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Estructuración Dévica de las Formas
Capítulo XII
LOS ÁNGELES Y SU INTERVENCIÓN EN LOS FENOMENOS
PARAPSICOLOGICOS
Uno de los problemas que necesariamente deberá afrontar la
Ciencia Parapsicológica de nuestros días será sin duda la
correcta interpretación de las Formas que en su totalidad
constituyen los ambientes psíquicos de la humanidad. Se trata
de un problema realmente difícil de resolver por cuanto se
asignan todavía significados arcaicos y tradicionales a las
Formas que pueden ser percibidas en el ambiente psíquico o
campo astral del mundo. La creación de tales Formas es
inevitable debido al poder de proyección que posee el cuerpo
astral de los seres humanos y aún el de ciertos animales
terrestres y marítimos. Sus potentes vibraciones “tiñen el
espacio” de ciertas nocivas cualidades, se agrupan
constituyendo desagradables figuras astrales y “flotan” -tal
como hemos dicho en varias ocasiones- sobre el aura planetaria
condicionando los deseos, emociones y pensamientos de los
hombres.
Podemos decir, sin embargo, ya que el principio de dualidad o
polaridad rige la acción astral, como rige todos los demás
Planos del Universo, que hay también concentraciones de
energía psíquica de carácter positivo “flotando” sobre los
ambientes sociales de la humanidad, creadas por las delicadas
emociones, fúlgidos sentimientos e impulsos magnéticos de
buena voluntad que surgen del cuerpo astral de los seres
humanos dotados de una mayor integración espiritual. Habrá
que tener en cuenta, por tanto, en cualquier estudio
parapsicológico realmente serio, la existencia, actividad y
proyección de tales nubes psíquicas flotando en ciertos
niveles definidos del Plano astral y reconocer que su
radiación magnética e indudable influencia se refleja en todos
los sectores de la vida organizada de la humanidad,
singularmente en aquellas personas potentemente “psíquicas” en
distintos niveles de expresión, lo cual inducirá a establecer
necesariamente las bases de una nueva orientación científica
del estudio parapsicológico, haciendo una marcada distinción
entre los fenómenos psíquicos de carácter inferior, indeseable
y negativo -los más frecuentes debido a la escasa evolución
mental y psíquica de los seres humanos- y los de tipo
superior surgidos de la actividad emocional de los seres
humanos dotados de una elevada integración espiritual.
Hemos afirmado en diferentes ocasiones, y continuaremos
haciéndolo en lo sucesivo, que de no establecerse esta
necesaria y obligada clasificación entre las diferentes formas
de psiquismo no podrán ser explicados convenientemente
algunos de los fenómenos parapsicológicos actualmente en
estudio, como los que irán produciéndose a medida que la
humanidad vaya avanzando en su proceso evolutivo y el
“psiquismo controlado” se convierta en una ley, en un impulso
irresistible de la Raza humana. Este obligado control y la
necesaria polarización de la conciencia desde el “Plexo solar”
al centro Ajna de la mente organizada cerrará el paso a la
corriente de energía psíquica proveniente de los niveles
inferiores del Plano astral y creará otras puertas de
comunicación con los subplanos superiores para poder captar
las energías de buena voluntad y las nuevas y más apetecibles
formas psíquicas creadas por los devas del Propósito
Iluminado, utilizando los impulsos magnéticos y proyecciones
psíquicas de carácter superior que se elevan del mundo de los
hombres. Creemos por ello que un riguroso control astral por
parte de los propios investigadores en el campo de la
Parapsicología se hace tan necesario como el comer, el beber o
el respirar en estos momentos drásticos de alta tensión
psíquica planetaria, ya que de no conseguirlo será
definitivamente imposible extraer del Plano astral los
indispensables significados ocultos que cualifican y
determinan una perfecta y verdadera investigación esotérica.
Hasta el presente la investigación parapsicológica se ha
limitado únicamente a analizar algunos de los fenómenos
psíquicos que se producen en los bajos estratos del Plano
astral, adjudicándoles un valor de síntesis. En realidad, y
por su íntima naturaleza, tales fenómenos, como el de la
mediuminidad corriente, los aportes psíquicos y
materializaciones físicas, etc., sólo representan “reacciones
magnéticas” producidas en el ambiente astral por seres
humanos, reconocidos como “altamente psíquicos”, o los que se
realizan espontáneamente en ciertos lugares de la Naturaleza
([24]), en los que por existir un campo magnético apropiado se
producen fenómenos de carácter paranormal que atraen la
atención de las masas y constituyen motivos de interés para
los investigadores parapsicológicos.
Desde el ángulo de vista esotérico el proceso es considerado
como mucho más positivo y realista, ya que se analiza
prioritariamente la potencialidad del ETER, el cual
condiciona cualquier tipo de manifestación psíquica, sea cual
sea su carácter y significado. El ETER es la substancia
universal que está en la base de la creación de todas las
formas psíquicas que generan fenómenos parapsicológicos, y
teniendo en cuenta al respecto, que dichas formas son
condensaciones de energía psíquica por parte de los Devas, los
desconocidos habitantes de los mundos invisibles. Esta
afirmación debe considerarse esencial en él estudio
parapsicológico, sea cual sea el nivel en donde se verifique,
y desde este ángulo de vista ha de admitirse que cualquier
fenómeno psíquico puede ser incluido dentro de las grandes
áreas astrales de polarización angélica y que la explicación
correcta de los grandes o pequeños efectos parapsicológicos
sólo será posible si el investigador decide penetrar en las
“nuevas dimensiones” y aprende a extraer de ellas todos los
posibles significados mentales. Así será posible conocer la
causa de todos los fenómenos psíquicos y no solamente estudiar
sus efectos en los ambientes sociales del mundo, muy
particularmente en los seres humanos.
Así, pues, toda forma de psiquismo y todo fenómeno
parapsicológico es un resultado de la actividad de los devas
que pueblan los insondables éteres del espacio. Su misión y
su ley es materializar todos los impulsos magnéticos humanos
transmutando la energía en materia y substanciándola al
extremo de constituir con ella todo tipo de formas y toda
clase de situaciones en el ambiente psíquico de la humanidad.
