para demarcar dos ideogramas. [seguir enlace]

Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
.


 

Devas

Conferencias

Triple
Proyecto

Agni Yoga

 


CAPÍTULO XI


LA HUMANIDAD Y EL MUNDO DEVICO

La naturaleza y el mundo dévico

Uno de los principales cometidos de los Ashramas de la Jerarquía, en relación con los discípulos mundiales de esta era de transición que estamos viviendo, es prepararles para establecer contacto consciente con el reino dévico. Este reino, en sus infinitas gradaciones abarca estados de evolución que se extienden desde las pequeñas criaturas que viven en los elementos de la Naturaleza y constituyen las cualidades características del fuego, del agua, del aire y de la tierra y de los distintos éteres del plano físico, hasta los más exaltados Arcángeles, de categoría similar -en lo que a evolución espiritual se refiere- a la de los propios Logos creadores. En esta inmensa escalera de Jacob, simbólicamente hablando, “por la que ascienden y descienden los Ángeles”, cada deva y cada elemental constructor a sus órdenes, conocen exactamente la índole particular de su misión que ordenada en su conjunto constituye el Universo manifestado, es decir, el campo expresivo de los Dioses y de los hombres.

Quizás tengamos ocasión de ver más adelante cómo trabajan y evolucionan los devas en sus distintas gradaciones o jerarquías. Pero, lo que interesa, es despertar el interés de los aspirantes en el Sendero por el mundo dévico, por esta inmensa área esotérica espiritual, corrientemente dejada de lado incluso por muchos de los llamados “esoteristas”.

La mayoría de personas, las potentemente polarizadas en el mundo mental concreto, caen a veces en la falsa postura de considerar una superstición hablar de los devas, sin saber que éstos, como agentes constructores de la Naturaleza y depositarios del Plan específico de la evolución planetaria diseñada por la Voluntad divina a través de los indescriptibles Arquetipos superiores, están tan indisolublemente unidos al proceso histórico, racial y espiritual de la humanidad como lo están la sangre y los tejidos nerviosos dentro del cuerpo humano.

Hay también la posición de aquellas otras personas que “hastiadas” de las enseñanzas, frecuentemente dogmáticas, de las religiones organizadas, se resisten a tomar en consideración toda información relativa a este importante aspecto de la enseñanza esotérica. Comprendemos claramente la razón de ambas posturas y nos guardaremos de criticarlas. Lo único que podemos hacer en todo caso, es relatar nuestras propias experiencias en relación con el mundo dévico, hablar de la entrañable amistad del mismo respecto al reino humano, contar algunos de nuestros contactos con devas de distintos niveles de evolución, transmitirles algunas de sus enseñanzas y tratar de hacer comprensibles el exquisito interés de los mismos por todos los hijos de los hombres, su excelso amor por los niños por quienes velan amparados por su inocencia con entrañable y singular afecto, su protección decidida a aquellos que sinceramente se aman, sus tiernos y fraternales cuidados para los enfermos y todos cuantos sufren, y su especial devoción y simpatía hacia los seres humanos capaces de comprenderles y recibir sus mensajes llenos de sencillez, profundidad y ternura.

Los aspirantes espirituales que empiezan a hollar el Sendero deberían saber que el discípulo en entrenamiento iniciático ha de ser capaz de establecer contacto con la obra de Dios en todos los niveles posibles, desde los niveles etéricos, aún en orden físico, hasta el propio plano búdico en donde mora habitualmente el Maestro, pasando por los distintos subplanos de los planos astral y mental, hasta llegar a ser plenamente consciente de su Yo superior, el punto central de todo su posible y extenso campo de percepciones y relaciones. La toma de conciencia de cada plano jalona el camino iniciático, y es partiendo de la plena conciencia individual de un plano que se pasa al siguiente superior. El método que sigue el discípulo en este proceso de traslación de su conciencia es de “investigación científica”. ¿Qué se quiere significar exactamente con estas dos palabras? La misión específica de la ciencia es investigar y comprobar. Esto es precisamente lo que hace el discípulo, de manera que cuando formula una declaración, y hay que advertir que ciertas declaraciones entrañan una gran responsabilidad, ya sea en relación con el Sendero que está recorriendo o con la conciencia de determinado plano, sus palabras tienen no sólo un carácter netamente afirmativo, sino que aportan además el testimonio de ciertos hechos habitualmente ocultos dentro de los tupidos repliegues de la conciencia humana.

Al referirnos a los devas o a algún hecho o experiencia de carácter espiritual vividos dentro o fuera del Ashrama partimos de este principio básico de investigación y comprobación científica.

La técnica del silencio

Establecer contacto con los moradores del mundo dévico no es tan difícil y complicado como a simple vista parece. Es indispensable, sin embargo, “creer en ellos”, estar persuadidos de su existencia. Este es el primer punto de aproximación, más adelante se aprenden las necesarias técnicas que facilitan el contacto; que son de constante y permanente estímulo y, posteriormente se aprende la ciencia de su lenguaje, lo cual presupone el desarrollo de ciertas áreas de nuestra mente, netamente intuitivas y sólo en latencia en la mayoría de las personas.

La enseñanza relativa a los devas ha de excluir, por lo tanto, todo culto a lo maravilloso o fantástico, es decir, hay que aceptar su existencia con toda sencillez, como un “hecho” de la Naturaleza. Una de las cosas que hemos podido constatar con respecto a los devas, es que su mente es extremadamente sencilla y exquisitamente sensible a las impresiones provenientes de todos los reinos de la Naturaleza con los que se hallan misteriosamente conectados a través de los elementos constructores que trabajan específicamente en cada uno de los distintos planos de evolución. Esta exquisita vulnerabilidad e indescriptible sencillez de sus mentes les dota de un potente y gozoso dinamismo que infiltran en el ánimo de todo aquel que es capaz de reconocerles y escucharles. Hay que admitir también que un deva no puede ser debidamente contactado utilizando el método normal de acercamiento mental concreto que utilizamos en relación con las cosas y hechos corrientes de la vida. Hay que educar pues un tipo de mente que sea asimismo sencilla y altamente sensible. El culto al silencio y a la contemplación, aún en sus iniciales etapas, puede ayudarnos en nuestros intentos de aproximación al mundo de los devas. Hay que tener presente que en etapas superiores de entrenamiento espiritual le es exigido al discípulo una silenciación total de todos sus deseos y pensamientos para que pueda oír aquello que en lenguaje místico se denomina “voz del silencio”:

La voz del silencio podría ser descrita como una síntesis de todos los sonidos de la creación. Se la puede oír en su elevada trascendencia después de la pronunciación correcta del OM sagrado. Se produce entonces un vacío dentro de nosotros y a nuestro alrededor que es llenado por esta fuerza misteriosa del silencio que, en sus aspectos universales, es aquel SILENCIO o GRAN PRALAYA, que precede a la creación de los mundos. Es también el sonido invocativo de las huestes angélicas, de nuestros desconocidos hermanos de los mundos invisibles. El silencio realizado dentro de nosotros, tras las necesarias disciplinas de serenidad mental y estabilidad emocional, emite un sonido particular inaudible que atrae a los devas. Según sea el grado de silenciación de nuestros efectos y cualidades personales, así será el poder e intensidad de nuestro sonido invocativo y por lo tanto, la elevación espiritual de los devas, con quienes podemos establecer contacto.

Es precisamente a esta técnica de “silenciación”, a la que se refiere “LUZ EN EL SENDERO” en aquella esotérica máxima de “El discípulo no puede hablar en presencia del Maestro hasta no haber perdido toda posibilidad de herir” (por medio de la palabra, del verbo humano). Sólo la palabra que surge de lo profundo del espiritual silencio establecido en nuestras mentes y corazones es incapaz de herir. Es, expresado de otra manera, la voz del VERBO revelado, a que se refiere Juan, el iniciado evangelista.

