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CAPÍTULO VIII
LA MAGIA Y LAS CEREMONIAS LITÚRGICAS
Todos los ritos, ceremonias y liturgias de carácter religioso,
realizadas con espíritu de buena voluntad, son actividades
mágicas fundamentadas en el principio espiritual hacia el bien
compartido, siendo unas de las fuerzas bienhechoras del
planeta. Pero, para que una ceremonia, una liturgia o un
determinado rito cumplan sus fines invocativos previstos, han
de sujetarse a determinadas reglas mágicas:
a. Los oficiantes han de crear un clima de serena expectación,
mental o emocional, según los casos, en las personas que
forman parte del cuerpo místico de la liturgia.
b. Han de saber invocar conscientemente a las fuerzas
sacramentales, dévicas o angélicas, mediante la fuerza mágica
del ritual y poder prepararse convenientemente para transmitir
los dones de aquellas fuerzas celestiales.
c. Han de saber también los métodos mediante los cuales las
fuerzas dévicas invocadas, serán debidamente canalizadas y
proyectadas en el alma de los asistentes al culto y convertir
a cada uno de ellos en transmisores conscientes de aquellas
fuerzas.
La serena expectación, exigida como regla natural en toda
actividad realmente mágica, viene como resultado de la
atención profunda y sostenida de los componentes del cuerpo
místico de la liturgia hacia el acto mágico que se está
celebrando, y de haber obtenido un cierto conocimiento
intelectual de las sagradas leyes del contacto dévico. Estas
son unas condiciones raras veces complementadas en las
ceremonias religiosas o litúrgicas, las cuales se mueven
generalmente en los niveles meramente devocionales y pocas
personas se preguntan acerca de la labor que tienen asignada
como componentes del cuerpo místico de la liturgia.
Corrientemente suelen ser simples espectadores del acto
místico o religioso que está desarrollándose ante sí, y nada
aportan realmente que sea de verdadero interés y utilidad en
el desarrollo de la ceremonia litúrgica o mágica.
Desde tal ángulo de vista, resultará muy interesante e
ilustrativo para el investigador esotérico dotado de
clarividencia mental, percibir las potentes irrupciones de
energía dévica invocadas en las ceremonias espirituales
realizadas en los Ashrams de la Jerarquía planetaria, en las
que el sacerdote oficiante es un Adepto de la Gran Fraternidad
y el cuerpo místico de la liturgia está formado por los
discípulos e iniciados que integran el Ashram.
Por ello fueron siempre los Ashrams, o grupos selectivos de
discípulos espirituales, los que promovieron la entrada de las
energías celestes en nuestro planeta e impidieron en virtud
del noble ejercicio y expansión de las mismas, que las fuerzas
del Mal se introdujesen profundamente en los éteres que
constituyen el Espacio donde se mueve nuestro planeta Tierra.
Sea cual sea el Rayo de energía mediante el cual se expresa un
Ashram de la Gran Fraternidad, la obra de invocación mágica
mediante el ejercicio de la liturgia, suele ser muy parecida,
aunque predominarán siempre en el mismo las fórmulas típicas
de invocación propias del Rayo.
Cada Rayo tiene sus propias fórmulas mágicas y cada una de
tales fórmulas va especialmente dirigida a determinado grupo
de ángeles o fuerzas celestes. Pero el resultado final de las
distintas fórmulas invocativas será siempre el mismo, atraer
hacia la Tierra las tres energías espirituales que gobiernan
los mundos y los Universos: el Poder, el Amor y la
Inteligencia. Así, los requisitos generales que presiden las
invocaciones mágicas son idénticos en todos los Ashrams,
aunque difieran las fórmulas invocativas que rigen
potencialmente para cada tipo de Rayo. Hay sin embargo una
gran semejanza –hablando en términos ritualísticos– entre los
Rayos primero y séptimo, segundo y sexto y tercero y quinto.
