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Vicente Beltrán Anglada

 

L.T.V., en reconocimiento sincero de la absoluta filiación espiritual que trasciende el Karma y su infinita secuela de muertes y nacimientos…

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CAPÍTULO VI: EL MISTERIO DE LOS SIETE RAYOS

Tal como anuncié en una de nuestras conversaciones anteriores, vamos a iniciar hoy el estudio del interesante y profundo tema de “LOS SIETE RAYOS”, intentando descubrir conjuntamente su procedencia, su significado y su augusta finalidad en relación con el proceso de evolución de nuestro Universo. Aceptada como lógica la idea de una Jerarquía espiritual planetaria que dirige la evolución de la humanidad, la representación del Quinto Reino de la Naturaleza, el de las Almas liberadas, tomaba cuerpo y consistencia objetiva en nuestra mente y nos invitaba a penetrar en el estudio de los misterios espirituales que constituyen aquel Centro infinito de redención del género humano. No vamos a repetir aquí cuanto dijimos en una anterior conversación acerca de la instauración, funciones y finalidad del Quinto Reino, o de la Gran Fraternidad Blanca, tal como esotéricamente se lo denomina, aunque sí nos será de utilidad insistir sobre el hecho de que el Centro total de la evolución en nuestro planeta es aquel SER, conocido ocultamente bajo el nombre místico de SANAT KUMARA, quien rige los destinos del mundo y de todo cuanto en el mismo “vive, se mueve y tiene el ser”, secundado estrechamente por otras seis grandes Entidades espirituales de elevadísima trascendencia a quienes la tradición esotérica denomina Budas esotéricos o Budas exotéricos, según sea el carácter interno o externo de su TRABAJO en relación con la evolución planetaria. La idea de este grupo central constituido por SANAT KUMARA, el Señor del Mundo y los seis Budas antes descriptos nos introducirá en el estudio de los SIETE RAYOS que iniciamos hoy, ya que cada uno de ellos excelsos Seres encarna alguna de las Siete Cualidades distintivas del Logos de nuestro Sistema Solar, cuyas corrientes de energía constituyen precisamente los SIETE RAYOS, que constituyen en su totalidad la Vida de nuestro Universo.

Hecha esta pequeña introducción vamos a intentar aclarar ahora el sentido de los Rayos cósmicos que condicionan la vida solar. Para ello será necesario que nos remontemos a las causas motivadoras de nuestro Universo, ya que sin una concepción más o menos objetiva o intelectual de las raíces cósmicas del mismo, nos resultaría poco menos que imposible comprender el origen de los Siete Rayos, tal como se manifiestan en nuestro Sistema Solar y muy concretamente en nuestro planeta.



A. GENEALOGÍA DEL UNIVERSO

Leyendo en los anales esotéricos y místicos del pasado reflejados en las páginas de los antiquísimos Libros de Jerarquía, hallamos esta curiosa y al propio tiempo aleccionadora idea acerca del principio de nuestro Universo: ‘‘…Los Siete grandes RISHIS de la OSA MAYOR tomaron como esposas a las Siete gráciles Vírgenes de las PLÉYADES”. Tal es aparentemente, y según se refleja en nuestro entendimiento, el origen místico de la frase “maridaje celeste”, a partir del cual se inició el proceso cósmico que dio vida a nuestro Universo. Más adelante puede leerse: “SIRIO, la rutilante estrella que inundaba con su Luz las grandes soledades cósmicas, sancionó desde su elevada y misteriosa Atalaya aquella indescriptible e inmaculada unión y envió para santificarla a uno de SUS HIJOS MUY AMADOS, quien era allí MAESTRO DE MAESTROS Y DIGNÍSIMO EN AMOR Y SACRIFICIO”. No podría ser descrito más gráfica ni poéticamente el Misterio de la Encarnación, realizado en los altos niveles cósmicos por medio de este SER, de “quien nada puede decirse”, que es el Señor de nuestro Universo y que aparentemente procede de la gran estrella SIRIO de la Constelación del CAN.

Analizando este grupo de ideas desde el ángulo esotérico de la analogía, podríamos llegar a las siguientes conclusiones:

a. La Constelación septenaria de la OSA MAYOR es de orden positivo y de carácter masculino.

b. La Constelación de LAS PLEYADES, asimismo septenaria, es de orden negativo (en relación con la OSA MAYOR) y de carácter femenino.

c. La Conjunción magnética de ambas Constelaciones o “Maridaje Celeste”, aprovechando óptimos planos de incidencia cósmica, determinó una respuesta desde SIRIO. Es la concepción física de nuestro Sistema Solar y la encarnación del Logos de nuestro Universo.

