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Vicente Beltrán Anglada


"Con profunda e infinita reverencia
a los insignes Adeptos de SHAMBALLA
en el AULA DE LA CÓSMICA COMPRENSIÓN…
Vicente Beltrán Anglada"
-V.B.A
.


 

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CAPÍTULO XIII
EL PODER ÍGNEO DE SHAMBALLA

 


La Fuerza ígnea de SHAMBALLA es de tal increíble potencia, que sólo en muy contadas ocasiones ha sido utilizada en su íntegro poder sobre el conjunto planetario, coincidiendo con algún particular período cíclico o cuando la urgencia de aplicar drásticas medidas así lo hicieron aconsejable de parte de los Responsables directos del Plan de evolución planetaria, siendo utilizado en tales períodos o circunstancias el potentísimo CETRO de poder o DIAMANTE FLAMÍGERO, del Señor de SHAMBALLA. Veamos algunas de estas ocasiones:

Durante el período evolutivo de la Raza LEMUR, cuando ésta se hallaba recorriendo su quinta subraza, el CETRO del SENOR DEL MUNDO atrajo del espacio cósmico a aquellas gloriosas Entidades denominadas esotéricamente “ÁNGELES SOLARES”, que aportaron al planeta el principio de autoconciencia que dio origen a la Raza de los Hombres, al cuarto reino de la Naturaleza.

Otra tremenda efusión del poder cósmico contenido en el DIAMANTE FLAMÍGERO del SEÑOR DEL MUNDO, tuvo lugar en cierto particular estadio del período ATLANTE, para decidir en favor de las Huestes de la Luz la contienda entablada entre la Gran Fraternidad Blanca de SHAMBALLA y los Señores de la Faz Obscura -o Magos negros planetarios- que culminó -como ocultamente se sabe- con la destrucción de gran parte del gran Continente de la ATLÁNTIDA y su posterior hundimiento en las profundidades de los océanos.

La tercera gran proyección de fuerza de SHAMBALLA tuvo lugar después de un Concilio planetario celebrado el año 1.825, en el que fue planteada la necesidad de “acelerar” el proceso evolutivo del planeta, lo cual debería implicar la aplicación del CETRO de poder planetario directamente sobre el centro místico de la humanidad sin pasar previamente, como era habitual, por el Centro moderador de la Jerarquía espiritual, que es el que intercede en el proceso de transmisión de fuerza cósmica a través del Centro de SHAMBALLA. Durante el curso de este Concilio planetario especial que se celebra en SHAMBALLA al final del primer cuarto de cada siglo, fueron examinadas ocultamente las condiciones planetarias y el estado psicológico de la humanidad, así como previstos y considerados los peligros que podrían derivarse del impacto directo de las energías ígneas de SHAMBALLA sobre el centro humano. Prevaleció finalmente “el santo criterio de SANAT KUMARA”, en el sentido de que la humanidad surgiría finalmente triunfante de la prueba de fuego a que sería sometida.

Durante casi un siglo, las energías ígneas de SHAMBALLA aplicadas sobre la humanidad, habían ido provocando -como era de prever- un potente avivamiento de las pasiones inferiores de los seres humanos, las cuales afloraron impetuosamente en los ámbitos sociales del mundo, provocando tales tremendas crisis y tensiones psicológicas que -según se nos dice ocultamente- determinaron la apertura de una puerta a través de los éteres planetarios, que permitió la introducción del MAL CÓSMICO en la Tierra.

 [El Mal Cósmico, según se nos dice ocultamente, proviene de las radiaciones que surgen de los sistemas solares y esquemas planetarios en proceso de desintegración. La analogía de estas radiaciones la tenemos en las que provienen de la Luna, como un efecto del proceso de desintegración que se está produciendo en aquel astro muerto. Hay también factores psíquicos que podríamos agrupar bajo el término genérico de ‘Karma de los Dioses” que se propagan por el espacio ocupado por los sistemas solares y producen en él, a través de sus Logos regentes, aquellos focos de desestabilización o desequilibrio que tan profundamente acusan las humanidades de los distintos esquemas planetarios]

Este incidió directamente en el planeta por medio del pueblo alemán, en virtud de la existencia kármica en Alemania de un reducido aunque muy potente grupo de magos negros (Siete en total, según se nos dice ocultamente y conocido corrientemente como GRUPO DE THULE), que habían accedido a las más altas cumbres del poder político y se habían convertido en los dirigentes del pueblo alemán. Eran sumamente expertos en el arte de la magia goética o magia negra, llenos de ambiciones personales y carentes por completo de sentimientos humanos, tal como posteriormente fue demostrado, que utilizando hábilmente el poder de la propaganda, mezclaron las energías del Mal cósmico con las energías de primer Rayo, que eran las características psicológicas de la nación alemana. Como resultado de esta fusión de energías negativas surgió el NAZISMO, la más potente organización de fuerzas del mal que haya existido jamás en la Tierra, igualada únicamente, aunque no superada, en la historia del planeta, por la actividad nefasta de los Magos Negros de la ATLÁNTIDA que provocó la destrucción de la mayor parte de aquel continente.

El propio símbolo de la esvástica invertida, demostró claramente las intenciones siniestras de los dirigentes alemanes y lo hábilmente que habían manipulado las energías del mal cósmico para extender por toda la Tierra las semillas del odio y de la destrucción. Así, la guerra mundial, iniciada en el año 1.914 y aparentemente terminada en 1.945, fue sólo la explosión final de la lucha sostenida en los niveles ocultos de la humanidad entre las Fuerzas de la Luz - encarnadas en la Gran Fraternidad de SHAMBALLA y en los seres inteligentes y de buena voluntad del mundo- y las Fuerzas de las Sombras, canalizadoras en el planeta, de las energías del Mal cósmico. Ello exigió de parte de los Responsables del Plan de Evolución planetaria, una decidida y enérgica intercesión, la cual fue evidente en el año 1.943 cuando los científicos alemanes habían logrado casi “poner a punto” aquel terrible ingenio que se llamaría bomba atómica. La aplicación del DIAMANTE FLAMÍGERO sobre el aura etérica de la nación alemana que hasta ese momento sólo había ido acumulando victorias guerreras a costa de una infinita secuela de humanos sufrimientos, con la destrucción de muchísimas vidas inocentes, determinó que ciertas áreas específicas del vehículo etérico de los científicos alemanes conectadas con el cerebro físico, fueran destruidas, ocultándoles la sencilla fórmula final o ecuación matemática que debería culminar en la tremenda experiencia de la destrucción del núcleo del átomo con la consiguiente liberación de la energía nuclear... Esta energía atómica fue utilizada posteriormente, como es bien sabido, por Norteamérica contra el pueblo japonés; una acción que no gozó del beneplácito de la Jerarquía, que evalúa sus energías desde un ángulo de vista muy diferente al de los seres humanos y utiliza en todas sus acciones la sagrada Ley de Economía. Las fuerzas aliadas vencieron finalmente a las fuerzas del Eje y apoyadas en aquellos momentos por las corrientes ígneas de SHAMBALLA, fueron los instrumentos de que se valieron las fuerzas místicas de la Gran Fraternidad para hacer retroceder el Mal cósmico hacia sus desconocidas y misteriosas fuentes de procedencia.

