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Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
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CAPÍTULO III
LA UTILIZACIÓN MÁGICA DE LAS VIDAS INTERMOLECULARES
 


El asombroso campo de investigación abierto ante nosotros tras el descubrimiento de la existencia de la gran corriente de vida logoica que llamamos “evolución atómica”, nos incitará seguidamente al estudio de aquellas existencias intermoleculares, que invisibles por completo a los ojos humanos constituyen, sin embargo, el factor coherente que permite la expresión de cualquier tipo de forma en la vida de la Naturaleza.

Una vez ha logrado localizar el Mago a las entidades intermoleculares que precisa para llevar a cabo la obra mágica que ha decidido realizar, y le ha sido posible contactar el impulso dinámico que arde en el centro de toda unidad de vida atómica, el trabajo que tiene ante sí es el de construir mediante el poder de la mente, las formas geométricas que serán necesarias para poder erigir las estructuras moleculares que respondan a su propósito creador. De acuerdo con el mismo deberá atenerse a los siguientes requisitos:

a. Tener una idea muy clara y definida del objeto mágico a realizar.

b. Poder situarse conscientemente en el nivel requerido de actividad mágica.

c. Saber con exactitud con qué agrupaciones dévicas y vidas atómicas en aquel nivel, le será posible trabajar.

d. Conocer los mántrams de invocación mediante los cuales se hará obedecer por aquellas vidas dévicas y atómicas.

Todos estos requisitos forman parte de la vida de los iniciados de la Gran Fraternidad Blanca, pero son utilizados también por los componentes de la Logia negra del planeta, cuyos fines son diametralmente opuestos a los que tratan de cumplimentar los miembros de la Jerarquía espiritual planetaria. Éstos ajustan sus miras y sus proyectos a las intenciones divinas, buscando con noble empeño el bien del conjunto, en tanto que los adeptos de la Logia negra sólo pretenden fines egoístas en bien de sí mismos, o de un grupo reducidísimo de personas que utilizan el noble ejercicio de la Magia para oponerse al desarrollo del plan de la evolución planetaria dictado por el Logos del esquema terrestre. Estos Magos negros componen una fraternidad oculta llena de proyectos malsanos y se mueven en ambientes sórdidos, envueltos en sombras de odio y de ambición. Los Magos negros constituyen la legión de aquéllos a quienes Madame Blavatsky definió como “almas perdidas”. No es nuestro deseo efectuar un estudio de las operaciones mágicas realizadas por los Magos negros a través de sus devas servidores y de sus inconscientes sectarios humanos reclutados de los bajos fondos planetarios. Sólo intentamos hablar de la Magia en un sentido creativo, de la Magia organizada para el bien en nuestro mundo y de obtener mediante tal estudio cuantos datos nos sean precisos acerca de lo que hay que entender por creación, sea cual sea el nivel de la Naturaleza en donde tenga lugar, ya que crear –tal como hemos afirmado en otras varias ocasiones– no es sino utilizar consciente o inconscientemente la Magia a través de la intención de la idea y de la mente.

El nivel de creación o de utilización de la Magia, indicará siempre el grado de evolución espiritual del Mago, teniendo en cuenta que en el plano mental inferior, en el plano astral más denso y en los bajos niveles etéricos, los Magos negros detentan un poder igual o mayor que los Magos blancos, cuya eficacia creativa es observada principalmente en los niveles superiores del planeta.

Podríamos decir, de acuerdo con la analogía, que los Magos negros operan en el nivel del cuaternario humano (mente concreta, cuerpo emocional, vehículo etérico y cuerno físico denso) y que los Magos blancos, aún sin dejar de ejercer poder sobre este cuaternario, operan con mucha más eficacia en los niveles de la Tríada. Así, de acuerdo con los fines propuestos por uno y otro grupo de Magos, los elementos atómicos, compuestos moleculares y fuerzas dévicas invocadas, variarán enormemente en calidad y grado de sutilidad. Podríamos decir también que los Devas invocados por los Magos blancos, operando desde el nivel de la Tríada espiritual, construyen los compuestos atómicos y moleculares que forman los planos átmico, búdico y manásico superior, los cuales contienen una importantísima cantidad del triple fuego monádico que, en el recipiente de Manas, se refunden para verificar cualquier tipo de magia de orden superior. Desde este ángulo de vista podríamos decir que la Iniciación espiritual de los miembros de la Gran Fraternidad Blanca, es una operación mágica en la que intervienen conjuntadamente los tres fuegos de la Naturaleza, el de Fohat, el Solar y el de Kundalini.

Los Magos negros se adaptan asimismo a ciertas iniciaciones, las cuales son impartidas en unos obscuros y siniestros recintos, ubicados a veces bajo la corteza terrestre, utilizando el fuego de Kundalini en su aspecto inferior, es decir, el que potencia y desarrolla los centros situados debajo del diafragma de los discípulos en el aprendizaje del arte fatal de la magia negra y les dota de una tremenda vitalidad en los cuerpos inferiores, físico, astral y mental concreto, en virtud de lo cual les es sumamente fácil subyugar, embrujar o condicionar el alma de las personas débiles, timoratas o que adolecen de propósitos espirituales.