El valor del verbo

En etapas trascendentes de este espiritual entrenamiento aprende el discípulo el valor absoluto del Verbo en relación con las leyes expresivas de la Naturaleza. Sabe entonces, en virtud de ciertos poderes espirituales implícitos en la iniciación, cómo invocar y cómo dirigir conscientemente las fuerzas que actúan en y sobre la Naturaleza, y puede crear entonces a voluntad aquellos prodigios, llamados milagros, que no son otra cosa que el poder de invocar y utilizar a los devas, o a los elementales constructores para ciertos fines de orden mágico y de acuerdo a determinados aspectos de servicio creador. Todo Iniciado posee el poder invocativo de las fuerzas constructoras de la Naturaleza, el control de los poderes elementales y la decidida protección y ayuda de los Grandes Devas que presiden el desarrollo evolutivo de la creación.

Podría añadir quizás dentro de este orden de ideas que el hombre habla (el sentido creador del Verbo) y que el deva escucha (la Voz del Silencio). El hablar y escuchar, la invocación y la evocación, armoniosamente compenetradas constituyen la síntesis de todas las cosas existentes. Pero, esta compenetración natural entre los hombres y los devas sólo puede provenir del esfuerzo humano por silenciar progresivamente sus apetencias personales y del creciente desarrollo de sus poderes invocativos.

Respecto al discípulo debemos indicar que el resultado de sus esfuerzos de apaciguamiento mental-espiritual es la conquista de la intuición, siendo ésta el Antakarana o vehículo de luz superior por el que asciende a las sublimes alturas donde establece contacto con el Maestro, con su propia Alma inmortal, con sus condiscípulos del Ashrama y con los Devas, las fuerzas vivas de la Naturaleza. De cada una de estas Fuentes superiores recibe el discípulo las inspiraciones precisas y el poder necesario para manifestar ostensiblemente en la vida la gloria revelada de un perfecto Hijo de Dios, gloria hacia la cual tiende incesantemente dejando en cada recodo del Camino jirones de honra y de bienes personales.

Cada uno, dentro de la particular esfera de relaciones impuestas por su karma personal, puede prepararse también para estos contactos trascendentes empezando desde ahora un lento y callado proceso de silenciación de todos los innecesarios e inútiles deseos y pensamientos albergados todavía en su ánimo y que les impide acercarse limpiamente a la Realidad espiritual que constituye la esencia de sus propias vidas. Dediquen unos momentos de su vida cotidiana a esta sencilla pero universal tarea.

No hay que olvidar las palabras de Madame H. P. Blavatsky, cuando decía: “La mente es la matadora de lo Real”, es decir, de la intuición, pues nuestra mente concreta o inferior a la que se refiere concretamente este axioma, es constantemente un hervidero de pensamientos, conceptos figurativos y opiniones contradictorias que impiden entrar en la suave quietud de la vida espiritual. Insistiendo sobre este punto, y para desvanecer posibles dudas, debo afirmar que la perfecta silenciación mental no comporta en manera alguna la aniquilación de la mente concreta o intelectual, sino el sabio gobierno de ésta por la Voluntad superior que la puede utilizar entonces como un delicado instrumento de relación y contacto con los tres mundos de la evolución humana.

Valiosa enseñanza

Debemos decir, para estímulo de algunos estudiantes de esoterismo, que la misión especial de ciertos devas -denominados en lenguaje místico “los Ángeles del Silencio”- es sensibilizar las mentes de los hombres para hacerles receptibles al silencio espiritual y a la voz infinita de la Naturaleza. Los hombres enseñados por tales devas aprecian en todas las cosas de la vida, aún en las más sencillas e insignificantes, una vida interior palpitante que está dando su mensaje de amor divino.

En edades pasadas de las que la historia no guarda noción, los devas vivían junto a los hombres en el seno de las primitivas humanidades, enseñándoles el arte de vivir, de moverse y de relacionarse. Ellos enseñaron a aquellos instintivos seres, que más tarde serían hombres, las primeras verdades respecto a la Naturaleza, desde el culto al sol, fuente de vida, hasta el conocimiento del fuego que caracterizó una etapa definida dentro del proceso evolutivo de la humanidad. Ellos presidieron los primarios e incipientes motivos de vida que condujeron a la perpetuación de la especie y enseñaron también los principios básicos de relación que culminarían más tarde en el anhelo vivo de conciencia. Fueron ellos, los devas, los que prepararon el campo de la vida animal para contener la simiente de la mente humana, y fueron los Ángeles Solares, estos misteriosos testigos de la Luz, de los que tan poco sabemos, los que infundieron el aliento de su propia vida y conciencia en el ser instintivo animal a través de la gloria inmarcesible de la mente.

Por todos estos motivos está sobradamente justificada toda enseñanza relativa a los devas. Su consustancial relación con el reino humano, su participación constante en la evolución espiritual del hombre y de las sociedades humanas, determina un eje fatal de relación a través del cual giran, indisolublemente unidas las evoluciones humana y dévica.

Cuando al estudiante esotérico se le presentan las verdades contenidas en términos científicos tan conocidos como los de “energías y fuerzas”, se le advierte ante todo que tales términos están íntimamente relacionados con la vida oculta de la Naturaleza y con aquellos misteriosos habitantes de los mundos invisibles que llamamos ángeles, devas o elementales constructores.

El discípulo en el Ashrama sabe apreciar por propia y obligada experiencia y por el proceso riguroso de investigación científica a que se halla sometido, la distinción, cualidades y funciones de las distintas jerarquías de devas y pueden ejercer sobre aquel mundo oculto y desconocido, el poder creador de la vida espiritual.

Un poderoso Deva con el cual nos fue posible establecer contacto y cuya enseñanza facilitó extraordinariamente el curso exigido de entrenamiento espiritual sobre los reinos ocultos de la Naturaleza nos dijo en cierta ocasión:

“Cuando la ciencia humana haya logrado liberarse del proceso absolutamente técnico o mecánico de sus experimentos y acepte lógicamente la existencia de nuestro mundo, empezará para ella un proceso de aseveración de hechos y verdades que ahora ni remotamente sospecha, perdida en el laberinto de las ecuaciones concretas. Podrá ver directamente en la luz del sol aspectos vibratorios que están más allá de los que puede captar actualmente a través de sus aparatos científicos. Será consciente también de los factores dévicos que concurren en el gran misterio de la electricidad y tendrá también una explicación lógica y racional para ella todo cuanto hasta aquí ha sido encuadrado dentro de este orden vago y misterioso que el mundo llama “milagro”. Conocerá a Dios más realmente de lo que lo hace ahora a través de sus grandes avances técnicos y descubrimientos. Simplificará tanto su proceso de investigación y estudio que las maravillosas computadoras e ingenios electrónicos serán meramente unos juguetes mecánicos que sólo interesarán a los cerebros juveniles. El contacto directo con la realidad le abrirá las perspectivas de un mundo insospechado cuyo sondeo debe ser verificado con una mente tan ágil y libre que ningún ingenio creado, por perfeccionado que sea, podrá equiparársele. Esta nueva legión de investigadores científicos cuenta ya dentro de sus filas con algunos elementos despiertos dentro del orden espiritual, que saben ya por experiencia lo que significa estar en consciente contacto con la Realidad universal cuyo poder creador y ordenador los preside todo”.

Las palabras de este Gran Amigo fueron muy inspiradoras para nosotros. Ellas dan la clave de mucho de lo que se refiere a la relación entre la inspiración espiritual y la técnica humana, entre la intuición y el instrumento intelectual. Por la intuición se establece contacto con el mundo causal de las realidades subjetivas, aunque en un mundo ordenado de acuerdo a un sinnúmero de principios concretos, es realmente difícil llegar a esta directa percepción que elimina todos los posibles intermediarios. No obstante, hay que repetir hasta la saciedad que si bien el proceso perceptivo de la Realidad pertenece a la mente intuitiva o abstracta del hombre, el proceso de organización y plasmación de estas percepciones e inspiraciones pertenece a la mente concreta. Es para establecer el mágico equilibrio de la vida en sus distintos y variados niveles de actividad que las escuelas esotéricas del mundo y principalmente los Ashramas de la Jerarquía ofrecen a los aspirantes espirituales y a los discípulos mucha información oculta sobre el mundo dévico o angélico.

