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Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
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Los Angeles en la Vida Social Humana


CAPÍTULO I

GEOMETRÍA ESOTÉRICA


La Geometría es el andamiaje de la imaginación. El Arte y la Ciencia se complementan geométricamente. Podríamos decir así que ninguna expresión artística carece de ciencia ni ninguna ciencia carece de arte, de ahí que todo conocimiento proviene del íntimo sentimiento creador, no teniendo otra meta la creación, que inicialmente es percepción, que darle adecuada forma a la imaginación que surge como efecto de los impulsos internos. Existe también, por poco que lo analicemos, un sentimiento de belleza matemática que tiende a la armonía de las formas y de los números, una elegancia geométrica -podríamos decir dévica- que puede ser descubierta por doquier, llegando finalmente a la conclusión de que una ecuación matemática para ser perfecta ha de tener forzosamente belleza. La Ciencia de los Números es la Ciencia de la Forma y no podemos hablar de Geometría Esotérica sin referirnos a la armonía existente entre ambas Ciencias. Con respecto a esa Geometría oculta habrá que tenerse en cuenta también que todos los cuerpos en el espacio se comportan de acuerdo con la posición que ocupan en el mismo con respecto a otros. Sus coincidencias y sus conjunciones, es decir, las figuras geométricas que constituyen en su mutua interdependencia tienen un significado básico, podríamos incluso denominarlo kármico, al ser observadas desde determinados ángulos de visión o perspectiva. La contemplación del Universo desde nuestro particular campo de percepciones tiene una importancia considerable desde el punto de vista esotérico y la mecánica misma de los astros, es decir, sus movimientos apreciables de rotación y traslación, motivarán en el espacio aquellas condiciones íntimas que producen nuestros particulares estados de conciencia.

Creemos que por vez primera, quizás, en los estudios esotéricos, se intenta enlazar la idea del karma solar, planetario y humano con la posición geométrica de los astros en el firmamento. En nuestro caso particular, consideramos al planeta Tierra como centro de nuestras percepciones y al Universo entero como un inmenso campo de perspectiva. Yendo al fondo mismo de esta cuestión podríamos decir que la posición que ocupe un cuerpo en el espacio en relación con otros repercute en su propia estructura molecular. Posiciones similares en el orden estrictamente geométrico engendrarán así parecidas estructuras atómicas y la forma de un elemento químico cualquiera variará sensiblemente según sea la posición que ocupe dentro de su conjunto molecular y sus líneas geométricas de relación con otros grupos de elementos químicos. Hay pues una vinculación en el orden geométrico de acuerdo con determinadas posiciones adoptadas en el espacio por los cuerpos celestes o por los simples elementos químicos, siguiendo la absoluta ley de afinidades, cósmicas, universales, planetarias, humanas y moleculares. Es posible organizar así la vida manifestada, con todo cuanto ello presupone, de acuerdo con conceptos estructurales y disposiciones posicionales y geométricas. De ahí nace precisamente la idea de “las redes espaciales”, una verdadera creación angélica, las cuales al parecer y en orden a la filosofía de la forma o de la geometría esotérica, cubren el entero Universo y según sus combinaciones estructurales, vistas siempre desde el ángulo de la propia perspectiva, determinan ciertos definidos aspectos psicológicos en relación con los centros de visión o de observación.

Habrá que ir pensando también, de acuerdo con tales conclusiones, que el establecimiento de jerarquías espirituales en el orden psicológico vendrá determinado también por la posición geométrica de unas almas con respecto a otras, o por el lugar que ocupen dentro de alguna definida FORMA geométrica adoptada en tiempo y espacio por Aquellas supremas Entidades psicológicas que denominamos esotéricamente Logos cósmicos, Logos solares y Logos planetarios, los Cuales, sin embargo, vienen particularmente condicionados también por el lugar que ocupen en el Espacio absoluto en relación con Sistemas estelares de todavía más elevada trascendencia.

Podríamos hablar asimismo, tal como era la concepción de los grandes Iniciados Druidas, de una geometría de los órganos dentro del cuerpo físico de los seres humanos y de la misión kármica de cada grupo de células o moléculas en relación con el lugar geométrico que ocupen dentro de la totalidad del organismo.

Siguiendo rigurosamente el supremo dictado del principio hermético de analogía no nos será difícil hablar de relaciones kármicas entre órganos y planetas, entre sistemas moleculares y grupos de Universos y admitir aún, dentro de este cuadro de relaciones, que cualquier elemento químico, por pequeño que sea, está en magnética relación con algún cuerpo celeste, siendo un punto geométrico a través del cual una función psicológica, de la naturaleza que sea, tendrá oportunidad de expresarse.

