CAPÍTULO IX
EL HOMBRE, UN CREADOR MÁGICO DE SUEÑOS
Quizás a muchos aspirantes espirituales del mundo les
sorprenderá la idea de que “soñar” es una obra mágica a la que
no se le asigna demasiada importancia, ya que el ser humano la
realiza constantemente y forma parte de su contexto
psicológico habitual. Pero, ocultamente sabemos que las raíces
del sueño se encuentran en el poder creativo de la Mente de
Dios, dentro de cuyo inmenso seno todos estamos inmersos.
De acuerdo con esta idea lo primero que se nos ocurre
preguntarnos es... ¿Qué es exactamente el sueño?, es decir,
¿de dónde brota aquel manantial de conglomerados psíquicos de
hechos y circunstancias que vive la conciencia humana, cuando
parcialmente liberada de las limitaciones del cuerpo físico se
refugia en los mundos internos que son sus otras moradas, más
íntimas y más secretas?
Soñar –ocultamente hablando– es una actividad creativa que
surge de lo más profundo del ser humano. ¿Cómo explicar si no
aquellas escenas tan bien hilvanadas a veces, que surgiendo de
los más ocultos y desconocidos niveles de la conciencia forman
los inefables cuadros psicológicos mediante los cuales el alma
expresa sus íntimos deseos, sus secretas esperanzas, sus
ocultos temores o sus insatisfechas ansias de afecto, de
seguridad o de consuelo?
Aunque en el devenir de la vida personal o social la creación
mágica del hombre viene lógicamente condicionada por las
operaciones del karma y no puede pensar, sentir o actuar
físicamente con plena independencia y albedrío, encerrado
dentro del ‘círculo-no-se-pasa’ que la ley kármica o el
destino le imponen, durante el período del reposo físico, una
vez la conciencia se ha liberado parcialmente de los
condicionamientos corporales, puede actuar más libremente en
las zonas sutiles de su propia naturaleza espiritual. Entonces
‘puede decidir’ lo que realmente quiere ser, liberarse del
yugo de lo habitual y crear aquellas situaciones psicológicas
que le son negadas en la vida física corriente. Debido a esta
circunstancia, el alma humana vive en el sueño lo que le es
imposible o muy difícil realizar durante el período de vigilia
y utilizando el poder mágico que Dios le ha conferido,
‘fabrica’, más allá del ‘círculo-no-se-pasa’ impuesto por el
karma, las circunstancias o los hechos que anhela
ardientemente vivir o el inevitable destino que quiere
olvidar.
Esotéricamente hablando ‘soñar es sinónimo de vivir’. Durante
el sueño los pensamientos y los deseos se hacen objetivos y en
tanto dura el sueño las escenas fabricadas por el alma son
hechos reales, a veces mucho más reales que los vividos en el
nivel físico durante el período de vigilia de la conciencia.
El estado de conciencia durante el sueño, guarda cierto
parecido con el estado de conciencia devachánico, en el que el
alma, liberada por completo de las trabas impuestas por los
vehículos periódicos de manifestación, el mental, el astral y
el físico, vive su propia e inconfundible entidad espiritual
en los niveles más sutiles de su infinita naturaleza divina.
En todo caso, el proceso mágico del, sueño es altamente
científico y reside en aquel arte innato en el ser humano de
agrupar las memorias acumuladas en lo más profundo de sus
estratos de conciencia y en las raíces del propio inconsciente
colectivo de la raza, con el cual se halla muy íntima y
profundamente vinculado, y utilizarlas como material o
substancia psíquica para construir en sus sueños las escenas
que como actor principal ha decidido representar. Este proceso
de darles forma a las memorias acumuladas en el subconsciente
individual y racial, de acuerdo con estados peculiares de
conciencia, es técnicamente MAGIA, un arte supremo que todo
ser humano –sea cual sea su condición espiritual– realiza como
una esperanza excelsa de redención divina.