Ahora bien, la fusión de las energías del primer Rayo de SHAMBALLA con las del tercer Rayo de la humanidad, sin intervención alguna del segundo Rayo de Amor, que es el factor mediador de la Jerarquía o Gran Fraternidad Blanca y que, a la superficial observación, pudo aparecer como “un peligroso experimento de SHAMBALLA”, analizada ocultamente aparece como una insoslayable actividad kármica planetaria enlazada con las exigencias naturales del Bien cósmico. De ahí que examinados muy objetivamente los resultados finales obtenidos en el planeta después de haberse extinguido el terrible fragor de la gran contienda bélica y disipado en gran parte el odio humano que la había provocado, fueron debidamente corroboradas las sagradas previsiones del SEÑOR DEL MUNDO, pues en virtud del “sacrificio de los reinos”, la luz oculta del espíritu que subyace en el corazón silente de la forma, fue potentemente activada y surgió triunfante del terrible experimento de la guerra, pues la gran destrucción de formas minerales, vegetales, animales y humanas había producido un tremendo despertar en la evolución de las almas de grupo de los reinos subhumanos y favorecido extraordinariamente la entrada en el Sendero espiritual a un gran número de seres humanos.

Además, un mensaje muy secreto de la Gran Fraternidad, con destino a todos Sus Ashramas, ilustró en el sentido de que el terrible holocausto a que fue sometida principalmente la humanidad, con la violenta desaparición de tantos millones de vida humanas de todas las naciones, había resultado altamente beneficioso -en virtud de las implicaciones directas de las energías del primer Rayo- para la obra del MANU de la quinta Raza-raíz, la ARIA, Quien pudo de esta manera reestructurar los CÁNONES secretos que rigen la construcción dévica de las formas humanas, perfeccionar las NORMAS de CONSTRUCCIÓN y actualizar los ARQUETIPOS raciales que deberían presidir el nacimiento de las futuras subrazas. Tres principales energías, relacionadas todas ellas con las actividades del primer Rayo del SEÑOR DEL MUNDO, surgen ahora a nuestra consideración:

   1. La Energía Destructora, que determina la aniquilación de todas las formas existentes, así de un átomo como de un reino de la Naturaleza.

   2. La Energía Purificadora o de Renovación, que permite “reestructurar” constantemente los CÁNONES secretos o medidas áureas que rigen para todas las formas existentes, desde las más insignificantes a las más bellas y trascendentes.

   3. La Energía Organizadora, que preside la Ordenación de los Nuevos Ciclos y dirige sabiamente las corrientes de actividad de los Rayos.
 


1o. La Energía Destructora de las Formas

Todo tipo de forma, sea cual fuere su calidad y el nivel donde se exprese, ha sido estructurada para expresar una idea. Cuando en el transcurso de la evolución, aquella forma ha envejecido o ha devenido poco dúctil a las vibraciones que emanan del propósito creador que le dio vida, se impone su desaparición, destrucción o aniquilación, para ser reemplazada por otro tipo de forma que pueda resistir armoniosamente y sin ofrecer resistencia al creciente y renovado ritmo del Propósito espiritual del Creador con respecto a aquella forma.

Este Propósito, complementado con la idea mental correspondiente, genera una energía de cualidad dinámica que va aumentando su potencial a medida que avanza el proceso de la evolución. Si durante el desarrollo del mismo encuentra una resistencia lo suficientemente potente dentro del contenido substancial de la forma, entonces producirá inevitablemente la rotura de los límites o fronteras de contención de la misma y creará automáticamente un nuevo y más amplio “círculono- se-pasa”, el cual deberá ser llenado lógicamente por una forma de características más amplias y de más sutiles cualidades, en armonía con el nuevo ritmo impuesto por el Designio creador. La sustitución o cambio de un tipo de forma por otro más dúctil y sutil, es una actividad constante y permanente en la vida de la Naturaleza y en el destino de la evolución, ya sea de un Esquema planetario, de un Sistema solar o de un ser humano, pero este proceso de sustitución o cambio que constituye una mecánica natural en el orden estructural del Universo y se realiza de manera gradual, armoniosa y rítmica en el desarrollo del Plan planetario o solar se efectúa a veces de manera drástica y apocalíptica, cuando razones humanas decididamente opuestas al Propósito del Creador, así lo hacen necesario. Veamos algunas de estas razones:

   a. La actitud negativa de una gran masa de seres humanos, potentemente aferrada a conceptos arcaicos, tradicionales o acomodaticios, cuya polarización psicológica se orienta hacia el pasado histórico de la Raza y se opone obstinada y sistemáticamente a la Voluntad o Propósito de la Divinidad planetaria. El símbolo bíblico de la Mujer de Lot convertida en estatua de sal al volver la vista atrás, desoyendo el consejo de los Ángeles, puede ser aplicado aquí.

   b. La acumulación en el aura etérica del planeta, “por absorción magnética”, de una serie de residuos kármicos procedentes de más allá del Sistema solar, esotéricamente descritos como “Mal CÓSMICO”, que empañan la nitidez del espacio planetario e impiden la penetración en él, de las energías espirituales del Sol que determinan la evolución de los reinos, las razas y las especies.

   c. La existencia en los niveles psíquicos del planeta, de una prodigiosa serie de EGREGORES o formas psíquicas condensadas allí desde tiempos inmemoriales por las actitudes incorrectas de los hijos de los hombres.

