CAPÍTULO VII
DEVI YOGA
Llegamos finalmente, en el desarrollo de nuestro estudio, a la consideración
esotérica de Devi Yoga, el último de los Yogas accesibles a la humanidad en la
presente ronda planetaria. Como dijimos en su oportuno lugar, Devi Yoga es un
Yoga excepcional al alcance solamente de seres excepcionales, de aquellos que en
el pasado realizaron los requeridos esfuerzos y obligados sacrificios personales
y que remontando las tiránicas imposiciones del medio ambiente, del atavismo
personal y del proceso kármico de la vida humana que llena con su estela de
dolores y dificultades las páginas de la historia planetaria, pudieron llegar a
la cumbre de sí mismos y situarse plenamente concientes en el más elevado centro
de evolución individual, el Centro Sahasrara o Chacra Coronario.
De acuerdo con el proceso de la evolución mística, este Centro constituye el más
precioso don o gracia santificante, ya que expresa en su acabada esencia el
Arquetipo divino que el ser humano ha de desarrollar en esta Cuarta Ronda. A
este Yoga se refiere precisamente el Misterio de la Ascensión y según se nos
dice esotéricamente, sólo los Adeptos o Maestros de Compasión y Sabiduría, son
accesibles al aspecto superior y trascendente del mismo. Queremos significar con
ello que cuanto digamos con respecto a Devi Yoga hará referencia mayormente a
aquello que sea accesible a los aspirantes espirituales y discípulos en
entrenamiento esotérico en el momento actual, dejando las implicaciones más
profundas y universales al juicio místico de la intuición que es la que, en
definitiva, ha de sancionar correctamente la verdad de todo posible comentario.
Afianzando la mente en el propósito divino, situando la atención en el centro
más elevado de uno mismo y tratando de ser plenamente conscientes allí, es como
podremos descubrir algunas de las posibilidades de acción inmediata en relación
con Devi Yoga. Hay que señalar al respecto que en esta elevada atalaya en donde
mora el más augusto y profundo de los silencios, existe un punto de anclaje para
las energías de la Mónada Espiritual, queriendo significar con ello que el Fuego
que allí se manifiesta, consustancial con el Misterio de la Vida, es de
naturaleza eléctrica y que el poder del "Dios Agni" se expresa allí en su más
pura y acabada esencia en lo que al ser humano se refiere. Queremos decir con
ello que se trata de "un lugar" eminentemente sagrado y que su centro de
irradiación, con respecto al planeta Tierra, se halla en aquella parte del
mismo, perdida en el Corazón de Asia, que los esoteristas mencionan en los
tratados ocultos con el nombre de Shamballa, "La Isla Blanca" en el desierto de
Gobi.
Hay pues una positiva, directa y permanente relación entre el Centro Sahasrara,
la Mónada Espiritual, las energías del Fuego Eléctrico y el Centro Planetario
Shamballa, caracterizando esta relación o vinculación aquella facultad dinámica
y resolutiva del Ser que llamamos Voluntad. La voluntad firme, aguerrida y
triunfante caracteriza el aspecto principal del proceso de Devi Yoga, y habrá
que decir que no todos los aspirantes espirituales se hallan capacitados para
seguir "este Camino de Fuego que hay que hollar con los pies desnudos y sin otra
defensa y guía que la ardiente fe, el decidido propósito y el más profundo
desapego".
El Fuego de Shamballa que se expresa gradualmente en el ser humano a través del
Centro Coronario es de carácter muy diferente —desde el punto de vista de
nuestra observación normal— al Fuego Solar que se expresa por medio del Centro
Cardíaco, el cual, en su línea de expresión superior, caracteriza el proceso de
Agni Yoga y pone en vibración e incandescencia aquellos sutilísimos filamentos
etéricos, llamados "nadis", que van del Centro Cardíaco al Chacra Coronario.