Observando el trabajo realizado por ambos grupos de Magos desde los niveles causales, se asiste a una interesante y al propio tiempo aleccionadora experiencia. Los compuestos moleculares utilizados por los Magos negros, aparecen ante la observación clarividente bajo unas curiosas formas geométricas poliédricas, generalmente cúbicas e irregulares, cuyos colores van del gris opaco al violeta oscuro, pasando por una serie de gradaciones rojas y marrón terroso. Tales compuestos moleculares son construidos por los devas definidos corrientemente en ocultismo como “fuerzas lunares”, o fuerzas de las sombras, venidas a la Tierra en una oleada de vida involutiva procedente de la tercera cadena de nuestro esquema planetario, llamada lunar. Son una particular especie de devas de baja vibración, cuya morada se halla en las obscuras cuevas y tenebrosas galerías que surcan el subsuelo de la Tierra y tienen gran poder en los niveles etéricos planetarios. Se les observa muy activos también en las zonas más inferiores de los tres mundos de la evolución humana y su poder es enorme, viniendo intensificado a través de las edades y por el escaso grado de evolución espiritual alcanzado por la mayoría de los seres humanos, cuya conciencia se mueve preferentemente en los niveles psíquicos inferiores y son una presa fácil para estos ángeles de las sombras, diestramente conducidos por los Magos negros.

La atracción magnética, ejercida por el adepto de la magia negra planetaria, se realiza por medio de ciertos malsanos Egregores. El Egregor –no nos cansaremos nunca de repetirlo– es una forma psíquica creada por la voluntad hacia el bien o hacia el mal de los seres humanos, de los componentes de la humanidad terrestre. El Egregor creado por los Magos negros en colaboración con la humanidad poco evolucionada, es robustecido por los devas de las sombras a quienes en lenguaje oculto se les denominaron con justicia “señores del cuadrado”, pues se hallan especialmente activos en los niveles específicos del cuaternario humano. De ahí se infiere –por simple analogía– la presencia de las formas cúbicas, frecuentemente irregulares, de los compuestos moleculares mediante los cuales se crean psíquicamente los Egregores del mal. La figura del cuadrado, coloreada por los sombríos colores anteriormente reseñados, indicará siempre a la percepción del clarividente entrenado, el tipo de magia que se está realizando y el objetivo siniestro que está persiguiendo el Mago negro. Por esta razón y de acuerdo con el buen karma de la humanidad en su conjunto, los Magos blancos pueden entorpecer y aún inutilizar el trabajo cuidadosamente elaborado por los Magos negros, situando entre ellos y su obra, compuestos moleculares de alta vibración magnética procedentes de los planos superiores del planeta.

Los compuestos atómicos previstos y las vidas dévicas intermoleculares utilizadas por el Mago blanco en su trabajo de crear los Egregores del Bien, se caracterizan por sus brillantes colores y bellas composiciones geométricas poliédricas, cuyas formas suelen ser piramidales, cónicas, cilíndricas o esféricas. Los colores variarán de acuerdo con la obra mágica a realizar y sus tonalidades en azul, amarillo, violeta claro o rosado serán siempre límpidos, cristalinos y refulgentes. A la observación clarividente, tales composiciones indican sin lugar a dudas la obra benéfica que el Mago blanco intenta llevar a cabo.

Cada grupo de devas superiores o inferiores, activos en cualquier nivel en la vida de la Naturaleza, emite ciertas notas o sonidos que le son propios y característicos o que concuerdan con su evolución espiritual. Así, el Mago, sea cual sea su condición, deberá conocer estas notas y reproducirlas bajo forma de invocaciones o mántrams. El mántram –como ocultamente se sabe– es un Sonido, o grupo de sonidos, mediante los cuales el Mago invoca y se hace obedecer por las huestes dévicas que constituyen los elementos vivos de la Naturaleza, sean de la tierra, del agua, del fuego, del aire o del éter en sus diversas modificaciones.

Con respecto a los Magos blancos, el conocimiento de los mántrams es obtenido durante la ceremonia de la Iniciación y en cada nueva y superior Iniciación se les comunican nuevos mántrams los cuales se suman a los mántrams anteriormente revelados, constituyendo una serie de Sonidos y Palabras que les permitirán extender su poder por zonas cada vez más amplias e incluyentes. El radio de acción de la Magia se extiende así a medida que se van recibiendo las sucesivas Iniciaciones, desde los niveles etéricos hasta el reino monádico. Cada Iniciación marca la pauta de un nuevo y más fecundo trabajo mágico y se amplía hasta el infinito el conocimiento del plan mágico planetario, llevado adelante por el Señor del Mundo. Se prevén fácilmente así los resultados de la acción mágica y el Mago blanco es cada vez más poderoso y al propio tiempo más prudente y circunspecto en sus actividades mágicas. Empieza a ver – al igual que el Gran Regente Planetario– “el fin desde el principio”. Al conocer los planes planetarios, tal como surgen de SHAMBALLA, le es revelado también el conocimiento relativo a las condiciones que rigen para cada nivel de trabajo y para cada grupo de Devas. Le son comunicadas entonces las fórmulas mantrámicas mediante las cuales le será posible alterar a voluntad ciertas condiciones ambientales y convertirse en luz e inspiración para muchas almas anhelantes. Esta será desde entonces su verdadera Obra Mágica y en el desarrollo de esta misión consciente y deliberadamente aceptada, será ayudado siempre por los grandes Regentes del Plan de evolución planetario y por la increíble cantidad de huestes dévicas, que trabajan incansablemente y desde el principio de las edades para el florecimiento del Bien dentro del corazón humano.