Podemos observar aquí tres principales focos de energía negativa, cuya polaridad es netamente material y egoísta y constituyen en su interacción un sólido bloque de fuerza cristalizada que exige redención y liberación. Una parte muy importante del trabajo mediador de los Avatares e Instructores espirituales del mundo consiste en la destrucción previa de muchos de estos factores condicionantes existentes en el aura planetaria y en los niveles psíquicos. La cono-cida frase mística “Preparad Mi Camino”, hace referencia a esta previa destrucción de formas negativas que impiden la Venida de un Avatar espiritual. Unas veces son cualificadas huestes dévicas comandadas por exaltados Ángeles y grandes Iniciados, las que realizan este trabajo previo de destrucción de formas y purificación de los éteres planetarios. Otras veces es la voluntad dinámica de la Gran Fraternidad del planeta a través de los Iniciados y Discípulos de los distintos Ashramas, la que favorece este proceso de desintegración, pero en determinados y por fortuna poco frecuentes casos, en los que la nocividad ambiental planetaria ha alcanzado sus cotas máximas y más peligrosas, es el terrible y abrasador Fuego de SHAMBALLA el que irrumpe en los niveles etéricos y psíquicos del planeta, determinando en ellos potentes y drásticas destrucciones de formas anquilosadas y condicionantes. Los casos anteriormente descritos de la ATLÁNTIDA y de la propia guerra mundial, son efectos directos de la proyección del fuego eléctrico de SHAMBALLA sobre el aura etérica y psíquica de la Tierra. De ahí que sean muchos los investigadores esotéricos que creen ver en estos acontecimientos planetarios, tan aparentemente desoladores, un claro indicio de la próxima aparición de algún definido Avatar espiritual.

La destrucción de las formas gastadas por el tiempo o cristalizadas por las actividades incorrectas de los hombres, abre el camino de un proceso de renovación de formas que ha de traer como resultado la expresión de un nuevo Arquetipo de forma en la vida de la Naturaleza. Nunca con mayor propiedad debería citarse el mito del AVE FÉNIX que renace constantemente de sus propias cenizas o meditar sobre aquellas místicas frases védicas: “… el Alma asciende a las Alturas apoyando sus pies sobre los cadáveres de sus múltiples yoes vencidos, durante el largo y fatigoso proceso de la evolución”.

Así, la actividad destructora de las formas asume el noble ejercicio de la Ley del Karma y surge triunfante de las inspiraciones espirituales de los Arquetipos internos del Logos planetario, cuyas claves de armonía sabiamente pulsadas por los Devas, exigen respuestas cada vez más sutiles, perfectas y vibrantes, a fin de que exista una coordinación cada vez más correcta y armoniosa entre el propósito, la idea y la forma.



2o. La Energía Purificadora o Reestructuración de los Cánones

La reestructuración de los Cánones, sea cual fuere el tipo de forma a la cual se aplique, se fundamenta en el espíritu de Belleza que guía ocultamente el proceso de la evolución y en el constante y permanente reajuste a que se hallan sujetas todas las formas -desde la del átomo a la del propio planeta- a fin de que puedan adaptarse cada vez más armoniosamente a aquel espíritu de Belleza que emana de fuentes cósmicas y que aparece fúlgidamente como un Arquetipo que debe ser desarrollado convenientemente en la vida evolutiva de la Naturaleza. Los principales Cánones planetarios se expresan a través de cinco Arquetipos definidos:

   a. El Arquetipo de una especie dentro de cualquier reino.
   b. El Arquetipo de una Raza humana.
   c. El Arquetipo de un reino de la Naturaleza.
   d. El Arquetipo de un plano en el proceso evolutivo del Universo.
   e. El Arquetipo de un planeta dentro de un esquema planetario.

Todos estos Arquetipos están misteriosamente vinculados entre sí, viniendo a ser como ramas de un mismo Arbol planetario, cuyas raíces se hallan profundamente hundidas en las entrañas del espacio cósmico. Vamos a analizarlo con más detalle.

a. El Arquetipo de una Especie

Es increíble la cantidad de especies que realizan su evolución en los tres reinos subhumanos -mineral, vegetal y animal- pero el Arquetipo que constituye la meta de cada especie indica siempre el punto crucial de la misma, en que su grado de desarrollo le permite acceder ya a otra especie superior y hacerse receptiva, por lo tanto, a la acción de otros Arquetipos más elevados, de más vibrante nota o so-nido, de colores más vívidos y de forma geométrica más perfecta dentro de los cánones que rigen la construcción de las formas. La evolución de las especies indica siempre la vitalidad renovadora de los Arquetipos, cuyos cánones son reestructurados cíclicamente por ciertas Entidades dévicas, conectadas con el propósito insigne del Logos planetario durante el proceso de evolución del esquema terrestre. A ese tipo de Devas suele definírseles esotéricamente como “Constructores de Arquetipos”, siendo ésta, realmente, su misión. Trabajan con substancia mental de alta calidad y moldean los distintos e innumerables Arquetipos que corresponden a la infinita multiplicidad de las especies, siguiendo directrices ocultas que emanan de los altos niveles planetarios donde el propósito solar se ha convertido en la Voluntad augusta de ser y de realizar, por parte del Logos planetario.

El proceso a seguir en orden a la construcción de los Arquetipos constará siempre de tres fases principales, sean cuales fueren los cánones previstos y la jerarquía mística de la entidad que ha de ocupar la forma: VOLUNTAD - IDEA - ACCIÓN. La Voluntad se proyecta desde la Esfera átmica, la Idea, de cualidad abstracta, se confecciona en la Esfera búdica y la pluralidad de pensamientos concretos que surgen de esta Idea arquetípica o Idea Madre, constituyen el andamiaje de la actividad de los Devas mentales que crean el sinnúmero de pequeños Arquetipos, los cuales, convenientemente amalgamados o substanciados, se convertirán en las adecuadas formas geométricas para cada especie.

Hay que diferenciar siempre las especies superiores de las inferiores en orden a los Arquetipos a desarrollar, cuya distancia entre sí -medida en términos de evolución- abarca a veces inmensos períodos de tiempo, pero tal como acabamos de exponer, el proceso evolutivo de cada especie se fundamenta siempre en la clara línea que señala el propósito de la Divinidad, en las múltiples cualidades que han de ser desarrolladas y en la progresiva belleza que van adquiriendo las formas geométricas.

Al llegar a este punto, podríamos establecer una analogía de actividades sincrónicas:

Esta analogía deberá ser lógicamente válida también con respecto a las razas humanas, a los reinos de la Naturaleza y a los planos del Sistema, variando únicamente la sutilidad del éter con el cual son construidas las formas correspondientes o vehículos expresivos de las distintas entidades, conscientes o inconscientes, que realizan sus particulares evoluciones en el infinito seno del Logos creador

b. El Arquetipo de una Raza Humana

Este Arquetipo constituye el modelo en substancia mental superior que utiliza el MANU de una Raza-raíz para dotar a ésta de todos los elementos que precise a fin de llegar a la perfección de todas sus características originales. Los grandes Iniciados, que poseen clarividencia causal, pueden observar estos Arquetipos destacándose luminosamente en el espacio mental del Logos planetario donde es proyectada la Idea original que corresponde desarrollar para esta Raza, tal como lo tiene dispuesto el Logos solar en Sus inescrutables Designios. Observados muy atentamente, tales Arquetipos de Raza aparecen brillantes, nítidos y desprendiendo irisoladas radiaciones lumínicas. Una categoría especial de Devas, llamados ocultamente “Diseñadores de Arquetipos”, pertenecientes a una hueste superior de AGNISVATTAS, se manifiestan en el segundo subplano de la Esfera mental y mantienen vívido y rutilante este reflejo arquetípico de la Idea de Dios en el plano causal, hasta que la forma que la representa en el plano físico haya logrado expresarla plenamente con toda belleza y perfección.