Así, pues, la clave de la expresión universal se halla en la geometría del espacio, es decir, en la forma geométrica de un cuerpo y en el lugar geométrico que circunstancialmente pueda ocupar en el espacio con respecto a la compleja estructura geométrica dentro de la cual su cuerpo con su particularizada forma se halla incluido. Y podríamos deducir, además, dentro de un inacabable cuadro de analogías, que el destino de cualquier ser, sea cual sea la naturaleza de su especie o su jerarquía espiritual, viene inexorablemente condicionado por la forma de su cuerpo físico y por la posición geométrica que adopte dentro de la estructura social de la cual forma parte. Esto puede significar también -si nuestras suposiciones son ciertas- que el Karma como Ley de la Naturaleza es un resultado de la FORMA que adopten y de la POSICION que ocupen, geométricamente hablando, la pluralidad infinita de vidas y de conciencias sujetas al devenir incesante de la evolución. La misma ley y el mismo orden rigen el comportamiento psicológico del ser humano, habida cuenta de que éste, sea cual sea su posición social y evolución interna, ocupa un lugar geométrico definido en el seno de la sociedad humana o contexto social del cual forma parte, siendo precisamente este LUGAR el que le condiciona kármicamente y le obliga a adoptar frente a la vida y a las circunstancias, un comportamiento psicológico definido con una serie de reacciones muy singulares y particularizadas frente al ambiente familiar, social y comunal dentro del cual vive inmerso. Así, de la misma manera que existe una geometría del espacio hay que admitir muy lógicamente también que hay una geometría esotérica que rige el comportamiento humano en todas sus fases de desarrollo durante el proceso de la evolución psicológica.
 


La Ciencia de los Centros

La geometría esotérica tiene que ver mucho, por tanto, con lo que nuestros estudios ocultos llamamos ciencia de los centros, la cual cuida del desarrollo y cumplimiento de los chacras alojados en el doble etérico del ser humano, los cuales son puertas de entrada en el cuerpo físico de todas las posibles energías universales. Habrá así, lógicamente, una geometría particular de los centros de fuerza o chacras, adoptando cada uno visto clarividentemente, una forma geométrica específica de acuerdo con el número de pétalos desarrollados, la cual estará relacionada con ciertos centros cósmicos de los cuales copiará o absorberá aquella definida forma geométrica. No será en vano pues que el centro MULADHARA de la base de la columna vertebral adopte la forma geométrica de la Cruz con cuatro pétalos desarrollados, que el chacra ANAHATA del corazón tenga la forma geométrica o mística de un loto con doce pétalos o que el centro SAHASRARA, el de la cúspide de la cabeza, aparezca como una montaña de fuego dentro de la cual puede apreciarse un loto indescriptible conteniendo mil pétalos... Las energías cósmicas procedentes de centros estelares más allá de la medida de nuestro entendimiento se proyectan sobre todos los centros vivos de la Naturaleza, condicionando sus expresiones y dotándolos de una forma geométrica determinada, sea la que se refiere a un Plano del Universo, a un Reino de la Naturaleza, a una Raza humana o a una definida especie dentro del insondable marco de la Creación.

Hay que tener en cuenta, por tanto, que toda unidad psicológica condicionante de no importa qué tipo de forma geométrica, viene condicionada a su vez por la posición que ocupe dentro de cualquier estructura molecular o social, la cual es un resultado de la unión y relación de un incalculable número de unidades geométricas -en realidad minúsculas vidas dévicas- cada una de las cuales con su particular idiosincrasia, temperamento y carácter psicológico -si podemos decirlo asícuyas reacciones totales dan fe de una estructura determinada, sea atómica, molecular, psicológica o espiritual. Variará lógicamente la calidad de los elementos básicos o unidades geométricas de vida definidas esotéricamente como elementales constructores en uno u otro nivel. Son, en realidad, la vida de Dios en movimiento incesante de traslación, en tanto que la forma geométrica de una determinada estructura tiende, por inercia o por su lento movimiento de asimilación de las energías, a la ley de gravitación, cuya cualidad apreciable desde el ángulo oculto es el movimiento de rotación de los astros. Los dos movimientos antes descritos adoptan también en el espacio una forma geométrica idéntica: la ESPIRAL, lo único que variará en el orden universal es que el movimiento de rotación engendra una espiral que va de la superficie o del espacio hacia adentro, el centro, en tanto que el movimiento de traslación, por el contrario, se proyecta desde el centro hacia el espacio exterior. La creación de un Universo físico, de un planeta, de un ser humano o de un chacra etérico se inicia siempre con la nebulosa cuya forma ESPIRAL gravita hacia un centro espiritual de síntesis, siguiendo un proceso centrípeta de gravitación y origina con este movimiento circular que va de la superficie al centro la fase de substanciación del éter, llevada a cabo por los Devas, a la cual ya nos hemos referido varias veces durante el curso de este Tratado y que progresivamente y después que la fuerza gravitatoria del centro, el SOL, se ha escindido en otros varios centros gravitatorios menores, los PLANETAS, con idéntico movimiento en espiral hacia dentro, se convierte en un Sistema solar. Cada uno de los planetas son unos centros, chacras o expresiones geométricas de las cualidades que el Logos solar trata de revelar a través de las mismas.