Con respecto a las actividades realizadas por los Magos negros, habría que decir lo mismo que con respecto a los Magos blancos, aunque invirtiendo el orden del proceso estructural de la Magia llevada a cabo y considerando las iniciaciones recibidas en sus obscuros y siniestros recintos, como unos simples acopios de conocimientos cada vez más extensos y profundos de las leyes que rigen la Materia a favor de la cual han decidido trabajar. Obtienen así –al igual que los Magos Blancos– lo que podríamos denominar “secretos de la Voz”, o aquella multiplicidad de sonidos o mántrams mediante los cuales les será posible invocar y hacerse obedecer por los devas lunares en muchas de sus huestes y jerarquías, para obtener resultados mágicos en los niveles inferiores de la vida de la Naturaleza y en los de la vida social humana.

Los Magos negros van recibiendo así iniciaciones cada vez más densas –si podemos decirlo así– en el orden expresivo planetario, y a medida que van adquiriendo el poder material que las mismas les confieren, pueden profundizar cada vez más en el reino de la Materia y van perdiendo consecuentemente cada vez más de vista el Reino del Espíritu. Van creando así a su alrededor un aura cada vez más densa y sombría, cuya potencia se irá incrementando hasta llegar a un punto de solidificación que absorberá sus conciencias y les ocultará para siempre la línea de la luz espiritual que lleva a lo eterno, a los planos superiores de la Naturaleza, y les convertirá en “partes inseparables” de la Materia con la cual habían decidido trabajar y de la cual se hicieron inseparables compañeros. Se convierten así en “almas perdidas”, para las cuales ya no existe prácticamente salvación, místicamente hablando, y cuya única alternativa será la de llegar a formar parte integrante de la Materia de cuya substancia nutren su yo e iniciar a partir de aquí su “evolución” como almas, debiendo recorrer el camino que siguen las corrientes de vida involutiva que crean los reinos inferiores de la Naturaleza, y “esperar” que la evolución cíclica y la infinita Compasión de los Señores del Karma les ayude para que puedan un día recobrar su “yo” espiritual y aquellas condiciones que harán posible que, en un lejanísimo futuro, puedan reintegrarse como seres humanos a la corriente ascendente de la vida espiritual. Tal es el justo castigo por haberse rebelado contra la augusta Justicia de la Creación.

Una vez apercibidos del hecho de que toda situación creada en la vida de la Naturaleza y de la humanidad, es un resultado de la Magia Organizada aplicada por el Creador a cada cosa creada, la pregunta que nos asaltará de inmediato será, sin duda, la que con toda lógica se formularía el verdadero investigador esotérico:

¿Cuáles son las condiciones operativas de la Magia? o, mejor dicho, ¿cuáles son las condiciones mediante las cuales podríamos convertirnos en verdaderos Magos blancos? Partiendo de la idea de que “somos hechos a imagen y semejanza de nuestro divino Padre Creador” y que, por tanto, estamos capacitados para crear, éstas serían las requeridas condiciones:

a. Poseer una personalidad perfectamente coordinada.

b. Haberse liberado en una gran medida del sentimiento de separatividad.

c. Sentirse completamente libres de conceptos doctrinales, confesionales o religiosos.

d. Haber vencido el sentimiento de orgullo y ambición.

Analizando estas condiciones, vemos que son las mismas que le son impuestas al discípulo que recibe entrenamiento espiritual en cualquier Ashram de la Jerarquía. Y si añadimos a estas cuatro imprescindibles condiciones los cuatro requisitos básicos descritos en páginas anteriores, tendremos entonces una idea muy clara del equipo psicológico con el cual deberemos trabajar como discípulos espirituales y como magos conscientes. Desde cierto ángulo de vista las cuatro condiciones exigidas y los cuatro requisitos básicos impuestos por la ley mágica, vienen a ser para el aprendiz de Mago blanco lo que el óctuple Sendero medio representa en el budismo esotérico. Analicemos ahora, más concreta y detalladamente las cuatro condiciones expuestas como garantía de la efectividad
mágica:

a. Poseer una personalidad perfectamente coordinada presupone el correcto control de parte del Mago sobre los tres vehículos de expresión personal, mental, astral y físico, lo cual nos lleva de nuevo al reconocimiento del concepto intermolecular que le hemos asignado a toda substancia y a toda forma, habida cuenta que cada uno de los tres cuerpos o vehículos está formado por una ingente cantidad de átomos y compuestos moleculares, mantenidos en coherencia como conjuntos atómicos mediante el poder aglutinante de una entidad dévica, designada ocultamente “Elemental constructor”, cuya actividad y desarrollo dependen de la evolución alcanzada por el yo espiritual que utiliza estas tres envolturas o cuerpos.