Toda Raza-raíz se subdivide en siete subrazas, cada una de las cuales está destinada a manifestar una u otra de las siete Cualidades adscritas al Arquetipo diseñado por los Ángeles AGNISVATTAS en el plano causal, de acuerdo con el propósito divino. De ahí que el Manú de la Raza deberá mantener potentemente vívida en Su mente la imagen del Arquetipo de la Raza-raíz que habrá de revelarse físicamente, sintetizando las imágenes arquetípicas de cada una de sus siete subrazas. Para el desarrollo del trabajo de creación de la Raza-raíz, el MANU tiene como Agentes principales a un importante grupo de Iniciados de todos los rangos y a una multiplicidad de Devas constructores en cada uno de los niveles de construcción de la Esfera mental de SHAMBALLA. Será evidente por lo tanto, que exista una muy estrecha vinculación entre los planos y las Razasraíces, entre los subplanos y las subrazas y entre las cualidades que han de desarrollar las Razas y subrazas y los Rayos y subrayos, cuyas corrientes de energía permitirán la realización del trabajo. El orden que se sigue en la totalidad de la evolución universal y planetaria está profundamente marcado por la Ley de Analogía, enraizada en el principio geométrico y matemático del Universo, al que tan frecuentemente había aludido PLATÓN, muy directamente vinculado con la manifestación de los Arquetipos, ya sea de reinos, razas o especies.

La evolución de una Raza-raíz abarca siete períodos principales, uno para cada subraza y, por lo común, debido a la magnitud del tiempo que abarca la perfección total de esta Raza-raíz, es más de un MANU el que interviene en la expresión total de la misma. Los grupos étnicos que irán apareciendo en el devenir evolutivo irán impregnados de las cualidades vitales que segregan los Arquetipos menores o subraciales. Por lo tanto, si nos ceñimos a la analogía, en cada Razaraíz aparecerán siete grupos étnicos principales, y de la mezcla o fusión de las cualidades mejores de los grupos étnicos surgirá finalmente el tipo racial perfecto, el Arquetipo divino de la Raza-raíz. En esta obra de perfeccionamiento racial trabaja activamente el Departamento jerárquico del MANU, y el trabajo que ocultamente se va realizando -de “absorción” de las cualidades substanciales de cada plano o Esfera hasta llegar al nivel físico denso- corresponde a los Devas constructores, a quienes en páginas anteriores hemos definido como “los substanciadores del éter”, secundando las directrices señaladas por el MANU. Podríamos decir también, ateniéndonos como siempre al dictado de la analogía, que cada uno de los subplanos de cada plano tiene sus propios Devas constructores, los cuales en orden a los Arquetipos menores que segrega cada Arquetipo racial, van confeccionando cada tipo de cualidad requerida, extrayéndola de la substancia de sus propias vidas. El orden de la construcción es perfecto, como perfectos son los cánones, medidas o proporciones que se siguen hasta llegar a la total perfección de una Raza-raíz.

Como esotéricamente se sabe, durante el curso de un Manvántara o período de encarnación física de un Logos planetario, aparecen siete grandes Razas-raíces. Actualmente, la evolución espiritual de la mayor parte de la humanidad se realiza en la quinta subraza de la quinta Raza ARIA y se perfila ya en lontananza el elemento arquetípico coordinador que ha de producir la sexta subraza. Aparecieron antes otras cuatro Razas-raíces De las dos primeras, llamadas “polar” e “hiperbórea” se sabe muy poco, debido a que los cuerpos que utilizaron estaban construidos de materia etérica y semietérica. Sus “duplicados” pueden ser observados, sin embargo, utilizando la clarividencia etérica, en una de las Estancias del Aula del CONOCIMIENTO de SHAMBALLA. Los Arquetipos mentales de los cuales los respectivos MANÚES extrajeron sus diseños, eran todavía muy imperfectos en orden a la organización de la forma y, según se dice esotéricamente, la vida de las conciencias que ocuparon aquellas formas raciales estaba condicionada a extremos increíbles por las dificultades ambientales, ya que debían absorber o respirar una pesada atmósfera de carácter ígneo y alimentarse de los residuos etéricos procedentes de las formas que, faltas de vitalidad, iban desintegrándose. El prana solar era totalmente desconocido, pues la densidad de aquella atmósfera hacía imposible que los rayos solares pudieran atravesar sus enrarecidos ambientes. Las formas eran deformes y desproporcionadas, pues los Devas que las construían no disponían aun de las sagradas medidas áureas y solares que rigen las proporciones perfectas de la forma, pero cumplieron con el objetivo inmediato de crear las bases substanciales de las dos próximas Razasraíces la LEMUR y la ATLANTE, las cuales empezaron a organizarse potentemente en el aspecto material, adquiriendo formas o cuerpos densos y objetivos. Al llegar la corriente evolutiva de las formas a la quinta subraza de la Raza LEMUR, se produjo un hecho trascendente que dio como resultado la INDIVIDUALIZACIÓN del hombre-animal que poblaba la Tierra, es decir, la aparición del ser humano autoconsciente... De este hecho esencial, íntimamente vinculado con la suprema Vida del SEÑOR DE SHAMBALLA se hizo referencia específica en páginas anteriores, pero podemos afirmar que del mismo se originó un impulso espiritual tan importante y trascendente que aceleró en millones de años el desarrollo espiritual del planeta.

La Raza ATLANTE fue una nueva adición del Fuego creador de la Divinidad en el proceso de construcción de formas raciales, singularmente porque el Arquetipo de las distintas subrazas tenía como especial cometido dotar de SENSIBILIDAD ASTRAL y de cualidad sensoria a la substancia con la que se construían las formas, un objetivo que no se había alcanzado en las Razas precedentes.

