CAPÍTULO IX
PRANAYAMA - LA CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN
Una preocupación constante de los aspirantes espirituales de nuestros días y,
probablemente de los del pasado, que llenos de buena intención tratan de
adaptarse lo más noblemente posible al Sendero de perfección individual, es la
forma de respirar. Ellos han leído mucho acerca de la respiración e incluso han
practicado o están practicando ciertas técnicas precisas al respecto,
suministradas por algunos de los manuales corrientes sobre Yoga. Pero, conforme
van avanzando y afianzándose por este Sendero de vida interior, van dándose
cuenta de que "una determinada técnica respiratoria" no les sirve, sino que más
bien les incapacita para poder concentrarse en la Realidad interior que
afanosamente buscan y tratan de percibir. Van comprendiendo progresivamente que
"respirar", a igual que todas las cosas de la vida, debe ser algo natural y
espontáneo, no reglamentado, dirigido o condicionado por ciertas técnicas
definidas que, sin bien parecen buenas en un principio, no les sirven en
"ciertos estados particulares" que se van conquistando dentro de la vida
espiritual. Esta "particularidad" o singularidad en el Sendero exige siempre un
tipo específico de respiración que, desdichadamente, no se encuentra definida en
los tratados sobre Yoga, sino que debe ser ejercida espontáneamente por parte
del aspirante de acuerdo con su nivel de percepción y a las necesidades
específicas de su alma.
Desde el ángulo de vista esotérico la Respiración es una función total en la
Vida de la Naturaleza, que cada criatura viviente, excepto el ser humano,
efectúa de un modo espontáneo y natural. Evidentemente, de todas las criaturas
de la Creación, sólo el hombre se preocupa de cómo respira y de su manera de
respirar. Ello es debido principalmente a que él ha dejado de ser libre y
espontáneo en todas sus cosas. El libre albedrío ha ido reemplazando la
condición natural y los valores instintivos, verdaderos indicadores de lo que
hay que hacer y de cómo comportarse, no pueden expresarse. El ser humano
enfrenta así un cuadro de realidades individuales y sociales que realmente no le
corresponden, ya que no están de acuerdo con las sabias Leyes de la Naturaleza.
Así, pues, todo su problema, el enorme problema humano, es retomar a las
prístinas fuentes naturales y beber de nuevo, aunque en una más elevada espiral
de su destino evolutivo, aquel agua de vida que representa la respiración pura,
tal como la practican todas las criaturas vivientes de los demás Reinos de la
Naturaleza. Vemos, también, que el problema de la respiración humana, más que el
producto de una técnica definida, ha de ser de "reorientación de actitudes
espirituales", a fin de poder alcanzar progresivamente la forma de respirar que
le es propia y sin preocuparse mucho de la expresión técnica de ciertos tipos de
meditación y de respiración yóguica. Tal como se señala esotéricamente "Saber
respirar es saber vivir", asignándole aquí al término Vida un significado
realmente espiritual y trascendente, la evidencia del particular estado
psicológico de cualquier alma en el Sendero. Aclarado este punto, vamos a
considerar ciertos hechos esotéricos con respecto a la respiración que creemos
interesantes y, hasta cierto punto, oportunos y resolutivos para un buen número
de aspirantes espirituales.
Diremos, en primer lugar, que el acto de respirar es un efecto directo de los
latidos del corazón, considerando a éste como el centro de la vida de nuestro
organismo físico. Cuando en los tratados místicos de no importa qué religión se
nos dice: "Apacigua el corazón", se nos está ilustrando esotéricamente en el
sentido de la respiración correcta. Un corazón apaciguado, es decir, libre de
emociones groseras o violentas, nos da la clave de una respiración natural y en
tal estado el alma no se preocupa por sí misma sino que deja que sucedan las
cosas "de acuerdo con la Ley". Ella se limita a "ver, oír y callar", adquiriendo
así la clave de la resolución interior, vinculada a los ciclos inmortales del
tiempo, los cuales deben quebrantar todos los pequeños e inadecuados ritmos
establecidos por la personalidad e integrarlos en un sólo y único ritmo de vida
natural. Este ritmo afecta las actividades de la mente y de las emociones
humanas y, por tanto, el ritmo respiratorio que, en tal estado, es profundo,
suave, tranquilo, estable y sereno... La continuidad del mismo conduce
invariablemente a una constante renovación de los contenidos mentales y
emocionales y los ritmos que cualifican los latidos del corazón son cada vez más
serenos e imperceptibles, envolviendo el aura humana de un sentimiento de paz y
de bienestar, de alegría y de equilibrio. En el curso de este estudio sobre
Pranayama veremos cómo la interpretación del sentido de la vida en términos de
naturalidad y espontaneidad, puede colmar definitivamente todos nuestros anhelos
de perfección natural.