Podríamos decir al respecto que Agni Yoga actuando desde el centro místico del
corazón inicia el proceso o Misterio de la Ascensión, el de la más terrible
lucha contra los avatares de la vida personal y de "la serpiente de toda posible
tentación", que culmina en Devi Yoga, el de la unión mística con "el Padre en
los Cielos". La culminación de Agni Yoga en Devi Yoga, la progresión de las
energías del Fuego Solar del Centro Cardíaco hacia el Centro Coronario, el más
profundamente esotérico, en donde se manifiesta el Fuego Eléctrico de Fohat, es
obra de los espíritus realmente fuertes, de aquellos que cansados del tormento
de vivir (la vida humana dentro del incesante fragor del karma), decidieron un
día salvar las fronteras que limitan el espacio y el tiempo para fundirse en la
Vida de Dios como se funde el río en el océano.
Hay todavía otras interesantes implicaciones a tener en cuenta entre lo dicho en
este capítulo y lo que se dijo en capítulos precedentes. Por ejemplo, en Agni
Yoga se precisaba un contacto definido con el cuarto subplano del Plano Búdico.
En Devi Yoga y por razones de la más acrisolada analogía, se puede hablar de un
contacto con los planos superiores de aquel plano, lo cual implica la perfecta
sutilización del cuerpo etérico, receptor de toda posible forma de energía, una
purificación total de los "nadis" y un pleno funcionamiento y desarrollo de los
centros etéricos. Ello implica una reorientación total de la vida psicológica y
la puesta en marcha, en forma definitiva, de lo que esotéricamente llamamos "el
Sendero de la Santidad", el cual entraña el más potente de los dinamismos y la
conversión paulatina del ser humano en aquella esencia espiritual, o monádica,
mediante la cual el Creador vivifica los éteres del Cosmos.
Como verán, estas ideas aparecen sólo como unas lejanas hipótesis y el trabajo
de ustedes tendrá que ser el de relacionarlas con todo cuanto aquí hayan
comprendido del proceso espiritual o místico de la historia, tratando de captar
el significado mayor mediante el cual Devi Yoga puede ser considerado, no sólo
como el Yoga del futuro, sino también como el Yoga final como resultado de la
vida del hombre aquí en la Tierra. Las aperturas de Luz son tan extraordinarias
que la mente del más sagaz y profundo investigador queda como absorbida o
diluida en la búsqueda de estas superiores implicaciones espirituales de la vida
humana, en donde los términos Luz y Fuego aparecen como idóneos y
consustanciales en todos sus aspectos. Esta comprensión permite adquirir la
certeza de “Vida Iniciática", y hay que reconocer que en tal etapa se le exigirá
al investigador una especialización total de todas y de cada una de las células
del cerebro y del corazón, las cuales, en su íntima comunicación e
interdependencia, originarán espontáneamente la combustión o ignición del
sistema entero, abarcando órganos, centros, glándulas y nadis, funcionando
entonces el conjunto en forma equilibrada e indescriptiblemente armoniosa. En un
organismo así constituido, según las sagradas leyes de armonía, existe tal
tremenda seguridad espiritual y tal equilibrada expresión psicológica, que el
ser humano que haya logrado llegar allí es liberado radicalmente, no sólo de
enfermedades físicas y conflictos emocionales, sino también y para siempre del
"conflicto de decidir". Esta etapa será mejor comprendida si se puede imaginar a
un ser humano cuya expresión psicológica no viene condicionada por la actividad
del llamado "libre albedrío", o capacidad de decidir entre dos o más cosas,
circunstancias o situaciones. Supondremos lógicamente que sus elecciones,
decisiones y juicios serán siempre los más correctos, certeros y oportunos, por
cuanto su mente y su corazón plenamente integrados descansan siempre en el
juicio certero de Dios con Cuya Mente se hallan perfectamente identificados. De
ahí que Devi Yoga debe ser considerado como el de la Unión con Dios, a
diferencia de los Yogas anteriores que reflejaron progresivas integraciones del
alma del aspirante con aspectos cada vez más sublimados de la propia naturaleza
humana. Se trata principalmente de la conquista final de aquello que Cristo
denominó "...los Negocios del Padre", gestados en las zonas libres del tiempo y
en donde el buscador puede en forma consciente contribuir al desarrollo del Plan
de Dios aquí en la Tierra.
