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Capítulo XVII
ACERCA DE LA MEDITACION
Aprovechando la gran corriente cíclica que, operando desde
todos los niveles posibles de percepción, está presionando las
mentes y los corazones de los seres humanos atrayendo cada vez
más su atención hacia el tema de la MEDITACIÓN, hemos
considerado que sería interesante tal vez, presentar acerca
del mismo un tipo de visión ashrámica libre de complicaciones
técnicas. Trataremos de hacerlo, tal como es nuestra
costumbre, desde el ángulo de nuestra propia experiencia y
dejando de lado las consideraciones generales y comunes que,
frente al devenir de los grandes acontecimientos zodiacales,
aparecen como algo yerto, frío o estéril. Nuestra visión
acerca de la MEDITACIÓN será genuinamente universal,
arrancando de los grandes Arquetipos universales y haciendo
converger estos Arquetipos en el centro mismo de la sociedad
humana, cuya meta infinita en orden a la conciencia social, es
la redención del ser humano.
Es evidente que la Ciencia de la MEDITACIÓN, como técnica de
contacto trascendente, tiene sus raíces en lo más profundo e
inefable de la creación del Universo. Cuando decimos, por
ejemplo: "en El vivimos, nos movemos y tenemos el Ser"', [una
frase intencionadamente repetida en este libro cuando hacemos
referencia a nuestro Universo o Sistema Solar] estamos
expresando nuestra relación y unión con Dios, estamos
realmente proclamando que Dios medita y que nosotros somos el
fruto de esta MEDITACIÓN o creación y que todo cuanto existe
en la vida particular, familiar, profesional y social, no es
sino el fruto de las meditaciones y creaciones de los hombres.
Esto sólo como un leve indicio del aspecto trascendente de la
MEDITACIÓN, como el elemento de vinculación entre Dios y el
ser humano y que al llegar a cierto definido punto se
convierte en creación. Tal como iremos viendo conforme vayamos
adentrándonos en el tema, MEDITACIÓN y creación son términos
sinónimos y aspectos consubstanciales de la vida de todo ser
viviente y de toda cosa creada. El vínculo entre MEDITACIÓN y
creación se puede hallar en el amplísimo sistema de relaciones
que el hombre puede establecer con las cosas que le rodean,
con las personas con las cuales entra en contacto y con la
propia divinidad infundida en su propia vida y expresándose
como Yo Espiritual. En el primer caso, en el de relación con
las cosas que le rodean y que constituyen su medio ambiente,
el hombre desarrolla el intelecto; en el segundo, en su
vinculación con los demás seres humanos, desarrolla el aspecto
amor; y en el tercero, en su íntima unión consigo mismo
buscando el propósito o móvil que rige y condiciona su vida,
se va acercando a Dios y desarrolla el aspecto dinámico de la
voluntad. Como verán, hemos sintetizado muy rápida y
sencillamente los tres grandes aspectos meditativos que
constituyen en su totalidad la vida de cualquier ser humano y
que, conforme iremos analizando, representan los tres estadios
o fases evolutivas de la MEDITACIÓN de la Divinidad tal como
se va expresando o exteriorizando a través de nosotros.
Hacia el Arquetipo
Todo cuanto existe dentro del gran contenido universal, el
hombre incluido, tiende hacia un Arquetipo superior, un
Arquetipo que responde a las leyes universales de evolución y
que constituye la meta u objetivo supremo de la propia
evolución. Tenemos así que existe una meta u objetivo de
perfección para el propio Universo como una totalidad y para
cada uno de los planetas y satélites que forman parte de la
particularidad de su esquema solar. En el interior de cada
planeta existe también el plano o diseño que surgiendo de sus
hondas raíces cósmicas tiende hacia un Arquetipo, siendo el
Arquetipo del planeta aquel estado de evolución que lo
convierte totalmente en Luz, es decir, en un "planeta
sagrado", tal como esotéricamente es definido. Cada esquema
planetario, cada cadena, cada ronda, cada raza, cada país y
cada ser humano de no importa qué procedencia, tienen como
meta un Arquetipo esencial hacia el cual tienden
constantemente y que constituye el nervio vivo de todas sus
aspiraciones o evolución particular. Realizar tal Arquetipo
constituye el misterioso deseo latente en el interior de cada
ser y de cada cosa y la realización de tal deseo se convierte
en el objetivo supremo de toda posible perfección. Esa
tendencia innata, ese fuego que va progresivamente liberándose
en el interior de cada vida creada crean el combustible -si
ustedes nos permiten esta expresión- que impulsa todo el
contenido universal hacia la conquista del Arquetipo básico
para cuya consumación fueron creados y estructurados los
mundos y los infinitos sistemas de relaciones.
Alcanzar ese Arquetipo cuyo misterioso diseño se halla en la
raíz de todo cuanto existe, el esfuerzo incesante hacia su
realización, ese misterioso movimiento ascendente del Fuego
Creador que existe en lo más íntimo y secreto de toda vida y
que al ascender origina la existencia, así como todas las
posibles relaciones y vinculaciones es, técnicamente hablando,
MEDITACIÓN, la expansión de un inteligente programa que,
surgiendo de las entrañas mismas de lo Eterno, va realizándose
y expandiéndose a través de toda posible creación en el
tiempo. Y la expansión de este programa o diseño universal a
través de formas cada vez más sutiles y de conciencias cada
vez más enaltecidas y sensibilizadas es Liberación, la
liberación del Fuego de la Divinidad inmanente en cada cosa y
en cada alma buscando incesantemente las fuentes inmortales de
donde brota y se escancia toda posible trascendencia.