Una de las primeras enseñanzas del Ashrama trataba precisamente del contacto dévico. Virtualmente estas entidades -en sus innumerables graduaciones- actúan también sobre la humanidad desde distintos niveles vibratorios, aunque no nos demos cuenta de su misteriosa y eficaz influencia sobre nuestras vidas. Señalaré la primera vez que establecí contacto consciente con un Deva. Sentí como si una brisa suave y fresca penetrara profundamente dentro de mí llevándose todos mis deseos y pensamientos. Una vez “vacío completamente de mí mismo” me sentí lleno de un profundo y dinámico gozo interno, como si convergiera en mi ser toda la alegría indescriptible de la Naturaleza, y entonces oí su voz. No era una voz humana, sino una maravillosa combinación de armónicos sonidos, refulgentes colores y delicados perfumes. De la conversación que el Deva sostenía conmigo parecían participar todos los elementos naturales del lugar donde nos encontrábamos (un verde prado en un hermoso y solitario rincón de la Suiza Alemana). El Deva me estaba hablando a través de las diminutas hierbas, de las delicadas florecillas campestres de los inquietos pajarillos, de los gigantescos castaños, del aire que hacía ondular el tallo de los juncos lejanos. Y, ¡cosa curiosa!, yo sabía exactamente lo que me estaba diciendo, me sentía penetrado de la sencilla profundidad de su Mensaje espiritual e insuflado de un amor sin límites por la obra del Creador, extendida ante mi vista y abarcando el marco de toda posible perspectiva. Para mí, la existencia de los Devas y su directa participación en nuestra vida a través de la Naturaleza viva que nos rodea, es una realidad y no un sueño ni una fantasía.

Los ejercicios ashrámicos de contacto dévico fueron muy sencillos al principio, y se iniciaron con la invocación de pequeñas criaturas, habitantes de las regiones etéricas, algunas de ellas realmente bellísimas, graciosas y juguetonas, otras terriblemente repulsivas, repelentes y esquivas. El Maestro nos dijo: “Debéis aprender a amar tanto las unas como las otras, pues así como el Bien y el Mal, en sus aspectos de Luz y Sombra, son consustanciales en la vida evolutiva del planeta, basada en la conciencia de dualidad, la labor de estas pequeñas criaturas -cada cual desde su particular nivel o elemento- contribuye a la realización del Gran Plan.

Una cosa quiero que grabéis en vuestras mentes y corazones. Estas pequeñas criaturas de los éteres, viven en los elementos que motiva la expresión de la Naturaleza en todos sus aspectos. Ellas trabajan de acuerdo a un modelo mayormente impuesto por la propia evolución de los hombres. A medida que la humanidad avance y tienda hacia la unidad esencial, desaparecerá de la tierra toda fealdad y desarmonía, pues no habrá en ella las pequeñas criaturas de los éteres que trabajan con la sustancia de las sombras. Pero, mientras tanto, amadlas como creaciones vuestras, fecundadas, gestadas y nacidas del inestable humor de vuestro ánimo, que pueden mejorar considerablemente con el impulso creador de vuestro propósito interno. Y no olvidéis nunca que en lo que acabo de deciros subyace el misterio oculto de la gran verdad esotérica que ha de estar presente en el ánimo de todo discípulo: “La Naturaleza cumplirá su verdadera misión cuando el hombre haya cumplido la Suya”.

Maravillosa excursión a Montserrat

Casi en el centro geográfico de Cataluña, a unos 60 kilómetros por carretera de Barcelona, se alza una de las más bellas montañas de Europa, la montaña de Montserrat.

Su sorprendente configuración y el orden caprichosamente magnífico de sus rocas que la hacen parecer un museo de escultura natural, convierten este lugar en el más interesante centro de atracción turístico de Cataluña.

La montaña de Montserrat contiene multitud de leyendas, a cual más atrayente y sugestiva desde el ángulo de la investigación esotérica. Una de las más conocidas y la que mayormente atrae la atención de los espiritualistas es la de que el gran músico Ricardo Wagner se inspiró en ellas para componer su famosa obra “Parsifal”. Este hecho en sí no tendría importancia trascendente dada la profunda inspiración del músico alemán. Pero, la tiene sin embargo, si aliamos esta leyenda a otra anterior que asegura existe en un remoto y secreto lugar de esta montaña un templo iniciático o un centro magnético donde se realizan periódicamente ciertos rituales mágicos a cargo de altos Iniciados de la Gran Logia Blanca del Planeta. Sea lo que sea, estas montañas tienen justificado renombre espiritual. Existe allí también un monasterio benedictino, que fundó en el año 1031 el Abad Fr. Oliva, con un templo realmente magnífico donde pueden contemplarse maravillosas obras de arte. Este templo está dedicado a la famosa Virgen Morena de Montserrat, a la “Moreneta” como la llaman familiarmente los creyentes catalanes.

Sería interesante recordar aquí que el origen del culto a la Virgen Negra, o “Señora Negra de las Cavernas” es, esotéricamente hablando, contemporáneo de los primeros hombres post-diluvianos, entre los cuales -según la tradición o la leyenda- “no se encontraba ni una sola mujer blanca para reconstruir a la humanidad salvada del diluvio”. Esta tradición o leyenda no debe de ser sin embargo descartada, por lo menos en lo que se refiere a la étnica de los habitantes de las planicies etíopes salvados del diluvio que se establecieron en Egipto. Pues, es precisamente en Egipto donde tuvo nacimiento el culto a las “vírgenes negras”, cuya diseminación por toda la tierra parece tener una causa o carácter universal. Sabido es que la Virgen negra era adorada también por los celtas bajo el nombre de Dana.

En lo que al esoterismo se refiere, la Madre negra es la representación de La Divinidad oculta y del trabajo sutil y misterioso que se realiza en la clandestinidad de las “cuevas” y de los templos ocultos de orden iniciático. Quizás no sea, pues, sin razón justificada esta misteriosa relación de la Virgen Morena de Montserrat con el templo iniciático que se supone existe en cierto “lugar secreto” de sus montañas, y la hipótesis cada vez más aceptada de la procedencia atlante de las mismas. La extraña forma arquitectónica de Montserrat y las incrustaciones de conchas y caracoles marinas petrificadas halladas en sus rocas, nos hablan indudablemente de un pasado lejanísimo en el que estas montañas estuvieron realmente sumergidas en la profundidad de los océanos y que terribles convulsiones geológicas -posiblemente algunas de las que determinaron el hundimiento del gran Continente de la Atlántida- las hicieron irrumpir en la superficie bajo esta forma extrañamente magnífica.

La Excursión

Desde hacía tiempo, un grupo de estudiantes de esoterismo de Barcelona, había proyectado una excursión a Montserrat. Lo integraban el Sr. Luis Lorenzana, Secretario de la S. T. en España; Sra. Josefina Maynadé, escritora, esposa del primero; Sr. José Soteras, un amigo investigador esotérico; mi esposa y yo. La fecha programada era el 22 de Mayo de 1968, hacía solamente unos días que habíamos celebrado el Festival Wesak y aún sentíamos en nosotros les energías de la potente Bendición de Buda.

