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CAPÍTULO VIII
LAYA YOGA
a) La ciencia de los centros
Si se admite como lógica y racional la idea de que nuestro Universo, con todo su
contenido, es el Cuerpo físico de una Entidad Cósmica, que infundida en la
Conciencia de nuestro Logos Solar, permite la vida y expansión de cada vez más
nobles Arquetipos solares dentro del gran Esquema Universal "en donde vivimos,
nos movemos y tenemos el Ser", será también lógico y plausible admitir, ya que
contamos con la clave hermética de la analogía, que el Sol, los planetas y el
conjunto de cuerpos celestes, visibles e invisibles y los diferentes sistemas de
relación entre todos y cada uno de los elementos que realizan su evolución
dentro de esta maravillosa estructura universal, no son sino los distintos
centros o chacras, mayores y menores, que permiten la afluencia de energía
cósmica a este organismo, dotándole de facultades, cualidades y capacidades de
acción y reacción, lo mismo que ocurre con nuestro cuerpo físico, condicionado
por todas las corrientes vitales, pránicas y espirituales que el Eter, gran
substancia de relación cósmica, permite llegar a nosotros. El proceso universal
se mueve, tal como puede ser observado, dentro de las más elementales reglas del
juicio analítico. El Sol, dentro del Universo, puede ser considerado así como el
Centro mayor de vida espiritual y física, coordinador perfecto de todas las
actividades cíclicas que dentro de un correcto sincronismo de funciones tratan
de revelar a un glorioso Ser, o conciencia Psicológica, en incesante proyección
y movimiento creador.
Se nos dice esotéricamente que el Chacra Cardíaco de tal indescriptible Entidad
cósmica o Señor de nuestro Universo, es el planeta Júpiter, el cual viene
vitalizado por una Entidad psicológica del segundo Rayo misteriosamente
vinculada por razones kármicas que escapan por completo a nuestra comprensión,
con la vida del Logos Solar, Quien, como esotéricamente se sabe, pertenece
asimismo a la línea de actividad del segundo Rayo Cósmico y utiliza para Su
expresión las energías cósmicas que demuestran y revelan la cualidad magnética y
atrayente del Amor. Se nos dice también que el planeta Vulcano, "velado y
encubierto durante eones por el Sol" constituye el Centro Sahasrara, o chacra
coronario, del Logos Solar, siendo el Señor de Vulcano, o Logos planetario de
aquel sagrado Esquema, tan misteriosamente velado a la indagación de los
observadores esotéricos y aun a la percepción de una gran mayoría de Iniciados
de nuestra Logia planetaria, Quien transporta a nuestro Universo las energías
cósmicas del primer Rayo que revelan las cualidades místicas de la más elevada
sabiduría e indomable Resolución espiritual.
Prescindiendo, sin embargo, de estas razones tan concretamente expuestas,
podemos asegurarnos basándonos en las sabias leyes de la analogía, que la
totalidad de los llamados "planetas sagrados", es decir, Mercurio, Venus,
Vulcano, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, constituyen los "chacras" que el
Logos Solar utiliza para la correcta expresión y evolución de nuestro Universo y
que todo el proceso del Yoga a medida que el espíritu humano va reconociendo,
integrando y poniendo en funcionamiento sus distintos cuerpos expresivos y
recorriendo paso a paso su destino de perfección a través de las sucesivas Razas
y subrazas que van apareciendo sobre la superficie de la Tierra, es la lenta
aunque infatigable y progresiva tarea de estructuración de un perfecto sistema
de relaciones entre cada uno de los centros etéricos y glándulas endocrinas
correspondientes con aquellos Centros mayores de vinculación espiritual dentro
del Sistema Solar.
