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Los Angeles en la Vida Social Humana
CAPÍTULO IV
LOS DEVAS Y EL CUERPO ETERICO HUMANO
El tema del cuerpo etérico, o doble etérico, tal como se le
reconoce también en los tratados esotéricos, es de gran
interés para el cualificado investigador de las ciencias
ocultas, ya que es a través del mismo que las energías solares
y planetarias se proyectan sobre todos los cuerpos físicos de
la Naturaleza y les infunden vida, calor y movimiento. Todas
las energías del Universo son etéricas, es decir ígneas (1) y
vienen impregnadas de las peculiaridades distintivas del Logos
Solar. Al incidir estas energías sobre nuestro planeta evocan
una respuesta de parte del Logos planetario, Quien, después de
apropiarse de su contenido vital para dinamizar su Esquema
Terrestre, les infunde sus propias y distintivas cualidades y
las transmite al planeta, creando asimismo las condiciones
adecuadas de vida, calor y movimiento. Existen pues en la
Tierra, y probablemente en algunos otros planetas de este
Sistema solar, tres tipos específicos de energía como base de
su particular vida orgánica y celular. La una tiene carácter
solar ya que procede del Sol, centro de vida del Universo, la
otra es de tipo lunar y la tercera, que surge del equilibrio
entre las dos primeras, es una particular emanación del propio
Logos terrestre y puede definírsela por tanto como energía
planetaria.
Buscando la analogía, podríamos decir que sobre el vehículo
etérico del ser humano convergen asimismo dos tipos de
energía, solar una y lunar la otra, constituyendo la primera
un enlace con lo espiritual y respondiendo la otra a los
imperativos de la existencia material. Del centro de ambas
actividades o energías en acción surge la expresión natural
del yo psicológico o personalidad humana, siendo esta energía
la correspondencia analógica de la que manipula el Logos
planetario. A esta energía etérica personificada o
particularizada se hace precisamente referencia cuando
hablamos del cuerpo etérico humano, el cual constituye un bien
definido campo magnético que le permite establecer contacto
con el campo magnético de todos los demás seres humanos,
creando la vastísima esfera de relaciones sociales que
condiciona su íntima y personal evolución. Así, el entero
campo de expresión de la vida en todas sus infinitas zonas de
proyección es ETERICO, variando únicamente las condiciones que
determinan que el cuerpo etérico o campo magnético que rodea y
compenetra a todos los seres y a todas las cosas, sea más
sutil o más denso, dependiendo su cualidad vibratoria del
grado de evolución alcanzado. Explicada la idea del cuerpo
etérico y del aura magnética que establece alrededor del
cuerpo físico denso podríamos establecer ahora la siguiente
tabla de analogía:
Vista esta analogía de acuerdo con los
razonamientos precedentes, vamos a identificar ahora a las
tres jerarquías de DEVAS etéricos cuya misión es acumular,
canalizar y distribuir las energías que en su totalidad
constituyen el vehículo etérico de los seres humanos:
a. Una jerarquía dévica de evolución superior a la humana,
tiene la misión de acumular las energías etéricas de vida
procedentes del Sol. Tales Devas, a la vista del observador
esotérico cualificado, aparecen como destellos ígneos de un
intensísimo, esplendente y brillante color dorado. Así, en
literatura esotérica tales Devas son definidos como los
Señores de la Luz Dorada y también como los custodios del
Prana Solar.
[Ver capítulo siguiente: La Actividad de los Devas dorados.]
b. Otra categoría de Devas etéricos, asimismo de gran
evolución, tienen como propósito de sus vidas asimilar las
energías solares y después de bañar con ellas -si podemos
decirlo así- las cualidades íntimas del Logos planetario, las
proyectan sobre el aura etérica del hombre y le infunden calor
vital, una expresión del fuego solar al incidir sobre el campo
magnético de cualquier cuerpo planetario. A la visión del
observador esotérico tales Devas aparecen bajo distintos
matices del color violeta, cuyo brillo y luminosidad varían de
acuerdo con su propia evolución y según sea el desarrollo
espiritual de los seres humanos con los cuales entran en
contacto. Tales Devas constituyen ocultamente el aura de salud
del hombre y crean definidamente el campo magnético o circulo
de expansión etérica dentro del cual realiza éste el proceso
de su evolución física.
