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CAPÍTULO VI
LOS GRUPOS EGOICOS
Tal como pudimos observar en el capitulo precedente, en virtud
de la Instauración de la Gran Fraternidad Blanca aquí en la
Tierra, se produjo el acercamiento de las Jerarquías Creadoras
Cuarta y Quinta y, por efecto de ello, el germen de la mente.
Este germen existente desde siempre en las profundidades
místicas de las Mónadas espirituales de la Cuarta Jerarquía
Creadora, se desarrolló hasta un punto en que sus resplandores
fueron percibidos en el plano mental del Sistema solar. La
INDIVIDUALIZACIÓN fue la revelación o el fruto de aquel gran
misterio de acercamiento; de las infinitas entrañas del gran
cuerpo planetario, surgió radiante aquel tipo de conciencia
que, a su debido tiempo, se convertiría en la Raza de los
Hombres.
Ahora bien, la tradición esotérica asegura que “hay siete
estirpes de Ángeles Solares” pertenecientes cada una de ellas
a un subrayo definido del tercer Rayo cósmico de Inteligencia
activa, al cual se le define, en algunos tratados esotéricos,
como Fuego de BRAHMA. De ahí que a los Ángeles Solares se les
llama a veces “los Hijos de Brahma”. Los Ángeles Solares
abandonaron el plano mental cósmico y descendieron a la Tierra
por efecto del fuego de la invocación de los hombres animales.
Vinieron -siempre de acuerdo a las más viejas y acrisoladas
tradiciones esotéricas- en siete carros de fuego, llevando
cada cual el signo de su poder contenido en la triple cualidad
de sonido, luz y una forma geométrica definida... Cada estirpe
de Ángeles Solares llevaba escrita en su frente el símbolo del
trabajo que debería realizar. Se asentaron en las “tierras
vírgenes” de la mente planetaria y crearon siete ciudades,
unidas entre sí por siete puertas. A esta región mental
planetaria se la define en los tratados ocultos como “la
región del fuego húmedo”, una expresión mística que hace
referencia al estado de conciencia kamamanásica del Logos
planetario del esquema terrestre. Una vez que esta región
húmeda se caldeó por efecto de la influencia ígnea de los
Hijos de la Mente, de cada una de las siete ciudades brotaron
infinidad de chispas Ígneas, matizada cada una con cualidades
y atributos diferentes, en virtud de un Sacrificio cósmico que
escapa por completo a nuestra comprensión humana. CADA UNA DE
ELLAS ENCARNÓ EN LA MENTE INCIPIENTE DE UN HOMBRE ANIMAL DE LA
TIERRA Y LO CONVIRTIÓ EN UN SER HUMANO. He ahí el resultado de
la Voluntad o Propósito del SEÑOR DEL MUNDO, del poder
invocativo de los hombres animales y de la voluntad de
sacrificio de los Ángeles Solares, los Hijos de la Mente.
Estos divinos Prometeos del Cosmos, constituyendo siete tipos
definidos de Almas superiores y enlazados a través del germen
de la mente con un alma humana son, desde entonces, el centro
de la evolución planetaria, ya que en virtud de su
indescriptible sacrificio, constituyen el nexo de unión entre
las Mónadas de la Cuarta Jerarquía Creadora y su pálido
reflejo en el plano físico; es decir, el alma en encarnación o
personalidad humana en los tres mundos.
Como irán ustedes observando, el tema de los Ángeles Solares
es misterioso y muy complejo, pero la identidad y procedencia
espiritual de los seres humanos sólo pueden ser descifradas
estudiando la actividad de los Grupos Egoicos en el plano
causal. Esto constituye uno de los Misterios de SHAMBALLA que
debemos descubrir como nota clave de nuestro estudio. Para
clarificar esta idea y para facilitar nuestra investigación,
podríamos decir que cada grupo egoico humano en el plano
causal está vinculado con una u otra de las siete ciudades
construidas por los Ángeles Solares en aquella primitiva
región del fuego húmedo que, más adelante, se convertiría en
el plano causal de la Mente planetaria.
En el legado íntimo y supremo de la tradición esotérica, hay
muchas referencias a la obra llevada a cabo por “las siete
Estirpes de Dragones Luminosos”. Todas ellas se fundamentan en
las actividades sociales de los Dioses, imposibles de ser
comprendidas todavía por los hombres de la Tierra, que
encarnan esencialmente en cada mundo, universo, constelación o
galaxia, a través de la obra de sacrificio de los Ángeles
Solares. Estos fundamentan su incomprensible sacrificio
cósmico, en un instinto que les es propio y se expresa en
forma de servicio creador cuyo móvil interno estimulado por
los Dioses o Logos creadores, les permite evolucionar a través
de la infinita sucesión de los kalpas.
