¡Bienvenidos!

Ciudad: Hora  Día

 

 

 

Tres siglas, dos en posición vertical (V y A) y una en posición horizontal (B). El trazado recto de la B sirve para demarcar dos ideogramas. [seguir enlace]

Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
.


 

Devas

Conferencias

Triple
Proyecto

Agni Yoga

 


Los Angeles en la Vida Social Humana


CAPÍTULO XIV

SINTESIS EXPERIMENTAL

 

Después de leer cuanto ha sido dicho en este Tratado, quizás se pregunte el lector si el autor ha basado sus comentarios en conocimientos adquiridos previamente, o bien si ha desarrollado sus ideas de acuerdo con sus propias experiencias dentro del mundo oculto. Debo decir al respecto que si bien en el pasado adquirí bastante información acerca de la interesante temática de los mundos invisibles, jamás llegué a sentirme plenamente satisfecho de tal literatura, no porque ésta careciese de valor, sino porque siempre creí que sólo la propia experiencia podría calmar mi ardiente sed de conocimiento interno. A esta experiencia dediqué pues todos mis esfuerzos individuales, pudiendo afirmar que los tres libros que constituyen Un Tratado Esotérico sobre los Angeles son el fruto de un trabajo de investigación personal, llevado adelante venciendo todas las dificultades que hallé en mi camino como efectos del karma y las propias que son inherentes a los esfuerzos de la búsqueda. La gentil ayuda dévica que recibí durante el curso de mis investigaciones y que acepté con cálido agradecimiento, forman indudablemente parte de este proceso místico de introducción en el mundo oculto. Esta síntesis que someto a la consideración de Uds. es un bloque arrancado de la cantera de mi propia experiencia. En ella soy sincero y sólo trato de que el ánimo de Uds. se sienta arrebolado por idéntico entusiasmo que el que me impulsó a penetrar audazmente en los secretos de la vida oculta. Esta síntesis abarca mis primeras experiencias o contactos con las fuerzas elementales de la Naturaleza, hasta los grandes contactos realizados en niveles. superiores con Angeles de gran evolución espiritual, quienes se dignaron introducirme conscientemente en los misterios de sus maravillosos mundos de armonía.

En lo que respecta a las fuerzas dévicas definidas ocultamente como elementales de la Naturaleza, es decir, los espíritus de la tierra, las ondinas de las aguas, las sílfides del aire y los elementales del fuego, definidos como salamandras, así como todos los pequeños espíritus etéricos que viven en la atmósfera planetaria dándole sabor y vida, puedo asegurar que en líneas generales sus formas coinciden con las anteriormente descritas por los investigadores esotéricos del pasado, siendo válidos todos los conocimientos tradicionales, aunque admitiendo el hecho de que dentro de cada especie de elementales de la Naturaleza, hay multiplicidad de variantes, según sea la zona de la Tierra o del Eter en donde realizan su particular evolución. Las formas, sin embargo, suelen ser muy parecidas y sólo varían el tamaño, el color y la vibración peculiar distintiva de cada grupo. Las especies más numerosas, según he podido comprobar, son las que corresponden a los espíritus de la tierra, definidos generalmente como GNOMOS. Algunos de los que viven cerca de los seres humanos, definidos como DUENDES, son más inteligentes ya que, a igual que los animales domésticos, viven cerca del hombre para acelerar su evolución. Estos duendecillos, a igual que todos los elementales de su especie, poseen una gran habilidad en copiar las formas del complejo ambiental que les rodea. Sus indumentarias suelen ser pues muy parecidas a las que llevan los seres humanos, pero hay un grupo muy numeroso de espíritus de la tierra según he podido observar, cuyas vestimentas no varían demasiado de las de los enanitos de los bosques, tal como nos los muestra la tradición y son recogidos en los cuentos de hadas con los cuales tanto nos recreamos en nuestra niñez. Lo que decimos acerca de los espíritus de la tierra puede ser íntegramente aplicado a los demás elementales de la Naturaleza. La belleza de las hadas de las flores, los graciosos movimientos de las ondinas en el seno de las aguas, la velocidad de las sílfides del aire y el impresionante poder de las salamandras del fuego, atentas siempre a la voz de mando de los impresionantes AGNIS, los Impulsores del Fuego, constituyen alicientes vivísimos para el ánimo del observador... Nuestra intención, sin embargo, siguiendo el criterio que hemos adoptado durante el curso de nuestras investigaciones, ha sido referirnos a las fuerzas elementales de la Naturaleza en el sentido de la labor oculta y definida que realizan en orden a la evolución planetaria, descubriéndolas en su acción coordinada para producir todos los fenómenos llamados naturales, desde el simple movimiento que produce la brisa hasta la alta concentración de sílfides y ondinas trabajando mancomunadamente para producir las grandes tormentas y huracanes. Es decir, que si bien he recogido humildemente la rica herencia tradicional de los conocimientos ocultos sobre las fuerzas dévicas de la Naturaleza, me ha parecido más conveniente y practico para los aspirantes espirituales de nuestro mundo moderno, señalar las normas de vida que siguen tales entidades dévicas, aportando al respecto algunos datos concretos acerca de la misión que la Madre Naturaleza les ha confiado dentro del concierto universal de la Creación.

Los lectores de libros esotéricos de nuestra época están más interesados -creo yo- en descubrir el secreto de la energía que se halla oculto en lo más profundo del corazón silente de la Naturaleza, que en el tradicional objetivo de presentar formas de energía, aunque el estudio de tales formas forme parte de las investigaciones esotéricas del mundo oculto. Recogí -permítanme esta afirmación- el sagrado relato místico y tradicional de las formas dévicas, pero añadiéndoles el significado dinámico de la acción, mediante el cual puede apreciarse la suprema analogía de dichas formas con sus muy bien determinadas y cualificadas misiones en el orden creativo de la Naturaleza. He podido establecer así una clara distinción entre energía y forma con respecto a las infinitas vidas dévicas que en multiplicidad de huestes y jerarquías crean el Universo, tratando de percibir y de comprender la profunda y desconocida actividad dinámica que surge de los éteres misteriosos del Espacio para construir adecuadas formas para todos y cada uno de los Reinos de la Naturaleza. He podido comprobar que para cada grupo de Devas realizando determinada misión en la vida de los Reinos, existen unas reglas definidas en lo que a su particular trabajo hace referencia. Podríamos decir que para cada jerarquía dévica rige lo que en términos humanos llamamos la responsabilidad. A mayor jerarquía mayores compromisos y exigencias, así como mayor belleza y sutilidad en la línea de las actividades dévicas, habiendo aparentemente una enorme semejanza entre este sentido natural de responsabilidad impuesta por la ley de jerarquía dévica y la ley del karma que rige para los seres humanos. Pero, por encima de todas las consideraciones jerárquicas del mundo dévico, existe el permanente estímulo de la ley universal de Necesidad que mueve todas las actividades de los Devas y les mantiene gozosamente, dentro de sus grupos respectivos, para construir todas las formas que precisan las unidades de vida de todas las especies dentro de cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Así, al observar atentamente el desarrollo del trabajo realizado por un elemental constructor y el de un Deva de superior gradación dentro del mundo dévico, fui consciente también de la armonía existente entre todas las cosas objetivas de la vida y el incesante devenir de sus profundas motivaciones ocultas.