a) Invocación, contacto y control
La “Vivencia de Dios" en lo profundo del corazón, la capacidad de interpretar Su
Voluntad en cada uno de los actos de la vida cotidiana, lleva como consecuencia
el llamado 'Poder de Dios", y el ser humano que ha logrado alcanzar esta tan
avanzada etapa del Yoga, utiliza el Poder de Dios para llevar conscientemente la
esencia de Vida a todo el Universo a su alcance, siendo característica de este
Poder el control y el dominio de determinados grupos de devas que, encuadrados
en múltiples jerarquías, constituyen las Fuerzas vivas de la Naturaleza. Es
debido precisamente a esta consecuencia natural que nos pareció conveniente
denominar Devi Yoga a este tipo de Yoga, por cuanto implica contacto consciente
con estas sagradas huestes constructoras de todas las formas objetivas y
subjetivas del planeta y un sabio e inteligente control de las mismas con el
objeto de cooperar definidamente y dentro de la línea particular de Rayo, con el
Poder de la Divinidad en la Naturaleza. La actividad de Devi Yoga a la que todos
deberemos acceder algún día, presupone:
a) Una perfecta conciencia en el nivel búdico y un permanente contacto con la
esencia búdica (dimanante del plano etérico cósmico), que manipulan los Devas
del Plano Búdico de nuestro Sistema Solar.
b) Continuidad de conciencia dentro de una definida línea de Rayo, teniendo
poder en el mismo y utilizando las energías características de tal Rayo para
cooperar con los Devas superiores en la construcción de nuevas y más perfectas
formas de vida en la Naturaleza.
c) Un contacto conciente con los "Cinco Sagrados Arcángeles" Señores de los
Planos Átmico, Búdico, Mental, Emocional y Físico. En esta línea de contacto
natural se halla implícito el Misterio de la Quinta Iniciación, que convierte al
ser humano en un Adepto.
d) El poder de controlar conscientemente las huestes dévicas que se expresan en
los Planos Mental, Emocional y Físico, simbolizando este poder la gloria
infinita del desapego de los mismos que halla su expresión en la conocida frase,
con referencia al Adepto, de "Señor de los Tres Mundos".
e) Una inspiración constante y la creación de un nuevo Antakarana hacia los
niveles Monádicos, nuevas Avenidas de Luz para el Yoga del Adepto que deben
culminar en las iniciaciones Sexta y Séptima, caracterizando el estado puro de
Chohan o de director Espiritual dentro de un definido Rayo de los que se
manifiestan en nuestro planeta.
Como iremos apreciando a medida que vayamos extendiendo nuestros comentarios
acerca de Devi Yoga, el proceso que va del hombre corriente, accesible sólo a
las prácticas o ejercicios del Hatha Yoga, hasta el Adepto u Hombre Perfecto,
que ejercita su elevado tipo de vibración en el Plano Búdico de nuestro Sistema
Solar, es eminentemente selectivo y se va adquiriendo "poder" en cada uno de los
planos y subplanos en donde se practica y ejercita determinado tipo de Yoga.
Este "poder" entraña siempre tres aspectos consubstánciales: invocación,
contacto y control de los elementos dévicos que realizan su evolución en cada
uno de los niveles que se van conquistando por el correcto ejercicio del Yoga.
En cada plano de la Naturaleza y consecuentemente en cada uno de sus respectivos
subplanos, "se agitan gozosamente" una increíble multitud de ángeles o devas,
constituyendo unas bien establecidas jerarquías cuya misión o línea de evolución
es "construir" constantemente las formas que caracterizan cada plano o subplano,
para dar lugar a la expresión de las Mónadas Espirituales dentro de los Siete
Rayos y a todas aquellas otras criaturas dentro del Universo de Jerarquía
creadora distinta a la humana, que realizan también un proceso definido de
evolución dentro del Gran Esquema Creador de la Divinidad. Esta idea presupone
la introducción en el campo de nuestro estudio acerca del Yoga, de otros
elementos hasta aquí desconocidos que junto con nuestra Cuarta jerarquía
Creadora, la humana, contribuyen a la expresión característica del Logos de
nuestro Universo.
b) El Poder de Dios en el Hombre
Con respecto al "poder" que el ser humano va adquiriendo en los distintos
niveles evolutivos de su conciencia, hay que tener en cuenta que el "control de
uno mismo", tal como corrientemente es enunciado en cualquier tratado
psicológico o estudio acerca del Yoga, dentro del dilatado esquema de la
evolución individual, es la base del poder o dominio sobre determinados grupos
de devas los cuales, sin que el ser humano se aperciba, van creando a su
alrededor aquellas situaciones ambientales que constituyen el Karma.