Para un correcto y al propio tiempo completo estudio del Laya Yoga deben ser
tenidas en cuenta, pues, las siguientes condiciones:
a. El progresivo desarrollo de los centros etéricos y, consiguientemente, de las
glándulas endocrinas conectadas con aquellos.
b. El reconocimiento de que cada uno de los centros etéricos, o chacras, está
directamente vinculado con la actividad de algún planeta, sagrado o no, de
nuestro Universo.
c. Que uno de los centros etéricos, enlazado con la cualidades de alguna
definida Potestad planetaria, Señor de Rayo y expresándose por medio de un
planeta sagrado, constituye el núcleo de vinculación con aquella Entidad
psicológica que esotéricamente llamamos Ángel Solar.
d. Que otro de los centros etéricos, el que con mayor intensidad condicione el
entero Sistema endocrino, constituye la base de la personalidad humana
caracterizando un definido tipo psicológico o temperamental.
e. Hay, finalmente, el reconocimiento espiritual que conduce a la Iniciación,
merced al cual todo el sistema endocrino y de evolución de los centros etéricos
es la exacta representación, aunque en miniatura, de un esquema cósmico,
caracterizado por una Entidad central, el Logos Solar y los llamados "Siete
Espíritus ante el Trono de Dios" (tal como puede leerse en la Biblia), o Logos
Planetarios, manifestándose a través de Siete Planetas Sagrados y condicionando
con su actividad la evolución de otros planetas no sagrados, entre ellos nuestro
planeta, la Tierra, que también cumplen una importante y muy definida función en
la evolución cósmica de nuestro Universo.
Toda esta infinita relación tiene que ver naturalmente con la naturaleza mística
de los Rayos, o corrientes de energía, expresándose por medio de los Siete Logos
planetarios, Señores de un planeta sagrado y condicionando la expresión y
evolución de los Siete Planos de la Naturaleza y aquellas corrientes de Vida que
darán lugar a las Siete Dimensiones del Espacio, a Siete Reinos de la
Naturaleza, a Siete Razas Humanas y, cuando el momento sea llegado, desde el más
elevado ángulo de apreciación mística, al indescriptible Misterio de la Séptima
Iniciación, interpretándose así la gran Sinfonía Solar en la que cada Ser, cada
Reino, cada Plano y cada cosa, contribuye con su particular e inconfundible
armonía.
Al llegar a este punto, invitamos a una serena reflexión acerca del alcance del
Laya Yoga, considerándole ya no como un sistema de disciplinas conducentes a un
cierto estado de evolución psicológica por medio del desarrollo de algún
determinado centro etérico y de su glándula endocrina correspondiente, sino como
la Intención inmutable del Dios de nuestro Universo de expresar determinadas
Cualidades inherentes a Su indescriptible Vida psicológica por medio de los
seres humanos.
b) Laya Yoga - El Misterio del Fuego
Laya Yoga, la Ciencia de los Centros, tiene su correspondencia esotérica con el
poder místico del Fuego. Cuando mencionamos Fuego en relación a los centros
etéricos y con la evolución espiritual de los seres humanos, nos referimos
concretamente a aquella misteriosa y potentísima substancia ígnea conocida en
los estudios esotéricos sobre el Yoga bajo el nombre de Kundalini.
Pero..., ¿qué es exactamente Kundalini? Kundalini es el Fuego promotor de la
vida física del planeta, es el poder ígneo que arde en la entrañas mismas de la
Naturaleza planetaria y en el centro de todo ser y cosa creada; es el Talismán
Sagrado mediante el cual el Logos Solar puede hallar continuidad de vida y de
conciencia en nuestro planeta y expresar aquel aspecto creador de Su naturaleza
espiritual, definido corrientemente en los estudios esotéricos y místicos como
Espíritu Santo, Inteligencia creativa o Actividad del Tercer Logos.
No puede acercarse a este "Globo de Fuego" en el centro de la Tierra en un
descabellado intento de experimentar el beneficio de sus causas originales.
"Sólo aproximándose muy cautelosamente y a prudente distancia es posible
percibir algunos de sus aspectos asequibles y más inmediatos". Cuanto en este
apartado situamos entre comillas pertenece a ciertos pasajes referentes a
Kundalini entresacados de "El Libro de los Iniciados". Otra sutil referencia a
Kundalini permite entrever en una cierta medida su extraordinaria peligrosidad:
“... El Foco central de Fuego es de tal infinito fulgor y de tal extraordinaria
radiación que sus rayos actúan a manera de dardos de fuego y queman la vista del
osado observador... Agni, el Dios del Fuego, es celoso guardador de su
indescriptible Poder y solamente lo transmite a aquellos que por su pureza de
vida se han convertido en Fuego y han convertido sus vehículos en Moradas del
Espíritu Santo..."