De este triple Misterio al cual hacen referencia sutil y mística la mayor parte de los llamados “Libros Sagrados de la Humanidad”, se deriva la concepción, estructura física y expresión psicológica de este Universo de cuyo contenido espiritual formamos parte. Se trata, como verán ustedes, de darle una explicación lo más racional que nos sea posible a todo cuanto en relación con nuestro Universo fue encubierto por los secretos velos de un elevado Misterio espiritual. No olviden ustedes que estamos viviendo hoy día bajo la tremenda presión de los grandes avances científicos y tecnológicos y que las verdades esotéricas deben ser analizadas muy concreta y analíticamente por los investigadores de las verdades ocultas de la Naturaleza. Así pues en nuestra conversación de hoy trataremos de darle consistencia científica a las ideas esotéricas que nos fueron transmitidas a través de las alegorías poéticas y místicas de los Libros Sagrados que salvaguardan la gran tradición hermética de la Sabiduría.

No podríamos darle en verdad una explicación intelectual o racional, es decir, comprensible, a la expresión septenaria de la Naturaleza sin remontarnos previamente a las elevadas Fuentes místicas que encubren las altas verdades espirituales y fueron causa y motivo de la SÉPTUPLE CONSTITUCIÓN y expresión Universal. Les ruego, por tanto, mediten atentamente cuanto hemos dicho hasta aquí con respecto a los orígenes de nuestro Universo. Apliquen la analogía y sin tratar de forzar la mente, ya que una mente sujeta al esfuerzo difícilmente puede comprender el alcance de cualquier posible verdad, sigan atentamente el proceso. Aparecerá así indudablemente ante su vista un extenso cuadro de valores psicológicos realmente insospechables que hará posible que a partir de aquella primera “Gran Concepción Universal Septenaria” realizada en niveles cósmicos, podamos empezar a hablar psicológicamente de los SIETE RAYOS y a ver algo más claro cuanto a través de la tradición esotérica y mística nos comunicaron los libros de teosofía y de elevada concepción filosófica.

La estructura espiritual y física de nuestro Universo se fundamenta en las dos grandes corrientes de vida septenaria que fluyen por medio de las Constelaciones de la OSA MAYOR y de las PLÉYADES. La organización de tales corrientes de vida y energía y su distribución en orden a densidades -si podemos utilizar esta expresión- determina la creación de los Siete Planos del Sistema Solar, de los cuales emanan las energías que determinan los Siete Esquemas terrestres, las Siete Cadenas planetarias, las Siete Rondas de cada Cadena, los Siete planetas de cada Ronda, los Siete Reinos de la Naturaleza, las Siete Razas humanas, cada cual con sus siete correspondientes subrazas, las Siete modificaciones del Eter, las Siete cualidades de la Luz, o siete colores del espectro solar, las Siete Notas fundamentales del Sonido y, en lo que a la humanidad respecta, los Siete tipos psicológicos, los Siete grandes centros etéricos de distribución de la energía, denominados técnicamente CHACRAS, cada cual con su correspondiente glándula endocrina, etc., etc. Como ustedes verán, y tal como la analogía nos lo demuestra, el Macrocosmos y el microcosmos se complementan en este denominador, común que en los estudios esotéricos es denominado LOS SIETE RAYOS. A partir de momento sólo deberemos ir concretando detalles dentro de la impresionante majestad del conjunto que iremos estudiando y tratar de darle validez científica al hecho psicológico del hombre como un Septenario que refleja en su vida todo cuanto ocurre en los vastos océanos de lo Cósmico, ya que, según dicen todas las grandes religiones del mundo “el hombre es hecho a imagen y semejanza de la Divinidad”.


