Vamos a cerrar con unas breves notas el
ciclo de este estudio oculto que hemos titulado en su totalidad
“Un Tratado Esotérico sobre los Angeles”. Estamos seguros que
durante el curso del mismo muchos y muy sinceros aspirantes
espirituales habrán logrado comprender más claramente que antes
los objetivos básicos que persigue la investigación esotérica, la
cual debe culminar virtualmente en la perfecta comprensión del
mundo oculto y en el sentido anhelo de aproximación a todas y cada
una de las infinitas vidas, mayores y menores, que lo integran.
Creemos sinceramente también que después de leer este Tratado el
aspirante espiritual se sentirá más dispuesto para penetrar en las
profundidades místicas de su ser, en un intento supremo de
descubrir en aquellas divinas interioridades el brillante hilo de
Luz que enlaza mágica y misteriosamente su vida individual con
todas las corrientes de vida del Cosmos. La comprensión exacta de
la ley de Fraternidad y de sus eternas motivaciones en la vida del
hombre es la meta inmediata de todas las investigaciones ocultas,
unas investigaciones que deberán culminar un día en la experiencia
trascendente de la liberación del alma. No hay tarea más noble en
la vida de un ser humano que el esforzarse por comprender a los
demás, sabiendo que en ese término de los demás han de ser
incluidos nuestros hermanos los Angeles y todas las humanidades
dentro y fuera del Universo que, a igual que nosotros, viven,
piensan y sienten y están llenas de motivaciones ocultas hacia el
Bien universal.
Este Tratado esotérico carecería evidentemente de valor si no
hubiese logrado introducir en sus textos algunos argumentos
sólidos acerca de la vida oculta de la Naturaleza, capaces de
merecer la atención científica, singularmente los que tratan de la
polaridad humano-dévica en cuyas insondables raíces cósmicas se
gesta el impenetrable misterio de la electricidad, o sobre el
mágico poder que se agita en la profundidad desconocida de los
éteres del Espacio capaz de producir el milagro de cualquier tipo
de manifestación de Vida, desde la germinación de la humilde
semilla que se convertirá en el majestuoso árbol o la gestación de
la misteriosa simiente que dará lugar al ser humano con todos sus
poderes y facultades... ¡¡Devas, devas por doquier, en la tierra,
en el agua, en el fuego, en el viento y en el éter, así como en
cada uno de los deseos, sentimientos y pensamientos de los
hombres!!... Sólo hay que abrir los ojos para ver y afinar
cuidadosamente los oídos para oír. El eterno secreto de la
Naturaleza y de la Vida del propio Dios se halla hoy más cerca que
nunca del hombre que sinceramente lo busque en las reconditeces
íntimas del propio corazón...
No vamos a insistir, sin embargo, en conceptos que quedaron
claramente establecidos en las páginas de uno u otro de los tres
libros que constituyen este Tratado Esotérico. Sólo deseamos
recordar con mucho afecto y comprensión que las ideas contenidas
en los mismos deben ser cuidadosamente examinadas, no aceptadas
indiscriminadamente porque puedan aparecer como muy claras al
primer intento o categóricamente rechazadas porque sus conceptos
no guardan una aparente similitud con los conocimientos
adquiridos, es decir, con lo que intelectualmente se sabe o que
corrientemente se acepta como verdad. El aceptar por negligencia o
el rechazar por sistema son las grandes dificultades del Sendero.
Invitamos pues a desarrollar el discernimiento y a evocar la duda
inteligente. Nos encontramos ya muy cerca del final de este siglo
XX, un siglo marcado por grandes acontecimientos mundiales, con
grandes descubrimientos científicos y espectaculares avances en el
orden técnico, pero caracterizada también por una serie
impresionante de guerras, cataclismos y desastres que han asolado
y continúan asolando la vida de la humanidad, quebrantando las
leyes de la fraternidad y de la justicia y rindiendo únicamente
culto a la ambición, al egoísmo y a la codicia que -pese a los
prodigiosos avances en el orden técnico y material- mueven todavía
grandes sectores sociales y un increíble número de corazones
humanos.
Se impone, por tanto, una serena reflexión acerca de las ideas
contenidas en estos tres libros, singularmente las que hacen una
directa referencia a la fraternidad angélica, en la seguridad de
que la Verdad y el Testimonio inefable del Bien común penetrarán
en el ánimo del lector y lo liberarán del apego a las efímeras
conquistas materiales, las cuales pertenecen al tiempo y forman el
polvo perecedero con que suelen revestir sus auras inmortales los
hombres de la Tierra.
Dedicamos nuevamente nuestro cálido y sentido agradecimiento a los
Angeles amigos que tan gentilmente nos ofrecieron su ayuda en el
intento de descubrir los Misterios de su Reino y nos hicieron
partícipes del tesoro de gracia que emana de sus serenas y
esplendentes Vidas. Este es, al final de este Tratado Esotérico
sobre los Angeles, el sentimiento que embarga nuestro corazón
humano y que nos ha orientado en el devenir de nuestras
investigaciones, sabiendo intuitivamente que se trataba de una
Obra jerárquica llena de enseñanza oculta y trascendente para
todos los sinceros aspirantes espirituales del mundo. Acéptese
pues el testimonio íntimo de nuestra humilde ofrenda y el
encendido fervor de nuestra eterna plegaria...
En las Montañas de Montserrat bajo el Signo de Libra, de 1980.
Vicente Beltrán Anglada