Podríamos decir, pues, que Devi Yoga empieza a actuar sobre el individuo en las
primeras fases de su vida psicológica, en las primeras expresiones del Yoga en
su existencia como ser humano hasta culminar en el estadio de perfección. Existe
una continuidad de vida, de conciencia y de forma por doquier dentro del
infinito océano del espacio donde se expresan los mundos, los Universos y las
Galaxias y, habida cuenta de que el ser humano es una reproducción exacta de ese
Misterio de Vida que da lugar a "una expresión de forma objetiva, a una
incesante evolución de la conciencia y a la continuidad de un propósito
creador", es obvio que sus razones íntimas son siempre de orden universal,
expresando en todo momento un "poder" o karma de acción, que debe tratar
constantemente de controlar e inteligentemente dirigir para evitar ser
controlado o dirigido por aquél. Devi Yoga expresa en su acabada esencia el
"poder" del hombre sobre el ambiente y sobre las circunstancias. Desde el
individuo corriente al Adepto se extiende así una línea de poder o de acción
kármica que cada cual debe tratar de conquistar desde su particular nivel de
evolución, a fin de contribuir con su esfuerzo a la evolución del gran conjunto
de la Naturaleza, el cual, por razones de la más acrisolada analogía "cumplirá
su verdadera misión cuando el hombre haya cumplido la suya".
Al llegar a este punto de nuestro estudio, la analogía nos lleva también a otra
importante conclusión: la perfección de un determinado tipo de Yoga,
involucrando el control de ciertas áreas de expresión psicológica del ser
humano, invoca el poder de la Mónada Espiritual, con el consiguiente dominio
sobre las Jerarquías dévicas que operan en cada uno de los Planos de la
Naturaleza. Por ejemplo, el control ejercido sobre el cuerpo físico por medio de
Hatha Yoga, implica el control y el dominio, seamos o no conscientes de ello, de
la "infinita cantidad de vidas menores" que componen el mismo, en el bien
entendido de que cada una de estas vidas es expresión de una diminuta conciencia
psicológica, con una mente orientada hacia ciertos fines definidos dentro del
organismo y poseyendo una forma cualificada para poder cumplir adecuadamente
estos fines. Así, el cuerpo físico del ser humano, analizado desde un plano de
observación netamente espiritual, aparece como un verdadero Sistema universal,
un verdadero diseño cósmico que reproduce en miniatura pero en todos sus
detalles, cuanto ocurre en el Macrocosmos o Universo Solar, con un sol central
de vida, el corazón y con una serie de planetas oscilantes, los chacras etéricos
y las glándulas endocrinas, con los correspondientes órganos, células y
diminutos cromosomas, inmerso todo este conjunto en el elemento coordinador, o
"éter" que permite y facilita no sólo su particular hegemonía como organismo
viviente, sino también la relación con todos los demás cuerpos que componen el
gran conjunto universal y la exteriorización de su contenido psicológico,
familiar y social. Podemos ver, pues, que el organismo físico y su contraparte
etérica son expresión de una Entidad psicológica central que en los estudios
esotéricos es definida como "Elemental Físico" el cual, a su vez, trata de
manifestar la Conciencia psicológica del Alma, de acuerdo con el grado de
evolución espiritual de ésta. Teniendo en cuenta que el "Elemental Físico" está
constituido por una serie incalculable de vidas menores atraídas a su centro de
atracción por grados de afinidad con la evolución del alma, nos daremos cuenta
del inmenso trabajo que hay que realizar en el sendero de perfección individual
y las características especiales del Yoga en cada uno de los estadios de ese
incesante proceso de perfección.
c) Igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba
Ahora bien, el "elemental físico" empezó a crearse en las primeras subrazas de
la primera Raza y constituye actualmente un Poder extremadamente dinámico,
particularmente tiranizante, que se ocupa de la conservación del organismo
físico, de las complicadas funciones orgánicas y de la absorción incesante del
Prana o sustancia vital. Hay, no obstante, una falta apreciable de ajuste entre
este "elemental físico" y el alma humana. Esto produce desarreglos, fallos y
desequilibrios y su resultado físico es la enfermedad en todos sus aspectos.