Las técnicas del cuarto Rayo operan sobre el conjunto de la
humanidad y vienen a ser como un armonioso compendio,
hábilmente entrelazado, de las técnicas invocativas o mágicas
de los demás Rayos. No en vano el cuarto Rayo y el cuarto
reino vienen potentemente vinculados con una jerarquía
angélica que realiza su evolución en el cuarto plano, o plano
búdico del sistema, el cual por esta razón ha sido denominado
ocultamente “el Centro del universo” en los tratados
esotéricos más profundos.
No debemos olvidar al respecto que los Rayos son Entidades
celestiales y que todos los grupos o Ashrams especializados de
la Jerarquía, trabajan para el mismo Señor y que su destino
kármico –si podemos utilizar semejante expresión– es
cumplimentar las intenciones del Señor del Mundo, el Mago
supremo de nuestro planeta. Los medios técnicos pueden
aparecer como relativamente distintos, pero los fines
previstos son absolutamente los mismos.
Durante el curso de las ceremonias ashrámicas o jerárquicas,
le resulta fácil al hábil observador esotérico reconocer a los
altos dignatarios de Rayo por los símbolos específicos que los
cualifican, pudiendo establecer la jerarquía espiritual de
cada uno por los emblemas dorados impresos a fuego sobre las
blancas túnicas por el aliento eléctrico de la propia
Divinidad planetaria, ya que los grandes atributos de la Magia
son el símbolo del Rayo que representa el Mago y el emblema
dorado correspondiente a la Iniciación o iniciaciones que haya
recibido.
Nada más impresionante para el investigador esotérico que ha
logrado ciertas iniciaciones y posee clarividencia en los
niveles mentales superiores del planeta, que contemplar una
ceremonia mágica realizada por la Gran Hermandad Blanca, sea
para invocar energía cósmica sobre la Tierra, para movilizar
potentes huestes de ángeles a fin de crear óptimas situaciones
planetarias o para contribuir a la iniciación de algún
discípulo muy avanzado de la Jerarquía.
La luz, en fulgores e intensidades indescriptibles, imposibles
de soportar por la visión de los profanos, es una constante
natural en tales ceremonias jerárquicas y las blancas túnicas
de los Iniciados cuajadas de misteriosos ornamentos áureos, le
dan al recinto donde tiene lugar la ceremonia, un trascendente
carácter místico que se amplía o intensifica cuando aparece el
Sacerdote o Hierofante que ha de presidir la invocación o
empuñar el Cetro iniciático.
Los movimientos rítmicos que realizan los asistentes a estas
Ceremonias, las formas geométricas que construyen durante el
curso de las mismas y los mántrams de poder que entonan para
atraer del Espacio la energía cósmica o dévica que se precisa
para obtener resultados precisos, son los aspectos
consubstanciales del acto mágico o creador. Pero, en esencia y
como una figura representativa de la liturgia, sea cual sea su
importancia, aparece siempre sobre el Hierofante la figura
mística de un Cáliz dorado abierto por completo a la
influencia del Verbo espiritual o Misterio que trata de
revelarse, siendo la imagen viviente del SANTO GRIAL, una
imagen tan poco conocida, sin embargo, aun para muchos
experimentados discípulos.
De la misma manera que la geometría del espacio forma la
estructura de la imaginación de los hombres, así los
sacramentos espirituales revelados en las ceremonias
litúrgicas constituyen el soporte molecular de la Magia
organizada en el mundo. Entonces... ¿Qué es lo que hay que
entender realmente por sacramentos? El sacramento no es sino
la expresión objetiva de un misterio que el hombre y la
Naturaleza están revelando a cada instante. El misterio es la
más alta representación de la vida y el sacramento es la
expresión o revelación psicológica del misterio. El misterio
está íntimamente vinculado con el eterno propósito del Logos
de SER dentro de Su universo y el sacramento representa las
cualidades que surgen del contacto de la Vida divina con la
materia que ha de proporcionarle la substancia necesaria “para
cubrir su desnudez” (Libro de los Iniciados). Plena y
armoniosamente integrados en la manifestación objetiva de un
sistema solar, de un esquema planetario, de un cuerpo humano o
de un simple átomo, producen el estímulo del desarrollo
colectivo y su persistencia lleva indefectiblemente a la
liberación del Espíritu y a la redención de la Materia.