Los nexos de unión o las fronteras silenciosas que separan ambos mundos, el externo y el interno, son tan sutiles que necesariamente me vi obligado a sutilizar mis vehículos de percepción interna en una elevada medida. Así pude librarme de muchos de los errores de visión y de las consiguientes distorsiones mentales que de ellos se derivan. Traté, en fin, de establecer unas claras analogías entre la minúscula existencia dévica manifestada como un puntito de luz en el centro místico del átomo ultérrimo, primera expresión de vida atómica o química en la vida del Universo y el gigantesco ATOMO que llamamos Sistema Solar. Si bien la expresión cíclica o campo de experiencia entre ambos extremos varía inconcebiblemente en espacio, tiempo y conciencia, el sentido y el propósito de la manifestación son idénticos en uno y otro caso. Esta realidad marca y define perfectamente las leyes de la analogía, cuya utilización correcta e inteligente por parte de los científicos del mundo, aportará datos concluyentes y objetivos sobre la realidad del mundo oculto y de la causa suprema de la ENERGIA, manifestada bajo multiplicidad de formas en la vida de la Naturaleza.
 


La Visión del Mundo Oculto

Uds. se preguntarán seguramente también, y esta es una pregunta que yo considero muy lógica, cómo le fue posible al investigador establecer contacto directo con las formas angélicas de manifestación tal como fueron descritas en este Tratado. Bien, esta pregunta puede ser contestada con toda honestidad y sencillez desde una doble vertiente; la primera es que el autor posee una gran sensibilidad psíquica y una mente muy analítica y la segunda -tal como lo he afirmado en algunas otras partes de este libro -porque ciertos Devas de gran evolución se dignaron aprovechar aquella sensibilidad psíquica para introducirme en el maravilloso campo de la evolución angélica, intensificando mis capacidades de observación interna y grabando en mi memoria cerebral todos los datos de interés esotérico que mi mente apercibida iba registrando. Uno de tales Devas -llamado ocultamente JESAZEL y a Quien dediqué especialmente el segundo volumen de este Tratado- estuvo muy asiduamente conmigo durante casi todo el tiempo de mis investigaciones. Tanto los demás Angeles que gentilmente me ayudaron, son de categoría espiritual superior a la humana y poseen un tremendo y misterioso poder sobre los éteres espaciales, como pude comprobar cuando materializaron en mi mente la forma de los espíritus de la Naturaleza de ciertos Devas constructores y de determinadas Jerarquías dévicas de gran evolución. Acerca de estas últimas, me advirtieron que me sería muy difícil poder intelectualmente transcribirlas. “Es -me decían-como si trataras de explicar la paz, la música o el viento’ Se trataba en realidad de definir unas formas para las cuales la mente intelectualizada del hombre no posee todavía elementos de conciencia. Debo confesar pues muy honradamente que las descripciones que realicé acerca de las Entidades Angélicas superiores en los textos del segundo volumen de este Tratado, titulado muy significativamente La Estructuración Dévica de las Formas, fueron sólo vagos recuerdos de una experiencia vivida en los niveles ocultos, evocados intuitivamente y expresados utilizando el poder creativo de la imaginación. El propósito insigne que guía las actividades de tales excelsas Entidades Dévicas quedó sin embargo lo suficientemente claro en mi mente y a través de las percepciones continuadas del mundo oculto, fui siendo cada vez más consciente de la directa intervención angélica en todos los acontecimientos históricos o kármicos que tienen lugar en el devenir de la vida planetaria, utilizando la misteriosa red etérica que conecta a todos los seres y a todas las cosas, más allá y por encima de la propia ley de jerarquía. A través de esta red etérica que constituye el vehículo magnético y radiante del Logos planetario, todo cuanto vive, se mueve y tiene el ser dentro del círculo-no-se-pasa del planeta, participa de un karma o de un destino común.

El punto de vista de los Devas, como reino en evolución, es evidentemente muy distinto del de los seres humanos. Por decirlo de alguna manera ellos ven las cosas realizadas, en tanto que el ser humano siempre tiene la sensación de que las está realizando. Tal es a mi entender el motivo por el cual ambas corrientes de vida, la dévica y la humana, no se hayan encontrado todavía en el devenir de un sendero único plenamente compartido... No obstante, y tal como me ha sido posible constatar, un gran número de seres humanos están capacitándose actualmente para establecer contactos con el mundo dévico, aunque no sean plenamente conscientes de las facultades que van desarrollando y consideren que sus visiones y percepciones no son sino efectos psíquicos corrientes dentro del campo parapsicológico. Debo aclarar al respecto que todos los efectos parapsicológicos susceptibles de ser contactados o registrados por los seres humanos, en no importa qué nivel del mundo psíquico, son vibraciones en el éter, estando en su base la actividad de los espíritus de la tierra, del agua, del aire o del fuego, muy hábiles en la producción de todos los fenómenos psíquicos o paranormales, capaces de afectar la vista, el oído, el tacto, el gusto o el olfato de las personas convenientemente sensibilizadas al mundo oculto y muy hábiles también en la producción de las engañosas formas etéricas o ectoplásmicas, que tanto seducen a la mayoría de los investigadores de los mundos invisibles. Podríamos afirmar que todos los fenómenos psíquicos que se producen en el éter y afectan los sentidos ocultos del hombre han existido siempre, cambiando únicamente de polaridad o de vibración a medida que la humanidad iba evolucionando. Las unidades muy evolucionadas de la raza lemur, inspirados por los devas, fueron capaces de producir efectos físicos en sus ambientes sociales de clan o de tribu y hoy día podrían ser hallados todavía hechiceros de tribus perdidas en el interior de las selvas de Africa o Australia, que pese a su rudimentario desarrollo mental son capaces de producir mediante sortilegios mágicos, en realidad invocaciones de los elementales de la Naturaleza, aprendidos de sus remotos antepasados y transmitidos de boca a oído -tal como rezan las más antiguas tradiciones esotéricas- los fenómenos naturales del viento, del trueno o de la lluvia... Lo mismo cabría decir en relación con seres humanos de nuestra época aunque de ascendencia netamente atlante, los cuales son poseedores de altos secretos alquímicos y pueden provocar también muchos de los llamados fenómenos naturales y de carácter psíquico, singularmente algunos que están directamente relacionados con el secreto místico del Fuego. Según me explicó oportunamente JESAZEL, “el secreto del Fuego y el misterio de la Electricidad, constituyen un solo y único Misterio que deberá ser revelado a la humanidad en el devenir de la Nueva Era, ya que su descubrimiento dará lugar a una serie impresionante de conquistas en el orden técnico, cuya importancia no puede ser medida todavía por el cerebro tridimensional del hombre de nuestros días.”

