CAPÍTULO VI
LA GEOMETRÍA, SOPORTE MÁGICO DE LA IMAGINACIÓN
Al ir avanzando en nuestro estudio sobre la Magia Organizada
en nuestro mundo, nos vamos dando cuenta de la verdad
esotérica contenida en la gran afirmación: “DIOS GEOMETRIZA”
de Platón, el filósofo iniciado. No sabemos hasta qué punto ha
sido comprendido el carácter incluyente de esta afirmación,
pero sí podemos asegurar rotundamente que sin esta comprensión
mental es imposible introducirse muy profundamente en la
ciencia esotérica de la Magia.
Hay que partir de la base de que la totalidad de nuestro
universo es molecular. Según se nos ha enseñado ocultamente,
nuestro sistema solar con sus planos, subplanos, planetas,
razas y especies no es más que una gigantesca forma geométrica
o cuerpo molecular que utiliza el Señor del universo durante
los inmensos ciclos de Su manifestación solar. El Logos, o
Señor del Sistema, utiliza todas y cada una de Sus infinitas
ideaciones para llenar de formas geométricas la totalidad del
sistema universal que le sirve de morada, de manera que, de
acuerdo con la ley de evolución, opera mágicamente desde el
principio hasta el fin de Su Mahamanvántara o ciclo de
manifestación. Se sirve de la Magia para crear y para
distribuir tales formas geométricas por todos los confines de
su vasto sistema, y cuando todo “Su espacio vital” ha quedado
lleno de formas, desde las más sutiles a las más densas, viene
entonces el trabajo esencial de agilizarlas, embellecerlas y
sintetizarlas, creando como fin en sí mismas la gloria
inefable de los arquetipos de perfección, que una vez
realizados marcarán “el círculo-no-se-pasa” de Su capacidad
creadora. No queda intersticio alguno entre las formas
geométricas que en su totalidad constituyen el universo. Todas
están armoniosamente unidas entre sí constituyendo un conjunto
sintético e incluyente, ya se las examine desde el ángulo de
vista de los planetas, como de los seres humanos y de las
infinitas agrupaciones atómicas. Allí donde termina una forma
empieza otra, apoyándose armoniosa y potencialmente en la
forma anterior. Así, el espacio que llamamos “vacío”, visto
ocultamente se le percibe lleno de otro tipo de formas más
sutiles pero que, sin embargo, se apoyan en las estructuras
densas y más substancialmente moleculares. Continúa operando
en todo momento el principio geométrico de la forma, que no
reconoce barrera alguna en la expresión de su naturaleza
impelente y progresiva. Se comprende así la indescriptible
riqueza de la geometría cuando se la considera en su aspecto
más oculto y trascendente, como sirviendo de maravilloso
engarce entre planos, dimensiones y compuestos moleculares.
Nada más bello y espectacular desde el ángulo esotérico que
observar el firmamento en una noche estrellada, utilizando la
clarividencia mental. Aparecerán entonces entre los brillantes
puntos o vértices creados por las estrellas y los planetas,
nuevos y cada vez más esplendentes y rutilantes cuerpos
celestes, constituyendo maravillosas e inenarrables
combinaciones geométricas, conjuntos poliédricos de
indescriptibles colores y emitiendo incomprensibles y
misteriosos sonidos. La percepción clarividente llevará
todavía más lejos si se persiste en las observaciones, pues
será posible descubrir como una realidad objetiva y no como
una simple e interesante ecuación mental, que en el espacio y
dentro de una desconocida y esplendente red geométrica
espacial, deberá ser resuelta definitivamente la gran
incógnita del hombre con respecto a su identidad, procedencia
y destino, ya que es leyendo en el maravilloso mapa de los
cielos que se aprende la gran verdad oculta de que el destino
de todo cuanto existe en el universo –sea cual sea su
importancia– se halla escrito allí, en el espacio infinito y
dentro de cualquiera de las redes geométricas espaciales,
cunas del verdadero estudio esotérico de la Magia. Desde este
ángulo de observación, el KARMA, ya se aplique a un sistema
solar, a un esquema planetario o a un simple ser humano, no es
sino una proyección geométrica procedente de una u otra de
estas incomprensibles redes espaciales creadas en el ilimitado
marco del espacio por un tipo desconocido de actividad
creadora.
