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Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
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Los Angeles en la Vida Social Humana


CAPÍTULO IX

LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA DEL HOMBRE

 

Los aspectos principales del karma en la vida del ser humano son cuatro:


a. El Nacimiento
b. La Enfermedad
c. La Vejez
d. La Muerte


Es lógico suponer que estos cuatro aspectos estarán condicionados por la actividad particular de uno u otro de los Señores del Karma. Si establecemos una analogía con lo dicho en el capítulo anterior podremos entresacar de la misma la siguiente relación:

a. El Nacimiento ...................... El Angel de la Liberación

b. La Enfermedad .................... El Angel de la Justicia

c. La Vejez .............................. El Angel del Tiempo (de los Archivos Akásicos)

d. La Muerte ............................ El Angel Exterminador (el Destructor de la Forma)


a. Las condiciones que presiden el Nacimiento de un ser humano a la vida física son inteligentemente preparadas por el Señor de la Liberación, siguiendo las directrices señaladas por Sus dos Hermanos, el Angel de la Justicia y el Angel de los Registros Akásicos. El Angel de la Muerte, respetuosamente aparte, debe aguardar todavía “la hora cíclica” en que la forma sea totalmente innecesaria por falta de fluidez y de adaptación al proceso de la vida, para cumplir con su función destructora.

El Señor de la Liberación preside el acto cíclico del nacimiento rigiendo los períodos solemnes que se extienden desde el instante de la concepción hasta el momento cumbre del alumbramiento. “La salida a la luz” de la forma física gestada en los momentos de obscuridad dentro del claustro materno, constituye un acto de liberación de la propia forma y es la representación en la vida de la materia, de aquella otra liberación, o entrada en el Reino de la Luz, que esotéricamente llamamos INICIACION, confirmándose plenamente y en todos los sentidos el principio hermético de analogía ... igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba, cuya relación se prolonga desde las bases materiales de la existencia hasta las más elevadas cumbres espirituales, jalonando de luz el proceso que desde tiempos inmemoriales se conoce con el término místico de SENDERO.

Los actos cíclicos que presagian o anuncian un nuevo nacimiento en la vida de cualquier alma humana son cuidadosamente cronometrados -por decirlo de alguna manera- por el Angel de los Registros Akásicos, el Cual somete la panorámica completa de la vida individual a la atención infinita del Angel de la Justicia y Este, contemplando el pasado del alma y habiendo pesado convenientemente su corazón (Los Misterios de Osiris), y extraído del mismo las tres energías resultantes del proceso de recapitulación del alma -efectuado durante el proceso cíclico de la muerte del cuerpo de manifestación en un estadio de vida anterior- emite Su justo veredicto y pronuncia el ¡HÁGASE!, un Mántram al que responden los Devas cuyo pasado -no me atrevo a llamarle karma- viene entretejido de muchos y muy estrechos contactos con el alma que va a encarnar. A partir de este momento suceden cinco cosas:

1. Se le muestran al alma que va a encarnar en un momento de mística iluminación las condiciones que deberá enfrentar en su nueva existencia física. Esta iluminación le viene transmitida por el Angel Solar.

2. Le son confiados los tres Mántram o las Tres Místicas Voces -tal como esotéricamente se dice- que han de confiarle el secreto de su nuevo nacimiento, una Voz para el cuerpo mental, otra para el cuerpo emocional y la tercera para el cuerpo físico. La pronunciación de estos tres Mántrams abren los éteres del espacio y de su inmaculado seno surgen los tres Devas, o los tres Elementales constructores, que deberán construir los tres cuerpos de manifestación del alma.

3. Una VOZ resuena entonces procedente del plano cósmico emitida por el Señor de la Liberación, proyectándola sobre el cuerpo causal del alma. El Angel solar a su vez y al conjuro de este Mántram, emite otro muy directo y particular y lo transmite al alma en proceso de encarnación física.

