¡Bienvenidos!

Ciudad: Hora  Día

 

 

 

Tres siglas, dos en posición vertical (V y A) y una en posición horizontal (B). El trazado recto de la B sirve para demarcar dos ideogramas. [seguir enlace]

Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
.


 

Devas

Conferencias

Triple
Proyecto

Agni Yoga

 


CAPÍTULO X


RETORNO DEL ALMA A UN NUEVO NACIMIENTO LUEGO DEL PROCESO DEVACHANICO

La encarnación del alma humana después del Devachán

Quienes hayan seguido atentamente el proceso devachánico y apreciado en una amplia medida sus características especiales de “reposo del alma”, después de un proceso activo de vida, o ciclo de encarnación, le asaltará inmediatamente la pregunta de cuál es el proceso inmediato que sigue al de la vida devachánica. Lógicamente, y empleando constantemente la analogía, debemos considerar que de la misma manera que a un proceso de actividad en el nivel que sea, corresponde un período de reposo, a un proceso de reposo le sucede asimismo un período de actividad.

Veremos de qué manera se inicia para el alma humana el nuevo proceso de actividad una vez finalizado el ciclo devachánico. Al comienzo se la ve sumergida en un sueño muy profundo, dentro del cual no es consciente de nada. La esfera devachánica se ha reducido hasta convertirse en una especie de aura envolvente, pero sin color y sin matices, es decir sin deseos y sin sueños y por tanto sin fuerza alguna para realizarlos. En ese estado se ve cómo paulatinamente y “desde arriba” un hilo sutilísimo de luz, proveniente del Ángel Solar va descendiendo hasta penetrar en el alma humana y despertando en el corazón místico de la misma el propósito superior o anhelo de vida. En ese momento empieza el alma a ser nuevamente consciente de sí misma, ha dejado de “SOÑAR”, por consumación de los deseos engendrados en una existencia anterior, y empieza de nuevo a considerarse a sí misma “tal como era antes del proceso devachánico”. En almas muy puras este recuerdo o conciencia de sí misma aparece con tanta nitidez que adquiere automáticamente y con conocimiento de causa la ordenación y dirección del nuevo estado. Su visión se orienta inmediatamente hacia el Ángel Solar, y de sus labios inmortales surgen nuevamente las palabras mágicas que son la esencia de todo sacrificio solar o cósmico: “Hágase tu voluntad”. El Ángel Solar que guarda en memoria infinita, el recuerdo de todas las existencias anteriores del alma a la que “arropa, protege y vivifica” SABE desde siempre cuál ha de ser el nuevo destino. Las condiciones ambientales, la calidad del mecanismo que deberá ser empleado, el país en dónde deberá nacer, la posición social, están muy claramente diseñados en el nuevo destino que el Ángel Solar ha proyectado para el alma del hombre. Tal como se puede leer en los libros secretos de la “Logia Blanca...” “el Ángel Solar ve el fin desde el principio”, y esta verdad se aplica no sólo a un nuevo nacimiento, o etapa de encarnación, sino que abarca la infinita serie de encarnaciones y períodos devachánicos del alma, desde el proceso mismo de la INDIVIDUALIZACIÓN hasta la consumación total del alma humana en el gran Misterio de la quinta Iniciación, en la que el Ángel Solar liberado del peso de su deuda de amor y sacrificio, retorna al Gran Corazón del Sol.

El proyecto de una nueva vida, o de una nueva encarnación, presupone para el alma humana, salir de un sueño y enfrentar una realidad, la realidad de sí misma frente a un nuevo orden de cosas y de situaciones. Esto involucra un hecho muy importante: recobrar una conciencia de vehículos. Ésta se realiza mediante la actividad de los “átomos permanentes” implicados en la historia de la vida del hombre. Son unos átomos especializadísimos y de cualidad misteriosa, cuya función es preservar el recuerdo de todos los hechos y experiencias del alma a través de las edades. En el ser humano existen ya sea en potencia o en latencia seis átomos permanentes plenamente desarrollados, uno para cada vehículo de expresión sean o no utilizados que van desde el átomo permanente físico, alrededor del cual se crea el cuerpo correspondiente, hasta el átomo permanente átmico que está conectado con la esencia monádica y guarda el secreto de la propia Vida de Dios. Pero a nosotros, de acuerdo con el presente estudio sólo nos interesa los “tres átomos permanentes” que estructuran los vehículos físico, emocional y mental. Comprenderán que los vehículos expresivos del hombre, o Tabernáculo del Espíritu Santo, a que se refería el gran Iniciado Pablo de Tarso, dependerá de la calidad de los recuerdos suministrados por los átomos permanentes, que registran a escala individual, la gran memoria akásica, eternamente viva de la Naturaleza, pues de la misma manera que un alma humana se proyecta hacia el futuro por el “recuerdo vivo de su pasado” un Logos Solar utiliza sus átomos permanentes, o registros akásicos con todo su universal contenido, para la creación de un nuevo Universo, al final del Gran Pralaya, que es el sueño devachánico del propio Dios. Siempre debe ser utilizada la ley de analogía.