Las formas “sensibilizadas” de la Raza ATLANTE abrieron para la nueva Raza ARIA las posibilidades infinitas de la conciencia mental, iniciada sólo muy vagamente en la época LEMUR por la transferencia solar de los Hijos de la Mente, cuando el hombre-animal fue dotado del principio mental de la autoconciencia, siendo la quinta subraza ARIA, en orden a su número, la más cualificada para incorporar el quinto Rayo del Conocimiento Concreto que debía constituir el preludio de la sociedad humana actual, tan potentemente organizada en el aspecto técnico.

No es nuestra intención reproducir en este libro las condiciones azarosas y singularmente difíciles que tuvo que soportar cada una de las subrazas de estas cinco primeras Razas-raíces, ya que tanto en todo el libro como en este capítulo específico, tratamos únicamente los Arquetipos solares sobre los cuales fueron estructuradas las líneas maestras de la forma.

c. El Arquetipo de un Reino

Los reinos de la Naturaleza son construidos de manera similar a la de las Razas humanas, aunque las energías que surgen de SHAMBALLA tienen una amplitud de proyección y una potencia ígnea mucho mayores y son recibidas y canalizadas por una Entidad dévica de jerarquía espiritual superior a la de los Ángeles AGNISVATTAS, Quien recibe la inspiración arquetípica -si podemos decirlo así- de niveles mucho más elevados y trascendentes. Este exaltado Deva, de categoría espiritual similar a la de los Arcángeles, ordena y coordina el trabajo de una prodigiosa cantidad de agentes dévicos expertos en el arte de la construcción de formas. Cooperan en Su trabajo muchos Adeptos de la Gran Fraternidad, cuyo Rayo es similar al del propio Reino, teniendo en cuenta que en la evolución total del planeta desarrollan sus actividades siete Reinos. El siguiente Diagrama (ver página siguiente) aclarará la posición de los reinos en el orden evolutivo, los Rayos a través de los cuales se manifiestan, los planos de la Naturaleza con los cuales se hallan particularmente vinculados y el tipo de Devas que intervienen específicamente en su construcción.

Otra idea a tener en cuenta al estudiar el tema de los Arquetipos de los Reinos, es la de las Almas-grupo o sea, la increíble cantidad de agrupaciones monádicas que constituyen la totalidad de un Reino, subdivididas por orden jerárquico o evolución espiritual, en infinitas gradaciones de Almas-grupo que constituyen la totalidad de las especies vivientes de los tres primeros Reinos de la Naturaleza: el mineral, el vegetal y el animal. Podríamos decir así, que existe el Arquetipo total de un Reino del cual es custodio el Arcángel o Ángel superior que rige a este Reino y una multiplicidad de arquetipos menores o subsidiarios, de los cuales son guardianes o custodios una increíble cantidad de Devas de múltiples categorías y estados de evolución, cuya misión, esotéricamente reconocida, es la liberación progresiva de las unidades monádicas que constituyen todas y cada una de las especies vivientes.


Nota: Este diagrama es válido para la total evolución planetaria en esta Cuarta Ronda


Como podrá observarse, la idea implícita en la expresión del Arquetipo, sea de una raza, de un reino o de una especie cualquiera, es mucho más compleja de lo que puede parecer a simple vista, singularmente cuando se hace referencia a la infinita prodigalidad de especies que evolucionan en los tres Reinos subhumanos. Hay que tener presente, sin embargo, que a medida que se acrecienta el ritmo de la evolución se va simplificando el proceso de generación de Arquetipos, en orden a que han sido trascendidos muchos de tales Arquetipos y hay cada vez menos modelos esenciales a desarrollar. Un ejemplo de ello lo tenemos en el Reino humano: sólo tiene que desarrollar cuarenta y nueve Arquetipos, los que corresponden a las siete subrazas de cada una de las siete Razas raíces. Cada una de estas subrazas son avenidas de acceso para la consumación o expresión del Arquetipo del superhombre, cuya naturaleza física corresponderá al ideal de Belleza proyectado por la Divinidad y se manifestará al final de la séptima subraza de la séptima Raza-raíz.

En los Reinos superiores al humano, el Arquetipo dejará de ser racial -en el sentido ordinario del término- para convertirse en una imagen espiritual o arquetípica de funciones cósmicas. Esta es una idea tremendamente esotérica, en la que no podemos penetrar todavía, en razón de nuestras muchas limitaciones humanas y escasa percepción mental en estos niveles, ya que está íntimamente vinculada con la Voluntad y el Propósito de la Divinidad planetaria y constituye un íntimo secreto de SHAMBALLA que sólo es confiado en las más elevadas Iniciaciones.

Lo único que deberíamos añadir quizás, ateniéndonos como siempre al principio de analogía, es que en esta operación mágica de revelar los Arquetipos superiores y trascendentes que emanan de fuentes cósmicas, actúan igualmente y armoniosamente integrados, los tres elementos básicos que concurren en cualquier actividad creadora: la Intención, la Idea y la Forma geométrica. Y ya para la comprensión total de la idea implícita en el Arquetipo de un Reino, deberíamos considerar que éste, en su totalidad, es una Entidad Dévica o Angélica cuya misión es “derramar la luz de los Arquetipos” sobre todas y cada una de las especies vivientes en la vasta extensión de su “círculo-no-se-pasa”, como semillas inmaculadas de la Belleza de la Creación. La respuesta de cada especie viviente, a la efusión de la energía cósmica que emana de este poderoso Agente de SHAMBALLA, se realiza por la visión que de tales Arquetipos tienen los propios Devas subalternos, quienes mantienen en el interior de sus misteriosas e incomprensibles vidas a cada una de las Almas grupales de las especies y son los maravillosos artífices de la construcción de formas dentro de la indescriptible expansión de un Reino.

d. El Arquetipo de un Plano del Sistema

Nuestro Universo se rige por la sagrada ley de correspondencia o del principio de analogía. Acogemos mentalmente su significado en el sentido que lo expresó el gran HERMES TRISMEGISTUS, Padre de la Sabiduría, en su conocido axioma: “Igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba”. De ahí que si el ser humano llega a conocerse a sí mismo, en la justa medida de esta comprensión comprenderá a Dios, ya que de acuerdo con los tratados esotéricos, religiosos y místicos de todos los tiempos, “somos hechos a Su imagen y semejanza”.

El principio de analogía aplicado a los Arquetipos de la evolución, los hace comprensibles a la mente intelectual, debido a que el método de desarrollo utilizado por la Divinidad planetaria en la evolución de Su esquema terrestre, se fundamenta siempre en las tres constantes universales que dieron origen al Sistema solar y a las que nos hemos venido refiriendo frecuentemente, es decir, la Intención, la Idea y la Forma geométrica.