4. El alma oye esta llamada y a igual que sucede en la creación de un nuevo Universo pronuncia el Mántram de mística aquiescencia: “Cúmplase Señor Tu Voluntad”. Simultáneamente, corrientes etéricas de tres tipos vibratorios se arremolinan alrededor de los tres átomos permanentes [Véase pág. 136 de “LAS FUERZAS OCULTAS DE LA NATURALEZA” capítulo ‘Los Angeles y los Atomos Permanentes”. Editorial EYRAS.] y se inicia el proceso de substanciación del éter correspondiente a cada uno de los vehículos de manifestación, teniendo lugar entonces lo que en términos místicos llamamos el misterio de la concepción. A partir de este momento el alma entra en un estado indefinible de quietud y se sumerge en un mundo de incomprensible silencio -una especie de sueño del alma- y deja que los tres Elementales constructores vayan realizando su obra. El Elemental físico se introduce entonces en las entrañas de la mujer que va a ser la madre física del alma que va a encarnar, llevando consigo el tesoro inapreciable del átomo permanente físico que el Señor de los Registros le había confiado y alrededor de este centro de energía cósmica, conteniendo todas las memorias del alma, empieza su obra de construcción del cuerpo físico utilizando los éteres más convenientes para la futura evolución del alma.

5. Una vez que el cuerpo físico ha sido convenientemente estructurado, la Voz del Angel Solar resuena nuevamente desde el plano causal, despierta al alma sumida en sueño y le indica el momento exacto y trascendente del nacimiento. Este se efectúa bajo la dirección del Angel liberador el Cual contempla el espacio sideral, ve la posición de las estrellas y con una sabiduría infinita que está más allá de la comprensión humana, pronuncia el último y definitivo Mántram: HÁGASE LA LUZ y a este conjuro mágico una misteriosa corriente de vida divina impulsa cuerpo y alma hacia el exterior, se produce el alumbramiento y un nuevo ser nace a la vida de la experiencia en los tres mundos del esfuerzo humano. El tiempo y el espacio y su obra mancomunada, la conciencia, se han fundido de nuevo para revelar el íntimo secreto de la Vida de Dios latente en lo más profundo del corazón de toda existencia manifestada.


b. Todo tipo de enfermedad registrada por el ser humano en su existencia física es básicamente el resultado de una condición kármica, dictaminada por el Señor de la Justicia después de haber examinado en los Archivos Akásicos que le suministra el Angel de los Registros, las vidas anteriores del alma. Como consecuencia de tal lectura y visando también las oportunidades divinas de redención del alma, se provocan dos condiciones muy interesantes en la existencia humana:

i. El pago consciente aunque irremediable de pasados errores y omisiones espirituales bajo forma de enfermedades físicas, dolencias psíquicas y desarreglos mentales.

ii. La aceptación -asimismo consciente por parte del alma- de un karma adicional de enfermedades y dolencias como oportunidades cíclicas de perfección. Ese método de aceleración del proceso kármico fue seguido mayormente por los discípulos de la Era de Piscis. [La aceleración del proceso evolutivo por parte de los discípulos de la Era de Acuario se verifica a través del servicio creador.]

Una vez que el alma aceptó el reto de los acontecimientos posteriores a su nacimiento en su contacto con el ser causal, ya nada detendrá el impulso de la ley de Cumplimiento y el Karma deberá cumplirse. La expresión de tal impulso viene determinada por aquellos factores que esotéricamente podríamos definir como presiones siderales, es decir, las influencias astrológicas procedentes de las Constelaciones Zodiacales y del propio Sistema solar. Las enfermedades físicas y las dolencias psíquicas obedecen así al dictado de una Ley justa y equitativa, aceptada conscientemente la mayoría de las veces por las almas cuando han logrado acopiar una gran reserva de luz espiritual en sus vidas y pueden reorientar el destino marcado por las estrellas, después de haber efectuado grandes y supremos reajustes dentro de sí, ya como aspirantes o como discípulos aceptados, bajo la experta dirección de algún Iniciado de la gran Jerarquía planetaria.


