Reflexiones sobre el signo de Capricornio (2004)
por José Enrique Hueso

 

“Perdido estoy en la luz superna, pero a esa luz le doy la espalda”.
 

 

Los signos nos ofrecen claves para avanzar en el sendero de la vida, encontramos claves de superación, de superar las limitaciones internas y externas en un camino de reencuentro con nuestro yo más elevado y noble.

 

En Sagitario la aspiración de lograr nuevas metas nos llevó a levantar la mirada a la llama que brilla más allá de la mente, a ver los problemas del mundo con la luz de la intuición, con la intuición veíamos fácilmente la meta a seguir, no nos importaba los posibles obstáculos tan solo elevar la mirada a la llama que brilla más allá de la mente, nuestro yo superior, nuestra Alma.

 

Destellos de luz que nos permiten ver el mundo con una perspectiva de comprensión y sabiduría, ante un destello del Alma no hay equivoco, ni error, ni duda, es como ver los hechos de nuestra vida y del mundo como piezas de un puzzle encajando en un cuadro en el que todo tiene sentido, no hay preguntas porque se tienen todas las respuestas, solo queda contemplar la belleza de lo creado y preguntarnos si vamos a estar lo suficientemente atentos para reconocer la necesidad del momento para colocarnos en tiempo y espacio en el lugar del puzzle que nos corresponde.

 

Pero los destellos del Alma no nos bastan, ¿Dónde está el Alma?, ¿Por qué no somos Alma?, ¿Dónde está el camino que nos lleve de los destellos de luz fugaz a la luz misma, de las gotas del roció al manantial?, ¿Dónde está el camino de reencuentro con uno mismo?

 

El camino que nos lleva al interior de uno mismo, al punto de divinidad en el lugar más hondo de nuestro corazón, con frecuencia se describe como el descenso al infierno de Hades (1), matar a su guardián el monstruo Cerbero, un perro con tres cabezas y liberar a Prometeo encadenado por robar el fuego de los Dioses y dárselo a los seres humanos, pero también es el ascenso a la montaña tanto del cordero que renuncia a la seguridad del rebaño para convertirse en cabra que ansia la libertad, descubrir, investigar y experimentar mundos desconocidos, como es Getsemaní donde los tres apóstoles, los tres cuerpos duermen y la conciencia se arrodilla ante la Luz para ser Luz, así mismo cuando la Luz nace al mundo los tres reyes magos le ofrecen sus servicios.

 

Las tres cabezas, como los tres apóstoles, como los tres reyes simbolizan los tres cuerpos de la personalidad o conciencia: el físico, el emocional y el mental, personalidad que ha de integrar los tres cuerpos al servicio de un mismo propósito, el propósito que solo el Alma, nuestro yo más intimo y elevado conoce.

 

El monstruo de tres cabezas simboliza cuando nuestros cuerpos actúan sin intervalos entre estímulos y respuestas, y como un perro fiero ladran ante una provocación, o mejor dicho nos hacen ladrar, nos hacen buscar las culminaciones del deseo físico si la cabeza física es la dominante, o en el mundo de las emociones si es allí donde está el grueso de nuestra conciencia o en el laberíntico mundo de la mente concreta si es donde tenemos costumbre de entretenernos y en ocasiones perdernos.

 

Pero en un momento dado si la aspiración de ser luz es lo suficientemente fuerte porque ya estamos hartos de conformarnos con destellos las más de las veces distorsionados por más luces y sombras, y porque estamos hartos de descubrir que detrás de la culminación de un deseo ya sea físico, emocional o mental solo hay insatisfacción, que solo se calma con nuevos deseos, y ya no queremos seguir con este circulo sin fin, sin propósito, ni sentido.

 

Tenemos que lograr la paz interna, la paz con nuestros cuerpos, purificarlos y redimirlos para que la Luz, el Amor y la Voluntad del Alma puedan circular por nuestros cuerpos sin ser dañados, para ello tenemos que conocerlos y amarlos, conocer sus limitaciones y sus potencialidades, no es un camino de control y represión como puede sugerir la imagen de Hércules en el mito cogiendo al monstruo de tres cabezas por el cuello y poniéndolo a su servicio, es un camino de investigación y experimentación interna, conocer las distintas perspectivas internas, los distintos yo y los impulsos que inciden en ellos, lograr la armonía a través del conflicto que supone tener la conciencia dividida en un mundo físico, otro emocional, otro mental y otro espiritual.

 

Antes que el Alma tome el control de los tres, estos tienen que haber agotado todo deseo de expresión individual, descubrir la conciencia grupal entre ellos y descubrir entonces un bien mayor, la personalidad.