El Elemental constructor, sea físico, astral o mental, posee el secreto de la Voz mediante la cual mantiene coherentemente todo su equipo molecular, formado por una increíble cantidad de unidades dévicas menores. Hay, por lo tanto, tres Elementales constructores sobre los cuales hay que ejercer control para facilitar el noble ejercicio de la Magia. Son los tres Servidores del alma a los cuales hacen referencia los tratados sobre ocultismo. La necesidad de mantenerlos bajo control por parte del alma o de la personalidad humana en los tres mundos, se hace imprescindible por cuanto cada uno de estos tres Elementales constructores sigue sus propias tendencias y naturales inclinaciones, gravitando lógicamente hacia el océano de substancia elemental de la cual procede y de la cual se alimenta. Así, cuando esotéricamente o en términos de Magia hablamos de control como base de integración o coordinación de los vehículos del alma, nos referimos obviamente al dominio que ha de ejercer el Mago sobre los tres Elementales que constituyen sus vehículos de expresión en los tres mundos. Un triple control que, examinado juiciosamente, ha de empezar por la mente del Mago como central directora de todas las actividades conscientes de la personalidad psicológica y, seguidamente, sobre el vehículo emocional, el más poderosamente organizado de cuantos constituyen el triple equipo de manifestación molecular. La substancia astral es la más poderosa e influyente debido a ciertas razones solares, cuyo secreto se halla en la expresión kármica de segundo Rayo de Amor-Sabiduría incidiendo principalmente, en lo que a la humanidad planetaria se refiere, en el sexto plano solar, el plano astral del sistema, potentemente cualificado por las energías del sexto Rayo, cuya Nota mágica revela el espíritu de DEVOCIÓN a la Obra del Creador, en la vida de la Naturaleza y en la vida de los hombres.

Controlar el cuerpo emocional constituye, por lo tanto, el principal objetivo del Mago y presupone la tarea preliminar de concentración y de meditación efectuada por medio del cuerpo mental el cual, lógicamente, ha de constituir el punto de arranque de la meditación, del control y de la disciplina por parte del Mago, o sea, el arduo y persistente trabajo de gobernar y dirigir correctamente las actividades naturales del Elemental constructor de la mente, con el natural despliegue de aquellas energías superiores que han de volver radiactivas a la multiplicidad de vidas atómicas y elementos celulares que constituyen el cuerpo mental.

Si el Mago sigue el camino del Bien, las energías que le asistirán en su noble empeño coordinador le serán facilitadas o transmitidas desde el plano causal por el Ángel solar de su vida. Tales energías solares dignificarán los compuestos moleculares de su equipo mental, los impregnarán de luz y – utilizando un término altamente científico de nuestros tiempos– los volverán “radioactivos”. Esta radioactividad atómica o radiación molecular indicará siempre que se ha obtenido éxito en el trabajo mágico de dignificar la obra del Elemental constructor del cuerpo mental y que se ha alcanzado el punto requerido de integración o coordinación entre la mente y el cerebro.

Utilizando la luz que irradia de los compuestos moleculares redimidos del cuerpo mental, precipitará entonces el Mago aquellas energías radiantes sobre el Elemental constructor del cuerpo astral, fusionándolas con las vidas atómicas que lo constituyen y reorientándolas hacia la integración molecular, lo cual les permitirá vencer las tendencias instintivas o innatas hacia la substancia densa del plano astral y volverse a su vez radioactivas. En todos los casos, la radioactividad es uno de los grandes fenómenos mágicos que deberemos tener en cuenta en nuestras investigaciones sobre la Magia organizada planetaria.

La fusión de la luz mental con la luz que arde misteriosamente en cada átomo de substancia astral, producirá una doble radiación que a través del cuerpo etérico afectará al cuerpo físico denso, el cual, operando de acuerdo con la ley evolutiva solar, se convertirá en un receptor automático de las energías que provienen de los niveles astral y mental y, de acuerdo con ellas, volverá asimismo radioactivas todas las células que componen los diferentes órganos del cuerpo físico. A esta fase de irradiación física a través del cuerpo denso se la denomina místicamente “proceso de redención de la materia”. En el devenir de este proceso, el Elemental constructor del cuerpo físico denso irá integrando todos sus elementos atómicos de acuerdo con la Nota mágica suministrada por sus dos hermanos, los Elementales constructores de los cuerpos astral y mental, y el clarividente entrenado podrá observar entonces el “Triple Cáliz Radiante”, o SANTO GRIAL que ha de contener el Verbo causal de Revelación.