a) La Sabiduría de la Respiración
Si tal como esotéricamente se nos dice: "Saber respirar es saber vivir”, todo el
edificio del Yoga, o ciencia de la vida espiritual, arranca de esta verdad
básica y la entera estructura del Universo se fundamenta en la respiración
adecuada para cada uno de los procesos de integración que se van produciendo en
cada Plano de evolución y en cada Reino de la Naturaleza. La Respiración
proviene de una actividad cíclica de la Deidad Solar, concretamente de aquélla
que determina la contracción y dilatación del gran Corazón universal, la cual,
al enviar su fuerza expansiva a través de los éteres, impulsa el proceso de
respiración de todos los seres y de todas las cosas, originando así el fenómeno
de la vida. La Vida, ese indescriptible Misterio, se origina pues en el Corazón
Solar y sus latidos, sus sístoles y diástoles, constituyen el impulso primario
que induce a la respiración, a la entrada del impulso vital de la gran corriente
“sanguínea” de la evolución, con sus innumerables vidas, conciencias y formas.
Es debido a estas razones y a otras de todavía más alto significado que el
esoterista le asigna al corazón [Véase capítulo correspondiente al Agni Yoga] la
función más importante de la creación, desarrollo y culminación del Universo en
donde vivimos inmersos. Habrá otros Universos o Sistemas Solares dentro del gran
Sistema Cósmico al cual pertenecemos, en donde la energía condicionante
arrancará quizás de otros desconocidos centros de irradiación vital, pero el
nuestro, aquel "en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser", tiene su
concepción vital, sus líneas estructurales y todo el sistema de proyección de
energías, de leyes y de principios en la cualidad magnética del Amor, que fluye
incesantemente del centro más esotérico del Sol y se expande por medio de los
siete centros, o planetas sagrados a todo el contenido universal.
Siendo nuestro Universo en su totalidad sólo la expresión de un Subrayo del Rayo
cósmico del cual dimana, es lógico suponer que los latidos de su indescriptible
Corazón vienen condicionados no sólo por las energías de este Rayo esencial de
Amor-Sabiduría, sino también por las que dimanan de los otros seis Subrayos de
aquel Rayo Cósmico, por lo cual el Misterio de la Identidad Solar continuará
siendo un elevado Secreto que solamente podrá ser revelado en la cúspide de las
más elevadas Iniciaciones planetarias. Lo único que nos es permitido asegurar es
que la Respiración es un fenómeno de orden cósmico del cual participan
activamente los grandes Sistemas planetarios, con sus soles, planetas y demás
cuerpos celestes, los Reinos de la Naturaleza, los seres humanos y el más
humilde de los átomos.
Llegados a esta elevada concepción, el siguiente paso a dar será sin duda el
tratar de establecer todas las analogías posibles en orden a funciones vitales y
considerar que el pensar y el sentir son también actividades vitales que
indisolublemente ligadas al proceso de la respiración, concluyendo con la
afirmación de que todo tipo de Yoga, desde el meramente físico al espiritual más
elevado, desde la preocupación por una simple Asana o postura del cuerpo hasta
la realización del estado cumbre de Samadhi, constituyen fases específicas
dentro de un proceso único de Perfección natural.
Naturalmente, y ahí reside en forma concreta la base del gran Misterio
iniciático, no se llega a respirar correctamente por el ejercicio de meras
prácticas inductivas, científicamente catalogadas, de respiración, sino por la
progresiva inducción o infusión dentro del equipo psicológico de la personalidad
humana (de la cual nos ocuparemos preferentemente) del espíritu monádico, que
estando en íntimo contacto con el Corazón Místico del Sol y constituyendo una
actividad consubstancial de Sus latidos, indica por medio de la elevada
intuición la forma más correcta de respirar, o sea, de pensar, de sentir y de
comportarse. La respiración correcta no es pues el resultado de ciertas
disciplinas específicas, sino la expresión de ciertas energías internas
cualificadas que han sido invocadas por la permanente y positiva actitud del ser
humano frente al eterno devenir de la vida y a la incesante acumulación de
experiencia espiritual y kármica. Desde este punto del vista, cada Yoga es la
expresión de cierta actitud definida del individuo frente a la sociedad y a la
Naturaleza; la respuesta posible a determinadas corrientes de energía que
condicionando los latidos de su corazón le obligan a respirar de una manera
determinada. Entrando más esotéricamente en el tema podríamos afirmar que la
respiración de los seres humanos viene condicionada por:
a) Su particular estado de evolución;
b) Su línea natural de Rayo;
c) El desarrollo de sus centros etéricos;
d) El correcto funcionamiento de sus glándulas endocrinas.