Las siete ciudades están unidas por siete puertas -tal como
puede leerse en el “LIBRO DE LOS INICIADOS”- pero observadas
desde los planos superiores, del Sistema se las ve tan unidas
y compenetradas que constituyen una sola y única CIUDAD o un
solo grupo egoico. Una visión semejante aparece a la
percepción del clarividente Iniciado cuando observa los siete
subrayos de un Rayo, integrados todos ellos dentro del matiz
particular y definido de este Rayo.
Cada ciudad causal o cada grupo egoico emite una triple
radiación integrada por un sonido, un color y una forma
geométrica definida; y cada Ángel Solar proveniente de alguna
de aquellas “siete ciudades” se distingue perfectamente de los
demás en orden a aquella radiación triple. En virtud de ello,
las almas superiores de los hombres o las facultades que va
adquiriendo la personalidad humana en tres mundos físico,
astral y mental y que son integradas y coordinadas por el
Ángel Solar en los niveles causales, vienen coloreadas
asimismo por idénticas radiaciones a las que caracterizan su
fuente de procedencia o de inspiración solar. Le resultará
fácil, por tanto, al clarividente entrenado, determinar el
grupo egoico al que pertenece cualquier Alma en encarnación
física, con sólo observar los matices áuricos de su cuerpo
mental, de la misma manera que los rasgos étnicos de una raza
la distinguen perfectamente de los de cualquier otra raza.
Hay que considerar también, siempre en orden a la analogía,
que cada ciudad causal -o grupo egoico- estará dividida
asimismo en otros tantos sectores o niveles jerárquicos, los
cuales se irán sutilizando en lo que a las almas humanas se
refiere, hasta llegar a un punto de integración espiritual
donde lógicamente habrán de descubrir la fuente mística de
inspiración causal productora de su radiación magnética. Será
fácil deducir entonces, partiendo de esta idea, que dentro de
cada grupo egoico están localizadas e incluidas las almas
puras de los hombres o “chispas monádicas” en encarnación
mística, envueltas en su manto o vehículo causal y siguiendo
la ley fundamental de atracción magnética, la misma ley que
impulsa cualquier tipo de átomo hacia determinados compuestos
moleculares. Todo en la vida de la Naturaleza se erige sobre
esta ley básica de selectividad que unifica a las almas por
tipos de vibración o de jerarquía espiritual o, utilizando un
término científico, por el misterioso principio de afinidad
química. Tal es realmente la ley esotérica de “jerarquía
espiritual” que fundamenta sus preceptos en principios
cósmicos y son comunes por lo tanto, a todos los seres, sea
cual fuere su grado de evolución.
Cuando esotéricamente hablando y dentro de los más estrictos
cánones de la selectividad espiritual, se le recomienda al
discípulo espiritual que trate de descubrir “su grupo egoico”,
se le está mostrando en realidad el SENDERO de trabajo
individual que debe ejercitar y el trabajo de grupo que deberá
realizar en el futuro cuando haya sido admitido en algún
ASHRAMA de la Jerarquía y esté en contacto más o menos
consciente con algún Miembro de la Gran Fraternidad Blanca.
Descubrir el grupo egoico y dentro del grupo egoico el sector
o nivel jerárquico que le corresponde presupone, sin embargo,
tanto para el aspirante espiritual como para el discípulo
entrenado, una tarea dificilísima de realizar, pues la mezcla
de Rayos o de energías en actividad cíclica en la vida
expresiva de cualquier entidad humana, impide observar la
triple radiación espiritual que surge de la ciudad causal o
grupo egoico. La tarea del descubrimiento causal, que
constituye una de las Antesalas de SHAMBALLA, prosigue pues
muy lentamente pero a su debido tiempo; el magnetismo que
irradia de la Ciudad Morada del Dios interno, irá absorbiendo
poco a poco el alma del discípulo hasta situarlo
conscientemente en el nivel espiritual que le corresponde, por
ley de vibración, dentro de la misma ley.
La fuente de vida causal o de inspiración ashrámica procede,
como es natural, de un determinado grupo egoico y los
integrantes del mismo, al incidir en un ASHRAMA por la presión
incesante de su vida espiritual y por la actividad de los
acontecimientos kármicos que se van produciendo en virtud de
esta intensidad de vida, se reconocen perfectamente entre sí
como HERMANOS. Tal es la base angular del principio de
FRATERNIDAD, tal como pueden comprenderlo los hombres de la
Tierra.
