CAPÍTULO II
RAZAS Y YOGAS
Tal como ha sido anunciado en el Prefacio de este libro, todos los Yogas, desde
el físico al espiritual más elevado y trascendente, arrancan de un tronco común,
apoyado en raíces cósmicas y utilizando como marcos de su proyección y
realización el espacio, el tiempo, las grandes posiciones astrológicas de los
astros, las situaciones planetarias y las distintas Razas que van apareciendo en
la Tierra a medida que el espíritu humano, impelido incesantemente hacia
adelante en su constante búsqueda de lo eterno, va realizando su evolución y
revelando aquel indescriptible Arquetipo de perfección para el cual fue
programado desde las excelsas alturas por la Divinidad.
Lógico es admitir, pues, que existen un Yoga o Sendero y una Meta o Arquetipo
ideal para cada uno de los cuerpos o vehículos por medio de los cuales se
expresa el ser humano en el incesante devenir de su desarrollo evolutivo. Por
ejemplo, el cuerpo físico, a través del Hatha Yoga, tiene como Meta arquetípica
la Belleza y el equilibrio de las funciones orgánicas; el cuerpo emocional, por
medio del Bakti Yoga debe revelar Bondad desarrollando las cualidades de la
devoción, sensibilidad y armonía psíquica y el cuerpo mental, bajo la acción del
Raja Yoga, tiene como misión específica revelar la Verdad, la esencia del quinto
gran principio cósmico, educiendo las facultades de la razón, del intelecto y
del poder de actuar sobre la sustancia material, incorporándola al noble
ejercicio del espíritu creador.
El objetivo esencial de Agni Yoga, de acuerdo con las leyes evolutivas que rigen
la expresión del ser humano, es la integración de las cualidades básicas de
Verdad, Bondad y Belleza, en un solo Cuerpo místico de expresión universal,
introduciendo en cada uno de los cuerpos o vehículos del alma humana, la
cualidad de Síntesis.
Nos ha parecido asimismo conveniente, en nuestro sincero empeño de presentar el
Yoga en sus más dilatadas perspectivas, revelar, por primera vez quizás en algún
tratado esotérico, la existencia de un nuevo tipo de Yoga surgido de la presión
de los tiempos y del rápido cambio de situaciones planetarias provocado por las
potentes corrientes de energía que la Gran Constelación de Acuario derrama sobre
la Tierra. Denominamos Devi Yoga a este nuevo tipo de Yoga, aunque debemos
confesar honestamente que tal denominación quizá no sea la más adecuada y deba
ser reemplazada más adelante por otra más conveniente. De momento nos ha
parecido correcta debido a que Devi Yoga tiene que ver con el inteligente
contacto que deberán realizar los seres humanos con el soberbio mundo de los
devas, o los ángeles, en algunas de sus inmediatas jerarquías. No obstante y
como vía aclaratoria, deberemos decir que se trata de la fusión de la mente los
hombres con el sentimiento de integridad de cierto tipo de devas que habitan en
el cuarto subplano del plano búdico de nuestro Sistema. Aparentemente esta Meta
se halla todavía muy lejana de las posibilidades de los seres humanos en el
momento actual, pero, en realidad, el Reino de los Cielos con todas sus
magnificentes oportunidades está más cerca de lo que comúnmente se cree por la
magnitud del Misterio de Gracia por la cual toda alma tiene en el refugio del
Corazón y con toda su potencia la indescriptible posibilidad de aquel Reino.
Ahora bien, ateniéndonos al curso de nuestras ideas más inmediatas y de acuerdo
con el fin propuesto, podemos decir que cada tipo de Yoga corresponde a un
período determinado dentro de la expresión planetaria y es incorporado y
expresado inicialmente por una bien definida subraza dentro de cada una de las
Razas que van apareciendo cíclicamente en la Tierra en el noble empeño por
revelar un Arquetipo diseñado por su correspondiente Manú. [Potencia planetaria
que diseña el cuerpo físico de cada una de las siete subrazas dentro de la
correspondiente gran raza raíz, de acuerdo con arquetipos universales]
Podemos decir, así, que Hatha Yoga apareció en cierta lejanísima época de la
evolución humana, muchos millones de años antes de que la mente, como principio
de coordinación inteligente, actuara en el cerebro. Le siguió en el orden
evolutivo el Bakti Yoga, el Yoga de la devoción y de las emociones, cuando
empezó a construirse el cuerpo astral y la mónada individual empezó a manifestar
anhelos de aproximación a los demás seres que le rodeaban y a rendir un cierto
culto de la belleza. Siguió en este orden ascensional la aparición del Raja
Yoga, el Yoga de la mente, el de la razón y la autoconciencia, en aquella
mística etapa, que más adelante analizaremos, en que el ser semi-animal, que
sólo tenía de hombre la apariencia física fue elevado al misterio de la
individualización por intercesión de aquellas indescriptibles Entidades cósmicas
denominadas esotéricamente los Dyanes del Fuego [Doctrina Secreta] o los Ángeles
Solares.
