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CAPÍTULO V
RAJA YOGA
El proceso de expansión del Yoga, siguiendo impulsos ordenadores cíclicos e
incorporados paulatinamente dentro de la conciencia animalizada del hombre
primitivo, sigue así hasta la quinta subraza de la Tercera Raza Raíz, la
denominada Lemur. Aquí el proceso sufrió una absoluta y drástica modificación.
Se nos habla esotéricamente de un Concilio Solar en el que estuvieron presentes
"enviados celestes" procedentes de otros planetas de nuestro Sistema planetario,
del propio Sol central espiritual y aún de otros Sistemas solares [Un día será
comprendida la verdad hermética de que todos los Universos son solidarios y de
que todos los Logos que se manifiestan a través de ellos, constituyen una
sociedad fraternal y familiar que escapa por completo a la comprensión de
nuestra pequeña inteligencia], más allá de nuestro Universo, aunque kármicamente
vinculados con el mismo, y que tomando como punto central de discusión el éxito
logrado en el planeta Venus por la implantación del "sistema iniciático" de
aceleración del proceso evolutivo de su esplendente humanidad, se tomaron
ciertos acuerdos los cuales fueron puestos en práctica más adelante,
aprovechando la óptima posición de ciertas potentes constelaciones siderales en
relación con el planeta Tierra. Tales fueron estos acuerdos:
1. Solicitar la cooperación de un Gran Adepto de la Cadena Venusiana en la obra
prevista de aceleración del proceso evolutivo de la Tierra.
2. El propio Logos Solar enviaría a nuestro planeta, a fin de remover los éteres
planetarios y prepararlos para la recepción del germen de la mente, a unas
misteriosas Entidades de gran elevación espiritual, de categoría similar a la de
nuestros Adeptos o Maestros de Compasión y Sabiduría, Quienes constituían una
parte integrante y activa de Su Chacra o Centro Cardíaco. Tales gloriosas
Entidades habían alcanzado su exaltado nivel espiritual en la evolución de un
Universo anterior que había precedido al que conocemos actualmente y constituyen
el supremo estímulo de la evolución humana. En la literatura esotérica, tales
Entidades espirituales son conocidas como los "Ángeles Solares" y también como
los "Dyanes del Fuego” (Doctrina Secreta) y expresan la perfección de un estado
de paz, amor, plenitud y sabiduría del propio Logos Solar, hasta donde pueden
ser comprendida por nuestra pequeña mente humana.
3. Serían movilizadas, a fin de contribuir a la expansión del proceso iniciático
que se estaba preparando, una considerable legión de "huestes angélicas" con la
misión definida de servir de intermediarios "celestes" entre la indescriptible
Potestad venusiana a la que nos hemos referido anteriormente y los Ángeles
Solares, así como preparar con el indescriptible dinamismo de Sus Vidas la
sustancia de los éteres para poder resistir la tremenda presión del Quinto gran
Principio Cósmico, la Mente de Dios.
Las incomprensibles razones que indujeron a los componentes del gran Concilio
Solar al que hemos hecho referencia, a solicitar del Gran Adepto Venusiano Su
decisiva cooperación en el aceleramiento del proceso evolutivo del planeta
Tierra, eran rigurosamente científicas, si es que podemos comprender
integralmente el valor de estos términos, y se basaban en el glorioso pasado de
este Adepto y en Su relación espiritual y kármica con algunos de los excelsos
Pitris que, provenientes de la Luna (cuando este satélite era un floreciente
planeta), constituían un núcleo de poder espiritual en el planeta Tierra, que el
Logos Solar vitalizaba desde Sus elevadas esferas de radiación y proyección.
Sanat Kumara, nombre bajo el cual es conocida esotéricamente la poderosa Entidad
venusiana, aceptó la misión que se le ofrecía como un Acto de Servicio y
Sacrificio Creador, y "dejando la Paz de los Altos Lugares" —tal como puede ser
leído en algunos de los pasajes de "El Libro de los Iniciados"— descendió a la
Tierra [Se emplea el término "descender" en un aspecto meramente pictórico y
descriptivo, ya que en los espacios cósmicos palabras como "arriba", "abajo",
"derecha","izquierda”, ascender y descender carecen absolutamente de sentido].
