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CAPÍTULO III
HATHA YOGA
Según se habrá podido observar por las razones aducidas en el capítulo
correspondiente, Hatha Yoga se halla esotérica y místicamente vinculado con el
gran Misterio cristiano del "Nacimiento del Niño Jesús", constituyendo la base
de todo posible Yoga y la raíz de todos los esfuerzos humanos tendientes a su
propia redención psicológica y liberación espiritual. Justificando estas
razones, podemos emitir las siguientes ideas:
1. Nuestro Sistema Solar con todo su contenido, el Sol, los planetas, los
satélites, sus siete planos de evolución, sus esquemas planetarios, sus rondas,
cadenas, reinos de la Naturaleza, las razas y subrazas que constituyen las
distintas humanidades y las leyes y principios que concurren al desarrollo de
esta gigantesca estructura en incesante proyección y movimiento, es sólo el
Cuerpo Físico de una Entidad Cósmica. Podemos suponer pues que el entero proceso
de evolución de este Universo "en donde vivimos, nos movemos y tenemos el Ser",
se realiza según las reglas, principios y disciplinas de un indescriptible Yoga
Físico, de un Hatha Yoga Cósmico.
2. Este Universo físico en el que vivimos inmersos ha sido creado y está siendo
vivificado por una gloriosa Entidad Psicológica de Segundo Rayo, el Rayo Cósmico
del Amor, del cual Cristo ha sido el máximo exponente en nuestro planeta. De ahí
la importancia que se le asigna esotéricamente al Drama del Nacimiento de este
gran Avatar del Amor, por ser una expresión directa del verdadero Sendero de
Unión y Redención.
3. Por ciertas razones cósmicas que escapan por completo a nuestro entendimiento
pero cuyas causas se hallan en los Misterios profundamente esotéricos del
segundo Rayo, nuestro Universo viene regido por el Principio de Analogía o
Correspondencia, aquél que el gran Hermes Trismegistus, padre de la Sabiduría,
definió con este sencillo enunciado: “Igual es Arriba que Abajo, Igual es Abajo
que Arriba”.
En estas tres ideas, esotéricamente consideradas, se halla condensado el
Misterio del Hatha Yoga planetario en su esplendente analogía universal y con
sus infinitas y variadas derivaciones en el orden expresivo, así como en la
consideración de su absoluta trascendencia como soporte vivo del inmenso
edificio del Yoga en todos sus aspectos. Tenemos, en efecto, que por ser nuestro
Universo de carácter eminentemente físico, todo el esfuerzo evolutivo que se
realiza en cada uno de sus planos de evolución sigue las directrices del Hatha
Yoga impuesto por la Voluntad Central de un Logos Cósmico, en unas dimensiones y
en unos aspectos imposibles de ser comprendidos y analizados por nuestra pequeña
mente humana. La consideración de esta realidad nos lleva necesariamente —por
cuanto aplicamos la analogía— a otra muy importante conclusión: Hatha Yoga
constituye el Yoga de base, siendo todos los demás Yogas que irán apareciendo
según avance el proceso de evolución, unos aspectos cada vez más sutiles y
sensibilizados de este Yoga inicial o básico, es decir, sutilizaciones infinitas
de aquel gigantesco e indescriptible esfuerzo que surge de las profundidades
místicas de la Materia, en donde la Mónada, o Espíritu, trabaja incesantemente
desde el principio de los tiempos.
Esta idea aparecerá todavía más clara si le aplicamos al Yoga idéntica analogía
a la que nos sirve de referencia cuando hablamos de Planos y subplanos, de Rayos
y subrayos, de Razas y subrazas, etc., por la cual puede ser aplicada la teoría
de que todos los Yogas que irán apareciendo durante el curso de la evolución
planetaria, no son sino aspectos cada vez más sublimizados y redimidos del Hatha
Yoga. Con esta idea no hacemos sino clarificar todavía más, si cabe, la
afirmación esotérica de Mme. Blavatsky en "La Doctrina Secreta": " Espíritu es
materia en su estado más sutil y puro, materia es espíritu en su estado más
objetivo y denso". Nuestro propósito, pues, en este tratado esotérico sobre el
Yoga, es tratar de iluminar progresivamente las zonas intermedias, es decir,
aquellos niveles a nuestro alcance situados entre la Materia y el Espíritu y ser
conscientes, en cada uno de los sucesivos estadios que serán analizados, de
aquel poder divino y espiritual que introducido en la materia "está tratando
constantemente de redimirse y liberarse".