Liberación es, por lo tanto, la realización de un Arquetipo
mediante el proceso de la MEDITACION.
La Meditación
Trataremos de describirla empleando palabras nuevas o nuevos
conceptos descriptivos. Diremos, en primer lugar, que meditar
es una actividad natural que se realiza en todo cuanto existe,
que no es una prerrogativa del ser humano. La Vida del Creador
presente en todo el contenido universal y tendiente a la
realización de un Arquetipo, constituye un Plan sabiamente
organizado y un movimiento que nada ni nadie podrá jamás
alterar ni detener en sus aspectos esenciales.
El programa del Creador dentro del corazón humano abarca
períodos de tiempo realmente indescriptibles que se extienden
desde los de la más obscura materialidad o animalidad hasta
las más elevadas cumbres de la sensibilidad y de la exaltada
inteligencia. No hay lagunas o vacíos en el desarrollo de este
programa y cuando en la evolución del mismo surge un genio, de
la especialidad que sea, podemos decir sin lugar a dudas que
en aquella especialidad humana o que en el devenir de aquella
humana característica, se ha demostrado un Arquetipo y que se
ha liberado la porción de energía creadora que ha originado,
desarrollado y demostrado aquel Arquetipo. Quiere significar
también que la liberación de la energía necesaria que originó,
desarrolló y demostró aquel Arquetipo no es una cosa fortuita
o algo que surge al azar sino el fruto de un terrible y
constante esfuerzo de la divinidad en pro de la realización de
aquel Arquetipo que ha hallado su eco o su respuesta en el
interior del ser humano o en el de cualquier agente
vinculativo de la vida del Creador dentro de la Naturaleza.
Cuando Pablo de Tarso decía: "...el Reino de Dios puede ser
arrebatado por la violencia", se refería, sin duda, al
esfuerzo conciente del hombre que, habiéndose puesto en
contacto con el Fuego latente de la divinidad dentro de sí,
había decidido cooperar inteligentemente en la expansión del
mismo y acelerar dentro de su corazón aquel proceso que va de
las posibilidades actuales al plano de realización de la meta
más lejana, o sea, demostrar inteligentemente en tiempo y
espacio aquel Arquetipo de perfección que es -en relación con
la evolución humana el Ser perfecto, el superhombre, el Cristo
u Hombre realizado.
Como ustedes se darán cuenta, la MEDITACIÓN es lo más
importante en la existencia por cuanto significa la liberación
de la vida a través de una infinidad de Arquetipos de
perfección, que lo mismo se realizan en las cosas más
pequeñas, en un átomo de materia por ejemplo, buscando la
esencia o Arquetipo de su propia vida a través del elemento
químico más idóneo, como en la propia Divinidad planetaria
cuyo Arquetipo se halla en la Vida Solar o la de esta exaltada
Vida Solar cuyo Arquetipo se pierde en lo insondable de lo
Cósmico. Si siguen ustedes la analogía se darán cuenta también
de que la tarea meditativa constituye el nervio vital de todo
cuanto existe, ya que todo está programado para la perfección
del ser humano; es el centro de atención meditativa de ciertas
Fuerzas cósmicas que tratan de liberar a través del mismo
aquel Arquetipo o Ángel Solar, que es un ciudadano del Quinto
Reino de la naturaleza, el Reino de las Almas.
Dicho esto, como un obligado preámbulo, podemos decir que la
MEDITACIÓN en el hombre, que es la ciencia del pensar, así
como la liberación de todas las limitaciones existentes,
constituye también la ciencia del vivir; cuando un ser humano
está realizando un esfuerzo constante y sereno por expresar el
Arquetipo esencial de su vida, está acelerando el proceso
general de la evolución universal y cooperando
inteligentemente con el esfuerzo mayor que realiza el Señor
del Universo, contribuyendo así al desarrollo del Plan que
esta Mente indescriptible trata de llevar a cabo a través de
todos y cada uno de los elementos vivos que constituyen el
Misterio de su expresión universal. Traten ustedes de hacer
conciencia ahora del por qué en los verdaderos tratados
esotéricos o místicos se nos dice textualmente: "la MEDITACIÓN
es un acto de servicio".
El Proceso de Integración
La realización de un Arquetipo implica siempre la integración
perfecta del vehículo a través del cual intenta revelarse, lo
mismo se trate de una flor, de un diamante que de un rayo de
sol. Pueden variar las formas, las circunstancias y los
ambientes pero nunca la invariabilidad del propósito ni del
proceso.
El Arquetipo humano precisa pues también de ciertas obligadas
integraciones y el proceso de integración abarca cada uno de
los cuerpos a través de los cuales la entidad humana se
expresa. Tenemos pues que la principal regla meditativa es la
integración, armonía o equilibrio de cada uno de los cuerpos o
vehículos humanos siendo éstos, como ustedes saben, el cuerpo
físico, el cuerpo emocional y el vehículo mental. Existen
otros vehículos superiores a los descritos pero como su
desarrollo o expansión no empieza hasta la plena integración
de los primeros, no vamos a ocupamos de ellos ahora.