Hay que decir, al llegar a este punto, que el estudio correspondiente al
principio de cada Yoga y la búsqueda de sus remotas raíces históricas, han sido
realizados leyendo en la luz astral en donde se proyectan los registros akásicos
o memoria cósmica de la Naturaleza. Tales registros nada tienen que ver con los
relatos de la historia corriente en sus libros y en sus tratados, sino que son
la expresión de "hechos vivientes”, tal como aparecen en la mente de un
observador que está reviviendo un recuerdo muy querido y lleno, por tanto, de
los más ricos y variados matices. El principio de analogía coopera en esta
percepción especial, muy corriente sin embargo en el investigador esotérico, de
ver “los hechos” tal como se produjeron realmente y no como los presenta la
historia, falseados o distorsionados. El tiempo, en su aspecto cronológico,
nunca ha limitado la visión de los grandes profetas e iluminados, ni la de
aquellos argonautas o aventureros del tiempo, que supieron adentrarse en la luz
de los sucesos reales de la historia y que pudiendo ver muy claros los sucesos
del pasado, supieron ver también muy claramente las oportunidades del futuro.
Existe un antakarana luminoso que surgiendo de las profundas oquedades de la
mente, en donde queda archivada toda historia real de la humanidad dentro de un
sagrado arcano de los hechos, y elevándose hacia regiones sutiles de la
intuición, permite al observador, como en una elevada atalaya, percibir con
igual claridad los hechos del pasado como los que tendrán lugar en el futuro. La
creación de esta atalaya, de esta línea de proyección ascensional que llamamos
técnicamente "antakarana", exige un perfecto entrenamiento mental y una
utilización constante del principio hermético de la analogía, que en ciertos
casos, permite adueñarse del secreto de la historia. Se trata, por así decirlo,
de engarzar los acontecimientos del pasado con los del futuro por medio de la
atalaya del presente, la cual brindará un radio de visión o de percepción tanto
más extenso cuanto más elevada sea la perpendicular del luminoso antakarana
desde donde efectuemos nuestras observaciones.
Desde "un determinado, aunque bien definido nivel" del antakarana individual,
han podido ser observados ciertos hechos del pasado en relación con nuestro
estudio acerca del Yoga y su identificación concreta, salvo aquellas pequeñas
lagunas o vacíos en el tiempo, que todo investigador encuentra en su camino, ha
corroborado una vez más la similitud o analogía de los procesos históricos de la
humanidad que dieron lugar a la aparición de determinados Yogas, con unas bien
definidas corrientes astrológicas y unos muy bien definidos Avatares. Algunos de
tales Avatares no han logrado ser identificados debido a la lejanía de su origen
histórico, que se pierde en la oscuridad misteriosa del tiempo [La cadena
lunar], pero las Figuras de Hermes, Cristo, Buda y Patanjali, más cercanas a
nosotros, surgen del fondo del Misterio con una luz esplendorosa que ilumina la
historia del Yoga, adjudicándole un valor inmortal y una razón de ser que
trascienden todos los aspectos especulativos de la mente y aún del propio
tiempo.
a) Las Grandes Vinculaciones Raciales
El Yoga, en todas sus expresiones, es la Voluntad de Dios expresándose en el ser
humano a medida que Su programa cósmico va realizándose en el tiempo. Cada tipo
de Yoga halla así su adecuada expresión y su período de realización en
determinado estadio del proceso evolutivo. Según nuestras observaciones
—corroboradas siempre por el principio de analogía— los tres primeros Yogas:
Hatha Yoga, Bakti Yoga y Raja Yoga, tuvieron raíces históricas en una bien
definida subraza de cada una de las tres primeras grandes Razas Raíces. No
obstante, a fin de facilitar nuestras ideas acerca de los principios del Yoga
como ciencia de expresión de la Divinidad planetaria, iniciaremos nuestro
estudio siguiendo este orden:
Les rogamos tengan presente que este orden no ha sido elegido al azar, sino
basándonos en hechos rigurosamente esotéricos afirmados en la sabiduría de la
Kabala, según la cual existe una misteriosa relación entre el número
característico de una subraza de cualquier Raza Raíz con el mismo número
correspondiente a la subraza de las demás Razas raíces. Hemos podido observar al
respecto, que en la tercera subraza de la tercera Raza se producía una
integración perfecta de funciones en el cuerpo físico de los seres humanos; que
en la cuarta subraza de esta misma Raza se notaba una particular y potente
expansión del aspecto emocional y que en la quinta subraza aparecía, por primera
vez en el destino cíclico del planeta Tierra y concretamente de la humanidad, el
fenómeno de la mente. Si siguen ustedes esta analogía podrán deducir lógicamente
que cuando el número de una subraza coincide con el de la Raza Raíz a la cual
pertenece, la integración que se produce ha de tener caracteres realmente
impresionantes y de tipo trascendente. Por ejemplo, los altos secretos de la
Magia y los grandes poderes psíquicos se introdujeron en la humanidad durante el
período de evolución asignada a la cuarta subraza de la Cuarta Raza Raíz, la
Atlante, y los tremendos avances técnicos y las grandes conquistas en el orden
científico de nuestra humanidad actual, tienen lugar precisamente en los
momentos cíclicos en que se está desarrollando e integrando la quinta subraza
dentro de la Quinta Raza, la Aria.