Podríamos suponer incluso que los ángulos de incidencia de los
puntos brillantes del firmamento, constituyendo determinadas
formas geométricas, moldean misteriosamente el KARMA de la
Tierra y que la posición que ocupa cualquier ser humano en el
entramado geométrico que constituye su entorno social,
configurará también sin lugar a dudas su karma o su destino.
Así, cuando astrológicamente se dice que “las estrellas marcan
el destino del hombre”, debería agregarse “mediante la figura
geométrica que adoptaron las estrellas en el momento de su
nacimiento”, de manera tal que la Astrología y la Geometría
son Ciencias inseparables y consubstanciales, no pudiendo
moverse una sin que al propio tiempo se mueva la otra.
De ahí que el Mago, siguiendo las reglas iniciáticas expuestas
por Platón, GEOMETRIZA utilizando su voluntad y su
imaginación. Mueve con ambas las redes espaciales, tañe la
lira de infinitas cuerdas del firmamento y de sus regios
sonidos extrae la forma geométrica más oportuna, la que más
adecuadamente responde a su intento creador. Así, las redes
espaciales jamás están en reposo, sino constantemente
vibrando, moviéndose y ampliándose, haciéndose eco en todos
momentos de las necesidades que surgen de cualquier centro,
mágico o creador.
Las divinas medidas áureas de los grandes artistas del pasado,
surgieron del descubrimiento genial de las proporciones
ideales implícitas en las primeras redes espaciales con las
que Dios recubrió la desnudez de Su propósito universal, y a
su conjuro surgieron las formas geométricas de todo cuanto
existe en increíbles y dinámicos despliegues de armonía
imposibles de describir. El Mago se limita a seguir sin
ofrecer resistencia alguna la forma geométrica y el movimiento
que le marcan las estrellas, tratando de descubrir de entre
las redes espaciales que las unen entre sí, aquéllas que mejor
responden a sus intenciones creadoras, sabiendo que tales
redes espaciales son los infinitos hilos de comunicación
tendidos entre todos los cuerpos celestes, impulsadas por
fuerzas inteligentes dotadas del más potente y electrizante
dinamismo. Las combinaciones realizadas por el Mago siguiendo
su inevitable impulso creador y apoyándose en su poderosa
imaginación, crean nuevas redes espaciales dentro de las redes
creadas por las esplendentes estrellas y rutilantes astros y
es así, utilizando su magia creadora, que puede destruir
aquellas “redes malignas que surgidas de las leyes de la
necesidad kármica llenaron de angustia y desesperación la vida
de los hombres de la Tierra”, (EL LIBRO DE LOS INICIADOS),
pues la ley mágica por excelencia viene expresada en aquel
axioma oculto... “los astros inclinan pero no obligan”, que
tanto dio que pensar a místicos, filósofos y ocultistas de
todos los tiempos.
El cambio de posición geométrica de un astro en el espacio
inducido por las leyes de la necesidad kármica, alterará
fundamentalmente la forma de la red espacial tendida sobre sí,
obligando a consiguientes e inevitables reajustes en aquellos
astros menores que formaban parte de la primitiva red. A los
incesantes cambios de posición y movimiento de los astros en
el espacio y a las diferentes formas, medidas y frecuencias
vibratorias que se producen en las redes espaciales que forman
su estructura geométrica, se les asigna esotéricamente el
nombre genérico de EVOLUCION, constituyendo evidentemente lo
que en términos muy ocultos podríamos definir como “KARMA DE
LOS DIOSES”.
El día que la ciencia geométrica alcance un punto culminante
de síntesis, aceptando el hecho de que las redes espaciales
tendidas entre los mundos, constituyen la raíz del KARMA,
tanto de los hombres como de los Dioses, habrá culminado un
elevado punto de realización y podrá penetrar entonces en
otras áreas más sutiles dentro del proceso infinito de
ESTRUCTURACIÓN DE LAS FORMAS, totalmente imposibles de
percibir, comprender e intuir por los más inteligentes y
preclaros científicos de la Tierra en los momentos actuales...
