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Conversaciones Esotéricas
CAPÍTULO VI: EL MISTERIO DE LOS SIETE RAYOS
Tal como anuncié en una de nuestras conversaciones anteriores,
vamos a iniciar hoy el estudio del interesante y profundo tema
de “LOS SIETE RAYOS”, intentando descubrir conjuntamente su
procedencia, su significado y su augusta finalidad en relación
con el proceso de evolución de nuestro Universo. Aceptada como
lógica la idea de una Jerarquía espiritual planetaria que
dirige la evolución de la humanidad, la representación del
Quinto Reino de la Naturaleza, el de las Almas liberadas,
tomaba cuerpo y consistencia objetiva en nuestra mente y nos
invitaba a penetrar en el estudio de los misterios
espirituales que constituyen aquel Centro infinito de
redención del género humano. No vamos a repetir aquí cuanto
dijimos en una anterior conversación acerca de la
instauración, funciones y finalidad del Quinto Reino, o de la
Gran Fraternidad Blanca, tal como esotéricamente se lo
denomina, aunque sí nos será de utilidad insistir sobre el
hecho de que el Centro total de la evolución en nuestro
planeta es aquel SER, conocido ocultamente bajo el nombre
místico de SANAT KUMARA, quien rige los destinos del mundo y
de todo cuanto en el mismo “vive, se mueve y tiene el ser”,
secundado estrechamente por otras seis grandes Entidades
espirituales de elevadísima trascendencia a quienes la
tradición esotérica denomina Budas esotéricos o Budas
exotéricos, según sea el carácter interno o externo de su
TRABAJO en relación con la evolución planetaria. La idea de
este grupo central constituido por SANAT KUMARA, el Señor del
Mundo y los seis Budas antes descriptos nos introducirá en el
estudio de los SIETE RAYOS que iniciamos hoy, ya que cada uno
de ellos excelsos Seres encarna alguna de las Siete Cualidades
distintivas del Logos de nuestro Sistema Solar, cuyas
corrientes de energía constituyen precisamente los SIETE
RAYOS, que constituyen en su totalidad la Vida de nuestro
Universo.
Hecha esta pequeña introducción vamos a intentar aclarar ahora
el sentido de los Rayos cósmicos que condicionan la vida
solar. Para ello será necesario que nos remontemos a las
causas motivadoras de nuestro Universo, ya que sin una
concepción más o menos objetiva o intelectual de las raíces
cósmicas del mismo, nos resultaría poco menos que imposible
comprender el origen de los Siete Rayos, tal como se
manifiestan en nuestro Sistema Solar y muy concretamente en
nuestro planeta.
A. GENEALOGÍA DEL UNIVERSO
Leyendo en los anales esotéricos y místicos del pasado
reflejados en las páginas de los antiquísimos Libros de
Jerarquía, hallamos esta curiosa y al propio tiempo
aleccionadora idea acerca del principio de nuestro Universo:
‘‘…Los Siete grandes RISHIS de la OSA MAYOR tomaron como
esposas a las Siete gráciles Vírgenes de las PLÉYADES”. Tal es
aparentemente, y según se refleja en nuestro entendimiento, el
origen místico de la frase “maridaje celeste”, a partir del
cual se inició el proceso cósmico que dio vida a nuestro
Universo. Más adelante puede leerse: “SIRIO, la rutilante
estrella que inundaba con su Luz las grandes soledades
cósmicas, sancionó desde su elevada y misteriosa Atalaya
aquella indescriptible e inmaculada unión y envió para
santificarla a uno de SUS HIJOS MUY AMADOS, quien era allí
MAESTRO DE MAESTROS Y DIGNÍSIMO EN AMOR Y SACRIFICIO”. No
podría ser descrito más gráfica ni poéticamente el Misterio de
la Encarnación, realizado en los altos niveles cósmicos por
medio de este SER, de “quien nada puede decirse”, que es el
Señor de nuestro Universo y que aparentemente procede de la
gran estrella SIRIO de la Constelación del CAN.