La intención básica de este viaje era tratar de descubrir, mediante la forma de un ritual mágico, la orientación posible del centro magnético o templo iniciático de Montserrat o, cuando menos, tratar de beneficiamos de sus radiaciones. Lo demás, la belleza del paisaje, el hecho de sacudirse por un tiempo del aire viciado de la ciudad y el embrujo magnífico de aquellas suntuosas moles arquitectónicas, aunque realmente interesante, quedaba reducido a algo meramente circunstancial. La inestabilidad del tiempo redujo el número de los viajeros. Desde el primer momento comprendimos todos que el hecho de haber quedado reducido a cinco el número de los componentes del grupo excursionista no se debía al azar. El cinco, número sagrado por excelencia por estar en misteriosa relación con la Vida mística del Cristo “Señor de los Ángeles y de los Hombres”, me pareció tener un efecto sorprendente sobre la experiencia conjunta que había abierto a nuestras mentes y corazones el ansia de una participación activa en los Misterios que, al parecer, se reproducen cíclicamente en el centro sagrado de las montañas de
Montserrat.

El día era realmente desapacible y al llegar soplaba un viento frío, casi invernal, y caía una fina lluvia. Algo parecía desafiarnos a quedarnos abajo, en las dependencias comerciales contiguas a la Basílica, en busca de confort y de placentero diálogo. Pero, no era ésta nuestra intención y por ello, arriesgándonos a todas las posibles incomodidades decidimos emprender nuestra excursión a las cumbres. Tomamos pues un autocar hasta la estación del funicular que debía conducirnos a San Gerónimo (estación de llegada) y desde allí dirigirnos a pie al Santuario de San Juan.

Durante este trayecto empezó nuestra aventura espiritual. Desde la estación del funicular de San Gerónimo en dirección al Santuario de San Juan hay que descender por un camino que conduce a una pequeña ermita cerrada, donde hay una bifurcación de dos senderos uno, el de la izquierda, que lleva a San Juan y el otro, casi una prolongación del anterior en descenso que conduce a un hotel en la cresta de la montaña.

Al llegar al fondo y casi frente a la pequeña ermita, percibí a un Deva resplandeciente de Luz, cuya aura de un vivísimo color azul-violeta daba a entender que se trataba de un Deva de elevado desarrollo espiritual. Huelga decir que la impresión que me causó esta Presencia fue realmente extraordinaria y que desde aquel momento me sentí invadido por una profunda sensación de paz. Pero, nada comuniqué de inmediato a mis amigos, aunque sí después, cuando en el momento de celebrar el ritual mágico meditativo me sentí potentemente impelido a transmitirles el Mensaje de aquel Deva.

Nos habíamos sentado los cinco en una pequeña hondonada bajo el camino que conduce al hotel de la cumbre. Como la inestabilidad del tiempo había restado afluencia a estos lugares habitualmente muy concurridos, el silencio era casi absoluto. Nuestro ánimo sereno y nuestra mente en calma propiciaban en efecto un trabajo espiritual realmente positivo. Por una -digamos extrañacasualidad el sol había salido en aquellos momentos por entre el claro de dos espesas nubes; allá y acullá parecía llover. Más abajo, por entre la espesura de pinos, alegres pajaritos empezaron a acariciar nuestros oídos con sus trinos.

El mensaje

En aquellos momentos, y con voz serena y apacible, transmití el siguiente mensaje dévico: “¡Salud, amigos nuestros!

Es realmente inspirativo y conmovedor el contacto que puede establecerse entre los hombres y los ángeles, entre los hijos de la Naturaleza y las fuerzas vivas que la crean.

Nuestro gozo es inmenso, indescriptible para vuestra razón humana y quisiéramos que lo compartieseis.

Sabemos por qué habéis venido aquí. Conocemos vuestras intenciones y sabemos lo que estáis buscando. Sí, aquí existe realmente lo que llamáis un “lugar secreto” aunque sólo es secreto para los ciegos a la luz espiritual. Continuad viniendo aquí, con mente ligera y corazón libre y lo descubriréis.

Es muy raro ver por estos lugares a seres humanos henchidos de altos ideales y de intenciones puras, asequibles a la inspiración a la que es propicio nuestro mundo.

Aquellos que vienen aquí, no en busca de distracciones vanas sino llenos de inquietud por descubrir el aliento ligero de las cosas, acaban por descubrir el secreto de la vida oculta de la Naturaleza. Y éstos trabajan por el día en que los hijos de los hombres y los ángeles de la Naturaleza, conscientemente unidos y complementados, cantarán juntos la gloria del Señor. Tal día marcará el Sendero de una Nueva Edad en el que la Creación entera rendirá homenaje a Su Creador y las sociedades humanas estarán regidas por un equilibrio consciente y una determinación divina. El mundo en el cual todos vivimos será entonces un planeta sagrado y su radiación teñirá de una nueva luz los éteres inmortales.

Estos contactos, tan raramente producidos a causa de la ceguera de los hombres, que desde hace tanto tiempo perdieron el estado de gracia o de inocencia son, sin embargo, la promesa divina de los tiempos presentidos que todos anhelamos.

Pues de la misma manera que un relámpago, aunque rápido y fugaz, da una magnífica idea de la luz de donde emana, así estos contactos entre los hombres y los ángeles, abren la esperanza de un mundo ideal en que el pensamiento humano y el sentimiento de los devas, armoniosamente compenetrados, den a luz una mejor forma de civilización y una nueva vitalidad en la expresión de la vida de la Naturaleza.

Quisiera ayudaros en vuestras pesquisas internas, pues os guía la buena intención y percibo en vosotros una perfecta aura de amistad. Mantened firmemente esta amistad, gloria del destino humano, que os hará asequibles al amor inmortal de los devas.

Volved más adelante. Hay lugares sagrados aquí, henchidos de fuerza magnética que pueden ayudaros mucho en la consumación de vuestro particular destino. Pero no vengáis en grupos numerosos, sino eligiendo cuidadosamente aquellos que verdaderamente se sientan inspirados por la fuerza de la devoción espiritual y el perfecto culto a la vida de la Naturaleza. Con estas santas disposiciones siempre hallaréis aquí, o en otros lugares sagrados, a un Deva o a un grupo de Devas dispuestos a ayudaros.

Regocijaos ahora con nosotros y participad en silencio de la Paz natural de estos lugares. Que esta Paz sea el premio de vuestra recta intención y os sirva de potente estímulo para continuar la obra que cada cual ha de realizar en el mundo para mayor gloria del Señor.

Yo os bendigo con Amor y os ofrezco mi amistad con el destello natural de nuestra vida de equilibrio, y en tanto permanezcáis aquí estaréis bajo mi protección. “Seguid adelante con la vista eternamente orientada hacia las doradas cumbres en donde los Dioses Creadores y Sus Ángeles Servidores tienen para el reino humano un futuro de perfección”.

Mis palabras cada vez más lentas y suaves, se habían ido infiltrando sutilmente a través del oído en nuestros corazones, llenándonos de un sentimiento de paz indescriptible. Cada cual a su manera, había notado claramente la presencia de aquel DEVA, misterioso habitante de los mundos invisibles, pero todos habíamos convenido en que el hecho de encontrarnos allí reunidos no era fortuito, y que una misteriosa sucesión de acontecimientos causales nos habían puesto en contacto con la más poderosa de las Fuerzas de la Naturaleza, el Reino de los Devas, de los Ángeles del Señor, verdaderos agentes fraternales del Poder de Dios manifestado.

Sí, volveremos a Montserrat. Nos dejaremos llevar por el “aliento ligero de las cosas” y, tal como nos aconsejó nuestro Gran Amigo el Ángel de las Montañas Sagradas de Montserrat, trataremos de mantener firmemente los lazos de amistad que es la fuerza creadora más positiva en la humanidad y dentro de la vida oculta de la Naturaleza.