Ahondando un poco en el proceso de la integración, vemos que
se inicia en el ser humano cuando éste empieza a ser conciente
de las causas que dentro de sí motivaron su existencia. Esta
conciencia de causa es la actividad interior que obliga a
percatarse del lugar que se ocupa dentro de un esquema kármico
particular y a tratar de desarrollarlo según el propósito
específico de una Vida superior que se presiente aunque no se
perciba en el desarrollo de los acontecimientos temporales. El
esfuerzo del hombre por adaptarse a su esquema particular, a
ocupar dignamente el lugar elegido por la divinidad para el
desarrollo de su vida espiritual o, hablando en términos más
asequibles y comunes, para cumplir con su deber kármico,
familiar, profesional y social es, esotéricamente,
"integración" y esta integración se va realizando
progresivamente a través de cada uno de los vehículos
periódicos (o sujetos a encarnación), tales como la mente
concreta o inferior, el vehículo emocional y el cuerpo físico,
hasta llegar a un punto de equilibrio y armonía que le
permiten al Ser espiritual, al Ángel Solar, al Arquetipo
humano, fijar su atención sobre la entidad humana que
evoluciona y ayudarla en forma abierta, directa y perceptible
en el desenvolvimiento de sus facultades divinas.
Se abre entonces el ciclo de una nueva integración, la del
triple vehículo que ocupa el alma "en encarnación", con la
Entidad gloriosa que "desde el principio de los tiempos la
arropó con su manto de amor y sacrificio"'. Es precisamente
aquí, en este punto de integración, donde la MEDITACIÓN humana
se hace realmente conciente y empieza a crearse
deliberadamente el Antakarana, aquel puente místico de luz que
salvando el límite o cauce que separa dentro del corazón
humano la eternidad del tiempo, une la personalidad humana con
la individualidad divina. Hay, como es natural, otras
obligadas integraciones dentro del esquema particular del ser
humano como punto de luz monádica dentro del Cuarto Reino de
la Naturaleza pero estas integraciones empiezan a producirse
sólo cuando hay un perfecto acorde entre la mente concreta de
la personalidad y la mente abstracta por medio de la cual
piensa el Alma o Yo superior a través del Cuerpo Causal. El Yo
superior es, clarificando términos, indistintamente el Alma en
su propio plano, el Ángel Solar, el Arquetipo espiritual o
"Cristo en nosotros esperanza es de gloria". En todo caso es
siempre aquella misteriosa Entidad que sirve de enlace cósmico
entre el hombre y su Creador, entre la pequeña alma en los
tres mundos y la gloriosa Vida monádica.
Las sucesivas integraciones de cada cuerpo entre sí y más
adelante con el centro superior que los condiciona, conducen
al alma al centro de luz, de amor y de poder que es la Vida de
Dios demostrándose a través de un Arquetipo específico, cuya
cualidad o razón expresiva dependerá en todo caso del Misterio
de los Rayos. Un Rayo es, ustedes lo saben ya seguramente en
orden a sus conocimientos esotéricos, la expresión de una
cualidad distintiva de la Divinidad, la Cual se expresa en
este Universo a través de siete grandes corrientes de Vida
cuyo centro de expansión se halla en el corazón o en la mente
de alguna de aquellas indescriptibles Entidades cósmicas que
llamamos Logos Planetarios o Señores de Rayo. Cada uno de
estos Señores es el Arquetipo de una Cualidad distintiva de la
Divinidad y en la medida en que el hombre -a través de la
MEDITACIÓN- va entrando en su propia línea de Rayo, va
definiendo y realizando su propio Arquetipo espiritual para el
cual fue programado y cuyo diseño de luz se halla
perpetuamente en el corazón del Ángel Solar.
Así, a grandes rasgos, vemos que la integración es al propio
tiempo función y vida, desarrollo y plenitud y que cada ser
evoluciona a través de ciertas definidas integraciones hasta
culminar en el Misterio de la Iniciación o fusión progresiva
de la entidad humana con su Arquetipo divino.
Como ustedes verán no decimos nada nuevo aunque,
tal como lo anunciamos al principio,
empleamos nuevos términos descriptivos.
Lo interesante, en todo caso, es clarificar en lo posible el
tema de la integración como estructura de base de toda posible
MEDITACIÓN o creación dentro del círculo infranqueable del
Universo que nos sirve de campo de experimentación y de
morada.
Los Elementos de la Meditación
Si examinamos atentamente el proceso de la MEDITACIÓN como
centro de sucesivas integraciones, veremos que en el mismo
concurren cinco elementos o factores:
1º la facultad de pensar;
2º el Pensador;
3º la mente;
4º, el pensamiento y
5º el cerebro físico.
Cada uno de estos elementos, considerados separadamente,
constituyen sólo una fase del proceso meditativo; plenamente
coordinados hacen del ser humano lo que realmente es, un
centro de autoconciencia en donde se afirma el Pensamiento o
Idea de Dios para expresar la Vida por medio del Cuarto Reino
de la Naturaleza.
La facultad de pensar es realmente divina, es la propia Vida
de Dios tratando de revelar el íntimo secreto de su gran
proyecto universal a través de todas y cada una de las
infinitas creaciones, desde el simple electrón dentro de un
átomo hasta el más exaltado Ser cuya Vida se expande por medio
de un planeta. Todo cuanto existe está inmerso dentro de la
facultad de pensar y cada ser y cada cosa extraen de ese
océano de Pensamiento o Mente Divina, la cantidad de esta
facultad que necesita para expresar o demostrar en tiempo y
espacio ciertas cualidades específicas que, en su integración
o función total, constituyen la cualidad esencial o Rayo, que
caracteriza también, en espacio y tiempo, aquella esplendente
Vida cuya manifestación constituye el Universo.