Analizando este grupo de ideas desde el ángulo esotérico de la
analogía, podríamos llegar a las siguientes conclusiones:
a. La Constelación septenaria de la OSA MAYOR es de orden
positivo y de carácter masculino.
b. La Constelación de LAS PLEYADES, asimismo septenaria, es de
orden negativo (en relación con la OSA MAYOR) y de carácter
femenino.
c. La Conjunción magnética de ambas Constelaciones o “Maridaje
Celeste”, aprovechando óptimos planos de incidencia cósmica,
determinó una respuesta desde SIRIO. Es la concepción física
de nuestro Sistema Solar y la encarnación del Logos de nuestro
Universo.
De este triple Misterio al cual hacen referencia sutil y
mística la mayor parte de los llamados “Libros Sagrados de la
Humanidad”, se deriva la concepción, estructura física y
expresión psicológica de este Universo de cuyo contenido
espiritual formamos parte. Se trata, como verán ustedes, de
darle una explicación lo más racional que nos sea posible a
todo cuanto en relación con nuestro Universo fue encubierto
por los secretos velos de un elevado Misterio espiritual. No
olviden ustedes que estamos viviendo hoy día bajo la tremenda
presión de los grandes avances científicos y tecnológicos y
que las verdades esotéricas deben ser analizadas muy concreta
y analíticamente por los investigadores de las verdades
ocultas de la Naturaleza. Así pues en nuestra conversación de
hoy trataremos de darle consistencia científica a las ideas
esotéricas que nos fueron transmitidas a través de las
alegorías poéticas y místicas de los Libros Sagrados que
salvaguardan la gran tradición hermética de la Sabiduría.
No podríamos darle en verdad una explicación intelectual o
racional, es decir, comprensible, a la expresión septenaria de
la Naturaleza sin remontarnos previamente a las elevadas
Fuentes místicas que encubren las altas verdades espirituales
y fueron causa y motivo de la SÉPTUPLE CONSTITUCIÓN y
expresión Universal. Les ruego, por tanto, mediten atentamente
cuanto hemos dicho hasta aquí con respecto a los orígenes de
nuestro Universo. Apliquen la analogía y sin tratar de forzar
la mente, ya que una mente sujeta al esfuerzo difícilmente
puede comprender el alcance de cualquier posible verdad, sigan
atentamente el proceso. Aparecerá así indudablemente ante su
vista un extenso cuadro de valores psicológicos realmente
insospechables que hará posible que a partir de aquella
primera “Gran Concepción Universal Septenaria” realizada en
niveles cósmicos, podamos empezar a hablar psicológicamente de
los SIETE RAYOS y a ver algo más claro cuanto a través de la
tradición esotérica y mística nos comunicaron los libros de
teosofía y de elevada concepción filosófica.
La estructura espiritual y física de nuestro Universo se
fundamenta en las dos grandes corrientes de vida septenaria
que fluyen por medio de las Constelaciones de la OSA MAYOR y
de las PLÉYADES. La organización de tales corrientes de vida y
energía y su distribución en orden a densidades -si podemos
utilizar esta expresión- determina la creación de los Siete
Planos del Sistema Solar, de los cuales emanan las energías
que determinan los Siete Esquemas terrestres, las Siete
Cadenas planetarias, las Siete Rondas de cada Cadena, los
Siete planetas de cada Ronda, los Siete Reinos de la
Naturaleza, las Siete Razas humanas, cada cual con sus siete
correspondientes subrazas, las Siete modificaciones del Eter,
las Siete cualidades de la Luz, o siete colores del espectro
solar, las Siete Notas fundamentales del Sonido y, en lo que a
la humanidad respecta, los Siete tipos psicológicos, los Siete
grandes centros etéricos de distribución de la energía,
denominados técnicamente CHACRAS, cada cual con su
correspondiente glándula endocrina, etc., etc. Como ustedes
verán, y tal como la analogía nos lo demuestra, el Macrocosmos
y el microcosmos se complementan en este denominador, común
que en los estudios esotéricos es denominado LOS SIETE RAYOS.