El verdadero investigador nunca afirma ni nunca niega categóricamente. Se limita simplemente a investigar, y cuando sus investigaciones dan un fruto como consecuencia de sus pesquisas entonces adquiere aquella especial virtud de asentimiento que sólo puede provenir de la experiencia. Hablar de un hecho sin haberlo comprobado indica falta de madurez. No se pueden descifrar ciertos enigmas o misterios de la Naturaleza, recurriendo únicamente a la imaginación. Uno puede imaginar fácilmente un DEVA. Tenemos toda una idea formada de cómo son los devas, los ángeles. Los hemos visto desde nuestra niñez plasmados en cuadros y en estatuas. Pero, ¿Son ellos tal como nos los han presentado los artistas en sus lienzos o en sus piedras talladas, o como los han descrito ciertos investigadores?

La corriente de vida que culmina en el mundo dévico, contiene una gradación infinita. Esto implica naturalmente que “sus formas” expresivas, así como sus especiales funciones, son muchas y muy variadas. El color con que se muestran al investigador contiene también infinidad de matices, algunos de ellos de tal naturaleza y de tal extraño fulgor, que nuestros colores conocidos, los clásicos siete del espectro solar y los innumerables que surgen de sus infinitas combinaciones, no pueden ni remotamente dar la más mínima idea del mismo. En estas condiciones, el hecho de “ver” un Deva, y su posible descripción por parte del clarividente observador, está condicionado a muchos pormenores y a muchas dificultades, debido a los distintos elementos en que se muevan los devas, a las cualidades de los mismos, a su tipo vibratorio y..., singularmente, a la formación espiritual del observador y a su grado de madurez interna. Conocemos algunas personas que aseguran que ven a los ángeles, a los devas, y que incluso hablan con ellos. No dudo de sus palabras, aunque cada cual verá y oirá, aquello que está a su inmediato alcance o en su mismo nivel vibratorio. En cierta ocasión, después de un profundo proceso meditativo de grupo, una señora clarividente dijo que cuando cierta persona había pronunciado el OM sagrado, se habían rasgado encima de ella, los éteres del espacio, y que había aparecido un ángel resplandeciente de luz con “las manos” en actitud de bendecir. Nos chocó esto de “las manos” al referirse a un ÁNGEL. En realidad un Ángel es una ráfaga de luz, de color, de sonido. No tiene una configuración humana, salvo en determinadas circunstancias, aquellas en las que él (y me refiero a un Deva superior), quiere presentarse bajo esta forma. Existe también el juego de la imaginación humana, acostumbrada a cierto tipo de formas. No es extraño que un ángel se preste a este juego de la imaginación, singularmente si esta imaginación viene estimulada por motivos puros y por impulsos realmente espirituales. Pero, la forma de un Ángel es muy distinta de la que nosotros tenemos en nuestra mente. Su exquisita plasticidad, el poder que tienen los Devas superiores sobre los elementos naturales, hace que su forma se adapte siempre a las condiciones de este ambiente. Por ejemplo, los devas solares, los que viven en y SON la luz del sol, aparecen como ráfagas luminosas del color de este astro, pero de tan extraordinario fulgor que resulta imposible mirarlos. Sólo cuando se sienten observados y comprenden los sanos motivos del observador, disminuyen la intensidad de su brillo y aparecen como surgiendo del profundo seno de la luz en donde viven. En tal caso se los puede apreciar con flameantes cabelleras del color ígneo del sol que prácticamente cubre “sus cuerpos”. Hablamos en forma muy figurada y tratando solamente de dar una simple idea de aquello que la imaginación es casi incapaz de dar forma. Cuando hablamos de ráfagas al referirnos a los devas, nos atenemos a lo inmediato que surge en nuestra mente. El color define estas ráfagas y el observador puede darse cuenta del tipo de deva que está observando. Es muy interesante está definición. Al hablar de “cuerpos” no nos referimos a cuerpos parecidos a los nuestros, sino más bien al aspecto que adoptan las ráfagas de vida angélica en un momento determinado, y de acuerdo con las cualidades espirituales del observador.

El aspecto científico de la enseñanza esotérica en lo que atañe a los devas, reino desconocido o imperfectamente conocido por la mayoría de las gentes y aún por muchos estudiantes de esoterismo, constituye un requisito básico en lo que se refiere al entrenamiento espiritual de los miembros de un Ashrama. Entendemos por aspecto científico:

a) El mundo dévico en relación con las energías que operan en la Naturaleza y en todos los reinos que evolucionan en la misma.

b) La experiencia directa del discípulo en entrenamiento esotérico con entidades más o menos evolucionadas del mundo dévico.

c) Las distintas gradaciones de devas, solares unos y lunares otros, pero que en su mutua interdependencia o conjunción magnética producen el gran misterio de la electricidad en nuestro planeta.

Esta última afirmación puede parecer como muy vaga e imprecisa dado el carácter científico que se trata de dar, pero nos permitimos apuntar el hecho, de que la Ciencia humana pese a sus tremendos avances técnicos está utilizando una energía, la electricidad, cuya naturaleza esencial desconoce prácticamente todavía. Sin intentar desmerecer el gigantesco desarrollo científico de la humanidad durante los últimos tiempos, hay que admitir un hecho básico: La Ciencia se halla situada, frente al gran misterio de la electricidad, en la misma posición de cualquier persona que sin tecnicismo eléctrico alguno es capaz de producir la luz con sólo dar una simple vuelta a la llave de un conmutador. El alarde científico sigue pues un proceso rigurosamente técnico extendiéndose en efectos realmente singulares y grandiosos, como en el caso de las computadoras electrónicas, pero la causa esencial que vivifica el proceso, permanece oculta todavía en las profundas raíces cósmicas del gran secreto de la vida de la Naturaleza.

Al penetrar algo más profundamente en el maravilloso mundo de los devas, tendría que desarrollar el investigador ciertas cualidades mentales y morales de orden superior, para poder establecer contacto consciente con Devas de elevado desarrollo espiritual y evitar también el peligro de caer bajo la influencia frecuentemente obsesiva y maléfica de ciertos devas inferiores, o elementales de la Naturaleza, habitantes de las bajas esferas o substratos inferiores de los éteres de nuestro mundo.

Un tipo especial de devas, gobernados por poderosos Devas solares, viven en la luz y forman parte consustancial de la misma. Se les puede percibir, cuando existe la debida preparación mental-espiritual, agitándose gozosamente en toda manifestación de luz y de color. Todos los colores, no sólo los primarios del espectro solar, sino la infinita variedad de colores que resultan de las combinaciones de los siete tipos de base, están regidos por la vida esencial de estos devas. La actividad de una especie particular de los mismos constituye el aspecto “calor” de la luz, habida cuenta de que toda expresión de luz y calor en nuestro Universo es una manifestación del sol al coincidir sus rayos sobre los éteres, o aura particular, de todos y cada uno de los planetas del Sistema Solar. Las cualidades especiales de cada planeta expresando su grado de evolución quedan así exaltadas o elevadas en su sintonía por la acción del sol, centro y vida del Sistema. Toda manifestación de luz y de calor obedece al principio universal de “fricción”, este principio condiciona la evolución total del Universo en donde vivimos, nos movemos y tenemos el Ser. Hay que entender por “fricción” el contacto del Espíritu con la Materia, del aspecto masculino con el femenino, de la Vida con la Sustancia. Esta fricción o contacto produce las infinitas modificaciones de la sustancia material por imposición del espíritu divino y la creación y desarrollo de la conciencia en todos los seres y en todas las cosas. En el devenir de este proceso básico, existen una serie de factores que escapan normalmente a nuestra penetración y percepción, como por ejemplo el concurso de los devas y también las reacciones del complejo atómico de los tres mundos físico, emocional y mental, en donde vivimos sumergidos. Pero, no se trata de este tipo de conciencia en evolución que tiene como campo de experimentación lo que esotéricamente definimos conciencia del átomo, sino que lo mencionamos únicamente por sus implicaciones o relaciones con todo cuanto tiene que ver con la vida de los devas, cuya especial función, en orden al proceso estructural de todas las formas que existen en la Naturaleza, está directa e indisolublemente vinculada a la infinita e indescriptible variedad de vidas y conciencias que evolucionan en el mundo de los elementos químicos y de los átomos.