Aunque estas afirmaciones contienen una fuerte dosis de
abstracción, el contenido oculto de las mismas puede ser
percibido claramente por la mente intuitiva, la cual aliará
sin duda la expresión viva del sacramento con toda clase de
simbologías filosóficas o místicas, considerándolo una
representación viva del misterio de las altas verdades
subyacentes en el propósito espiritual de la Divinidad. Ahora
bien..., si el sacramento es la expresión psicológica de un
misterio subjetivo profundamente místico, ¿cómo podremos
apreciarlo, captarlo o comprenderlo? Contestar a esta pregunta
presupone introducimos en el tema capital de la Magia
organizada planetaria, pues la respuesta ha de ser lógicamente
la de “mediante la liturgia, la ceremonia o el rito”.
Liturgia, ceremonia y rito son palabras sinónimas y en su
significado esencial hacen referencia a una actividad mágica
que tiene como finalidad básica la representación objetiva de
un sacramento, el cual, a su vez, es la representación
psicológica de un misterio. Veamos el desarrollo mágico de la
liturgia: La vida de Dios es un Misterio que ha de revelarse
mediante un sacramento causal –o si se prefiere, egoico– a
través de la Magia organizada, que si es analizada muy
críticamente nos brindará la comprensión del lugar que tienen
asignados los vehículos de expresión, logoico, humano o
atómico en la producción de la Magia celeste que ha de
convertir un misterio en una expresión objetiva o material.
Todo este proceso de desarrollo mágico podemos condensarlo
para una mejor comprensión en el ser humano, con sólo estudiar
su triple naturaleza, espiritual, causal y material o física.
La liturgia señala pues las líneas maestras de la evolución y
es una actividad mágica repetida incesantemente desde el
principio al final de un universo, teniendo como inalterable
función revelar a Dios en el seno de toda cosa creada.
Veamos, por ejemplo, el misterio contenido en el nacimiento de
un ser humano que es una verdadera revelación del eterno
sacramento de la iniciación a la vida, expresado como
“alumbramiento físico” o como “iluminación espiritual” en
ciertas etapas trascendentes de evolución. Nace un alma a la
vida material mediante la liturgia sagrada del nacimiento,
pero antes de que se produzca semejante acontecimiento místico
o alumbramiento material, se realiza un misterio muy
importante y poco conocido aún para muchos experimentados
esoteristas en ciertas áreas desconocidas de la Naturaleza, un
misterio que pese a su singular y valioso aspecto pasa
corrientemente desapercibido en las páginas de la literatura
esotérica. Hacemos referencia aquí al misterio de la
CONCEPCIÓN sin el cual sería imposible comprender el drama
espiritual del nacimiento físico del alma humana.
La CONCEPCIÓN es un misterio sagrado que, al igual que todos
los misterios que se producen en la vida de la Naturaleza, se
expresa mediante una ceremonia mágica. Para observar su
desarrollo en los mundos ocultos es necesario utilizar el
inefable don de la clarividencia causal, pues en el devenir de
la misma intervienen una serie de factores subjetivos, que al
no poder ser debidamente observados han permanecido casi
totalmente ignorados incluso en los altos estudios esotéricos
acerca del karma del nacimiento humano. Para el iniciado, para
el clarividente entrenado que percibe las cosas desde el plano
causal, el acontecimiento místico de la concepción adquiere un
significado muy profundo y mediante la observación del mismo,
puede penetrar en el inefable misterio de la concepción del
universo y de los planetas que lo constituyen, pues el drama o
la liturgia representativa de este proceso es casi idéntico en
líneas generales en el hombre y en Dios, su Creador. Hay,
evidentemente, ciertos hechos consubstanciales que habrán de
ser tenidos en cuenta para lograr obtener ciertos datos
precisos y una exacta valoración del conjunto misterioso de la
liturgia mágica que dará lugar a estos hechos trascendentes.