a) Todo Yoga es la representación objetiva de un Misterio Espiritual Yendo al
fondo de la cuestión que nos plantea el Hatha Yoga como base estructural de todo
el maravilloso edificio del Yoga y buscando su correcta analogía que, como
podrán observar, corresponde enteramente al Misterio cristiano y universal del
Nacimiento de Jesús, el Niño divino (símbolo perpetuo del Alma humana), notamos
la curiosa y al propio tiempo determinante analogía:
[* Y no la mula, tal como corrientemente se representa]
Esta descripción, avalada por los hechos históricos del Cristianismo, pero
fundamentalmente por la consideración de Cristo como un Mito Solar, o "Enviado
del Padre", nos inclina a asignarle a Hatha Yoga un carácter eminentemente total
y positivo. En efecto, en ningún otro Misterio del Cristianismo, desde el del
Bautismo en el Jordán, al de la Ascensión de Cristo a los Cielos, hallamos
reunidos todos los Reinos de la Naturaleza y todos los posibles estados
evolutivos del ser humano conducentes a la revelación del Arquetipo monádico,
como el Misterio del Nacimiento. Eso no nos inducirá naturalmente a detener
nuestras consideraciones esotéricas sobre el Yoga en el aspecto meramente físico
y objetivo, sino que trataremos en todo momento de sutilizar los aspectos
materiales y de asignarles caracteres cada vez más sutiles y trascendentes.
Resumiendo esta idea podríamos decir que la historia del Yoga, prescindiendo de
la diversidad de técnicas empleadas, podría ser representada como un gigantesco
Árbol en evolutiva y creciente expansión cuyas raíces, Hatha Yoga, se hallan
vigorosamente afirmadas en el suelo de la naturaleza material humana, pero cuya
Savia vivificante es la Vida del propio Espíritu o Esencia monádica, que
asciende desde estas profundas raíces buscando la gloria de Dios, "La Morada del
Padre" y creando al propio tiempo todo aquello que es consustancial con el Árbol
de la Vida que simboliza el proceso, es decir, el tronco, las ramas, las hojas,
las flores y los frutos; lo que equivale a decir la creación y desarrollo de un
sistema de evolución espiritual, siendo cada fase o estado la representación de
un plano o nivel evolutivo conquistado, físico, emocional, mental, búdico,
átmico, etc., hasta que la corriente ascendente de la vida humana, siempre de la
mano de un determinado y bien definido Yoga, llega a la superación y sublimación
de la conciencia personal para convertirse en un Iniciado, en Uno que Conoce y
Sabe, en un Miembro consciente de la Sagrada Jerarquía Espiritual o Gran
Fraternidad Blanca, que dirige los destinos cíclicos de nuestro pequeño mundo.
Teniendo en cuenta estos razonamientos, vamos a analizar el Hatha Yoga desde sus
más alejadas y profundas raíces históricas y considerar su actividad en el seno
de nuestra humanidad terrestre a partir del ciclo evolutivo correspondiente a
las primeras subrazas de la primera Raza Raíz. Nos hemos referido ya a las
características raciales y étnicas de estas primitivas subrazas y no vamos a
insistir nuevamente sobre ellas, pero será altamente instructivo considerar el
gigantesco e indescriptible esfuerzo que tuvo que realizar la Mónada espiritual,
descendida y vinculada con estas tupidas capas de materia densa o prisiones de
Materia, antes de no haber cerrado un particular ciclo de encarnación y haber
creado un cuerpo, un cáliz o tabernáculo capaz de albergar la fuerza expansiva e
incluyente del Verbo de Revelación.