Sin embargo, en orden a lo que hemos dado en llamar ‘creación
mágica’, hay que distinguir entre distintas clases de sueños,
cada cual con sus propias características y motivaciones
particulares. Veamos algunos de ellos:
a. Sueños nacidos de las tensiones emocionales que el alma
humana kármicamente ha de soportar y son un resultado de los
deseos inconsumados, de las esperanzas fallidas y de la
multiplicidad de temores que anidan en el alma, como por
ejemplo, el temor a la muerte, a la inseguridad, a la soledad
o al fracaso. Suelen determinar escenas que escapan a la
realidad física, existencial o kármica y son simples evasiones
psicológicas a esta realidad... El que corrientemente es
despreciado en la vida social corriente se ve en el sueño
amado y comprendido, las esperanzas en algo bueno apetecido
suelen verse colmadas y el temor, o bien se agiganta por
exceso de tensión psíquica o es transcendido durante el sueño,
porque siempre hay en el alma un manantial silente de fulgida
esperanza. En todos los casos, sin embargo, la conciencia ha
fabricado inteligentemente de acuerdo con razones mágicas,
todas las escenas que se han ido produciendo durante el
período del sueño, y a no ser que retorne a la actividad
vigílica todo cuanto experimenta el alma en los niveles
psíquicos aparecerá ante sí como algo real, más real
repetimos, que lo que vive y experimenta en los niveles
físicos.
b. Sueños surgidos del alma intensamente devota, en los cuales
la conciencia reproduce de acuerdo con su propia evolución
interna, escenas, hechos y situaciones psíquicas que revelan
sus preocupaciones habituales con respecto a problemas éticos,
morales o religiosos relacionados con su vida espiritual. La
visión de Ángeles, de Santos, así como de símbolos místicos
vinculados con la particular fe o creencia religiosa, es así
muy frecuente y suele ser, aparte de otros sueños como los
reseñados en el apartado anterior, de imágenes místicas
entresacadas del fondo religioso tradicional y latentes en
ciertos definidos estratos dentro del inmenso depósito
vivencial del inconsciente colectivo de la Raza, del cual cada
alma –en virtud de su vinculación kármica con el mismo– extrae
el material psíquico más en afinidad con sus particulares
estados de conciencia con el cual elabora las imágenes de sus
sueños.
c. Sueños denominados técnicamente ‘claros’, entresacados
asimismo del rico arsenal de la subconsciencia propia y del
inconsciente colectivo racial, pero elegidos o seleccionados
de entre sus estratos más sutiles, rememorando o
reconstruyendo escenas relacionadas con las mejores cualidades
desarrolladas por los seres humanos en el transcurso de las
edades, conteniendo “símbolos ocultos” de gran poder mágico o
espiritual que legaron al inconsciente colectivo, los hombres
inteligentes y virtuosos que vivieron en la Tierra en épocas
precedentes. Hay que observar al respecto, para una mejor
comprensión del mecanismo de los sueños, que el inconsciente
colectivo de la humanidad al cual hacemos referencia forma
parte del alma humana en todas sus facetas y manifestaciones y
que contiene, por lo tanto, todos los recuerdos buenos y malos
mediante los cuales se ha ido estructurando la conciencia
humana en el devenir de los siglos y sirven de base para la
elaboración de las situaciones kármicas que vive la humanidad,
así como de los ambientes sociales, comunales e individuales.
Lógico es suponer, de acuerdo con esta idea, que la conciencia
colectiva de la Raza, en sus diversos niveles, es una
verdadera Entidad psíquica, con la que habrá que contar en
toda creación mágica, pues constituye el archivo perenne de
los recuerdos de la humanidad desde el principio de los
tiempos, estando estrecha y profundamente vinculada con
aquellas misteriosas huestes dévicas o angélicas, ocultamente
definidas como “Ángeles de los Recuerdos” o “Señores de los
Registros Afásicos”. Esta conciencia colectiva, que abarca los
niveles subconscientes y también los supraconscientes, es el
manantial perpetuo de conocimientos que utilizan –lo sepan o
no– los escritores, los poetas, los músicos, los filósofos,
los científicos, etc. A los sueños claros suele definírseles
también ocultamente como “Antesalas de la comprensión
espiritual” y uno de sus más curiosos fenómenos se produce
cuando el alma, a través del cerebro físico, “se da cuenta de
que está soñando”, con lo cual empieza a desarrollar
autoconciencia en los niveles sutiles, habiendo entonces un
cierto equilibrio entre el fenómeno del sueño y la conciencia
de vigilia, entre el nivel astral o psíquico y el cerebro
físico.