El punto de objetividad necesaria para dicha manifestación
substancial -si podemos utilizar esta expresión- la proveen
los propios seres humanos de baja vibración o de escasa
evolución espiritual, así como también otros seres humanos más
evolucionados aunque de potentes tendencias astrales y ciertos
animales -considerados esotéricamente como altamente
psíquicos- como los gatos, las serpientes, ciertas aves
nocturnas, etc. ([25]). El resultado de esta substanciación de
la energía psíquica es el Ectoplasma, la condensación de la
energía etérica por efecto de la presión dévica de los niveles
inferiores del Plano astral hasta constituir “formas
objetivas” de alta solidez y persistencia. Desde el ángulo
esotérico tales formas, tales aportes o materializaciones
constituyen un peligro para la integridad espiritual del
mundo, pues se las percibe clarividentemente enlazadas a
etapas anteriores de evolución planetaria y deberían
considerarse lógicamente trascendidas. Por ello, la misión
futura de los investigadores parapsicológicos será “la
destrucción de tales formas” y no simplemente el estudio de
los fenómenos que provocan en el éter. En los momentos
actuales el estudio de tales fenómenos es una tarea preliminar
y necesaria, pero no se debe olvidar que la actividad esencial
es “purificar el ambiente astral del mundo” y propiciar la
creación de “centros de actividad dinámica” en todos los
subplanos del Plano astral con objeto de destruir todas las
formas psíquicas de carácter negativo que condicionan y
dificultan la evolución espiritual de la humanidad. Para
estimularles en tal sentido bastaría decirles quizá que las
guerras, las enfermedades y aún la propia muerte son “FORMAS
PSIQUICAS” mantenidas en forma substancial en los niveles
astrales del mundo y “dotadas de conciencia dévica”, una
conciencia que exige ser liberada tras el obligado proceso de
una sistemática y necesaria destrucción por parte de los
verdaderos investigadores del mundo oculto. Por tal motivo, un
considerable número de discípulos mundiales provenientes de
todos los Ashramas de la Jerarquía están trabajando
activamente para presentarle al mundo una nueva idea sobre los
males sociales y las dificultades psicológicas de las gentes,
así como para informar sobre las causas ocultas de las
grandes tensiones emocionales que repercuten en el corazón
del hombre.
El fenómeno de la “MATERIALIZACION” no es naturalmente lo
único que estudia a fondo el investigador esotérico, si no
que su campo de estudio se extiende a todos los posibles
niveles de expansión psíquica, desde el que provoca en el
éter la súbita reacción astral de un animal en la selva
persiguiendo a la víctima que ha de proveerle de alimento, o
el que determina cualquier ser humano en momentos cumbres de
gran exaltación religiosa. El resultado será siempre el mismo
en todos los casos: la invocación dévica y el fenómeno
inevitable de substanciación de la energía proyectada en el
éter. El ECTOPLASMA es el resultado del proceso de
substanciación astral de las energías hasta el punto requerido
de materialidad u objetividad que hace posible su
identificación etérica física. Y lo mismo podría ser dicho con
respecto a otro tipo de manifestaciones psíquicas o astrales,
como “la ocupación del cuerpo de un médium” por parte de
cualquier entidad dévica, psíquica, individual o elementaria;
un fenómeno que ha de ser considerado como altamente
limitador de las facultades causales del alma y un campo de
desdichas y de dificultades kármicas en relación con el propio
médium, ya que, de acuerdo con las enseñanzas esotéricas de la
Nueva Era, toda forma de mediuminidad astral deberá ser
relegada bajo el umbral de la conciencia a fin de poder
desarrollar la contraparte de dicha facultad en el plano de la
mente, es decir, la telepatía, por cuanto la
telepatía
permite
el contacto con los mundos invisibles, pero dentro del control
de una voluntad ordenadora y de una inteligencia capaz de
extraer verdaderos significados espirituales desde el mundo
psíquico y apta, por tanto, de destruir progresivamente todas
las formas inferiores que, “constituyendo grandes nubes
psíquicas" y “potentes concentraciones de Ectoplasma de baja
y densa vibración”, dificultan la evolución espiritual de los
seres humanos.
Habrá que señalarse también que las aportaciones físicas o
materializaciones ectoplásmicas a las que nos hemos referido
anteriormente, provenientes de estímulos astrales inferiores,
no son perceptibles únicamente alrededor de las personas
altamente psíquicas que llamamos “médiums” o “dotados”, sino
que constituyen parte integrante del proceso de nuestro
cotidiano vivir, y podemos asegurar, muy sincera y
honradamente, que tales formas pululan por doquier y si bien
no constituyen “objetividades” capaces de impresionar a los
sentidos de percepción física, si poseen la suficiente fuerza
psíquica como para alterar las condiciones ambientales y
afectar astralmente a un considerable número de seres humanos
en Sintonía con aquellas fuerzas, constituyendo núcleos de
agresividad prestos a descargar su tensión en cualquier
momento. Hay “nubes psíquicas" para todos los grados de
evolución astral; incluso los animales son potentemente
astrales y aportan también al ambiente psíquico la
singularidad de sus motivos. El aspirante espiritual deberá
guardarse, por tanto, de la actividad negativa de las formas
psíquicas inferiores que llenan el ambiente social del mundo
y cultivar, merced al desarrollo de su aspiración superior,
formas psíquicas cada vez más sutiles y refinadas.
La Invocación de los Difuntos
Una actitud muy negativa y antisocial desde el ángulo
esotérico y sobre la cual llamamos la atención de los
aspirantes espirituales es aquella que concierne a la
“invocación de los difuntos”. Cuando una persona fallece y
deja el cuerpo físico, hay que dejarla en paz para que goce
profundamente de la liberación de las cadenas que le ataban a
la materia más densa de la manifestación kármica en aquellos
niveles específicos que la ley previsora de la Naturaleza ha
dispuesto para tal fin. No hacerlo así es crear karma, y todo
aquél que utilice las energías psíquicas de la invocación
para atraer con fines de materialización, de comunicación o
de contacto las almas de los muertos -tal como vulgarmente se
dice- está atentando gravemente contra una sagrada Ley del
Creador. “El todo lo tiene sabiamente dispuesto para el bien
de Sus hijos”, tal como puede leerse en ciertos pasajes del
“Antiguo Comentario” o “Libro de los Iniciados”.