Al estudiar estas analogías que sometemos a la consideración de ustedes deben
tener presente que en función de actividad de Reinos se le asigna esotéricamente
al cuerpo físico el número 3 (reinos mineral, vegetal y animal), al cuerpo
emocional, el número 4 (reino humano) y al vehículo mental, el número 5, (en
razón de que es a través del mismo que se ha de alcanzar el quinto Reino de la
Naturaleza, el de las Almas y que la mente responde a la ley del quinto gran
Principio cósmico, el del Fuego creador).
Las dos primeras grandes Razas Raíces aparecidas en la Tierra y que crearon las
matrices físicas y emocionales de la humanidad, se pierden en la lejanía del
tiempo por cuanto estaban vinculadas todavía con la evolución del esquema lunar,
o sea, con la actividad de ciertos poderosos Pitris [Adeptos Potencias
planetarias] que en aquel planeta —hoy un cadáver flotante en el espacio y
condicionado al movimiento de rotación de la Tierra— realizaron su evolución.
Estas dos Razas traían el mensaje lunar en forma de dos definidos átomos
permanentes, el físico y el astral. El átomo permanente mental aparecería mucho
más adelante como una aportación netamente solar y entró en actividad por la
directa aportación de los Señores de la Llama.[ Cuatro Grandes Seres,
procedentes del planeta Venus, llamados también los Cuatro Kumaras]
Siguiendo el hilo de una correcta analogía podríamos decir que las primeras
Jerarquías espirituales que estuvieron en contacto con la incipiente humanidad
terrestre eran de procedencia lunar y que, a través de los primeros átomos
permanentes, el físico y el astral, que pusieron en vibración activando el poder
de su fuego o llama interna (un proceso de memorización cósmica), crearon las
primeras formas o vehículos para que la Mónada o Espíritu del ser humano,
iniciara su evolución.
b) Los Orígenes Raciales del Hombre
Los primeros cuerpos construidos (de proyección netamente lunar) no tenían
físicamente nada en común con los cuerpos actuales de los hombres. Aparecen ante
la percepción clarividente como una especie de sacos disformes, constituidos de
una materia gelatinosa y con unos orificios situados en donde el cuerpo humano
tiene actualmente la boca, la nariz y el expulsor de los elementos gastados del
organismo. Aparece sin carácter de sexo, lo cual hace suponer que la
reproducción de la especie es netamente andrógina o que se realiza quizá por
escisión, como en el caso de las amebas.[Véase artículo complementario: “La gran
escisión”] Existen dos únicas y bien definidas funciones, la alimentación y la
respiración. Toda la conciencia se halla centralizada en estas actividades
básicas y es conmovedor contemplar el trabajo de cierto tipo de devas
contribuyendo al proceso de estructuración de las formas y enseñando a aquellos
primitivos seres, semillas de la humanidad terrestre, a comer y a respirar. Esta
fase, correspondiente a la evolución de la primera subraza de la primera Raza
Raíz, es la primera actividad cíclica del Yoga en nuestro planeta. En este punto
todavía inconcreto e indefinido en el marco de la historia, pero constituyendo
un "hecho objetivo" para cierta modalidad de visión, o percepción, aparece Hatha
Yoga, el Yoga del cuerpo físico que, a través de las edades tiene como misión
crear el tabernáculo objetivo para la Mónada espiritual. En las próximas
subrazas que irán apareciendo se diseñarán nuevos aspectos estructurales y se
desarrollarán nuevas funciones, pero siempre dentro de un orden puramente
físico. Aparecerán así la vista, el oído, el olfato y, más adelante, el gusto y
el tacto y estos sentidos, cuyo desenvolvimiento exige edades, son apertura de
la vida interna hacia el exterior.
Al final de la séptima subraza de la Primera Raza Raíz, el ser humano posee un
cuerpo bien definido y estructurado, pero tosco y desproporcionado. Los miembros
son fuertes, extraordinariamente fuertes en relación con los cuerpos actuales;
los brazos, por ejemplo, son extremadamente largos y cuando el ser que posee
este cuerpo anda, más que andar causa la sensación de que se arrastra por el
suelo. El cuerpo está cubierto de pelos, largos, espesos y cerdosos, los ojos
son muy pequeños, aunque vivos y penetrantes. Las orejas largas y la nariz muy
achatada y con grandes fosas nasales. Raras veces se levanta del suelo y su
columna vertebral no adopta casi nunca una posición vertical con respecto a
aquél. Forma parte todavía de la tierra, como un elemento más de la misma y
hacia ella dirige constantemente su atención inmediata y sus mudos interrogantes
van orientados hacia abajo, sintiendo el infinito peso de la gravedad terrestre
que contiene el secreto dormido de su karma como hombre futuro.
En las primeras subrazas de la segunda Raza Raíz, el panorama ha sufrido ya
alguna modificación; en primer lugar porque el segundo átomo permanente, el
astral, ha iniciado ya su actividad y la Mónada espiritual que utiliza las
energías que aquel átomo astral genera, empieza a desarrollar el germen de la
sensibilidad y a experimentar ciertas modificaciones astrales en la conciencia
embrionaria que se va estructurando. Ello implica que en determinada zona de la
misma empieza a crearse un núcleo de materia astral, que convenientemente
aglutinada alrededor del átomo permanente, constituye el primer síntoma de
conciencia sensitiva que se eleva por encima de la rudimentaria conciencia
física.