B. LOS PLANOS DEL SISTEMA SOLAR

[NB: ver diagrama AAB-DK relacionado]

De acuerdo con los estudios esotéricos, tales son los Planos o niveles donde se proyectan y desde donde se distribuyen las energías de los SIETE RAYOS:

Rayo 1º  PLANO ÁDICO (el de la propia Divinidad)
Rayo 2º  PLANO MONÁDICO (o Espiritual)
Rayo 3º  PLANO ÁTMICO
Rayo 4º  PLANO BÚDICO  (Tríada Espiritual)
...........................Abstracto
Rayo 5º  PLANO MENTAL (El Ángel Solar)
...........................Concreto
Rayo 6º  PLANO EMOCIONAL
............................Etérico
Rayo 7º  PLANO FÍSICO  (La Personalidad Humana)
...........................Denso

Siempre de acuerdo a cuanto hemos aprendido en los libros ocultistas, habrá que señalar algo que ustedes quizás ya saben, o sea, que los Planos Atmico, Búdico y Mental constituyen los niveles expresivos de la llamada TRÍADA ESPIRITUAL, o expresión monádica -tal como se expresa por medio del Ángel solar en el tercer subplano del Plano mental. Hay que remarcar también que el aspecto concreto de la MÓNADA, o Manas inferior, constituye el intelecto humano el cual, unido a los componentes kármicos invocados desde los niveles emocionales y físicos, constituyen la entidad psicológica que técnicamente definimos como “Personalidad Humana”.

Nada vamos a hablar hoy sobre las expresiones particulares de un Esquema Terrestre. Bastará indicar que cada Logos Planetario es responsable de su propio Esquema de evolución ante el Logos Solar, de quien dimana toda forma de vida y toda corriente de energía. Sólo indicaremos, como materia simplemente informativa, que un Esquema terrestre consta de Siete Cadenas de Mundos, que cada una de estas cadenas tiene Siete Rondas, o procesos de encarnación, que cada Ronda abarca la evolución de Siete planetas, solidarios entre sí y kármicamente unidos -si podemos decirlo así- durante el proceso de manifestación de una Ronda planetaria, la cual, según se nos dice ocultamente, es la proyección evolutiva del aspecto personal del Logos de un Esquema terrestre. Ahora bien, es interesante saber en orden a nuestro estudio que cada planeta en evolución dentro del ciclo correspondiente a su Cuarta Ronda (o encarnación física de Logos planetario), desarrolla y pone en actividad Siete grandes Razas Raíces y que cada una de estas Siete grandes Razas se subdivide en otras tantas subrazas, cada una de las cuales con sus peculiares y correspondientes cualidades y características.

Sabemos también, inducidos por el principio hermético de analogía, que en la Naturaleza planetaria evolucionan Siete Reinos de los cuales sólo conocemos los cuatro primeros, es decir, el mineral, el vegetal, el animal y el humano, aunque empezamos a entrever la grandeza del Quinto Reino, el Espiritual, quedando ante nuestra perspectiva como una tremenda incógnita para el futuro, la evolución de otros dos Reinos para los cuales nuestra mente carece absolutamente de cualidades para poder identificarlas. Hay que distinguir también en cada Plano, siempre en orden a densidad de vibraciones, a los siete elementos naturales constituyentes del mismo con raíz en el Éter, la substancia universal de Creación, de los cuales solamente conocemos Cinco, los más próximos a nuestro presente estado de evolución por estar enlazados con la Naturaleza del plano físico, o sea, la tierra, el agua, el fuego, el Aire y el primer Éter, reconocido oficialmente por la Ciencia actual, aunque se carece todavía de los necesarios aparatos técnicos para poder detectarle objetivamente. Quedan todavía otros dos éteres más sutiles que entran en la composición del cuerpo etérico de los seres humanos y completan la maravillosa organización física del Universo. La complejidad grandiosa de la estructura universal determina así que SIETE elementos químicos de base, siguiendo un orden creciente de sutilidad y sensibilidad, constituyan la base orgánica de los cuerpos en todos aquellos niveles en donde la FORMA de que se reviste el aliento espiritual de la Divinidad precise todavía de una cierta densidad objetiva, tal como ocurre en los bajos niveles emocionales y en el nivel mental concreto, pero a partir de ahí el Aliento espiritual divino utiliza una especie particular de Éter en cuya composición entran unos elementos realmente imponderables desde el ángulo de vista de la percepción humana. Sólo cuando el alma se libera de la substancia grosera de sus cuerpos de densidad mayor y entra en la mágica corriente de la Iniciación, empieza a ser consciente de tales niveles de sutilidad. No podemos, por tanto, entrar en su consideración en nuestras conversaciones, aun cuando y de acuerdo con el principio de analogía demos por “supuesta” la existencia de estos elementos imponderables que constituyen los agentes cohesivos de nuestro Sistema Solar.