La salvaguarda del alma después que ha dejado su cuerpo
físico no corresponde ya a los seres humanos, a sus deudos,
amigos o parientes, por mucho que la amen y quieran ayudarla
con sus invocaciones -a menudo potentemente egoístas-, sino
que corresponde a la actividad de aquellas benditas Entidades
dévicas que esotéricamente llamamos “Los Ángeles de la Luz
Resplandeciente”, los cuales acogen al alma desde el momento
mismo de la muerte física y después de “romperse el cordón
plateado o Sutratma” que la ataba al cuerpo y propiciar “el
último suspiro” o aliento vital, la conducen amorosamente a un
nivel de quietud en donde descansará o dormirá plácidamente
([26]), si no surgen impedimentos, para despertarla rápida y
oportunamente en el plano astral. Desdichadamente la labor de
estos benditos Ángeles es alterada por los clamores
invocativos de los deudos y amigos, los cuales no se resignan
a perder definitivamente a la persona con la cual sostuvieron
lazos de unión, de amor o de amistad, creando unos vórtices de
energía astral de carácter negativo que envuelven al alma y la
mantienen “suspendida” en la inseguridad de dos mundos
diferentes, el físico y el astral; el astral porque por ley
kármica le corresponde y el físico porque desde allí es
invocada, suplicada y poderosamente atraída. Si se tuviese,
parapsicológicamente hablando, sólo una ligera noción del
sufrimiento moral del alma en estado de “suspensión” entre dos
mundos después de producirse el fenómeno de la muerte y se la
dejase en paz, quizá el progreso espiritual de la Raza en su
conjunto sería mucho más rápido, efectivo y seguro, ya que el
sufrimiento engendrado diariamente por las almas de los seres
humanos en el mundo que dejaron sus vehículos físicos tras el
fenómeno de la muerte y atraídas al plano de las densidades
físicas por efecto de las invocaciones, súplicas y demandas
egoístas de sus familiares y amigos, forma grandes nubes
psíquicas de gran poder negativo que flotan por encima de la
humanidad y aumentan el sufrimiento e inquietudes que ya
existen normalmente en todas las áreas y ambientes sociales
planetarios como un efecto natural del karma de los seres
humanos. Consideramos esotéricamente necesario, en orden a la
creación de un nuevo tipo de Antakarana social de
aproximación a los valores internos, que se considere el
fenómeno de la muerte física como una “liberación” del alma y
no como “la desaparición o pérdida” de la misma y que se
intente comprender que la Previsión Divina va siempre mucho
más allá que las determinaciones humanas y que su sentido
profundamente egoísta de considerar las cosas. Así, desde el
ángulo netamente espiritual y esotérico, las invocaciones de
los difuntos con fines de restablecer antiguos lazos y
comunicaciones -tal como desdichadamente se realiza en casi
todos los lugares de la Tierra, sean cuales sean las miras,
el interés o los deseos con que son efectuadas-, CONSTITUYEN
UN ATENTADO CONTRA LA LEY DE DIOS, y así debe considerarse en
esta Nueva Era de grandes y fecundas oportunidades
espirituales para todos los hijos de los hombres.
Es curioso advertir, sólo como un dato aleccionador de las
actitudes contradictorias que suele adoptar el ser humano, que
hay personas que hablan constantemente de libertad e incluso
participan en actividades sociales con este tan importante
lema en el plano físico, pero que, sin embargo, en sus
actividades -llamémoslas metafísicas- construyen nuevas
prisiones para las almas que se han liberado de la apremiante
actividad del cuerpo físico mediante las prácticas de
invocación y comunicación “post-mortem”. Hay que considerar
lógicamente que habrá un Karma preparado para todos los
infractores de las Leyes reguladoras de la Voluntad divina en
el alma humana, lo mismo que hay sanciones legales contra
aquellos que atentan contra el derecho humano común dentro de
un plan organizado de relaciones sociales.
En un capítulo precedente nos referíamos a la existencia de
“cascarones astrales”, construidos por efecto de las
materializaciones de los cuerpos etéricos de los seres
humanos fallecidos, algunos de ellos procedentes de muy
alejadas épocas planetarias y que pululan por el Plano astral
con apariencias de vida objetiva, pero sin poseer alma
espiritual, siendo mantenidos bajo su actual forma por la
actividad de ciertos devas de inferior cualidad y vibración,
los cuales producen la cohesión de tales vehículos
trascendidos e impiden el proceso natural de “desintegración”
que lógicamente ha de producirse en todos los Planos de la
Naturaleza en donde el ser humano posee vehículos, cuerpos o
mecanismos de expresión. Y tales “cascarones”, o la mayor
parte de ellos, son los que normalmente acuden a las sesiones
espirituales suplantando a entidades conocidas o construyendo
formas parecidas a las de los difuntos invocados cuando hay el
suficiente grado de “tensión emocional” en el ambiente
psíquico de una reunión espírita y en un plan de espejismo
colectivo causa la impresión general de que el alma del
difunto invocado se halla presente en el seno de la reunión,
cuando la realidad es que la gran mayoría de seres humanos
desaparecen completamente del Plano físico a los tres días
después de muertos, pasando a habitar sus almas o sus
conciencias en el nivel correspondiente del Plano astral,
quedando en los niveles etéricos solamente la imagen etérica.
Esta se va desintegrando del cuerpo que el alma ha
abandonado, el cual puede ser vivificado y transitoriamente
densificado por efecto de las energías mancomunadas de las
poderosas invocaciones de las personas que de una u otra
manera estuvieron kármicamente vinculadas con el ser
desaparecido y de los devas astrales con poder de
substanciación del éter en el Plano físico. Este es un asunto
muy importante a dilucidar y deberá ser estudiado muy atenta y
profundamente por los modernos parapsicólogos introducidos en
la investigación de las comunicaciones mediunímicas y de los
efectos clarividentes en las personas psíquicas que
habitualmente asisten a dichas sesiones, para llegar así en
forma progresiva a la comprobación y convencimiento de que la
actividad realizada en estas reuniones espirituales con vistas
a establecer contacto con los difuntos constituye un fraude o
engaño, perpetuado a escala mundial por todos los grupos de
invocadores de buena fe, aunque faltos del requerido
entrenamiento espiritual y psíquico. Estas actividades,
vistas siempre desde un ángulo muy subjetivo y causal,
constituyen un formidable freno a la marcha ascendente de la
evolución humana y son francamente indeseables dentro de un
plan organizado de una nueva ética y de nuevos valores
sociales.
Venimos hablando, como ustedes se habrán dado cuenta, desde un
punto de vista muy esotérico y no es nuestra intención cargar
las tintas, tal como vulgarmente se dice, contra un sector de
investigadores de la humanidad cuya tendencia es el mundo
astral. Pero debemos reiterar que nuestras afirmaciones
provienen de ciertas experiencias realizadas en varios niveles
de los mundos ocultos y de nuestros contactos conscientes con
Devas de elevada evolución, quienes nos mostraron lo
fácilmente que puede ser engañado un ser humano dotado de
clarividencia o de otras facultades psíquicas mediante los
fenómenos caleidoscópicos que ellos pueden producir en el
éter y la facilidad con que pueden crear a voluntad cualquier
tipo de forma, aun la más inverosímil, utilizando la fuerza
psíquica incontrolada que surge de los ambientes psíquicos
del mundo. Hay, por otro lado, las disposiciones espirituales
de la Jerarquía planetaria, la Cual está trabajando muy
intensamente por medio de sus Ashramas y grupos de actividad
espiritual en el mundo, para contrarrestar las actividades
psíquicas que se realizan por doquier mediante la aportación
de energías de alta tensión mental, segregada de los
discípulos mundiales y de todas las personas inteligentes y de
buena voluntad que han comprendido que los momentos cruciales
que atraviesa la humanidad podrán ser afrontado trascendidos
si se utiliza la mente en forma creadora, controlando
eficientemente las tendencias psíquicas generadas por un
excesivo desarrollo del plexo solar. La presión de los tiempos
impone unas nuevas leyes reguladoras del destino de los
hombres y el desarrollo del centro mental orientado hacia
fines de integración y de control emocional que constituye la
meta natural de la evolución humana.
