El FUNDAMENTO DE LA NO SEPARATIVIDAD

" La realidad a que me refiero es que no existe una posible separatividad en nuestra vida planetaria manifestada, ni en ninguna otra parte, ni siquiera más allá de nuestro "círculo no se pasa" planetario. El concepto de separatividad y de aislamiento individual es una ilusión de la mente humana que aún no está iluminada. Todo lo que existe (cada forma, todo organismo existente en cada forma, todos los aspectos de la vida manifestada en cada reino de la naturaleza) está íntimamente relacionado entre sí a través del cuerpo etérico planetario (del cual todos los cuerpos etéricos son partes integrantes) que subyace en todo lo existente. Por poco que pueda significar e inútil que pueda parecer, la mesa en que se escribe, la flor que se tiene en la mano, el caballo que uno monta, el hombre con quien se conversa, comparten la vasta vida circulatoria del planeta a medida que fluye en todo aspecto de la naturaleza forma a través y fuera de él. Las únicas diferencias existentes residen en la conciencia, particularmente en la conciencia del hombre y en la de la Logia Negra. Existe sólo UNA VIDA que fluye por todas las formas, las cuales constituyen, en conjunto, nuestro planeta –tal como lo conocemos.

Todas las formas están relacionadas, interrelacionadas y son interdependientes; el cuerpo etérico planetario las mantiene unidas de manera que aparecen, ante los ojos del hombre como un Todo coherente, cohesivo y expresivo, ante la percepción de la Jerarquía, como una gran conciencia en desarrollo. Las líneas de luz pasan de una forma a otra. Unas son brillantes, otras débiles, algunas se mueven o circulan con rapidez, otras están aletargadas o son lentas en su interacción, unas circulan con facilidad en algún reino particular de la naturaleza y otras en otro; algunas vienen desde distintas direcciones, pero todas están en continuo movimiento, es decir en constante circulación. Todas pasan, penetran y atraviesan cada forma y no hay un solo átomo en el cuerpo que no sea receptor de esta energía viviente y móvil; no existe ni una sola forma que no "mantenga su forma y vivencia" debido a este determinado flujo y reflujo; en consecuencia, no hay ninguna parte del cuerpo de manifestación (parte integrante del vehículo planetario del Señor del Mundo) que no está en complejo y a la vez en completo contacto con Su divina intención."

Telepatía y Vehículo Etérico, pág.120

 

A todos cuantos suspiráis ardientemente por la Liberación y sufrís intensamente por  ella,  dejando a cada paso y en cada ignorado  recodo del camino, girones de vuestro yo vencido... ¡Benditos seáis en nombre del Maestro!" 

-VBA, Los Misterios del Yoga, pág. 7

Casi un objeto
 
    El hombre se despertó. Sentía la angustia de no haber soñado. Por primera vez en millares de años no había soñado. ¿Le había abandonado el sueño en la hora en que había regresado a la tierra donde habia nacido? ¿Por qué? ¿Qué presagio? ¿Qué oráculo sería? El caballo más lejos dormía aún, pero ya inquietamente. De vez en cuando agitaba las patas traseras, como si galopase en sueños, no suyos, que no tenía cerebro, o solamente prestado, sino de la voluntad que los músculos eran. Echando mano de una piedra saliente, ayudándose con ella, el hombre levantó el tronco y, como si estuviese en estado de sonambulismo, el caballo le siguió sin esfuerzo, con un movimiento fluido en el que parecía no haber peso. Y el centauro salió a la noche.
 
José Samargo
 

 
La Casa de Asterión
 
Y la reina dio a luz un hijo que
se llamó Asterión.
Apolodoro: Biblioteca,  III, I
 
    Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) [El original dice catorce, pero sobran motivos para creer que, en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.] están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de palacios pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un sólo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas pelgarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se presternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
 
    El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
 
    Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cuaquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocaremos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
 
    No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casas están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que en una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y templos. Todos están muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar solo una vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Aserión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
 
    Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oido alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con una cara de hombre? ¿O será como yo?
 
 
    El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
 
    --- ¿Lo creerás Ariadna? -- dijo Teseo --. El minotauro apenas se defendió.
 
Jorge Luis Borges

                                                 SOY

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

(Jorge Luis Borges)


L A S  R E G L A S  D E L  C A M I N O

 

 

1) EL CAMINO DEBE RECORRERSE A LA PLENA LUZ DEL DIA QUE PROYECTAN EN EL SENDERO AQUELLOS QUE SABEN Y DIRIGEN. NADA PUEDE OCULTARSE, Y EN CADA VUELTA DE ESE CAMINO EL HOMBRE DEBE ENFRENTARSE A SÍ MISMO.