Nada diremos en este apartado acerca del origen kármico de las enfermedades contraidas por el género humano y transportadas a la humanidad actual procedentes de la evolución cíclica de las primeras Razas, ni tampoco entraremos en detalles acerca de las formas psíquicas de las enfermedades, ya que estas ideas fueron expuestas en el primer volumen de este Tratado. Deberemos insistir, sin embargo, en el hecho de que nuestra atmósfera planetaria está llena todavía de residuos kármicos cuya activa permanencia en los niveles etéricos demuestra la incapacidad humana de sanear su campo magnético psíquico y de invocar convenientemente a los Angeles color violeta de la Curación Física de Enfermedades, y a los excelsos Devas azules que poseen el inapreciable secreto de la armonía psíquica.


Lo que mencionamos anteriormente acerca de la aceptación voluntaria de un karma adicional en forma de enfermedades, dolencias u otras condiciones adversas gravitando sobre el alma en encarnación física contiene, sin embargo, una cláusula secreta -si podemos decirlo así- mediante la cual una reserva complementaria de energía espiritual puede ser reorientada hacia cualquier particular o trascendente destino, el cual, desde el ángulo de vista corriente, debería haber llegado a un extremo límite de cumplimiento sin oportunidad alguna de salvación, pero que, no obstante, dicha salvación se produce y tiene lugar. No se tratará entonces, ni en ningún caso, de lo que el vulgo suele llamar un milagro, ni tampoco la expresión de un poder sobre el karma, sino simplemente que ciertas motivaciones ocultas del alma aconsejaron aquel reajuste. En algunos casos excepcionales, el karma de un discípulo sin reserva adicional de energía puede ser trascendido en alguno de sus aspectos físicos o psíquicos, cuando en virtud de algún trabajo específico que puede realizar en servicio de la Jerarquía, le son concedidos los poderes de la gracia, o los especiales favores de los Señores del Karma, los cuales dejan en las responsables manos del Maestro el karma particular de aquel discípulo. En este caso, la efectividad del servicio creador determinando una mayor afluencia de energías superiores, le permite al discípulo contrabalancear el peso del karma y trascender ciertos hechos astrológicos que normal o fatalmente deberían producirse.

c. El fenómeno de la vejez en el cuerpo físico humano -y seguramente en el de todos los seres en la vida de la Naturaleza- se produce por el desgaste de los órganos vitales a medida que las energías etéricas que hasta aquel momento lo habían ido integrando van perdiendo fluidez y no llegan con el adecuado ritmo vibratorio al centro místico del corazón. Se inicia entonces una lenta cristalización de las funciones orgánicas con sus fenómenos reconocidos de debilitamiento, pasividad, estatismo y decrepitud, siendo esta última fase la que -tal como esotéricamente se dice- prepara el camino de retorno, la vía natural de acceso al universo subjetivo por parte del alma y la destrucción del cuerpo físico por parte del Señor de la Muerte.

Como Uds. saben, cuatro son las edades cíclicas que condicionan la existencia física del hombre: niñez, juventud, edad madura y vejez, las cuales son una analogía perfecta, aunque en miniatura, de las cuatro edades planetarias descritas como Kali Yuga, Dwapara, Treta Yuga y Satya Yuga, es decir, la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata y la edad de oro. Ahora bien, todas las edades cíclicas vienen regidas por una porción determinada de tiempo. Utilizando la analogía hermética sobre la cual se apoya la totalidad de este Tratado, aparecen estos cuatro ciclos de tiempo en la vida de la humanidad como un todo:

0 - 18 - 36 - 54 – 72,

cuyas sumas, ya sean parciales o totales, nos darán siempre el número 9, ya que el 9 es el número del hombre, tal como esotéricamente es reconocido. Veamos ahora su distribución:



[12:  Recuerden que estas cifras se refieren a la humanidad considerada en su conjunto
 y no se refieren al ser humano en su aspecto particular.]