El esoterista entrenado -y todos los aspirantes espirituales
deberían serlo- investiga solamente fenómenos psíquicos de
carácter superior, por cuanto considera que los “efectos del
astralismo inferior” han de ser normalmente trascendidos y
relegados por efecto de ello bajo el umbral de la conciencia.
La Nueva Era impone ciertas leyes de carácter sagrado, algunas
de cuyas expresiones son la actividad mental superior y el
contacto con el Alma espiritual de los seres humanos. Estas
actividades se inician por el desarrollo del intelecto que
abre la visión del campo del conocimiento, se persevera por el
suave y sostenido control de las tendencias astrales o
psíquicas inferiores -la mayor parte de ellas heredadas de la
época atlante- y se culmina en el desenvolvimiento de la
intuición, la cual “ampliará las perspectivas psicológicas”
del hombre aquí en la Tierra a extremos inconcebibles,
permitiéndole adquirir una conciencia cada vez más incluyente
del Yo superior o Angel Solar, liberándole completamente de
los espejismos y vanas ilusiones que le mantenían atado a un
aciago destino kármico y a la interminable lucha contra toda
clase de deseos, esperanzas y temores.
Otra de las ideas que consideramos útiles para el
desenvolvimiento de la vida espiritual es la que hace
referencia a la relación de los sentidos físicos con las
facultades psíquicas, las cuales, tal como analizamos en el
primer libro de este Tratado, son una prolongación de tales
sentidos, ya que la evolución espiritual de la Raza impone el
desarrollo de los sentidos internos existentes en cada
vehículo sutil como un sistema natural de percepción y de
conocimiento... Esta idea deberá formar indisolublemente
parte del equipo de los verdaderos investigadores
parapsicológicos para ir reconociendo, por analogía, la
calidad de los fenómenos psíquicos observados de acuerdo con
ciertos hechos de carácter físico. Así, los fenómenos de la
clariaudiencia, de la mediumnidad y de la clarividencia serán
reconocidos como prolongaciones en el nivel astral las
expresiones físicas del oído, del tacto y de la vista, siendo
todos los demás fenómenos observados y estudiados desde el
plano superior de la mente sólo unas derivaciones de aquellos
sentidos que están desarrollándose en los niveles subjetivos,
en donde el alma del hombre trata de ser consciente.
El Eter, la Causa de todo tipo de Fenómenos
Por tanto, dentro de un vasto Plan general de conocimientos
útiles al investigador parapsicológico, habrá que admitirse
desde un buen principio que los fenómenos psíquicos o
paranormales, así como todos y cada uno de los fenómenos de
la vida en la Naturaleza, “se realizan en el Eter”.
Ocultamente hablando, el Eter es la MATRIZ de toda posible
manifestación universal, sea cual sea el Plano o nivel en
donde tenga lugar. Un estudio cada vez más profundo y
consecuente del Eter llevará a grandes y sorprendentes
conclusiones, lo mismo en el orden esotérico que en el
parapsicológico y científico, teniendo únicamente presente
que el Eter es una substancia universal que surge de la
actividad del Tercer Logos, Aspecto Creador del Espíritu
Santo, y que sus infinitas modificaciones bajo expresiones,
normales u objetivas constituyen la base del estudio oculto de
los Ángeles, de los Devas, de las Fuerzas Ocultas de la
Naturaleza, cuya misión es estructurar toda la infinita gama
de formas que constituyen la Vida absoluta de la Divinidad en
el Universo.
Dijimos también en otra parte de este estudio que el
ECTOPLASMA, al que constantemente se hace referencia en las
investigaciones parapsicológicas, es ENERGIA SUBSTANCIADA, o
Eter en proceso de materialización o solidificación de acuerdo
con un Plan general de estructuración de formas, y que los
“Agentes Universales” que están en la base de este proceso de
estructuración constituyen una vastísima organización oculta
que se extiende desde los pequeños elementales que viven en
contacto con el Reino mineral y son sus obreros
insignificantes aunque totalmente imprescindibles, hasta los
poderosos Arcángeles o Mahadevas que rigen la estructuración
de un Plano del Universo. Así, el proceso de estructuración de
las formas se realiza en todos los niveles de vida y de
conciencia y la Naturaleza entera se beneficia de sus
indescriptibles cuidados. Desde este punto de vista podemos
imaginar que habrá “agentes dévicos” en todos los estratos de
la vida organizada del planeta y del Universo, con la única y
exclusiva misión kármica -si podemos decirlo así- de
construir el adecuado tipo de formas que precise cada una de
las unidades de conciencia en evolución dentro del infinito e
indescriptible marco de la Creación. Por ello, si el estudio
parapsicológico ha de ser realmente fecundo, práctico e
inspirador deberá partir racional e inevitablemente del
reconocimiento de los “agentes dévicos” y de los “elementales
constructores”, cuya misión es construir formas, ya sea en los
niveles objetivos o en los subjetivos, dotarlas de vitalidad,
preservarlas de la acción del tiempo en tanto sean necesarias
para el cumplimiento de determinada misión o evolución y,
finalmente, destruirlas diluyéndolas en el Eter y haciéndolas
retornar al “Estanque de las Unidades Expectantes”, a donde
se reintegran todos los átomos físicos, astrales y mentales en
el momento de la Muerte. El reconocimiento de “un agente o de
un grupo de agentes ocultos” tras cada uno de los fenómenos
objetivos o subjetivos puede constituir, tal como hemos dicho
anteriormente, el punto de partida de la perfecta
investigación parapsicológica, prosiguiéndose después el
estudio de acuerdo con el principio clave de la analogía que
ha de deparar visión justa, amplio sentido analítico y la
inevitable introducción en los niveles causales.
Los Pequeños Devas Familiares
El fenómeno parapsicológico, sea cual sea su importancia,
deberá observarse, primero, tal como aparece a los sentidos
normales de percepción; descubrir luego la calidad del mismo
por el nivel psíquico donde se realiza, y determinar,
finalmente, el propósito que se halla en la base del mismo,
entendiendo que todo fenómeno no captado ni registrado
íntegramente por los sentidos físicos, pero presentidos
siquiera vagamente como perteneciente a otro nivel, pueden
ser considerados de tipo parapsicológico, siendo estos
fenómenos tan corrientes que apenas les damos importancia.