Al hablar de Electricidad, debo hacer referencia a mis afirmaciones en otras partes de este Tratado en el sentido de que se trata de una Energía universal y planetaria cuya causa se halla en la ley de polaridad, o diferencia de potencial psíquico o ígneo entre los llamados devas lunares y los devas solares, los cuales en ciertas fases de equilibrio producen luz, calor o movimiento. El misterio de este equilibrio se halla muy bellamente expuesto en los conocimientos esotéricos acerca de los llamados planetas sagrados, o planetas luminosos, en donde los Angeles que rigen la Materia y los que emanan del Espíritu creador han llegado a un perfecto equilibrio y consecuentemente han dejado de luchar entre sí.

Recuerdo que en cierta ocasión, JESAZEL me había dicho: Cuando el hombre se dé cuenta del inmenso poder de equilibrio que tiene sobre el ambiente social que le rodea y se responsabilice por efecto de ello de su digna misión en la vida de la Naturaleza, se convertirá en un dios sobre la Tierra. Son los poderes incontrolados o insuficientemente desarrollados los que crean la desdicha de la humanidad. Es como si a los hombres se les hubiesen cortado las alas tensas para el vuelo, y se arrastrasen lentos y pesados por los surcos estériles y resecos de la tierra, una tierra que, sin embargo, es fértil, fecunda y generosa”. Las palabras de JESAZEL dieron origen al titulo del tercer libro de este Tratado: Los Angeles en la Vida Social Humana, en el desarrollo de cuyos textos según habrán Uds. podido observar, he tratado constantemente de hallar el nexo de unión o de equilibrio entre los hombres y los Devas en un mutuo y mancomunado esfuerzo de reconciliación. La síntesis de tales argumentos se halla sin duda en el hecho de que todos los ambientes planetarios, sociales, comunales, profesionales y familiares son inicialmente reacciones psíquicas de los devas constructores del espacio etérico a los pensamientos, deseos, emociones y actitudes de los seres humanos. Esta es una razón convincente, aún en el terreno científico, si se tiene en cuenta que la civilización, la cultura, la historia íntima y aún el lenguaje, costumbres y tradiciones de todos los pueblos de la Tierra, obedecen a reacciones del espacio vital en donde se hallan inmersos todos los seres humanos, no importa el lugar en donde viven, se mueven y tienen el ser dentro de la vastedad del mundo. Lógicamente, de no existir tales reacciones no habría explicación científica de ningún hecho de carácter psicológico. Sólo falta, entonces, darle un nombre científico a tales reacciones. Yo les llamo devas substanciadores del éter y también devas constructores. Me baso naturalmente en denominaciones de carácter tradicional, aunque no demasiado místicas, aceptadas íntegramente dentro del fecundo campo de los estudios esotéricos.


Las Condiciones Intimas del Contacto Angélico

Puede que Uds. se hayan interrogado alguna vez acerca de cuales deberían ser los requisitos mediante los cuales un ser humano podría establecer contacto con los Devas y con todas las fuerzas ocultas de la Naturaleza. Bien, esta interrogante podría ser contestada desde un ángulo puramente científico y psicológico, por ejemplo: “... tratando de ser conscientes de las mismas.” Esta respuesta, que aparentemente no dice nada, lo está diciendo todo, habida cuenta que el contacto dévico o angélico ha existido siempre, en todas las fases de la vida evolutiva de la humanidad y en todos los niveles dentro de la inmensa complejidad y magnificencia del mundo oculto que nos rodea y compenetra. El sentido intimo de la civilización, de la cultura y de las tradiciones de todos los tiempos, revela siempre el contacto del hombre con las fuerzas subjetivas e invisibles de la Naturaleza. Los Angeles, en su multiplicidad de jerarquías y funciones, han constituido perennemente el centro de todos los mitos sagrados, leyendas misteriosas y narraciones simbólicas del mundo. Desde los poderosos Arcángeles o Mahadevas, Señores de la espiritual revelación, hasta los humildes devas elementales que cuidan de la construcción de los átomos químicos, pasando por los Devas familiares, Genios o Daymons que inspiraron las obras de los grandes filósofos y artistas del pasado, todo es CONTACTO, REVELACION e INSPIRACION. Sólo hay que abrir los ojos e intentar percibir esta infinita prodigalidad dévica. El segundo paso corresponde al esfuerzo por desarrollar conciencia dévica en nuestra vida de aspirantes espirituales y evocar respuesta de los éteres inmortales. Para ello deberemos adquirir un tipo de sensibilidad espiritual con respecto al entero contexto ambiental que nos envuelve. El término comprensión, que es la antesala del amor humano, define muy claramente ese tipo de sensibilidad, que permitirá modificar sensiblemente la conciencia psicológica hasta el punto de suprimir todas las reacciones de tipo personal, corrientemente de carácter antagónico y, como consecuencia, provocar una reacción psíquica de carácter dévico que creará un impacto en nuestra conciencia y llenará de luz algún hueco de nuestro cerebro, permitiendo cierta liberación de energía espiritual y desarrollando algún definido y cualificado grupo de células. El proceso parece sencillo; sin embargo está lleno de dificultades y los hábitos egoístas de la personalidad crearán, a no dudarlo, zonas de gran resistencia a las buenas intenciones del alma. Pero, habrá que perseverar en el intento y hacer frente a todas las dificultades, sabiendo de antemano que el contacto dévico nos hará conscientes de ocultos e ignorados niveles de armonía dentro del propio ser y que los resultados obtenidos, ya en un buen principio de los intentos de acercamiento dévico, mantendrá nuestro ánimo muy sereno, animoso y expectante y la voluntad muy firme y dispuesta a enfrentar los incidentes psicológicos de la búsqueda.

Las primeras experiencias de contacto dévico afectarán quizás el sentido del olfato en forma de vagos o penetrantes perfumes. También podrá percibirse auditivamente las notas de una música tenue, suave y lejana o bien será posible registrar en los éteres ambientales una serie de luces de varios colores que surgen inopinadamente dentro del campo subjetivo de nuestras percepciones internas, para desaparecer asimismo raudamente, aunque deparándonos una sensación psicológica de paz y de bienestar. Más adelante, las tomas de contacto serán más concretas y objetivas, desde la vaga impresión de que Alguien está a nuestro lado ayudándonos con su presencia, singularmente en momentos de grandes problemas y dificultades, hasta la visión concreta y objetiva de los pequeños devas y espíritus elementales de la Naturaleza. Finalmente, se abrirá por completo el campo de nuestras percepciones sutiles en el éter y seremos capaces de percibir a los Devas familiares, quienes, con infinita cordialidad, nos introducirán en el extenso y dilatado campo de las relaciones dévicas. En esta fase nos será posible, sin duda, establecer contacto y entablar amistad con algún Deva superior, el cual nos hará conscientes, si a ello estamos realmente dispuestos, de los misterios del Reino Dévico, con sus profundas enseñanzas místicas sobre las leyes ocultas de la Naturaleza y los íntimos secretos y sagrados misterios que preceden a la iniciación espiritual del ser humano.