Ahora bien, cuando analizamos el término “Geometría Esotérica”
al referirnos a la multiplicidad infinita de formas en la vida
de la Naturaleza, adoptamos la expresión justa, ya que toda
forma –sea cual sea su grado de objetividad– constituye un
misterio geométrico de creación en cuya estructuración toman
parte infinidad de fuerzas invisibles cuya ley, actividad y
orden vienen regidos por una Voluntad suprema que está más
allá de los límites de nuestra comprensión.
La forma geométrica es el principio de la manifestación
universal, ya que es a través de ella que deberán expresarse
las cualidades psicológicas de la Deidad creadora, implícitas
subjetivamente en los estados de conciencia que revelan todos
y cada uno de los seres de la Naturaleza, no importa el grado
de integración interna que hayan alcanzado dentro del proceso
general de la evolución planetaria. Deberemos admitir, por
tanto, que existe una filosofía de la forma de la misma manera
que hay una filosofía de la vida, viniendo dinamizadas todas
las formas existentes por determinadas cualidades magnéticas
de carácter interno o subjetivo, las cuales cristalizan en los
elementos geométricos de base conocidos como el punto, la
línea, la superficie y el volumen.
La filosofía de la forma, que es el ideal de la Geometría
Esotérica, tiende a la más bella expresión del Arte y
constituye el pensamiento de los hombres verdaderamente
universales, ya lo expresen en el sentido de las propias
formas dotándolas de vida por el poder de la imaginación –como
lo hizo Leonardo da Vinci– o enriqueciéndolas de amplísimos
conceptos filosóficos en cuya mágica elaboración se vislumbran
arquetipos de perfección encarnando realidades geométricas,
tal como sintetizó Platón en su conocido axioma “DIOS
GEOMETRIZA”, pero, en definitiva, ambos ángulos de visión
genuinamente universales porque encarnaban corrientes de vida
creadora más que simples ideales estéticos, actuaban como
verdaderos geómetras esotéricos, siguiendo uno el riguroso
sendero del Arte, y el de la más sublime filosofía el otro. La
conclusión a la que ambos llegaron, era seguramente la misma,
es decir, que el misterio de la forma geométrica y el
contenido subjetivo de la misma constituían parte del mismo
secreto cósmico, potencial y latente dentro del ser humano,
que debía forzosamente revelarse, lo cual evidentemente
hicieron ambos, concretando Leonardo la filosofía interna en
belleza externa y revelando Platón la belleza externa en
filosofía interna. La búsqueda de la similitud existente entre
las estructuras psicológicas internas y la impresionante serie
de estructuras geométricas externas, constituyen el centro de
investigación de la Geometría Esotérica, de idéntica manera
que la similitud de propósitos creadores o arquetípicos en el
seno místico de cada forma en la vida de la Naturaleza,
constituye la manera platónica de investigación de la
filosofía oculta y trascendente.
De acuerdo con nuestras investigaciones de las leyes ocultas
de la Magia, hay dos maneras de contemplar la Naturaleza;
desde fuera a través de las percepciones sensoriales,
viéndolas en su extensísima panorámica externa, y desde
dentro, intentando descubrir el secreto que oculta el espacio
geométrico, celosamente guardado por los “espíritus de la
Naturaleza”. La segunda ofrece una percepción directa de la
verdad oculta del Espíritu Creador que surge raudamente del
misterioso crisol donde los grandes Devas de los Arquetipos
fraguan el destino final de todas las posibles formas
geométricas, moradas temporales de cada una de las unidades de
vida y de conciencia que pueblan las incontables pléyades de
humanidades dentro y fuera de nuestro sistema solar.