Una manifestación inferior de devas solares puede ser fácilmente perceptible al ojo humano cuando se contempla el azul del cielo un día intensamente soleado. Se trata de aquellos corpúsculos o puntos luminosos, en incesante movimiento, que se agitan en el espacio. Pese a su extrema pequeñez, su función es muy importante si tenemos en cuenta que su actividad vitaliza los organismos vivos. En general, las distintas gradaciones de devas solares en sus innumerables interacciones, combinaciones, modificaciones o estados, a través de los diferentes éteres planetarios, producen por “fricción” aquella sustancia vital, que los esoteristas llaman PRANA.

Los Devas Solares y el Prana

PRANA, es una manifestación de la infinita vitalidad de Dios llevada al Universo, o a cada uno de los planetas y satélites del Sistema, por mediación de los devas solares, a través de los rayos del sol por los cuales viajan o se proyectan por los éteres universales. La forma como PRANA se manifiesta en cada uno de ellos carece de importancia, dado que cada planeta posee una vida especial que se expresa a través de determinadas cualidades o tipos de Rayo; lo que nos interesa es la consideración del principio, ya que la comprensión del mismo puede llevarnos por analogía al descubrimiento del verdadero SER, DIOS, velado precisamente por estos principios originales, que promueven la vida de todo lo existente dentro del contenido universal.

Debemos saber, desde un buen principio, que PRANA lo llena todo, que al respirar, al comer, al actuar, al pensar, al sentir y al relacionarnos con el ambiente que nos rodea, movemos una indescriptible diversidad de elementos pránicos, es decir, una infinita gama de devas que, al interpenetrarse con nuestra aura y al asociarse con nosotros, colaboran estrechamente en nuestros procesos de pensar, de sentir y de desarrollar nuestra conciencia hacia aquellas sempiternas alturas en donde DIOS omnipotente, velado por principios pero más allá de todos los principios, preside serenamente el drama solemne de la evolución del Universo.

Pero, analicemos lo más inmediato. Al respirar inhalamos constantemente una ingente cantidad de corpúsculos vitales-lumínicos-eléctricos (PRANA), que al penetrar en nuestro organismo vitalizan nuestras funciones corporales, especialmente la circulación de la sangre. Cuando estas vidas que nacen de la fricción de los rayos del sol (los devas solares) sobre nuestra atmósfera planetaria, (de cualidad todavía lunar), sean estudiadas por la Ciencia y se inicie un estudio formal y sin prejuicios de los “desconocidos elementos” que viven en los éteres y que son los creadores y sustentadores del cuerpo vital o pránico de los hombres, se tendrá en las manos el verdadero y único poder que puede vencer definitivamente la enfermedad en nuestro planeta.

La Era de Acuario conocerá efectivamente un tipo de Ciencia ocupada única y exclusivamente en el estudio, comprobación y utilización inteligente de las infinitas modificaciones de energía del mundo dévico, ampliando sus perspectivas de tal manera que la curación de las enfermedades será absoluta y radical, aún en aquellos casos extremos, como en el del cáncer, por ejemplo, sobre el cual la ciencia médica no ha hallado aún remedio válido y eficaz pese a sus nobles intentos y reiteradas pesquisas.

El cáncer es una enfermedad de tipo eminentemente vibratorio. Las causas del mismo son muy sutiles; no se hallan precisamente en las tendencias hereditarias que pueden ser corregidas con un adecuado tratamiento magnético y una dieta pura y controlada, sino en la inquietud, el temor, el nerviosismo, la irritación, la angustia vital, y en general, en todas las violentas tensiones emocionales, incidiendo allí, en aquel punto del esquema corporal en donde las reservas de energía son más débiles, o en donde existen de antemano predisposiciones hereditarias o kármicas.

Nuestra experiencia en el Ashrama con respecto al mundo de los devas me ha dado la clave de la Ciencia del futuro, no sólo la parte de la misma que se ocupa de la curación de los organismos físicos y la de aquella que tiene como campo de experimentación el equilibrio psicológico de las gentes, sino también aquella otra que se orienta hacia el control y aprovechamiento de la infinita fuerza que llamamos “energía atómica”.

Quizás resulte un poco extraño que enfoquemos las enseñanzas en el Ashrama acerca de los devas, hacia esos aspectos tan conocidos como la curación de las enfermedades, el equilibrio psicológico y la liberación de la energía contenida en el átomo. Lo extraño sería dada la responsabilidad que entraña la enseñanza dévica, que nos limitaremos únicamente a referir anécdotas acerca de las innumerables entidades invisibles que se agitan en los éteres y que constituyen con la expresión de su vida, todos los elementos que participan en la evolución y desarrollo de este gigantesco cuerpo que llamamos Tierra. Nos referiremos siempre acerca de los devas en términos científicos de fuerzas y energía. Es tal como debe hacerse. La razón es que el verdadero esoterismo, es la ciencia que trata de los factores ocultos o desconocidos que promueven las energías y las fuerzas, aquel aspecto subjetivo causal que condiciona toda expresión objetiva de la Naturaleza. Conocemos además el corazón humano, llevado siempre del impulso hacia lo maravilloso y del culto a lo espectacular, fácilmente preso del relato fácil y entretenido y de la anécdota curiosa, pero poco amante de las realidades internas que han de suscitar un verdadero interés científico, razonado o mental. Nuestros trabajos contienen una carga de dinamismo vital que puede suscitar por contacto, a través de un profundo y marcado interés, la liberación de energía mental en determinadas zonas. El tiempo, secundando ese sincero interés, llevará un día la mente de los hombres al descubrimiento del maravilloso mundo oculto donde se fragua la existencia estructural del Universo, el mundo de los devas. Es de las implicaciones sutiles de ese mundo, pero en estrecho e íntimo contacto con nuestra humanidad que vamos a ocuparnos.

La vida esotérica es de observación y comprobación, no de simple especulación. Ella sigue una línea de máxima resistencia. Es mucho más fácil entretener el ánimo de las gentes con relatos maravillosos o espectaculares, que despertar en ellas un verdadero y profundo interés por descubrir el mundo de las causas originales de las que brota la infinita corriente de vida. El esoterista verdadero rehuye siempre las líneas de mínima resistencia ya que ellas conducen indefectiblemente al reino de Maya, de la ilusión, de los dorados aunque inútiles y perjudiciales espejismos. De ahí que sean tan pocos, sinceramente hablando, los esoteristas, los verdaderos discípulos en el mundo.

En el Ashrama se reciben también ciertas enseñanzas especiales acerca de la vida en algunos planetas de nuestro Sistema Solar, íntimamente relacionados con nuestra Tierra, pero sólo como un requisito ashrámico y cuando se estudia la actividad cíclica de los Rayos, relacionada siempre con FUERZAS y ENERGÍAS y, naturalmente, con la función específica de ciertos poderosos DEVAS planetarios y solares. Por esta razón existe siempre por parte del discípulo una discreción natural y una circunspección exquisita cuando se trata de “relatar” cosas de orden trascendente, pero cuya efectividad en orden al conocimiento humano y a su posible verificación, es francamente nula o excesivamente prematura.

El mundo de los devas es realmente maravilloso. Es un milagro en permanente ejecución, ya se trate del estallido de un rayo de luz sobre el pétalo de una flor, del crecimiento de un árbol o de la excelencia de un sazonado fruto, como de aquel Milagro celeste que llamamos INICIACIÓN y que convierte al ser humano en una Entidad divina. La vida de los devas lo preside todo. De ahí la importancia de tratar de conocer su mundo, de establecer contacto con ellos, de invocar su fuerza, de lograr los beneficios de su amistad..., de consumar inteligentemente el mandato crístico de “Amaos los unos a los otros”, infinitamente más profundo y más extenso que el que circunscribimos únicamente a la vida de nuestra humanidad terrestre conocida.