Mencionamos esta circunstancia sólo como un indicio de cuál ha de ser la
participación del Hatha Yoga en la evolución del proceso de coordinación,
equilibrio y perfecta coordinación entre el Alma superior y su servidor en el
plano físico, el "elemental físico" y la importancia que le asignamos al término
"control". Control implica, ante todo, una comprensión plena de que cada uno de
los elementos "dévicos" que constituyen nuestro cuerpo físico, es decir, aquello
que esotéricamente definimos como "vidas menores", participan de nuestra propia
vida y conciencia y responden sintónica y automáticamente a todas nuestras
modificaciones de conciencia, es decir, a nuestros humores y estados de ánimo,
sean buenos, sean malos. Podemos llegar así fácilmente a la comprensión de que
la relación entre nuestro conjunto celular y nosotros mismos, como Entidades
psicológicas centrales, es idéntica a la del Logos Solar con respecto a
nosotros. "Si somos hechos a imagen y semejanza de la Divinidad", tal como
afirman todas las grandes filosofías y religiones, el inmenso conglomerado de
átomos, células, órganos, glándulas y centros etéricos que constituyen nuestro
cuerpo físico, están hechos también "a nuestra imagen y semejanza", como una
respuesta sintónica a nuestro estado evolutivo y, en su totalidad, constituyen
nuestro universo físico inmerso en el Universo mayor y cualificando el éter con
una especie particular de aura o campo magnético que define perfectamente lo que
somos, lo que sentimos y lo que pensamos. Como irán apreciando, la analogía,
clave de la sabiduría, es perfecta en todos sus detalles. Nuestro conjunto
celular, es decir, nuestro “elemental físico" está como inmerso dentro del
universo físico que ha ido creando a través del tiempo y viene condicionado o al
menos debería ser condicionado, por nuestra voluntad, de la misma manera que
nosotros somos condicionados por la Voluntad de Dios. Siendo todavía más
concretos, podemos afirmar que cada uno de los elementos físicos que integran
nuestro cuerpo puede decir con respecto a nosotros, aquello que nosotros decimos
con respecto al Dios de nuestro Universo: "En El vivo, en El me muevo y en El
tengo el ser". Tan completo es así el círculo menor dentro del cual vive, se
mueve y tiene el ser el más humilde electrón dentro de no importa qué tipo de
átomo que entra en la composición de un cuerpo físico, como el más elevado
círculo cósmico abarcando en su interior, en su "círculono- se-pasa", una serie
infinita de Universos Solares.
