Llega la primavera y mis niños vienen por caminos de luz llenos de alegría y candor. Surgen puros como el pálpito inicial de la rosa y del colibrí. Para ellos la vida brota del ensueño y en perenne juego, van despertando a su encuentro con el mundo.

_¡ Un cuento, Isabelita! Queremos un cuento.

Son tiernos y amorosos estos pequeños alumnos del Colegio de Hosotos. Al vibrar en el espacio, parecen pájaros que van buscando la armonía de la vida. Se muestran dulces, titilantes como las estrellas, claros como las aguas de la montaña.

Son niños de cuatro a siete años, unos que asisten al Kindergarten y ortos que comienzan su nivel  primario. Todos por igual, blancos y morenos, esbeltos y menudos, serios y jocosos, disfrutan plenamente de estos breves relatos.

Al oír los cuentos, sus rostros son espejos que reflejan genuinas emociones. Se identifican con Ramón, el niño campesino que domó un potrito cerrero, o con Marisol en su encuentro repentino con el monito Cocolí.

Muchos me han pedido estos cuentos para regozarlos cuando sepan leer.Por esta razón, los ofrendo al mundo encantado de los niños.
 

de  Liza en el parque de las palomas,
página 16
 

En seguida las palomas  hicieron una ronda para darle la bienvenida, y cantaron a coro:
 

_ Palomita pinta
¿quien te trajo aquí?
_ me trajo la brisa
de olor a jazmín.

Luego volaron al viejo palomar de ladrillos rojos, y volvieron a cantar:
 

_ Palomita pinta
¿dónde vivirás?
_ En esta casira
con la puerta al mar.