Vino acompañado de tres de Sus exaltados Discípulos de Su Ashrama en el planeta
Venus, y estas cuatro Entidades cósmicas son definidas en lenguajes esotérico y
místico como "Los Cuatro Kumaras" y también como "Los Señores de la Llama". Con
Su llegada al planeta Tierra se abrió el camino para una renovada expansión de
la Vida del Logos Solar. Se tuvo en cuenta también, ya que formaba parte de las
decisiones del Gran Concilio Solar, la evolución de un considerable número de
entidades monádicas procedentes de un remanente lunar que efectuaba su evolución
en la Tierra bajo formas animales de tipo superior y también la de las mónadas
espirituales, típicamente planetarias, que constituían el germen activo del ser
humano. Ambos tipos de mónada se hallaban en un muy similar nivel de evolución
espiritual y sobre ellas descendió, simbólicamente hablando, el Poder de la
Gracia Santificante, el Fuego Divino que debía convertir a todas ellas en seres
humanos, o sea, en aquel aspecto definido de la Vida planetaria que místicamente
conocemos como "La Raza de los Hombres". Ambos tipos de evolución monádica
participarían desde entonces de un mismo e idéntico principio redentor, el de la
Mente, con la participación conjunta de aquel gran Misterio Cósmico de Fuego
Creador que arde en el Quinto Plano del Sistema Solar y que tiene sus infinitas
repercusiones en el quinto subplano de cada uno de los Planos de la Naturaleza y
en cada quinta subraza de no importa qué Raza evolucionando en el planeta.
a) La Identidad Cósmica del Proceso
Vamos a resumir el proceso diciendo que la intervención directa de los Señores
de la Llama en los asuntos del mundo, la invocación de los Ángeles Solares y la
actividad de las huestes angélicas, procedentes asimismo del planeta Venus, en
su mística, armónica y conjunta actividad, tuvieron las siguientes consecuencias
con sus inevitables repercusiones en la evolución planetaria como un todo:
1. Fue iniciada, establecida y estructurada la Gran Jerarquía Espiritual, o Gran
Fraternidad Blanca, que ya desde aquel momento debería regir los destinos
espirituales y cíclicos de la Tierra y elevar la sintonía de todos los Reinos de
la naturaleza. Sanat Kumara, como expresión visible del proceso espiritual en
marcha y el Triángulo formado por los tres Señores de la Llama, más la
cooperación de tres indescriptibles Entidades cósmicas que voluntariamente
decidieron convertirse en Agentes subjetivos de los Mismos, constituyeron los
Siete Centros definidos mediante los cuales el Logos Planetario, a través de
Sanat Kumara, debería establecer un directo y permanente contacto con el Logos
Solar y con la naturaleza mística de Aquellos que constituían su cuerpo de
expresión.
2. Cada una de la entidades monádicas a las que nos hemos referido anteriormente
y que por su propia evolución habían rebasado cierto punto dentro del interés
colectivo del Tercer Reino de la Naturaleza, fue tremendamente exaltada, se hizo
potentemente invocativa "y elevando gozosamente su copa hacia lo Alto", exigió
por vez primera en la historia de la Vida de la Naturaleza, el derecho a poseer
un alma individual, libre e independiente. A esta potente invocación que
condensaba los suspiros de esperanzas de toda una eternidad, respondieron
inmediatamente los Ángeles Solares. Laborando inteligentemente en los éteres
para quemar en ellos las escorias procedentes de una etapa trascendida,
"hendieron profundamente sus espadas de justicia" en el interior del alma grupo
animal que cobijaba la integridad de tantos anhelos y esperanzas y liberaron a
todas aquellas mónadas que por su evolución natural habían trascendido o estaban
trascendiendo la etapa puramente animal en el seno místico de la naturaleza.
Fruto de esta actividad, tan poco relatada en los libros esotéricos, fue la
implantación del germen de la mente en el interior del cerebro del hombre-animal
y la inauguración del Cuarto Reino de la Naturaleza, la entrada de la Humanidad,
de la Raza de los Hombres, al ritmo de la evolución planetaria, consumándose así
el indescriptible sacrificio de los Ángeles Solares que desde aquel momento y
"hasta la consumación de los siglos" deberían estar vinculados a cada una de las
mónadas espirituales dotadas de alma por obra y gracia de un karma solar que
escapa totalmente a nuestra comprensión.