Veamos, por ejemplo, algunos de ellos: ruidos en el interior
de las casas sin justificación física alguna, llamadas a las
puertas, golpes en las paredes, en los muebles, dibujos
aparecidos en los lugares más insólitos, etc. Estos fenómenos
son provocados por aquellas criaturas etéricas llamadas
vulgarmente “duendes”. Pero, ¿qué son exactamente los
duendes? Bien, se trata simplemente de cierto tipo de devas
que viven en contacto con los seres humanos, que participan
ocultamente de sus ambientes familiares se hallan
particularmente activos en los hogares donde hay niños y
animales domésticos, con quienes suelen juguetear. Poseen gran
dominio de los éteres inferiores, los más cercanos al físico
denso, y utilizándolos con singular maestría son los causantes
de ruidos inoportunos, movimiento de cuadros y muebles, abrir
y cerrar de puertas, caída de objetos, etc., fenómenos
variados que llegan a inquietar seriamente a los moradores de
tales viviendas, pero que, en el fondo, no son sino efectos
secundarios de la labor principal que realizan tales devas
familiares en los niveles ocultos, tales como la creación del
ambiente familiar o matiz psicológico de la familia en su
conjunto, una actividad muy necesaria habida cuenta el
contexto social que, surgiendo del seno de las familias,
irrumpe en el mundo de relaciones humanas enriqueciendo su
contenido. Habrá que considerar obviamente que la elevación
moral y grado de inteligencia de estos devas o duendes
dependerá de la actividad conjunta realizada en el seno de la
familia, en cuyo seno se sienten ubicados, y que sus
expresiones sensibles o parapsicológicas variarán
sensiblemente de acuerdo con la integridad moral o nivel
intelectual de sus moradores, siendo, por tanto, infinita la
gama de pequeños duendes del hogar. Estos, vistos desde el
plano mental, se hallan ocultamente bajo las órdenes de
ciertos Ángeles familiares, de la categoría de los Ángeles
Guardianes de la Humanidad. Así, los fenómenos
parapsicológicos registrados en las moradas de los hombres
tienen unos aspectos objetivos, a veces de indudable calidad,
aunque lógicamente extraños e indefinibles por la escasa
información científica que se tiene acerca de ellos. Pero, en
definitiva, la causa productora de los mismos es siempre una
criatura del éter, llámesela deva, duende o espíritu, la cual
viene atraída a las moradas de los seres humanos por leyes de
afinidad o de vibración, se acerca a los grupos familiares y
se vincula a los mismos constituyéndose desde el ángulo
oculto en un miembro más de la familia, y aunque permanece
invisible a los ojos físicos se halla constantemente activo y
atento a la expresión y sucesión de los hechos familiares, los
cuales comparte muy íntima y plenamente. La forma de los
“duendes” es muy parecida a la de los “GNOMOS”, aunque sean de
características dévicas diferente a las de los espíritus de
la Tierra. Los “GNOMOS” habitan el interior de las piedras o
en los grandes árboles, en tanto que los “duendes” habitan
preferentemente en las moradas de los hombres. Un estudio
serio y profundo de los pequeños devas familiares aportaría
grandes conocimientos a la labor investigadora de los
verdaderos parapsicólogos, pues permitiría explicar racional
y científicamente la causa de muchos fenómenos paranormales
que se producen constantemente en los ambientes sociales y
familiares de los seres humanos y constituyen todavía grandes
enigmas para los estudiosos del mundo oculto.
Los Fantasmas
Otra de las preguntas que se hacen los investigadores en el
campo de la Parapsicología es la que hace referencia a los
llamados “fantasmas”, unos fenómenos psíquicos de cuya
existencia se ha hecho constantemente eco la tradición,
aunque sin explicar nunca en forma racional y científica el
verdadero significado o procedencia de los mismos. Nuestra
investigación desde el ángulo oculto nos ha permitido
identificar a los siguientes tipos de “fantasmas”:
a. Fantasmas de los Pantanos, aprovechando las condiciones
semietéricas que se producen en los mismos a causa de la
humedad sucia de las aguas encharcadas.
b. Fantasmas de las Casas Encantadas, creados por las
emanaciones psíquicas de altas tensiones emocionales.
c. Fantasmas de los Castillos, de los que nos ha hablado mucho
la tradición y que han llenado muchas páginas de literatura
ocultista, de misterio y de terror en todos los tiempos.
d. Fantasmas, o Entidades psíquicas creadas y mantenidas en
objetividad astral por arte de “imposición mágica”.
a. Fantasmas de los Pantanos
Ese tipo de “formas psíquicas” surgen habitualmente por
condensación del vaho húmedo que se origina en los lugares
pantanosos y constituyen la actividad de ciertos devas
semietéricos, llamados esotéricamente ASURAS, los cuales
habitan en las capas poco profundas del suelo y aprovechan
aquellas condiciones de “sucia humedad” para adquirir
consistencia y objetividad física, aunque sea de carácter
vaporoso. Los ASURAS tienen una forma muy parecida a la humana
y, aunque generalmente son de evolución inferior, poseen un
gran poder psíquico sobre los éteres densos, los cuales
modelan de acuerdo con las necesidades inherentes a su propia
evolución. Suelen acudir prestos a las invocaciones de los
hombres y se convierten en fieles servidores de aquellos que
hayan logrado someterlos a su voluntad, tal como es el caso de
los magos negros que utilizan el poder psíquico de los ASURAS
para provocar situaciones conflictivas en los ambientes
sociales del mundo. Los ASURAS, tal como decíamos antes,
realizan su evolución en las capas semietéricas del suelo.
Por su especial condición y grado de evolución dentro del
reino dévico “no tienen conciencia del bien ni del mal” y se
limitan a obedecer ciegamente las órdenes de aquellas personas
cuya voluntad es fuerte y poseen altos secretos o
conocimientos mágicos. Sin embargo, suelen ser extremadamente
peligrosos si una vez invocados no se les puede dominar, pues
en tal caso, y al igual que en el caso del Aprendiz de Brujo,
el dominador pasa a ser dominado y el ASURA se convierte
entonces en una entidad maléfica y obsesiva que dificulta
enormemente la evolución espiritual de las personas sujetas a
su poder. De ahí la prudente reticencia del Maestro en
facilitar a sus discípulos ciertas claves de invocación de
los devas ASURAS, haciéndolo solamente y en casos muy
especiales cuando se trata de discípulos que poseen una bien
reconocida sabiduría y un profundo control espiritual.
Otro tipo de “fantasmas de los pantanos” suelen ser simples
cascarones astrales de personas o de animales fallecidos que
vivieron en las cercanías de aquellos lugares pantanosos y
que los ASURAS vivificaron con su tremendo poder psíquico. En
tal caso, el vaho húmedo que producen el barro y las aguas
encharcadas es utilizado como agente substanciador o cohesivo
de la forma etérica del cascarón astral y que suelen ser los
fantasmas que muchas personas han podido ver “flotando” por
encima de los lugares pantanosos y también en las márgenes de
los ríos y en las cercanías de los lagos. La condición óptima
para ese tipo de manifestaciones etéricas o ectoplásmicas es
la existencia de “sucia humedad”, pues este elemento posee
cualidades de substanciación física que el ASURA utiliza para
hacerse visible o para materializar cascarones astrales de
personas fallecidas de baja vibración espiritual o de animales
muertos en proceso de putrefacción, de desintegración física.