Observando pues muy cautelosamente y a distancia el proceso de distribución del
Fuego planetario, vemos cómo éste asciende desde el globo de Fuego central, sede
de Kundalini y "morada de Agni”, hacia la superficie, en la forma de ondas
concéntricas a igual que se transmiten por el éter las ondas de la luz y del
sonido, vivificando a su paso todos los estratos geológicos que constituyen la
osamenta del planeta o reino mineral y a todas aquellas formas de vida
semietérica y etérica que los habitan. Puede ser observado también que las ondas
de Fuego no sólo llegan a la superficie de la Tierra creando todas las
condiciones vitales de existencia, sino que continúan propagándose hacia la
atmósfera creando un "Cinturón de Fuego (aunque sería quizás mejor denominarlo
"Esfera de Fuego), un círculo infranqueable dentro del cual se verifica la
maravillosa alquimia de fundir el Fuego con el Eter, cualificando el Prana o
sustancia solar, con la vitalidad del Tercer Logos y determinando cierto tipo de
vibración que es propio de la sustancia creativa de la Naturaleza y produciendo
un sonido característico y especial "que puede ser visto, oído y reconocido por
los Grandes Promotores del Sistema" como formando parte del equipo expresivo del
Logos Planetario, o Personalidad Psicológica distintiva de un determinado Ego
cósmico.
Dejando, sin embargo, de lado estas consideraciones de orden muy esotérico,
habrá de ser reconocido el hecho de que el Fuego central, como esencia de Vida
planetaria, es el impulsor del movimiento de rotación de nuestra Tierra. Tal
movimiento de rotación, en no importa qué astro o cuerpo celeste, indica
principalmente aliento vital y expresión psicológica, siendo éste uno de los
conocimientos secretos impartidos al candidato a la segunda Iniciación. Al
rasgar este movimiento los éteres del espacio cósmico se produce una nota, un
Sonido distintivo y, al propio tiempo, la fricción determina una especie
particular de Fuego, que no es ya Kundalini planetario, sino que al aliarse con
el Prana solar cualifica los éteres con un tercer elemento o substancia, la que
corresponde al primer aspecto del Logos Planetario, constituyéndose entonces la
clave del triple elemento creativo, el AUM, característico de la Voluntad de
Aquel Logos con respecto a nuestro planeta. Un conjunto de notas diversas
consubstanciales con el AUM y expresando las cualidades inherentes a la Vida de
la Naturaleza, con sus planos, reinos, razas y elementos, constituye la llamada
"Música del planeta", es decir, su Voz, su Canto, su Sonido y el conjunto de
voces, cantos y sonidos universales o "Música de las Esferas", constituye el
distintivo específico de una entidad Solar, o Logos, Señor de un Universo. Estas
explicaciones pueden parecer maravillosas o novelescas, pero en realidad son de
orden muy lógico si aplicamos convenientemente la clave de la analogía.
Basta considerar, por ejemplo y como punto de referencia, a nuestro satélite la
Luna. Es un “astro inmóvil" en el espacio celeste. Carece de movimiento de
rotación y está permanentemente sujeto al movimiento de rotación o de vida de
nuestro planeta. En relación con el tema que estamos considerando podríamos
decir que carece de Fuego de Kundalini. Agni, el aliento vital, abandonó la Luna
en el mismo momento cíclico cósmicamente señalado, en que la Entidad planetaria
o Logos del Esquema Lunar, consideró terminado su ciclo de evolución a través de
aquel astro y buscó nuevos horizontes de perfección para Su Infinito y
persistente Propósito creador.
En orden a nuestro estudio sobre el Laya Yoga, como Ciencia del Fuego de
Kundalini humano, podemos afirmar también que la Luna, como astro sin vida y
como elemento gastado ya dentro de la economía del Sistema Solar, puede ser
considerada asimismo como un "chacra" trascendido, de la misma manera que en el
proceso de evolución de la vida humana existen en el interior del organismo
etérico-físico ciertos centros o chacras inferiores provenientes de un ciclo de
evolución anterior, que están siendo trascendidos o eliminados en el devenir de
nuevas corrientes de vida espiritual o psicológica.