3. Las jerarquías dévicas o angélicas procedentes de Venus y de radiación solar
se unificaron con las huestes angélicas de procedencia lunar, que aquí en la
Tierra realizaban su evolución creando todas las formas existentes en la
Naturaleza. El resultado de esta vinculación dévica produjo el misterio infinito
de aquella rara sustancia o esencia (parece más correcta esta última
denominación) que conocemos con el nombre de electricidad. Había ya un cierto
tipo de electricidad, o de fuego, de origen planetario, conocido bajo el nombre
de Kundalini, que irradiaba calor y producía el misterio de la Vida. Pero, la
adición del Fuego Solar por las huestes dévicas de Venus produjo Luz [Luz es
asimismo el símbolo de la mente], la cual, en sus primeras fases, debía
determinar por "radiación", una exaltada evolución en el reino vegetal, el más
bello, puro y radiante de la evolución planetaria, así como una notable
expansión en el reino mineral, el cual, según se nos dice esotéricamente, perdió
gravedad o peso, por elevación del índice de los elementos químicos dotados de
radioactividad, es decir, la electricidad, de energía creadora.
El proceso de vinculación del planeta Tierra con el Corazón Místico del Sol, por
medio de Sanat Kumara y de la Jerarquía Blanca recién establecida, la
introducción del germen de la mente en el cerebro de los hombres-animales a
través de los Ángeles Solares y el contacto de la Tierra con aquella especie
particular de Fuego Creador que se manifestaba como "electricidad" y que
procedía directamente del Quinto Gran Principio Cósmico, o Plano Mental de
nuestro Sistema Solar, constituyó para la Tierra como un todo y muy
particularmente para la humanidad, el tercero de los Grandes Misterios de la
Evolución humana, el Raja Yoga. Se iniciaba así la era de la Transfiguración
planetaria y todo el proceso a seguir desde entonces, desde el momento mismo en
que una luz de raro fulgor había penetrado en el cerebro del hombre primitivo
dotándole de la facultad de autoconciencia, hasta llegar a nuestros días en que
está llegando a su plena expansión y florescencia la quinta subraza de la Raza
Aria y se están modelando ya los tipos humanos que constituirán la sexta subraza
de la misma, no ha sido ni es sino una expresión evolutiva del Raja Yoga, cuya
culminación como exponente de la actividad del quinto principio cósmico de la
Mente de Dios, se realizará dentro de algunos miles de años cuando aparezca
sobre la Tierra la séptima subraza de nuestra Quinta Raza. Los remanentes de las
otras Razas, precedentes conocidas como la Lemur y la Atlante, que en el drama
específico de la evolución han ido sufriendo constantes y definidos retoques por
parte de sus correspondientes Manús hasta llegar a sus últimas subrazas,
mantienen implícita todavía la actividad del Yoga específico merced al cual
pudieron manifestarse a través de las edades y están siguiendo un plan
arquetípico y sincrónico de acuerdo con el modelo solar que ha de ser proyectado
en un futuro no demasiado lejano y ha de reflejar, tal como diríamos en lenguaje
profundamente místico, la Gloria del Hijo de Dios, o del Hijo de la Mente, tal
como ocultamente también se define al Ángel Solar. Podemos decir pues, sin
riesgo a equivocarnos, que hay en la actualidad plenamente actuantes y en
ejercicio a la búsqueda de una plena integración de funciones, tres Yogas
principales: Hatha Yoga, Bakti Yoga y Raja Yoga. Sus analogías ocultas y sus
funciones arquetípicas, claramente definidas en el tiempo, son las siguientes:
b) El Cuerpo Místico de Expresión Universal
No es necesario profundizar mucho para darnos cuenta de que estos tres Yogas y
sus características funciones plenamente integradas, no son sino el aspecto
externo o Tabernáculo místico que ha de acoger al Verbo de Revelación, es decir,
que las tres cualidades antes descritas de Verdad, Bondad y Belleza, obedeciendo
cada cual a la Ley de un Arquetipo definido o diseño superior, proyectado por su
correspondiente Arcángel, Señor de un Plano de la Naturaleza, constituyen sólo
el Cáliz que ha de llenar con su esplendente Vida el Ángel Solar, una vez que
haya liberado éste merced al esfuerzo sostenido de muchas vidas de abnegación,
servicio y sacrificio, toda la energía solar contenida en el cuerpo causal y
logrado redimir la sustancia material constitutiva de los vehículos físico,
emocional y mental merced a los cuales el pensador espiritual está ejercitando
las nobles virtudes del Yoga.