Se darán cuenta también, dentro de este sistema de relaciones que estamos
tratando de descubrir y evidenciar, de que cuando hablamos de "control", o de
"poder" en relación con el cuerpo físico, y por lo tanto en relación con Hatha
Yoga, estamos refiriéndonos asimismo a todos y a cada uno de los cuerpos a
través de los cuales nos manifestamos como almas, es decir, el vehículo
emocional y el cuerpo mental y, en una más elevada esfera, a aquellos
sutilísimos vehículos todavía en estructuración que llamamos cuerpo causal,
cuerpo búdico, cuerpo átmico, etc., para llegar a la conclusión de que en el
ejercicio del "poder" y obligados por las Leyes del karma, estamos tratando
constantemente de revelar la Gloria de Dios, la cual debe reflejarse en la más
humilde célula de nuestro cuerpo físico. Así, cuando esotéricamente hablamos de
"gloria", nos estamos refiriendo a aquel proceso de "radioactividad" o de
"brillo mayor" en un sistema de relaciones físicas, dentro de la cual cada átomo
se libera de su carga de energía inferior, o sustancia puramente física y sujeta
por lo tanto a la gravedad de la tierra, para asumir la función mayor del
proceso redentor mediante el cual la "sustancia redimida", al perder peso o
gravedad, asciende por la escala de valores vitales de la existencia hasta
situarse en el plano de luz, en el corazón del átomo. Todo átomo liberado o
redimido de sustancia material, dentro del proceso selectivo de la Naturaleza,
pasa a formar parte entonces del proceso místico de liberación individual y
cuando hablamos de la primera iniciación, con respecto a este proceso, queremos
significar que una considerable parte de nuestro conjunto atómico físico ha sido
liberada, redimida y convertida en luz. Lo mismo ocurre con los cuerpos
emocional y mental, a través de los sistemas de unión del Bakti Yoga y Raja
Yoga. Una considerable cantidad de elementos dévicos, o átomos vivos,
introducidos en dichos cuerpos permiten los Misterios del Bautismo y de la
Transfiguración, entendiendo con ello la gran liberación de luz que se va
realizando a través de aquellos cuerpos y que constituyen la base para la
segunda y tercera iniciaciones, esotéricamente comprendidas. Si siguen
atentamente esta idea se darán cuenta de la profunda relación que existe entre
el Yoga, la clave de la Redención, la Iniciación esotérica y los Misterios del
Cristianismo sobre los cuales, y de manera sutil, nos vamos refiriendo en el
curso de nuestro estudio. Extiendan ahora su visión sobre las áreas universales
en donde viven, se mueven y tienen el ser los componentes atómicos de nuestros
vehículos superiores búdico, átmico y monádico y tendrán un acabado esquema del
proceso de luz que conduce a la liberación total de nuestra vida como seres
humanos y a la participación total de nuestro ser en la obra de redención que
verifica la Divinidad con respecto a todo lo creado. Así, aplicando
constantemente la analogía, lo más complicado y difícil se nos hace fácil y
sencillo de comprender en torno de las grandes cuestiones involucradas en la
Vida de la Deidad Solar, así como el verdadero sentido de aquellas palabras
tantas veces repetidas de que "somos hechos a su imagen y semejanza". Lo grande
y lo pequeño se complementan perfectamente constituyendo un sólido e
indestructible bloque de substancia, en eterno proceso de redención y una sola y
única conciencia que labora desde el principio de los tiempos para liberar esta
substancia de la gravitación o peso del karma o del destino.
Todo en el Universo es, por lo tanto, una expresión de Vida, de Conciencia y de
Forma, misteriosamente vinculadas entre sí por unos alientos mayores
consubstanciales con el éter del espacio que permiten la cohesión, la
interdependencia y finalmente el proceso de iluminación o de redención. Nos
referimos aquí, ya muy concretamente, a la vida de los Devas, a los misteriosos
señores de la creación, eternos constructores de todo cuanto existe en el
Universo y reveladores de todos los Arquetipos programados por la Divinidad
durante el proceso de la evolución de Su indescriptible Esquema Solar.
d) La actividad cósmica de los Devas
Al llegar a este punto podemos decir que iniciamos de hecho el verdadero estudio
de Devi Yoga, y para hacerlo más adecuadamente vamos a preguntarnos: ¿qué es
exactamente un Ángel o un Deva? Podríamos responder de inmediato que se trata de
una entidad espiritual que posee un poder incalculable e indescriptible sobre
los éteres del espacio, sobre la sustancia material que entra en la composición
de todos los planos del Sistema Solar y sobre los elementos que entran en la
composición de todo cuerpo de sustancia. En la Vida central de la Divinidad
durante el proceso activo de creación de un Universo se manifiestan siete
elementos vivos como base de la estructuración de todo tipo de formas. De ellos
solamente conocemos cinco: la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter.
Otros dos, cuya infinita sutilidad sólo puede ser percibida por el Alto iniciado
de nuestro planeta, constituyen la base del Misterio iniciático y no podemos
entrar por lo tanto en detalles acerca de los mismos. Bastará señalar, sin
embargo, que estos elementos constituyen la base estructural de los planos
átmico y monádico, en donde los seres humanos no poseen todavía cuerpos
definidos.