Como fue dicho en un libro anterior (Los Ángeles en la Vida
Social Humana): “La Geometría es el andamiaje de la
imaginación”. El Arte y la Ciencia se complementan
geométricamente, al extremo que ninguna expresión artística
digna de este nombre carecerá de ciencia o de técnica, ni
ninguna Ciencia carecerá de Arte; de ahí que todo conocimiento
verdadero proviene de un íntimo sentimiento creador, no
teniendo otra meta reconocida la Magia de la Creación que
darle adecuada forma a la imaginación en virtud de una serie
continuada de impulsos internos”. Existe también, por poco que
lo analicemos, un sentimiento infinito de belleza matemática
que tiende a convertirse en armonía de las formas y los
números, una elegancia geométrica, podríamos decir, que tiende
a estructurarse en forma matemática. Ejemplo de ello lo
tenemos en las sublimes medidas áureas o solares, que son una
constante universal en el arte creador, pudiendo asegurarse
incluso desde el ángulo oculto que una ecuación matemática ha
de contener belleza artística, pues de no ser así la ecuación
jamás llegará a ser perfecta. La Ciencia de los Números es la
Ciencia de la Forma y no podríamos hablar de Magia ni de
Geometría Esotérica sin referirnos previamente a la armonía
existente entre ambas Ciencias.
Con respecto a la Geometría Esotérica habrá que tenerse en
cuenta además que todos los cuerpos están sujetos a una serie
de reacciones de acuerdo con la posición que ocupan en el
Espacio en relación con otros cuerpos, estableciéndose así
aquellas líneas místicas de relación magnética que darán lugar
a todos los fenómenos de perspectiva geométrica que crean en
el Espacio los planetas, los universos, las constelaciones y
las galaxias.
Indudablemente existe esta mística relación magnética entre
los astros, ya que todo cuanto percibimos por doquier es un
fenómeno de perspectiva, aunque lo realmente importante desde
el ángulo de nuestro estudio sobre la Magia, son las
reacciones psíquicas que tales perspectivas producen en los
cuerpos celestes, obligados por la posición que ocupan en el
dilatado firmamento a crear determinadas figuras geométricas,
contribuyendo con ello a generar inmensos campos magnéticos
que, indudablemente, influirán en la vida y en los
acontecimientos de todos los seres vivientes que dentro de sus
misteriosos esquemas planetarios o universales “viven, se
mueven y tienen el ser”, y aparentemente crean y perpetúan en
el tiempo aquel fenómeno oculto que esotéricamente llamamos
KARMA.
Bien, esta idea fue analizada ya en páginas anteriores y
quizás pecaríamos de redundancia insistiendo sobre la misma,
pero sí sería oportuno señalar que las formas geométricas a
las que aludimos bajo la designación de “efectos de
perspectiva”, tienen una contraparte etérica en distintos
grados de sutilidad que origina en la infinita grandiosidad
del Espacio unas gigantescas redes geométricas dentro de las
cuales están “místicamente encadenados los mundos”,
constituyendo verdaderas fronteras cósmicas o “círculos
infranqueables”, aun para los propios Logos creadores. Como
iremos apreciando, a medida que van siendo trascendidas
ciertas zonas de observación intelectual, se le abren al
investigador esotérico de la Magia, las maravillosas e
insondables regiones abstractas –no tan engañosas como las
concretas o intelectuales– iniciándose entonces un fantástico
recorrido por unas áreas de luz realmente impresionantes. Se
perciben así las formas geométricas que crean entre sí los
innumerables astros, planetas y estrellas bajo una gama
infinita de indescriptibles colores y de insospechables
melodías que aseveran el conocido axioma oculto que constituye
la base mágica de la Creación...: “todo en el Universo es un
Sonido que genera un Color y que finalmente se convierte en
una Forma Geométrica”. Impregnando este axioma de contenido
científico, podríamos decir que el campo supremo de
investigación del Cosmos tiene tres acusadas vertientes o
ángulos de observación:
a. La que tiene que ver únicamente con la forma geométrica que
constituyen entre sí determinados cuerpos celestes formando
constelaciones, es decir, el fenómeno de la perspectiva tal
como aparece a través del sentido de la vista en su aspecto
físico o tridimensional.
b. Otra vertiente a considerar desde el ángulo esotérico
pertenece a la llamada cuarta dimensión, utilizando a este
propósito la clarividencia astral y observando el fenómeno de
la perspectiva a través de las impresiones psíquicas o
emocionales que suscitan en el ser interno.
c. La tercera vertiente pertenece a la quinta dimensión del
espacio, cuya expresión reconocida desde el ángulo oculto es
el pensamiento humano, aunque liberado por completo de las
ordinarias o habituales modificaciones mentales producidas por
la actividad emocional del hombre, o sea, de aquella condición
que esotéricamente conocemos bajo el nombre de KAMA-MANAS, la
mente condicionada por el deseo.