Ciñéndonos ahora directamente al tema del hombre, del ser humano, como una
Morada para el Fuego de Kundalini o del Espíritu Santo, vemos que su
constitución física y contraparte etérica adoptan para el observador
clarividente y mentalmente disciplinado, la forma de un Árbol luminoso cuyo
tronco es la columna vertebral, siendo la cabeza la copa del mismo, orientada
siempre hacia las alturas (buscando verticalmente la Sabiduría), con unos brazos
que asemejan ramas dispuestas horizontalmente (en incesante búsqueda de
conocimientos humanos) y dos piernas, a manera de dos poderosas raíces que se
hunden en el suelo y constituyen el soporte vivo de toda la estructura así
constituida. No tenemos en cuenta aquí, naturalmente, razones de tipo orgánico o
cualidades meramente físicas, sino que intentamos presentar el cuerpo físico y
su contraparte etérica como conductores naturales del Fuego místico de la
Naturaleza. El metabolismo y las transformaciones que realiza este Fuego al
incidir en la estructura orgánica, sede de la Mónada espiritual, pueden ser
consideradas particularmente al estudiar cada tipo de Yoga y su centro etérico
de evolución correspondiente. Explicado esto, y continuando el estudio, podemos
observar que "las ondas concéntricas" de propagación del Fuego de Kundalini,
penetran en el organismo físico a través de las dos piernas, siguiendo la
orientación definida que marcan ciertos centros etéricos, de cualidad menor a
los técnicamente conocidos, cuya función es facilitar el acceso de Kundalini
hasta el centro de la base de la columna vertebral. Vemos, así, que el Fuego que
penetra por los centros etéricos de la pierna izquierda y que posteriormente
quedará alojado en el "depósito sagrado" u "hogar de la doble serpiente", bajo
el control natural de un "enviado del Dios Agni", constituye la línea de Fuego
ascendente a lo largo de la columna vertebral conocida bajo el nombre esotérico
de Ida. Lo mismo ocurre con las ondas de Fuego etérico que se introducen en el
cuerpo por medio de los centros de la pierna derecha y que al llegar al depósito
central de Kundalini se convertirán en la serpiente Pingala, siendo el Susumma,
el conducto del Fuego central, o columna de mercurio ígneo que, siguiendo las
variaciones propias del proceso de la evolución humana y símbolos de la
"temperatura espiritual del Ego" que va ascendiendo y progresando a través de
los centros etéricos mayores a medida que las dos serpientes Ida y Pingala,
dentro de un mágico equilibrio espiritual, inflaman con su armoniosa actividad
el contenido del "depósito sagrado", despiertan el Poder dormido y lo liberan
progresivamente en una justa y equilibrada ascensión o redención. Con el devenir
del tiempo la Ciencia que investiga el misterio implícito en la evolución
genética humana y en su normal expresión, los cromosomas, bases augustas de la
caracterología y del complejo hormonal, tendrán que penetrar en el estudio del
Laya Yoga y de la actividad del Fuego de Kundalini, con sus canales de acceso
Ida-Susumma- Pingala y llegar a reconocer que las leyes kármicas que determinan
que un cuerpo físico sea masculino o femenino vienen condicionadas por la
intensidad con que se manifiestan en un momento dado las serpientes Ida y
Pingala, siendo el canal Susumma, el vehículo central y natural del Fuego, el
que en una etapa muy posterior de desarrollo espiritual, cuando Ida y Pingala se
hallen armoniosamente equilibradas y compensadas, marcará el destino de una Raza
de Hombres verdaderamente puros y honestos, sin opción alguna a karma individual
y a conflicto psicológico, tal como ocurre en nuestros días, que se manifestarán
bajo formas netamente Andróginas, retornando al principio de unidad o santidad y
restableciendo el inmaculado Juicio de la Ley de Dios de la
cual serán unos adecuados instrumentos...