c. Hay todavía otro tipo de Devas, llamados esotéricamente los
Señores de la Radiación Magnética, cuyo cometido en la vida de
la Naturaleza es unificar las energías solares y las
planetarias y dotar de forma adecuada al vehículo etérico de
los seres humanos, una forma dinámica y radiante sobre la cual
será estructurado el cuerpo físico denso. A este tipo de Devas
suele denominárseles también ocultamente los Impulsores del
Movimiento, siendo esta denominación muy correcta, habida
cuenta que el necesario equilibrio y la adecuada distribución
de las energías del fuego solar y del planetario, debe
realizarse por medio de la traslación o movimiento de los
fuegos dentro del organismo físico, dinamizando el proceso de
unificación etérica de los NADIS, contraparte etérica del
sistema nervioso en sus dos vertientes, cerebro espinal y
neuro vegetativo, con el de la circulación de la sangre que da
vida al proceso hormonal. El movimiento que surge de la
incidencia del fuego creador de la Naturaleza sobre el
vehículo físico es un agente kármico, relacionado con las
capacidades de absorción de Prana solar y planetario por parte
del Ego en proceso de encarnación física. Los Devas Impulsores
del Movimiento son de color gris azulado y según sea su
evolución o capacidad vibratoria, variarán la intensidad,
pureza y brillo de los colores de sus refulgentes auras, es
decir, que serán de tonalidad casi enteramente gris, y por
tanto con menor movimiento y capacidad de distribución y
traslación, o enteramente azules, de un intensísimo azul
celeste con brillantes resplandores, si se trata de introducir
energía solar o planetaria en los vehículos etéricos de las
individualidades más avanzadas de la Raza.
La vida, el calor y el movimiento reflejan en los niveles
etéricos del Sistema las cualidades íntimas y esenciales que
provienen del Espíritu, del Alma y de la Personalidad humana,
siendo el vehículo etérico del hombre el centro de incidencia
de todas las energías planetarias, solares y extrasolares que
constituyen el vastísimo Esquema de Evolución de todos y cada
uno de los Reinos de la Naturaleza en proceso de encarnación
cíclica.
Los Devas Lunares
Entendemos por Devas lunares, dentro de nuestras
investigaciones esotéricas, a todas aquellas numerosísimas
huestes dévicas de tipo inferior, laborando misteriosamente
dentro de la substancia material para construir las formas más
densas en cada uno de los tres planos físico, emocional y
mental del planeta. La tradición esotérica y mística
transmitida a través de las edades por los verdaderos
CONOCEDORES del mundo oculto, nos asegura que toda substancia
material utilizada en nuestro planeta es de origen lunar y es
un legado histórico que los PITRIS, o grandes Adeptos lunares,
transmitieron a la Tierra hace muchos millones de años en
respuesta a ciertas necesidades planetarias en orden al
proceso general de la evolución solar. Lo cierto es que desde
incontables edades nuestro Logos planetario viene utilizando
aquella substancia material -carente de principio creador-
prefabricada, si podemos decirlo así, durante el largo ciclo
de la evolución lunar, siendo aquel legado histórico o
herencia kármica, uno de los principales fundamentos de la
evolución de los Reinos inferiores de nuestro mundo, es decir,
el mineral, el vegetal, el animal y de los cuerpos físico,
astral y mental inferior o concreto del Reino humano. Se nos
dice esotéricamente al respecto que con la oleada de vida
material o substancia lunar, vinieron también una considerable
cantidad de devas lunares los cuales habían terminado
completamente su misión en nuestro satélite y debían iniciar
aquí en la Tierra un nuevo período evolutivo, siendo tales
devas los que en nuestros estudios esotéricos sobre los
Angeles denominamos los Agentes substanciadores de la Energía.
Algunas de sus cualificadas jerarquías constituyen el ingente
grupo de los elementales constructores a los cuales nos hemos
referido abundantemente durante el curso de este Tratado.
Ahora bien, nuestra consideración esotérica acerca de los
devas lunares deja abierta en las mentes el gran interrogante
que más de una vez habrá intrigado a los sinceros
investigadores del mundo oculto... ¿Qué es de la Luna en el
momento presente? La Luna, tal como se sabe, es un astro
muerto, siendo la prueba de ello -al menos dentro de las
concepciones lógicas que surgen de la utilización del
principio de analogía- que carece de rotación, siendo el
movimiento de rotación un misterio que será resuelto en el
curso de cierta iniciación planetaria. Una de las ideas que
han podido ser captadas a través de la laboriosa serie de
investigaciones esotéricas, es que la Luna carece de rotación
o de movimiento individual e independiente porque en el centro
de su masa de materia no hay FUEGO que la vitalice y dinamice,
tal como ocurre con los demás cuerpos planetarios del Sistema
en donde el Kundalini solar -el tercer aspecto ígneo de la
Divinidad- hace sentir su dinámica presión. Así, pues, el
hecho de que la Luna sea un cuerpo muerto la sitúa en nuestros
comentarios esotéricos, siempre de acuerdo con el inapelable
juicio critico de la analogía, en la posición de cualquier
cuerpo orgánico muerto en la vida de la Naturaleza, es decir,
que se halla en pleno proceso de desintegración. Tal
desintegración -a igual que ocurre con todos los demás cuerpos
físicos en ese estado- emite unas radiaciones negativas que
afectan poderosamente su entorno, siendo nuestro planeta
Tierra el más afectado por ellas, en orden a su proximidad y
también por efecto de una misteriosa vinculación kármica.