d. En virtud de la aproximación espiritual que se establece a
través de la frecuencia de los “sueños claros”, surge en la
conciencia humana un tipo de sueño mucho menos frecuente que
ocultamente definimos de “acercamiento causal”, mediante el
cual el alma suele percibir escenas que pertenecen al futuro
de la Raza. Cualquier hecho perteneciente al pasado, o
cualquier tipo de memoria, tienen su propia NOTA sintónica en
la escala de los recuerdos y, a veces, suelen evocarse hechos
más o menos lejanos del futuro de la humanidad cuyas NOTAS
sintónicas son muy similares a aquéllas que proceden del
pasado. Surge así, por continuidad de sueños cada vez más
claros, el arte mágico de la adivinación, mediante el cual se
formaron los grandes videntes y profetas en la historia
psicológica y mística de la humanidad. Esta idea aparecerá
mucho más clara en la mente de los aspirantes espirituales, si
tienen en cuenta que sólo existe un HECHO, o un TIEMPO en la
vida de la naturaleza, en la Conciencia de DIOS,
esotéricamente descrito como “ETERNO AHORA”. Ese Eterno Ahora
es una perfecta síntesis del pasado, del presente y del futuro
del sistema solar, cada cual con su particular NOTA sintónica.
Estas tres NOTAS suelen vibrar a veces en tonos muy parecidos
o similares en determinadas circunstancias cíclicas, de manera
que cuando el observador en el sueño, el vidente o el profeta
se ponen en contacto sintónico mental o psíquicamente con
alguna de aquellas NOTAS del pasado o del futuro en sintonía
con la NOTA percibida o escuchada en el presente, pueden
EVOCAR del seno profundo y desconocido de los Anales del
Tiempo, o del Eterno Ahora de la Conciencia de DIOS, cualquier
hecho que haya sucedido o que deberá suceder de acuerdo con
las sagradas leyes de la evolución y con los planes
establecidos por el Creador en relación con Su Universo. Como
lógicamente se comprenderá, no podemos incluir en la
denominación corriente de sueños a tales estados superiores de
conciencia, a menos que, de acuerdo con la más depurada
sabiduría esotérica de las edades, consideremos el Universo en
su totalidad como “UN SUEÑO DE DIOS”.
A partir de este momento, vamos a reemplazar el término hasta
aquí utilizado de “sueño” por el de “conciencia de realidades
existentes”. Para ello precisaremos adquirir un tipo de
percepción o de conciencia libre de condicionamientos
temporales o tridimensionales y haber logrado desarrollar
autoconciencia en la cuarta y en la quinta dimensión del
Espacio, ocultamente definidas como planos astral y mental, lo
cual implica haberse librado por completo de la acción del
Karma en los tres mundos, con la consiguiente obtención de
aquella Iniciación llamada de la TRANSFIGURACIÓN que permite
la perfecta autoconciencia en los niveles físico, astral y
mental.
Se produce de esta manera el verdadero acto mágico en la vida
del ser humano, pues le es posible entonces “crear
mágicamente” utilizando idénticos poderes a los utilizados por
la Divinidad en la construcción de Su sistema solar. No tiene
necesidad de sumergirse en el inconsciente colectivo de la
Raza ni en su propia subconsciencia individual para crear o
producir situaciones físicas, psíquicas o mentales. La
creación, el verdadero acto mágico, se realiza naturalmente
entonces en inteligente cooperación con las fuerzas vivas del
Espacio, con aquellas poderosas huestes dévicas que regulan la
acción del tiempo y son descritas –como vimos anteriormente–
como “Señores de los Registros Afásicos”. Estas últimas
palabras han de constituir, a no dudarlo, un formidable reto a
la comprensión de los aspirantes espirituales y discípulos de
los Maestros en el mundo, pues encierran el eterno secreto
mágico de la Creación.