 

2) EN EL CAMINO LO OCULTO QUEDA REVELADO. CADA UNO VE Y CONOCE LA VILLANIA DEL OTRO. SIN EMBARGO, A PESAR DE ESA GRAN REVELACION NO ES POSIBLE VOLVER ATRAS, DESPRECIAR A LOS DEMAS NI VACILAR EN EL CAMINO.

EL CAMINO PENETRA EN EL DIA.

 

3) ESE CAMINO NO SE RECORRE SOLO. NO HAY PRISAS. SIN EMBARGO NO HAY TIEMPO QUE PERDER. CADA PEREGRINO, SABIÉNDOLO, ACELERA SUS PASOS, HALLÁNDOSE RODEADO POR SUS SEMEJANTES.

ALGUNOS LOGRAN PASAR ADELANTE, ÉL LOS SIGUE. OTROS CAMINAN DETRAS, ÉL MARCA EL PASO. PERO NO CAMINA SOLO.

 

4) TRES COSAS DEBE EVITAR EL PEREGRINO. PONERSE UN CAPUCHON O VELO QUE OCULTE SU ROSTRO A LOS DEMAS; LLEVAR UN CANTARO DE AGUA QUE SOLO CONTENGA AGUA SUFICIENTE PARA SUS PROPIAS NECESIDADES Y UN BACULO UNICAMENTE PARA SÍ.

 

5) CADA PEREGRINO EN EL CAMINO DEBE LLEVAR CONSIGO LO NECESARIO; UN RECIPIENTE CON FUEGO PARA DAR CALOR A SUS SEMEJANTES; UNA LAMPARA QUE ARROJE LUZ SOBRE SU CORAZON, A FIN DE QUE SUS SEMEJANTES PUEDAN VER LA NATURALEZA DE SU VIDA OCULTA; UNA BOLSA DE ORO QUE NO HA DE ESPARCIR POR EL CAMINO, SINO COMPARTIR CON OTROS; UN ANFORA SELLADA EN LA QUE LLEVA TODAS SUS ASPIRACIONES A FIN DE OFRECERLAS A AQUEL QUE ESPERA EN EL PORTAL PARA DARLE LA BIENVENIDA.

 

6) CUANDO EL PEREGRINO RECORRE EL CAMINO DEBE TENER EL OIDO ATENTO, LA MANO DADIVOSA, EL CORAZON CASTO, LA VOZ DE ORO, EL PIE LIGERO Y EL OJO ABIERTO QUE VE LA LUZ. SABE QUE NO CAMINA SOLO.

 

 

Discipulado en la Nueva Era I, 583-


ESTANZAS PARA DISCIPULOS

EL SENDERO

 

"No trates, oh dos veces bendito Ser, de alcanzar la esencia espiritual antes de que la mente absorba. Así no se busca la sabiduría. Sólo a aquel cuya mente está sujeta, y observa al mundo como un espejo, puede confiársele sin peligro el sentido interno. Sólo a aquel que sabe que los cinco sentidos son una mera ilusión y que nada permanece, excepto los dos que están por delante, puede revelársele el secreto de lo Cruciforme traspuesto.

 

El sendero que huella el Servidor, es el del fuego que pasa a través de su corazón y conduce a la cabeza. No es el sendero del placer ni el del dolor, por el cual se obtiene la liberación y se llega la sabiduría. Trascendiendo ambos y fusionando el dolor con el placer se alcanza la meta, la cual yace delante como punto de luz, percibido en la oscuridad de una noche invernal. Ese punto de luz recuerda un pequeño candil de alguna lóbrega bohardilla, pero -debido a que ese sendero conduce hacia esa luz, es hollado mediante la fusión de los pares de opuestos- ese frío y parpadeante punto, aumenta en constante radiación, hasta que la cálida luz de alguna ardiente lámpara despunta en la memoria del viajero errante en el camino.

 

Sigue adelante, oh peregrino, con firme perseverancia. No hay candil ni lámpara terrestre alimentada con aceite. La radiación aumenta hasta que el sendero finaliza en un esplendor de gloria, y el viajero errante en la noche, se convierte en el hijo del sol, y penetra en los portales de ese radiante orbe."