Capítulo XXXIII

 

Ultimas Consideraciones

 

 

Los lectores que siguieron atentamente hasta aqul el curso de mis ideas acerca del AGNI YOGA, la Ciencia del Corazón, se habrán dado cuenta seguramente que en ninguno de mis razonamientos he utilizado expresiones en cuyos repliegues se hallase oculta alguna norma o disciplina mediante la cual pudiese ser desarrollada aquella suprema intensidad de vida que yo defino intencionadamente de “serena expectación". Tampoco podrá decirse que niegue en algunas de mis explicaciones la necesidad de la meditación, como ciencia del desarrollo mental. Lo único que he hecho, quizás, es el haber ido algo más lejos dentro del Camino universal del Yoga. Mis ideas han intentado decir- y me siento muy responsable de ellas- que la meditación es una manera de vivir y no una mera disciplina de carácter mental.

 

Como Uds. sabrán seguramente, si están introducidos de alguna manera dentro de la Ciencia del Raja Yoga, la Meditación -tal como la ve el gran PATANJALI- consta de dos amplias vertientes por las que son canalizadas todas las energías mentales. A la primera la llama "reflexiva o inductiva" y en el desarrollo de la misma se trabaja sobre lo que él denomina "pensamiento simiente". El pensamiento simiente constituye el aspecto objetivo de la meditación. A la segunda vertiente la denomina “contemplativa o intuitiva" y sugiere en relación con la misma que la mente deje de trabajar con el pensamiento simiente y trate de profundizar, sola y sin apoyo objetivo o concreto alguno, dentro de las infinitas y desconocidas áreas del ser. La primera actividad crea aquel puente de luz que en términos esotéricos llamamos Antakarana, siendo la misión de este puente enlazar la mente inferior, intelectual o concreta, con la mente superior o abstracta. La actividad contemplativa empieza a actuar en el preciso momento en que la mente concreta ha llegado a un punto dentro de sus cavilaciones o reflexiones, a partir del cual el Pensador ya no puede seguir adelante en el trabajo de construcción del Puente. Sobreviene entonces un periodo de soledad y de aparente descanso de la mente, no por falta de valores esenciales, sino porque se enfrenta un nuevo estado de conciencia totalmente desconocido, llenos de dudas y de interrogantes. Nos referimos extensamente a ese estado en otras partes de esta Introducción al AGNI YOGA, no vamos a insistir por tanto sobre el mismo. Pero, lo que si debo exponer es que en el misterioso silencio que recubre tal estado se está gestando dentro del alma una imperiosa e insoslayable exigencia que participa a la vez -y ahí se halla precisamente la base del misterio- del intensísimo fuego del proposito, que es realmente avasallador, y de una insospechable y suave ternura que brota místicamente del corazon...

 

Fue precisamente en uno de tales momentos de elevada tensión creadora que me sentí impulsado a seguir adelante tratando de descubrir el gran secreto de Síntesis y es así como empecé a practicar el AGNI YOGA, el Yoga de la Nueva Era. Este momento llegó, por tanto, sin que yo mismo me diese cuenta. La mente, a partir de ahi, empezó a borrar sus contornos y a ofrecerme una nueva imagen de si misma, ya que al ir difuminándose sus perspectivas me sentí envuelto dentro de una espiral de energía que no era mental, sino que surgía raudamente del Corazón. Sin embargo, esta energía no demostraba aquella "tierna mansedumbre” tal como la habían cualificado los místicos del pasado, sino que surgía como un impulso irresistible de FUEGO que vivificaba extraordinariamente todos mis centros etéricos y les dotaba de una energía especial que me inducia a vivir "tremendamente despierto y apercibido" hacia todo cuanto sucedía dentro y fuera de mí, pero sin que al parecer la mente interviniese en el proceso.

 

Uds. dirán, quizas, que esto no es posible, habida cuenta que la mente es la que le permite al ser humano enfocar la atención hacia todos los hechos y acontecimientos que tienen lugar durante el curso de la existencia cotidiana. Yo les invitaría, sin embargo, a realizar la experiencia de dedicar una profunda y absoluta atención hacia algo, cosa o hecho realmente importante, y me dijesen luego donde quedó la mente, ya que la intensidad de la atención fusionó el sujeto que observa con el objeto de la observación y en el éxtasis de esta fusión la mente dejó de ser. Si realizan Uds. esta experiencia -y yo afirmo que puede realizarse- serán conscientes de que la mente no interviene básicamente en el proceso de la atención, salvo que Uds. la inviten por efecto de alguna involuntaria distracción. La mente solo existe cuando pensamos, cuando dejamos de pensar ella desaparece, prácticamente deja de existir. Pero, tal disolución -si podemos decirlo de alguna manera- sólo será posible si la atención, que es voluntad y no una mera expresión mental, es muy activa y muy profunda. Explicándolo muy filosóficamente podríamos asegurar que mediante el ejercicio de esta profunda y sostenida atención "el tiempo se va haciendo cada vez más corto y el espacio cada vez mas extenso", lo cual equivale a decir que el tiempo operando sobre la mente crea las expresiones, más o menos intelectuales, sobre las cuales ejercita sus actividades concretas el Pensador individual, pero que el espacio cada vez mas dilatado va conviniendo la mente en un océano de muy alejadas orillas en donde se sumerge enteramente el Pensador, cuyas actividades ya no tienen entonces caracter mental, sino que en las interioridades de aquel océano sin límites aprende la lección íntima de lo eterno, de lo cósmico. Y de alli, de aquel misterioso e insondable seno surge la ininterrumpida cadena de hechos impresionantes que conducen a la Liberación. Una Liberación que no es estática, que no es el fruto de un reposo del Pensador, del Yo, del alma humana, sino que es el propio e inalterable movimiento de la Vida surgiendo del Corazón y dotando al ser individual de un puro y verdadero Amor, universal en su esencia y lleno del tremendo dinamismo del Poder creador.

 

Estas últimas consideraciones, con las cuales trato de resumir cuanto dije en las páginas de este libro, tienen por objeto situar en el plano de perfecto interés, tanto para los aspirantes espirituales como para los discípulos consagrados del mundo, las exigencias del AGNI YOGA para esta época de grandes acontecimientos planetarios, que no vienen a establecer un nuevo código de valores sobre Los cuales la mente pueda crear nuevas armas para la gran batalla de la vida, sino que intenta crear un nuevo orden individual y social basado  en la fuerza y en la grandeza del Corazón, receptáculo seguro de los Bienes inmortales. La frase clave que define perfectamente al AGNI YOGA, “serena expectacion", tiene que ver por tanto con una atención cada vez más completa y más profunda sobre los acontecimientos temporales, propios de la vida kármica, y sobre los hechos internos que tienen lugar por efecto del propósito espiritual del Pensador. Se trata si pudiésemos darnos cuenta de ello- de una meditación que no aparta arbitrariamente un momento del tiempo excluyendo todos los demás para ejercitar la mente, sino que es una actividad meditativa que exige la totalidad del tiempo para rendir un culto de adoración a lo eterno desde el Sagrario infinito del Corazón. Tal es la Ciencia del AGNI YOGA...