A partir de momento sólo deberemos ir concretando detalles
dentro de la impresionante majestad del conjunto que iremos
estudiando y tratar de darle validez científica al hecho
psicológico del hombre como un Septenario que refleja en su
vida todo cuanto ocurre en los vastos océanos de lo Cósmico,
ya que, según dicen todas las grandes religiones del mundo “el
hombre es hecho a imagen y semejanza de la Divinidad”.
B. LOS PLANOS DEL SISTEMA SOLAR
[NB: ver
diagrama
AAB-DK relacionado]
De acuerdo con los estudios esotéricos, tales son los Planos o
niveles donde se proyectan y desde donde se distribuyen las
energías de los SIETE RAYOS:
Rayo 1º PLANO ÁDICO (el de la propia Divinidad)
Rayo 2º PLANO MONÁDICO (o Espiritual)
Rayo 3º PLANO ÁTMICO
Rayo 4º PLANO BÚDICO (Tríada Espiritual)
...........................Abstracto
Rayo 5º PLANO MENTAL (El Ángel Solar)
...........................Concreto
Rayo 6º PLANO EMOCIONAL
............................Etérico
Rayo 7º PLANO FÍSICO (La Personalidad Humana)
...........................Denso
Siempre de acuerdo a cuanto hemos aprendido en los libros
ocultistas, habrá que señalar algo que ustedes quizás ya
saben, o sea, que los Planos Atmico, Búdico y Mental
constituyen los niveles expresivos de la llamada TRÍADA
ESPIRITUAL, o expresión monádica -tal como se expresa por
medio del Ángel solar en el tercer subplano del Plano mental.
Hay que remarcar también que el aspecto concreto de la MÓNADA,
o Manas inferior, constituye el intelecto humano el cual,
unido a los componentes kármicos invocados desde los niveles
emocionales y físicos, constituyen la entidad psicológica que
técnicamente definimos como “Personalidad Humana”.
Nada vamos a hablar hoy sobre las expresiones particulares de
un Esquema Terrestre. Bastará indicar que cada Logos
Planetario es responsable de su propio Esquema de evolución
ante el Logos Solar, de quien dimana toda forma de vida y toda
corriente de energía. Sólo indicaremos, como materia
simplemente informativa, que un Esquema terrestre consta de
Siete Cadenas de Mundos, que cada una de estas cadenas tiene
Siete Rondas, o procesos de encarnación, que cada Ronda abarca
la evolución de Siete planetas, solidarios entre sí y
kármicamente unidos -si podemos decirlo así- durante el
proceso de manifestación de una Ronda planetaria, la cual,
según se nos dice ocultamente, es la proyección evolutiva del
aspecto personal del Logos de un Esquema terrestre. Ahora
bien, es interesante saber en orden a nuestro estudio que cada
planeta en evolución dentro del ciclo correspondiente a su
Cuarta Ronda (o encarnación física de Logos planetario),
desarrolla y pone en actividad Siete grandes Razas Raíces y
que cada una de estas Siete grandes Razas se subdivide en
otras tantas subrazas, cada una de las cuales con sus
peculiares y correspondientes cualidades y características.