Estas conclusiones nos invitan a una total reorientación del proceso
respiratorio, o Ciencia del Pranayama, y a admitir que aunque inicialmente se
arranca del principio de que todos los seres humanos respiran como "una suprema
necesidad de origen cósmico", la manera de respirar de cada uno dependerá de su
grado de integración espiritual y de una serie de condiciones todavía no
suficientemente aclaradas, que condicionarán su entera vida expresiva y son
responsables de su destino kármico. El Karma humano, he ahí otro misterio
enlazado a fuentes cósmicas, ha de ser medido siempre en función a la manera
cómo respira el ser humano y como una manifestación progresiva de la identidad
psicológica causal, o Ángel Solar, que condiciona la vida personal en sus tres
niveles de actividad. El tema del Karma es realmente sugestivo por las
implicaciones cósmicas a las que hemos aludido anteriormente, pero sólo lo
analizaremos aquí en su aspecto secundario, es decir, como un efecto de la gran
respiración solar afectando la vida y expresión del ser humano, por cuyo motivo
Pranayama deberá ser considerado cada vez más como el aspecto objetivo y
científico de las leyes y principios que rigen la evolución planetaria, habida
cuenta de que el fenómeno de la vida —que es un fenómeno respiratorio— afecta
indistintamente todos los planos, todos los Reinos, todos los seres humanos y
todos y cada uno de los átomos que agrupados en células vivas permiten la
expresión universal en todos los niveles.
Como irán apreciando, el tema se agranda y se diversifica conforme avanzamos en
el desarrollo mental del mismo, pero si lo estudian desde un ángulo puramente
analógico se darán cuenta de que Pranayama, Ciencia de Respiración y base del
Yoga, es asimismo motivo del karma de vinculación que rige para nuestro Universo
de segundo Rayo, así como la Ciencia orientadora que le permite al ser humano
ser consciente del lugar que ocupa en el Gran Escenario Cósmico dentro del cual
nuestro Logos Planetario está interpretando una muy bien cualificada misión
kármica.
b) El Ritmo Respiratorio Cualifica la Evolución
Desde el punto de vista esotérico, que utilizamos en este estudio acerca del
Yoga, se comprende que cualquier individuo puede ser analizado y catalogado
durante el proceso de su vida evolutiva y situado en su justo y verdadero nivel
espiritual, por su forma de respirar. Aparentemente todos los seres humanos
respiran de manera idéntica; no obstante, observado el hálito respiratorio desde
el ángulo oculto en donde el Prana o corriente vital se hace objetivo, se asiste
a una curiosa experiencia. El color que adopta el Prana al ser exhalado por los
pulmones, la cantidad de Prana inhalado durante el proceso respiratorio y la
intensidad de la duración de las pausas o intervalos entre una inhalación y una
exhalación, son condiciones perceptibles a la visión clarividente que indican,
sin lugar a dudas, la situación espiritual o progreso interno de cualquier alma
en el Sendero, utilizando un cuerpo físico. En el estudio de la Ciencia de la
Respiración, no nos hemos percatado todavía del misterio que se realiza en los
éteres por la respiración de los seres humanos que afecta, según su cadencia o
su ritmo, la evolución planetaria en su conjunto y no simplemente la del Cuarto
Reino. Como Uds. saben, el Reino Humano constituye el centro de evolución
planetaria y el eje mental del Logos Planetario en lo que respecta al proceso
evolutivo o redentor de nuestro mundo. Hay que estudiar pues el tema de la
respiración como una necesidad evolutiva de la más alta trascendencia y no, como
hasta aquí, siguiendo el proceso de desarrollo de una técnica, disciplina o
ejercicio cuya práctica ha de brindarnos paz, confianza o seguridad en la
trascendencia de nuestra búsqueda espiritual.
