Credo a la Bandera de la Paz


Ante esta Benemérita Bandera Universal, prometemos honrar este símbolo, luchando incansablemente por la Paz.

Anhelamos que acaben las guerras entre las naciones, pero también que terminen las luchas entre hermanos y compatriotas, y que las rencillas personales desaparezcan de la Tierra, para que reine el amor entre los hombres.

Sabemos que la Paz empieza en el corazón de cada hombre, la engendra cada uno dentro de sí mismo.

Por eso, ante esta Benemérita Bandera que encarna el saludo de Cristo: "LA PAZ SEA CON VOSOTROS", postramos el alma y nos comprometemos diciendo:
 
Prometo aquí solemnemente no albergar nunca más odio alguno. Noche con noche me lavaré de cualquier resentimiento y sonreiré muy cordialmente en la oscuridad, a quien en ese día o en día distante me hizo daño.

Todos exigimos el desarme de los países. Mas yo empezaré por desarmarme de represalias y venganzas.

Impediré que los niños y los jóvenes hereden los odios ancestrales de su nación contra otra nación.

Amaré como compatriotas a quienes no lo son y habiten en cualquier región del planeta, sin importarme las diferencias de raza, política o religión, pues no miraré lo que nos distingue y separa, sino aquello en que coincidimos, nuestra esencia divina.
 
De esta manera, llegará el día en que se derrumben murallas y fronteras y ya nadie se sienta extranjero en ninguna parte.

Prometo aquí solemnemente, ser cada día más el hermano de los hombres próximos y distantes, y convencerme por fin, que todos somos uno, por ser hijos de un mismo Padre: de Dios que se llama Amor.
 
En resumen, yo, ser humano, voy a ser pacífico, para llegar a ser pacificador.

¡Que escuchen este juramento mi conciencia, la Bandera de la Paz y Dios!
                                                
Auspicia 

 

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2014-08-17