El proceso de desarrollo de la conciencia astral es largo, larguísimo, y
altamente doloroso para la Mónada encarnada. El cuerpo físico aparece ahora, en
la cuarta subraza de la segunda Raza, mucho más estilizado aunque gigantesco.
Alcanza alturas de tres y cuatro metros. El ambiente circundante es realmente
hostil y el cuerpo humano ha de ser extraordinariamente fuerte para poder
sobrevivir a la espantosa lucha cotidiana contra los elementos y los gigantescos
y agresivos animales, reptiles en su mayor parte, que le disputan la posesión de
la tierra.
La sensación constante del peligro inmediato y la tremenda necesidad de una
inminente y adecuada réplica, constituyen el primer síntoma de acercamiento
entre sí de los hombres-animales. Se les ve constituyendo núcleos y pequeñas
comunidades en donde impera la ley del más fuerte, y se alimentan de los
despojos de los animales muertos y aún de los de su propia especie. No vamos a
entrar en detalles acerca del desarrollo evolutivo de esta primitiva segunda
Raza Raíz. Pero, al finalizar la misma, ya en sus últimas etapas o subrazas,
como un tremendo ensayo de la Vida de Dios en la Naturaleza, vemos que el
hombre-animal posee un cuerpo parecido al nuestro actual, aunque con unas muy
específicas variantes; la cabeza es muy pequeña, los ojos algo mayores que en el
proceso estructural de finales de la primera Raza, las orejas más pequeñas, así
como los orificios de la nariz. Los brazos algo más cortos y las piernas más
largas. La columna vertebral se ha elevado constituyendo una vertical sobre la
horizontalidad del suelo [En este sagrado punto de la experiencia humana se
construye definidamente el Chacra Muladhara, el depósito del fuego de Kundalini]
y ya no se arrastra sino que camina. El cerebro, que en las primeras subrazas de
la segunda Raza aparecía alojado en la región del plexo solar, se halla situado
ahora en la parte posterior de la cabeza. Pero, prescindiendo de la forma
física, hay que notar preferentemente un notable desarrollo de la sensibilidad,
la aparición de las sensaciones de simpatía y antipatía y una cierta atracción
hacia las cualidades de belleza implícitas en las grandes y esplendentes formas
vegetales, en la luz del Sol y en un estrellado firmamento. Mudas interrogantes
se van elevando hacia el cielo. Se contemplan las silenciosas oquedades del
mismo y se rinde culto al Sol en donde se presiente y adivina la Vida de Dios.
Otro tipo de devas, aunque todavía de procedencia lunar y muy relacionados con
la evolución del átomo permanente astral, aunque insuflados de ciertas
corrientes espirituales de vida jerárquica, ayudan y cooperan en el proceso de
expansión de la vida sensitiva y la actividad conjunta de las mudas invocaciones
de los hombres-animales hacia las inmortales Alturas, la cooperación de los
devas y el progresivo aliento de la Divinidad expresándose como vida infinita a
través de la Mónada espiritual, abren el ciclo de Bakti Yoga, el Yoga de la
devoción a la Divinidad, del desarrollo del mundo emocional, de la sensibilidad
o bondad oculta que subyace en los profundos y misteriosos repliegues de la vida
monádica en creciente expansión.
c) El Principio de la Autoconciencia
Como ustedes se darán cuenta, estamos tratando de explicar ciertos "hechos"
históricos eternamente Vívidos y palpitantes dentro de la Memoria de Dios con
respecto a la Naturaleza y a la vida de la humanidad, en relación con el Yoga y
sus Misterios, de una manera muy rápida y tratando de ser lo más concretos que
sea posible, quemando etapas por —así decirlo— y dando saltos de miles de años
en un intento de presentar el Yoga, en todas posibles variantes y
modificaciones, como parte principal del desarrollo de la conciencia cósmica en
nuestro planeta, como un indescriptible intento de la Divinidad de proyectar Su
vida, Su amor, poder e inteligencia creadora por medio de las Mónadas humanas, a
través de los interminables ciclos del tiempo y concretándose definidamente en
aquél Arquetipo divino que ha de ser y que ha de realizar el ser humano, como
enlace vital de la vida de la Naturaleza con la Vida del propio Dios.
Raja Yoga, el Yoga de la mente, aparece en la quinta subraza de la tercera Raza
Raíz. El quinto principio cósmico, la Mente de Dios, se introduce en el cerebro
de la humanidad que va surgiendo de las sombras del tiempo, por intercesión de
los Ángeles Solares. Este acontecimiento, el más trascendente desde el ángulo de
vista de la evolución planetaria, es una consecuencia de la encarnación en el
planeta Tierra de los Señores de la Llama, Entidades muy evolucionadas
procedentes del planeta Venus.
La importancia de tal acontecimiento marca la conciencia del hombre primitivo
con fulgores de eternidad. Empieza a actuar el átomo permanente mental, creado
por la experiencia mental del Logos planetario de nuestro Esquema Terrestre y
vivificado por su encarnación física, Sanat Kumara [Sanat Kumara ocupa, en
relación con el Logos planetario, idéntica posición que el Maestro Jesús en
relación con Cristo], el primero de los grandes Señores de la Llama, Quien,
utilizando su radiante vehículo etérico de la más elevada vibración y pureza,
abarca en su luminosa esfera de proyección la totalidad del planeta y crea las
fronteras misteriosas del mismo, el llamado esotéricamente "Círculo-no-se-Pasa".