Existen, como Uds. saben, ciertas previsiones planetarias
desarrolladas por las naciones más cultas y civilizadas o con
mayores medios técnicos a su alcance, acerca de lo que
podríamos definir saneamiento de la ecología terrestre. Poco
se realiza, sin embargo, en orden a lo que podríamos definir
como ecología extraterrestre, la cual deberá ocupar un lugar
preferente dentro de la atención mundial en el devenir de las
próximas décadas, a medida que la Tierra se haga más sensible
a las influencias cósmicas. Ahora bien, el problema que
plantea nuestro satélite la Luna, siguiendo las directrices de
una adecuada ecología extraterrestre, es de orden inmediato y
no admite dilaciones. Hay unas definidas influencias negativas
de la Luna sobre nuestro planeta, las cuales, observadas desde
el ángulo esotérico, producen los siguientes resultados:
a. Incrementan la actividad de los devas lunares de todos los
órdenes y jerarquías en la vida de la Naturaleza, así como la
de aquellas otras criaturas dévicas planetarias situadas en el
arco descendente o de la involución en nuestro mundo.
b. Activan poderosamente las condiciones nocivas de los
gérmenes, virus y bacterias causantes de todas las
enfermedades físicas planetarias, produciendo trastornos de
orden general y ensombreciendo el aura de salud de la Raza que
es la ofrenda universal de los devas dorados que transmiten
energía solar.
c. Revitalizan a extremos insospechables las formas psíquicas
o egregores negativos que gravitan sobre los ambientes
planetarios, determinando enfermedades de tipo nervioso, altas
tensiones emocionales y dificultades de integración mental en
la vida psicológica de los seres humanos.
d. Estimulan la actividad de los obscuros devas grises del
planeta, cuya misión es estructurar los vehículos físicos de
las formas animales más densas en la vida de la Naturaleza,
algunas de las cuales realizan su evolución en las regiones
más profundas e inaccesibles de los océanos o en ciertos
ignorados niveles geológicos del planeta. Estas formas de vida
animal, gigantescos peces y monstruosos reptiles,
completamente trascendidas desde el ángulo de la evolución del
Logos planetario, constituyen un obstáculo evidente para la
buena marcha de la evolución total en la vida de la
Naturaleza.
e. Intensifican la corriente vibratoria que une a los devas
lunares de más densa vibración con los devas planetarios de
las sombras, responsables del miedo psicológico a lo
desconocido, a la obscuridad, al proceso natural de la muerte
y de las dudas humanas con respecto a la inmortalidad del
alma.
f. Establecen y mantienen una constante sintonía entre las
radiaciones negativas que se nutren de las substancias
etéricas producidas por efecto de la desintegración lunar y
las que provienen de los devas inferiores del propio planeta,
los cuales se alimentan de la densa substancia etérica
procedente de los cuerpos y organismos físicos fallecidos y en
proceso de putrefacción o descomposición, dentro de las áreas
físicas de la Naturaleza.
Démonos cuenta, al llegar a este punto, de la necesidad de que
sean adoptadas prudentes e inmediatas medidas de saneamiento y
de control de las adversas condiciones ecológicas del mundo.