Sabemos también, inducidos por el principio hermético de
analogía, que en la Naturaleza planetaria evolucionan Siete
Reinos de los cuales sólo conocemos los cuatro primeros, es
decir, el mineral, el vegetal, el animal y el humano, aunque
empezamos a entrever la grandeza del Quinto Reino, el
Espiritual, quedando ante nuestra perspectiva como una
tremenda incógnita para el futuro, la evolución de otros dos
Reinos para los cuales nuestra mente carece absolutamente de
cualidades para poder identificarlas. Hay que distinguir
también en cada Plano, siempre en orden a densidad de
vibraciones, a los siete elementos naturales constituyentes
del mismo con raíz en el Éter, la substancia universal de
Creación, de los cuales solamente conocemos Cinco, los más
próximos a nuestro presente estado de evolución por estar
enlazados con la Naturaleza del plano físico, o sea, la
tierra, el agua, el fuego, el Aire y el primer Éter,
reconocido oficialmente por la Ciencia actual, aunque se
carece todavía de los necesarios aparatos técnicos para poder
detectarle objetivamente. Quedan todavía otros dos éteres más
sutiles que entran en la composición del cuerpo etérico de los
seres humanos y completan la maravillosa organización física
del Universo. La complejidad grandiosa de la estructura
universal determina así que SIETE elementos químicos de base,
siguiendo un orden creciente de sutilidad y sensibilidad,
constituyan la base orgánica de los cuerpos en todos aquellos
niveles en donde la FORMA de que se reviste el aliento
espiritual de la Divinidad precise todavía de una cierta
densidad objetiva, tal como ocurre en los bajos niveles
emocionales y en el nivel mental concreto, pero a partir de
ahí el Aliento espiritual divino utiliza una especie
particular de Éter en cuya composición entran unos elementos
realmente imponderables desde el ángulo de vista de la
percepción humana. Sólo cuando el alma se libera de la
substancia grosera de sus cuerpos de densidad mayor y entra en
la mágica corriente de la Iniciación, empieza a ser consciente
de tales niveles de sutilidad. No podemos, por tanto, entrar
en su consideración en nuestras conversaciones, aun cuando y
de acuerdo con el principio de analogía demos por “supuesta”
la existencia de estos elementos imponderables que constituyen
los agentes cohesivos de nuestro Sistema Solar.
LOS PLANETAS SAGRADOS
De acuerdo con la sabiduría esotérica son denominados
“Planetas sagrados” aquellos cuyo Logos Regente posee la
“Quinta Iniciación Solar”, siendo por tanto un ADEPTO cósmico.
Tales son los planetas sagrados de nuestro Universo y el tipo
de Rayo que los cualifica:
RAYO : PLANETA
1º Vulcano
2º Júpiter
3º Saturno
4º Mercurio
5º Venus
6º Neptuno
7º Urano
Hay que tener en cuenta que RAYO indica indistintamente
CUALIDAD y ENERGIA y que, de acuerdo con la sabiduría
esotérica, tales son las cualidades expresivas de cada RAYO:
RAYO : CUALIDAD
1º Voluntad Dinámica
2º Amor Atrayente
3º Inteligencia Creadora
4º Armonía y Belleza
5º Ciencia Concreta
6º Devoción e Idealismo
7º Orden, Magia Ceremonial y Cumplimiento
Extremando los detalles podríamos establecer por analogía un
nuevo cuadro de relaciones entre Rayos, centros etéricos y
glándulas endocrinas, tal como se manifiestan en el ser
humano:
RAYO : CENTRO : GLÁNDULA
1º Coronario : Pineal
5º Entrecejo : Pituitaria
3º Laríngeo : Tiroides
2º Cardíaco : Timo
4º
Plexo Solar : Páncreas
6º
Sacro : Gónadas
7º
Base Columna Vertebral : Adrenales
[NB: discrepancia con
AAB-DK
Quien asigna los rayos 6, 7 y 4, respectivamente]
Si efectúan ustedes una nueva tabulación de acuerdo con los
datos suministrados en esta conversación de hoy, tendrán una
idea más elaborada de las relaciones armónicas que pueden ser
establecidas a partir del Centro de nuestro Sistema Solar y a
través de los planetas sagrados, hasta converger en el ser
humano. Estas correspondencias analógicas fáciles de
establecer, como podrán comprobar, les ayudarán a tener una
idea más completa de nuestra constitución humano-divina,
iluminando creadoramente aquellas zonas habitualmente obscuras
o confusas que van de nuestro corazón al Corazón universal.