Por lo tanto, cualquier plano del Sistema solar o cualquiera de las siete Esferas expresivas de SHAMBALLA, son el depósito de los Arquetipos de los Reinos, de la misma manera que los Reinos son el depósito de los Arquetipos de todas las especies vivientes...

Ahora bien, en su totalidad, un plano del Sistema solar o una esfera de orden planetario de SHAMBALLA, no son sino expresiones de una CUALIDAD distintiva de las Divinidades solar o planetaria, las cuales constituyen un Arquetipo que ha de ser desarrollado y perfeccionado durante el proceso de evolución. Podríamos decir así, que la perfección de un Sistema solar o de un esquema planetario sólo será posible cuando hayan sido plenamente expresadas las siete CUALIDADES arquetípicas que constituyen la esencia de cada uno de los planos del sistema o, en el caso de nuestro esquema planetario, de las siete CUALIDADES que ha de desarrollar y llevar a su pleno florecimiento nuestro Logos planetario. Veamos ahora, por analogía, las CUALIDADES o Arquetipos que por proyección de la Intención solar han de ser desarrolladas en las siete esferas o planos que forman el esquema planetario de la Tierra:

La reflexión sobre estas analogías puede deparar asimismo una idea muy clara y objetiva de cómo actúan en la vida de la Naturaleza los Agentes Místicos de SHAMBALLA, Quienes no son únicamente las Entidades planetarias que forman el Consejo Privado del Gran Señor sino que por su altísima representatividad pueden ser incluidos también los Ángeles de los Reinos y los Arcángeles de los planos, sin cuya participación directa en “los Asuntos del Padre” -tal como los había definido Cristo- no sería posible la gloria de la Creación. Con esta idea en mente, vamos a analizar ahora la idea del Arquetipo aplicada a la totalidad de vida de un planeta.

e. El Arquetipo de un Planeta

Hablando en términos rigurosamente científicos, podríamos decir que el Arquetipo de un planeta constituye la raíz mística de un esquema planetario, así como su expresión física final, cuyo canon de belleza expresa la vivencia espiritual y trascendente del Logos solar a través de aquel esquema. Los esquemas planetarios son los centros de energía o “CHAKRAS” del Logos del Sistema solar, siendo a través de los mismos que ha de expresarse finalmente la Gloria de los Arquetipos fundamentales del Universo, los cuales, como habremos podido observar son las CUALIDADES infinitas del Logos expresando Su perfección en el tiempo, a través de los ciclos de duración de Su Mahamanvántara. Podríamos decir también que, cada uno de aquellos Arquetipos o Cualidades lleva en sí alguna de aquellas corrientes de energía que llamamos RAYOS y, según se nos ha explicado esotéricamente, nuestro Logos solar tiene además la misión de revelar DOCE ARQUETIPOS principales que, a su debido tiempo y de acuerdo con la analogía, deberán constituir centros cualificadores perfectos de las DOCE CONSTELACIONES DEL ZODÍACO. Estas Constelaciones, en lo referente a nuestro Sistema, constituyen “LA RUTA DE LOS DIOSES” que nuestro Logos recorre en compañía de otros exaltados Logos. Dentro de los cómputos inexorables del tiempo, nuestro Logos solar con todo Su equipo universal, tarda doscientos cincuenta mil años en recorrer este obligado ciclo mayor, el cual está muy íntimamente relacionado con las orbitaciones de cada uno de los esquemas planetarios alrededor del Sol físico.

En orden a esta analogía, vamos a describir ahora los esquemas planetarios que en esta presente Ronda constituyen aspectos evolutivos del Logos solar. Empezaremos por los principales, es decir, por aquéllos que en el presente estadio evolutivo del Señor del Universo, forman los CHAKRAS, o centros de energía mayormente utilizados en el desarrollo evolutivo del sistema solar.

ESQUEMA.....CHAKRA
VULCANO......Coronario
VENUS...........Ajna (del Entrecejo)
MARTE...........Plexo Solar
TIERRA...........Sacro
MERCURIO.....Base de la Columna vertebral
JÚPITER.........Cardíaco
SATURNO.......Laríngeo

[Sólo la intuición podrá revelarle, sin embargo, al investigador esotérico, la situación exacta de algunos de los CHAKRAS. Aquí ha sido utilizada únicamente la analogía, de acuerdo con la característica específica de los astros]

A estos siete esquemas principales se les denomina esotéricamente “Focos de Atención del Señor” y a cada uno de Sus Logos regentes se les define en términos bíblicos como “Los Siete Espíritus ante el Trono”, haciendo una oculta mención al Logos Solar y a los siete “CHAKRAS” principales que corresponde desarrollar en esta cuarta cadena solar del presente Universo. A estos siete esquemas se les denomina, en ciertos tratados ocultos, “los Siete Esquemas de Reajuste”.

Hay también dentro del esquema, siete planetas llamados esotéricamente “Planetas Sagrados”, en virtud de que Sus Logos regentes alcanzaron una iniciación cósmica que les permite intervenir en los grandes Concilios Solares y en los Concilios ordinarios que tienen lugar en la Gran Logia Blanca de SIRIO, con el cual nuestro Logos solar se halla muy íntimamente vinculado por misteriosos lazos kármicos. Algunos de estos siete esquemas forman parte, en el presente estadio evolutivo del Logos solar de “los Sistemas de Reajuste” y forman los canales de distribución de la energía cósmica de los RAYOS. Veamos:

Estos planetas, según se nos dice esotéricamente, han realizado plenamente el Arquetipo que tenían la misión de desarrollar dentro de sus esquemas respectivos, y constituyen iluminados puntos de tensión solar siendo los factores principales para una inminente gran Iniciación cósmica del Logos del Sistema.

En consecuencia, hay tres planetas “no sagrados” en nuestro Universo. Sin embargo, dos de ellos forman parte de los CHAKRAS principales del Logos solar en esta presente fase de Su Mahamanvántara:

a. La Tierra un planeta de tercer Rayo.

b. Marte un planeta de sexto Rayo.

c. Plutón un planeta de primer Rayo.

Tenemos, finalmente, otros dos esquemas con los cuales contabilizan los doce que han de constituir la actividad futura del Logos de nuestro Sistema solar. Se trata de dos esquemas que, por la coyuntura de la propia evolución del Logos, realizan sus particulares evoluciones en los niveles ocultos del Sistema pero que surgirán a su debido tiempo en el plano de la vida objetiva... Podrán ser observados entonces por los investigadores astronómicos de la bóveda celeste. A estos dos esquemas planetarios se les denomina jerárquicamente y en términos familiares “los Hijos del Sol y de la Luna” y en las investigaciones astrológicas que realizan los grandes observadores jerárquicos, se les considera como portadores de las cualidades solares o lunares, las cuales son tenidas en cuenta al realizar los complicados cálculos matemáticos, asignándoles a estos dos esquemas las cualidades adscriptas a los Rayos segundo y cuarto.