b) La Estructuración del Hatha Yoga
El modo como fue realizado el proceso selectivo de los materiales afines, cómo
pudieron ser activadas las funciones orgánicas de los cuerpos que siguiendo
diseños arquetípicos iban siendo modelados, es un dramatismo realmente
inenarrable. Bastará señalar el hecho de que el ser humano, en sus remotos
orígenes, tuvo que aprender a respirar con penosos esfuerzos de su parte, a fin
de desarrollar los pulmones; de que se le instruyó en la necesidad de comer
porque precisaba de un estómago y de unos intestinos y de que fue aleccionado
también en el ejercicio del acto creador a fin de que la especie pudiera
perpetuarse a través del tiempo y ofrecer a las Mónadas espirituales una
renovada posibilidad de revelarse. Es decir, que las funciones orgánicas que
cualquier ser humano realiza hoy día no sólo sin esfuerzo, sino incluso con
placer, fueron en aquellos primeros tiempos de la humanidad "una tremenda y
dramática lucha" contra un medio excesivamente hostil y duro, de lo cual nuestra
mente no puede tener noción. Sólo elevando verticalmente la visión sobre el
plano horizontal de la percepción corriente y dirigiendo la vista hacia el
remotísimo pasado, puede apreciarse la trágica espectacularidad de aquel sublime
esfuerzo. No todos los seres que eran instruidos en aquel noble proceso de
ejercicio de la vida humana en embrión lograban el éxito en sus intentos; muchos
morían por no poder asimilar la excesiva dureza de la lucha y dejaban sus
tabernáculos sin terminar para volver a recuperarlos en conciencia en un período
posterior, a través de la ley kármica de reencarnación, la del principio de
redención.
Estas ideas que vamos exponiendo, relacionadas todas ellas con el Misterio del
Hatha Yoga, pueden aparecer como insólitas y de carácter misterioso, cuando no
de exageradas, habida cuenta de que el proceso de vida antes descrito tiene en
la actualidad un desarrollo automático y sin ningún elemento que incite a la
lucha, salvo aquella salvaguarda del principio de autoconservación. Pero, si
analizan ustedes aunque sea sólo como un débil ejemplo, la dramática lucha que
ha de sostener la pequeña semilla para romper la corteza de un suelo hostil,
árido y seco para surgir a la superficie buscando la luz del Sol, tendrán una
ligera idea de la lucha del ser primitivo, semilla de la humanidad terrestre,
para surgir triunfante de la batalla impuesta por el cruento y rigurosísimo
medio en que tuvo que desenvolverse y adaptarse siguiendo la imperiosa llamada
del Sol del Espíritu. Aquel sublime y espectacular intento debía culminar no
obstante en la estructuración de cada vez más nobles arquetipos, en la
modelación de organismos cada vez más complejos y estilizados, más sensibles,
por lo tanto, a la vida interior.
Hace sólo unos cuantos millones de años, dentro del dilatado proceso de la vida
planetaria, que posee la humanidad un cuerpo físico capaz de responder como lo
hace hoy, aunque sea sólo en una débil medida, al impulso conciente y creativo
de la Mónada espiritual y reflejar en su maravillosa y complicada estructura y
sincronismo de funciones, el diseño o Arquetipo físico que allá en la misteriosa
alquimia de los planos internos tiene preparado Dios para el ser humano.
Para aquellos, de entre Uds. que hayan estudiado esoterismo y dedicado un
preferente interés a la evolución de las grandes Razas humanas, a través de cada
una de sus respectivas subrazas, que vienen a ser como fragmentos o diseños
parciales que conducen a un acabado y perfecto tipo racial, les será
relativamente fácil comprender el alcance del Misterio que, bajo la denominación
de Hatha Yoga, tiene a su cargo el proceso combinado de armonizar las líneas
estructurales físicas, es decir, su apariencia objetiva que ha de responder a un
ideal de Belleza y de equilibrar las funciones orgánicas dentro de un perfecto
sincronismo con el Ritmo de la Naturaleza entera, lo cual se va consiguiendo a
medida que va siendo más conocida y concientemente utilizada aquella parte sutil
del cuerpo físico denso, es decir, el cuerpo etérico, doble etérico o cuerpo
bioplasmático [Según ha podido ser comprobado a través del descubrimiento de los
científicos de la Unión Soviética, los esposos Kirlian, la llamada Cámara
Kirlian, que permite fotografíar las emanaciones etéricas de este cuerpo sutil],
hacia el cual va especialmente dirigida la atención de los científicos de
nuestros días. El objetivo esencial del "doble etérico" es complementar el
desarrollo de esta soberbia creación que es el cuerpo físico del ser humano,
esta maravillosa estructura que Pablo de Tarso definió como "Morada del Espíritu
Santo", enlazándolo a la vida sensible de otros cuerpos, más sutiles todavía,
que el ser humano va construyendo paralelamente al esfuerzo creador de otros
Yogas o Misterios que surgen a medida que las distintas subrazas van
ofreciéndole a la Mónada espiritual estuches cada vez más útiles y preciosos
para albergar a la " Yoga en el Loto", el principio interno que revela el
perfecto Arquetipo.