Ahora bien, prosiguiendo con las incidencias y las
circunstancias que forman parte consubstancial del fenómeno
psíquico del “sueño”, deberemos prestar ahora una atención muy
específica –ya que forma parte del entrenamiento mágico que
reciben los discípulos espirituales en cualquiera de los
Ashrams de la Jerarquía– a aquella particularidad íntima de la
conciencia de vivir plena y conscientemente la realidad
individual en una cuarta y hasta en una quinta dimensión del
Espacio, a través de aquel fenómeno ocultamente descrito como
de “continuidad de conciencia”.
La continuidad de conciencia, o de perfecta autoconciencia en
niveles superiores al físico, exige lógicamente un
entrenamiento especial del discípulo, orientado definidamente
al control consciente de la tendencias psíquicas, de las
complejidades mentales y de las reacciones instintivas del
cuerpo físico, es decir, a una perfecta integración de los
tres vehículos de la personalidad, o alma en encarnación,
siguiendo las ocultas directrices del Yo superior, del Ángel
solar.
Cuando la integración del triple vehículo llegó a su punto
máximo, se producen contactos conscientes del yo personal, a
través del cuerpo astral y de la mente, con todas las formas
existentes y con todos los hechos que tienen lugar en los
planos astral y mental, sin que por ello se pierda la
conciencia física del cerebro, o sea, que se produce una
continuidad de conciencia mediante la cual el yo que mora en
la forma es “autoconsciente” en los tres planos inferiores del
sistema.
Las experiencias del discípulo en estas dimensiones nada
tienen que ver con los sueños –sean estos de la calidad que
sean– sino que son realidades vivenciadas plena y
conscientemente... Así, a medida que va desarrollándose esta
sensación de vivencia en las dimensiones sutiles del Espacio,
la vida del discípulo gana en efectividad espiritual y en
experiencia mágica, ya que desprovisto por completo de los
condicionamientos kármicos que le mantenían atado a su puede a
voluntad ordenar las situaciones psíquicas o mentales de
acuerdo con un plan espiritual previsto, intuido desde los
niveles causales y búdicos y orientado siempre al servicio de
la humanidad.
El mago negro utiliza la continuidad de conciencia que ha
desarrollado para seguir operando mágicamente en los niveles
sutiles a los que haya logrado acceder, aunque siempre en la
línea del mal emprendida y para obstaculizar el trabajo de la
Gran Fraternidad Blanca y de los hombres y mujeres
inteligentes y de buena voluntad del mundo. Afortunadamente
para la evolución de la humanidad, el mago negro sólo puede
acceder en conciencia a los tres niveles inferiores del plano
mental, ya que en el cuarto encuentra una barrera
infranqueable –impuesta por las leyes del karma– que le
impiden atravesar las fronteras que protegen al plano causal.
De ahí que al mago negro le es imposible aproximarse a este
centro de poder espiritual y reanudar el contacto que tuvo
anteriormente con el Ángel solar de su vida, de quien se fue
alejando progresivamente. Llegará un momento, marcado siempre
por el destino cósmico, en que el mago negro será separado
radical y absolutamente del Ángel solar, en que se romperán
para siempre las vinculaciones espirituales con su esencia
monádica. Al llegar a este fatal momento –y tal como puede
leerse el “Libro de los Iniciados”–... “el Ángel solar decide
regresar al Nirvana de donde procede y reintegrarse a Su
patria espiritual, perdida para siempre la esperanza de
retener al alma en encarnación, al yo personal en los tres
mundos”.
Estas últimas consideraciones nos inducen a examinar la
desvinculación que se ha producido entre el alma en
encarnación y el Ángel solar, como una circunstancia muy
particular y específica en el devenir de la evolución del
centro que llamamos humanidad, la cual, examinada desde el
ángulo de vista de nuestras investigaciones sobre la Magia
organizada del planeta, puede aparecer como “un fracaso
espiritual del Ángel solar”, que no pudo orientar
correctamente las intenciones y los deseos del alma en
encarnación física... Puede aparecer también como un fracaso
del alma en encarnación, de la chispa monádica encarnada en
los tres mundos, pero se trata de unas circunstancias
excepcionales sobre las cuales no podemos ni debemos
pronunciarnos, por cuanto carecemos todavía de la debida
cualificación mental y grado de percepción espiritual
necesaria propia de los Adeptos. Quienes –según reza la
tradición esotérica– “ven el fin desde el principio”.