c) La progresión mística del fuego
Hemos tratado de explicar a grandes rasgos el proceso de la ascensión mística
del Fuego de Kundalini, el cual ilustra convenientemente el Principio de
Analogía, sobre el Mito del jardín del Edén y de la serpiente que asciende por
el Árbol del conocimiento del Bien y del Mal (el principio de Discernimiento y
de Libre Albedrío), que tienta a Eva (el principio femenino del ser humano), la
cual, a su vez, tienta e incita a Adán (el principio masculino), provocando "por
fricción" la ascensión del Fuego de Kundalini por el interior del Árbol de la
Vida, de la columna vertebral, verdadera savia ígnea, vivificando todo el
sistema de la evolución planetaria. El Mito del Edén era simbolizado
anteriormente en otras descripciones místicas que datan de la más lejana
antigüedad, por una serpiente de dos cabezas enroscada a un Árbol que daba
frutos de Sabiduría, simbolizando esta serpiente la doble naturaleza del ser
humano, representada en la doble corriente de Fuego que opera en su interior, o
sea, Ida y Pingala, enroscada alrededor del Árbol de Susumma. El símbolo del
Caduceo de Mercurio es todavía más ilustrativo; la serpiente de dos cabezas o la
doble serpiente en este caso, el incidir en lo alto del Caduceo se transforma en
dos alas, simbolizando aquella elevada etapa mística en la cual el Fuego de
Kundalini rebasando las fronteras de la vida humana, se propaga hacia el Cosmos
Absoluto. Esta etapa de liberación total del Fuego de Kundalini marca el destino
inenarrable de los Adeptos, los frutos maduros de la evolución humana; Aquellos
que realizaron el proceso místico de la Ascensión y verificaron en sí mismos la
eclosión del más grande de los Misterios, al unificar en un sólo centro de Fuego
Solar, el Fuego del Cielo, Fohat y el de la Tierra, Kundalini. En lo que
respecta al Universo en su total expresión, Fohat viene simbolizado en la
serpiente Pingala y Kundalini en la serpiente Ida, siendo el Fuego Solar, el que
corresponde a este Universo de Segundo Rayo, el Susumma por donde asciende todo
tipo de Fuego equilibrado y redimido de la Naturaleza buscando la Gloria de la
manifestación Divina.
La alusión directa al Fuego de Kundalini como ejecutor de la Voluntad de la
Mónada, nos ilustra sobre un punto generalmente pasado por alto aún en los altos
estudios sobre el Yoga y es que la evolución de un "chacra", irradiando una
especie particular de energía monádica, determina la invocación mística del
Fuego de Kundalini, la Fuerza Madre de la Naturaleza, por el desarrollo natural
de este centro, llegando así a la conclusión, no sólo desde el ángulo puramente
esotérico sino también por la evolución de un razonamiento lógico de que el
proceso de expansión del Fuego no se halla solamente en la cualidad mística y
ascendente de Kundalini. Hay que tener en cuenta, principalmente, el proceso de
desarrollo de los chacras (puntos de especial interés meditativo para el Ángel
Solar en un momento dado), los cuales en la línea de su particular evolución
invitan al Fuego dormido de la Materia para que se despierte de su profundo
letargo y ascienda en forma de serpiente ígnea a lo largo de la columna
vertebral, haciendo vibrar el contenido de su canal Susumma. Ha de ser
comprendido pues, que no es el Fuego en sí el elemento que desarrolla los
chacras sino que son los propios chacras, vitalizados y purificados mental y
espiritualmente por el Observador Silencioso de nuestra vida, la Mónada
Espiritual por medio del Ángel Solar, desde el centro mayor de la cabeza, los
que realizan el proceso de ascensión de Kundalini en busca del Fuego de Manas.
Es posible apreciar así que la evolución mística del Fuego, su ruta ascendente a
través de los canales etéricos de la columna vertebral, no debería realizarse
por el acto de voluntad o de autoridad sino siguiendo un proceso rítmico de
ordenación cíclica determinado por el curso de la evolución individual.