Las pausas entre dos respiraciones deben ser consideradas como una expresión
natural y espontánea del proceso evolutivo, y la intensidad y duración de las
mismas como una indicación del grado de evolución del ser humano. La intensidad
del intervalo, o cantidad de aire inhalado, se manifiesta en forma de color
afectando a la calidad del Prana; en cuanto a la duración del mismo puede ser
considerado como una respuesta de la vida individual al ritmo Solar, el cual se
manifiesta en infinitos aspectos o gradaciones al incidir en forma de Prana o de
corriente vital en los éteres planetarios. Analizando algo más profundamente el
tema pueden ser considerados los siguientes ritmos, dentro de la corriente
evolutiva de la humanidad:
a) Un ritmo respiratorio sin pausas, es decir, sin intervalos apreciables entre
la inhalación y la exhalación del aire.
b) Un ritmo respiratorio afectado por el movimiento planetario que origina los
días y las noches y, consecuentemente, las auroras y los crepúsculos.
c) Un ritmo respiratorio afectado por el movimiento lunar con sus cuatro fases:
Luna nueva, cuarto creciente, Luna llena y cuarto menguante. En este movimiento
rítmico de la Luna alrededor de la Tierra, se halla el secreto de la vinculación
del Reino Humano con la Vida extinta de aquel astro.
d) Un ritmo respiratorio afectado por el propio movimiento solar que origina las
cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Este movimiento
está relacionado también con la actividad de las grandes Constelaciones
Zodiacales, y las pausas o intervalos entre las dos fases activas del proceso de
la respiración son tan prolongadas que prácticamente el proceso respiratorio es
casi imperceptible. Es el ritmo respiratorio de los Adeptos, de los grandes
Maestros e Iniciados, y una Meta para los más avanzados discípulos mundiales. Su
actividad constituye el estado de Samadhi.
Existen todavía otros más elevados ritmos respiratorios vinculados con la
evolución de aquella indescriptible Entidad Cósmica, cuyo Cuerpo físico es
nuestro Universo, pero ellos están más allá y por encima de nuestras más
elevadas concepciones y no constituyen, por lo tanto, un estudio de interés
práctico. Con lo dicho hasta aquí creemos que hay suficiente materia de
meditación y cada uno de nosotros podrá ubicarse razonablemente en la
profundidad del propio ritmo respiratorio, extrayendo como consecuencia de ello
saludables conclusiones.
Hay que hacer énfasis, sin embargo, sobre la verdad esotérica de la más elevada
trascendencia. Esta verdad viene implícita en el gran enunciado crístico
destinado a la Raza de los hombres: "Buscad primero el Reino de Dios, lo demás
os será dado por añadidura". Aplicado a nuestro tema acerca de la Respiración
podríamos interpretar aquel gran consejo de la siguiente manera: “Buscad primero
lo esencial, es decir, el amor, la comprensión, la Luz del Propósito. La
respiración correcta vendrá luego, como una consecuencia de los contactos cada
vez más concretos y definidos con el Yo Superior, Quien guarda para nosotros el
secreto de Síntesis, el del correcto Ritmo respiratorio y el del Misterio de los
Rayos.
Pero, pueden Uds. iniciarse activamente para esta obra de elevada trascendencia
del proceso respiratorio, aprovechando ya de inmediato los intervalos señalados
en el segundo apartado de los Ritmos respiratorios, es decir, el que viene
afectado por el movimiento engendrado en los éteres por la rotación de la
Tierra. Les invitamos a prepararse para el gran ritmo respiratorio solar
iniciando pequeñas pausas o intervalos entre dos fases de la misma respiración,
es decir, una suspensión de la actividad respiratoria entre el movimiento
pulmonar de inhalación y exhalación y viceversa. Aprendan así a paladear el
Prana, que es el elemento vital de nuestra existencia, lo mismo que se hace
cuando se mastican cuidadosamente los alimentos antes de ser ingeridos para
extraerles el Prana, o sustancia vital que los constituye.