Estamos tratando únicamente de analizar lo más impersonalmente
que nos sea posible un hecho cósmico que tiene lugar en los
planetas “no sagrados” y que vemos reflejado en la actitud
progresiva hacia el mal y hacia la negación de los Bienes
supremos de la vida por parte de ciertos seres humanos que
prefirieron seguir las tendencias involutivas de los reinos
subhumanos en vez de ayudarles en su evolución y de practicar
el mal renunciando a los beneficios espirituales del Bien.
Analizando profundamente este proceso evidentemente negativo
que tiene lugar en el devenir de ciertas almas humanas, que se
desvincularon del impulso causal del Ángel solar por causas
secretas y desconocidas, pero latentes sin duda en el karma
colectivo de la Raza, no deja de intrigarnos, sin embargo,
esta afirmación entresacada asimismo de “El Libro de los
Iniciados”, un libro que condensa la sabiduría de las edades y
que creemos es digna de una muy profunda y serena atención por
parte de los investigadores esotéricos: “El Fracaso es un
fenómeno inherente a la vida manifestada, movida siempre por
energías e impulsos de tipo kármico que proceden, a veces, del
pasado más remoto de una galaxia, de una constelación, de un
sistema solar o de un esquema planetario...”. En ciertos y muy
específicos momentos cíclicos, inteligentemente marcados por
los Señores del Karma cósmico, estas energías o impulsos se
precipitan sobre las Entidades espirituales que se manifiestan
por medio de aquellas colosales “estructuras celestes”.
Podríamos hablar pues de fracaso, caso de que nuestra
inteligencia fuese consciente en tales exaltados niveles
cósmicos, incluso en la vida de los Logos, sin que este hecho
–imposible de ser actualmente comprendido por nosotros–
afectara fundamentalmente Sus vidas espirituales, ya que se
refiere únicamente a Sus existencias expresivas... Las
palabras de Krishna a Arjuna: “DESPUES DE LLENAR EL UNIVERSO
CON UN PEQUEÑO FRAGMENTO DE MI MISMO, YO PERSISTO”, son
realmente concluyentes y aleccionadoras al respecto. Krishna
continuará viviendo eternamente, y libre de pecado y de todo
fracaso, más allá de las sucesivas manifestaciones y del
conflicto de las edades en movimiento. Ésta es una idea muy
profunda que solamente podremos comprender en su acabada
significación si la examinamos desde lo más profundo e
impersonal de nuestra conciencia de investigadores esotéricos.
Prosiguiendo ahora con nuestra idea inicial sobre la
continuidad de conciencia, vemos que ella ha de constituir el
norte invariable en la vida del discípulo. El Mago blanco ha
de ser tan autoconsciente en los niveles causales, mentales y
astrales como lo es actualmente en el nivel puramente físico.
Esta continuidad de conciencia en los niveles sutiles de su
vida expresiva irá extendiéndose progresivamente a los planos
búdico y átmico, hasta alcanzar un día la conciencia monádica,
lo cual significará haber penetrado en la Conciencia Cósmica
de Aquel particular Logos planetario, u Hombre Celestial, del
que emanó un día como Mónada espiritual y como Alma causal más
tarde, como una suprema expresión de la Magia Organizada
utilizada por todos los Logos creadores.
La Civilización, el Arte y la Cultura de los pueblos de la
Tierra son creaciones mágicas humanas. Todas las personas, sea
cual sea su nivel evolutivo, contribuyen a la expansión de la
Conciencia divina en forma de Magia... Así, de la misma manera
que hemos considerado el “Eterno Ahora” de la Conciencia de
Dios como una síntesis de los tres valores reconocidos del
tiempo, el pasado, el presente y el futuro, podríamos dividir
la evolución de la humanidad como una síntesis de realidades
psicológicas en tres fases principales: Civilización, Arte y
Cultura.