Hay por tanto en todo Universo -si es que son ciertas para el Cosmos absoluto las leyes de analogía que rigen para nuestro Sistema solar- dos movimientos principales: el de rotación de cada astro alrededor de sí mismo creando un centro gravitatorio particular y con ello un tipo definido de expresión psicológica y singularidad geométrica y otro de traslación alrededor de un centro de atracción mayor, llámesele Sol, Constelación o Galaxia que le crea un sentido más o menos acentuado de dependencia cósmica. En el aspecto psicológico la fuerza centrípeta o de rotación sobre sí crea el sentimiento de separatividad o de egoísmo, por el contrario, la fuerza centrífuga o de expansión hacia un centro mayor fuera de la propia gravitación despierta, promueve y desarrolla el sentimiento de unidad y de altruismo y aproxima íntimamente al astro a su centro de atracción mayor en donde misteriosamente intuye, presiente o adivina el Espíritu de Síntesis que está en la base potencial del Cosmos absoluto. Parecerá extraño, quizás, que hablemos de cualidades psicológicas al referirnos a los astros que pueblan el infinito firmamento. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en la fase primaria u original de cada cosa se halla una motivación oculta, un tremendo impulso dinámico e inteligente que impele a la manifestación. Ahora bien, considérese que tal impulso dinámico e inteligente no procede de la materia substanciada mediante la cual todas las cosas fueron hechas, sino de un Espíritu creador que reúne en Sí todas las cualidades psicológicas de voluntad, sabiduría e inteligencia a un grado superlativo de exaltación, al cual no pueden acceder nuestros más elevados sentidos espirituales, pero cuya irresistible tendencia es la MANIFESTACIÓN CÍCLICA. La Forma geométrica se hace eco de tal espíritu de expresión psicológica y surgen así del Espacio absoluto todos los cuerpos universales, desde el más pequeño y humilde asteroide a la más absoluta y trascendente Galaxia. Bien, esta idea podrá parecer quizás demasiado abstracta. Aplíquese, no obstante, el principio de analogía; analícense los dos movimientos universales conocidos como rotación y traslación; inténtese penetrar en sus remotas causas originales y se tendrá una idea concreta e intelectual de las trascendentes realidades cósmicas, una ventana abierta a las insondables profundidades del infinito Espacio, la cual puede mostrarle al audaz investigador esotérico las causas supremas de la vida manifestada, así como los orígenes psicológicos del ser humano.
 


