En busca del silencio

 

 

 

Vivir en el siglo XXI en una ciudad es estar acostumbrado al ruido ambiental, que uno no se da cuenta de la contaminación acústica  hasta que se va unos días al campo, también se toma conciencia de la contaminación del aire, a no ser que se lleve los cigarros al campo, y es entonces cuando el agricultor se hace a la idea de cómo de irrespirable tiene que estar el aire en la ciudad.

 

Ser agricultor en esta época tiene sus ventajas, somos tan pocos que si alguien de la ciudad quiere sumarse le dejamos sitio, total en pocos años seremos media docena en toda Europa, aparte de lo idílico de comerte tus propias zanahorias y tomates, estas mas cerca de ti mismo y de los demás, por estar mas cerca del silencio.

 

El techo de la oficina es el cielo, las nubes y las estrellas, mirando las nubes te ves viajar con ellas, como han crecido en el mar, como han dejado parte de su ser en su viaje por laderas y valles, en lo alto de la montaña mas alta han dejado parte de si mismas en forma de nieve, en la llanura en forma de lluvia, pero siguen allá arriba, generosas dando lo único que tienen, el agua, que en su forma mas sutil son la propia nube, para así poder llevar hasta el último rincón del planeta su precioso don de vida, pero siguen allá arriba trasportando y comprobando que los bosques, los prados y las huertas están lo verdes que tienen que estar y que los ríos no les hace falta agua para llevar la vida hasta el último rincón cuando ellas están de viaje, siguen allá arriba dando pero desapegadamente, para poder seguir dando a todos.

 

Que decir de las estrellas, que decir de contemplar miles de universos con sus esplendentes geometrías, que decir de sentirse tan pequeño como un átomo, pero tan feliz de que ese átomo forma parte del universo.

 

El suelo es la propia tierra que te ayuda a recordar que no eres tan sutil como las nubes, ni tan puro como las estrellas, que hay trabajo que hacer.

 

El gallo y la oca saludan el Sol que emerge de las aguas del este, trae el fuego que con el agua, la tierra, el aire y la semilla es la vida.

 

La semilla que emerge de la oscuridad de la tierra, ya reclama la luz, que hasta el último de sus días la buscara, como el agua, el aire y los minerales de la tierra.

 

No buscara pero si agradecerá, la atención de quien anda sobre la tierra, pero busca a las estrellas, el hombre.  

 

Quien anda sobre la tierra, dedicando su atención a las plantas, siente el silencio, hasta que descubre que el silencio no existe, por que siempre hay un silencio mas sutil que escuchar.

 

Un día dirige su atención al mundo de los hombres, y sus sentidos se colapsan.

 

El aire ya no es puro, los pulmones no pueden con el humo, ni la mente con laberínticas formas mentales carentes de sencillez, sutilidad y belleza.

 

El agua ya no es cristalina, ni fiel reflejo del alma, ahora el agua es reflejo de incontables deseos insatisfechos, el agua ya no sacia la sed, por que se quiere retener.  

 

Ya no hay tierra bajo los pies para recordar que no es hora para volver a las estrellas, que hay trabajo que hacer, plantas, animales y hombres a quien prestar atención.

 

Ahora hay asfalto bajo los pies, el chapapote salido de las entrañas de la vieja tierra, que recuerda que hubo un tiempo en el que grandes bosques y animales, fueron tragados a la oscuridad del fondo de la tierra, que nos recuerda que los viejos egregores están ahí, llamando a la puerta de nuestra imperfección, aislándonos de la tierra que con el agua, el aire y el fuego del Sol emerge la vida.

 

El fuego del Sol ya no ilumina el camino del medio, ni la síntesis de los opuestos,  ya no se puede ver el laberinto desde las alturas del Sol, ahora solo tenemos luz para ver nuestra pequeña esquina.

 

Así que un día el que buscaba las estrellas se dio cuenta que solo buscaba corazones incompletos, por que el suyo ahora también lo era.

Decidió que el mundo de los hombres era muy ruidoso, confuso e insatisfecho.

 

Y sus pies volvieron a pisar la tierra, a respirar la sencillez, a viajar con las nubes, a sentir la plenitud del Sol, a encontrar las estrellas.

 

Descubrió un universo en cada planta, la caricia del viento, y en el silencio las mas bellas sinfonías jamás creadas, hasta que los sonidos del silencio y el fueron uno.

 

Entonces volvió a dirigir la atención al mundo de los hombres, seguía habiendo la misma contaminación, de ruidos, del aire, deseos perdidos dispersando los corazones humanos en esperanzas irreales, formas mentales erróneas, caducas o estancas, dispersando la atención de los hombres en mil caminos.