Cinco dimensiones constituyen, por lo tanto, el campo de
investigación esotérico de la Magia organizada, las tres que
corresponden al plano físico y las otras dos que corresponden
a los niveles psíquico y mental. Las tres primeras son
eminentemente objetivas y el campo de sus percepciones arranca
de los cinco sentidos actualizados en el plano físico. La
limitación de estos sentidos es evidente cuando se trata de
percibir en las dimensiones más sutiles o cuando se trata de
representar la objetividad geométrica de las tres dimensiones,
la cual aparecerá siempre como un plano o como una superficie
y no como un volumen que, como sabemos, es la representación
natural de la tercera dimensión. Esto equivale a decir que las
perspectivas geométricas ya sean de los cuerpos celestes o
aplicadas a cualquier cuerpo en la vida de la Naturaleza, sólo
pueden ser registradas por la visión y por el cerebro en forma
de plano o superficie, es decir, quedando oculta siempre por
la limitación de los propios sentidos corporales, una de las
tres dimensiones que constituyen el Universo físico.
Para que a la vista del investigador esotérico de la Magia
aparezca esta tercera dimensión oculta, deberá ascender en
conciencia y utilizando la clarividencia astral a la cuarta
dimensión del Espacio y efectuar desde allí las oportunas y
necesarias observaciones. Entonces el Espacio –tal como
místicamente se dice– se esclarecerá y aparecerán volúmenes
por todo el campo de percepción del observador, como si las
formas objetivas fueran de cristal y pudiesen verse
indistintamente por arriba, por abajo, por el centro, por la
derecha, por la izquierda, etc., constituyendo tal tipo de
observación una nueva cualidad de la conciencia, la cual
percibirá entonces con enorme exactitud la parte subjetiva u
oculta de toda posible forma geométrica, siendo consciente del
color o cualidad mística de cada una, así como del tipo de
emoción –si podemos decirlo así– que cada cualidad o cada
color suscita en el ánimo de los seres humanos. Es por tal
motivo que a la cuarta dimensión, o plano astral, se la
denomina también “el nivel de las emociones y de los
sentimientos de los hombres”, siendo la belleza del color y la
fulgida transparencia de las formas poliédricas observadas,
una indicación elocuente de la sutilidad exquisita de los
niveles registrados.
La quinta dimensión del Espacio recibe esotéricamente la
denominación de “plano mental”. Consta asimismo de siete
subplanos y cada uno de ellos viene a ser como la sede o el
archivo de las cualidades infinitas del pensamiento, pudiendo
decirse que cada mente humana se mueve en uno u otro de estos
siete subniveles, poseyendo una capacidad de registro que le
permite ser consciente en aquél que por ley de vibración le
corresponde. Podríamos decir pues, de acuerdo con las
enseñanzas esotéricas, que la quinta dimensión en su totalidad
es la integración de siete subdimensiones y que cada una de
ellas forma un centro de proyección, expansión y registro de
pensamientos, los cuales aparecen a la observación del
investigador esotérico como místicos sonidos, conteniendo cada
uno su propio e íntimo significado y manifestándose bajo la
impresión de una cálida melodía, que irá introduciéndose en el
ánimo del observador y le embargará de determinadas emociones,
llegando finalmente al cerebro físico bajo una definida forma
geométrica... Podemos afirmar pues, desde el ángulo de vista
de la Magia, que toda forma es el resultado de una definida
emoción, la cual a su vez arranca de la percepción íntima de
un pensamiento hurgando en el sagrado destino de lo cósmico
una verdad geométrica que rige el complejo mundo de las
formas, pero una verdad filosófica también que surge vibrante
del océano de Vida del Espíritu...