Vemos, pues, que la integración o coordinación del triple vehículo de la Personalidad humana, o alma en encarnación en los tres mundos, es el resultado de la armoniosa fusión de los tres Elementales constructores de los cuerpos físico, astral y mental que, a través de un vehículo etérico puro y radiante, han sintonizado sus particulares Notas o sonidos vibratorios con la NOTA causal del Alma solar, o Yo superior. Este proceso de integración o coordinación, cuyo resultado final es la fusión de las tres energías o de los tres fuegos de BRAHMA con el Fuego solar de VISHNU –del cual el Ángel solar en su propio plano es una perfecta expresión– puede ser definido de acuerdo con la escala de sonidos creadores de la Naturaleza, de la siguiente manera:

El alma en encarnación, que en el caso que estamos analizando es el discípulo espiritual o aprendiz de Mago, ha de tener muy presente esta analogía de sus cuerpos con la triple Nota AUM y la de sus aspiraciones más elevadas con la Nota espiritual OM, de la que tanto se ha hablado en los estudios esotéricos como el Sonido mediador entre la Personalidad humana en los tres mundos y la Mónada espiritual en los niveles más elevados del sistema. Más adelante, a medida que vaya recibiendo las sucesivas Iniciaciones planetarias, el discípulo espiritual irá haciéndose cada vez más consciente de la Nota esencial de la Creación, la Nota de SHIVA, cuya vibración o sonido es solamente audible por los grandes Iniciados y podrá, en virtud de ello, tener un absoluto control mágico sobre el entero equipo de expresión de Su Espíritu inmortal, sobre el Alma en su propio plano, el verdadero Ángel de la Presencia, y sobre aquella conciencia integrante de los tres vehículos o Elementales constructores que llamamos Personalidad humana o alma en encarnación en los tres mundos.

b. El Mago ha de vencer el sentimiento de separatividad. La pregunta que nos asaltará de inmediato es la de ¿...cuál es la causa de la separatividad humana? Hablando muy científicamente, podríamos decir que es la falta de integración espiritual o de coordinación inteligente entre los tres vehículos mediante los cuales se expresa el yo personal o alma en encarnación. Esto podrá parecer un tópico reiterativo de cuanto acabamos de decir con respecto a la coordinación de la personalidad humana a través de la mente, del cuerpo emocional y del cuerpo físico. Pero, deberá tenerse muy en cuenta que cada uno de los tres Elementales constructores posee un tipo particular de conciencia que podríamos definir como “conciencia molecular”, la cual determina un sentido muy egoísta –si podemos decirlo así– dentro del campo particularizado por medio del cual se manifiesta y que constituye un muy definido “círculo-no-se-pasa” de todas sus actividades. Cuando esta conciencia molecular particularizada es muy potente y agresiva, el yo humano no suficientemente henchido de ideales espirituales sufre esta influencia particularizada aceptándola como propia y, en virtud de ello, se siente aislado del complejo social que le rodea, sufre una verdadera crisis de valores psicológicos y se vuelve, al igual que los Elementales constructores de sus cuerpos expresivos, muy egoísta y separativo con respecto a los demás.

Las causas de la separatividad vienen impuestas por dos condiciones, la primera es kármica y revela el grado de dependencia del alma con respecto a sus vehículos, la segunda obedece a la ley de los propios vehículos, los cuales siguen fatalmente la ley impuesta por el principio de gravitación hacia la substancia de la cual provienen y de la cual se alimentan, y se sienten potentemente atraídas hacia la misma siguiendo una línea natural de mínima resistencia.

Cada uno de los Elementales constructores de los cuerpos mental, astral o físico viven desligados así el uno del otro y siguen su propio camino, el que le marca el océano de substancia del que ha extraído todos sus compuestos atómicos constituyentes. Si el yo espiritual que se expresa por medio de estos tres Elementales no está muy evolucionado, se sentirá parte integrante de sus cuerpos de expresión y no habrá en él sentimiento alguno de personalidad creadora. Su ley, su propósito y todas sus actividades sociales e individuales vendrán marcadas por los impulsos separativos y reflejará sólo “lo que quieren sus cuerpos”, pero no las intenciones de su alma superior... Tendremos entonces a la personalidad común, egoísta y separativa que mayormente se expresa en los ambientes sociales del mundo y que constituye un verdadero recipiente de “substancia antisocial”, técnicamente descrita.

Cada uno de los vehículos está aferrado a sus propios y primarios impulsos y esta falta de integración entre ellos caracteriza las etapas primitivas de la humanidad, con el acusado sentimiento de aislamiento social y separatividad individual con respecto al complejo mundo de relaciones humanas dentro del cual vive inmersa. El sentimiento de separatividad no viene impuesto desde los niveles superiores por la “chispa monádica” que definimos ocultamente “alma en encarnación”, sino que es un resultado de la actividad particularizada de los vehículos que le sirven de agentes expresivos o de elementos de contacto en la vida de la Naturaleza. Encerrada el alma en la triple corteza de sus vehículos, pasará interminables ciclos de tiempo sujeta a la ley de la materia y al doloroso proceso de aislamiento social o de separatividad humana, hasta que de acuerdo con la ley de la evolución y a través de un lento y prolongado estadio de dudas y sufrimiento, llegará a ser progresivamente consciente de su noble y maravillosa estirpe espiritual, la cual le señalará intuitivamente los caminos de la unidad con todo lo creado y empezará a vivir entonces según la Nota mágica de su alma superior, o Ángel solar, el enlace de la Triada espiritual con los tres mundos del ejercicio humano y a pronunciar ocultamente el OM en su vida personal y en sus relaciones humanas. A esta Voz, débil al principio, pero que irá afirmándose y robusteciéndose en el transcurso del tiempo, responderá paulatinamente el AUM, o Sonido de los tres cuerpos de expresión en los tres mundos y en los tres reinos, y se irá realizando en la vida del alma el proceso místico, aunque increíblemente dinámico, de integración espiritual, convirtiéndose entonces en un perfecto exponente de la Magia organizada planetaria, en un verdadero Iniciado.