 

Como Uds. habrán podido observar, los cuatro ciclos que esotéricamente se han tomado como base de estas analogías son de 18 años, [Es curiosa esta analogía, teniendo en cuenta los dieciocho ANUS que componen la estructura del átomo de hidrógeno.] una cantidad que no ha sido tomada caprichosamente o al azar, sino que tiene como fundamento el principio vital de la energía suministrado por los procesos físicos de la respiración y de la circulación de la sangre. Tal como científicamente es reconocido, el ser humano efectúa 18 respiraciones por minuto y a cada respiración corresponden cuatro pulsaciones o latidos del corazón, dándonos por tanto 18 x 4 = 72 pulsaciones por minuto. Si continuamos por esta línea de analogía considerando un día completo de la vida de un hombre en orden a sus respiraciones, tendremos:

18 x 60 = 1.080 respiraciones por hora
1.080 x 24 = 25.920 respiraciones por día

siendo esta cantidad en años la correspondencia exacta de un ciclo menor de Brahma, es decir, un Día de nuestro Logos planetario, el periodo de tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa bajo la esfera sideral regida por las Doce Constelaciones del Zodiaco, en su movimiento de retrogradación o de precesión de los Equinoccios.

Prosiguiendo nuestro estudio, vemos que desde el momento del nacimiento a la vida física hasta llegar a la edad de treinta y seis años, el alma fue acumulando substancia energética alrededor del cuerpo físico o natural, pero a partir de aquí debe empezar a devolverle a la Naturaleza, en forma lenta y paulatina, toda la materia energetizada por los Devas con la cual llegó a establecer la medida física del karma. Se abre entonces el llamado proceso de RESTITUCION en el devenir del cual el complejo celular gastado por el noble servicio al yo espiritual en encarnación física, empieza a rechazar las energías de renovación y a encerrarse cada vez más en sí mismo hasta constituir un bloque cristalizado que progresivamente se hace inservible para las necesidades de evolución del alma, la cual no tiene otro objetivo en aquella fase de existencia que la liberación de la forma física y la entrada en el mundo subjetivo de las almas.

He ahí, pues, que para el alma en encarnación física -un proceso que se repetirá sin embargo en los otros cuerpos de manifestación cíclica, el astral y el mental- hay dos grandes procesos que constituyen el principio de su propia esencia evolutiva, primero, el de INTEGRACION o ACUMULACION de energía concretizada proveniente de los correspondientes éteres; segundo, el de RESTITUCION de dicha energía y tiene por objetivo la redención de la forma y la liberación del alma. La vejez es el fenómeno natural de esta lenta desintegración que ha de devolverle a la Madre Naturaleza todos los elementos vitales con que ésta dotó al alma para fines de manifestación.

Todo este proceso dual está regido por el Señor de la Liberación, pero cuando la materia se ha hecho completamente inservible para las necesidades del alma, somete el trabajo final al Señor de la Muerte, el Cual destruye la forma y restituye todos los elementos integradores de los distintos vehículos a su Fuente natural de procedencia: el ETER DEL ESPACIO.


d. El Señor de la Muerte ejecuta el plan subsiguiente de liberación de la forma en tres planos definidos de la Naturaleza: el físico, el astral y el mental. Se trata de un proceso alquímico de sublimación de las energías mediante el cual y a través de los llamados Angeles del Silencio, el alma se va liberando progresivamente de sus vehículos de manifestación. Esta liberación consta de cuatro fases:



a. Rotura del cordón plateado (El Señor de la Muerte)

b. Recapitulación de hechos (El Señor de los Registros)

c. Examen de conciencia (El Señor de la Justicia)

d. La entrada en el Devachán (El Señor de la Liberación)