Esta consideración induce, lógicamente, a afirmar que todo
cuanto existe piensa y que toda evolución universal, desde lo
más pequeño a lo más grande, está utilizando la Mente de Dios
o "facultad de pensar" a su inmediato alcance, para cumplir
con su propio deber kármico ante la Vida divina. Ahí tienen
ustedes formulada también una nueva idea acerca del Karma que
debería liberamos de toda idea fatalista acerca del mismo. En
la expresión "el deber de cada ser y de cada cosa con respecto
al Creador universal" está explicado el verdadero fundamento
del Karma. Tal fundamento es: "razón de ser " y "cooperación
inteligente".
Tenemos también la vida o cualidad del Pensador, de aquella
gloriosa Presencia, más allá de la mente conocida, que es
conciente del Arquetipo de Dios con respecto a la Humanidad y
está tratando de revelarlo a través de un ser humano.
Esperamos sea comprendida esta última afirmación ya que ella
puede aclarar muy significativamente lo que hay que entender
por Vida cualitativa de la Divinidad expresándose a través de
un perfecto diseño o proyecto por medio de un Arquetipo. En
todo caso, hay que tener presente que la Vida de Dios
expresándose a través de los Arquetipos solares e infundida en
ciertas vidas progresadas del Tercer Reino de la naturaleza o
Reino Animal, originó el Cuarto Reino o Reino Humano. No hay
que olvidar esta circunstancia cuando nos refiramos a la
actividad del Pensador. Ahondando algo más en la idea,
podríamos decir que el Pensador es la gloriosa Entidad causal
que utiliza la facultad de pensar o Mente de Dios para revelar
un Arquetipo divino o cualidad específica de la divinidad, a
través de cualquier ser humano. Al ascender progresivamente
por el Antakarana luminoso que se va creando a través de la
MEDITACIÓN, se es consciente un día de lo que implica la Vida
del Pensador y cual es su obra en relación con aquel diminuto
ser humano que se eleva de los tres mundos tratando de ser
consciente de su vida y procedencia divinas.
Con respecto a la Mente podríamos decir, concretando algo más,
que es el instrumento del Pensador para expresar la parte del
Arquetipo causal que es capaz de percibir, comprender y
exteriorizar el ser humano en cualquier momento y
circunstancia de su existencia kármica. La cualidad, obertura,
diafanidad y perspectiva de la mente de cualquier individuo
dependerá lógicamente de su propia evolución espiritual, o
sea, del contacto más o menos directo o más o menos conciente
de su vida en los tres mundos, físico, emocional y mental con
la Vida del Pensador en el Plano Causal. Mente y energía son
términos sinónimos a pesar de su aparente diferenciación.
Podríamos definirlo así: la cantidad cualidad de energía del
Pensador que el individuo es capaz de expresar a través de sí
constituye la mente, siendo en este caso la mente un simple
receptáculo de la energía del pensamiento o cualidad de vida
del Pensador en un momento dado. Ello quiere significar
también que en la mente de cualquier ser humano concurren dos
factores principales: una parte objetiva o concreta que surge
cuando el individuo se observa a sí mismo o a cuanto le rodea
y otra, subjetiva o abstracta cuando, retirando la atención de
todas las cosas, empieza a percibir, a observar y a considerar
la vida divina y la facultad de pensar tal como se expresan
arquetípicamente a través del Pensador. Esta consideración
induce a suponer, con toda lógica, que cuando empleamos los
términos mente concreta-intelectual o mente
abstracta-intuitiva, estamos expresando grados de integración
del individuo con el Arquetipo que trata de proyectar el
Pensador y que a medida que esta integración se va efectuando,
el ser humano piensa cada vez menos en forma concreta y más en
forma abstracta o arquetípica.
Esta evolución meditativa dentro del cerebro humano
desarrollará un día una capacidad de síntesis hasta aquí
desconocida para la gran mayoría de los seres humanos y que
sólo poseen los grandes pensadores, aquellos que a través del
luminoso Antakarana o puente de arco iris, conectaron su
pequeña mente con la gran mente del Pensador. Con respecto al
pensamiento podríamos decir que es una percepción hacia el
exterior por medio de los cinco sentidos corporales y que a
través de ellos ha llegado al cerebro y de allí a la mente
creando una forma objetiva o concreta que puede ser observada
por el Pensador. El pensamiento es, pues, ante todo, el fruto
de una percepción y la multiplicidad de pensamientos o
percepciones exteriores han ido creando a través del tiempo
-utilizando la memoria que forma parte de la capacidad divina
de pensar- aquel profundo y dilatado depósito de recuerdos y
de experiencias que todo ser humano utiliza para elaborar sus
expresiones mentales. Este depósito o archivo de "residuos
memoriales", este akasha individual, constituye en su
totalidad la mente inconsciente o instintiva.
Es curioso y altamente ilustrativo observar este fenómeno de
recopilación de hechos desde un nivel de percepción netamente
mental y actualizando los poderes de la intuición. Aparece
como un inmenso "baúl de recuerdos" que se extienden desde el
principio mismo de los tiempos hasta el momento actual y se
aprecia en todo momento la actividad del alma tratando de
hallar a través de los mismos, el luminoso hilo que ha de
conectarla con la Presencia divina. Pero, el Misterio de
nuestra espiritual procedencia solar no se halla en los
recuerdos del pasado sino en la percepción del Arquetipo en el
presente, siendo la MEDITACIÓN el sistema único de contacto
con aquella gloriosa Entidad cuya vida contiene el secreto de
síntesis, el íntimo e inefable secreto o misterio, que trata
de descubrir constantemente el corazón del hombre.