c. El Mago ha de sentirse libre de todo concepto arbitrario o doctrinal. La Verdad es solamente UNA, sólo un DIOS existe en la vida de la Naturaleza... ¿Por qué, entonces, existen tantas divisiones en el orden conceptual de lo creado? La respuesta a esta cuestión o a este gran problema social es también solamente UNA, la que venimos señalando desde el principio: la falta de integración espiritual de los vehículos. A algunos honestos estudiantes esotéricos, ésta les parecerá una respuesta demasiado sencilla para un hecho social tan complejo, como el que tiene que ver con la separatividad humana o con el sentimiento negativo de exclusivismo social. Pero, si la cuestión se analiza precisamente con exquisita sencillez, desde el ángulo de la analogía, se verá pronto que tanto el individual exclusivismo que crea aislamiento social, como la adherencia ciega a ideales, doctrinas y creencias en el orden confesional, son sólo unos efectos derivados de la falta de integración espiritual, la cual crea la desorganización molecular de los vehículos de manifestación del alma humana. Podríamos decir también, viendo la idea desde otro ángulo de vista, que la falta de coordinación entre los distintos vehículos, mental, astral y físico es la causa del aislamiento social del hombre, siendo la falta de integración espiritual un resultado de este aislamiento o exclusivismo individual que surge como consecuencia de las barreras interpuestas por los Elementales constructores entre el alma en encarnación física y el Alma en su propio plano, el Yo superior o Ángel solar.

Podrá argüirse también –y con toda razón– que estos Elementales constructores siguen sus propias leyes, impulsos y tendencias y que no se les puede imputar el hecho de que el alma humana haya perdido de vista casi por completo a “su Patria Celestial”, envuelta en las brumas de las incidencias kármicas por su escasa madurez espiritual en el Sendero.

Podemos decir al respecto que el ser humano está evolucionando desde el momento mismo en que adquirió la autoconciencia y fue dotado de alma individual. Para este fin evolutivo, esta alma o este yo precisa vehículos materiales para poder manifestarse, y la calidad de estos vehículos dependerá lógicamente de la evolución que como alma haya alcanzado en el transcurso del tiempo y de las sucesivas encarnaciones... Los tres Constructores vinieron a requerimientos del alma, de acuerdo con una nota o sintonía particular que les invocó mágicamente del seno de la substancia o esencia elemental donde vivían inmersos. El axioma oculto “Los Tres responden al Uno y el Uno se identifica con los Tres”, constituye una orientación definida acerca de la acción mágica que trajo a la vida a los tres Elementales constructores... En el incesante devenir de las edades, a medida que la chispa monádica va emergiendo lentamente siguiendo los impulsos de la ley evolutiva, el Uno deja de identificarse con los Tres y comienza la correspondiente etapa de control anteriormente mencionada, con los consecuentes resultados de integración molecular y de armoniosa coordinación de los tres vehículos con el Yo espiritual.

Estamos viviendo una era rigurosamente técnica y el discípulo en el Ashram, el verdadero aprendiz de Mago, está siendo aleccionado en los altos secretos contenidos en la substancia material y aprendiendo la gran lección de humildad, que constituye una de las grandes joyas de la iniciación, la relación directa que existe entre las unidades monádicas, sea cual sea su importancia espiritual, y las agrupaciones atómicas y compuestos moleculares que forman la estructura material de todo lo creado, pues, en esencia y tal como decía Mme. Blavatsky en “La Doctrina Secreta”, “El ESPÍRITU es MATERIA en su más elevado estado de sutilidad y la MATERIA es ESPÍRITU en su expresión más densa”. Siendo así, ¿por qué no ver en la falta de integración molecular de los vehículos materiales utilizados por el hombre la causa del desequilibrio social o la falta de integración espiritual de las almas? Se trata de una idea rigurosamente científica, que el investigador esotérico debería estudiar profundamente para poder llegar al fondo de todas las cuestiones y dificultades surgidas en el seno de la humanidad, por efecto de esta falta de coordinación e integración entre el yo humano y sus vehículos de manifestación.