Tenemos pues, en el Sistema solar además del increíble número de asteroides y satélites, doce esquemas evolutivos, diez de ellos plenamente actuantes en la fase mahamanvantárica actual y dos en latencia en los ocultos repliegues del espacio solar, constituyendo para el Logos la analogía de los “DOCE TRABAJOS” que Hércules, el Iniciado perfecto, ha de realizar dentro del corazón, cuyos doce pétalos están misteriosamente relacionados con las doce Constelaciones del Zodíaco. Al final del presente Mahamanvántara o ciclo evolutivo del Sistema solar, nuestro Logos tendrá que haber realizado DOCE ARQUETIPOS o haber convertido en sagrados todos los planetas que actualmente se encuentran en fase de desarrollo en el nivel cósmico de “DISCÍPULOS EN EL CORAZÓN DEL MAESTRO”, pero que no han alcanzado todavía la fase de perfectos Iniciados en las misteriosas interioridades de la gran Cámara Iniciática del Sistema... Utilizando como siempre la analogía, será evidente la estrecha vinculación existente entre:

   a. Las Doce Constelaciones del Zodíaco.

   b. Las Doce Jerarquías Creadoras del Universo.

   c. Los Doce “planetas sagrados”, al final del gran Mahamanvántara solar

   d. Los Doce satélites del planeta Júpiter que refleja en su vida la gloria del Sistema solar llamándosele con justicia en términos jerárquicos, “el Hijo predilecto del Padre”.

   e. Los Doce Trabajos de Hércules, mediante los cuales el Discípulo se convierte en un Adepto.

   f. Los Doce pétalos del Corazón, en el Chakra cardíaco.

   g. Los Doce Apóstoles de Cristo, simbolizando cada una de las Constelaciones del Zodíaco y cada uno de los doce pétalos del chakra cardíaco. Cristo es la representación simbólica y mística de la Joya en el Loto, que se abre esplendorosa al finalizarse con éxito los Doce Trabajos de Hércules.

   h. Los Doce rutilantes pétalos que surgen en el interior del “chakra coronario o “LOTO DE MIL PÉTALOS”, como consecuencia de la perfección del chakra cardíaco.

En otro orden de ideas, podríamos decir también que cada uno de los esquemas del Sistema solar es, esencialmente, una idea divina que está cumpliendo en tiempo y espacio un propósito definido de la Divinidad.

La forma arquetípica de un esquema y su representación objetiva, un planeta, es la esfera y -según se nos ha enseñado ocultamente esta esfera será tanto más perfecta, geométricamente hablando, cuanto más perfectamente haya sido desarrollada por el Logos planetario la VIRTUD o Cualidad Arquetípica que le correspondía dentro del Sistema. Todo el propósito de la perfección solar se basa en las coordenadas cíclicas de los movimientos de rotación y de traslación, los cuales, una vez que hayan sido debidamente armonizados, constituirán la forma geométrica perfecta de la ESFERA, cuyos cánones secretos expresan las verdaderas medidas áureas o solares por las que se rigen todos los Arquetipos o Ideas divinas que surgen de la Intención logoica.

De ahí que -sí aplicamos la analogía- deberemos coincidir en el hecho de que un sistema cósmico o un sistema solar, deberían tener ocultamente la forma esférica correcta y no elipsoidal, tal como aparece ante la visión y los cálculos astronómicos... Hay que tener presente al respecto, que los observadores de los cielos basan sus conclusiones lógicas y sus cálculos, en defectos de perspectiva y erróneos ángulos de incidencia de la luz que proviene de las estrellas y los astros, propiciados por la inclinación del eje de la Tierra con respecto a la elíptica, o por el “vaivén” que acompaña al movimiento de rotación del planeta, debido a su propia deformación esférica. Este movimiento de vaivén produce defectos orbitales, tales como por ejemplo el movimiento de retrogradación o de precesión de los equinoccios. Se trata, como se verá, sólo de pequeños datos por todos conocidos, pero que observados atentamente desde el ángulo esotérico pueden depararnos una visión mucho más completa e incluyente. Los Misterios de SHAMBALLA incluyen zonas de perfección que jamás fueron ideadas y ni siquiera intuidas por los investigadores cualificados. La idea del Arquetipo, inteligentemente aplicada, permitirá profundizar en estas zonas increíbles de misterios espirituales, deparando una visión muy aproximada de la Realidad, cuya conquista forma parte del intento creador del hombre y es una de las piedras angulares donde se sostiene místicamente la indescriptible arquitectura de la Iniciación.
 


3o. La ordenación de los Nuevos Ciclos

A medida que van evolucionando los innumerables Arquetipos mentales a través de formas físicas, los ciclos que corresponden a los diversos tipos de forma ensanchan su recorrido en el tiempo, y en el transcurso del mismo van absorbiendo más sutiles cualidades del ambiente cósmico donde se realiza la evolución de un Sistema solar de un Esquema planetario o de un ser humano. Examinada el aura planetaria en relación con un reino, una raza o una especie cualquiera, se le ve surcando por un increíble número de luminosas orbitaciones que se cruzan y entrecruzan constantemente aunque sin interferirse las unas con las otras. Cada una de tales orbitaciones -tal como las percibe el clarividente entrenado- se realiza alrededor de un luminoso centro de atracción irradiando ondas de cálida belleza. Este centro es el Arquetipo, bajo cuya mágica influencia van estructurándose las requeridas formas, a través de una innumerable hueste de pequeñísimas criaturas dévicas las cuales, obedientes al estímulo de los creadores mayores, “van calcando en los éteres del espacio” correspondientes a alguna definida Alma-grupo, la forma ideal del Arquetipo que le corresponde realizar. Este centro de luminoso poder arquetípico es, sin embargo, sólo un débil retazo o pequeñísimo diseño del Arquetipo mental de Belleza que proviene de la Idea o Propósito de la Divinidad. Si el clarividente agudiza su atención podrá observar un misterioso y tenue hilo de luz que surge de este Arquetipo mental y lo conecta con el diseño o retazo del mismo en el nivel apropiado de reino, raza o especie, donde habrá de constituir la base ideal de la forma que está en proceso de desarrollo. Hay, por tanto, una directa y muy íntima vinculación entre los siguientes factores.

a. El Arquetipo mental o ideal de Belleza que surge del Propósito divino.

b. La parte de este Arquetipo o diseño menor, que ha de ser estructurado en cualquier sector definido del Plano físico.

c. El Ángel o Deva, director del Alma-grupo donde evoluciona la forma que corresponde al diseño inmediato del Arquetipo.

d. La increíble cantidad de elementales constructores, llamados ocultamente “los substanciadores del éter”, que estructuran finalmente la forma física del diseño arquetípico, utilizando éteres de distintas densidades.