Ahora bien, todos los intentos del Pensador de expresarse por
medio de la mente humana y todos los esfuerzos del ser humano
para descubrir el gran secreto divino por medio de la
MEDITACIÓN, quedan objetivamente registrados en el cerebro y
determina el desarrollo progresivo de dos glándulas
principales, la pituitaria y la pineal. El camino que une
ambas glándulas a través del cerebro y que todavía está en
período de formación en la gran mayoría de los seres humanos,
es el reflejo en tiempo y espacio del Antakarana de luz que va
progresando desde la mente inferior hacia la superior, desde
la personalidad humana hacia la Individualidad divina.
No vamos a considerar en detalle el proceso de unión o
integración que, surgiendo inicialmente del propósito del
Pensador, llega a coincidir en el cerebro físico. Nuestra
intención en este capítulo es tratar de presentarles cuantas
ideas nos sea posible acerca de la MEDITACION, a fin de que se
aprecien claramente todos los resortes y todas las claves de
poder que a través de la misma puedan conquistarse para que
cada cual, si así lo siente verdaderamente y puedan
aproximarse con pleno conocimiento de causa a aquella Meta de
liberación superior que constituye el supremo estímulo de toda
vida.
Los Tres Estadios Meditativos - Las Tres Energías - Los Tres
Fuegos
Hay tres estadios, tres fases o niveles dentro del proceso
universal de la MEDITACIÓN divina a través del hombre, proceso
que, tal como hemos dicho anteriormente, puede ser
concientemente acelerado como un acto de servicio a la obra
del Creador. Estos tres estadios toman corrientemente el
nombre de Concentración, MEDITACION (propiamente dicha o
actividad reflexiva) y Contemplación. Nos referiremos
brevemente a estos estadios. En el primero, de Concentración,
la mente está sencillamente observando y examinando, no hace
otra cosa que establecer contacto con el objeto de la
MEDITACIÓN o forma, que constituye el objetivo de la
MEDITACIÓN. En el estadio de la MEDITACIÓN reflexiva hay algo
más, hay distinción, comparación y discernimiento. El aspecto
"forma" es dejado un poco al margen y sin que la atención se
aparte completamente de ella, son examinadas las cualidades
implícitas en aquellas formas o que tratan de revelarse a
través de las mismas. Si se medita sobre una flor, una rosa
por ejemplo, se examina primero su forma expresiva, sus
contornos y relieves, es decir, el lugar que ocupa en el
espacio; es el primer estadio meditativo o de concentración.
Se analizan luego las cualidades de la rosa, su color, su
perfume y el ambiente que la rodea, así como todo el posible
campo de relaciones que puede establecer con dicho ambiente.
Cuando la mente ha logrado extraer a través de la forma de la
rosa todas las posibles cualidades de la rosa y todas sus
posibles relaciones con el medio que la rodea y dentro del
cual vive inmersa, surge entonces un nuevo factor dentro de la
MEDITACIÓN, la Contemplación, dentro de cuya actividad la
forma y las cualidades prácticamente desaparecen del campo de
atención mental, para dejar solamente dentro del campo de
observación el propósito divino que trata de expresarse por
medio de la forma de la rosa. En tal estadio la mente queda,
tal como corrientemente se dice, en blanco, es decir, sin
pensamientos ni formas reflexivas, sin nociones objetivas
determinadas en relación con la rosa; es como si nos
pusiéramos en contacto con el Creador, con el Artífice que
diseñó la rosa, con el Arquetipo de todas las rosas y que
hubiese en aquellos momentos una plena identificación entre el
sujeto que medita y el Creador de todas las cosas, utilizando
como vínculo de relación y unión el simple aspecto o forma de
una rosa. El fenómeno de contemplación es más común de lo que
parece y todos lo hemos experimentado, singularmente cuando
estamos embebidos en algo que atrae poderosamente nuestra
atención, cuando escuchamos una exquisita melodía, cuando
observamos una hermosa puesta de sol o contemplamos una
verdadera obra de arte.
Sintetizando el triple proceso meditativo vemos que: la
concentración se relaciona con el aspecto forma, la reflexión
con el aspecto cualidad que trata de revelarse por medio de la
forma y la contemplación con el propósito misterioso o
arquetípico que utiliza las formas para expresar sus
cualidades íntimas de verdad, bondad y belleza que en su libre
expresión constituyen verdaderamente el Arquetipo hada el cual
tiende toda forma creada.
Vamos a examinar brevemente ahora las tres energías o los tres
fuegos que condicionan todo cuanto vive y alienta dentro del
Universo "en donde vivimos, nos movemos y tenemos el Ser".