Tal es nuestro intento en este estudio de los SIETE RAYOS que
hoy hemos iniciado. Interesa fundamentalmente para que nuestro
estudio sea genuinamente práctico, que hagamos de los Rayos
cualidades psicológicas fácilmente adaptables a la particular
condición de cada uno. Cuanto más concreto y positivo sea este
examen de cualidades incorporables a nuestra conducta y cuanto
más activa, dinámica y conscientemente podamos integrarnos en
cierto tipo de Rayo, aquél al cual pertenecemos, mayor será el
conocimiento que podremos tener de nosotros mismos. Todos
podemos incluirnos en uno u otro de los Rayos expuestos con
sólo observar atentamente nuestras reacciones psicológicas,
mentales, emocionales o físicas a los impactos de los hechos
que suceden dentro y fuera de nosotros en el devenir de
nuestra existencia cotidiana. Hay que tener en cuenta que
cuanto más perfecto sea esta observación más concreta y
definida será nuestra orientación hacia la propia vida de Rayo
y más profundamente clarificada nuestra línea de actividad
psicológica y espiritual. De no ser así... ¿de qué nos
serviría un estudio sobre los RAYOS?
La comprobación científica de los mismos nos brindará una
imagen de las grandes motivaciones que crearon las distintas
civilizaciones del pasado y las que condicionan el presente,
así como las incidencias raciales y kármicas que a través del
tiempo configuraron el destino de la humanidad durante los
períodos cíclicos de la evolución. Nada en verdad nos hará mas
amorosamente comprensivos con respecto a los demás que el
reconocimiento de las energías de los Rayos incidiendo sobre
sus vidas y dotándoles de su peculiar singularidad y
expresividad. Es con tal espíritu de recta intención que
iniciaremos nuestro habitual coloquio el cual, como siempre,
evocará de nuestras mentes y corazones la luz de los más
elevados comentarios.
Pregunta:
Usted ha dicho que RAYO implica
indistintamente energía y cualidad psicológica. ¿Podría
aclarar más esta idea?
Respuesta:
Con mucho gusto. Un Rayo es una corriente de
energía que proviene del Corazón de la Divinidad por medio de
un planeta, sea éste sagrado o no. Podemos decir que cualidad
es el matiz o colorido de este Rayo expresando en forma de
energía un estado de conciencia de la Divinidad. Usted
comprenderá pues que no podemos separar energía de cualidad,
como no podemos separar la actividad del sistema nervioso de
la del sistema sanguíneo dentro del organismo físico.
Utilizando la analogía, base del conocimiento esotérico, y
examinándonos desde el ángulo psicológico vemos que somos unas
almas que utilizan un mecanismo físico, emocional o mental
para manifestar diferentes cualidades, las cuales en forma de
corrientes de energía son el distintivo de nuestro ser. La
calidad o sutilidad de las energías dependerán de los niveles
desde donde emanan; existen así energías mentales, emocionales
y etérico-físicas que caracterizan al ser psicológico completo
conocido técnicamente como Personalidad humana, pero existen
también, aunque no sean tan corrientes y estén prácticamente
fuera del alcance del ser humano corriente, las energías
búdicas, átmicas y monádicas que caracterizan al “Hombre
Espiritual”. Habida cuenta de que en cada nivel de la
Naturaleza o Plano del Sistema Solar se expresa determinada
cualidad o tipo de Rayo, sabremos determinar por el carácter
de los hechos, de los acontecimientos o de los estados de
conciencia que seamos capaces de exteriorizar, la
característica peculiar de los Rayos que entran en juego o
concurren en la expresión de los mismos. Energía y Cualidad y
el estado psicológico que determinan en la expresión de
cualquier hecho individual son un fenómeno conexo de Rayo, lo
mismo que las cualidades y energías que concurren en la
manifestación de cualquier proceso de vida en la Naturaleza
matizándolo con un sello distintivo, singular y original. Es
una forma de aplicar las conocidas palabras de Cristo: “Por
sus frutos los conoceréis”. En este caso el Árbol es el
símbolo perfecto de un Rayo, siendo las energías y las
cualidades que del mismo emanan los frutos mediante los cuales
el Árbol puede ser identificado y reconocido.