 

Los tres cuerpos ante la personalidad integrada, momento en el que descubrimos que nuestra conciencia, nuestro tiempo, energía, perspectiva del mundo ya no está dividida por cuatro, ahora es todo una unidad, los recursos de los tres mundos al servicio de una conciencia que somos nosotros, pero ante la evidencia y el peso de tanto poder solo hay soledad, las cosas de los tres mundos ya no atraen aunque uno sea consciente de que ahora es capaz de influenciar más que nunca unos mundos que no siente propios, llegó hasta allí, hasta la cima de la montaña buscando la luz que brilla más allá de la mente, apenas destellos vagos que se perdían entre las brumas, siente ante sus espaldas la soledad de saber que lo que dejó atrás ya no volverá, siente ante si la soledad de saber que el poder recién descubierto no tiene sentido si no se renuncia ante la Luz que es su verdadero Ser, su Alma, su verdadera identidad olvidada, Alma que despertó a la vida cuando Prometeo, un Ángel Solar trajo para nosotros su fuego Solar y desde entonces encadenó su vida a la nuestra, hasta que seamos no solo Luz, sino Luz Solar, espera que lo liberemos aprendiendo a usar el fuego que trajo para nosotros.

 

En un mito tenemos a los tres cuerpos en rebelión en forma de monstruos, pero en Getsemaní cuando la personalidad (Jesús) ya se arrodilla ante el Alma (el Cristo) están dormidos (los tres apóstoles), ya no son tres seres independientes dentro de la personalidad reclamando cosas distintas, de hecho ya no reclaman nada, la personalidad al no tener que dirigir su atención hacía los tres yo inferiores, hacía los siempre exigentes cuerpos, pude dirigirse en plenitud ante su yo superior, su Alma, arrodillarse ante ella y decirle con humildad “sea tu voluntad y no la mía”, la personalidad ha cumplido su propósito de coordinar los tres cuerpos, para ello ha necesitado vidas enteras, voluntad,  amor e inteligencia, para comprender la vida desde tres mundos distintos, investigar y experimentar todo lo que esos mundos ofrecían, y cuando todo lo que tenía que ser conocido fue conocido, todo experimento realizado, todo deseo consumado, todo error corregido, ya no queda más camino que el que nos conduce a un mundo de Vida, un mundo donde un árbol, una nube, un átomo es una unidad de vida, en realmente poco diferenciada de la nuestra.

 

Ahora la personalidad y el Alma son uno, la Luz  del Alma desciende a la personalidad, a los tres cuerpos iluminando los tres planos en los que se manifiesta ahora el Alma consciente de sus vehículos.

 

El Cristo nace en la cueva  y sus vehículos o cuerpos como los tres reyes magos ofreciendo sus servicios a la Luz que ha nacido en ellos.

 

Pronto hay que dar la espalda a más luz porque hay que asimilar la nueva y llevarla como agua que da vida al sediento de una vida más abundante, ser el Aguador que sacia la sed con el agua que limpia de impurezas el manantial de cada ser, revelando a cada sediento su propia fuente interna, porque el agua de Acuario no calma la sed, ni el deseo de investigar y experimentar, sino que revela donde está la propia fuente de cada uno. 

 

 

El camino.

 

Capricornio es el cordero que se sale del rebaño para vivir en la montaña, necesitamos investigar y experimentar aquello que la gente nos ha contado, que hemos leído o intuido, quemar las naves, las seguridades para vivir y experimentar aquí y ahora.

 

Si alguien nos ofrece una verdad que es real, se alegrará cuando le digamos que deseamos dejarlo para emprender un camino por nuestra cuenta y experimentar, analizar, observar, sintetizar aquello que nos ha enseñado, nos deseará suerte pero nos dará pocos consejos, porque el camino es único para cada ser, cada uno ha de descubrir y desarrollar sus propias verdades y potencialidades, lo que aprendimos de otros solo nos sirve para los primeros pasos.

 

Habrá momentos de desilusión, de descubrir que cosas que creíamos reales no lo son, pero una desilusión es motivo de alegría, alegría de saber que a partir de ahora somos victimas de una ilusión o espejismo menos.   

    

Habrá momentos de descubrir nuestros errores, incoherencias y miserias, así como las de los demás, pero que más da, tenemos en el presente la oportunidad de hacer las cosas bien, remediar si algo se hizo mal y de ayudar a los demás.

 

Como el Quijote que cuando se queman sus libros es cuando empieza a vivir lo que hasta ahora solo leía, porque a los espirituales nos pasa que sabemos la teoría de amarnos los unos a los otros y los otros a los unos muy bien, pero es que ponerlo en práctica cuesta lo suyo… manifestar en la practica lo que sabemos en los libros cuesta lo mismo que subir la montaña de Capricornio, además de costar igual es que es la misma cosa, no vamos a ver el portal si no hemos demostrado en hechos lo que en dichos ya sabemos.     