Durante incontables períodos de tiempo la presión de la energía mental, el
quinto gran principio cósmico, que en la primera subraza de la tercera Raza
Raíz, la Lemur, inició su ciclo de manifestación en nuestro planeta, ha ido
creando las requeridas condiciones de autoconciencia dentro del ser humano. El
hombre, el rey de la creación, el gran intermediario planetario entre los Reinos
que evolucionan, empieza a auto reconocerse. Ya no forma parte como un elemento
ciego más del proceso histórico de la vida que va desarrollándose, sin capacidad
alguna de reacción inteligente; ahora empieza a ver los acontecimientos que se
van produciendo a su alrededor como “algo parte de sí mismo". El empieza ahora a
escribir su propia historia, empieza así a crear el karma individual, su gran
aportación al insondable secreto de la Naturaleza. No es todavía plenamente
consciente de su verdadera función como engarce de unión entre las dos grandes
orillas o fronteras de la historia, la material y la espiritual. Raja Yoga, la
ciencia de unión por medio de la mente, va realizando calladamente su misión en
el cerebro de los seres humanos. Algunos de ellos, los más audaces y los mejor
preparados de acuerdo con la acción de los ciclos universales operando sobre el
planeta, van adquiriendo sin embargo acusados tintes de autoconciencia y si bien
no conocen exactamente el lugar que ocupan en el plan evolutivo, o conciencia
jerárquica, adoptan espontáneamente una posición de fuerza o poder y se erigen
en dirigentes o conductores de grandes comunidades. Ahí, en este punto y en lo
que respecta a la evolución de la humanidad, se inicia la casta de los caudillos
y de los sacerdotes que durante milenios gobernarán la Tierra e imprimirán
nuevas derivaciones en los cauces de la historia.
d) El Principio de Discernimiento
Pero, la evolución característica y fundamental del Raja Yoga, su alto valor
cualitativo y la línea segura de su meta y objetivos, aparecerán más adelante,
aproximadamente en la mitad de la Cuarta Raza Raíz, la Atlante. Ciertas
modificaciones internas en el Plan de la Jerarquía espiritual con respecto a la
humanidad en su conjunto, expresadas esotéricamente como necesidades de la Vida
del Logos planetario a través de Su cuerpo de expresión, el Planeta, obligan a
ciertos definidos reajustes: 1. Una gran parte de los Adeptos que procedentes de
otros lugares del Sistema Solar cooperaron con los Señores de la Llama en el
desarrollo espiritual de la Raza de los hombres, vuelve a reanudar Sus excelsas
y anteriores funciones dentro del Universo. Consecuentemente, y ahí se demuestra
ostensiblemente el éxito espiritual del Raja Yoga, el puesto jerárquico que
Aquellos exaltados Seres ocupaban en el orden evolutivo del planeta ha de ser
cubierto por los Hijos de los Hombres que, desde luengas edades, se estuvieron
preparando para ello.
2. Para facilitar una atención especial del Logos planetario sobre las Mónadas
espirituales individualizadas durante la época lemuriana, son cerradas,
simbólicamente hablando, las puertas iniciáticas por las que las Mónadas
espirituales que evolucionaban en el Reino animal se introducían en el Reino
humano. Como consecuencia de ello una nueva corriente de energía se introduce en
la mente de los hombres en desarrollo espiritual con los siguientes resultados:
a) La proyección de Vida espiritual que descendía de los Altos Lugares hasta
coincidir en los mundos materiales se deriva en dos amplias vertientes; una se
vuelca sobre el principio mental de los seres humanos y la otra se introduce en
su corazón [Examinada la glándula pituitaria (directamente enlazada con el
centro Ajna, del entrecejo), se la ve dividida en dos partes. La posterior, que
segrega "pituitrina", está conectada con el proceso de desarrollo intelectual.
La anterior, cuya secreción es desconocida, está relacionada con la evolución
del chacra cardíaco]. Hasta aquí, la mente y el corazón, la incipiente
conciencia y los primitivos destellos de sensibilidad operaban conjuntamente
como una sola unidad de expresión. La vida material con sus distintas e
innumerables sensaciones se convertía en una automática respuesta sensible que
llegaba a la mente; de idéntica manera, la vida espiritual que desde las Alturas
operaba sobre la mente, se transformaba automáticamente también en motivos de
sensibilidad. A partir de aquel momento, sin embargo, se produce la necesaria,
positiva y al propio tiempo dolorosa escisión. Por vez primera en la historia de
la Raza humana se establece la gran división del corazón y de la mente, del
aspecto emocional y sensible de acercamiento a la vida y de la facultad
razonadora.
b) Esta división origina el sentido mental de Discriminación o de
Discernimiento. El ser humano empieza realmente a razonar, a crear
consecuentemente el fruto, durante millones de años, amargo del karma
individual.