Ocultamente sabemos que todo misterio revelado a través de
cualquier tipo de liturgia, constituye una verdadera
iniciación para la entidad o entidades sacramentales
involucradas en la misma, y en la línea de su desarrollo se
advertirá siempre la presencia de las siguientes entidades o
figuras dramáticas:
a. El HIEROFANTE, el Señor del Misterio espiritual.
b. Los PADRINOS, los Intermediarios, situados entre el
Misterio y el Sacramento.
c. El INICIADO, la base mística del Sacramento.
d. Los Participantes en el proceso iniciático, sea cual sea su
importancia, constituyen en todos los casos “el Cuerpo místico
de la Liturgia”.
Por lo que hemos logrado averiguar ocultamente, en las
iniciaciones espirituales de los seres humanos, el Hierofante
puede ser el SEÑOR DEL MUNDO, Sanat Kumara, el BODHISATTVA, o
Instructor espiritual del Mundo, cuando se trata de las dos
primeras iniciaciones jerárquicas, o un elevado Adepto cuando
deban ser impartidas las dos iniciaciones menores que
cualifican al discípulo como un miembro de la Gran
Fraternidad. Los Padrinos suelen ser siempre dos Adeptos,
quienes tienen la misión de intervenir como mediadores entre
el Hierofante que empuña el Cetro iniciático, cargado con la
energía de SHAMBALLA, y el Candidato o discípulo que va a
recibir la iniciación, a fin de reducir la tensión
ígneo-eléctrica que surge del Cetro y ponerla en armonía con
la tensión natural del Candidato. El Grupo representativo del
Cuerpo místico de la Liturgia está creado por los miembros de
la Gran Fraternidad Blanca y ciertas agrupaciones definidas de
Ángeles o Devas.
En el misterio de la concepción física del ser humano que
estamos considerando, se realiza asimismo un drama o un rito
mágico muy particular en el que intervienen unos personajes
muy definidos, representativos de dicho misterio. Se nos forma
en tal caso la siguiente analogía:
a. El HIEROFANTE, que en este caso específico es el ÁNGEL
SOLAR, o Yo superior del Alma que va a encarnar.
b. LOS DOS PADRINOS, representados por el padre y la madre del
alma que va a nacer, quienes, lo sepan o no, están
representados místicamente en el acto solemne de la CONCEPCIÓN
por la polaridad masculino-femenina que preside cualquier
operación mágica o creadora.
c. EL INICIADO, que es siempre el alma, o chispa monádica, que
ha decidido encarnar y se halla presente en el centro místico
de la liturgia o acto carnal que se está llevando a cabo entre
los extremos de ¡a polaridad.
d. EL CUERPO MÍSTICO DE LA LITURGIA, el cual viene debidamente
representado por aquella estirpe de Devas a quienes en
lenguaje oculto denominamos “Señores de la Concepción”.
Veamos ahora más detalladamente cómo se realiza este misterio
de la Concepción del cuerno físico de los seres humanos, en el
que intervienen conjuntamente todos los personajes antes
descritos: Como en todo proceso iniciático hay que reseñar la
pronunciación de dos frases potentemente mantrámicas. El Ángel
solar pronuncia el gran mandato cósmico precursor de los
mundos, que procede de la intención divina de SER, el OM de la
unión del Cielo con la Tierra, sintetizado en la palabra clave
de todo el proceso mágico creador: “¡HÁGASE!” A esta Palabra,
Voz o Sonido, el alma que va a encamar responde sumisamente:
“HÁGASE SEÑOR TU VOLUNTAD”. Los que serán los padres físicos
del alma nada saben del proceso en el que van a intervenir, a
menos que hayan recibido alguna iniciación jerárquica. Su
función es fundir transitoriamente la polaridad que
representan en un punto de síntesis o de equilibrio, que
convenientemente registrado por los Devas “Señores de la
Concepción”, dará lugar al acto viable o creador del misterio.