Daremos en esquema y a grandes rasgos el proceso de encarnación del alma humana:

a) La atención concentrada del Ángel Solar.

b) La conciencia más o menos despierta del alma humana, después del proceso devachánico.

c) La calidad de los recuerdos suministrados por el átomo permanente.

d) Las condiciones ambientales, los tipos de cuerpos a utilizar y las situaciones que deberán ser enfrentadas y desarrolladas.

e) Existe un factor o elemento primordial de carácter dévico, del cual no se ha hablado suficientemente en los estudios esotéricos, que a nuestra consideración es de importancia trascendental y al cual deberemos hacer referencia.

El proceso puede ser considerado así: La atención del Ángel Solar proyecta un diseño, o arquetipo del destino humano, sobre el alma que va a encarnar. En esta atención va implícita una Nota, Mántram, Verbo o Sonido, a la que responde el alma humana con su propia Voz, la cual actuando directamente sobre cada uno de los átomos permanentes los pone en actividad vibratoria. A este clamor invocativo acuden tres tipos de Devas: uno desde el plano mental concreto y desde el plano causal empieza a seleccionar materia afín al llamado invocativo y crea alrededor del átomo mental permanente, la envoltura que lo convertirá progresivamente en el vehículo mental que el hombre utilizará para pensar, recordar y discernir. Cuando la obra de este Deva se ha cumplido convenientemente, empieza a actuar otro Deva en el plano emocional, que siguiendo un proceso similar al primero, aglutina materia astral afín a la calidad vibratoria del átomo emocional permanente hasta conseguir estructurar una envoltura capaz de reaccionar a cualquier actividad de este tipo. Esta estructura abarca fases que van del más denso y materializado de los deseos, hasta el más puro y exaltado sentimiento de integridad y belleza. Todo dependerá de la elevación del alma humana y de la calidad de los recuerdos o experiencias emocionales. La nota típica del alma, a través de los átomos permanentes, se encarga de dar su consentimiento o “rechazo” a ciertos tipos de energía.

El proceso en el plano físico si bien es similar a las acciones anteriores sufre una importante modificación que debe dar por resultado la creación de un tipo de cuerpo específico, hecho que entraña una labor por parte de los Señores del Karma, a través de sus devas mensajeros, de selección de aquellos seres humanos que kármicamente deben intervenir en el proceso físico de creación del cuerpo, me refiero a los padres. El proceso físico, el más denso, es sin embargo el más importante desde el punto de vista de “encarnación del alma”, pues implica la actividad directa de los Señores del Karma que “recogen el diseño específico del Ángel Solar donde están contenidos todos los recuerdos del alma y crean las debidas condiciones físicas para las futuras actividades del alma en encarnación”.

El Deva constructor del cuerpo físico, es el “Ángel Guardián” que ven los clarividentes alrededor de los niños y de las madres, que están en proceso de gestación del cuerpo físico de la nueva criatura. Este Deva tiene ante sí un “diseño causal”, pero las fuerzas y energías con las que trabaja son, si no más sutiles, al menos más complejas, pues no solamente actúa según un diseño espiritual del Alma Solar, sino que también a través de una serie de condiciones kármicas a las que no se ajustaron los devas anteriores que se limitaron a reproducir la nota vibratoria de los átomos permanentes mental y emocional y seleccionar materia de calidad vibratoria acorde en intensidad y armonía.

Se trata de un tipo de devas muy especializados que participan a la vez del diseño del Ángel Solar y de la influencia directa de los Señores del Karma, que suscitan, promueven, ordenan y ajustan el proceso a condiciones muy precisas e implacables. El hecho de nacer en un país determinado, el color de la piel, tener buena o mala salud, nacer pobre o rico, disponer de facultades o estar privado de ellas, tiene profundas repercusiones en la vida inmortal del alma y determina las futuras predisposiciones, cualidades y calidad de los vehículos.

A partir de este diseño de vida plenamente organizada en el orden social del alma humana en encarnación, hay ciertos procesos que esotéricamente trataremos de explicar, para dar una idea más completa de lo que llamamos “ciclo de encarnación humana”.

Existe un momento cumbre por analizar, es el momento mágico en que se realiza en el seno de la madre el misterio infinito de la concepción. Este momento regido directamente por los Señores del Karma, a través de sus huestes angélicas, tiene importancia causal y es supervisado muy directamente por el Ángel Solar en sus espirituales meditaciones.