representando cada una un aspecto particular en la vida del alma la cual, en el momento mismo en que uno de aquellos Angeles del Silencio rompe el cordón plateado que la unía al cuerpo, penetra en el cuarto subplano del plano físico, llamado esotéricamente subetérico, e inicia allí un proceso increíblemente rápido de memorización o recapitulación de todos los hechos realizados en la existencia física, apreciados en sus más mínimos detalles y constituyendo un fenómeno único y trascendental de conciencia provocado por el Yo superior o Angel Solar desde el plano causal, o mental abstracto. Una vez esta recapitulación ha sido plenamente realizada, el alma deja de ver a su vehículo de materia y se refugia en el segundo nivel del plano astral, [El sexto, a partir de arriba.] en donde pasará un cierto tiempo dedicado a lo que esotérica y místicamente se denomina examen de conciencia. Este periodo de tiempo, considerado de acuerdo con nuestro concepto tridimensional del tiempo, puede ser corto o largo, desde días o meses hasta muchos cientos de años, dependiendo en todo caso de la evolución espiritual alcanzada por el. alma. Ahí, en este nivel, tiene lugar también una segunda recapitulación enteramente astral y consiste en recapitular o memorizar todos los acontecimientos astrales vividos por el alma a través de los deseos, emociones y sentimientos durante el proceso de la encarnación física.

Una vez efectuada esta segunda recapitulación y realizado el requerido examen de conciencia, el alma penetra en el plano mental y efectúa en el subplano correspondiente la tercera y última recapitulación, mucho más breve que las dos anteriores, y penetra en el Devachán.

 


EL KAMALOKA Y EL DEVACHAN
[Véase el libro del mismo autor, LA JERARQUIA, LOS ANGELES SOLARES YLA HUMANIDAD. Editorial Kier, Buenos Aires.]

Con estos dos nombres el investigador esotérico trata de representar dos estados particulares de conciencia que ha de enfrentar el alma después de haberse liberado de las ataduras del cuerpo físico. El KAMALOKA -técnicamente hablando- es el propio plano astral, haciendo referencia muy concreta a aquel subplano especifico dentro del mismo cuyas vibraciones están más en sintonía con la evolución del alma. Hay un proceso de recapitulación de hechos astrales que se realiza corrientemente tal como vimos en páginas anteriores en el segundo subplano del plano astral. Sin embargo, las almas más evolucionadas realizan este proceso obligado de recapitulación en subplanos superiores del KAMALOKA, siendo mucho más breve también el período de permanencia en este plano, un periodo que variará sensiblemente de acuerdo con la calidad de las energías espirituales acumuladas por el alma en su cuerpo causal. Hay así, independientemente de la evolución espiritual de las almas, un proceso de vivencia astral dedicado a sublimar estados psicológicos, utilizando la técnica del examen de conciencia y la capacidad íntima que poseen las almas de utilizar creadoramente todas las experiencias del tiempo para fines redentivos. En todos los casos, una irresistible tendencia mueve las almas a la ascensión de los niveles superiores del plano astral, realizándose de esta manera una especie de filtración o sublimación de las tendencias groseras contenidas en el cuerpo astral al pasar de uno a otro subplano, con lo cual el alma se siente cada vez más libre y cualificada para adaptarse a más nobles estados de conciencia y a una mayor sutilización de las cualidades atesoradas en su interior, como frutos de la experiencia espiritual. Los Devas habitantes de cada uno de los subplanos del plano astral, ofrecen gustosamente su fraternal colaboración a los intentos del alma de purificarse astralmente con vista a la redención y sublimación de la materia astral, acumulada en su cuerpo psíquico, y afectando la mayor o menor sensibilidad espiritual del mismo.

Cuando la vida del alma ha demostrado una incapacidad manifiesta de ascender a otros subplanos superiores del plano astral, es decir, que ha quedado normal y naturalmente estacionada, recibe entonces un impacto de luz causal y se siente impelida hacia el plano mental, quedando ubicada en el subplano de este plano en sintonía perfecta con el subplano que ocupaba el alma en el plano astral. Debido a que los estados de conciencia experimentados por el alma en el plano mental después del proceso de la muerte son interdependientes con los vividos astralmente, hay una relación muy estrecha y directa entre el KAMALOKA, esotéricamente descrito como lugar de deseo, y el DEVACHAN, que significa esotéricamente conciencia dévica o de bienaventuranza Podemos decir así, que cada alma posee su propio kamaloka y su particular devachán, configurados por todos y cada uno de sus estados de conciencia en el devenir de la existencia kármica y constituyendo las bases universales sobre las cuales los seres humanos levantan la noble estructura de su realización espiritual.

 

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