LOS PLANETAS SAGRADOS

De acuerdo con la sabiduría esotérica son denominados “Planetas sagrados” aquellos cuyo Logos Regente posee la “Quinta Iniciación Solar”, siendo por tanto un ADEPTO cósmico. Tales son los planetas sagrados de nuestro Universo y el tipo de Rayo que los cualifica:

RAYO : PLANETA
1º Vulcano
2º Júpiter
3º Saturno
4º Mercurio
5º Venus
6º Neptuno
7º Urano

Hay que tener en cuenta que RAYO indica indistintamente CUALIDAD y ENERGIA y que, de acuerdo con la sabiduría esotérica, tales son las cualidades expresivas de cada RAYO:

RAYO : CUALIDAD
1º Voluntad Dinámica
2º Amor Atrayente
3º Inteligencia Creadora
4º Armonía y Belleza
5º Ciencia Concreta
6º Devoción e Idealismo
7º Orden, Magia Ceremonial y Cumplimiento

Extremando los detalles podríamos establecer por analogía un nuevo cuadro de relaciones entre Rayos, centros etéricos y glándulas endocrinas, tal como se manifiestan en el ser humano:

RAYO : CENTRO : GLÁNDULA
1º Coronario : Pineal
5º Entrecejo : Pituitaria
3º Laríngeo : Tiroides
2º Cardíaco : Timo
Plexo Solar : Páncreas
Sacro : Gónadas
Base Columna Vertebral : Adrenales

[NB: discrepancia con AAB-DK
Quien asigna los rayos 6, 7 y 4, respectivamente]

Si efectúan ustedes una nueva tabulación de acuerdo con los datos suministrados en esta conversación de hoy, tendrán una idea más elaborada de las relaciones armónicas que pueden ser establecidas a partir del Centro de nuestro Sistema Solar y a través de los planetas sagrados, hasta converger en el ser humano. Estas correspondencias analógicas fáciles de establecer, como podrán comprobar, les ayudarán a tener una idea más completa de nuestra constitución humano-divina, iluminando creadoramente aquellas zonas habitualmente obscuras o confusas que van de nuestro corazón al Corazón universal. Tal es nuestro intento en este estudio de los SIETE RAYOS que hoy hemos iniciado. Interesa fundamentalmente para que nuestro estudio sea genuinamente práctico, que hagamos de los Rayos cualidades psicológicas fácilmente adaptables a la particular condición de cada uno. Cuanto más concreto y positivo sea este examen de cualidades incorporables a nuestra conducta y cuanto más activa, dinámica y conscientemente podamos integrarnos en cierto tipo de Rayo, aquél al cual pertenecemos, mayor será el conocimiento que podremos tener de nosotros mismos. Todos podemos incluirnos en uno u otro de los Rayos expuestos con sólo observar atentamente nuestras reacciones psicológicas, mentales, emocionales o físicas a los impactos de los hechos que suceden dentro y fuera de nosotros en el devenir de nuestra existencia cotidiana. Hay que tener en cuenta que cuanto más perfecto sea esta observación más concreta y definida será nuestra orientación hacia la propia vida de Rayo y más profundamente clarificada nuestra línea de actividad psicológica y espiritual. De no ser así... ¿de qué nos serviría un estudio sobre los RAYOS?

La comprobación científica de los mismos nos brindará una imagen de las grandes motivaciones que crearon las distintas civilizaciones del pasado y las que condicionan el presente, así como las incidencias raciales y kármicas que a través del tiempo configuraron el destino de la humanidad durante los períodos cíclicos de la evolución. Nada en verdad nos hará mas amorosamente comprensivos con respecto a los demás que el reconocimiento de las energías de los Rayos incidiendo sobre sus vidas y dotándoles de su peculiar singularidad y expresividad. Es con tal espíritu de recta intención que iniciaremos nuestro habitual coloquio el cual, como siempre, evocará de nuestras mentes y corazones la luz de los más elevados comentarios.


Pregunta:
Usted ha dicho que RAYO implica indistintamente energía y cualidad psicológica. ¿Podría aclarar más esta idea?