 

Al Quijote le fascinaban los libros de caballerías y un día ante las cenizas de esos libros emprendió viaje para  deshacer agravios, amparar doncellas, y vencer batallas, le daba igual luchar contra molinos que contra gigantes. Otros leen los libros sagrados de las religiones antiguas o modernas, todas hablan de un mundo de armonía y de paz, pero podemos honrar el propósito de quienes escribieron esos libros haciéndolos nuestros, descubrir el espíritu de la letra oculto en la propia letra, experimentarlos y que ardan en el fuego de nuestro corazón, si hablan de un mundo de relaciones basadas en la paz, la hermandad, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la justicia; que no sean cosas estáticas en los libros, ni en nuestra memoria, empecemos por crear esas condiciones de fraternidad en las personas que comparten nuestra vida, pero la paz y la fraternidad no se pueden imponer porque contradicen la propia paz y fraternidad, ningún fin por noble que sea justifica un medio incorrecto, un medio no puede ser contrario o distinto al fin que se busca, porque vamos a cosechar lo que sembramos, las rectas relaciones humanas no se imponen, sino que se contagian, el hecho de que una persona este actuando según los ideales de buena voluntad, demostrando con su ejemplo que cualquier circunstancia es resuelta satisfactoriamente con buena voluntad crea un efecto de irradiación,  de domino o de contagio.

 

No podemos imponer a otros nuestros ideales por elevados que sean, es tarea nuestra, en nuestro vivir cotidiano evidenciar que un mundo de paz y rectas relaciones es posible, nuestra irradiación atraerá a personas que vibren en la misma frecuencia, en el mismo ideal, pero también alejará a los que no, o incluso seremos nosotros los que tendremos que partir a otros lugares donde sea posible manifestar en nuestra vivencia el ideal, Hércules o el Quijote partieron solo con quien compartían por una razón u otra su camino, porque el ideal de Paz, no es un ideal de ausencia de dificultades, sino un ideal de comprensión y respeto entre todos los seres, si hay que luchar se lucha, contra molinos o gigantes si hace falta, pero nunca contra las personas, sino contra actitudes incorrectas, no combatiéndolas, sino compartiendo nuestro ejemplo de hacer las cosas bien, siendo posible trascender el conflicto porque se pueden conocer todos los puntos de vista, encontrar el punto de luz, el punto de verdad que hay en cada perspectiva y encontrar una perspectiva de verdad que sirva a todo el mundo.

 

El camino de búsqueda, investigación y experimentación nos lleva por la senda de ir agotando la atracción de los tres cuerpos y sus mundos, ya no seguimos los impulsos del físico a ciegas, queremos saber como son sus mecanismos, porque queremos un cuerpo físico sano y queremos lo mejor para él, lo mismo con el cuerpo emocional, creamos un intervalo entre estimulo y reacción, si vemos que los sentimientos de duda, temor, resentimiento, odio hacen enfermar la alegría de nuestro corazón, descartaremos dedicar atención a lo que nos estropea un corazón alegre de vivir y compartir la alegría con todo el mundo, y el cuerpo mental también necesita un intervalo entre estimulo y reacción, porque el mental tiene la inercia de observar las cosas que nos pasan con el filtro de cosas que nos pasaron en el pasado previamente clasificadas, induciéndonos a pre-juzgar y a perdernos en el laberinto de las cosas concretas y clasificadas.

 

Este camino de investigación interna hace que descartemos todo lo que perjudica nuestros cuerpos, de tal forma que místicamente descubramos la paz con nuestros cuerpos, y que descubramos que las batallas que libramos en el mundo son el reflejo de los conflictos entre lo que desean nuestros cuerpos y lo que les ofrecemos, cuando logramos la paz interior, logramos la paz en el exterior, son los momentos en los que logramos alcanzar la cima de la montaña, porque el camino de la montaña que simboliza cuando nuestra personalidad que ya ha logrado la integración de los tres cuerpos a su servicio se arrodilla frente al Alma, la Luz en la cima de la montaña, la Luz en el centro de nuestro corazón, porque llegar a nuestro corazón es el camino más difícil y lleno de obstáculos, como abrir nuestro corazón a los compañeros de senda es la decisión más difícil, tanto como abrirlo a nosotros mismos. 

 

Los destellos de luz que simboliza Sagitario nos impulsaron a dejar lo que conocíamos y nos daba seguridad, nos llevaron por caminos donde reflejos de luces querían que no siguiéramos investigando, que aceptáramos luces cuando uno ha de descubrir su propia luz, llegar hasta la cima para ser uno con la luz, mientras que los tres cuerpos durmientes se adaptan para ser luz, una vez somos luz le damos la espalda, es hora de iluminar con el anonimato de la irradiación la senda de los que suben.

 

Cuando la Luz, el Amor y la Voluntad del Alma circula por nuestros cuerpos no hay tiempo para teorías, porque el Alma en nosotros va a evidenciar el reino de las Almas en la Tierra.

 

 

(1) Los trabajos de Hércules, Alice A. Bailey. Pág. 201, Luis Carcamo

 

 Ref: Capricornio 2003



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2014-08-17