Otra especie particular de ASURAS, que no habitan en las
cercanías de los pantanos o lugares análogos, poseen una
cierta percepción física y comprenden instintivamente el
lenguaje humano. Estos son particularmente invocados por
algunas personas, singularmente las que habitan en los
pueblecitos de la alta montaña, para pedirles el hallazgo de
objetos perdidos, obtener ciertos favores -un buen matrimonio
o una excelente cosecha, por ejemplo- o simplemente para
tener suerte en la vida personal. Tales invocaciones son
siempre de carácter mágico por cuanto está implicado un
ferviente deseo que esencialmente es voluntad, pero debido a
la sencillez e ingenuidad de las mismas no suelen ser
peligrosas, ya que, afortunadamente, el poder invocado es muy
limitado y la respuesta mágica no va más allá del hallazgo de
las cosas perdidas o de la dispensación de ciertos favores a
cargo del ASURA que se sintió particularmente invocado, pero
puede tener muy desagradables consecuencias cuando la
invocación tiene carácter maléfico y deliberadamente se
intenta causar mal a alguien, ya sea en su vida o en su
hacienda. Esto ocurre desgraciadamente y puede llegar a
provocar fenómenos tales como: muerte de ganado, pérdida de
cosechas, el corrientemente llamado “mal de ojo” o las
extrañas enfermedades que suelen contraer inesperadamente
ciertas personas.
Tengamos en cuenta, sin embargo, y habrá que hacerse énfasis
sobre este asunto, que los ASURAS no son los responsables
directos de dichos fenómenos, sino que se limitan a obedecer
ciegamente la voluntad de aquellos seres humanos cuyas
pasiones, ambiciones, odios o envidias crean el necesario
vínculo psíquico para que aquellos males puedan ser
provocados. Esotéricamente deberemos ser cada vez más
conscientes del poder invocativo que posee nuestro cuerpo
astral o psíquico, y por tal motivo se hace cada vez más
necesario un potente desarrollo mental y un eficiente control
de nuestras tendencias emocionales.
b. Fantasmas de las Casas Encantadas
Son más frecuentes de lo que realmente se cree y todos
habremos oído hablar de casas o mansiones en donde tienen
lugar fenómenos psíquicos, tales como movimientos de muebles,
ruidos en las paredes, puertas que se abren y cierran
misteriosamente, etc., efectos que fueron examinados en el
apartado correspondiente a “los duendes del hogar”, pero
acompañados en este caso de apariciones de fantasmas, o de
cascarones astrales vitalizados, cuyo campo magnético posee
una alta tensión psíquica. En un principio tales fantasmas
fueron quizá la expresión real de alguna entidad humana que
habitó en aquella casa y que en virtud de una potente pasión
astral o psíquica se sintió fatalmente atraída hacia ella,
utilizando el ectoplasma ambiental que “fabrican” los devas
inferiores para materializarse y producir fenómenos externos
de carácter psíquico. Tal es el caso del avaro guardando
todavía después de muerto sus queridos tesoros escondidos, del
amante que no se resigna a perder a la persona amada que tuvo
que abandonar en el momento de la muerte o de aquél que
después de haber dejado el cuerpo físico continúa persiguiendo
encarnizadamente a su enemigo desde el plano astral y es capaz
todavía de perjudicarle en su salud o en sus intereses
materiales. Sin embargo, y viendo tales fenómenos de
materialización desde el ángulo esotérico, se aprecia en la
casi totalidad de los casos que los fantasmas de las casas
encantadas no son almas humanas, sino simples espectros de las
formas que las caracterizó durante el proceso de su existencia
kármica, vivificados artificialmente por los devas, los cuales
los dotan de objetividad y proyección psíquica. Dichos
vehículos fueron oportunamente abandonados por el alma, pero
debido a su alta radiación psíquica inferior atrajeron la
atención de algunos potentes devas en sintonía con la misma,
los cuales desde entonces se constituyeron en habitantes de
los mismos convirtiéndolos en fantasmas. Al llegar aquí
démonos cuenta de la similitud del proceso de creación de un
fantasma, ya se trate de un fantasma de los pantanos, que
utiliza como vehículo cohesivo de materialización la “sucia
humedad” de las aguas encharcadas, o de un fantasma de las
casas encantadas, el cual, para manifestarse, tendrá
necesidad de utilizar la “sucia pasión” contenida todavía
como un rescoldo de grandes odios o ambiciones mantenido
psíquicamente en los cascarones astrales abandonados por
ciertas personas de acusadas tendencias psíquicas. La Ley de
Substanciación es idéntica en ambos casos, y tal como hemos
dicho en muchas ocasiones, siempre hay un deva tras cualquier
tipo de expresión humana. La ley de vibración, idéntica a la
de semejanza, obliga a estas naturales “reacciones del éter” y
a sus posteriores expresiones en forma de fantasmas, de
egregores o de cualquier tipo de ambiente social.
c. Fantasmas de los Castillos
Hecha esta aclaración, vamos a examinar ahora el tipo de
fantasmas corrientemente denominados “de los castillos”, por
ser en estos lugares en donde suelen aparecer y hacerse
visibles. Son aparentemente una mezcla de las dos especies de
fantasmas anteriormente descritos por muchas de las
circunstancias que concurren en el fenómeno de su
manifestación, tales como los fosos pantanosos que rodean los
castillos medievales, llenos de “sucia humedad”, o las grandes
piedras con que fueron construidos, las cuales, tal como fue
oportunamente indicado en otras partes de ese Tratado, suelen
constituir las mansiones de cierto tipo de Gnomos o espíritus
de la tierra. Pero a ese contenido densamente etérico habrá
que añadir también una tremenda potencialidad psíquica, ya que
según la tradición oculta “los fantasmas de los castillos” son
entidades humanas en proceso de expiación kármica por efecto
de algunos terribles actos cometidos en el pasado, asegurando
que tales almas están condenadas a vagar por aquellos lugares
en tanto no hayan consumado completamente los efectos de una
larga secuela de espantosas iniquidades, profundas
ambiciones, sangrientos odios e intensas pasiones.