El exclusivismo individual que crea todo tipo de rígida adherencia a zonas particularizadas de la existencia humana, tales como partidos políticos, sistemas religiosos y determinados grupos étnicos o sociales, con su inevitable secuela de luchas y conflictos, es el resultado de un estado psicológico muy generalizado fomentado por una ausencia casi total de coordinación entre el alma y sus vehículos, una evidente falta de control del yo espiritual sobre sus instrumentos de manifestación. Esta idea constituye la base de una nueva visión de la existencia humana y forma parte de una serie de nuevos conceptos esotéricos sobre la vida de la humanidad, que van siendo sometidos a la consideración de los discípulos espirituales del mundo y a todas las personas inteligentes y de buena voluntad en rápido crecimiento espiritual. Son los valores intelectuales y morales que deberán utilizar las siguientes generaciones en el devenir de esta nueva ERA, como base fecunda de una nueva educación y de un nuevo sentido de valores espirituales.

d. El Mago ha de vencer el sentimiento de orgullo y de ambición. Vemos aquí otra expresión característica del exclusivismo individual de la que no se libran siquiera los cualificados discípulos que reciben entrenamiento espiritual en los Ashrams de la Gran Fraternidad Blanca, pues, frecuentemente y a medida que crece el impulso espiritual y el yo va ejerciendo cada vez más poder sobre sus vehículos, el sentimiento de este poder se apodera del alma del discípulo y la sumerge en unas zonas de ilusión mental y de espejismo astral de autosuficiencia exagerada, que sutilmente lo vuelven soberbio, egoísta, orgulloso e intolerante al comparar sutilmente las elevadas zonas de interés mental donde se mueve con el campo mental corriente de los demás seres humanos. Ahí, en este punto crucial, es donde el discípulo ha de librar la última gran batalla, la que decidirá la victoria del Bien sobre el Mal y en donde habrá de gestarse aquella sutilidad de conciencia que le permitirá “lavar su Espíritu en la Sangre del Corazón” y vencer las postreras tentaciones humanas.

En este punto –situado entre las dos orillas de la separatividad humana– es donde se aquilatan definitivamente los poderes espirituales del Mago, obscurecidos por el orgullo de la autosuficiencia y la autoglorificación individual y en donde se gesta la ambición que dará lugar al estacionamiento del Mago en su camino espiritual, con la eventualidad de perder de vista la noble y correcta orientación de la Magia organizada del planeta y de retomar al pasado con el consiguiente peligro de convertirse en un Mago negro.

El orgullo surgido en ciertas elevadas etapas de evolución indica, sin lugar a dudas, las últimas escorias que habrán de eliminarse, los restos de un pasado marchito de los cuales habrá que desprenderse. Le indicarán también al clarividente iniciado la localización dentro del aura etérica del discípulo, de ciertas zonas de interés vital dentro de las cuales no han logrado penetrar todavía suficientemente las luminosas energías del propósito espiritual, o donde por razones kármicas o efectos sutiles consubstanciales con la vida personal del discípulo, existe una acusada resistencia a abandonar determinados hábitos establecidos. Debido a su extrema sutilidad, es difícil que el discípulo, el aprendiz de Mago, se de cuenta del orgullo y de la soberbia que van enseñoreándose de su alma al rebasar ciertas zonas realmente críticas de expansión espiritual. Solamente el Maestro o algún discípulo Iniciado dentro del Ashram, podrán indicarle la existencia dentro de su aura psíquico-física de estos focos de tensión negativa que sutilmente y sin que se dé cuenta le van apartando del Sendero espiritual, tan cuidadosa y difícilmente elegido. Le señalan el peligro y al propio tiempo le advierten de la necesidad de volverse humilde y misericordioso en relación con los demás.

El Mago negro, por el contrario, encuentra en esta fase de orgullo y de soberbia, el gran aliciente de su acción mágica, puesto que tales defectos robustecen sus actividades mágicas en los tres mundos y es más grande su aliciente para seguir practicando el mal y más poderosa su influencia sobre los seres humanos a los que ha decidido mantener adheridos a su nefasta aura magnética. Pero, le predisponen también más profundamente a proseguir en la senda de mal emprendida que le llevará fatalmente a su perdición espiritual y destrucción causal.

Desde el ángulo oculto, las fronteras que separan el mago blanco del mago negro son extremadamente sutiles en ciertas fases de entrenamiento espiritual, al llegar a aquel delicado punto de tensión psicológica en el que el sentimiento de la propia evolución alcanzada puede predisponer el alma del discípulo hacia el más temible de los enemigos, “el orgullo espiritual”, la excesiva confianza en sí mismo y la devaluación de los méritos de los demás. La HUMILDAD, el aspecto positivo de este exaltado estado de conciencia, debe hacer su aparición cuando más pronto mejor, y es frecuentemente la bondadosa intercesión del Maestro la que libra al discípulo de este estado negativo de orgullo espiritual, sometiéndole a ciertas pruebas difíciles en su vida personal o restándole valores espirituales y poder mágico en ciertos momentos claves de su existencia kármica, que le mostrarán en toda su desnudez los aspectos negativos de su naturaleza psicológica.

Estos son, esotéricamente hablando, casos extremos en la vida de un discípulo, pero que pueden surgir inopinadamente y como frutos de desconocidas reacciones individuales al Poder moldeador del Espíritu. La exposición de los mismos debe ser considerada sólo como una fraternal advertencia para los aspirantes del mundo que recién ahora están iniciando su trabajo de entrenamiento espiritual como Aprendices de Mago en el difícil arte de crear.