En este momento cíclico ocurrirán varios hechos que habrán de
ser cuidadosamente observados por los aspirantes espirituales
que lean estos comentarios. Veamos:
El germen masculino portador del átomo permanente físico
conteniendo todas las memorias del alma que va a encarnar, se
introduce en el óvulo femenino a través de un maravilloso
sistema de proyección regido por un Deva etérico de gran poder
a quien en nuestros tratados ocultos llamamos “Elemental
Constructor” y que surge misteriosamente de los éteres del
Espacio cada vez que se realiza con éxito el proceso místico
de la Concepción.
Se cierra seguidamente el óvulo femenino con la preciosa
simiente de vida depositada en su interior y los propios
Señores de la Concepción envuelven el óvulo con una cubierta
de sutilísimo éter y en este momento, aislado el germen de
vida física de todo elemento externo, empieza a vibrar de
acuerdo con su propia naturaleza psicológica (los recuerdos
del pasado), con la calidad de vida que irradia ocultamente en
virtud de sus experiencias precedentes contenidas como germen
de conciencia en el átomo permanente físico.
El proceso de gestación que le seguirá no será sino una
continuidad del desarrollo físico de la vida, una prolongación
temporal de este drama místico que ha de culminar en la
ceremonia mágica del nacimiento, pero el objetivo principal de
este proceso gestatorio es dotar de una forma, cuerpo o
vehículo al Actor central del misterio, al Alma que ha de
encamar en el mundo... Una multiplicidad de diminutas
criaturas dévicas que forman un ingente grupo de participantes
en el misterio, aguardan en la profundidad silenciosa de los
éteres del Espacio, la Voz o Mántram conminatorio del
Elemental constructor, incitándoles a la tarea de construcción
de la forma. Todo va realizándose así de acuerdo con el plan
previsto por el Ángel solar, y deberán pasar muchos ciclos de
tiempo antes de que sea la propia Alma que ha de encarnar la
que decida por sí misma y sin depender exclusivamente del
Ángel solar, las condiciones ambientales y las eras cíclicas
de sus sucesivas encarnaciones.
Al observar el misterio de la Concepción y su futura expresión
en la liturgia sagrada del nacimiento, nos vamos dando cuenta
de que el proceso, desde un principio hasta el fin, está
jalonado de palabras, voces o mántrams y que toda esta serie
de sonidos tienen como especial misión, invocar de las
insondables oquedades del Espacio, a una serie impresionante
de huestes y jerarquías dévicas, las cuales responden a la
voz, la convierten en un color y, finalmente, después de
“substanciar” debidamente este color, lo materializan en una
definida forma geométrica. En el misterio de la Concepción
teníamos los mántrams pronunciados por el Ángel solar
destinados al alma que iba a encarnar y al deva constructor de
la forma. Pero, al analizar la triple expresión de la Voz y
sus efectos resultantes en el éter, se nos forma como siempre
en nuestras investigaciones esotéricas acerca de la Magia
organizada, una triple aunque mancomunada actividad. Ésta será
mejor comprendida si observamos sus analogías con cuanto
venimos estudiando en este libro:
El Sonido o Mántram lo
pronuncia siempre el creador central, o núcleo de conciencia,
expresando una Intención o un Propósito subyacente. Está
vinculado con el Misterio espiritual.
El Color es una respuesta de los éteres a la cualidad del
Sonido. Es la expresión de un Sacramento.
La Forma Geométrica, o estructura material, se construye de
acuerdo con las sutiles matizaciones del Color y al proceso
que se extiende del color hasta la forma geométrica, visto
desde el ángulo de la Magia, lo llamamos Rito.
Habrá, por lo tanto, tres tipos muy definidos de Hijos del
Espacio, Ángeles o Devas involucrados mágicamente en el
trabajo de construir formas objetivas a partir de los niveles
puramente subjetivos de la Intención, para converger en el
océano misterioso de la substancia material donde se construye
todo tipo de formas a través del sacramento del Color o
Cualidad que irradia de la propia Intención. A estos tres
tipos de Devas los denominamos ocultamente:
a. SEÑORES DE LA INTENCIÓN, o DEVAS AGNISVATTAS. Se les llama
también en lenguaje oculto, “Ángeles del Sonido” y “Portadores
de la Palabra”.
b. SEÑORES DE LA IDEA, o DEVAS AGNISURYAS. Son los Artífices
del Color y de la Cualidad, y a todas sus huestes y jerarquías
se les llama indistintamente “Huestes de la Voz”.
c. SEÑORES DE LA FORMA GEOMÉTRICA, o grandes DEVAS
AGNISCHAITAS, pertenecientes al Cuerpo místico de los
Constructores. Operan sobre los elementos atómicos y
compuestos moleculares de cada plano, esfera o cuerpo en la
vida de la Naturaleza. Se les llama ocultamente “Los
Substanciadores del Color”.