 

Pero esta vez los efectos de la contaminación no llegaron a el, por que las plantas le enseñaron a limpiar el aire, las nubes a purificar el agua, del viento aprendió a dispersar las brumas de la confusión, y a llegar a todas partes para poder conocer y dar, y del Sol a purificar por el fuego su propio corazón. 

 

***

 

Buscar el silencio en un lugar ayuda, sobre todo a darnos cuenta que el ruido lo llevamos encima, y que es allí donde tenemos que buscarlo en nuestro corazón y en nuestra mente.

 

Al cabo del día generamos decenas de pensamientos que no están relacionados entre si, les prestamos un rato atención y los dejamos, pero ellos no nos dejan, son nuestra creación y deambulan a nuestro alrededor como basura espacial, buscamos en el silencio inspiración y en ocasiones nos topamos con  cascarones de formas mentales a la deriva, ya sean propios o ajenos, hay que estar alerta para distinguir de donde vienen las ideas, de lo alto solo vendrán en momentos de serena armonía, de paz con todo lo que existe.

 

Si hay deseo emocional la inspiración vendrá del plano astral aunque se disfrace con materia mental, vendrá según el estado de animo y la intención, y nos hará creer que viene de donde creamos creer.

 

Cuando aceptamos el mundo como es, cuando nos dejamos llevar por la inercia de la sociedad, nutrimos la mente de formas mentales ajenas, la mayoría de ellas ya descartadas por sus creadores, y al mismo tiempo nosotros creamos, alimentamos y emitimos al espacio nuevas formas mentales de las que apenas somos conscientes y menos nos hacemos responsables, generando así un gran ruidoso basurero mental.

 

Al tomar conciencia de que el mundo es manifiestamente mejorable, solemos coger el camino de la acción aparente, nos decimos que hay que hacer algo, que hay que romper la cadena de la inercia, de la indecisión y de la omisión, cuando nos preguntamos que hay que hacer algo, elaboramos un plan:

 

Estudiar quien es el culpable de tanta injusticia, hambre, enfermedad, etc. En una primer ojeada veremos a los dirigentes políticos, económicos, religiosos, militares etc, como las cabezas visible de tanta maldad y desatino.

 

El comprobar que otros seres humanos que tienen el poder de arreglar el mundo y en vez de eso lo empeoran nos produce desazón e indignación.

 

Esto nos ocurre por que enfocamos nuestra atención sobre las formas mentales de lo incorrecto, del mal, y al hacerlo las estamos alimentando cuando creemos que estamos luchando contra ellas.

 

Hay que tratar de ver la injusticia, de querer hacer algo, pero con el corazón lleno de amor y confianza, por que aportamos al mundo aquello que llevamos en el corazón y en la mente.

 

Si el corazón esta inquieto, por que el mundo esta inquieto, silenciemos el corazón, no dejemos que las formas mentales de las cosas incorrectas que hay en la vida lleguen a el, profundicemos en el silencio, busquemos el arquetipo de cómo tenia que ser el mundo en estos momentos, como si todos y cada uno ya nos amaramos los unos a los otros.

 

Cuando veamos el arquetipo del mundo de rectas relaciones, estaremos dando a la utopía la oportunidad de que deje de serlo para ser real.

 

El arquetipo de lo que debe ser, se oculta detrás de la estructura de lo que es, alimentada por el karma y la inercia de la sociedad que genera nuevo karma.

 

Tratemos de ver el mundo de rectas relaciones como un hecho, por que alimentamos aquello que prestamos atención.

 

Tratemos de ver el modelo de lo que debe ser, en cada una de las situaciones con que nos encontremos cada día.

 

Tratemos de ver la botella tal y como es, con desapego, no importa que este medio vacía, ni medio llena, huyamos del pesimismo, pero también del entusiasmo que puede durar un par de horas, o hasta que nos bebamos lo que queda de la botella,  la realidad que se oculta detrás de las brumas es mucho mas esperanzadora.

 

Busquemos el punto de síntesis de todas las situaciones, de todas las cosas, de todos los seres, el silencio de la síntesis, el espacio neutro que oculta la chispa del éter primordial.  “veo tu oscuridad, pero no me importa, por que veo la luz que hay en el fondo de tu corazón, que desea ser liberada, que necesita la atención de un hermano”.

 



El foro VBA --y sus talleres de trabajo-- es una Comunidad espiritual
dedicada a honrar la vida y obra de Vicente Beltrán Anglada
a través de la meditación, el estudio y el servicio.
 
 

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2014-08-17