Ampliando algo más esta idea, deberíamos añadir que para utilizar correctamente los poderes en el supremo Arte de la Magia se precisa ante todo lo que místicamente podríamos definir como “un santo criterio”, establecido desde lo más profundo del corazón, no solamente “sanas advertencias” intelectuales que no siempre llegan a penetrar profundamente en los sagrados retiros internos del discípulo.

Como se ha dicho en multiplicidad de ocasiones, los poderes mágicos no deberían ser utilizados sin haber adquirido antes la suprema virtud de la Responsabilidad espiritual, una responsabilidad que tiene en cuenta por encima de todo el bien del conjunto, el cual exige en todas las ocasiones el sacrificio de la parte, aquella parte individual de la cual el discípulo es enteramente responsable ante DIOS y ante su propio karma.

El poder mágico –por muy desarrollado que esté– dependerá siempre de estas áreas de responsabilidad, de este supremo tacto y circunspección al utilizarlo. Bien mirado, el desarrollo de la Responsabilidad debería preceder al del desarrollo de los poderes psíquicos y mentales de la invocación mágica. Tengamos en cuenta, además, que todos los poderes mágicos al alcance del ser humano en esta cuarta Ronda dependerán mayormente del fuego de la Materia, es decir, de KUNDALINI o Fuego de BRAHMA, y éste es un fuego sumamente peligroso al que no hay que osar despertar o desarrollar prematuramente. De ahí el sentido de la espiritual Responsabilidad al que hacemos referencia. Antes de que ascienda a lo largo de la columna vertebral y de los conductos etéricos, han de haber sido convenientemente desarrollados y purificados los centros etéricos de recepción de la energía, llamados ocultamente “CHACRAS”, y de haber asentado en el trono del corazón aquel santo criterio que allega estabilidad emocional, humildad y circunspección mental.

El arte de la Magia que tratamos de poner al alcance de los verdaderos y sinceros aspirantes espirituales de nuestros días, ha de asentarse naturalmente en el correcto desarrollo de los centros o chacras etéricos, lo cual exigirá de ellos un tremendo esfuerzo de juicio y voluntad y una fuerte dosis de amor impersonal, así como el humilde reconocimiento de que poder alguno alcanzado ha de redundar en provecho individual, sino que ha de ser una aportación inteligente a la evolución del conjunto de la Raza.

La responsabilidad espiritual dependerá enteramente de este reconocimiento; es el primer aspecto a desarrollar en el arte sacrosanto de la Magia. Después vendrá –por añadidura– el verdadero poder mágico con la consecuente invocación de las energías dévicas o fuegos internos, que facilitarán la ascensión del fuego de KUNDALINI a lo largo de los conductos etéricos y de los centros desarrollados. El arte de la invocación dévica es esencial en el desenvolvimiento de la actividad mágica... Para ello habrá que prepararse convenientemente, mediante largos y sostenidos procesos de silenciación mental y estabilidad emocional y grandes y sinceros esfuerzos de humildad y comprensión.

La vida cotidiana del discípulo debería conllevar ya estos actos espontáneos de humildad y comprensión que son consubstanciales en el devenir del místico Sendero de aproximación espiritual. Es por tanto la persistencia en los mismos lo que traerá como consecuencia el desarrollo armónico del poder y de la responsabilidad, que forman la doble e inseparable vertiente de la Magia organizada en nuestro mundo. Debería disponerse pues para dar cumplimiento a las exigencias del Arte mágico, de una mente muy clara y muy potentemente organizada, así como de un criterio muy justo –que es la obra mística del corazón– para poder organizarse internamente para la Magia, tal como la practican los grandes Responsables del Plan planetario.

La organización inteligente de la civilización y de la cultura de los pueblos de la Tierra es una obra mágica, un resultado de las actitudes humanas con un saldo equivalente de lo que es justo, proporcional y conveniente para el desarrollo futuro de las nobles cualidades de la Raza. Utilizando unos insospechables mecanismos de organización social, que están mucho más allá de la inteligencia de las mentes más claras del planeta, los Adeptos y Entidades dévicas adscritas a la Obra de MAHACHOHAN, el Señor de la Civilización, suman las cualidades desarrolladas por los seres humanos y les restan los defectos acumulados en sus auras etéricas. Lo que resulta de esta increíble operación mágica de reajuste es aquello que en términos esotéricos llamamos “energía dinámica en acción”. Sobre esta energía descansa siempre el poder transmutador de la existencia; aquél que a través de las edades ha convertido a muchos discípulos espirituales en verdaderos Magos.

A esta energía dinámica, que surge directamente del propósito espiritual, se le añadirán la luz de la mente y el santo criterio del corazón al cual hemos hecho cumplida y necesaria referencia. Todo ello nos indica la verdadera Senda del Mago, la cual, si es examinada profundamente, nos revelará el exacto cumplimiento de la Ley, que unifica la mente y el corazón del Sabio para convertirle en un verdadero Mago blanco, en un perfecto Servidor del Plan de Dios, de aquel Plan que sólo los Maestros conocen y sirven...

 

 

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2008-03-03

 

 

 

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