c) En virtud de este hecho, son creadas las avenidas del Raja Yoga que desde
aquel momento también comienza a actuar como verdadero motor de la evolución
humana. Aparece la mente como un sexto sentido, como un instrumento de
percepción del alma en los tres mundos, físico, emocional y mental y como un
medio de contacto con la Divinidad a través del Ángel Solar (en el tercer
subplano del plano mental). La división de las energías espirituales y
materiales que antaño fueron la expresión de un fenómeno conexo, la aparente
separación en el tiempo de ambos principios constituyentes del proceso de la
evolución universal en el hombre, es causa de aquello que esotéricamente
denominamos "la gran herejía de la separatividad” origen del dolor y del
conflicto que durante edades harán presa del corazón humano. Pero, el fruto
amargo de la prueba, de este doloroso karma que debe arrastrar el hombre, de
esta punzante agonía de sentirse desvinculado de todo cuanto le rodea y aún del
propio Dios, traería como consecuencia el poder de amar y la capacidad de
valorar conscientemente el proceso histórico de la vida y un acercamiento
progresivo a las fuentes espirituales o monádicas de procedencia.
3. La escisión del Espíritu y Materia, de Vida y Forma, de mente y sensibilidad
se manifiesta también ostensiblemente en los niveles esotéricos, en donde la
evolución dévica o angélica se desvincula de la vida humana. Desde aquel momento
el ser humano debe soportar solo, completamente solo, el peso de la vida, el
fluir de los acontecimientos y la rudeza del ambiente social lleno de fricciones
que se está creando. Él es entonces el promotor directo, causa y efecto de todas
sus reacciones psicológicas. Así, el hombre, como un fenómeno realmente social,
aparece en el marco de la historia escribiendo las más nobles y al propio tiempo
más dolorosas páginas de la misma.
Raja Yoga opera desde entonces dentro de la conciencia humana desarrollando el
poder de distinguir y la capacidad de discriminar cuanto es percibido y los
motivos subyacentes en todas las percepciones y contactos son divididos dentro
de la mente para descubrirlos en su esencia y reconocerlos así en su propósito
de base. De este poder discriminativo de la mente, de esta facultad de separar
para mejor descubrir las cosas en su origen, surgirá en determinada vuelta de
esa inmensa espiral de vida que es la evolución planetaria como un todo, un
poderoso clamor invocativo, una desesperada pregunta hacia lo Alto, una
reorientación de todas las fuerzas de la personalidad en desarrollo,
centralizadas en la mente, el corazón y la voluntad, hacia un aspecto superior
espiritual y trascendente que se intuye aunque no se conoce, y esa etapa, que se
inicia a finales de la Raza Atlante como característica de un proceso de elevada
sensibilidad hacia los valores internos, continúa en las primeras subrazas de la
Raza Aria, dotando a los seres humanos de la capacidad de establecer contacto
con su verdadero Ser, o Yo superior, en un nivel más elevado del plano mental y
prosigue incesantemente en su ascensión espiritual invocativa durante todo el
proceso histórico conocido de la Raza Aria. Un punto álgido de este proceso
surge con destellos de eternidad en los albores de la quinta subraza de la
Quinta Raza [Que debe testimoniar el quinto gran principio cósmico de la mente],
nuestra Raza actual, marcando el principio de lo que será una Era típicamente
invocativa, de reorientación mental consciente y definida y de ascensión
constante hacia las regiones del Ser superior. La relación del hombre con su
Ángel Solar, el Conocedor de todos los Misterios, aparece aquí como una Meta
claramente señalada. Los "dones del Espíritu Santo" que antaño sólo se
dispensaba a los elegidos, pueden ser conquistados ahora por todos los seres
humanos conscientes y de buena voluntad que así lo deseen. La Puerta de los
Misterios Sagrados y la Iniciación que permite abrirla, se halla al alcance de
todo verdadero investigador del mundo espiritual y, términos como aspirante y
discípulo, constituyen las tónicas del momento, pudiendo ser aplicados
indistintamente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo,
capaces de realizar el requerido esfuerzo de aproximación espiritual y de
afrontar la prueba del Fuego exigida en estos drásticos momentos de transición
de Eras que estamos viviendo.
e) Hacia el Principio de Síntesis por el Yoga
Surge así del insondable marco de la historia planetaria el cuarto de los
grandes Yogas de la evolución humana: Agni Yoga, el Yoga de Fuego o Yoga de
Síntesis, que aparece como una rutilante promesa de redención para todos los
hijos de los hombres cansados del tormento de la vida, de aquellos que
ardientemente buscan colmar el misterio de la propia redención.
Agni Yoga, tal como veremos más adelante, expresa la capacidad libre del
pensador de proyectarse fuera de sí mismo en busca del Fuego creador, de
conquistar las cumbres de la más elevada unidad, de vencer "la gran herejía de
la separatividad” gestadas en eras históricas del pasado y de quemar con el
Fuego conquistado todas las limitaciones de los cuerpos y vehículos que utiliza
como medio de expresión. Expresa el contacto con ciertos elevados niveles del
plano mental y establece relación con los primeros subplanos del plano búdico
conquistando la idea arquetípica que ha de desarrollar la Quinta Raza y
preparando la labor inmediata de la sexta subraza de la misma que ya, a mediados
de la Era de Acuario, mostrará algunos de sus más excelsos y acabados tipos.