El Arte, visto ocultamente, aparece como el centro mágico y
espiritual de toda expresión de vida humana, sea individual o
social, cuando el hombre empieza a ser consciente de los
valores esenciales que anidan en el trasfondo de su complicada
vida psicológica. De ahí que en determinados períodos cíclicos
de la humanidad la Vida y el Arte van estrechamente unidos; la
Belleza resultante es la Civilización, es la Cultura moral y
cívica de los pueblos. Los tres aspectos, cíclicamente
unificados en algún remoto y esplendente YUGA, en una fúlgida
Edad de Oro, son el objetivo primordial de la Magia Organizada
en nuestro mundo.
Cada era o cada ciclo de vida tiene su propio Arte creador, su
particular aspecto mágico. Tenemos, por ejemplo, la Magia de
las Costumbres a la que todos los seres humanos contribuyen
con su manera peculiar de ver las cosas y de enfrentar
situaciones, enriqueciéndola individual o colectivamente en
cada época con nuevas y más ricas aportaciones sociales, las
cuales serán transferidas a las próximas generaciones bajo las
formas típicas del folklore, del lenguaje, de la idiosincrasia
particular y del carácter específico de las tradiciones
populares.
Por la Magia de las Costumbres se escriben las páginas de la
historia de un país y se imprime el sello peculiar de la
cultura que corresponde desarrollar a cada pueblo de la
Tierra. Elabora también las características distintivas de sus
tradiciones religiosas y creencias populares, así como su
manera particular de enfrentar situaciones individuales y
colectivas. El mismo “arte de hablar”, el más formidable de
los poderes mágicos que posee el hombre, forma parte de la
Magia de las Costumbres. Desde el ángulo esotérico, la manera
de hablar de un pueblo define su grado de evolución
espiritual, o sea, la más depurada expresión de su
civilización, de su arte y de su cultura.
Cuando el Arte se ajusta a las necesidades de los pueblos es
cuando surgen los grandes artistas, expresando o realizando
los cánones secretos o arquetípicos que corresponden a la vida
íntima o espiritual de tales pueblos y a la época cíclica que
les ha correspondido vivir. Esta coincidencia mágica es
simplemente evolución, y la manera peculiar de expresar tales
arquetipos a través de la literatura, la música, la pintura,
la escultura, la poesía y la propia ciencia, define al creador
mágico que llamamos ARTISTA, pero ocultamente percibimos que
cualquier ser humano puede considerarse un Artista cuando con
espíritu de amor y de dedicación realiza cualquier tipo de
trabajo, aún el más insignificante. El amor mueve a extremos
indecibles la perfección de la obra, pudiéndose afirmar que si
una obra o actividad humana carece de amor al ser realizada,
jamás llegará a ser aquello que técnicamente definimos como
“una obra de Arte”.
Estamos enfrentados –como Uds. se darán cuenta– a los dos
tipos de Magia que, en Arte, constituyen una verdadera
polaridad, el que viene inspirado por una corriente infinita
de amor y el que viene definido por una elevada cualificación
mental o técnica... Pero, la mera técnica artística, por muy
depurada que sea, si carece de amor jamás llegará a producir
una verdadera obra de arte, en tanto que si hay amor habrá
inspiración y la técnica será sólo un mero instrumento de
aquélla. Podríamos ir todavía más lejos en la línea de estos
argumentos y afirmar que la verdadera inspiración espiritual,
aun sin técnica, puede producir una obra de arte; así con una
simple flauta de caña podría el alma rebosante de amor,
reproducir la música de las esferas y expresar sublime poesía
o arte creador.
La técnica es fría, la inspiración es el fuego ardiente que
surge del corazón de Dios. Pero, si se alían y unifican la
inspiración y la técnica, es cuando se consiguen las
verdaderas obras de arte de la humanidad que –según nos
explicaba en cierta ocasión Uno de nuestros venerables
Adeptos– “resistirán el paso de las edades”. “Una verdadera
obra de Arte –nos decía– resiste el paso del tiempo porque
carece de tiempo... Ha sido creada mágicamente en un destello
de luz del ‘Eterno Ahora’ de la Conciencia de la Divinidad”.