Así, de acuerdo con la ley cíclica que regula todo lo creado, se van organizando las orbitaciones dentro de cuyo “círculo-no-se-pasa” y en su punto central, se encuentra tenso y vibrante el Arquetipo o el diseño que forma parte del Plan inmediato de construcción. Contemplado el espacio etérico que circunda cualquier tipo de expresión de vida desde el plano causal, se asiste a un espectáculo realmente impresionante y de belleza inenarrable, porque se observa la estrecha vinculación que existe entre todas las posibles orbitaciones alrededor de los Arquetipos y el maravilloso entrejuego de todas las líneas de luz, coloreadas de acuerdo con las cualidades latentes que irradia cada Arquetipo.

¿Podríamos visualizar -utilizando el poder de la imaginación creadora- esta pluralidad infinita de orbitaciones distintas que cruzan los éteres de todos los reinos, especies y conjuntos moleculares que evolucionan en el interior del “círculo-no-se-pasa” de nuestro Esquema planetario? Si pudiésemos hacerlo, tendríamos un conocimiento claro y correcto de lo que hay que entender por la frase esotérica “ordenación de los nuevos ciclos”.

Cada ciclo responde a una ley, a una necesidad y a un propósito definido. En el interior de su particular orbitación y a manera de puntitos de luz de distintas intensidades y fulgores, se agitan las cualidades vivientes que irradian del Arquetipo o diseño parcial que está desarrollándose a través de las formas que constituyen la obra y la promesa de aquel ciclo particular de vida. Si la atención del clarividente no se deja impresionar por la belleza del espectáculo que se manifiesta ante su visión y se mantiene profunda y serenamente expectante, observará también aquel finísimo e imponderable hilo de luz que conecta el pequeño diseño arquetípico con el Arquetipo mental del que dimana. Utilizando la clave de la analogía, se verá que este finísimo hilo de luz es de la misma substancia dévica que aquél que crea el Antakarana o puente de “arco iris” que enlaza la mente inferior del discípulo con la mente superior del Alma o Yo espiritual y es este Yo trascendente o Ángel solar, el Arquetipo ideal de perfección que ha de desarrollar el ser humano en esta cuarta ronda planetaria. En realidad, este Antakarana o hilo de luz del propósito de la vida espiritual en cada una de las formas vivas de la Naturaleza, forma el lazo de unión con la vida universal. Todos los planos, reinos, razas, especies y conjuntos moleculares están unidos entre sí en virtud de estos misteriosos hilos de luz o de comunicación que constituyen la respuesta evocativa de la Naturaleza a la impresión del propósito divino latente en todas las formas y que se traduce en el imperativo inapelable de ser y de realizar...

La ordenación de los nuevos ciclos dependerá lógicamente de la justeza y precisión con que hayan sido utilizadas las medidas áureas o solares en la construcción de las formas, en la belleza de sus estructuras moleculares y en la correcta distribución de sus compuestos atómicos, engarzados como piedras preciosas alrededor de aquellos microscópicos diseños arquetípicos que llamamos átomos o elementos químicos y cuyas maravillosas arquitecturas responden desde sus más recónditas profundidades al Arquetipo de Verdad, Bondad y Belleza que surge del Propósito insigne del Señor del Universo.

Nuestro Sistema solar con todos y cada uno de sus esquemas planetarios, está lleno de promesas cósmicas que están tratando de convertirse, de acuerdo con la ley de manifestación, en realidades objetivas. Y aquí, en nuestro planeta Tierra, tenemos la perenne oportunidad -en virtud de estas cálidas promesas, latentes en la multiplicidad de arquetipos de perfección- de contribuir mediante la sana razón y el correcto entendimiento de los hombres, a la ordenación de los nuevos ciclos que corresponde introducir en nuestro planeta, teniendo en cuenta que cada uno de nosotros puede cumplimentar la parte del propósito que le corresponde en la magna tarea planetaria, desarrollando en la vida práctica de cada día, llena de pequeños diseños arquetípicos, el Arquetipo mayor o causal, que irradia desde las entrañas místicas de nuestros mejores deseos e ideaciones.

De cuanto hasta aquí hemos venido estudiando acerca de la ley de los Arquetipos y de la constante renovación de los ciclos vitales de la existencia, se deducirá que cada plano dentro del Sistema solar, cada esfera dentro de los esquemas planetarios, cada raza, cada especie, cada ser humano y cada átomo están sujetos a cíclicas orbitaciones y a una reglamentación sistemática y permanente de tales orbitaciones, de acuerdo siempre con un patrón de base o de medida que encarna determinado espíritu de belleza y que llamamos Arquetipo.

Podríamos decir así, que uno de los grandes Misterios de SHAMBALLA, el que constituye el eje de la evolución planetaria, es el conocimiento del Arquetipo de perfección que está desarrollando el Señor del Mundo de acuerdo con las misteriosas e incomprensibles leyes solares. Ocultamente se nos dice que ese Arquetipo sobre el cual SANAT KUMARA “tiene depositadas todas sus infinitas complacencias” es el HOMBRE total, es decir la humanidad en su conjunto, cuyos arquetipos parciales o diseños menores de perfección son las Razas-raíces en su aspecto físico, pero complementadas espiritualmente por las cualidades psicológicas que cada una de las subrazas de cada Raza tiene la misión de desarrollar.

Más aún, si nos atenemos al criterio más esplendente todavía, que surge del estudio de los libros sagrados de la Gran Fraternidad, “guardados celosamente por los Ángeles de los Archivos”, en ciertos ignotos y misteriosos aposentos del Aula de la Sabiduría en SHAMBALLA, el HOMBRE es el Arquetipo de la Creación en este presente Universo de segundo Rayo, siendo su ciclo de proyección el que corresponde a cada uno de los Hombres Celestiales o Logos planetarios del Sistema, cuyas orbitaciones particulares -observadas desde niveles cósmicos- se realizan alrededor del Arquetipo Humano -la medida áurea por excelencia- cuya perfección total es el ideal o propósito que persiguen aquellas indescriptibles Entidades Logoicas que son la esencia, las virtudes y cualidades insignes del SEÑOR DEL UNIVERSO.


 

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2008-02-25

 

 

 

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