Ahora bien, con referencia a la vida de los Devas, se puede señalar que sus
jerarquías se extienden desde el plano ádico, el de la propia vida íntima de la
Divinidad, cuya sutilidad y poder escapa por completo a la más profunda y
elevada de las concepciones, hasta el plano físico en donde realizamos nuestra
evolución como seres humanos. En cada uno de los planos existen determinadas
Jerarquías dévicas dependientes de un Poder dévico central a cargo de una
Poderosísima Entidad Dévica denominada en Oriente Mahadeva y en Occidente
Arcángel, cuya misión es revelar, a través de sus cohortes o jerarquías, los
Arquetipos o diseños espirituales que la Divinidad, allá en el insondable
Misterio de la Vida Infinita, ha ideado o programado para el particular
desarrollo de Su conciencia. Por lo tanto, un Arcángel, una serie de elevados
Devas y una incalculable legión de devas menores son responsables ante la
Divinidad del desarrollo del esquema programado y de la construcción de todas
las formas que, en su conjunto, constituyen la vasta esfera universal con todos
sus planos y dimensiones. Concretando estas ideas algo más, podríamos decir, por
ejemplo, que:
a. Un sistema Solar es construido de acuerdo con un diseño cósmico programado
por la Mente de Dios.
b. Este diseño, o Arquetipo, responde siempre al grado de perfección que el
Logos de dicho Sistema alcanzó en un período evolutivo anterior y viene
matizado, por lo tanto, de cierto tipo de karma, emanante de fuentes cósmicas.
c. Este diseño, caracterizando una cualidad específica de Rayo, está
constantemente presente en la Mente de la Divinidad y expresa un poder
característico y muy definido, constituyendo una "orden" a las Jerarquías
dévicas, agentes directos de su Voluntad.
d. Esta vibración, poder u orden han de ser ejecutados. Tal es el sentido de las
palabras místicas de Cristo: "Hágase Señor Tu Santa Voluntad". Los Arcángeles o
Ángeles Cósmicos son los ejecutores directos de esta Voluntad. Así, cada
Arquetipo, descendiendo de plano en plano y de jerarquía dévica en jerarquía
dévica, se transmite desde lo más elevado a lo más denso, siendo precisamente en
lo más denso de la materia donde deben ser objetivados los Arquetipos,
constituyendo este Misterio el proceso de la evolución.
e. Los Ángeles Cósmicos, Ejecutores de la Voluntad Divina, llenan con Su Vida
todas las oquedades del espacio. Son Éter y viven en el Éter, entendiendo por
éter aquella sustancia emanada de la propia Vida de la Divinidad que llena cada
plano del Sistema con un aspecto definido de Su Individualidad Psicológica y no
el éter, tal como lo considera la ciencia, como un simple elemento. Cada plano
de la Naturaleza tiene así su propio Éter, su propia sustancia vital y de
relación y su sutilidad depende de la sutilidad del mismo en orden a su
proximidad a la Vida central de la divinidad.
f. Podemos afirmar que el espacio, el éter que lo llena y los elementos
naturales, coexistentes en cada plano de la Naturaleza, constituyen la vida
expresiva de los devas, pudiendo asegurar también que no existen "vacíos" en el
Cosmos Absoluto, sino que todo está lleno de la sustancia vital de los devas
como Agentes creativos de Dios.
g. "En un principio de los principios", cuando sólo existía el caos, o el Gran
Vacío Cósmico (el Gran Pralaya), la Voluntad o Poder de expresarse del Logos,
emitió un Sonido, una Voz o un Mandato [Mántram Yoga]. Se le reconoce
esotéricamente como A.U.M., es decir, como "Hágase la Luz". A esta Voz sagrada,
que reproducen todos los Logos inmortales de no importa qué Sistema Solar,
respondieron inmediatamente la altas Jerarquías dévicas y "siguiendo las
infinitas e innumerables cadencias" de aquella Voz, o de aquel inapelable
mandato, fueron creadas las estructuras del Universo en orden al poder del
sonido, desde la más sutil a la más densa.
h. Existen siete planos dentro de nuestro Sistema Solar, desde el plano ádico,
en donde la Voluntad de Dios se halla quintaesenciada, hasta el plano físico.
