Reflexiones sobre el signo de Capricornio
por José Enrique Hueso

 

 

Capricornio representa la culminación de lo iniciado en Escorpio. Allí asumimos que necesitábamos la guía de la luz del Sol, renunciamos a seguir identificándonos con los sentimientos y con los pensamientos, intuimos que nosotros éramos algo mas. En Sagitario nos pusimos en marcha, en busca de la luz que destella en el fondo de nuestro corazón. En Capricornio ya somos luz, con los tres cuerpos trabajando al servicio del Alma. Ahora es el momento de dar la espalda a la luz y de dar una mano a quien sigue buscando con los destellos de luz del fondo de su corazón la fuente de Acuario.

 

Son muchas las veces que pasamos por la rueda del zodiaco, por lo que no necesariamente en Capricornio vamos a recibir ninguna iniciación, pero la vida esta llena de pequeños cambios de ciclo, de echo cada instante es un pequeño zodiaco y nos trae la posibilidad de cambiar a una vibración un poco mas sutil y menos densa. No hace falta que esperemos a fechas, acontecimientos, personas o demás excusas. Es opción del caminante acomodarse a la vera del fuego de la posada,  o una vez recuperado las fuerzas, partir al amanecer en busca del fuego interior. Nunca veremos las puertas, ni los caminos sino los buscamos, si no hay un mínimo de inconformismo sagitariano en nuestro interior que rechace la comodidad del fuego, del conocimiento, del saber, del calor exterior, para poder iniciar la búsqueda, el reencuentro con nuestro yo superior --el Alma o mas allá de ella, el Ángel Solar--, y poder ser nosotros fuego, conocimiento, saber, calor... ser la luz, para poder ofrecerla al mundo.

 

Esto es lo que aprendimos en Escorpio, los recursos del yo inferior eran incapaces de servirnos, el emocional y el mental ya no nos daban respuestas, necesitábamos la intuición del Alma para seguir la senda.  En cada Escorpio podemos renunciar a identificarnos un poco menos en el emocional, para descubrir un poco mas el mental, o renunciar al mental para descubrir el Alma,  o renunciar el Alma para descubrir el Ángel Solar, o renunciar a éste para descubrir la Monada --nuestro verdadero yo--. Al descubrir algo nuevo nos ponemos una meta para alcanzarlo plenamente, no conformarnos con los destellos y los contactos esporádicos del verdadero potencial de la mente recién descubierta, o del Alma o del Ángel Solar. El inconformismo de Sagitario nos ayuda a polarizarnos en un nuevo plano, en Capricornio ya hemos subido a una nueva vibración, una nueva montaña, y en ese momento te acuerdas de todos los que aun no han llegado, y tu máxima aspiración es ayudarles.

 

En Escorpio éramos un volcán queriendo hacer cosas, probando la inutilidad de toda herramienta conocida. Hasta que unas palabras incoherentes e incomprensibles quedaban como único recurso, “ascender, arrodillándose; vencer; cediendo; ganar,  renunciando”. Pero es necesario entender y comprender estas palabras, porque el hacer cosas entra dentro de la forma. Diriges la atención a los cuerpos, a la forma, a las condiciones externas, y quieres hacer algo con todo esto.  Si las condiciones de los cuerpos, del medio ambiente, del tiempo que disponemos nos parecen limitadas, creeremos que lo que podemos hacer es limitado, y nos estamos engañando si creemos que si no podemos hacer cosas visibles no podemos hacer nada. Es nuestra opción trabajar con las formas o con la luz que las sustenta.

 

En Sagitario luchamos por ser luz y en Capricornio lo podemos ser.

 

Ser Luz, iluminando la senda a los que vienen subiendo la montaña. Los tres cuerpos al servicio del Alma ya no dispersan tiempo y energías buscando satisfacciones inmediatas. Los tres cuerpos son luz e iluminan el entorno. Quien sea luz elegirá el entorno mas difícil, mas oscuro. Aprovechará que ningún mal lo puede afectar para descender a los infiernos si allí puede ser útil. Iluminará la sendas de sus hermanos, sus corazones para que la luz de su interior pueda emerger. Les ayudará a romper sus cadenas, a ser libres y autosuficientes, para que puedan ellos iluminar a otros y así él poder ir a otro lugar oscuro. Y desde el anonimato llevar un poco de luz, aún desde la soledad... pero según vayan siendo mas los que hayan subido la montaña, esta etapa no a de ser necesariamente de soledad.

 

Representa la liberación de la luz dentro de la oscuridad, la luz del Alma cuando toma el control de los cuerpos, la luz del Ángel Solar cuando el Alma aprende a trabajar con él, la luz de la Monada cuando el ser humano ha aprendido el trabajo del Ángel Solar en el plano causal y este puede partir. Ser libre de su promesa de ayudarnos hasta que fuéramos libres, entonces él puede ser libre también.

 

 

(1) Los trabajos de Hércules, Alice A. Bailey. Pág. 201, Luis Carcamo



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2014-08-17