Respuesta:
Con mucho gusto. Un Rayo es una corriente de energía que proviene del Corazón de la Divinidad por medio de un planeta, sea éste sagrado o no. Podemos decir que cualidad es el matiz o colorido de este Rayo expresando en forma de energía un estado de conciencia de la Divinidad. Usted comprenderá pues que no podemos separar energía de cualidad, como no podemos separar la actividad del sistema nervioso de la del sistema sanguíneo dentro del organismo físico. Utilizando la analogía, base del conocimiento esotérico, y examinándonos desde el ángulo psicológico vemos que somos unas almas que utilizan un mecanismo físico, emocional o mental para manifestar diferentes cualidades, las cuales en forma de corrientes de energía son el distintivo de nuestro ser. La calidad o sutilidad de las energías dependerán de los niveles desde donde emanan; existen así energías mentales, emocionales y etérico-físicas que caracterizan al ser psicológico completo conocido técnicamente como Personalidad humana, pero existen también, aunque no sean tan corrientes y estén prácticamente fuera del alcance del ser humano corriente, las energías búdicas, átmicas y monádicas que caracterizan al “Hombre Espiritual”. Habida cuenta de que en cada nivel de la Naturaleza o Plano del Sistema Solar se expresa determinada cualidad o tipo de Rayo, sabremos determinar por el carácter de los hechos, de los acontecimientos o de los estados de conciencia que seamos capaces de exteriorizar, la característica peculiar de los Rayos que entran en juego o concurren en la expresión de los mismos. Energía y Cualidad y el estado psicológico que determinan en la expresión de cualquier hecho individual son un fenómeno conexo de Rayo, lo mismo que las cualidades y energías que concurren en la manifestación de cualquier proceso de vida en la Naturaleza matizándolo con un sello distintivo, singular y original. Es una forma de aplicar las conocidas palabras de Cristo: “Por sus frutos los conoceréis”. En este caso el Árbol es el símbolo perfecto de un Rayo, siendo las energías y las cualidades que del mismo emanan los frutos mediante los cuales el Árbol puede ser identificado y reconocido.

Pregunta:
Según usted el conocimiento de los Rayos puede constituir la ciencia de nuestra vida. ¿En qué forma podríamos entender concretamente esta idea?

Respuesta:
De acuerdo con lo dicho anteriormente, el Alma universal, el Rayo, las cualidades espirituales, las energías en actividad e incluso las apariencias fenoménicas u objetivas, proceden de la misma Fuente cósmica. La primera ciencia de nuestra vida consiste en reconocer este hecho indiscutible. Se trata, en principio, de un conocimiento concreto. Cuando tal conocimiento puede ser aplicado en la acción se convierte en ciencia de vida, teniendo en cuenta que todo el caudal de conocimientos mediante los cuales nuestra mente existe y tiene su razón de ser, es sólo un leve indicio del poder de los Rayos. La aplicación concreta de tales conocimientos permitirá convertir nuestra existencia psicológica en un canal libre y expedito para la expresión de los Rayos. Si sabemos que nuestro ser espiritual, o Alma solar, está conectado con determinado tipo de Rayo, el segundo por ejemplo, pero que nuestra mente es netamente investigadora o científica demostrando la cualidad del quinto Rayo, tendremos que esforzarnos por infundir mucho amor a nuestra mente para que ésta no devenga inerte, fría, excesivamente calculadora. Usted dirá seguramente que esto ya lo hacemos espontáneamente aun cuando no poseamos conocimiento alguno acerca de los Rayos que concurren en la expresión de nuestra vida psicológica. Yo insisto, sin embargo, en el hecho de que a menos que tengamos una cierta visión espiritual con respecto a los Rayos, nos será muy difícil introducir cambios fundamentales en nuestra mente y en nuestra conducta. Cuando éstos se producen siempre será un indicio de que “intuitivamente” hemos hallado el camino de alguno de nuestros Rayos condicionantes, utilizando el destello o rastro de luz que su proyección o su energía dejó en nuestros corazones en algún momento cumbre de la existencia. Al insistir en la utilización de las energías del proceso expansivo de un Rayo descubierto, sus cualidades penetran en nuestra existencia personal y su actividad puede ser convenientemente dirigida y controlada. Como usted verá, la Ciencia del Conocimiento intuitivo se traduce progresivamente en Ciencia de Impresión y de Contacto, cerrándose así un pequeño ciclo dentro del inmenso período cíclico cubierto por la fuerza expansiva de un Rayo.

Pregunta:
¿Cómo podríamos saber cual es el Rayo de la Mente o el Rayo del Alma?