Cuando los elementos masculinos y femeninos de los padres, han cumplido su misión, sobreviene la acción universal; el átomo permanente físico es introducido por el Deva constructor, en la célula portadora de los elementos masculinos, y al penetrar esta célula en el interior del santuario femenino “eternamente puro e inmaculado como la Madre Naturaleza”, se cierra el primer ciclo de la encarnación física del alma humana. El átomo permanente se convierte en el factor místico que promueve todo proceso ulterior. Encerrado en el claustro materno y sutilmente conectado con el alma que va a encarnar empieza a revivir un proceso recordatorio de experiencias realizadas y facultades adquiridas. Este proceso viene condicionado por la nota permanente del alma, que semialetargada todavía por influencia devachánica, asiste al proceso, únicamente en función de síntesis, es decir de propósito o intención de vida. El Ángel Solar, eternamente despierto, y vigilante dirige la función del Deva constructor a través de la nota típica del arquetipo diseñado por él y siguiendo un proceso rigurosamente kármico de “selección de materiales afines a la intención del ego a encarnar”. Este Deva constructor actúa en cierto modo como el Ave Fénix de la mitología, que perpetuamente resurge de sus propias cenizas. Los recuerdos del alma condensados en el átomo permanente, son las cenizas que permiten avivar el fuego del propósito del alma.

La primera actividad del Deva constructor es introducir el átomo físico permanente, en el óvulo femenino. Efectuada esta operación que entraña el Misterio infinito de la Concepción, el átomo se convierte en el motor básico del proceso que debe dar nacimiento al cuerpo físico del ser humano. Su vibración natural se convierte en el impulso de contracción y de dilatación que darán vida al movimiento de sístole y diástole del corazón del cuerpo, y es a través de este órgano que se irá diseñando y estructurando día tras día, hasta su plena realización lo que será el tabernáculo físico del alma. Ahora se podrá comprender más acabadamente el sentido de la frase védica, por muchos sólo parcialmente comprendida que dice: “Del Corazón Místico del Sol surge la Vida que condiciona el Universo”. Es en la analogía donde reside el poder mágico de la comprensión que debe conducir a la perfecta intuición y a la propia realización. Por ella nos convertimos en pequeños dioses conscientes del propio destino, en selectos microcosmos del gran Macrocosmos del cual dependemos y hacia el cual nos dirigimos. Es fácil saber de la actividad de Dios analizando críticamente nuestras mejores actividades, de la grandeza de Su amor al observar la inagotable reserva dentro de nuestro corazón y de Su propósito magnificente e indescriptible al observar desapasionadamente la orientación espiritual de nuestro destino como hombres.

El Gran Corazón Solar, fuente de la vida del Universo late en nuestro corazón desde el momento mismo en que el átomo permanente, por medio del Deva constructor, inicia el fenómeno físico de la vida.

Avivada esta llama de Vida por el deseo de ser y de vivir del alma, el proceso de la encarnación se desliza reviviendo constantemente recuerdos, que son semillas de facultades y dejando que el tiempo condicionado por ciclos inmortales, permita al Deva consumar su obra. Es una obra que este Ángel realiza con amorosa dedicación, profunda atención y delicadeza infinita. Es la obra de Dios. ¡Y pensar que el hombre puede matar esta obra sin pensar ni sospechar siquiera que es la obra del amor y del sacrificio cósmico!.

Los ciclos del tiempo, regulan y condicionan las edades históricas de la vida del hombre durante su proceso evolutivo. Cada edad representa así un aspecto definido de los recuerdos acumulados en el interior del átomo físico permanente que se extienden desde el primer recuerdo de vida (la primera manifestación del Espíritu o Mónada en el hombre en su proceso de expresión), hasta los últimos acontecimientos históricos o físicos de su vida en este plano. Nueve edades existen, laten y se agitan en el corazón de todo ser viviente, son las edades que permiten expresar la cualidad característica de un recuerdo o estado evolutivo. Se trata de una memorización constante de hechos que se extienden, como hemos dicho antes desde el principio mismo de los tiempos a través de cada uno de los reinos de la Naturaleza, de las distintas razas, y de todos los continentes, creando así las requeridas situaciones, que renovadas vida tras vida llegan un día a converger en la divina profundidad del Arquetipo causal.