La práctica de Agni Yoga, "para aquellos que se sientan llamados” les iniciará
en el arte del silencio que, convertido en música, la voz de los ángeles, les
permitirá adquirir poder en los mundos invisibles y en las nuevas dimensiones
dentro de la conciencia, pero, mayormente, el poder de controlar concientemente
todos sus vehículos, de integrarlos perfectamente y de ofrecerlos humildemente a
la disposición del Ángel Solar, el verdadero promotor de la evolución y celoso
guardador de los Misterios sagrados de la Divinidad en el corazón del hombre.
Siendo el Ángel Solar un ciudadano del Quinto Reino de la Naturaleza, un alto
Iniciado, un Maestro de Compasión y de Sabiduría dentro de la Jerarquía
planetaria, su misión es revelar el Verbo divino por medio del alma humana, la
cual, a su vez, tiene la misión o cometido de preparar el Cáliz, o Tabernáculo
[Los tres vehículos periódicos: mente concreta, vehículo emocional y cuerpo
físico] que debe acoger el Verbo. De este Verbo de Revelación hallamos sutiles
referencias en todos los tratados religiosos, filosóficos y místicos de todos
los tiempos.
Con el Ángel Solar, el Arquetipo perfecto de la Raza Aria, llegamos al final de
una etapa en la historia de los Yogas planetarios. Lo que va a producirse de
ahora en adelante, los nuevos Yogas y los nuevos Misterios a ser revelados y
actualizados, ya no serán de la incumbencia del ser humano ni un producto de sus
esfuerzos por adaptarse a un determinado aspecto creador, o ruta evolutiva
definida, sino que será cosa del Ángel Solar, de ese Enviado de Dios que
"conociendo el fin desde el principio", sabe perfectamente cuál es la Meta
inmediata.
f) El Yoga del Futuro
Avizorando las rutas del futuro que el Ángel Solar permite ver iluminadas, se
perfila un nuevo tipo de Yoga, una nueva Ciencia mística de unión con la
Divinidad, que pese a la lejanía con que parece proyectarse en "la historia
todavía no-escrita", ya está siendo actualizada por muchos hijos de los hombres
que se esforzaron en el pasado y que, en el presente, pueden experimentar la
Gloria del Aliento de Dios a través del Ángel Solar.
Esta nueva Ciencia mística de unión con la Divinidad la denominaremos Devi Yoga,
la del inteligente contacto de los seres humanos con el mundo de los devas, los
agentes creativos de la Voluntad de Dios en el éter, los verdaderos
constructores de los Reinos de la Naturaleza y hermanos en Espíritu de la Raza
de los hombres.
Devi Yoga, el Yoga del futuro, es un luminoso interrogante formulado con
caracteres de fuego dentro del corazón humano y sólo el desarrollo creciente del
centro cardíaco en el desenvolvimiento evolutivo de la humanidad en este planeta
Tierra, puede dar la clave de su expresión en el tiempo y de su vinculación
cósmica. Es el Yoga del contacto con las huestes angélicas que desde el
principio mismo de los tiempos colaboraron con el testimonio de "su gracia" en
la relación y vinculación del hombre con el Ángel Solar, su verdadera y única
inmanente realidad, construyéndoles formas cada vez más sutiles y adecuadas a la
expresión del Arquetipo diseñado por el Logos planetario allá en lo oculto de
Sus designios inviolables. Es posible que a finales de la sexta subraza de
nuestra quinta Raza Aria, un número considerable de egos humanos haya
evolucionado lo suficientemente como para permitirles esta relación
indescriptiblemente brillante y maravillosa con el mundo de los devas, la
conquista del Devachán y aun el Misterio de los Rayos. Esto exigirá naturalmente
por parte de aquéllos una coordinación e integración completa de los tres
vehículos inferiores, una relación conciente con el Ángel Solar de sus vidas y
cierto contacto definido a través del centro cardíaco con los primeros subplanos
del plano búdico.
No podemos naturalmente extendemos mucho acerca de este Yoga que, tal como hemos
dicho, pertenece todavía a una etapa posterior del proceso evolutivo de la
humanidad. Puede ser dicho, sin embargo, que ciertas jerarquías de devas han
establecido ya contacto definido con algunos seres humanos [Muchos de los
llamados contactos con seres extraterrestres; no son sino contactos dévicos
efectuados durante el sueño o por materialización física de ciertas Entidades
angélicas] a quienes han confiado ciertos conocimientos acerca de sus vidas,
misiones y expresiones que pueden ser transmitidos inmediatamente a la humanidad
conciente de nuestros días y que constituyen el andamiaje o estructura de lo que
será Devi Yoga. Esperamos de todo corazón que "el testimonio de Gracia" de tales
enviados celestes, de estas Entidades angélicas, sea cada vez más evidente y
ostensible y pueda ser registrado en el corazón de los hombres y mujeres de
buena voluntad. Este es al menos nuestro deseo más profundo y el inspirador de
todas nuestras buenas razones.
g) La Gran Escisión
Este es un punto muy importante y les rogamos acojan nuestras conclusiones con
una mente muy amplia y profunda. Nuestro intento es aclarar tanto como nos sea
posible este aspecto, tan oscuro todavía para el naturalismo y la antropología.