La analogía aparece perfecta al analizar la respiración humana y el movimiento,
de los astros. Por medio de las pausas nos unimos a sinfonías superiores del
Universo y adquirimos poder en el éter y sobre el éter. Cuando en un capítulo
posterior nos referimos a Mántram Yoga, esta idea se verá todavía más clara. Por
el momento tengan presente que hay que iniciar siempre cualquier proceso, y el
respiratorio no es la excepción, partiendo de lo inmediato. Lo inmediato será en
todo caso el ritmo respiratorio que señale el propio ritmo planetario, es decir,
el que determina los días y las noches y las correspondientes pausas entre sí,
marcadas por las auroras y los crepúsculos. Aprendamos pues a respirar
correctamente partiendo de esta analogía. Inhalemos el aire lenta, profunda y
suavemente, dejemos un intervalo o aurora de vinculación y exhalemos después
lentamente el aire de los pulmones, dejando un nuevo espacio, vacío, intervalo o
crepúsculo antes de volver a inhalar. El secreto de la vida espiritual se halla
precisamente en estos intervalos, que vienen a ser como pequeños pralayas que
preparan el alma para el Gran Pralaya que deberá conquistarse en el estado de
Samadhi. Habría que considerarse también la obra que se realiza en los éteres
por la actividad respiratoria de los seres humanos, la vinculación que ella
determina con los seres incorpóreos de los mundos invisibles, los cuales, en
forma de corpúsculos de luz y de energía, se introducen en el cuerpo físico a
través de las respiraciones y actúan preferentemente durante los intervalos o
pausas entre dos fases de las mismas. El estudio de esta actividad dévica,
ordenando y dirigiendo en el éter las actividades respiratorias de los seres
humanos según grados de pureza y sensibilidad, será realizado más adelante en un
tratado específico sobre el Mundo Dévico. Sólo como una pequeña introducción al
tema podemos decir que ciertas jerarquías de devas y de elementales a sus
órdenes en el éter, son responsables de aquella corriente vital, o Prana, que en
su esencia constituye la primera emanación de vida en nuestro Universo.
No vamos a caer en el riesgo tan corriente a que se libran los tratadistas sobre
Yoga, en su aspecto Pranayama, de formular ciertas técnicas precisas y concretas
de respiración. Sólo el buen sentido humano, la perfecta lógica y,
singularmente, el desarrollo de la intuición, le dará al aspirante espiritual la
clave de cuál ha de ser "su particular ritmo respiratorio". En tal caso, y
desafiando todas las leyes formuladas por la lógica aparente, hay que empezar a
crear la nueva estructura respiratoria —si es que podemos expresarnos así—
"desde arriba", en donde paradójicamente se halla la base de la verdadera
redención del ser humano. Hay que pensar pues "hacia arriba" y "respirar desde
abajo", es decir, hay que buscar primero el contacto con el Ángel Solar, nuestro
verdadero Ser Espiritual y permanecer luego en expectante actitud en la confiada
espera de que tal contacto infundirá en nuestra vida, aquel orden, aquel ajuste
y aquella sagrada armonía que nos permitirá adueñarnos del verdadero ritmo
respiratorio que nos pertenece por ley y propia evolución espiritual.
Para terminar este capítulo, al que le seguirán otros que aclararán y ampliarán
su contexto, sólo queremos asignarle un énfasis especial a las pausas entre
fases de una misma respiración. En tal sentido nunca habrá de pretenderse
adquirir la ciencia exacta de los intervalos partiendo de una técnica o norma
rígida, sino iniciarse en la ciencia de la respiración correcta y sin llegar
nunca a la fatiga, mediante espacios cada vez más amplios y prolongados de
limpidez mental, recordando que existe una perfecta analogía entre el vacío
entre dos pensamientos y el intervalo entre dos respiraciones. A medida que la
mente se amplíe y se dilate en las perspectivas sin fin de sus maravillosas
profundidades, el ánimo se irá serenando, el cuerpo físico se relajará y
automáticamente empezará a respirar adecuadamente. No olviden, ya que esta
advertencia puede constituir para muchos el principio de la propia redención,
que Samadhi, el estado cumbre de unión con la Entidad Solar que nos infunde vida
espiritual, se realiza solamente cuando la mente se halla enteramente vacía y el
ritmo respiratorio ha sido enteramente ocupado por un intervalo de vida
respiratoria superior, en el que el corazón humano, descansando en la plenitud
de sus funciones universales, ha dejado que sea el propio Dios quien insufle
directamente el aire o la vida en los pulmones y transfigure la existencia
humana con las indescriptibles excelencias de un Prana de la más alta
selectividad…