El proceso de sensibilización psicológica que precede al contacto dévico deberla iniciarse con un voluntario silencio de palabras, ya que según expresión de los propios Angeles el silencio contiene espíritu y las palabras suelen contener aspectos materiales. Sea como sea, el silencio ha sido adoptado como norma de desarrollo espiritual por todas las escuelas esotéricas y místicas del mundo y el contacto angélico, que es una expresión del desarrollo espiritual del ser humano, no podía escapar de la regla. El silencio de palabras atrae por simpatía el silencio de deseos y pensamientos y, según mi propia experiencia, la quietud mental ha sido una norma natural para establecer contacto con los Devas. Así, resulta conveniente un saludable ejercicio de silenciación de palabras cuando nada importante tengamos que decir, o suspenderlas en un acto meritorio de silencio cuando las condiciones ambientales así lo exigiesen, aunque teniendo en cuenta en todos los casos que el permanecer íntimamente silenciosos no debe implicar nunca desconsideración o falta de cortesía hacia los demás, sino una sincera y confiada deferencia hacia el Ser interno, Quien nos revelará intuitivamente cuando hay que hablar o cuando es necesario callar...

Como Uds. habrán podido constatar, estoy refiriéndome a ciertas experiencias de carácter íntimo aunque de efectos ambientales, pero cuya culminación en el orden oculto ha de ser el establecimiento de unas relaciones conscientes con el mundo dévico. Quizás Uds. habrán tenido alguna vez experiencias de ese tipo, en la niñez o en el devenir de ciertas etapas de sus vidas cuya trascendencia motivó profundos cambios en sus conciencias. La manera imprevista como tal proceso culminó en una solución correcta cuando ya todo parecía perdido, podría indicar quizás que en el desarrollo de la misma intervinieron factores ocultos que llevaron a cabo por procedimientos supranormales aquello que seguramente se hallaba más allá del alcance de nuestras fuerzas o posibilidades. Podríamos decir al respecto que muchas de las soluciones atribuidas a la acción humana nada o muy poco tienen que ver con la utilización de la voluntad o del libre albedrío... El libre albedrío expresa frecuentemente una incapacidad manifiesta para solucionar ciertos problemas vitales en el devenir de la existencia humana, debiendo ser aceptada entonces la presencia oculta de una voluntad oculta completamente independiente de la del hombre, que realiza por arte mágico -si es que podemos decirlo así- cuanto éste es incapaz de realizar. Sólo así es posible que se cumpla normal y adecuadamente el karma del ser humano y el de la propia humanidad. Y, naturalmente, dentro de los límites de esta comprensión habrá que aceptarse asimismo como lógica la idea de que una infinita legión de entidades ocultas, llámeselas ángeles, devas o simplemente energía divina, está cumpliendo el propósito de la Vida de Dios en la Naturaleza con una total abstracción de los deseos y las voluntades de los hombres. De ahí también que la perfección humana, que nace del augusto cumplimiento del destino kármico, no sea sino un resultado de la compenetración inteligente del hombre con la actividad de los Devas, que desde los niveles ocultos cuidan del cumplimiento de la Voluntad de Dios.
 


Los Insignes Forjadores del Destino

Cuando establecemos esta marcada distinción entre el libre albedrío humano y la voluntad divina encarnada por los Devas, estamos introduciéndonos realmente en las verdaderas causas o motivaciones de la historia, ya sea individual, comunal o planetaria. El centro de incidencia del proceso es el Karma o Destino, es decir, la Ley de Causa y Efecto que rige el absoluto cumplimiento de la Voluntad de Dios dentro de las fronteras o círculo-no-se-pasa del Universo. Lo que hace el hombre mientras se halla en el pleno ejercicio de su libre albedrío, es ofrecer una constante resistencia a la Voluntad rectora del Destino y a esta resistencia se la llama corrientemente voluntad individual. Hay por tanto un larguísimo trayecto a recorrer en tanto que el hombre no comprenda que su libre albedrío se opone constantemente a la voluntad divina y decida inteligentemente variar la conducta o trayectoria de su vida. Las energías dévicas, como fuentes de construcción, se hallan presentes por doquier constituyendo la motivación oculta de todas las formas y sembrando dentro del corazón humano las eternas semillas de la comprensión superior. Es precisamente esta comprensión la que ha de realizar dentro del sancta sanctorum del corazón individual la trascendente alquimia de convertir el libre albedrío en voluntad perfecta, siendo descrita ocultamente esta alquimia trascendente como INICIACION es decir, la capacidad que tiene el hombre de prescindir conscientemente de su libre albedrío, o pequeña voluntad humana, frente a la Voluntad todopoderosa de la Divinidad, con lo cual deja de sufrir y de sentirse fatalmente atado a la Rueda del Destino con su interminable secuela de muertes y nacimientos. En el centro del proceso superior que va del libre albedrío humano a la Voluntad divina, pasando por las inevitables crisis de la Iniciación, hallaremos siempre que las ocultas motivaciones de tal trascendente experiencia surgen de unas regiones desconocidas del éter a las que yo denomino mundo dévico o reino angélico. Estas energías dévicas constituyen el eje misterioso alrededor del cual gira la Rueda del Destino individual, planetario o solar movida por los Señores del Karma. La Ley siempre es la misma, aunque crezca o decrezca la medida o los limites de contención de la Vida dentro de la Forma. Así, un pequeño átomo tendrá un destino tan completo como el del propio Universo, pese a la medida infinitesimal de su cauce o a lo reducido de su campo de expresión. La Vida es la medida de todas las cosas, pero sabe limitarse en cada una de ellas en orden al Plan universal diseñado por la propia Divinidad. Esta limitación da origen al principio de Jerarquía espiritual dentro del Cosmos. De ahí que existan unas muy particulares e íntimas relaciones entre Vida, Conciencia y Forma, términos tan frecuentemente utilizados en los libros esotéricos. La Vida pertenece siempre a la Divinidad creadora, la Conciencia es el privilegio de la Vida manifestada, y la Manifestación, con su infinita prodigalidad de Formas, corresponde a la actividad de las jerarquías dévicas. Tal es aparentemente el orden de la Creación mediante el cual el Espíritu humano manifestado como Vida se sumerge en el misterioso océano de la Materia para ser cada vez más consciente del Propósito redentor que a través de cada una de las Formas de la Naturaleza trata de revelarse. La Conciencia, por tanto, es la reacción o respuesta de la Vida al contacto con la Forma material. Esta Forma material, a su vez, es una respuesta a los sagrados impulsos de la Vida del Espíritu. Así, siempre existirán unos lazos indestructibles entre la incalculable prodigalidad de conciencias en evolución -dentro y fuera del Universo- y la Vida Divina, llena de propósitos redentores, que se introduce en la Materia para dignificarla y elevarla a las sempiternas alturas del Espíritu. Por tal razón es altamente necesario que el ser humano, cuya alma o conciencia se halla en el centro del equilibrio del Espíritu-Vida y de la Materia-Forma, aprenda a dignificar sus compuestos materiales y a elevar la sintonía vibratoria de los mismos, siguiendo unos propósitos redentores idénticos a los de la propia Divinidad, ya que no es un simple tópico o una amable condescendencia la afirmación bíblica de que somos hechos a Su imagen y semejanza.