Analizando esotéricamente esta triple jerarquía de Devas y
observando sus particulares actividades de acuerdo con el
principio de analogía, no sería en manera alguna ilógico
asignarles una función muy definida en la expresión de la
Magia organizada planetaria. Por ejemplo:
a. A los Ángeles AGNISVATTAS, Agentes planetarios del
Propósito de Dios en nuestro planeta, puede considerárseles
como Custodios del Misterio.
b. A los Ángeles AGNISURYAS, que encarnan en el planeta las
sagradas cualidades de la Intención divina, puede
atribuírseles la función de Salvaguardas de los Sacramentos.
c. A los Ángeles AGNISCHAITAS, que son los geniales
constructores de todo tipo de formas, se les puede denominar
con toda justicia “Señores de los Ritos”.
Ahora bien, al hacer referencia a estas potestades dévicas en
nuestro estudio sobre la Magia organizada planetaria, hacemos
obviamente abstracción de su naturaleza cósmica y confinamos
muy intencionadamente la función mágica que tienen asignada en
nuestro sistema solar, a los planos inferiores del mismo, es
decir, a los tres mundos de la evolución humana, mental,
astral y físico. De no ser así, resultaría totalmente
imposible comprender sus actividades normales y naturales en
los planos superiores. Pues, evidentemente, la ascendencia
cósmica de esta triple jerarquía de Ángeles hay que buscarla
en aquellas exaltadas Constelaciones que dieron vida a nuestro
Universo mediante un indescriptible proceso de Concepción,
Gestación y Nacimiento. Recurriendo como siempre al principio
de analogía aunque elevándole a los niveles cósmicos, veríamos
representada también a esta triple Jerarquía Angélica en el
Misterio de la Concepción de nuestro sistema solar, teniendo
en cuenta:
a. Que el HIEROFANTE, el Pronunciador de la Palabra, es el
Logos Cósmico Señor de Siete Sistemas Solares. Aquél sobre
QUIEN nada puede decirse debido a Su trascendente e
inimaginable evolución espiritual.
b. Que los DOS PADRINOS, en realidad los Progenitores de
nuestro Universo, fueron:
- El Logos de la Constelación de la Osa Mayor, aportando el
germen creativo masculino de aquella tremenda polaridad
cósmica. Es el PADRE.
- El Logos de la Constelación de las Pléyades, aportando el
germen receptivo femenino de la misma polaridad. Es la MADRE.
c. Que el INICIADO, el Alma que debía encarnar en aquel
Universo era, según se nos dice ocultamente, un elevado y
excelso Adepto de la Gran Fraternidad Blanca de SIRIO. Era el
HIJO que iba a ser concebido como una experiencia mágica de la
Vida Cósmica. Este HIJO fue el Señor de nuestro Universo, el
Logos solar.
d. El Cuerpo Místico de la Liturgia estuvo constituido por los
tres grupos o jerarquías de Ángeles Cósmicos que hemos
descrito como AGNISVATTAS, AGNISURYAS y AGNISCHAITAS. Quienes
tuvieron a Su cargo la misión de construir la forma
estructural del Universo, a partir del momento cíclico de la
Concepción. Así, pese a Su extraordinaria evolución, podemos
denominarles también “Constructores de la triple Forma”.
