Capítulo XXXI

 

La Obra del Espacio y del Tiempo

 

 

AGNI YOGA es aquella actividad de la conciencia que permite vencer la ilusión del tiempo y extender la mente por las inmensidades infinitas del espacio, que es el campo conceptual de la Mente de Dios. La serenidad de la mente, tal como fue la constante del RAJA YOGA en sus fases más incluyentes, le permite al discípulo avizorar unas zonas del espacio vital en el que vive inmerso, donde vibra en su inmaculada majestad la vida íntima de su propio Ser, aquella Entidad supremamente mística que llamamos el Angel solar. Se trata de unas zonas de la conciencia que permanecen todavia inexploradas y en donde el discípulo pierde la noción del tiempo y empieza a ser consciente del misterio del espacio, cuya cualidad es multidimensional y permite todas las creaciones posibles. Tales creaciones son de dos tipos principales, vistas desde el ángulo de la apreciación mental: objetivas y subjetivas, es decir, con forma y sin forma. Esotéricamente sabemos que el principio de la forma actúa en todos los planos o niveles de la Naturaleza, desde el nivel físico al espiritual más elevado y es debido únicamente al hecho de que no hemos desarrollado todavía los sentidos de percepción superior que sólo podemos registrar formas en los niveles inferiores de la Naturaleza, o sea, en el plano físico, en el plano astral y en el nivel mental concreto. Más allá de tales planos el ser humano ya no puede registrar ningún tipo de forma. Aparece así el subplano abstracto de la mente como una inmensa zona de experiencia dentro de las prácticas del RAJA YOGA, el cual, en sus fases más elevadas, le permite al discípulo espiritual percibir las luminosas formas de los Arquetipos causales y también la estela de Luz que deja en el espacio mental el puente de arco iris del Antakarana que fue construido a través del tiempo.

 

Pero, al llegar a la cúspide del proceso de construcción del Antakarana, empieza automáticamente una nueva fase de vida y una nueva ordenación dentro de la conciencia, una fase tan distinta de todas las demás vividas anteriormente que lógicamente ha de dejar perplejo el ánimo del discípulo, aún cuando sus estudios esotéricos le habían previamente informado de las condiciones implícitas en tal estado. Se sabe mucho intelectualmente acerca de "la soledad espiritual", del arido y reseco desierto y aún de la noche obscura del alma, pero una cosa es el conocimiento y otra la experiencia, ya que el rigor de tales estados solo puede ser comprendido y finalmente consumado si se acepta noblemente el destino de la propia existencia y si se afronta serenamente el tremendo dilema de la acción. Bien, al llegar a este punto de crisis espiritual en donde el tiempo tiene asignada todavía una importancia preponderante, el discípulo deberá realizar un trabajo muy específico y resolutivo de adaptación y aprender a dejarse guiar por impresiones intuitivas más que por los razonamientos lógicos de la mente. He dicho anteriormente que se ha remontado en conciencia a la mente superior o abstracta, en donde puede percibir todavía formas arquetípicas y ser consciente del rastro de luz creado en los éteres mentales del espacio por el hilo de Luz, o puente del arco iris, del Antakarana. Ahora, sin embargo, deberá mirar hacia adelante y a lo lejos, sin deseo alguno de ver dibujarse allá en aquellas lejanías impresionantes alguna insospechable perspectiva o un punto de llegada en donde el ánimo pueda anclarse o estabilizarse. La zona mágica del universo planetario en donde ha de introducirse ahora el discipulo pertenece a la línea de actividad del AGNI YOGA, una zona misteriosa que carece por completo de tiempo y cuyo espacio es ilimitado. La actividad del discípulo en tal estado debe ser únicamente la de "dejarse llevar" por las silentes impresiones que surgen de aquellos espacios inconmensurables, sin intentar resistir mecánicamente -tal como lo hizo en estadios anteriores- el alud de las circunstancias y de los acontecimientos provocados por la precipitación de hechos kármicos en su vida personal. Su misión en tal estadio es solamente "callar y observar", profundamente expectante, los fenómenos que surgen del interior más profundo de su conciencia, escuchando con suprema atención los ecos que se elevan de aquel indescriptible mar sin fondo, trayéndole la infinita secuela de recuerdos inconsumados y experiencias marchitas que exigen liberación. Espero se den cuenta Uds. que sólo en la actitud de serena expectación podra consumar el discípulo aquellos ecos que provienen de su pasado ancestral, de su subconciencia racial y del inconsciente colectivo de la Raza, que con su ingente e impresionante cortejo de recuerdos y memorias inconsumadas, suelen surgir inopinadamente dentro del campo conceptual de la mente en momentos supremamente estelares de limpidez y transparencia. Esta circunstancia profundamente esotérica, no está todavía al alcance de la Psicología moderna, la cual suele tratar todavía los problemas y complejos individuales, con su inevitable secuela de memorias inconsumadas, siguiendo los antiguos métodos de la introspección o de la intravisualización de hechos ocurridos en fases anteriores de la existencia, un sistema que nunca podrá aclarar ni resolver de raíz el problema del karma humano con sus secuencias inseparables de conceptos tradicionales, hábitos contraidos e innumerables apegos a hechos y circunstancias vividas en el pasado más o menos lejano por la personalidad humana, ya que dichos problemas, memorias y condiciones diversas son enfrentadas erroneamente, de flanco podríamos decir, y no frontalmente tal como lo exige una correcta liberación. La expectación serena, la atención profunda y la observación constante e incansable de la vida y de los acontecimientos son los factores que hacen posible esta liberación de los hechos concatenados que constituyen la estructura inferior de la conciencia y cuyos tupidos velos impiden una correcta apreciación y valoración de la Verdad...