Viene después lo que podríamos denominar “tarea ashrámica”,
basada lógicamente en los imperativos del subrayo del tercer
Rayo Cósmico de la Mente de Dios, al cual se pertenece. Dentro
de un cuadro místico de necesidades planetarias, cada ASHRAMA
de la jerarquía espiritual del planeta ha de cumplir
necesariamente una función que esté de acuerdo con las
inclinaciones o capacidades naturales de cada uno de sus
miembros. Así, un ASHRAMA cumplirá tan perfectamente su misión
cuanto más perfectamente estén integrados sus miembros
constituyentes en la esfera central del grupo egoico. Lógico
será suponer también que los Iniciados que componen el aspecto
superior de un ASHRAMA y aun el propio Maestro que es Centro y
Mentor del mismo, actuarán siempre en orden a las previsiones
de SHAMBALLA y de acuerdo con las cualidades causales,
energías y radiaciones que proceden del grupo egoico
específico que escogieron como “campo de servicio”. Esto se
explica razonablemente por el hecho de que los Maestros e
Iniciados, sea cual fuere su tipo de Rayo, pueden elegir a
voluntad un grupo egoico determinado, para servir o trabajar
por medio del mismo. No sucede lo mismo con los discípulos y
aspirantes espirituales, quienes deben permanecer en su propio
grupo egoico en tanto no se hayan liberado de su compromiso
espiritual con el Ángel Solar de sus vidas, o sea, no antes de
haber accedido en conciencia al nivel del Ángel Solar haberse
situado “a su misma altura” y haber alcanzado “la estatura del
Cristo”, tal como decía Pablo de Tarso, el Discípulo Iniciado.
Vemos, por lo tanto, que el trabajo que le aguarda al
discípulo espiritual que intenta investigar este misterio de
SHAMBALLA relativo a los Ángeles Solares, es el siguiente:
1. Identificar el grupo egoico al cual pertenece.
2. Descubrir por efecto de ello, su campo de servicio.
3. Liberar al Ángel Solar de “su voto inquebrantable” de permanecer
al lado del ser humano, hasta que éste haya logrado su
perfección humana.
A partir de aquí, el proceso deja de ser radicalmente
individual, ya que el alma del discípulo se sumerge
conscientemente en el campo de las necesidades del grupo y
marcha irresistiblemente por las inmensas avenidas de lo
cósmico. Por ellas circula la gran corriente de vida
iniciática, cuyas energías invaden la mente y el corazón de
los discípulos y van transmutando adecuadamente sus vidas,
hasta que rebasado cierto definido ciclo les convierte en
Adeptos de la Gran Fraternidad, en Maestros de Compasión y de
Sabiduría, situándoles a la misma altura del Ángel Solar o a
la propia “estatura de Cristo”. En virtud de este
acontecimiento, el Ángel Solar recobra su libertad y puede
retornar al NIRVANA del cual procede, cumpliéndose así el
destino espiritual de todos los tiempos que, en la vida del
Ángel Solar, es de Amor y Sacrificio, y realizándose en el
Hombre que se ha liberado, la divina profecía: “He aquí que
serás UNO CONMIGO para toda la eternidad”.
Las tres etapas anteriormente descritas son definidamente
causales y revelan el grado de integración del discípulo con
su grupo egoico. Hay, por lo tanto, una gran similitud, de
acuerdo con el principio de analogía, entre este triángulo de
actividades del discípulo espiritual y el equipo kármico de
que viene revestido durante el larguísimo trayecto de la
búsqueda interna. Veamos:
a. El descubrimiento del grupo egoico se realiza a través del Rayo
de la Mente que Utiliza el discípulo, es decir, a través del
centro de la unidad mental.
b. La identificación con el campo de servicio viene como resultado
de los contactos establecidos, cada vez más conscientemente,
con el Ángel Solar de su vida o Yo superior.
c. La liberación del Ángel Solar se produce cuando el discípulo ha
incorporado a su vida las sutiles energías que proceden del
átomo permanente mental, situado en los niveles más elevados
del Plano mental.
Hay un código de justicia, o si se prefiere de afinidad
kármica, que incita a los miembros de un Ashrama enlazado con
cualquier grupo egoico, a trabajar a lo largo de ciertas
líneas definidas en un intento de resolver las necesidades
humanas, sea cual fuere el Rayo peculiar o característico de
sus personalidades y sea cual fuere la nación, raza o
continente donde hayan encarnado en aquel ciclo particular de
vida. El NUEVO GRUPO DE SERVIDORES DEL MUNDO al cual hacen
referencia los tratados esotéricos de nuestros días, son una
prueba de este trabajo grupal de los Ashramas de la Jerarquía,
cuyas bases se asientan en los niveles causales y en los
grupos egoicos de los discípulos. En todo caso, el trabajo que
realizan lleva siempre el sello del Ashrama y la bendición y
ayuda del Maestro. Podríamos decir asimismo, que las energías
que reciben son de tres clases.