Respuesta:
Yo diría que viviendo en una constante y serena observación de todos los hechos que ocurren a nuestro alrededor y nuestra reacción psicológica a los mismos. Habitualmente no observamos las cosas con la debida y necesaria atención; de ahí que nuestros juicios carecen de profundidad e integridad psicológica, cerrándosenos así el camino de los Rayos que condicionan nuestra vida personal y espiritual. Y si no sabemos de nuestros Rayos, que son esencialmente nuestra propia vida, ¿cómo podremos establecer dentro de nosotros los nobles Senderos de la alta espiritualidad, o expresar en forma racional y científica las energías que provienen de aquellas Fuentes? Hay que darse cuenta que los Rayos destilan energía y substancia psicológica que flotan - por así decirlo- por el ambiente psíquico en donde desarrollamos nuestras actividades cotidianas. Este conglomerado de energías mentales, emocionales y etéricas nos condicionan casi absolutamente y nos impiden “ser conscientes” de las propias y singulares energías que constituyen la expresión o cualidad característica de nuestro verdadero Yo espiritual. Así, para conocer exactamente la índole de los Rayos que no son propios, deberemos vivir muy profundamente atentos al devenir incesante de los hechos y de las situaciones ambientales y, singularmente, a nuestras reacciones psicológicas a las mismas. Esta atención, actuando a modo de un potente imán, nos hará progresivamente conscientes de los Rayos que condicionan nuestra vida.

Pregunta:
Encuentro plausible la idea que usted acaba de emitir y he de confesar que la misma amplia considerablemente el conocimiento que tenía acerca del término místico de Sendero. Ahora bien, mi pregunta es ésta: ¿Puede realmente el conocimiento de los Rayos depararme más amplias oportunidades en el devenir del propio Sendero?

Respuesta:
Naturalmente que sí, por cuanto el término Rayo significa indistintamente vida, cualidad y apariencia, así como la relación entre sí de estos tres aspectos constituyentes del ser humano por medio de una energía unificadora de Rayo, que podríamos denominar monádica o de síntesis. Quiero significar, volviendo a lo dicho anteriormente, que en una avanzada etapa de nuestra vida surgirá espontáneamente esta “energía sintetizadora”, es decir, que a través de nuestra dedicada atención y una larga serie de profundos análisis llegaremos a descubrir un día que nuestro Sendero espiritual corresponde a la línea de luz y energía de determinado tipo de Rayo. Esto llega a saberse con infalible seguridad y absoluta certeza en un definido estadio de nuestro proceso de evolución. Sabremos entonces en forma consciente y continuada y no en virtud de esporádicos destellos de intuición, cuál ha de ser nuestra actitud y nuestras actividades físicas, emocionales y mentales para que respondan limpia, activa y dinámicamente a las influencias del Rayo causal de nuestra vida, al de nuestra Alma superior, el cual constituye de hecho el verdadero SENDERO hacia el Corazón del Logos planetario a través del cual se manifiesta aquella energía característica o determinada de Rayo. ¿Comprende usted el proceso? Cuando esotéricamente hablamos del aspirante espiritual, de las diversas etapas del discipulado, del Iniciado o del Maestro, nos estamos refiriendo a que dentro de la línea expresiva de los Rayos se han evidenciado etapas y han ido desarrollándose actividades, cualidades y propósitos dentro del proceso liberador de la vida humana, que han culminado en la realización perfecta de un determinado Arquetipo de Rayo. Sabemos por ello que existen Maestros de Compasión y de Sabiduría en todos los Rayos y que en cada Rayo de manifestación cíclica podemos identificar a personas corrientes, a aspirantes espirituales, a discípulos y a Iniciados. Dentro de esta inmensa “Escalera de Jacob” de la evolución planetaria construida con la substancia creadora de los Rayos hallaremos a todo tipo de seres humanos, toda jerarquía de huestes angélicas y a todas las unidades de conciencia en evolución en todos los Reinos de la Naturaleza. El conocimiento de los Rayos, tal como dije al principio de esta conversación, es de naturaleza cósmica y fundamentalmente constituye un campo obligado de investigación no sólo para los esoteristas, para los místicos o para los filósofos, sino también y muy particularmente para los científicos de nuestro mundo que tantos y tan valiosas conquistas y descubrimientos han realizado en el orden técnico. En el transcurso de las próximas conversaciones continuaremos estudiando el tema de los Rayos, tratando de ampliar constantemente nuestras ideas a fin de tener una imagen de los mismos lo más clara, concreta y positiva que nos sea posible...
 

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