Pregunta:
Según usted el conocimiento de los Rayos
puede constituir la ciencia de nuestra vida. ¿En qué forma
podríamos entender concretamente esta idea?
Respuesta:
De acuerdo con lo dicho anteriormente, el
Alma universal, el Rayo, las cualidades espirituales, las
energías en actividad e incluso las apariencias fenoménicas u
objetivas, proceden de la misma Fuente cósmica. La primera
ciencia de nuestra vida consiste en reconocer este hecho
indiscutible. Se trata, en principio, de un conocimiento
concreto. Cuando tal conocimiento puede ser aplicado en la
acción se convierte en ciencia de vida, teniendo en cuenta que
todo el caudal de conocimientos mediante los cuales nuestra
mente existe y tiene su razón de ser, es sólo un leve indicio
del poder de los Rayos. La aplicación concreta de tales
conocimientos permitirá convertir nuestra existencia
psicológica en un canal libre y expedito para la expresión de
los Rayos. Si sabemos que nuestro ser espiritual, o Alma
solar, está conectado con determinado tipo de Rayo, el segundo
por ejemplo, pero que nuestra mente es netamente investigadora
o científica demostrando la cualidad del quinto Rayo,
tendremos que esforzarnos por infundir mucho amor a nuestra
mente para que ésta no devenga inerte, fría, excesivamente
calculadora. Usted dirá seguramente que esto ya lo hacemos
espontáneamente aun cuando no poseamos conocimiento alguno
acerca de los Rayos que concurren en la expresión de nuestra
vida psicológica. Yo insisto, sin embargo, en el hecho de que
a menos que tengamos una cierta visión espiritual con respecto
a los Rayos, nos será muy difícil introducir cambios
fundamentales en nuestra mente y en nuestra conducta. Cuando
éstos se producen siempre será un indicio de que
“intuitivamente” hemos hallado el camino de alguno de nuestros
Rayos condicionantes, utilizando el destello o rastro de luz
que su proyección o su energía dejó en nuestros corazones en
algún momento cumbre de la existencia. Al insistir en la
utilización de las energías del proceso expansivo de un Rayo
descubierto, sus cualidades penetran en nuestra existencia
personal y su actividad puede ser convenientemente dirigida y
controlada. Como usted verá, la Ciencia del Conocimiento
intuitivo se traduce progresivamente en Ciencia de Impresión y
de Contacto, cerrándose así un pequeño ciclo dentro del
inmenso período cíclico cubierto por la fuerza expansiva de un
Rayo.
Pregunta:
¿Cómo podríamos saber cual es el Rayo de la
Mente o el Rayo del Alma?
Respuesta:
Yo diría que viviendo en una constante y
serena observación de todos los hechos que ocurren a nuestro
alrededor y nuestra reacción psicológica a los mismos.
Habitualmente no observamos las cosas con la debida y
necesaria atención; de ahí que nuestros juicios carecen de
profundidad e integridad psicológica, cerrándosenos así el
camino de los Rayos que condicionan nuestra vida personal y
espiritual. Y si no sabemos de nuestros Rayos, que son
esencialmente nuestra propia vida, ¿cómo podremos establecer
dentro de nosotros los nobles Senderos de la alta
espiritualidad, o expresar en forma racional y científica las
energías que provienen de aquellas Fuentes? Hay que darse
cuenta que los Rayos destilan energía y substancia psicológica
que flotan - por así decirlo- por el ambiente psíquico en
donde desarrollamos nuestras actividades cotidianas. Este
conglomerado de energías mentales, emocionales y etéricas nos
condicionan casi absolutamente y nos impiden “ser conscientes”
de las propias y singulares energías que constituyen la
expresión o cualidad característica de nuestro verdadero Yo
espiritual. Así, para conocer exactamente la índole de los
Rayos que no son propios, deberemos vivir muy profundamente
atentos al devenir incesante de los hechos y de las
situaciones ambientales y, singularmente, a nuestras
reacciones psicológicas a las mismas. Esta atención, actuando
a modo de un potente imán, nos hará progresivamente
conscientes de los Rayos que condicionan nuestra vida.