El vehículo mental que, tal como hemos visto anteriormente, es una creación del
Ángel Solar ejercitando Raja Yoga a través de un germen de mente procedente del
Quinto Plano del Sistema Solar, en donde se halla el átomo permanente mental del
Dios de nuestro Universo, posee dos características muy claramente definidas,
como saben todos los sinceros practicantes del Raja Yoga. La una es de tipo
concreto y está relacionada con las energías etérico-físicas conectadas con el
aspecto intelectual de la mente y con aquella parte específica del cerebro en
donde se halla alojada la glándula pituitaria. La otra, de tipo totalmente
abstracto, maneja energías de calidad profundamente espiritual y mística y está
relacionada con la vida del Ángel Solar. Su campo de manifestación o de
irradiación es aquel misterioso punto en el cerebro que llamamos glándula
pineal. Entre ambos puntos o centros focales de la energía mental se desarrolla
toda la actividad del Raja Yoga, siendo éste la cumplimentación incesante del
Propósito del Señor Raja o Arcángel del Plano Mental de nuestro Universo y la
interpretación real por parte del ser humano de todos los hechos históricos de
la vida y la progresiva conversión de los mismos en motivos sustanciales de
experiencia. El desarrollo natural de observación, el proceso analítico de la
inteligencia, el poder de controlar las emociones y el desarrollo del proceso de
conexión de la personalidad psicológica humana con su más elevado y trascendente
Ser, mediante la unificación del centro Ajna (del entrecejo) con el centro
Sahasrara (en la cumbre de la cabeza), merced al tendido de aquel misterioso
hilo de comunicación denominado técnicamente "Antakarana", constituyen las
líneas naturales de expansión del cuerpo mental por medio del Raja Yoga.
Podríamos decir también, yendo esotéricamente al fondo de la cuestión, que Raja
Yoga es el proceso alquímico mediante el cual el ser humano utiliza
creativamente el Fuego Creador que arde en el quinto subplano del Plano Mental
de nuestro Universo, para quemar las escorias del tiempo, la atracción por lo
material y el deseo de ser y de existir en los tres mundos de la evolución
psicológica de la humanidad, depositó en los ocultos repliegues de cada uno de
los cuerpos de expresión psicológica y regenerar o redimir, así, aquella
sustancia sin principio contenida en el éter, cuya manifestación constituye el
fenómeno de la vida hasta donde nos es posible concebirla y a la que
corrientemente definimos con el nombre de "electricidad", el aspecto esotérico
del Prana vital.
Como verán ustedes Raja Yoga puede ser contemplada desde un ángulo distinto al
habitual y desde el centro de una dimensión superior a la corriente. Recogiendo
los datos de la historia, esta historia real de los hechos grabados eternamente
en el éter, en el Akasa, podemos llegar a la conclusión de que Raja Yoga es más
antiguo incluso que el propio mundo, ya que empezó a revelarse en el mismo
instante en que Dios, el Logos Solar, habiendo decidido incorporar Su Vida al
sistema planetario, inició el proceso mental y estructural de todo cuanto
debería constituir aquel Cuerpo universal que precisaba como soporte, fuente y
motivo de futuras e indescriptibles creaciones. Cuando más adelante los Ángeles
Solares, recogiendo el aliento supremo de la Voluntad de Aquel, se introdujeron
místicamente en el ser humano dotándole de la gloria de la mente, no hicieron
sino seguir adelante con un proceso espiritual y trascendente de Raja Yoga y
cuando el gran iniciado Patanjali inició unos siglos antes de Cristo la tarea de
reorientar creativamente la vida mental de los seres humanos a través de sus
famosos Yoga Sutras, no hizo sino salvaguardar el patrimonio místico de la
humanidad sometiendo a consideración de los entendidos un sagrado Código de
Leyes y Principios que, correctamente interpretados, deberían ayudar a
establecer contacto conciente con el Yo Superior, con el Ángel Solar, Señor de
la Siete Claves de la Sabiduría y del proceso místico de la historia.
A partir de aquí, tanto los métodos como las disciplinas y esfuerzos destinados
a crear el puente de "arco iris" del Antakarana, deben ser considerados
únicamente como unos simples fenómenos caleidoscópicos en el tiempo que cada
cual resolverá según su propio nivel de evolución y las ansias supremas de su
alma. Pero, más adelante, cuando en el devenir de nuestros estudios analicemos
el Agni Yoga, el Yoga de Fuego o el Yoga de Síntesis, seremos todavía más
concientes de la importancia fundamental del Raja Yoga como línea de acceso al
mundo de las realidades abstractas, tan trascendentes y al propio tiempo tan
místicamente desconocidas.
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