Pretender lo contrario, tratar de despertar prematuramente la actividad de
Kundalini, constituye un grave riesgo que deberían evitar todos aquellos que
anhelando acelerar el proceso de expansión de sus vidas anhelantes y sin contar
con la adecuada preparación o purificación, se entregan a prácticas y
disciplinas en relación con el desarrollo de los centros que, tarde o temprano,
tendrán para ellos fatales consecuencias. El poder místico de la "Serpiente del
Edén", su terrible Fuego y su cualidad tentadora, si es que podemos expresarnos
así, sólo debería actuar a partir de un estado de conciencia espiritual
plenamente establecido, con un claro sentido de valores morales y un conveniente
control de la vida personal. Hay que reconocer, en todo caso, que lo que decide
el éxito del proceso no es el intenso deseo, ni aún la propia voluntad, sino el
luminoso camino que señala el curso sereno de la evolución. Hay que comprender
asimismo que la necesidad imperiosa de incorporar al proceso evolutivo
individual la cualidad liberadora del Fuego, se despierta oportunamente en el
aspirante espiritual. Generalmente siente un gran vacío en su vida, se siente
como inmerso dentro de un indecible período de soledad, ya sea mental o
emocional pero de tal naturaleza que ningún ser o cosa alguna de la vida son
capaces de llenar. Sólo el Fuego que arde en las entrañas vírgenes de la Materia
y que actúa a manera de "Amorosa Madre", puede llenar este vacío y paliar el
dolor profundo de aquella augusta soledad y colmar su existencia, tal como
corrientemente se dice, con los Dones del Espíritu Santo..., siendo Kundalini,
naturalmente invocado, el Dispensador de los Mismos.
La Serpiente de Fuego asciende así "hacia las Alturas, ocupando progresivamente
los centros inferiores, convenientemente redimidos de sustancia material de baja
vibración y, tal como se dice en algunos tratados místicos cristianos, "el Fuego
Creador quema las últimas escorias". Esta actividad redentora determinará el
surgimiento de nuevas necesidades de expansión dentro de la naturaleza
psicológica del ser humano y consecuentemente se producen dos importantes
hechos:
1. La vida humana se hace más potentemente invocativa. El Fuego de Kundalini, al
llenar con la expansión de su corriente ígnea el "vacío" de un chacra
determinado, correspondiente al proceso normal y natural, permite a este chacra
(es decir, a las innumerables vidas menores que lo constituyen) emitir su propia
voz, su propio sonido y reflejar al propio tiempo en el éter un color muy
definido, el que le corresponde dentro de la gama de colores de la Naturaleza.
2. Tales colores y sonidos afectando los éteres, atraen una especie particular
de Devas, expresando un aspecto evolutivo superior de nuestro planeta, los
cuales, a través de los "nadis" (el aspecto etérico del sistema nervioso) y a
partir del desarrollo natural de ese centro, "detienen transitoriamente el poder
ascendente del Fuego" y, al propio tiempo, ponen en incandescencia los
filamentos requeridos dentro de la línea estructural de los nadis, poniéndolos
en contacto con los que están enlazados con el centro etérico superior,
estableciéndose así un campo magnético de carácter ígneo que obligará al
aspirante espiritual a realizar un nuevo esfuerzo que, a su vez, creando un
"vacío" en el interior de aquel centro convenientemente purificado, invitará o
invocará una más elevada ascensión del Fuego de Kundalini.
d) El sistema nervioso, los nadis y los centros
El Fuego, en todas sus posibles expresiones, desde el puramente físico que se
obtiene por fricción al espiritual más elevado que se manifiesta como
electricidad pura (un tipo de electricidad que escapa por completo a la más
elevada y sagaz concepción científica), es el único "disolvente universal",
esencia de la verdadera Alquimia por el que suspiraron y lucharon los filósofos,
místicos y esoteristas de todos los tiempos. En la expansión de su "poder
radioactivo" se fundamenta aquella actividad científica que constituye Laya Yoga
o Ciencia de los Centros, que determina la "incandescencia" de los nadis en
forma natural y racional. Hay que reconocer, por lo tanto, que es esta evolución
natural y racional la que determina el desarrollo de los centros, el cual consta
de dos fases consubstanciales.
a) La previa incandescencia de los "nadis" dentro de un sostenido ajuste
psicológico y nervioso.
b) La incandescencia del "botón central" o punto invocativo del Fuego superior
en cada chacra, lo cual determina la etapa de “incidencia" o de fusión con el
Fuego ascendente de Kundalini.