Interesa profundamente, pues, iniciar ese trabajo redentor de la Materia asignado al Reino humano estableciendo contacto con las Entidades dévicas, cuya misión es dotar de Formas cada vez más dignas y bellas a las conciencias en evolución dentro del círculo-no-se-pasa del planeta y del propio Universo. El secreto de la Forma, uno de los grandes misterios iniciáticos, revela que cualquier partícula de materia ha de hacerse radioactiva para poder liberar las energías de la Vida divina contenidas en su interior. Tal es la labor asignada al Reino dévico y a la humanidad trabajando mancomunada y debidamente compenetrados. El resultado de esta fusión de actividades tendrá como absoluta consecuencia la liberación del aciago destino que persigue a la humanidad desde las más primitivas edades...

Podríamos asegurar que algunas de las grandes crisis humanas de los momentos actuales son de reajuste con las nuevas energías dévicas, procedentes de las más elevadas regiones siderales, en respuesta a las necesidades de evolución del propio Logos planetario y una de cuyas principales consecuencias o resultados ha de ser el contacto consciente de los seres humanos debidamente capacitados con elevadas jerarquías del Reino dévico.
 


El Sentimiento de Alegría y el Misterio de la Voz

La Alegría proviene siempre de una conciencia de unidad y de síntesis; es una condición natural y una inherente prerrogativa de las Mónadas espirituales, ya sean de los Angeles, de los hombres o de cualquier ser en la vida de la Naturaleza. Siendo así, sólo el contacto con la Mónada realizado a través del Angel solar, o Yo superior del hombre, mediante el proceso de la Iniciación podrá traerle al ser humano la paz y la alegría que tan ardientemente busca. Podríamos decir que las Iniciaciones humanas en los misterios de la Divinidad son acercamientos monádicos, introducciones conscientes en uno u otro de los Siete subplanos que constituyen el Plano búdico en donde el sentimiento de Alegría, que es básicamente Felicidad, puede ser debidamente comprendido y experimentado. Tal comprensión y tal experiencia permitirán un día la relación consciente y fraternal de los seres humanos, previamente iniciados en los misterios del Eter, con los excelsos Devas habitantes de estos elevados niveles en la vida de la Naturaleza. Uno de los grandes Yogas que practicarán normalmente los hombres del futuro y que yo he denominado intencionadamente DEVI YOGA [Ver libro del mismo autor “Los Misterios del Yoga”, Editorial Kier, Buenos Aires. Rep. Argentina.], permitirá a la humanidad avanzada crear una vía de acceso a los más elevados subplanos del plano búdico y unificar creadoramente su vida con la Vida de los Angeles superiores, creando así las bases de la Fraternidad universal y el establecimiento del Reino de Dios aquí en la Tierra.

Si la adquisición del sentimiento de Alegría dependiese de una técnica, diríamos que esta técnica debería tener tres grandes vertientes: la invocación, el contacto y el control de las energías provenientes del plano búdico. La invocación presupone emitir una nota de armonía en la vida personal con el consecuente establecimiento de rectas relaciones humanas dentro del contexto social en el que vivimos inmersos. El contacto es inevitable cuando la armonía personal se exterioriza en forma de paz a través del aura etérica, creando un campo magnético puro y radiante. Los Angeles familiares -a los cuales hemos hecho amplia referencia en otras partes de este estudio- contemplan serenamente el proceso de irradiación que acompaña la vivencia correcta del ser humano y pueden mostrarse objetivamente ante sus percepciones e incluso ilustrarles sobre muchos de los misterios que encubren sus mundos de armonía, confiándole más adelante, en ciertas iniciaciones y cuando los vehículos expresivos se han hecho perfectamente moldeables a la influencia superior, el poder de controlar eficientemente utilizando substancia búdica, las numerosísimas huestes de pequeños devas de la tierra, del agua, del aire y del fuego que en su interacción constituyen la vida material en sus múltiples e incalculables combinaciones... Técnicamente el hombre se convierte en un Mago.

En cierta ocasión, y cuando me hallaba escribiendo sobre los espíritus de la Naturaleza, JESAZEL, el Angel amigo, me comunicó el secreto de una Voz cuyo sonido tenía la virtud de materializar a los pequeños devas que en multiplicidad de formas y especies constituyen el aspecto material de la vida de la Naturaleza. Este sonido tenía una cadencia extraña y se parecía mucho desde el ángulo auditivo, al susurro o eco que se oye dentro de una caracola marina cuando le aplicamos el oído. Pero, a su conjuro, aparecían y se hacían objetivas y claramente visibles ante mí una serie impresionante de criaturas del éter, graciosas unas, hurañas otras pero que, en su conjunto, constituían el andamiaje o estructura básica de las formas de la Naturaleza. Algunas de tales criaturas dévicas podrán Uds. apreciarlas en los grabados que ilustran los tres volúmenes que constituyen este Tratado esotérico sobre los Angeles. El secreto de la Voz es el del propio misterio de la Creación. Cuando el hombre sea puro y tenga sana alegría en su corazón se hará propicio a tales misterios. Parece ser que la Paz constituye la regla única de la Alegría y es el único poder al que pueden responder los Angeles superiores. Un sonido inarmónico y sin paz en su contenido sólo puede producir alteraciones nocivas en el ambiente y atraerá únicamente a devas y elementales de tipo inferior. Una palabra o un sonido inteligente llevando paz en cada una de sus inflexiones, creará un campo magnético dentro del cual podrán manifestarse los Devas superiores. El secreto del Bien y del Mal, del Dolor y del Gozo, es el mismo que separa entre sí los sonidos armónicos de los inarmónicos dentro de la humanidad y al incalculable número de devas en uno u otro bando que en su interacción producen las alteraciones ambientales. Dentro de una lógica sencilla y fácilmente comprensible, vemos que el Reino de la Felicidad está al alcance del hombre que vive en paz consigo mismo y no se esclaviza al fruto de sus acciones. La mente de este hombre, como la del Angel, no fragua ambiciones y posee una impresionante sencillez de ideas y pensamientos que constituyen la antesala mística aunque potentemente dinámica de la Creación. Pues -tal como decía JESAZEL- “La sencillez debe estar en la base del hombre sabio haciéndole acreedor a la potencialidad del sagrado y a los sonidos de los mántrams invocativos “. Las palabras de JESAZEL y las conversaciones que tuve el privilegio de sostener con El, me dieron siempre la clave de resolución de ciertas dudas surgidas en mi mente durante mi proceso de investigación oculta.