Nuestra opinión esotérica -que no niega totalmente la
tradición oculta- añade, sin embargo, a ese contexto el
sentido correcto de la ley kármica de justicia, la cual “no
puede permitir” un encadenamiento demasiado prolongado a los
cuerpos astrales después de la muerte del cuerpo físico ni
tampoco a “lugares definidos” (castillos, cercanías de las
tumbas, determinadas habitaciones, etc.), por cuanto el alma
espiritual es genuinamente libre y después de un tiempo
prudencial de expiación, marcado por la justicia de la ley,
deberá abandonar oportuna y definitivamente el vehículo astral
causa de su encadenamiento. Así, con su deuda kármica sobre
los hombros -tal como esotéricamente se dice- el alma
penetrará en ciertos definidos niveles del plano mental en
donde quedará sumida en un estado místico de “recopilación” de
todos los hechos y las exponencias pasadas. Durante este
obligado proceso se dará absolutamente cuenta de todos sus
errores y equivocaciones y, después de un trascendente acto de
contrición espiritual y de formulación de votos de enmienda
ante el supremo Juez monádico, dejará “la pesada carga
kármica” a un lado y penetrará en el Devachán, un estado de
conciencia incluyente que situará al alma en el centro de las
dos orillas de la separatividad humana, preparándola para la
formulación de un nuevo destino y señalándole el camino de un
nuevo nacimiento.
Ahora bien, lo que realmente ocurre con los fantasmas de los
castillos es un hecho psíquico que se realiza de acuerdo con
el principio de vibración, que es una ley del Universo. En
virtud de la misma, el cuerpo astral abandonado, conteniendo
todavía una intensa carga psíquica, atrae la atención de
algunos devas inferiores en sintonía con sus densas
vibraciones magnéticas, y en forma parecida al fenómeno de “la
mediumnidad corriente”, se apropian de aquel vehículo
abandonado, lo vitalizan con energía etérica y mantienen
cohesivamente unidas sus moléculas, impidiendo así el normal
proceso de su desintegración. Un cuerpo astral vitalizado por
devas inferiores, aunque dotados de gran potencia psíquica,
puede perdurar, bajo la forma objetiva de la persona que lo
habitaba, durante largos ciclos de tiempo. Y estos “cascarones
astrales”, vitalizados por espíritus inferiores de la
Naturaleza, suelen ser los verdaderos “fantasmas de los
castillos”, perceptibles a la vista y hasta cierto punto
tangibles y a los cuales hace referencia la tradición oculta.
Sin embargo, oportunamente, la Ley infinita de restitución que
actúa en todos los planos del Universo destruirá todos estos
fantasmas o cascarones astrales y consumirá en el éter sus
residuos bajo la acción de los Ángeles de la Espada
Flamígera, una especie particular de devas procedentes de los
subplanos superiores del plano astral, los cuales, utilizando
la parte de fuego destructor del primer Rayo a su disposición,
efectuará la misteriosa alquimia de destruir o aniquilar toda
forma de vida gastada e incapaz de seguir evolucionando. Los
devas inferiores que animan dichos cascarones abandonarán
entonces la morada que kármicamente no les pertenecía y,
siguiendo las leyes imperturbables de la evolución, retornarán
al éter, la substancia infinita de la que surgen y a la que
retornan cíclicamente todos los devas de la Naturaleza, sea
cual fuere su Jerarquía.
d. Fantasmas o entidades psíquicas animadas por arte de
imposición mágica
Ese tipo de fantasmas ha de merecer una especial atención por
cuanto constituye la expresión de un elevado tipo de magia,
blanca o negra según los casos, mediante la cual el mago,
utilizando los poderes de su voluntad y determinadas fórmulas
de poder, atrae a su alrededor a un número de devas
inferiores, obligándoles a “construir” mediante sus poderosas
órdenes mentales los duplicados etéricos de las formas
psíquicas de personas, de animales o de cosas, a fin de
proyectarlas luego hacia lugares previamente determinados o
escogidos.
La diferencia que existe entre los fantasmas examinados
anteriormente y los fantasmas creados bajo imposición mágica
estriba en que éstos desaparecen del plano de la objetividad o
de la manifestación en el momento mismo en que el mago cesa de
actuar sobre los éteres y de mantener bajo control a los devas
que circunstancialmente había convertido en sus servidores,
teniendo en cuenta de que éstos, al sentirse obligados por la
fuerza del mago, están reaccionando constantemente contra el
poder que los domina, a la espera de que cualquier error del
mago les deje en libertad para poder “arrojarse contra él” y
situar al dominador en plan de dominado, sujeto al poder de
las tremendas fuerzas psíquicas que suelen manejar los devas
inferiores de la Naturaleza y de las cuales tan difícil es
liberarse. Mucho se ha escrito acerca de ese trueque de
papeles en el caso del mago inexperto, por lo que a los
aspirantes espirituales ansiosos de poderes psíquicos habrá
que prevenirles de que antes de que los consigan deberán
obtener un absoluto control de sí mismos y observar una
conducta muy recta y espiritual. La creación dévica de
fantasmas psíquicos, ya sea de personas, de animales o de
cosas, exigirá, por tanto, de parte del experimentador la
posesión de las cuatro principales virtudes de la Magia:
a. Un perfecto conocimiento de las fuerzas dévicas que actúan
en los éteres ambientales.
b. Una poderosa voluntad, dinámica, vibrante e invocativa.
c. Mucha experiencia en el arte de la visualización mental.
d. Un eficiente control sobre la naturaleza emocional.
En el caso del Mago Blanco, a estas cuatro cualidades o
virtudes deberán añadirse pureza de vida y rectitud de
conducta. El Mago negro -no hay que olvidarlo- es también un
experto en el arte de la Magia y posee una potente estructura
mental, conoce el mundo de los “devas inferiores” y sabe cómo
invocarIes y someterles a control. Pero en este apartado
acerca de la Magia no vamos a discutir los móviles o las
razones que incitan a construir fantasmas, sino que
fundamentalmente tratamos de introducirnos en el alto secreto
mágico de su construcción. Veamos:
a. Un perfecto conocimiento de las fuerzas dévicas que actúan
en los éteres ambientales
Todo verdadero Mago ha de poseer clarividencia, o percepción
visual, del plano oculto en donde intente trabajar. Mediante
la misma podrá “ver y elegir” al grupo de devas que utilizará
durante el desarrollo de su actividad mágica y a los que
deberá mantener en tensión psíquica -si es que podemos decirlo
así- a la expectativa del trabajo que se les va a encomendar.