Percibir el profundo valor de estas palabras es llegar a la
comprensión de cómo actúan los grandes Creadores universales.
Si examinamos con gran atención las enseñanzas contenidas en
los diálogos de Krishna y Arjuna, entresacados del BAGAVAD
GITA, veremos que ambos interlocutores son en cierta manera y
hasta cierto punto los exponentes de la inspiración espiritual
y de la técnica material que estamos estudiando.
Hay algo innegable en el Arte creador y es el efecto que
producen las creaciones artísticas verdaderas en el ánimo de
las personas que las están contemplando. Siendo el Arte una
creación mágica, estos efectos dependerán mayormente del grado
de sensibilidad al arte creador desarrollado por aquéllas.
Así, en la contemplación de una verdadera obra de arte, el
sentimiento suscitado en las personas sensibles será siempre
de admiración y respeto, ya que aquella obra irradia
magnéticamente el amor con que fue creada, una radiación que
se mantendrá inalterable en el transcurso de las edades, en
tanto la obra persista. Sabemos ocultamente, sin embargo, que
aunque esta obra fuese destruida por los hombres o por el paso
del tiempo, ella permanecerá inalterable con toda su belleza e
irradiación en los niveles sutiles, en aquellos espacios
neutros donde en virtud de las leyes que rigen el mecanismo de
la Magia en los anales akásicos, o Memoria Cósmica de la
Naturaleza, persisten eternamente las obras gloriosas de los
hombres, de los devas y de los Dioses.
El secreto del Arte creador es “infundir alma” a la obra que
se está realizando y, en estas palabras, aparentemente tan
sencillas, se halla implícito el misterio oculto de la
Creación, el de la Magia Organizada.
Cuando el ser humano infunde alma en una obra, le infunde
también su vida y, por insignificante que parezca, esta obra
se hace inmortal. Veamos si no la actividad que destila la
imaginación de un artista que expresa su alma e infunde su
vida en sus obras, como es el caso de los personajes surgidos
de la mente creadora de los grandes escritores. Tales
personajes pueden ser “percibidos” como seres vivientes en los
niveles psíquicos de la humanidad, pues a la imaginación o
fuerza creadora de los escritores habrá que añadir más tarde,
por adaptación o asociación, las imaginaciones peculiares de
todos aquéllos, niños, jóvenes o adultos que irán leyendo sus
obras literarias... Pero, ¿por qué sucede esto?, ¿por qué
pueden ser percibidas estas creaciones literarias o novelescas
en los niveles psíquicos de la humanidad? Simplemente porque
contienen alma y vida y porque son verdaderas creaciones
mágicas, recuerdos renovados en perpetuo movimiento creador.
Dios crea a la Naturaleza y crea al hombre. El hombre,
imitando a Dios de Quien recibió vida y alma, crea también
“personajes” que poseen alma y vida y que pueden perdurar en
los niveles del tiempo conocido en tanto que perdure la
imaginación en el alma de la humanidad. Tal es la Ley de la
Creación que podemos aplicar íntegramente en nuestras
investigaciones esotéricas sobre la Magia organizada, dentro
del inmenso “círculo-no-se-pasa” de la gigantesca obra de
Dios.
Ahora bien, de acuerdo con nuestras particulares
investigaciones, podemos afirmar que la creación y
perpetuación de las creaciones humanas son posibles sólo
porque existen en el Espacio, ocultas en la misteriosa bruma
de lo desconocido, aquellas benditas fuerzas celestes a las
que la tradición mística o religiosa definió bajo el nombre de
Ángeles o de Devas. Los hay en todos los niveles, ocultos a la
mirada de los hombres y, de acuerdo con las enseñanzas
jerárquicas recibidas en los Ashrams de la Gran Fraternidad,
ningún lugar del Espacio está vacío, sino que está lleno de
esta indescriptible esencia dévica o angélica en una infinita
prodigalidad de jerarquías. Son estas fuerzas ocultas de la
Naturaleza las que dotan de substancia material y cohesiva a
los sueños y a las imaginaciones de los hombres. Hay que
recurrir siempre al profundo significado del axioma oculto “LA
ENERGÍA SIGUE AL PENSAMIENTO”. La comprensión del mismo nos
revela la exacta medida de la creación mágica para cada tipo
de conciencia humana, sea la del hombre más ignorante o del
sabio más sublime. Esto lo hemos dicho ya en otras varias
ocasiones, pero deberemos repetirlo una y otra vez, pues si no
se comprende claramente esta sutil y constante relación
establecida entre los Ángeles y los hombres, será imposible
acceder al noble Templo de la Magia organizada planetaria.