 

Se presenta así el AGNI YOGA como una fertil avenida de liberación del pasado ancestral que arrastra el alma humana y la impide remontarse a los niveles superiores de la conciencia, es decir, que técnicamente hablando, está tratando de liberarla de su karma, del fruto inconsumado del tiempo. El pesado y complicado mecanismo del karma se evade facilmente de la tensión de la mente y del peso de los razonamientos, pero no puede resistir el sostenido experimento causal basado en la serena y profunda expectación, la cual le obliga a destilar y poner en evidencia todos aquellos hechos y experiencias contenidos en su inmenso seno ancestral y tradicional y que son la causa desconocida de toda tensión, crisis o sufrimiento dentro del alma humana. AGNI YOGA es el agente espiritual que ha de destruir -aunque sin violencia alguna- la estructura kármica del pasado y redimir la conciencia del discípulo, elevándola a unas zonas de luz de tal extrema acuidad y frecuencia vibratoria que la mente intelectual, que es la que trata constantemente de interferir en las disposiciones espirituales del Yo superior, incapaz de resistir aquella poderosísima tensión creadora, ha dejado prácticamente de existir, inerme por completo de toda sensación de tiempo... Pero, paradójicamente, la sensación de espacio es ilimitada y tanto la mente como el corazón del discipulo la registran en forma de paz, de quietud y recogimiento. Las armas de la personalidad, esotericamente hablando, han dejado de ser útiles. El deseo que impulso las motivaciones de la búsqueda y el pensamiento que fue la poderosa flecha lanzada por el proposito espiritual, se hallan ahora en perfecto reposo. Pero, no se trata debo insistir mucho sobre este punto- de un estado de quietud mística, tal como suelen reseñarlo los conceptos religiosos tradicionales, sino que es un estado de conciencia lleno del más potente dinamismo creador. Lo que realmente sucede es que la velocidad que la tensión espiritual imprime a la conciencia es tan extraordinaria que la mente es totalmente incapaz de registrarla. Lógicamente ha de ser así, dado que el tiempo ha devenido extraordinariamente corto y el espacio, por el contrario, se ha hecho inmensamente grande, como un océano sin orillas. Podríamos decir, asi, que han sido rasgados los velos que encubrían las desconocidas dimensiones del espacio y se muestran unas zonas de indescriptible y palpitante vida en donde los hechos suceden comicamente y no según las limitadas medidas de nuestra personalidad kármica... Tal estado, de acuerdo con las normas simples del AGNI YOGA, es "un dejar hacer y un dejarse llevar" y el mismo va marcando las sucesivas etapas de la conciencia, advirtiendo de nuevo que tales etapas o experiencias nada tienen que ver con las anteriores destinadas a armar al discípulo para la lucha contra sí mismo, sino que carecen por completo de esfuerzos y van destinadas a introducir al discípulo dentro de la gran corriente iniciática. Vean Uds., por favor, que lo que se intenta realizar mediante el AGNI YOGA es preparar la conciencia del discípulo para aquel estado dentro del cual la mente debera convertirse en una contenedora