En el caso de la creación de “formas etéricas” de personas, de
animales o de cosas habrá de recurrir a aquel tipo de devas
inferiores capaces de substanciar el éter y hacerle devenir
objetivo. A esta especie de devas se les suele denominar
ocultamente señores del ectoplasma, siendo el ectoplasma, como
la mayoría de parapsicólogos saben, éter materializado o
condensado capaz de adoptar cualquier tipo de forma. Observen
ustedes que utilizamos el término forma etérica y forma
astral, y es necesario establecer esta diferenciación para no
confundir la actividad de los devas astrales inferiores, que
vitalizan los cascarones astrales de los fallecidos y los
mantienen en objetividad astral, con la de los devas etéricos,
condensadores de los éteres del plano físico. Esta es la
primera distinción que ha de establecer el Mago y la que le
orientará en el sentido de los mántrams que habrán de ser
utilizados a fin de promover las condiciones ambientales
requeridas.
b. Una poderosa voluntad, dinámica, vibrante e invocativa
Al llegar a este punto la poderosa voluntad del Mago
formulará el mántram apropiado y a su conjuro el grupo de
devas escogidos se acoplarán formando un bloque compacto y se
pondrán bajo sus órdenes. El Mago deberá entonces tener
cuidado de repetir mentalmente y tantas veces, como sea
necesario el mántram de poder que le fue revelado en cierta
iniciación ([27]), a fin de que las fuerzas dévicas se
mantengan cohesivamente en el éter, prestos a secundar su
voluntad ordenadora. Recordemos que en el arte de la
imposición mágica los devas invocados se hallan sujetos a
control, prisioneros de un estado de conciencia superior que
les obliga a seguir determinadas reglas y a realizar ciertos
trabajos específicos. La voluntad del Mago ha de ser, por
tanto, muy poderosa, pues las fuerzas dévicas invocadas
tienden incesantemente a la dispersión y son también muy
potentes y extremadamente peligrosas, ya que su tendencia es
volverse contra el poder que les sojuzga y condiciona. No
basta poseer ciertas claves de poder y el conocimiento de
algunos mántrams. El Mago ha de utilizar constantemente su
voluntad en apoyo de su inteligencia. El éter del espacio en
donde el Mago ejerce sus poderes debe estar “teñido de fuego”.
Sólo la fuerza ígnea de la voluntad podrá dominar a los
moradores del espacio.
c. Mucha experiencia en el arte de la visualización mental
El Mago ha de poseer una mente debidamente entrenada en el
arte de la visualización, es decir, de creación de toda clase
de imágenes y formas de pensamiento, así como ser capaz de
mantener firmemente en ella y durante todo el tiempo que sea
necesario “un cuadro” de las situaciones que quiera provocar
en el ambiente previamente escogido. La visualización mental
indica un alto grado de concentración, y los devas invocados
bajo imposición mágica deberán “materializar” aquel cuadro y
llevarlo a la objetividad con todas las propiedades físicas
inherentes a la “corporeidad y tangibilidad”. De esta manera,
la creación de un fantasma o de un grupo de fantasmas puede
motivar una serie impresionante de efectos sobre el mundo de
Maya, o de los sentidos humanos. A tal efecto, deberá ser
recordado que el mundo de los espejismos astrales está lleno
de esos fantasmas ilusorios sin identidad psicológica,
“fabricados” por arte mágico, pero su creación es tan
perfecta que impresionan los sentidos físicos e inducen a
aceptar como reales y verdaderos unos espectros etéricos
creados por imposición de la voluntad humana sobre el mundo de
los devas. Las formas ectoplásmicas de personas, de animales y
de cosas del plano físico pueden aparecer así ante el
aspirante espiritual poco entrenado en el arte de la visión
oculta como entidades reales y llevarle a grandes errores de
apreciación y de interpretación. Sólo un adecuado
entrenamiento espiritual hará posible la identificación del
fantasma o del grupo de fantasmas que concurren en el
desarrollo de cualquier situación ambiental impuesta por arte
mágico y darse exactamente cuenta de si las imágenes bajo
observación son reales o ilusorias. En la base mística de las
grandes religiones se hallan no pocos motivos de inspiración
espiritual basados en el principio de la Magia y de “creación
de imágenes vivientes” de las Deidades que en tales religiones
son reverenciadas. Algunas de ellas, de tan tremendo poder
que bajo la forma de potentísimos “egregores” se hallan
todavía en las motivaciones intimas de los cultos y de la fe
religiosa de los fieles. Pero no nos detendremos de momento
en el examen de tales ideas, las cuales serán oportunamente
consideradas, aunque si será necesario exponer y clarificar el
hecho evidente de la Magia organizada en nuestro mundo y del
sentido de permanencia de muchas iglesias de tipo caduco y
tradicional, por efecto de los “egregores” construidos en
pasadas épocas y que, alimentados por el poder de la liturgia
y de la magia invocativa, se mantienen todavía como soportes
vivos de la fe, de la credulidad o de las íntimas creencias
religiosas acerca de la Divinidad.
d. Un eficiente control sobre la naturaleza emocional
El dominio de la mente sobre el cuerpo astral debe ser
perfecto si ha de realizarse una verdadera obra mágica y
tener bajo control al deva o grupo de devas que han de
realizar algún definido trabajo de “substanciación” del éter
ambiental y de construcción de los fantasmas requeridos.
Continuamos insistiendo en la necesidad de que se establezca
la distinción entre el fantasma astral que mantienen
objetivamente en este plano los devas psíquicos bajo forma de
“cascarones”, es decir, por efecto de la vitalización
transitoria de cuerpo astral de alguna persona fallecida
haciéndole perceptible y hasta tangible, y el fantasma
etérico construido por los devas que actúan en los éteres
físicos, utilizando los elementos dinámicos que surgen de la
voluntad del Mago. Los primeros utilizan fuerza psíquica,
pues tal es la esencia del plano en donde viven, se mueven y
tienen el ser; los segundos construyen fantasmas utilizando
los materiales segregados del primer nivel etérico, el más
denso y -si podemos decirlo así- con más carga de ectoplasma
magnético.
Volviendo a la necesidad de control astral por parte del Mago
que “mantiene aprisionados a los devas” que han de crear una
determinada forma, habremos de decir que dicho control es tan
necesario que bien podría decirse que de él depende toda la
obra mágica. Un leve desfallecimiento del ánimo, un
debilitamiento de la tensión o la más mínima duda en la mente
pueden serle fatales al Mago, por las razones antes descritas
de que los devas constructores bajo su poder “están atentos al
menor descuido” para arrojarse sobre él y destruirle física y
psíquicamente. Hay que recordar al respecto que la Magia exige
maestros y no inexpertos aprendices. De ahí la importancia de
que el Mago se olvide por completo de si mismo en el
desarrollo del proceso mágico y que no desvíe su atención de
aquel punto en el éter dentro del cual mantiene “confinados” a
los devas que utiliza para la expresión de sus poderes
mágicos. Este es un punto raras veces estudiado cuando se
intenta dar una imagen muy real del proceso de la Magia, pero
que deberían tratar de investigar muy profundamente los
aprendices de Mago, siendo el trabajo más importante a
realizar y el único que colmará la medida de sus deseos, el
suave aunque perfecto control de sus vehículos astrales a fin
de evitar los peligros de los múltiples espejismos que
jalonan el camino que conduce a la perfecta maestría de la
Obra Mágica.
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