Uds. se preguntarán quizás cómo eran efectuadas estas conversaciones. Lógicamente y por el carácter de las mismas, debían realizarse dentro de una atmósfera de paz y de quietud la cual provocaba una especie de vacío a mi alrededor aislándome por completo de cuanto me rodeaba. Tal era invariablemente el preludio. Oía después una especie de sintonía (me he dado cuenta oportunamente que cada Angel tiene su propia sintonía), como si alguien musitase quedamente mi nombre en mis oídos. Sabía entonces que se trataba de JESAZEL, pues aunque había logrado establecer contacto con diversos Angeles durante el proceso de mi trabajo esotérico sobre el mundo dévico, singularmente cuando trataba de investigar el secreto místico de su lenguaje, el carácter íntimo de amistad y de comprensión con que me había distinguido JESAZEL, impregnaba mi aura etérica de un radiante magnetismo especial que le hacía perfectamente reconocible. La conversación no se producía nunca al azar; según pude averiguar oportunamente, era siempre el resultado de alguna silenciosa invocación que yo sin darme cuenta formulaba cuando algo no lo veía suficientemente claro o cuando intentaba descifrar el sentido de algún hecho oculto relacionado con la misteriosa vida de los Devas. Debo aclarar al respecto que nuestras conversaciones se realizaban en un nivel mental superior, aun cuando mis sentidos internos parecían recogerlas o registrarlas como una conversación común o corriente. Otras veces, tales conversaciones se reflejaban objetivamente dentro de una especie de marco etérico de intenso color índigo sobre el cual se reflejaban unas bellas y extrañas figuras geométricas de fúlgido y brillante color dorado. Algunas de tales conversaciones, captadas magistralmente por el pintor señor Josep Gumí, podrán Uds. verlas reflejadas en los grabados que ilustran el segundo volumen de este Tratado.

El sentido de estas conversaciones penetraba en mi mente en forma intuitiva y el cerebro recogía su significado de manera casi perfecta. Puedo decir -y lo hago con un gran sentido de reconocimiento a la potencia inductiva de JESAZEL y no a mis cualidades interpretativas- que sólo dos o tres veces durante el curso de mis investigaciones tuvo que rectificar JESAZEL algún punto sobre el cual mi mente había sufrido una distorsión. Puedo afirmar ahora, sin espíritu alguno de soberbia, pero si de gran satisfacción, que mi sensibilidad a la vida oculta ha llegado a un punto en que me es posible diferenciar muchas de las influencias dévicas en la vida de la Naturaleza y de la humanidad, que crean reacciones psíquicas ambientales y producen determinados efectos psicológicos y parapsicológicos en la vida de los seres humanos.
 


El Tercer Elemento Vital

Desde el ángulo de vista esotérico, todo cuanto acontece o se realiza en la vida de la Naturaleza es un gigantesco fenómeno psíquico, motivado por la Voluntad del Creador al infundir Su Vida en la Materia y evocar de ella cada vez más sutiles respuestas. Los Planos del Universo justifican esta Voluntad o Propósito de la Divinidad y no hay rincón alguno dentro del Sistema solar que no albergue una potencia psíquica, irradiando energía a través de su aura etérica y creando un definido campo magnético. Si se admite este hecho podrá llegarse fácilmente a la conclusión de que el Espacio contiene en sí una Potencia inteligente e integradora de todos aquellos campos magnéticos y los convierte en ambientes definidos dentro del orden colectivo o social de la Naturaleza. Cualquier tipo de ambiente dentro de la humanidad, sea particular, familiar, profesional o grupal es el resultado de la condensación de un tipo determinado de energía psíquica, generada por los seres humanos y manipulada creativamente por las potencias integradoras del Espacio, que nosotros llamamos esotéricamente Angeles o Devas en las líneas de este Tratado. Pero, dénse Uds. cuenta de que al utilizar las expresiones dévica y angélica, no hemos caído en el error de considerar a estas fuerzas desde el ángulo de vista religioso o tradicional, sino que les hemos asignado un poder científico y una actividad extraordinariamente dinámica en la vida de la Naturaleza, cual es la de construir todas las posibles estructuras geométricas, formas, cuerpos o vehículos que, en su totalidad y en la vida de los Reinos y de las Especies, albergan el Espíritu de Dios en una infinita e increíble gama de estados de conciencia. Tenemos así y por doquier, estados de conciencia vibrando a través de estructuras geométricas definidas y creando unos apropiados campos magnéticos y psíquicos. El estudio de las reacciones producidas entre los distintos campos magnéticos por parte de los investigadores del mundo oculto, dará lugar a la verdadera Ciencia Parapsicológica del futuro. En el presente se les asigna demasiada importancia todavía a los pequeños efectos ambientales y se discute aún demasiado en términos de conocimientos teóricos, porque no se ha logrado llegar a la plenitud de experiencia de los hechos psíquicos; de ahí que el problema del psiquismo, con su numerosa secuela de fenómenos en el éter, constituye todavía una zona llena de vaguedades y de misteriosas incógnitas, es decir, un área de discusión en donde cada cual aporta sus particulares puntos de vista, pero no experiencias vitales.

Esta era, en efecto, la alternativa que se me presentaba al iniciar mis investigaciones ocultas acerca de los Angeles. Todo cuanto acerca de ellos había leído en el pasado me parecía demasiado nebuloso o místico y no resistía, a mi entender, ni el peso ni el rigor de la razón científica. Así, pues, tuve que profundizar mucho dentro de mí mismo en un intento de hallar el tercer elemento que me faltaba para poder unificar los centros de conciencia humanos con los fenómenos producidos en el éter y los estados psíquicos en general. Este tercer elemento surgió inopinadamente ante mi percepción mental en momentos álgidos y trascendentes de mi vida. Al principio sus formas eran vagas, suaves, acrecentando con su misteriosa incógnita mi pasión por la vida oculta, que siempre había constituido una parte esencial de mi vida. Más adelante pude percibir con toda claridad a los espíritus de la Naturaleza, pero no en sueño, sino formando parte de mi contemplación de la obra de la Naturaleza. Pude darme cuenta así que el suelo, el aire, el agua, el fuego, y todo cuanto me rodeaba era vida inteligente, siguiendo unas ocultas y misteriosas motivaciones bajo la forma característica de los elementos naturales.