El proceso a seguir es muy simple, como lo son en esencia todas las cosas de la
vida. En las etapas inferiores de desarrollo espiritual la energía que circula
por los "nadis" es de tipo nerviosa, como una exacta reproducción del sistema
físico cerebro-espinal. No circula Fuego por los mismos sino una sustancia
nerviosa de tipo más sutil a la conocida pero que todavía, tal como puede leerse
en el "Libro de los Iniciados",”…la sustancia del pecado o del Karma…” En estas
condiciones, el Fuego no puede ascender debido a que los sutiles filamentos se
hallan obstruidos por aquella sustancia, creando así una verdadera salvaguarda
de los centros, un fruto todavía inmaduro en el árbol de la humana evolución.
En la evolución intermedia, la más corriente dentro de la humanidad, se observa
dentro de la línea de proyección de los nadis, ciertas partículas de Fuego que
tratan de abrirse camino hacia un determinado centro, el que corresponde a la
línea de evolución natural.
En los aspirantes espirituales, que no se esfuerzan por ejercitar poder alguno
sobre los centros (obrando así muy cuerdamente), el Fuego y la sustancia
nerviosa se hallan debidamente equilibrados y compensados. La vida psicológica
realmente consciente empieza a regir el proceso.
En los discípulos de cierta elevación espiritual y en algunos Iniciados, el
Fuego va eliminando la sustancia nerviosa, diluyéndola progresivamente en el
éter, poniendo así en incandescencia la línea de nadis correspondientes a su
particular proceso de desarrollo y dando lugar a que el Fuego penetre
paulatinamente en los centros requeridos, como base de un profundo despertar
interno de carácter iniciático.
Hay, finalmente, el caso de los altos Iniciados y Adeptos de la Jerarquía
planetaria, cuyos nadis y centros etéricos (en el caso de que utilicen cuerpos
físicos) son recipientes altamente sensibles y perfectos para el Fuego de
Kundalini y utilizan la fuerza expansiva de éste para producir la unión o fusión
con el Prana Solar, con lo cual aseguran la supervivencia o continuidad vital
del planeta Tierra, como Morada de un Dios o Logos Planetario.
Vean en el desarrollo de este proceso natural, un perfecto sincronismo de los
Fuegos actuantes dentro y fuera del ámbito Físico planetario y traten de
imaginar el desarrollo o ascensión de Kundalini, como el resultado de una
unificación de los otros dos Fuegos superiores de la Naturaleza, el de Manas,
regido por los poderosos Devas del Quinto Plano de nuestro Universo y el de la
Mónada espiritual en su propio plano de manifestación, que es de naturaleza
misteriosamente eléctrica y que se expresa como Fohat.
Por todas la razones antes descritas, se aconseja esotéricamente a todos los
aspirantes espirituales que dejen que el Fuego cumpla su misión purificadora en
forma natural y sin utilizar ninguna disciplina de desarrollo que a la larga ha
de resultar perjudicial, ateniéndose, por lo tanto, a las sagradas leyes de la
ética y la moral y considerando el Laya Yoga como el verdadero Sendero de
Cumplimiento Universal. Este Sendero viene caracterizado, a la vista del
perfecto observador esotérico, por "el nivel alcanzado por el “Fuego " dentro de
la economía de los centros, pues allí donde Kundalini se halla detenido
-simbólicamente hablando- se puede catalogar la exacta medida de evolución
espiritual del ser humano, el límite de sus posibilidades espirituales en un
momento dado del tiempo y el punto de partida para un nuevo logro interior del
proceso evolutivo.
Reconozcamos pues, ya con carácter definitivo, que es siempre la Voluntad de
Dios, expresándose en la magnitud de Su proceso universal a través de cualquier
ser humano por medio de la Mónada espiritual, la que debe regir el proceso de
expansión del Fuego creador y vitalizador de la Naturaleza y no nuestra pequeña
voluntad personal, tan predispuesta a extravíos y equivocaciones. Este
reconocimiento sincero y lleno de humildad constituirá la garantía perfecta de
una vida más amplia y más profunda, correctamente orientada hacia la resolución
del gran Misterio de la Vida de Dios, latente en cada una de las partículas de
nuestro ser.
En el Hombre Pingala se halla localizado en el lado derecho.
En la Mujer Pingala se halla localizado en el lado izquierdo.