Pablo de Tarso, el Apóstol Iniciado, decía: "... el Hombre
está compuesto de Espíritu, Alma y Cuerpo". En esta breve
definición se halla la raíz del proceso místico de la
MEDITACIÓN considerada en su función total o proceso de
evolución universal. Se comprenderá fácilmente que el Espíritu
se relaciona con el Propósito de la Divinidad, que el Alma
está vinculada con las cualidades que Ella trata de revelar y
que el Cuerpo representa sus funciones objetivas a través del
tiempo y del espacio, o sea, la utilización de una Forma
universal compuesta de una infinidad de formas menores a
través de las cuales el Propósito divino trata de expresar las
cualidades inherentes a su propia divinidad. Si ahondamos algo
más en el místico proceso meditativo y nos extendemos
mentalmente por medio de la analogía, veremos que la sencilla
exposición de Pablo de Tarso halla su adecuada réplica en el
fundamento o base donde se asientan todas las grandes
religiones y filosofías de la Humanidad. La divinidades
egipcias Osiris - Horus -Isis y aquellas que constituyen la
esencia del hinduismo: Shiva - Vishnu - Brahma, así como los
aspecto Padre - Hijo - Espíritu Santo del cristianismo
occidental, nos hablan de la universalidad del gran proceso de
MEDITACIÓN solar en la que los aspectos Vida, Cualidad y
Apariencia de Concentración, Ideación y Contemplación o de
Espíritu, Alma y Cuerpo, están siempre presentes.
Ahora bien, cada uno de tales aspectos, conforme la Forma
progresa hacia el Propósito por medio de las Cualidades, va
revelando lo que místicamente denominamos FUEGOS 0 ENERGÍAS de
la Evolución. La explicación detallada del tema nos llevaría
demasiado lejos, así que vamos a señalar únicamente las
correspondientes analogías dejando que cada uno de ustedes las
extienda según sus propias concepciones o estudios. Las
analogías son:
Concentración
|
Forma
|
Cuerpo
|
KUNDALINI
|
Fuego por Fricción |
MEDITACIÓN |
Cualidad |
Alma
|
PRANA
|
Fuego Solar |
Contemplación |
Propósito |
Espíritu
|
FOHAT |
Fuego Eléctrico |
Estas relaciones nos aleccionan en el sentido de que la
energía que utilizamos en cada uno de los estadios de la
meditación y que de una manera misteriosa están relacionadas
con el poder mantrámico del AUM está condicionada a nuestra
propia y particular evolución, pues dentro del esquema
evolutivo planetario cada uno de nosotros utiliza
preferentemente un tipo especial de FUEGO o ENERGÍA,
dependiendo de si en un ciclo de vida o de encarnación
expresamos más preponderantemente el propósito, por medio de
FOHAT, la cualidad, por medio de PRANA o la forma por medio de
KUNDALINI. Esto parece ser muy complejo examinado a simple
vista; en realidad no lo es. Puede que extrañen ustedes los
términos sánscritos tan profusamente empleados en las
traducciones de los libros de tipo orientalista. En todo caso
vamos a aclararles alguna de las ideas principales para que se
den cuenta de cómo todo está vinculado y relacionado. En los
aspectos de energía condicionante del Universo, tal como
aparecen en los libros esotéricos de carácter oriental, va
implícita esta idea: "FOHAT, PRANA Y KUNDALINI se expresan por
medio de Akasha". La traducción para nosotros -y se darán
cuanta de lo fácil que resultará en lo sucesivo la lectura de
aquellos términos sánscritos- es: "...la energía del Espíritu,
la del Alma y la del Cuerpo se expresan por medio del Eter".
Reduciendo los términos o conceptos psicológicos podríamos
asimismo decir que las energías de la voluntad, del amor y de
la inteligencia, expresándose a través del éter del espacio en
donde vivimos inmersos, producen el hombre manifestado... Y a
partir de aquí el proceso de la MEDITACIÓN, como agente de
Liberación universal, se hace rigurosamente científico.
Hemos hablado del AUM y, brevemente también, trataremos de
relacionar este MANTRAM LOGOICO con nuestro estudio acerca de
la MEDITACIÓN. Estableceremos para ello una nueva analogía que
les servirá de base para nuevos y más profundos estudios sobre
el proceso meditativo:
A |
Mente
Concreta
|
Pensamiento
|
Reino Animal |
U |
Emoción |
Sentimiento
|
Reino Vegetal |
M |
Conducta |
Acción Física |
Reino Mineral |
OM
|
Mente
Abstracta |
Inspiración |
Reino Humano |
Consideren esta nueva relación observando preferentemente el
aspecto energía y tratando de aplicar el principio hermético
de Analogía o Correspondencia.
La contracción del AUM en OM permite la revelación del Sonido
Básico de la creación o Voz Solar, que tratan de reproducir a
su manera, de acuerdo con su grado de evolución según el Reino
de la naturaleza al cual pertenecen, todos los seres y todas
las cosas. No pensamos extendemos aquí en consideraciones
acerca de las Leyes fundamentales del Sonido, que fueron
estudiadas en el capítulo correspondiente. Pero es necesario
explicar al menos que el AUM -que es la Voz que se eleva de
cada Reino y de cada uno de los cuerpos periódico del hombre-
asciende a las Alturas o meta de sus respectivo Arquetipos por
medio del OM, cuya función es enlazar tiempo y eternidad,
materia y energía, forma y Espíritu, por medio del Alma
sensible que en todo ser y en toda cosa tiene su morada. La
verdadera Alma o verdadero Ser del hombre es el Ángel Solar y
tal Entidad gloriosa, a la cual ya nos hemos referido
específicamente, es el centro mágico del proceso de la
evolución que va desarrollándose dentro del corazón humano.