Esto permite ver con más claridad porqué son nueve los meses de gestación del cuerpo físico del ser humano en el interior de la mística morada materna. Nueve son en efecto los ciclos del tiempo o edades, que corresponden a la impresión cósmica, o sea la resolución de tres trinidades esenciales, una correspondiente a la vida de la Mónada o Espíritu, otra a la del Ángel Solar, resumida en la Tríada Espiritual y la tercera que corresponde al alma humana y se manifiesta por medio del triple vehículo de expresión, mental, emocional y físico. Cuando se habla esotéricamente de Sanat Kumara, el Señor del Mundo, se le denomina el “Señor de las Nueve Perfecciones” de ahí que en lenguaje místico, cuando hablamos del hombre según su clave numérica, le asignemos el número nueve, siendo místicamente el nueve, el número que promueve la iniciación, pues el nacimiento de Cristo en el corazón, en lo que a iniciación se refiere, es el aspecto superior del nacimiento de cualquier criatura en el mundo físico, finalizadas las nueve etapas de recapitulación o recuerdo que al mismo dan lugar mediante la imaginación y tomando como base todas las particularidades implícitas en el número nueve, vale decir, empleando la analogía numérica, puede ampliarse considerablemente esta idea.

Finalizada la ordenación de un ciclo de vida que lleva prendido en sí la esencia viva de 9 recuerdos, de 9 edades, de 9 cualidades específicas y de 9 perfecciones en latencia, nace a la existencia una nueva unidad de vida humana.

El Deva constructor ha realizado casi enteramente su misión. El llanto de la criatura recién nacida emite un sonido especial, que une más fuertemente su corazón con el aliento de las Deidades planetarias y con el del alma que debe encarnar. La atención del Ángel Solar profundiza entonces algo más en el diseño o arquetipo de la nueva existencia, o del nuevo destino y marca en la conciencia del alma, los aspectos principales o dramáticos de este destino. A continuación se sumerge en profunda meditación y aparentemente deja de intervenir en la evolución física del proceso. Su actividad, salvo cuando en etapas muy avanzadas de la vida la súplica del alma sea muy intensa o cuando las circunstancias así lo exigieran, será la de un mero observador del dramático proceso de la vida.

El alma en encarnación, en un nivel intermedio, que irá reduciéndose paulatinamente en distancia según la estructura del cuerpo vaya progresando hasta permitir que la conciencia emocional y la mental tomen cierta importancia en la vida de la criatura, va planeando cada vez más cerca de su vehículo físico pero sin introducirse en él. Cuando el cuerpo físico humano tiene la edad de siete años, se realiza un acontecimiento espiritual con dos amplias y definidas vertientes; primero el Ángel constructor desliga su aura del aura de la criatura y vuelve a sus fuentes dévicas de procedencia, el corazón místico de la Madre Naturaleza, reproduciendo así un análogo proceso al que realiza el Ángel Solar, que retorna al Corazón del Sol después de cumplir su misión de perfección, en relación con el alma humana.

Seguidamente el alma humana reencarna definitivamente en el cuerpo y se adueña del corazón, de la vida y de la conciencia del triple vehículo, convenientemente estructurado ya para la obra a realizar.

Desde el momento del nacimiento hasta la edad de siete años, se cumple un proceso similar al que rige la expansión de la vida del alma, o sea, al ciclo particular de 9 edades que configura el proceso de perfección de la vida. El ciclo de tiempo correspondiente al numero 7, contiene la clave de las energías y de las fuerzas que condicionan el sistema Solar; de ahí el misterio de los siete Rayos, de los 7 planetas sagrados, de las 7 notas musicales, y de los siete colores que intervienen en el proceso de recapitulación del alma en cada una de las edades, o recuerdos que constituyen las etapas místicas del sendero de retorno a la vida, es decir, cada una de las estancias del alma, desde que encarna por primera vez, hasta que conscientemente enfrenta la ruta iniciática y ve brillar ante sí, la estrella de Sanat Kumara, cuyas 9 perfecciones son para el alma la única posible ruta de todos sus afanes, propósitos e intenciones.

Lo interesante es tratar de comprender la relación de los números 7 y 9. El primero se refiere a las energías, fuerzas y vehículos, el segundo se relaciona con estados de conciencia. De la inteligente relación de ambos factores numéricos, debe desprenderse la clave mística o simbólica que conduce a la iniciación. Iniciación es conciencia: conciencia renovada a través de cada vez más sutiles cualidades y recuerdos cada vez menos insistentes o apremiantes. En el ejercicio de la ley de analogía se llega a un punto de total equilibrio, que pasando por el centro mismo de la conciencia allega paz, alegría y seguridad.

 

Anterior | Próximo | Indice

 

[ Libros ]


 

 

 

Meditaciones Diarias
( La meditación de hoy corresponde al )

Lunes | Martes | Miércoles | Jueves
Viernes | Sábado | Domingo

|
Solilunios |
 

 

 


 Búsqueda  de Conferencias y Charlas VBA en línea

 
Google
   En toda la red internet       En www.vicenteba.org
     Si usa la copia "en caché" aparecerán resaltadas las palabras que busque
   
 
[Cáncer 1999]
VBA 1.0: 1999-07-05


[Leo 2003]
VBA 2.0: 2008-02-18