universal de misterios solares y no un depósito de simples conocimientos. Los misterios y las verdades proceden -simbólicamente hablando- del espacio, en tanto que los conocimientos, sea cual sea su importancia esotérica o exotérica, vienen segregados por el espiritu del tiempo... AGNI YOGA constituye el agente liberador del tiempo dentro del espacio, o sea, que la Liberación es aquel fenomeno de carácter cosmico que deja el espacio mental del discípulo libre por completo de toda sensación de tiempo y produce dentro de su conciencia una actividad renovadora que produce redención. Tal fenómeno surge espontaneamente del corazón del discipulo que se ha introducido siquiera levemente dentro de las misteriosas avenidas del espacio universal, puras e inmaculadas, que llamamos plano búdico. Su consecuencia inmediata es "la Radiación magnética", una forma de decir que la liberación espiritual trae como consecuencia una especie de desintegración atómica dentro del complejo celular del organismo físico del discipulo, provocando aquella liberación de energía a traves del cuerpo físico que, al surgir fuera del mismo en forma de luz, se expresa como "radiación" o, si Uds. lo prefieren, como "radioactividad" -utilizando un término eminentemente científico de nuestros días. Lo interesante dentro de este orden de ideas es reconocer que el principio hermético de analogía opera aquí con todas sus consecuencias, pudiendo ser advertido al respecto, la similitud de características entre una explosión de carácter nuclear con su inevitable fenómeno de radioactividad, con la liberación sucesiva de estados de conciencia humanos provocando el fenómeno de radiación. La primera opera sobre el aura etérica planetaria, la segunda sobre el aura magnética del ser humano. Pero, hay que reconocer en ambos casos, que se produce un desequilibrio ambiental que desnivela la presión del tiempo a favor del espacio y favorece la introducción dentro de las auras etéricas, del planeta como un todo y del discípulo espiritual en particular, unos elementos atómícos de cualidades y procedencia enteramente desconocidas provenientes de zonas de vida universal, extremadamente sensibles, puros e incontaminados y que constituyen, desde el ángulo de apreciación de la Jerarquía planetaria, los precursores del nuevo orden social por el cual suspiraron, lucharon y sufrieron todos los AVATARES espirituales que vinieron en ayuda de la humanidad, desde el momento mismo en que ésta surgió a la existencia... Tales átomos son de una rara y desconocida naturaleza. Proceden de los altos niveles del plano búdico y al incidir sobre el aura etérica de la Tierra producen y determinan el fenómeno de la Liberación en el alma de los discípulos mundiales que lograron invocarlos y un consecuente proceso de redención de la substancia material que constituye la base de sus vehiculos temporales, iniciándose aquí, en el devenir de esta experiencia búdica, el misterio iniciático que convertira la vida del discípulo en un perfecto canalizador de las energías de unidad universal que traen amor, paz y compasión infinita. El discípulo se va convirtiendo de hecho en un perfecto TAUMATURGO.