Cada uno de ellos está regido por un Arcángel, o un Mahadeva, alrededor del cual
existe una Jerarquía dévica, o cohorte angélica, que secunda Sus planes, siempre
en relación con la Voluntad o Designio de Dios.
La comprensión de las razones que acabamos de expresar deja un gran margen al
proceso místico de la intuición, por cuanto estamos tratando cuestiones que por
sus especiales características escapan al aspecto discernitivo o deductivo de la
mente lógica.
Hay que admitir, no obstante, que carecemos todavía de una intuición lo
suficientemente desarrollada para poder llegar al fondo de las distintas
cuestiones involucradas y que nuestra mente, ausente todavía de elementos
dévicos de orden superior, se resiste a penetrar en aquellos supremos vacíos
cósmicos en donde se gesta la maravilla de la creación. Mantengamos, sin
embargo, nuestra tensión creadora y sigamos adelante.
Para ello hay que tener en cuenta lo que dijimos al principio de nuestra
argumentación, es decir, que el "control" sobre cada uno de nuestros cuerpos
conocidos engendra un poder o una voluntad que se expresa como dominio,
consciente o inconsciente, sobre una cantidad y calidad específica de devas.
Cuando nos referimos al concepto Hatha Yoga, tenemos en cuenta a los agentes
dévicos que "viven, se mueven y tienen el ser" dentro de los elementos que
constituyen nuestra naturaleza física, es decir, de la tierra, del agua, del
fuego, de los gases y del éter y que, en su conjunto, constituyen el "elemental
físico" cuyo control caracteriza precisamente aquel específico tipo de Yoga.
Teniendo en cuenta esta idea esencial, podemos aplicarla por analogía a los
demás cuerpos o vehículos sobre los cuales aplicamos, aunque con muchas
limitaciones todavía, el poder de nuestra potencia creadora. Nos referimos
concretamente a los cuerpos emocional y mental cuyo proceso de redención ha de
tener lugar en un próximo futuro dentro de nuestra ronda planetaria y sobre los
cuales nuestro Ángel Solar empieza a ejercer su presión espiritual. Bakti Yoga y
Raja Yoga son actividades universales que tratan de aprovechar el poder del Alma
superior sobre nuestras mentes y emociones. En esta área de poder, en este
"círculo-no-se-pasa" dentro de los planos emocional y mental, se va creando un
vacío de características personales que se va llenando progresivamente de
elementos dévicos de gran sutilidad y de más elevada vibración que los
corrientes a nuestro presente estado evolutivo. De ahí pues que la práctica de
Devi Yoga fue iniciada, sin que fuésemos conscientes de ello, en las
primerísimas etapas de nuestra búsqueda espiritual, aunque es realmente en Agni
Yoga donde el aspirante o el discípulo empiezan a ser conscientes de la
colaboración dévica en sus intentos de perfección. Se nos dice que esta
conciencia es realmente objetiva y real en el Misterio de la Transfiguración,
cuando el Hombre ha ascendido venciendo el imperativo de los sentidos, de la
sensibilidad y de los espejismos mentales, al monte Tabor
de su conciencia.
Ya para finalizar nuestro estudio sobre Devi Yoga insistiremos sobre algo que
dijimos al principio de nuestros comentarios y es que todo poder desarrollado y
no controlado se convierte en un motivo de regresión, de vuelta al incierto y
doloroso pasado, en un peligro que hay que evitar y al cual nos referimos en
nuestro estudio acerca del Laya Yoga. Démonos cuenta de que todos los Yogas son
consubstanciales y forman parte del proceso evolutivo de la conciencia humana
como un todo. No pueden ser separados los unos de los otros aunque así lo
hayamos hecho para una mejor comprensión de nuestro estudio, como no pueden ser
separados los planos de nuestro Sistema Solar ni los siete subplanos dentro de
un Plano, ni las distintas cadenas evolutivas dentro del Esquema planetario. El
proceso de perfección es Único, sólo varía la calidad de los elementos dévicos
que son introducidos en determinado estadio de aquél, siendo precisamente esta
calidad la que define al verdadero tipo de Yoga puesto en actividad en un
momento dado de la historia solar, planetaria o
humana...