La fusión del AUM y del OM, constituyendo la Estrella mística
de cinco puntas, símbolo del Cristo y del hombre realizado, es
la meta de la Transfiguración
del Cuarto Reino de la Naturaleza y cuando este Misterio se
realiza plenamente dentro del corazón humano, tenemos entonces
en tiempo y espacio
la revelación de un Arquetipo solar a través de una Forma
humana. Es el Adepto
o Maestro de Compasión y Sabiduría, un Miembro consciente del
Quinto Reino de la Naturaleza.
El Misterio de los Fuegos en el Ejercicio de la Meditación
Nos hemos referido a los FUEGOS o energías, como los
promotores universales de las Leyes de la Evolución. Hemos
hablado de FOHAT, el FUEGO del Espíritu, de PRANA, el agente
ígneo del Alma y de Kundalini, el FUEGO que arde en la
materia. El Misterio del Triple FUEGO se halla en la vida
misma de la Deidad solar que es una llama permanente de
propósito creador irradiando desde el centro del Universo. El
FUEGO del Espíritu conteniendo Vida y Resolución y el FUEGO de
la Materia que es el crisol donde se funden y refunden todas
las formas posibles de creación, incluyendo los Arquetipos
superiores, se hallan aparentemente separados en el tiempo
durante el proceso evolutivo. Pero en realidad, sólo un FUEGO
esencial está en la base de todos los Fuegos, el que irradia
del Centro Místico que llamamos el Corazón de Dios, asiento de
la Vida en el Universo. Cuando este FUEGO empieza a avivarse
en el ser humano tenemos su expresión en KUNDALINI, el llamado
FUEGO SERPENTINO que asciende desde las entrañas mismas de la
Tierra buscando su centro máximo de irradiación en las más
elevadas zonas evolutivas dentro del esquema corporal del
hombre.
Tendremos así una energía o FUEGO ELÉCTRICO, FOHAT, que
desciende, simbólicamente hablando, del Sol y otra energía o
FUEGO DE KUNDALINI producido por las incesantes fricciones de
la materia, que asciende, tratando ambos fuegos, el del
Espíritu y el de la Materia, de reconciliarse, unirse y
fusionarse como meta de un supremo intento cósmico. De este
incesante anhelo de unión y reconciliación que ha de producir
fusión e identificación nace la otra gran corriente de energía
ígnea que llamamos PRANA, la cual, en su totalidad, constituye
la expresión mística del Alma de todas las cosas, de la Súper
Alma Universal, de la cual el Ángel Solar -en lo que al ser
humano se refiere- es el más elevado exponente.
Se darán ustedes cuenta, si siguen la analogía, de que PRANA,
como energía de relación, participa tanto de la energía ígnea
de FOHAT como del FUEGO DE KUNDALINI. De ahí que cuando en
ciertos tratados esotéricos se nos dice que "PRANA lo llena
todo...", se nos está demostrando una divina función como
intermediario cósmico de todas la demás posibles energías
derivadas de los FUEGOS, de la misma manera que el Alma, el
Ángel Solar o Yo superior, es el eterno vínculo de relación
entre la Materia y el Espíritu y vive inmerso en el PRANA que
eleva el FUEGO DE KUNDALINI hacia FOHAT, el FUEGO CÓSMICO.
Dejando de lado estas consideraciones que no es necesario
estudiar en detalle, vemos que el FUEGO DE LA MATERIA O
KUNDALINI, que se halla contenido o depositado en la base de
la columna vertebral, tiende a ascender en dirección al centro
más elevado de la cabeza, donde se está construyendo sin cesar
y muy místicamente hablando, el Hogar del Padre, aquel que
debe ocupar el FUEGO DE FOHAT que es una emanación o
irradiación de la Mónada o Espíritu humano. Esta ascensión (la
Ascensión del Señor es la consumación de este proceso) jalona
el Sendero de Evolución, la cual se realiza lenta, normal y
progresivamente en todos los seres humanos a través del
tiempo. Ahora bien, al enfrentar el hombre inteligente el
problema de su evolución superior, se da cuenta de que el
proceso en su totalidad puede ser acelerado y cifra entonces
toda su atención y todo su empeño en la tarea meditativa.
MEDITACION, desde este punto de vista, es "el proceso
conciente de ascensión de las energías de la materia que
irradian o se elevan del centro mismo de la Tierra (El FUEGO
POR FRICCION característica del Tercer Logos) y se expresan
como FUEGO DE KUNDALINI en el ser humano, en dirección al más
elevado centro, en la cúspide de la cabeza, ocupado por las
energías del Cielo, del Espíritu o de FOHAT (el FUEGO
ELÉCTRICO característica del Primer Logos) que emana del gran
Sol Central Espiritual". Al ascender estos fuegos en dirección
al Hogar del Padre -tal como es definido místicamente- se van
operando modificaciones dentro de la conciencia sensible e
inteligente del Alma la cual, a través del Prana, la sustancia
vital característica del Segundo Logos, Señor del FUEGO SOLAR,
dirige el sistema escalonado de la MEDITACION universal en el
interior de todo ser humano. La ascensión progresiva del FUEGO
DE KUNDALINI vivifica y pone en actividad los centros de
fuerza, de recepción y de transmisión de todos los fuegos.