El Reino Angélico, El Centro de Equilibrio entre Vida y Forma

Cuando analizamos la relación existente entre la Vida espiritual y la Forma material, entre la Voluntad de Ser y el Propósito de Realizar, observamos los fenómenos producidos en el espacio por las dos fuerzas básicas que rigen el orden cíclico del Cosmos; hacia adentro, hacia el alma espiritual o ser inmanente se halla el secreto psicológico de rotación o de gravitación; hacia afuera, en dirección al Ser trascendente que llamamos Dios, se halla el misterio psicológico de traslación o de expansión cíclica. Esotéricamente -y siempre debo hacer esta obligada aclaraciónse percibe un espacio geométrico que es externo y otro espacio psicológico que es interno. Las condiciones que rigen el Espacio -considerado como una Entidad- son idénticas en los dos casos, pero cuando hablamos de un espacio geométrico introducimos en nuestro estudio el factor tiempo, el cual condiciona desde el centro gravitatorio de todo cuerpo de substancia las cualidades psicológicas que sólo con el tiempo pueden manifestarse y llegar a su plena madurez y perfección. Llegará sin embargo un momento en la vida de todo ser viviente en que el tiempo y el espacio se equilibrarán adecuadamente y constituirán un fenómeno único de conciencia, de unidad o de síntesis. Es en aquel momento solemne en la vida de la Naturaleza, de un Reino, de una Raza, de una Especie o de un ser humano que se cumplirá un destino establecido de perfección y se realizará plenamente un ARQUETIPO, depositario de una Idea de Dios y contenedor de ciertas elevadas cualidades de Sí mismo. ¿Cómo ha sido posible tal prodigio? ¿Cómo se ha realizado tal milagro? Todo en la Naturaleza es un prodigio, todo es un milagro. Pero ha sido realmente la ley del esfuerzo fustigado por el sentido infinito de una gran Necesidad Cósmica de expansión vital el que ha hecho posible que se creara una síntesis, que se conquistara una Verdad y se diera testimonio objetivo de una Ley. El principio de analogía hace el resto mostrándole al investigador esotérico en forma concreta, clara y objetiva la incalculable serie de procesos concatenados procedentes de las dos infinitas vertientes de la Vida, subjetiva y espiritual una y objetiva y material la otra, pero que igual que dos afluentes del mismo río convergen en la majestad infinita del insondable Océano de la existencia universal. El espacio geométrico y el espacio psicológico se han unido y reconciliado después de inmensos periodos de lucha y de conflicto y ya jamás podrán marchar por separado, al menos desde la consideración o punto de vista racional del hombre. Esta idea podría apuntar seguramente hacia metas más elevadas todavía, como por ejemplo, la indagación de las causas supremas de esta acción unificadora de síntesis dentro de la cual lo inmanente y lo trascendente, la gravitación hacia adentro y la expansión hacia afuera, la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga, el ideal y el ARQUETIPO, tiempo y espacio, etc. han llegado a un augusto Centro de Cumplimiento universal.

Ahora bien, los factores cósmicos o los intermediarios divinos que han prestado su colaboración en la magna obra de realizar un ARQUETIPO, es decir, los Ángeles o Devas, realizaron su misión equilibrante entre la Vida y la Forma liberando del seno profundo de los espacios intermoleculares o de las profundidades misteriosas de los éteres universales, las energías cósmicas que producen perfección y armonía. Por ejemplo, en el centro místico de los movimientos de rotación y de traslación de cualquier cuerpo celeste hay un ESPACIO eternamente virgen, libre absolutamente de karma, dentro del cual no opera fuerza gravitatoria alguna, pero que es la causa promotora del equilibrio universal. Y si extremando la idea imaginamos, tal como lo hemos hecho ya en otras varias ocasiones, que tales espacios interespaciales o intermoleculares no están vacíos, sino que están habitados y dinamizados por una especie particular de vida, muy diferente de la nuestra quizás, pero dotada de una increíble y extraordinaria capacidad de síntesis, el Reino Dévico o Angélico, tendremos en nuestras manos el elemento supremamente vital que nos faltaba para poder explicar razonablemente el misterio creador del Equilibrio universal, abarcando la totalidad de la Creación divina.
 


El Arquetipo.

Cuando lo inmanente y lo trascendente de cualquier ser viviente se han unido o reconciliado en cualquier momento del tiempo y en cualquier lugar del espacio, se produce un milagro de rara y espectacular belleza. Platón lo llamaba ARQUETIPO, la síntesis geométrica de belleza alcanzada por un cuerpo en la vida de la Naturaleza, mineral, vegetal, animal o humano. Pero, existe también en el nivel que sea una energía espiritual que ha logrado redención, siendo psicológicamente perfecta su expresión a través de aquella bendita forma, teniendo en cuenta que no puede haber perfección posible en la vida de la Naturaleza si no se realiza previamente un equilibrio verdadero entre una razón interna, o propósito creador, y una manifestación externa por medio de una cualificada forma geométrica. Tal equilibrio no hubiera sido posible a no mediar el tercer factor, aquel poder aglutinante de la energía material y espiritual al que místicamente llamamos ALMA.

Todas las formas de la Naturaleza poseen un Alma que las dota de conciencia y de un impulso vital, dinámico e irresistible que las orienta hacia un definido propósito de redención o, si Uds. lo prefieren, de perfección. Sin embargo, la redención y la perfección no constituyen metas rígidas o estáticas, sino que son antesalas de mayores conocimientos y realizaciones. Por lo tanto, cuando hablemos de Arquetipos en relación con las formas geométricas hacemos referencia a un estadio de perfección orientado siempre a nuevas y más esplendentes perfecciones. De ahí que la perfección que no constituye un fin en sí misma sino que es un eterno movimiento hacia más elevadas realidades, no está condicionada a meta definida alguna, ya que una vez la Naturaleza ha realizado el milagro de un Arquetipo, en el nivel, plano, reino o especie que sea, abre automáticamente la perspectiva de nuevos y más esplendentes Arquetipos o Modelos a realizar.