Así, el agua no era para mí un simple compuesto químico, sino que era además el recipiente místico que albergaba a unas vidas inteligentes que aparentemente y en mutuas y desconocidas intercomunicaciones la construían. Aprendí, de esta manera, a aliar el agua con unas bellas criaturas etéricas que esotéricamente se denominan ONDINAS. Lo mismo me ocurrió al examinar ocultamente el aire, la tierra o el fuego, dándome cuenta de que en el seno de tales elementos existía una insólita y palpitante vida que llenaba el espacio con su poder psíquico. Comprendí progresivamente que estas vidas menores, las sílfides, las ondinas, las hadas, los gnomos, etc. y la multiplicidad de invisibles y desconocidos espíritus de la Naturaleza, eran expresiones psíquicas de un poder más elevado ya que, tal como siempre había presentido, la ley de evolución contiene en sí el principio de jerarquía. Y es así, en forma suave y paulatina, como fui consciente de unas fuerzas psíquicas infinitamente superiores que utilizaban asimismo el Eter del Espacio como campo de expresión. Surgieron entonces ante mi exaltada y maravillada visión extensas gamas de Devas, maestros en el arte de la construcción, dirigiendo una increíble hueste de pequeñísimos obreros, los cuales con rara habilidad, creaban con sutilísimos hilos de luz etérica todas las formas físicas de la Naturaleza y que descomponiendo aquella luz la dotaban de color y de las inherentes cualidades físicas y psíquicas que constituían la razón de ser de sus vidas, de su constitución y de su especie...
 


Ultimas consideraciones


La evolución de los Devas de todos los órdenes, en relación con la substancia material del Universo y del planeta, es obvia y es apreciable en el devenir de cada nuevo ciclo de vida, en el que la vibración interna del Morador del Cuerpo, ya se trate del Logos Solar, del Logos planetario o del ser humano, ha alcanzado un nivel superior que exige una substancia material o lunar -si podemos decirlo así- manejada por más excelsos y elevados Pitris. Variará por tanto sensiblemente la calidad de las formas, ya que hay una evidente relación entre calidad o vibración y substancia o forma. La analogía ha de ser perfecta en todos los casos y habrá que admitirse lógicamente que los Devas que en su integridad confeccionan la substancia de un esquema de evolución humano, planetario, solar o cósmico, deberán acceder -a igual que los seres humanos y los Logos creadores- a algún tipo de INICIACION DEVICA en cualquier ignorado nivel de la Naturaleza, de parte de los poderosos Arcángeles regentes de los Planos del Universo,
o de los Angeles superiores que rigen la evolución de los Reinos. El Misterio de Revelación de tales Iniciaciones -si tenemos en cuenta las cualidades específicas de los Devas- será quizás el desarrollo del sentido íntimo del OIDO para poder escuchar los múltiples e incesantes sonidos que se elevan del mundo manifestado, de la misma manera que las Iniciaciones humanas tienen por objeto desarrollar el sentido oculto de la VISTA, es decir, el dilatado grupo de percepciones que han de convertir al Iniciado en un perfecto CONOCEDOR.

La analogía nos va demostrando constantemente que los Angeles y los Hombres constituyen dos corrientes de Vida divina tan estrechamente vinculadas, que resultaría imposible mover una sin que inmediatamente se sienta movida la otra. En otras partes de este Tratado me he referido a los grados de vinculación humano dévica y sus resultados en la vida de la humanidad, tal como puede ser, por ejemplo, la construcción de sus vehículos de manifestación y también el proceso de integración espiritual y grado de acercamiento a los grandes DEVAS de los tres Planos inferiores del Sistema, llamados: AGNISCHAITAS, AGNISURYAS y AGNISHVATTAS cuyo contacto, inteligentemente establecido, puede decidir el ritmo de nuestra vida, detener a veces el curso de los acontecimientos kármicos y llevamos de la obscuridad a la luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es decir, a la Montaña de la Iniciación, desde cuyas gloriosas cumbres podemos contemplar el valle de la ilusión mental, de los variados espejismos astrales y del maya de los sentidos físicos, sin sentirnos atraídos por sus potentes insinuaciones. Este paso trascendente que hemos logrado dar con ayuda de los Devas y de nuestro espíritu de resolución, significa que hemos vencido la fuerza gravitatoria de los devas inferiores, nuestra intención se halla anclada actualmente en las fuerza de en nuestros estudios esotéricos devas lunares, y que la supremamente místicas, aunque increíblemente dinámicas, vitalizadas por los grandes Devas AGNISHVATTAS y que Angel Solar, o Yo espiritual, puede intervenir libremente en nuestra vida, inspirando las resoluciones de nuestra alma y dotándonos de amorosa comprensión hacia los demás. Cuando esto sucede, los asuntos humanos con todas sus crecientes dificultades y tensiones ya no atraen tan poderosamente como antes nuestro interés individual, permitiéndonos vivir más desapegados y seguros dentro del complejo social donde vivimos inmersos... El hecho oculto que un día será científicamente descubierto de que a cada hombre corresponde un Deva de similar vibración, aunque de naturaleza negativa con respecto a él, mostrará el secreto de la luz espiritual. Podrá indicar, también, que el trabajo realizado en el devenir de nuestros estudios, meditaciones y actos de servicio, ha suscitado un eco muy creador e íntimo de parte de los insondables éteres del Espacio y que nuestro ALTER EGO angélico [ El Angel Guardián. según expresión esotérica y mística.] -atento a las circunstancias de nuestra acción- nos ayuda con sus indicaciones en el ejercicio de la rectitud y del buen sentido natural.

Tal como he dicho ya en varias ocasiones, y lo repito ahora por cuanto lo considero muy importante desde el punto de vista del lector, durante el curso de las investigaciones ocultas que culminaron en este Tratado, he logrado establecer contacto con algunos de superior evolución y de reconocida inteligencia. Sus insinuaciones espirituales y el grato sabor de su contacto me permitieron continuar el trabajo emprendido, singularmente porque gracias a Ellos tuve siempre una protección segura cuando debía introducirme en ciertas regiones psíquicas en donde los devas que intentaba contactar eran realmente peligrosos, debido a su intenso dinamismo vibratorio y al poder ígneo de sus campos magnéticos o cuando trataba de penetrar en los niveles etéricos ocupados por los elementales inferiores de la Naturaleza, señores de la tierra, del agua, del aire o del fuego. La experiencia espiritual fue siempre aleccionadora y sé ahora que todas mis motivaciones espirituales obedecían al interés jerárquico por esclarecer el tema, tan profundamente místico y espiritual, relacionado con la misteriosa Vida de los devas. Veamos ahora, algunas de las razones por las cuales el conocimiento del mundo dévico se hace necesario e imprescindible para la evolución mental y profundidad esotérica de los aspirantes espirituales de mundo:

a. Porque, tal como hemos venido diciendo en las páginas de este Tratado, los hombres y los Devas son dos evoluciones o corrientes de Vida que corren paralelas y que, al final de cierto ciclo de evolución planetaria, deberán coincidir en un punto infinito de su mutuo desarrollo espiritual para crear el divino HERMAFRODITA o SER ANDROGINO, mitad hombre -mitad Deva -si podemos decirlo así- que ha de culminar una gran etapa mística e iniciática en la Vida de nuestro Logos planetario.