Los Devas y las formas de pensamiento

Dejaremos por ahora el estudio de otro tipo de devas, o elementales constructores que viven en los elementos de la Naturaleza, tales como los gnomos o espíritus de la tierra, las ondinas del agua, los silfos del aire, las salamandras del fuego, así como alguna de aquellas bellísimas criaturas (tan bien descritas por Walt Disney en algunas de sus entrañables y exquisitas creaciones), como son las hadas de las flores, los espíritus de las plantas, etc. Movidos por un impulso realmente científico y buscando ante todo el aspecto más práctico de la enseñanza relativa a los devas, aludiremos a un fenómeno que ocurre constantemente a nuestro alrededor y del que somos prácticamente inconscientes. Me refiero al concurso de los devas en el desarrollo y vitalidad del pensamiento humano. La facultad de pensar es divina y su poder es realmente creador, pero a la fuerza ideadora del hombre hay que añadir siempre la necesaria colaboración de los devas. Una forma de pensamiento es un estímulo eléctrico de la mente conteniendo “intención e ideación”. Ambos elementos son consustanciales dentro de la facultad de pensar. El tercer elemento “plasmación”, corresponde a los devas. Sin ellos faltaría el soporte objetivo y visible que promueve toda posible construcción, desde la de la diminuta estructura de un átomo hasta la indescriptible objetivación que abarca el Universo entero. El proceso es siempre el mismo y en este orden: intención, ideación y plasmación o construcción.

La vida entera de la Naturaleza es un ejemplo constante del concurso armonioso de estos tres factores, lo mismo cuando se trata de llenar un plano, o dimensión de la Naturaleza, con determinados tipos de formas de pensamiento arquetípicas, como cuando se trata del crecimiento de la más humilde florecilla de los bosques. El deva, en sus innumerables aunque bien definidas gradaciones es el poder constructor de todo cuanto existe.

Hay un principio esotérico que rige la fraternidad de relaciones humanodévicas. Podríamos definirlo así: “El hombre piensa y habla y el Deva escucha y ejecuta”, o mas concretamente todavía: “La energía sigue al pensamiento”. En este principio, claramente comprendido y científicamente interpretado, subyace la clave del conocimiento superior. Pero, vamos a analizar más detalladamente lo antedicho para hacer más comprensivas sus significaciones.

Cuando nosotros pensamos estamos transmitiendo una serie de ondas eléctricas al espacio, mediante una serie de estímulos más o menos potentes de nuestro cerebro, considerado aquí en su función de central transmisora de mensajes mentales. Ahora bien, estas ondas dirigidas con intención y conteniendo ideación quedarían flotando sin destino alguno en el espacio, a no ser por la participación de los devas mentales, altamente especializados cuya misión natural y su única función es “hacerse cargo de los pensamientos de los hombres” vitalizarlos con su vida y transportarlos a su destino, o bien cobijarlos y mantenerlos en “gestación” como energía, a la espera de las requeridas condiciones cíclicas de expresión, como ocurre con los arquetipos raciales, ideológicos o espirituales (creados por la mente humana y respondiendo a Arquetipos causales), o con los procesos destructivos y grandes cataclismos que asolan periódicamente a la humanidad como efecto, no digo castigo, de sus inadecuadas, violentas y agresivas formas de pensar. El principio adoptado por la UNESCO en su conocido preámbulo “La guerra se fragua en la mente de los hombres y es en la mente de los hombres donde hay que construir los baluartes de la paz”, puede dar una idea realmente clara y concreta de la participación humano-dévica en la creación y desarrollo de los grandes acontecimientos planetarios, si es atentamente examinado.

Hay que advertir, sin embargo, que los devas “no miden las consecuencias de los pensamientos humanos”, sino que se limitan a manejarlos de acuerdo a intenciones e ideaciones, las cuales, a su vez, vienen condicionadas por los aspectos de “cualidad” y “potencia” de la mente que los ha emitido. En estas cuatro palabras: intención, ideación, cualidad y potencia, siempre presentes en la formulación de cualquier pensamiento está resumido todo el proceso del pensar humano y la vía expedita de su realización plástica u objetiva por parte de nuestros hermanos los devas, así como la comprensión de cómo se estructura nuestro ambiente individual, familiar, social y espiritual.

La función específica del deva es “recoger el pensamiento humano y darle conveniente cauce de acuerdo a intenciones, ideaciones, cualidades y potencia”.

El deva no razona sobre los efectos positivos o negativos, constructivos o destructivos, de las humanas ideaciones, habida cuenta de que carece de mente, cuando menos del tipo de mente humana que nosotros conocemos y utilizamos. Los devas son, “ráfagas puras de sentimiento”. El deva evoluciona por el camino del sentimiento, siendo el sentimiento el impulso vital de su existencia. Sólo en etapas muy avanzadas de su desarrollo evolutivo adquiere el deva la facultad de pensar. Tenemos entonces un ser mucho más avanzado que el hombre, pues no sólo posee los más profundos y más ricos matices del sentimiento de la Naturaleza dévica, sino también la facultad de “idear”, de “imaginar” o de “crear”, que caracteriza singularmente al ser humano. En el aspecto de los devas constructores en materia mental, de estas criaturas que vitalizan el pensar humano, vemos que ellos encarnan dentro de sí únicamente aquellos pensamientos que son afines con la naturaleza o vibración de sus sentimientos y emociones. Ellos buscan, tal como es su ley y su función, la sintonía de su vida en pensamientos humanos, y esta sintonía debe estar forzosamente de acuerdo con su particular vibración o grado de desarrollo. Sería pues inadecuado decir que existen devas buenos y devas malos, sino más bien que existen cualidades o matices de sentimiento dévicos de acuerdo a cada tipo de pensamiento humano, que puede ser de cualidad vibratoria superior o inferior. Hay devas de densa vibración dentro de la escala sintónica del sentimiento; ellos encarnan en pensamientos humanos de baja vibración. Hay devas de elevadísima vibración que encarnan solamente en los pensamientos elevados o sublimes de los hombres. La Musa que invocan los poetas no es sino el deva que transforma la ideación poética en sentimiento creador. Y el genio inspirador de los sabios y de los músicos es siempre el deva que por sintonía de vibraciones acude siempre a prestarles el aliento de su vida espiritual con ráfagas puras de sentimiento y de emoción profunda.

Existen infinitas gamas de devas, tantos como matices de sentimiento y gradaciones cualitativas dentro del pensamiento humano.

Podemos decir, que a cada estado de conciencia humana, o a cada uno de sus pensamientos y emociones corresponde un tipo particular de devas. El proceso de la evolución planetaria, considerado esotéricamente, es de fraternidad humano-dévica. Esta fraternidad, conscientemente reconocida e inteligentemente realizada, producirá finalmente el Arquetipo ideal de belleza y armonía del mundo del futuro. Pero, desdichadamente, los seres humanos nos hallamos todavía muy lejos del estado de equilibrio emocional y mental que ha de permitimos penetrar en el mundo de los devas y dejar que ellos penetren en el nuestro, como sucedía en los primeros estadios de la vida evolutiva de la humanidad. Sólo así, unidos fraternalmente dentro de una reconocida y aceptada interdependencia, podremos los hombres y los devas contribuir conscientemente a establecer el Reino de Dios sobre la Tierra.

Relato de un contacto dévico

Tuve una vislumbre del concurso fraternal de los devas y de la gracia especial de su intervención en la vida de los hombres, en un contacto que tuve con uno de ellos.