c) El Objetivo Arquetípico del Hatha Yoga
Vemos, así, que todo el Misterio del Hatha Yoga está relacionado con la creación
de una estructura etérico-física que responda a los Arquetipos de Belleza y al
equilibrio de las funciones orgánicas, así como a la sensibilización constante
de cada uno de los elementos celulares constitutivos de esta estructura de
acuerdo con el ritmo solar o universal, lo cual presupone el establecimiento de
un sistema de contactos cada vez más estrechos y definidos entre el cerebro y la
mente, entre la mente discernitiva y la vida afectiva a través del cuerpo
etérico, que se convierte así en el vínculo de relación natural entre la
existencia en el plano físico y los demás planos del Sistema Solar en donde el
ser humano posee ya cuerpos definidos, como el astral y el mental y otros que
están todavía en proceso de construcción, como son el búdico, el átmico, el
monádico, etcétera.
Hatha Yoga, tal como se expresa y utiliza en nuestros días a través del deporte,
la higiene natural, la sana dietética o vida naturista y los diferentes sistemas
de respiración y control de los asanas, o posturas del cuerpo, tienen por objeto
pulir y refinar el Cáliz objetivo y sensibilizar constantemente el cuerpo
etérico para que pueda acoger sin fricciones (que son causa de enfermedades) la
creciente sensibilidad espiritual del Pensador, del Artífice, que con el
testimonio de Su Gracia santifícante debe recorrer el mundo ofreciendo
perpetuamente "su cuerpo y su sangre", en el sentido más esotérico y místico,
para que cada uno de los peregrinos de la tierra puedan colmar su hambre y sed
de justicia social y humana. La conocida frase mística «por sus frutos serán
reconocidos", se refiere a esa etapa del Yoga en que la vida de Dios es
perfectamente reconocible a través del cuerpo físico, como en el caso de los
grandes Avatares, Hermes, Budha, Cristo, etc.,que demostraron objetiva y
palpablemente la pureza de Sus esplendentes Vidas a través de unos Vehículos o
Cálices indescriptiblemente inmaculados y radiantes.
El logro de tales estados, como revelación de ciertos Arquetipos cuya identidad
hay que buscarla más allá de las fronteras de nuestro Universo ya que pertenecen
a un diseño de origen cósmico, es el objetivo del Yoga y su conquista, aún en lo
más inmediato, en lo meramente físico, exigirá una actividad mayor que,
proyectándose más allá del cuerpo conocido a través de sus centros o chacras
superiores, los del cerebro y del corazón, permitirá establecer contacto con la
Realidad más elevada, ese Dios en nosotros que constantemente nos está
solicitando. El surgimiento de los demás Yogas que el ritmo constante e
invariable de la evolución promueve, es el resultado de la presión interna de la
Mónada espiritual que desde arriba (chacra coronario) y desde dentro (chacra
cardíaco), trata de establecer una directa y positiva unión con la Vida divina
en todos Sus planos de Expresión Psicológica. De ahí que todos los Yogas son
solidarios con el principio físico de supervivencia y autoreconocimiento. La
Gloria de Dios debe revelarse ostensiblemente tal como lo demostró Cristo por
medio del Maestro Jesús. En estas últimas palabras se halla implícito el
Misterio cristiano que ha de ser revelado a través del Hatha Yoga.