b. Porque el secreto de la existencia humana y el por qué de todas las formas existentes, se halla escondido en el mundo de los Devas y es allí donde hay que descubrirlo.

c. Porque la evolución humana no sería posible sin la cooperación de los grandes DEVAS que rigen los ciclos de la vida del hombre aquí en la Tierra, preparando su
destino creador y confeccionando la substancia material mediante la cual son construidos sus tres vehículos expresivos, llamados de necesidad kármica, es decir, el mental, el astral y el físico.

d. Porque los Devas constructores de estos tres cuerpos en cada uno de los Planos físico, astral y mental y sus correspondientes subplanos, están cualificados para convertir los impulsos humanos o necesidades kármicas, en ambientes definidos dentro del orden social y planetario, teniendo en cuenta que las líneas de mínima resistencia o instintos procedentes de un lejanísimo pasado, constituyen el campo de batalla del hombre y los incentivos dévicos de la propia perfección. Hay que tener en cuenta al respecto que cada uno de los vehículos humanos es esencialmente un Deva, asistido por una innumerable hueste de devas menores, algunos de ellos minúsculos como los propios átomos, cuyo poder centralizador ha de ser conquistado por el hombre. A estos Devas se les denomina esotéricamente ELEMENTALES CONSTRUCTORES. Tenemos, por tanto, los Elementales físico, astral y mental, poseyendo cada uno, tal como habremos dicho ya en otras partes de este estudio, un tipo de conciencia separada que el ser humano ha de controlar, gobernar y dirigir. A este trabajo continuado de gobierno y de control de tales Devas o Elementales constructores, se le define oculta y místicamente con el nombre de SENDERO. Se trata de un proceso de integración que puede llevarse a cabo mediante la práctica de un oportuno y conveniente Yoga, de un sistema inteligente de meditación o por la práctica asidua y continuada de la buena voluntad y el deseo de bien hacia los demás en el devenir de las relaciones sociales. Tal trabajo de integración es un DHARMA de naturaleza kármica y tiene por objeto redimir a las vidas menores que construyen nuestros vehículos de necesidad y hacer evolucionar al Deva constructor por el sistema universal de polarización magnética hacia centros superiores en donde la Vida dévica es más radiante e incluyente.

e. Porque sin un conocimiento perfecto del mundo dévico no podríamos acceder a las alturas de la intuición ni a la gloria de la inspiración espiritual. Uno de los secretos conquistados del mundo de los Devas, utilizando la clave de la analogía, es el de que la actividad del hombre por adueñarse del misterio universal de su propia vida pasa por el Reino dévico, ya que son precisamente ciertos excelsos Devas solares los que crean el estímulo de la vida espiritual y construyen con la luz inmortal de Sus vidas radiantes aquel místico Puente de Arco Iris, denominado esotéricamente ANTAKARANA. Este Puente conecta al hombre, el alma en encarnación cíclica, con su Alma espiritual, Yo superior o Angel Solar. Toda la Vida de la Naturaleza, en permanente expansión de posibilidades latentes, revela este principio infinito de polarización de lo inferior con lo superior, ya se refiera a un átomo, a un ser humano, a un planeta, a un Universo o a una Galaxia. Los Devas, en su multiplicidad de huestes y jerarquías crean eternamente el ANTAKARANA de unión entre todos los principios separados en la vida de la Naturaleza y producen fusión y reconciliación en el insondable destino de todo lo creado. Gracias a los Devas existe un infinito e ininterrumpible SUTRATMA, o Hilo de Vida y de Conciencia, que une todos los Planos, Reinos, Razas y Especies enlazándolos a un Destino común de perfección y reconciliación. Tal es el sentido incomprensible de FRATERNIDAD que une el corazón de todo lo creado con el indescriptible Corazón solar.

f. Porque, tal como esotéricamente hemos aprendido, los hombres encarnan los principios conscientes de la Divinidad, lo que podríamos denominar AUTOCONCIENCIA o aspectos esenciales de Su Vida. Los Devas, a su vez, representan la VIBRACION CONSTRUCTIVA de Su Naturaleza expresiva, es decir, los atributos que corresponden a aquellos aspectos esenciales. Así, los tres aspectos mayores de la CONCIENCIA y los cuatro atributos menores de la EXISTENCIA constituyendo el Gran Septenario Solar, están eternamente unidos y vinculados. Esta infinita relación de aspectos y atributos se extiende a la Naturaleza entera, a la Vida de los Planos regidos por poderosísimos Arcángeles, a los Reinos con sus excelsos Angeles regentes, a la Vida cíclica de los Rayos y a las Razas humanas con sus correspondientes Manúes y Devas familiares... Tenemos el ejemplo claro y concreto de esta realidad en el CUATERNARIO humano que expresa los cuatro atributos del alma en encarnación cíclica o universal, el cuerpo físico, el vehículo etérico, la naturaleza psíquica o astral y la mente organizadora y los aspectos espirituales del Angel Solar, o Yo superior, que anda en el tercer subplano del Plano mental el poder monádico de la Tríada espiritual constituida por Atma, Budhi y Manas.

Extremando la analogía podríamos descubrir todavía otras muchas e interesantes razones para justificar el interés de la Jerarquía espiritual del planeta por presentar el conocimiento y estudio de las Vidas dévicas o angélicas a la atención de los aspirantes espirituales del mundo, cada vez más inteligentes y responsables. Sin embargo, y siendo muy sincero al respecto, creo que las razones expuestas serán suficientes y que abrirán nuevas y más extensas perspectivas espirituales en la mente inquisitiva del sincero investigador.


 

Indice | Libros VBA


 

 

 

Meditaciones Diarias
( La meditación de hoy corresponde al )

Lunes | Martes | Miércoles | Jueves
Viernes | Sábado | Domingo

|
Solilunios |
 

 

 


 Búsqueda  de Conferencias y Charlas VBA en línea

 
Google
   En toda la red internet       En www.vicenteba.org
     Si usa la copia "en caché" aparecerán resaltadas las palabras que busque
   
 
[Cáncer 1999]
VBA 1.0: 1999-07-05


[Leo 2003]
VBA 2.0: 2009-05-13