a. Las del subrayo particular al que pertenece el grupo egoico,
dentro de las particularidades genuinas del tercer Rayo
cósmico, la totalidad de MANAS, o sea, la actividad suprema de
BRAHMA. De ahí que a los Ángeles Solares también se les
denomina esotéricamente “los Hijos de Brahma”.
b. Las del Rayo del Ashrama, que suele ser la de la Mónada
espiritual del Maestro que es Guía, Mentor y Entidad
influyente dentro del mismo.
c. Las del Rayo de la propia personalidad del discípulo, quien ha
de fusionar dentro de sí las energías procedentes del grupo
egoico y del Ashrama y convertirlas en actividades prácticas.
Hay que darse cuenta, por lo tanto, de que son muchas y muy
diversas las actividades que puede desarrollar un discípulo
espiritual, en el mundo físico, utilizando creativamente las
energías espirituales que recibe del espacio cósmico, teniendo
presente además aquellas fuerzas actuantes dentro de su propia
naturaleza material que procede de las constelaciones y
planetas que inciden normalmente en su triple vehículo,
físico, astral y mental y que ocultamente llamamos “factores
kármicos” o la ley en los tres mundos.
Como iremos observando, el estudio de los grupos egoicos o
“Antesalas de SHAMBALLA”, tal como suelen definirse
ocultamente, nos va introduciendo no sólo en los niveles
cósmicos de alta selectividad espiritual sino también en los
niveles más densos de los tres mundos donde ha de ser
desarrollada lógicamente la obra de los servidores de la
humanidad o de los discípulos mundiales, y donde convergen
constantemente las tres líneas de fuerza que están a su
disposición: las energías del grupo egoico, las energías del
Ashrama y las que provienen de la bendición particular del
Maestro que ha de llevarles a la Iniciación.
Sólo nos falta considerar ahora, como corolario del tema, las
actividades de los discípulos que van siendo conscientes a
través de sus respectivos Ashramas, del trabajo que les
corresponde realizar de acuerdo con los imperativos del grupo
egoico del cual proceden y con el cual están estrechamente
vinculados.
Podríamos decir que actualmente el imperativo mayor que guía
-o debería guiar el alma de los discípulos espirituales frente
a la exigencia de los nuevos tiempos y de acuerdo con las
sagradas disposiciones de SHAMBALLA, es triple y condiciona
todas sus actividades:
a. Formar una conciencia de grupo.
b. Ser conscientes de las energías que proceden de los mundos
internos, las del grupo egoico -a través del Ángel Solar-, las
del Ashrama al cual pertenecen y las del Rayo del Maestro.
c. Preparar el Camino de los grandes Seres que han de encarnar
físicamente en la Tierra. Podría traducirse como “la Obra de
Exteriorización del SEÑOR DEL MUNDO” a través de los
Discípulos e Iniciados de la Gran Fraternidad Blanca del
planeta.
La liberación del Ángel Solar, surgiendo triunfante del Cáliz
del grupo egoico, y su ascensión a las Alturas espirituales
del sistema, dejando para siempre la Ciudad causal donde había
permanecido recluido durante millones de años mientras se iba
desarrollando la vida individual del ser humano con quien
había unido su vida espiritual de Adepto, corresponde a las
etapas finales del discipulado consciente, cuando el discípulo
convertido en un perfecto Iniciado puede -tal como se lee en
ciertas páginas del “LIBRO DE LOS INICIADOS”- “...abrir las
Siete Puertas, recorrer las Siete Ciudades y llegar al Centro
de la GRAN CIUDAD (SHAMBALLA) que a todas incluye, integra y
unifica y convertirse entonces, ante la mirada del REY, en un
Libertador, en un Prometeo, en un Dispensador de los Tesoros
de la Gracia...”
Estas palabras que fueron escritas hace muchos miles de años,
compendian claramente la obra mística del Iniciado de cada
época y la culminación de Su trabajo en relación con el grupo
egoico al que había pertenecido y que, contemplado desde
arriba y utilizando la visión de los grandes videntes, aparece
ahora como una simple Ciudad de tránsito, con una Puerta de
comunicación que la conecta con otras Ciudades hermanas y que,
a medida que se va ascendiendo raudamente por la Ruta de los
Dioses, se advierte que estas Siete Ciudades son una sola y
única CIUDAD, unida por PUERTAS cada vez más grandes y
magnificentes que conducen a otras CIUDADES, cuya extensión y
grandeza son tan supremamente dilatadas que su vista se pierde
en la infinita lejanía de la más trascendente e indescriptible
perspectiva cósmica.
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2008-02-25
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