Estos centros de fuerza, ruedas de fuego o chacras, tan
conocidos y al propio tiempo tan ignorados por los estudiantes
de esoterismo, marcan el destino de la evolución, indican la
calidad de vida de los seres humanos y su potencia
aspiracional o meditativa. Allí en donde el fuego se haya
detenido, simbólicamente hablando se halla indefectiblemente
para el discípulo y para el verdadero esoterista, la clave
mística de la evolución de cualquier ser humano. Analizando el
sistema ígneo de recepción y distribución de energías, así
como la expresión endocrina y glandular de aquél, puede el
inteligente observador espiritual juzgar sin equívoco posible
el peldaño exacto que ocupa dentro de aquella indescriptible y
misteriosa "Escalera de Jacob" que va desde en centro de la
base de la columna vertebral hasta el punto más elevado o
cúspide de la cabeza, es decir, en qué estadio de MEDITACIÓN
se halla concentrado dentro de la gran MEDITACIÓN Cósmica.
Como no es nuestra intención profundizar en el sistema de
relaciones que existe entre centros de fuerza y funciones
glandulares, ya que la totalidad de este capítulo va
específicamente dedicado a clarificar la actividad meditativa
y presentarla como una función social del individuo de la más
elevada trascendencia y no como una disciplina obligada,
rígida y egoísta autoimpuesta por el deseo de "crecer
espiritualmente" y que muchos siguen, especialmente en este
agitado fin de siglo, como una especie de distracción mental,
evasiva del propio deber kármico o simple snobismo, creemos
haber dicho ya lo suficiente para que el tema y su finalidad
queden completamente aclarados.
Conclusión
Si han leído con atención la formulación de estas ideas habrán
podido ustedes apreciar que la actividad meditativa ha sido
presentada bajo un prisma o significado muy diferente a como
es tratada corrientemente por las diferentes escuelas de
MEDITACIÓN y de yoga. La mayoría de las técnicas existentes
tienden a la superación constante del individuo y a la
perfección de sus características expresivas, así como al
control de sus impulsos inferiores y a la disciplina de sus
tendencias hereditarias. Todo ello es correcto y tiende a
realizar en el individuo las dos primeras grandes
integraciones, la del cuerpo físico y la del cuerpo emocional.
El vehículo mental es tratado también, aunque no en su
absoluta integridad espiritual sino en algunos de sus aspectos
o funciones psicológicas y, aunque son alcanzados
aparentemente muchos éxitos, queda todavía en el fondo un gran
vacío o laguna a rellenar. Todas las técnicas son buenas, así
como todos los sistemas de YOGA, ya que responden
indefectiblemente a impulsos evolutivos que se elevan del alma
de la Raza pero, por encima de todos los sistemas, técnicas y
entrenamientos existentes, hay una Fuerza promotora de todas
las leyes evolutivas que raramente se utiliza: la Fuerza del
Servicio a la Raza y la cooperación conciente con las
potencias cósmicas que en su interacción producen el Universo.
Esta laguna, existente todavía en la mente de muchos de
aquellos que a través de alguna disciplina tratan de alcanzar
una meta definida, sólo puede ser llenada y atravesada cuando
se llega a una cierta conciencia de síntesis y el individuo se
considera a sí mismo como un agente de servicio planetario.
Desde un ángulo de apreciación profundamente ashrámico, la
MEDITACION, tal como es practicada por la inmensa mayoría,
puede ser considerada como un freno, más que como un
movimiento compulsivo del progreso espiritual. La razón está
en el hecho de que se medita con la atención centrada en sí
mismo y no sobre la Humanidad, considerada esotéricamente ésta
como un centro o chacra planetario. Se piensa mucho en
términos de "perfección individual" y muy poco en aspectos de
"función social". Y ahí radica precisamente el error.
Al incidir actualmente sobre el centro planetario de la
Humanidad, la potencia infinita de la Constelación de Acuario,
se está produciendo actualmente una potentísima revulsión
psicológica que ha de cambiar fundamentalmente el orden social
existente. La atención del individuo, preocupado hoy por su
propia elevación o perfección espiritual, se reorientará
progresivamente hacia el grupo mayor del cual forma parte y si
se piensa alguna vez en sí mismo será solamente para comprobar
si su pequeño mecanismo de recepción y proyección de los
fuegos y de las energías, está perfectamente integrado y
ajustado dentro del mecanismo mayor que es la Humanidad en su
conjunto.
Como verán ustedes "meditar y servir" son términos sinónimos.
Todo aquel que comprenda esta verdad puede y debe en lo
sucesivo reorientar su atención y con ella sus energías hacia
aquel gran centro mayor. La recompensa, como resultado de la
evolución, se halla indudablemente en el gozo místico del
servido. En realidad se estará progresando desde el centro
Ajna del entrecejo, hacia el centro más elevado, el Sahasrara
o coronario, trasladando las energías meditativas del centro
Anahata, el cardíaco, al centro Vishudda, de la garganta, el
cual inflamará el Verbo y producirá la palabra correcta por la
cual deben ser tratados nuestros semejantes. En estas últimas
palabras con las que finalizamos este capítulo está condensada
toda la actividad meditativa de los verdaderos aspirantes
espirituales de la Nueva Era que, como podrá apreciarse, deja
tras de sí en la penumbra y como trascendidos, bajo el umbral
de la conciencia -si nos permiten ustedes esta expresión- los
centros plexo solar, sacro y de la base de la columna
vertebral. El depósito del FUEGO DE LA MATERIA o KUNDALINI, se
hallará asentado entonces en el corazón y desde allí, desde
este centro conectado con el gran Corazón místico Solar, se
originará la actividad meditativa mayor que producirá la
fusión del triple FUEGO y la conquista consciente de la
inmortalidad del hombre.
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