Ahora bien, apreciado el KARMA como un resultado de la
proyección magnética sobre el planeta o sobre los individuos,
del cálido impulso de las estrellas, parece indicar que las
entidades creadoras que ocupan los núcleos vitales de los
universos, de los planetas y de las humanidades, están
fatalmente condenadas a sufrir el rigor del KARMA –sea bueno o
sea malo– sin que la voluntad creadora pueda ejercitar su
poder volitivo y autoconsciente, o sea, el de decidir por sí
misma los hechos, acontecimientos y procesos psicológicos que
forman las bases del destino.
Esta idea parece negar por completo la veracidad del gran
axioma esotérico “...los astros inclinan pero no obligan”. Sin
embargo, la gran tradición oculta que ha enriquecido a través
de las edades las vidas y las mentes de los sabios, afirma
también que “...el Espíritu creador está por encima de todas
las cosas” y que, tal como decía BUDA, “el hombre liberado
está más allá del destino de los mundos”. En ambas
afirmaciones se aplica la ley del Espíritu por encima de la
ley de la Materia, aun reconociendo que ésta constituye la
base sobre la cual fueron creadas las más gloriosas y
esplendentes estrellas.
Así, cuando hablamos del significado oculto de las redes
geométricas espaciales que kármicamente aprisionan los mundos,
habríamos de considerar también el aspecto geométrico de las
redes espaciales creadas por el Espíritu y ver el KARMA o
destino, al menos en los individuos dotados de gran percepción
y dinamismo espiritual, no sólo como algo voluntariamente
aceptado, sino también como autoconscientemente dirigido, con
lo cual puede ser comprendida la razón espiritual que asiste a
aquéllos que luchan con fe y confianza contra el destino
implacable de las estrellas...
La idea sería muy fácil de comprender si la visión del
investigador de la Magia organizada del planeta pudiera
situarse en el plano del Espíritu, y observase desde allí el
proceso inicial que marca el destino del hombre: la
concepción, la gestación, el nacimiento, la calidad de los
vehículos de manifestación, los ambientes sociales donde
deberá desenvolver sus actividades, etc. Se vería entonces que
no son las estrellas las que obligan a nacer, sino que es el
Espíritu quien decide físicamente encarnar, después de
percibir el curso cíclico de las estrellas, sujetándose
entonces voluntaria y conscientemente a las leyes del
renacimiento. La decisión del Espíritu marca siempre el
destino de los hombres superiores y es la que finalmente
triunfa de las redes geométricas de las formas por bellas y
perfectas que éstas sean.
Podemos afirmar, por lo tanto, que la Geometría esotérica que
es la Geometría del Espíritu se apoya en redes espaciales de
indescriptible diafanidad y transparencia y sobre formas
geométricas de inefable belleza. Nada de cuanto dijimos
anteriormente acerca de las complejas y cada vez más
estilizadas redes geométricas espaciales está en contradicción
con cuanto estamos afirmando ahora acerca de la ley
prevaleciente del Espíritu. Nos limitamos, como buenos
investigadores esotéricos, a considerar un poder que está más
allá de la influencia de las estrellas, aunque reconociendo
que no todos los seres humanos lo han logrado desarrollar. La
mayoría de ellos están fatalmente sujetos a la influencia de
los astros porque no han desarrollado convenientemente todavía
su Espíritu creador. En tal caso el destino marcado por las
estrellas ha de cumplirse inexorablemente. El KARMA angustioso
de la Tierra es una ley marcada por el principio de la
gravitación de la Materia, no es el resultado de un principio
espiritual rectamente previsto e inteligentemente manifestado.