Trabajaba desde hacía meses en la ciudad de Ginebra en la Sede de la Escuela Arcana, una escuela esotérica a la que pertenecía desde hacía muchos años. Me habían encargado la dirección de la reunión de meditación de luna llena del mes en curso, Enero de 1963. Habitualmente se iniciaba esta reunión con una alocución de tipo esotérico para predisponer la mente de los asistentes para el trabajo meditativo. Para esta ocasión había elegido yo un tema altamente sugestivo: “El OM, como Mántram Solar”. Había leído algo sobre ello, no mucho, a través de los libros del Maestro DK, pero confiando mucho en mi intuición, creí sinceramente que aquella disertación no tendría dificultades para mí. Pero, he ahí que unos días antes de la festividad de la luna llena, empezaron a asaltarme unas muy profundas dudas sobre mi propia seguridad y confianza respecto a la explicación creadora del sentido realmente esotérico del OM sagrado. Me iba dando cuenta, conforme se acercaba el día de mi disertación, que hablar del OM no era tarea fácil, no sólo por sus implicaciones solares y jerárquicas, sino también porque tenía que enfrentarme con un selecto auditorio constituido por estudiantes de la Escuela Arcana, entrenados en el Arte de la meditación y con ideas más o menos profundas acerca del OM. Siempre he considerado que la palabra humana es un poder que involucra una gran responsabilidad y que hablar únicamente sobre lo que he leído o estudiado, por bueno que sea y por bien que se explique carece de estímulo creador, a menos que apoyados en aquellos conocimientos de base seamos capaces de extraer algo nuevo y no anteriormente dicho, de nuestra propia cantera espiritual. Pasé pues unos días muy preocupado intentando por medio de la meditación profunda y sostenida encontrar dentro de mí aquel “algo” nuevo con que debería matizar creadoramente mis palabras el día de la reunión de plenilunio. El día mismo que debía pronunciar mi disertación como preámbulo meditativo, me hallaba todavía no sólo confuso sino muy profundamente preocupado. Aquel mediodía había ido a desayunar en el restaurante del Palacio de las Naciones Unidas, muy cerca de la rue de Varembé en donde se hallaba ubicado el Centro Internacional y los despachos de la Escuela Arcana. Después de tomar café salí a pasear por los jardines del Palacio de las Naciones Unidas, y pese al frío reinante me senté a meditar bajo un frondoso y gigantesco castaño de los muchos esparcidos en aquel dilatado y bien cuidado parque. Naturalmente, el motivo de mi meditación era el OM, su significado, sus implicaciones solares, su correcta expresión por el aspirante espiritual, la liberación de su energía en el orden planetario. Pero, mi mente se hallaba perpleja, muda, impenetrable. Me preocupaba muy profundamente cómo podría presentar el OM en su función de poder coordinador de los tres vehículos periódicos del hombre y también su entonación perfecta para poder producir cambios apreciables dentro de uno mismo y a su inmediato alrededor, es decir, como vehículo, sutilísimo de contacto con el Yo superior y la Tríada espiritual.

No sé cuánto tiempo permanecí allí bajo el castaño apoyada mi espalda a su tronco, ni sé tampoco si me dormí fatigado por el peso de mi esfuerzo meditativo. Sólo sé y sólo recuerdo que sentí resonar de pronto el OM sagrado dentro de mí mismo, como si del fondo de mi corazón surgiese aquella VOZ, muy familiar, pero que no podía identificar en aquellos momentos con nada conocido y cuya vibración determinaba en mí un estado de armonía e integridad que nunca había conocido ni experimentado. Al abrir los ojos, incapaz de resistir aquella tensión creadora y aquel poder que me transformaba internamente, vi ante mí sonriente, pero lleno de majestad a un resplandeciente Deva. Su forma era casi la humana, aunque supongo que había adoptado aquella forma para mejor establecer contacto conmigo. Surgían de su aura como poderosos haces de luz que se extendían en insoladas ondulaciones de un intenso color azul violáceo, abarcando con sus destellos toda la extensión del lugar en donde me hallaba situado. No me sobresalté sin embargo lo más mínimo. El poder del OM “pronunciado dentro de mí por aquel bendito Deva” me había “transfigurado” de tal manera que me era posible contemplarle, oírle en su mágica expresión y comprender el alcance infinito de su mensaje. Me hallaba pues en presencia de un Ángel, de un enviado celeste, del fruto divino a mi profunda y sentida invocación, de una respuesta directa a mis continuadas interpelaciones. Aunque lleno de fecundidad mental y arrebatado por un ígneo poder, me sentía insuflado de ternura y de devoción hacia aquel gentil exponente del poder constructor de la Naturaleza. Aunque el contacto fue extraordinariamente fugaz de acuerdo al concepto tiempo, la percepción fue excepcionalmente clara y puedo recordarla incluso ahora con todo detalle. Puedo decir que en aquellos momentos fui consciente, realmente consciente, de algunos de los misterios implícitos en el OM y de su debida entonación en lo que a la nota típica de mi vida espiritual se refería. El Deva se esfumó progresivamente a medida que mi conciencia entraba nuevamente en posesión de su estado habitual o de contacto con el mundo de lo normal, pero cuando recobré el pleno uso de mis facultades concretas, sabía yo exactamente lo que tenía que decir y cómo debía pronunciar el OM para que mi tarea de la noche, durante la meditación de luna llena, tuviese la necesaria
efectividad y trascendencia.

Y así fue en efecto. Por primera vez en mi vida pude hablar del mántram sagrado, del gran sonido de resurrección, como lo llaman los esoteristas, con conocimiento de causa y directa experiencia de los hechos.

Hemos dicho antes que, la enseñanza acerca de los devas constituye un aspecto principal del entrenamiento de los discípulos de un Ashrama.

Uno de los trabajos que el Maestro nos sugirió realizar hace ya bastante tiempo, fue presentar al mundo y de la manera más simple que fuese posible, la enseñanza que iríamos recibiendo en el Ashrama acerca de los devas. Otros discípulos, lo hicieron ya en el pasado y por primera vez quizás en el curso de la historia presentaron un cuadro de relaciones dévico-humanas, explicando tipos, funciones y gradaciones de estos seres angélicos que viven en los elementos de la Naturaleza y que con el hálito de su vida constituyen el poder que renueva, destruye, conserva y edifica todas las cosas existentes, incluido los vehículos periódicos del hombre; el doble etérico o pránico, el organismo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental. Otros devas cuyas vidas evolucionan en los planos superiores del Sistema solar crean con el poder con que Dios les ha dotado, los Arquetipos superiores a los que se ajustan los designios de los Logos planetarios y los Planes o Esquemas de las distintas Jerarquías que precisen la evolución universal. Crean y construyen también los cuerpos superiores o espirituales del hombre a medida que avanza éste por las rutas obligadas de la evolución: el búdico, el átmico y el monádico.

Nuestra labor debe limitarse forzosamente al reconocimiento científico del mundo dévico, es decir, abordar lo más directo e inmediato, lo que podrá ser comprobado al respecto si el hombre estudioso, el aspirante espiritual y el verdadero científico, se deciden a penetrar con mente audaz y aguda el mundo de las causas y de los altos significados, amparados en un verdadero espíritu de investigación y reconocimiento humilde lo mucho que le falta aprender todavía para poder hablar de fuerzas y de energías con verdadero conocimiento de causa.

 

Anterior | Próximo | Indice

 

[ Libros ]


 

 

 

Meditaciones Diarias
( La meditación de hoy corresponde al )

Lunes | Martes | Miércoles | Jueves
Viernes | Sábado | Domingo

|
Solilunios |
 

 

 


 Búsqueda  de Conferencias y Charlas VBA en línea

 
Google
   En toda la red internet       En www.vicenteba.org
     Si usa la copia "en caché" aparecerán resaltadas las palabras que busque
   
 
[Cáncer 1999]
VBA 1.0: 1999-07-05


[Leo 2003]
VBA 2.0: 2008-02-18