Una de ellas, la aparentemente menos nociva, pero que
ocultamente es la más perjudicial, tiene que ver con el
fenómeno físico de la muerte y sus posteriores consecuencias
en el orden ecológico ambiental, siendo la cremación de
cadáveres, esotéricamente hablando, la técnica más perfecta y
conveniente para liberar los despojos mortales, ya sean de
personas o de animales de la acción condicionante del karma
físico, por cuanto permite la rápida liberación de elementos
dévicos que operan sobre la substancia material y que,
lógicamente, se hallan presentes durante el proceso de
desintegración de la misma, de ahí que será sagrado -desde el
ángulo oculto- el día en que la humanidad como un todo se
decida inteligentemente por el método de cremación o de
incineración de los cuerpos en los cuales se ha producido el
fenómeno físico de la muerte. Habrá entonces, según lo que
hemos razonado anteriormente, mucha menos contaminación física
y astral, por cuanto se habrá logrado restituir rápidamente
mediante el poder del fuego -el único y verdadero elemento
transmutador de la Naturaleza- los átomos ultérrimos, llamados
esotéricamente ANUS, a su fuente universal de procedencia, el
éter primordial del Espacio, sin pasar por los estados
agónicos y dolorosos del elemento tierra, ni por las mil
tribulaciones astrales que implica la permanencia de materia
etérica densa alrededor de los cuerpos físicos en lento
proceso de desintegración, con la consiguiente creación de
focos infecciosos en el aura astral o psíquica del planeta que
favorecen la permanencia de larvas y cascarones astrales,
vivificados o energetizados por entidades dévicas de inferior
vibración, cuyas vidas elementales se nutren precisamente de
la densa substancia etérica que se desprende de estos despojos
físicos de seres humanos y de animales en período de
descomposición. Todo es empezar, tal como vulgarmente se dice,
y, si se inicia la nueva fase ecológica del mundo con un
riguroso sistema de cremación de las formas físicas gastadas
en el seno de la Naturaleza, una mayor oportunidad de
sutilización habrá para los éteres del espacio que constituyen
el aura del planeta y a través de los cuales llegan a nosotros
las energías sutiles correspondientes a los niveles superiores
de nuestro Sistema solar. Otra manera altamente nociva y
peligrosa de contaminación ambiental es la producida por el
mantenimiento artificial de formas muertas, bajo apariencias
de vida, mediante la técnica de momificación y de
embalsamamiento de los cadáveres. El problema se agudiza
cuando estas formas momificadas son expuestas a la curiosidad
del público, tal como ocurre en el caso de los museos y
centros de enseñanza específica sobre etnología, medicina,
ciencias naturales, etc., pues las radiaciones que emiten
tales cuerpos artificialmente integrados, son altamente
perjudiciales y pueden llegar incluso en determinados casos a
interferir magnéticamente en la vida de los Egos que los
utilizaron.
En un concilio de la Jerarquía planetaria celebrado hace unos
años, se planificó una actividad jerárquica destinada a
destruir progresivamente las formas psíquicas creadas en los
ambientes mundiales por las radiaciones etéricas de estas
formas momificadas, cuyo proceso de desintegración natural fue
detenido artificialmente. Una de sus inmediatas previsiones
fue seleccionar de entre los distintos Ashramas de los
Maestros, algunos grupos de discípulos altamente cualificados
para esta misión, los cuales fueron intensamente entrenados en
el arte de disolver las formas psíquicas que por afinidad
vibratoria se agrupaban en torno de los lugares en donde se
guardan restos humanos y cuerpos momificados. El experimento
jerárquico y el trabajo de los discípulos prosigue con éxito
en el intento de paliar los efectos de aquellas causas, aunque
se espera con gran interés y expectación por parte de la
Jerarquía de Maestros, la decisión humana de destruir
definitivamente y por el poder alquímico del fuego, todas
aquellas formas cristalizadas y adulteradas en su natural
proceso de desintegración. Otra de las misiones encomendadas a
tales discípulos -según hemos podido observar- es colaborar
también con los grupos de devas luminosos de los subplanos
superiores del plano físico en el trabajo de sanear los
pesados y negativos ambientes creados alrededor de los
hospitales, cementerios y otros lugares de sufrimiento humano,
tales como las prisiones, los manicomios y los hogares sin
armonía, así como los pesados ambientes psíquicos que se
estructuran en los mataderos de animales y en todos aquellos
lugares del planeta en donde existen grandes conflictos y
profundos sufrimientos humanos. Todas estas densas vibraciones
contribuyen -como Uds. podrán comprender- a elevar el índice
de contaminación ambiental y si bien hay muchos grupos de
Angeles trabajando en el sentido de la purificación de los
ambientes planetarios, secundados activamente por los
numerosos discípulos entrenados en la técnica de destrucción
de las formas psíquicas negativas que envuelven los éteres
planetarios, se precisa realizar un esfuerzo todavía mayor y
de conjunto con la participación de los aspirantes
espirituales y hombres y mujeres de buena voluntad del mundo,
para que puedan ser apreciados efectos realmente
espectaculares dentro de aquel vasto plan de saneamiento
psíquico proyectado por los augustos Responsables del Bien
planetario.
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