Afirmar con la intención espiritual una idea, es sinónimo de
vivirla, es crear mágicamente con la ayuda potencial de los
Devas, la increíble multiplicidad de cuadros, escenas,
circunstancias y acontecimientos que envuelven a la vida
humana. Vemos así que aquel estado de conciencia planetaria o
dimensión oculta de la humanidad que llamamos “inconsciente
colectivo de la Raza”, está henchido de las creaciones mágicas
de las humanidades de todos los tiempos, vivificadas
kármicamente en forma de “Egregores”, como una experiencia
permanente para la conciencia de los hombres, por las fuerzas
vivas del Espacio, por las Entidades dévicas o angélicas a las
cuales, en un no muy lejano futuro, se las definirá técnica y
científicamente con el simple y más adecuado término de
ENERGÍA. Toda la energía de la Creación, sea cual sea su
fuente emanante, cósmica, solar, planetaria, humana o atómica,
es esencialmente angélica y así lo reconocerán
inteligentemente las razas del futuro, cuyas vivencias serán
enriquecidas espiritualmente por el contacto consciente con
estas fuentes de energía divina de las que emana el secreto
mágico de toda posible creación.
Yendo un poco más allá en la línea de estos comentarios,
podríamos decir también que los “Ángeles del Eterno Ahora”, o
los “Ángeles creadores del Tiempo” –ya que ambas expresiones
contienen el mismo significado– se hallan infundidos en
cualquier obra temporal, ya pertenezca al pasado, al presente
o al futuro. No podemos pasar por alto en un tema tan
importante como éste de las creaciones mágicas, el poder
determinante de la imaginación, el cual es el agente productor
de todas las situaciones que puedan ser expresadas y vividas
durante el curso de la existencia individual, considerando a
ésta como “un Sueño de Dios”, impregnado de alma y vida, que
se perpetúa a través de los interminables ciclos de la
historia de la evolución solar.
El arte mágico de la Creación no existiría sin el poder
imaginativo del alma humana, sin esta capacidad que posee la
conciencia de elaborar las situaciones psíquicas que llevan a
la concreción o expresión objetiva de cualquier tipo de
realidad, o por aquella cualidad todavía más sutil que
llamamos intención divina en el corazón del hombre. Es por tal
razón que hemos afirmado y afirmaremos siempre el criterio de
que la evolución de cualquier tipo de conciencia se realiza en
la triple vertiente de la Intención, la Imaginación y la
expresión concreta u objetiva, o sea, de la Voluntad, de la
Idea y de la Forma. La Imaginación se halla en el centro de la
triple vertiente y enlaza armoniosamente las intenciones del
Creador con las situaciones que Éste haya decidido crear y
vivir en la vida de la Naturaleza, que es Su Cuerpo de
expresión.
Esotéricamente hemos aprendido que una de las principales
reglas místicas del Sendero, es el reconocimiento de que la
existencia individual es una ilusión, un sueño que se
desvanece cíclicamente y abarca sólo el breve período físico
que va del nacimiento a la muerte. Hay que pasar por ello muy
desapasionadamente ante el cuadro facilitado por
acontecimientos tan efímeros. La visión del Discípulo debe
proyectarse siempre mucho más allá del triple prisma de la
personalidad y de los acontecimientos temporales, hendiendo
profundamente su mirada en las desconocidas y dilatadas
avenidas que llevan a lo Eterno, a la infinita Realidad que
está mucho más allá de todas las ilusiones y de todos los
sueños... Es así como tejerá mágicamente y con toda propiedad
los acontecimientos del futuro.
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