Pregunta:
Encuentro plausible la idea que usted acaba
de emitir y he de confesar que la misma amplia
considerablemente el conocimiento que tenía acerca del término
místico de Sendero. Ahora bien, mi pregunta es ésta: ¿Puede
realmente el conocimiento de los Rayos depararme más amplias
oportunidades en el devenir del propio Sendero?
Respuesta:
Naturalmente que sí, por cuanto el término
Rayo significa indistintamente vida, cualidad y apariencia,
así como la relación entre sí de estos tres aspectos
constituyentes del ser humano por medio de una energía
unificadora de Rayo, que podríamos denominar monádica o de
síntesis. Quiero significar, volviendo a lo dicho
anteriormente, que en una avanzada etapa de nuestra vida
surgirá espontáneamente esta “energía sintetizadora”, es
decir, que a través de nuestra dedicada atención y una larga
serie de profundos análisis llegaremos a descubrir un día que
nuestro Sendero espiritual corresponde a la línea de luz y
energía de determinado tipo de Rayo. Esto llega a saberse con
infalible seguridad y absoluta certeza en un definido estadio
de nuestro proceso de evolución. Sabremos entonces en forma
consciente y continuada y no en virtud de esporádicos
destellos de intuición, cuál ha de ser nuestra actitud y
nuestras actividades físicas, emocionales y mentales para que
respondan limpia, activa y dinámicamente a las influencias del
Rayo causal de nuestra vida, al de nuestra Alma superior, el
cual constituye de hecho el verdadero SENDERO hacia el Corazón
del Logos planetario a través del cual se manifiesta aquella
energía característica o determinada de Rayo. ¿Comprende usted
el proceso? Cuando esotéricamente hablamos del aspirante
espiritual, de las diversas etapas del discipulado, del
Iniciado o del Maestro, nos estamos refiriendo a que dentro de
la línea expresiva de los Rayos se han evidenciado etapas y
han ido desarrollándose actividades, cualidades y propósitos
dentro del proceso liberador de la vida humana, que han
culminado en la realización perfecta de un determinado
Arquetipo de Rayo. Sabemos por ello que existen Maestros de
Compasión y de Sabiduría en todos los Rayos y que en cada Rayo
de manifestación cíclica podemos identificar a personas
corrientes, a aspirantes espirituales, a discípulos y a
Iniciados. Dentro de esta inmensa “Escalera de Jacob” de la
evolución planetaria construida con la substancia creadora de
los Rayos hallaremos a todo tipo de seres humanos, toda
jerarquía de huestes angélicas y a todas las unidades de
conciencia en evolución en todos los Reinos de la Naturaleza.
El conocimiento de los Rayos, tal como dije al principio de
esta conversación, es de naturaleza cósmica y fundamentalmente
constituye un campo obligado de investigación no sólo para los
esoteristas, para los místicos o para los filósofos, sino
también y muy particularmente para los científicos de nuestro
mundo que tantos y tan valiosas conquistas y descubrimientos
han realizado en el orden técnico. En el transcurso de las
próximas conversaciones continuaremos estudiando el tema de
los Rayos, tratando de ampliar constantemente nuestras ideas a
fin de tener una imagen de los mismos lo más clara, concreta y
positiva que nos sea posible...
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