Lo que se pretende realmente con esta Ciencia positiva de unión, a medida que la
corriente evolutiva converge en zonas de alta sensibilidad emocional y de
profunda penetración mental, es sutilizar el organismo introduciendo en el mismo
elementos vitales de muy elevada vibración, los cuales constituyen una especie
particular de prana más sutil aunque coexistente con el prana conocido, pero que
sólo podrá ser utilizado cuando la mente y el corazón (Raja Yoga y Bakti Yoga),
hayan alcanzado un cierto grado de desarrollo y equilibrio. Cuando los tratados
esotéricos sobre el Yoga venidos de Oriente, empezaron a suministrar
conocimientos de carácter superior y a afirmar hechos concretos con respecto al
misterio permanente que se agita en los éteres del espacio y a presentar el
elemento primordial, o Prana como origen del fenómeno planetario de la Vida, se
creyó haber llegado definitivamente al descubrimiento de la clave del Misterio
inicial de la existencia humana aquí en la Tierra, es decir, del Hatha Yoga.
d) Hacia la Resolución del Misterio
No obstante, ello constituyó sólo el principio de una persistente e incesante
búsqueda. Tal Misterio tiene todavía muchos secretos a revelar para el
consciente investigador, muchos elementos de conocimiento y de sabiduría que
aportar antes de que hayan sido cerrados completamente los círculos de
perfección física programados por la Divinidad para el ser humano arrancando del
gran Arquetipo causal o Ángel Solar, que es la matriz o modelo por el cual se
rige el entero proceso de evolución de la humanidad. A este respecto debemos
recordar lo que dijimos anteriormente en relación con el Misterio que encubre el
secreto de sabiduría de nuestro Universo, en el sentido de que nuestro Logos
Solar, nuestro "Padre en los Cielos", es el Agente físico de una Entidad
Psicológica de evolución Cósmica, cuya excelsitud escapa por completo a nuestra
más elevada inteligencia y para cuya expresión no existen ni palabras sutiles ni
el más profundo y penetrante pensamiento. Este reconocimiento nos lleva una vez
más a la consideración del Hatha Yoga como constituyendo la raíz fundamental de
todo posible Yoga en nuestro Universo, siendo cada uno de ellos expresiones cada
vez más sutiles y elevadas, en el orden físico, del drama psicológico que se va
realizando en cada uno de los Planos del Sistema Solar, a través de las
infinitas Jerarquías creadoras que en ellos tienen su morada. El incomprensible
e indescriptible Karma de nuestro Logos Solar es preparar un Cáliz cada vez más
perfecto para aquella Gloriosa Entidad cuya Vida Monádica actúa en niveles
cósmicos de incalculable trascendencia. Como pequeño indicio de tamaña grandeza
señalaremos un pequeño ejemplo: “nuestro plano búdico, en el que nuestra
conciencia halla su identidad mística o espiritual más elevada con la Divinidad,
es solamente una zona particularizada a nuestro alcance del Plano etérico físico
cósmico”.
Así, pues, y empleando como siempre la clave de la analogía, de la misma manera
que nuestro Logos Solar, representación física de un Logos Cósmico, se
manifiesta a través de siete estados cada vez más sublimados de conciencia y que
cada uno de tales estados constituyen los Planos característicos de la Evolución
Universal, desde el plano físico más denso hasta el plano ádico en donde los
éteres se han convertido en el Fuego Creador del Espíritu, así la Entidad
humana, a través de su cuerpo físico, ha de expresar o revelar siete estados de
conciencia, desde el nivel más denso en donde el Cáliz es tangible y objetivo
hasta el plano monádico en donde todo es luz y fuego y en donde la naturaleza
humana se halla plenamente deificada y redimida.
Dejamos pues al inteligente observador y profundo investigador esotérico la
tarea de resolver, según la clave de la analogía, el Misterio latente en el
Hatha Yoga y comprender que lo que trata de hacer la Vida que nos anima
internamente es purificar constantemente el Cáliz o Cuerpo, para que el Espíritu
pueda manifestar un día a través del mismo, el excelso Tesoro de Sabiduría que
constituye el aliento permanente y místico de nuestro Sistema Solar.
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