El Arquetipo del hombre se halla virtualmente en el ser ANDRÓGINO, aquél en cuyo centro de conciencia se han fundido o reconciliado todas las posibles polaridades. Al igual que ocurre con el misterio de la electricidad, cuyo centro de equilibrio o reconciliación es la Luz, el Alma del hombre es el centro de reconciliación entre el Espíritu y la Materia, entre la Vida divina y la forma geométrica del cuaternario inferior, entre el propósito de SER y la acción de REALIZAR. En el centro de la eterna Balanza de la Justicia kármica se halla el alma del hombre, decidiendo, luchando, sufriendo y gozando..., hasta que llega un día en que la Balanza se equilibra, el Espíritu y la Materia ya no luchan entre sí; se hallan perfectamente integrados en el centro causal del Alma y se produce entonces aquel fenómeno humano que esotéricamente se denomina el ANDRÓGINO, la realización perfecta del hombre que ha consumado su destino. La mente humana ya no lucha ni se extiende horizontalmente a la búsqueda de conocimiento y su corazón se halla desapegado y libre de todo deseo. El Fuego de Kundalini circula libremente entonces por todos los centros etéricos; alrededor del SUSUMMA, IDA y PINGALA se hallan perfectamente equilibrados y el Fuego -tal como místicamente se dice- se ha convertido en LUZ, una Luz que orienta hacia las más elevadas realidades cósmicas. En tal estado de realización el cuerpo físico, ya pertenezca a un hombre o a una mujer, deja de sentir atracciones o estímulos de carácter sexual. Nada ni nadie pueden afectar ya este equilibrio estable en la vida de la naturaleza humana y cuando en el proceso cíclico de la muerte física tal esplendente y cualificado cuerpo arquetípico ha de ser abandonado, la conciencia del alma no se refugia en el Devachán, la zona intermolecular o de descanso angélico en el plano mental, sino que se fusiona absolutamente con la Mónada espiritual, el verdadero y único SER del hombre. Si algún nuevo nacimiento tuviera que producirse en el devenir del tiempo, la Mónada o Espíritu se manifestaría físicamente sin necesidad de sujetarse al ordinario proceso de concepción nacido de la dualidad masculino-femenina que rige para todos los seres humanos que no lograron todavía su perfección individual, sino que será realizado por medio de un ímpetu de amor y utilizando creativamente las fuerzas angélicas del espacio para construir el Vehículo adecuado a la realización de ciertos nobles fines que sólo la Mónada espiritual conoce y sirve. A este Cuerpo de radiante y sublime irradiación que el Iniciado crea con ayuda de los Devas superiores se le llama esotéricamente LINGA SARIRE y tiene la propiedad de no envejecer, de estar libre de enfermedades y de persistir en el plano físico todo el tiempo que sea necesario para el cumplimiento de la obra jerárquica aceptada voluntariamente por la Vida infinita de la Mónada espiritual. Otra de sus propiedades es la de hacerse invisible a voluntad y de surgir inesperadamente de los éteres del espacio cuando así conviniere a los propósitos monádicos. Este Cuerpo, un verdadero TALISMÁN viviente está bajo la custodia de ciertos Devas de elevadísima evolución que hacen circular PRANA de las más elevadas regiones del éter a través de cada uno de sus componentes moleculares, construidos únicamente con átomos seleccionados del cuarto nivel etérico y que son atraídos en virtud de un sonido o Mántram especial que pronuncia el Iniciado cada vez que tiene necesidad de utilizar su LINGA SARIRE para poder manifestarse substancialmente en el mundo.

En estas últimas ideas y consideraciones hallarán Uds. no pocos indicios acerca de la actividad de aquellas gloriosas Jerarquías Dévicas, denominadas en algunas partes de este Tratado Esotérico sobre los Ángeles, Señores de los Arquetipos, Quienes, bajo la suave imposición del Adepto, construyen los Cuerpos Sagrados o Langas Sarires necesarios para el cumplimiento de alguna misión especial en el mundo, siguiendo el criterio universal de la Gran Fraternidad Oculta que guía los destinos espirituales del planeta Tierra...

 

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