Consecuentemente:
En el Hombre Ida se halla localizado en el lado izquierdo.
En la Mujer Ida se halla localizado en el lado derecho.
Hay, pues, una reorientación muy definida en orden a la ascensión de Kundalini
en lo que respecta a los cuerpos masculino y femenino. En todo caso, lo que
pretende la naturaleza en el ser humano, prescindiendo de la situación de los
canales que regulan la distribución del Fuego, es el establecimiento de un
perfecto equilibrio entre la distinta polaridad para que se llegue
progresivamente a aquel Arquetipo de perfección humana cuya expresión
característica será naturalmente el Ser Andrógino, el cual surgirá del perfecto
equilibrio del "par de opuestos" que rigen el proceso de la vida manifestada o
del equilibrio del Fuego Creador, manifestando así en espacio y tiempo las
cualidades divinas de una naturaleza redimida.
El cuerpo etérico del ser humano corriente en el momento actual, aún cuando son
previsibles muy importantes cambios en su estructura etérica por efecto de la
creciente influencia de Shamballa (el centro más inclusivo del planeta) y a la
actividad de los Rayos que condicionan las Razas, las Eras, cada uno de los
Reinos de la Naturaleza y las distintas civilizaciones planetarias, tiende hacia
una evolución superior. El orden en que por analogía aparecen los centros, los
Rayos y los planetas en el hombre medio, por el cual los Responsables del
Planeta catalogan el estado evolutivo de la Humanidad en un momento histórico
del tiempo, es el siguiente:
Con respecto al cuerpo etérico de los Iniciados y los Discípulos muy
evolucionados, el orden de distribución de las energías planetarias y de los
Rayos sufre importantes modificaciones provocadas por la creciente influencia de
la Mónada espiritual (en estrecha vinculación con el Centro Shamballa) y,
excepto un sólo planeta, Plutón, todos los demás planetas son de carácter
sagrado. Vean, por favor, esta analogía:
En el cuerpo etérico del Adepto en encarnación física deberemos suponer,
lógicamente, que toda la energía que se expresa a través del mismo, o de Sus
Centros etéricos, proviene de planetas sagrados. El planeta que sustituye a
Plutón es uno, todavía no revelado objetivamente en el Sistema Solar, aunque
plenamente activo en los niveles ocultos, y trasciende la más aguda y penetrante
visión espiritual, ya que todavía se halla "místicamente velado por el Sol".
Extrañará, sin duda, no ver incluido el Cuarto Rayo en la expresión de la
energía solar actuando a través de los distintos planetas, sagrados o no, sobre
los centros etéricos de los seres humanos. Esto queda debidamente explicado por
el hecho de que el Cuarto Rayo es el Rayo de la propia Humanidad, considerando a
ésta como un centro etérico en el Cuerpo del Logos Planetario o de Su expresión
etérico-física, Sanat Kumara. Este Rayo es, pues, omnipresente y omniactuante
sobre el Cuarto Reino o Reino Humano y actúa incesantemente sobre todos y, cada
uno de los centros etéricos distribuidores de energía, de la misma manera que el
Quinto Rayo, en un aspecto superior y trascendente es omnipresente y
omniactuante en relación con el Centro planetario de la Jerarquía, el cual está
misteriosamente conectado con el planeta Venus, cuyo Logos Planetario pertenece
al Quinto Rayo. Esto les explicará hasta cierto punto la identidad kármica de
este Logos con el Señor de nuestro Mundo, Sanat Kumara", así como la misteriosa
vinculación del Quinto Reino de la Naturaleza [Jerarquía Planetaria o Gran
Fraternidad Blanca] con el Sagrado Esquema de Venus, con el Quinto Plano de la
Naturaleza divina y con el Plano Mental Cósmico. Aplicando correctamente la
analogía, las cosas más difíciles y aparentemente más misteriosas y lejanas,
pueden ser debidamente comprendidas, al menos en sus implicaciones más cercanas
y asequibles a nosotros. Como siempre hemos tenido interés en señalar, no hay
que temer el ampliar constantemente nuestra conciencia mental en dirección a las
más insondables perspectivas. Es precisamente así como se crece en el mundo
esotérico y como nuestro ser se explaya en los mares del Infinito.
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