Según nuestras observaciones y la ayuda prestada por ciertas Entidades
superiores del mundo dévico que permiten el acceso a los "registros akásicos", o
memoria cósmica de la Naturaleza, hemos podido comprobar que esta escisión
primaria no se repite, sino que al dividirse en dos la entidad andrógina, esta
gigantesca ameba a la que nos hemos referido, cada parte separada empieza a
desarrollar caracteres de sexo. Continúa presente la naturaleza esencial, pero
la división ha creado ya para la naturaleza futura de las razas que irán
apareciendo en el devenir del tiempo, dos tipos bien definidos, el hombre y la
mujer, el sexo masculino y el femenino, empezando a actuar ya definidamente el
principio de generación. Observaciones posteriores a las que nos indujo la
sensación de que algo quedaba incompleto en nuestro estudio, nos permitieron
comprobar el hecho de que a partir de la segunda subraza de la primera gran Raza
Raíz, de la que no quedan rastros en la Tierra, aparecían ya netamente
destacados los caracteres del sexo. Según nos ha parecido observar, los órganos
reproductores de la especie empezaron a cumplir su misión creadora a mediados de
la tercera subraza de aquella primera Raza, aunque de manera muy limitada y de
acuerdo con un proceso de alta selectividad (que no todas las unidades
semiindividualizadas poseían) y a la presión de los elementos externos...
Apelamos, como siempre, sin embargo, al testimonio de la propia intuición de
ustedes, ya que se trata de unos puntos muy difíciles de aclarar y que no pueden
ser comprobados objetivamente.
Siguiendo el hilo de esta misma idea y tratando de ampliarla en lo posible de
acuerdo a cuanto fue dicho en anteriores ocasiones y, como siempre, a lo que
pudimos percibir en la luz de los registros akásicos, nos extenderemos ahora por
otras zonas esotéricas relacionadas con lo que fue el principio de nuestra Raza
Humana. Veamos:
1. Al iniciar el Logos planetario su ensayo sobre lo que debería ser la
humanidad terrestre, había ya en la Tierra un Reino animal muy especializado,
producto de un remanente lunar, es decir, proveniente de una emanación, o
corriente de vida de los Señores Pitris, las Entidades creadoras de aquel viejo
planeta, cuyos gérmenes, de acuerdo con el principio de Fraternidad Cósmica,
fueron transportados a nuestra Tierra para su ulterior evolución. El
hombre-animal, al cual nos hemos referido ya en otras ocasiones y que era
oriundo de nuestro planeta, presentaba unas características realmente
impresionantes. Era tosco, gigantesco y escasamente desarrollado. La
consideración de esta idea nos lleva a una importante conclusión, avalada por la
investigación esotérica: el remanente lunar, o sea, el Reino animal terrestre
proveniente de aquel viejo planeta, hoy un satélite de la Tierra, estaba más
evolucionado que el propio hombre-animal al que se refieren los antiguos
tratados ocultos y que eran de procedencia terrestre...
2. La Individualización del Reino animal, es decir, la Iniciación al Reino
Humano, afectó simultáneamente a la mayor parte de las unidades del Reino animal
procedente de la Cadena lunar y de la raza de hombresanimales oriundos del
planeta. En todo caso, y "por obra y gracia del Espíritu Santo" —y nunca podrá
ser formulada esta mística sentencia con más propiedad— el germen de la mente
empezó a actuar en ambas corrientes evolutivas en orden a cualidades despiertas
y a ser estructurado el Principio de Autoconciencia.
3. Las diferenciaciones raciales que se irán produciendo en el transcurso del
tiempo están directamente vinculadas con esta diferenciación de base. La
humanidad terrestre será siempre solamente Una, pero existirá una bien definida
especialización [Determinada por la más elevada evolución de aquel remanente
lunar], una amplitud de vida mayor a la que ya nos hemos referido anteriormente
al definir “la casta de los caudillos y de los sacerdotes”. No queremos
significar con ello que la Vida sea distinta, ya que sólo Una Vida existe en
nuestro Universo, regida por el Amor y expresada como “acercamiento vital", sino
que nos referimos a Jerarquía, a la Ley que se expresa por medio de Aquellos que
"habiendo vívido más, poseen más experiencia", la experiencia de la Vida del
Espíritu.
4. La escisión que se produce en las primeras formas andróginas, semilla de la
humanidad terrestre, y el establecimiento de la dualidad de los sexos como
resultado de aquélla es, al parecer, el principio del karma humano. Puede ser
supuesto, sin embargo, que algo parecido o muy similar quizá sucedió en la
evolución lunar.[Véase, por favor, el capítulo “Las leyes del karma", del libro
“La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad”]
Sea lo que fuere, la evolución humana a partir del fenómeno iniciático de la
Individualización, sigue una trayectoria idéntica para todas las unidades de
vida animal lunar y planetaria, que lograron acceder a la gloria de la mente. El
proceso iniciático que determinó la Individualización tuvo lugar, tal como hemos
visto en afirmaciones anteriores, durante el período evolutivo de la quinta
subraza de la Tercera Gran Raza Raíz.