Un exaltado MAHADEVA o ARCÁNGEL, surgido de las Huestes
cósmicas de los AGNISCHAITAS, tuvo a Su cargo especial la
construcción material del Universo, el Cuerpo físico del Logos
solar. Siguiendo con la analogía, podríamos afirmar que a un
poderoso ARCÁNGEL surgido de las huestes cósmicas de los Devas
AGNISURYAS le fue confiada la misión de construir el Cuerpo
Astral del Logos del Universo y que a un extraordinario
ARCÁNGEL surgido de las huestes de los Devas AGNISVATTAS
cósmicos, le fue confiada idéntica misión con respecto al
Cuerpo Mental del que debería ser el Dios de nuestro sistema
solar.
Los tres Cuerpos construidos por aquellos indescriptibles
ARCÁNGELES o MAHADEVAS cósmicos son, en realidad, los tres
planos inferiores del sistema solar, mental, astral y físico.
Y hay elementos segregados del propio principio de analogía
que nos indicarían idéntico procedimiento cósmico en relación
con la construcción de los demás planos o cuerpos logoicos
superiores. No sería descabellada entonces la idea de que
existe en nuestro Universo una categoría de ARCÁNGELES de tan
elevada evolución que nuestra mente y nuestra concepción más
exaltada y sublime son absolutamente incapaces de comprender.
Pero, Su eximia grandeza no les excluye evidentemente del
sistema de analogía que venimos utilizando en todas nuestras
investigaciones esotéricas, ya que forma parte de la Magia
trascendente que aplicamos en nuestro estudio...
Después de estudiar el proceso mágico contenido en las
ceremonias, rituales y liturgias religiosas y místicas y de
haber considerado con cierta amplitud el misterio de la
concepción, tanto en lo humano como en lo cósmico, una de las
preguntas que asaltará sin duda la mente de los estudiantes
reflexivos, será la de la función asignada a los Señores del
Karma en el desarrollo de tal misterio, con el cual se inician
los tres períodos de gestación de tres meses cada uno que
darán lugar al nacimiento de un alma humana en el mundo
físico.
Habida cuenta que los Señores del Karma son los Intérpretes de
la Ley y los Administradores de su Justicia, lo que
ocultamente llamamos Karma se halla implícito en cada uno de
los actos de los hombres, sea cual sea la calidad buena o mala
de sus experiencias en el transcurso del tiempo, las cuales
quedan indeleblemente registradas en los átomos permanentes
físico, astral y mental, constituyendo allí un “archivo de
memorias” que los Señores del Karma utilizarán bajo forma de
energía para imprimir sobre los tres Elementales Constructores
de los cuerpos que deberá ocupar el alma en encarnación, la
forma y las características precisas y adecuadas, físicas,
emocionales y mentales.
Como podrá deducirse, el alma posee tres códigos genéticos o
tres grupos de memorias mediante los cuales los Señores del
Karma a través de los tres Devas constructores, prepararán el
triple cáliz de manifestación del alma en los tres mundos. Sin
embargo, en el proceso de construcción deberán ser tenidas en
cuenta las siguientes condiciones mágicas, mediante las cuales
los Señores del Karma orientarán la actividad de los Devas
constructores. Veámoslas:
a. La Ley de Ciclos, representada por los signos astrológicos
que han de regir el destino del alma, o sea, por aquellos
aspectos celestes condicionantes de la acción humana que la
ciencia astrológica define técnicamente como “signo solar” y
“signo ascendente”.
b. El ambiente social donde deberá desenvolver sus actividades
el alma en encarnación.
c. La evolución espiritual de los padres que han de engendrar
el cuerpo físico.
d. El tipo racial previsto como base de su desarrollo
psicológico.
e. El país donde deberá nacer, con su particular grado de
civilización y cultura.
f. Los peculiares tipos de Rayo que han de regir la vida
expresiva del triple vehículo.
Una serie de condiciones que habrán de atraer lógicamente la
atención de los investigadores esotéricos, dada la importancia
que le es asignada al ser humano en los altos estudios de la
Magia organizada planetaria, pero que por la utilización de
una analogía superior, bien podría ser elevada –tal como lo
venimos haciendo– a las más excelsas Entidades cósmicas que
arrastran Sus colosales creaciones por las insondables
avenidas del Cosmos absoluto...
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2008-03-03
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