Tenemos, por tanto, y esta verdad será con el tiempo el
patrimonio natural de los investigadores científicos del
futuro, un tipo de redes espaciales cuya expresión geométrica
constituye el KARMA o destino inapelable que gravita sobre la
inmensa mayoría de seres humanos, y otras redes espaciales que
“han sido previa e inteligentemente elegidas” por aquel
reducido grupo de individualidades dentro de la humanidad que
desarrollaron convenientemente dentro de sí la ley del
Espíritu. El destino de ambos grupos será evidentemente muy
distinto, habida cuenta que las redes espaciales que envuelven
al primero están estructuradas sobre formas geométricas
irregulares, basadas en la figura del cuadrado, en tanto que
las redes espaciales dentro de las cuales evoluciona el
segundo grupo son erigidas sobre unas formas geométricas cada
vez más regulares basadas en el triángulo y el círculo.
(Vistas desde una cuarta dimensión y apreciadas en su aspecto
volumétrico, las figuras del cuadrado, del triángulo y del
círculo, son observadas como el hexaedro, la pirámide de base
rectangular y la esfera.)
Tal como hemos logrado averiguar ocultamente, el cuadrado, el
triángulo y el círculo son las figuras geométricas de base
utilizadas por el Logos de nuestro universo en la construcción
de Su vasto sistema solar, definiendo las tres etapas de
desarrollo espiritual que a través de la materia organizada
crearon aquellos aspectos, ocultamente conocidos como
PERSONALIDAD, ALMA Y ESPÍRITU en la vida de los Hombres
Celestiales, o Logos planetarios, y en la de los seres
humanos.
Complementamos con estas ideas nuestras previas informaciones
esotéricas sobre el llamado Cuaternario humano, la
Personalidad psicológica formada, por la mente, el cuerpo
emocional, el vehículo etérico y el cuerpo físico denso, y
considerar desde este ángulo de vista la constitución
geométrica del vehículo etérico de los seres humanos
corrientes, el cual, según revelan las observaciones
clarividentes, está formado por una tupida red de cuadrados,
la mayor parte de ellos de tipo irregular, apreciados desde el
ángulo de la forma geométrica.
Elevando la percepción clarividente al cuerpo etérico de los
individuos potentemente polarizados con el Alma, o mente
superior, se le ve esplendentemente vitalizado por radiantes
figuras geométricas basadas en la forma del triángulo, que
surge aparentemente de la división de los cuadrados
constituyentes de la red anterior en cuatro triángulos, los
cuales, a medida que el Alma va adquiriendo poder sobre la red
etérica proveniente del pasado, tomarán la forma regular del
triángulo equilátero, figura que, de acuerdo con la sabiduría
oculta facilitada por los grandes Conocedores planetarios,
constituye el Arquetipo sobre el cual se modela y estructura
la evolución de este sistema solar actual. Aplicando idéntico
principio de investigación a los grandes Adeptos e Iniciados
planetarios, habrá que suponer por analogía que el vehículo
etérico que utilizan – caso de hallarse en encarnación física–
estará constituido por elementos geométricos circulares,
surgidos aparentemente de la increíble división de los
triángulos equiláteros en una infinita cantidad de triángulos
cada vez más reducidos, hasta que en una final subdivisión se
conviertan en círculos, los cuales crearán en la red
geométrica del vehículo etérico una nueva forma de
distribución de las energías procedentes de las redes
espaciales del Cosmos, mayormente conectadas con el aura
planetaria y con la vida espiritual de aquellos gloriosos
Adeptos planetarios.
La Geometría aparece así como el fundamento mágico de la
creación, pues no hay que descartar la idea –ocultamente
correcta de acuerdo con el principio de analogía– de que las
formas geométricas del cuadrado, del triángulo y del círculo,
que forman el entramado mágico de la Personalidad, del Alma y
del Espíritu, son proyecciones celestes de las grandes
Constelaciones unidas al glorioso destino de nuestro sistema
solar, cuyas redes espaciales o vehículos etéricos envolventes
están constituidas por aquellas formas geométricas de base. Y
aun podríamos hablar –basando siempre nuestras observaciones
sobre la ley geométrica que regula la posición de los grandes
astros en el firmamento– del grado de evolución alcanzado por
aquellas supremas Entidades espirituales que desde las
sempiternas alturas logoicas rigen inmensas e impresionantes
zonas siderales en el marco del indescriptible Mapa cósmico…
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