CONFERENCIA
 

VICENTE BELTRAN ANGLADA

 

[edición en curso]
 


 
 

Conversaciones Esotéricas 

La Ciencia del Desapego.

Barcelona, 1 de Abril del 1.981
 

"LA VERDAD HA DE PRESENTARSE DE TAL MANERA, QUE CONVENZA SIN ATAR Y QUE ATRAIGA AUN SIN CONVENCER. ESTO SOLO PUEDE REALIZARLO EL LENGUAJE DEL CORAZON".

-VBA: Introducción al Agni Yoga, p. 49
 


Conversaciones Esotéricas

La Ciencia del Desapego.


Barcelona, 1_Abril_1981. —Conversaciones Esotéricas: La Ciencia del Desapego. Claves de la Simbología. El Desapego y la Nueva Conciencia. ¿Cómo afrontar los problemas y los acontecimientos diarios? Trascender la Meditación, la Oración. La importancia de la Atención. ¿Buscar el retiro o afrontar los acontecimientos ambientales? La Liberación consiste en afrontar los hechos cotidianos de cada día. El Karma Colectivo.


Vicente. —… si el símbolo está correctamente interpretado. Cuando esotéricamente o psicológicamente hablando, hablamos del yo  en relación con el desapego, con esta función del desapego humano, nos referimos a que existe una mente, que existe un sentimiento o una emoción, y que existe un cuerpo. Pasa una cosa, sin embargo, el individuo, todos nosotros, nos identificamos con algo que nosotros no somos y que, por lo tanto, ora nos identificarnos con la mente, ora con la emoción, ora con el cuerpo. Estamos limitando los poderes del Cristo en nuestro corazón. De esta manera, no podemos hablar de trascendencia, siempre estamos metidos de lleno en el campo de la inmanencia del ser, estamos limitados dentro de una costra de prejuicios y tradiciones, y no podemos comprender el alcance de las tradiciones místicas, de la simbología oriental u occidental. En este caso, cuando hablamos de la mente y cuando nos referimos a la simbología del cristianismo, vemos que la mente tiene relación con algo muy importante: con el oro de Gaspar, con el incienso de Melchor y con la mirra de Baltasar. Esto solamente como un ejemplo de cómo la simbología occidental u oriental nos están dando siempre la clave del misterio que existe por doquier. Esto para tener una idea de lo que hay que entender por desapego. Dense cuenta de algo muy importante, cuando se ofrecen los dones del Espíritu Santo al Niño-Cristo que está naciendo, estamos refiriéndonos concretamente a lo que esotéricamente llamamos el elemental físico, el elemental astral y el elemental mental, es decir, son entidades creadas aparte del individuo, que está en relación en función psicológica con el individuo, porque el individuo ha segregado los materiales, pero él no ha compuesto los cuerpos. No hay ningún cuerpo que el hombre pueda construir, por lo tanto, si el hombre no puede construir ningún cuerpo porque todavía no tiene capacidades creadoras, entonces únicamente puede contar para su comprensión con la fuerza trascendente del símbolo. Y hay un símbolo muy natural que todos conocemos y que todos, cuando llega el tiempo estamos celebrando como una fiesta pagana, cuando tiene un gran misterio místico en toda su absoluta trascendencia. Bien, pues cuando el yo, o el Niño-Cristo dentro del corazón es capaz de ver a distancia a Gaspar, a Melchor, y a Baltasar, y de no sentirse identificado con sus preocupaciones variadas, entonces se dice que empieza a variar el curso de los acontecimientos del curso de la historia de la Humanidad, y toda aquella persona que de alguna u otra manera ha logrado desapegarse un poco de esos atributos propios creadores o creados, empieza en justa equivalencia a vivir la vida interior, es decir, que el Niño-Cristo se refugia en sí mismo, aparte del oro de Gaspar, del incienso de Melchor, o del cuerpo de la mirra que le suministra Baltasar. Es decir, que este misterio, dense cuenta de su importancia, es absoluto y definitivo en la montaña del Monte Tabor de la conciencia en el cual el Cristo recibe la Transfiguración, en el cual aparecen los dioses que le precedieron en el campo de los avatares, que vienen técnicamente a salvar a la Humanidad, y aparece Elías, y aparece Samuel, y aparece el Ángel, y aparecen toda una serie de factores científicos, psicólogos, místicos y religiosos, que hay que mirar con mucha atención porque nos dan la clave de la historia del hombre en su totalidad. Y también dense cuenta que cuando existe la difusión de luz que convierte a Cristo en un iniciado de la tercera iniciación, existen tres discípulos dormidos bajo el pie de la montaña, ¿quiénes son  esos tres discípulos?, son el oro, el incienso y la mirra de los cuerpos físico, astral y mental que el hombre está tratando de controlar a través del tiempo. Un misterio místico que es psicológico, que es trascendente, pero que está dentro de la propia inmanencia del ser, y presupone ya de por sí el sentimiento íntimo de unión de lo inmanente con lo trascendente, y ahí empieza ya el misterio superior que ha de convertir al hombre en un hijo de Dios. 

 No quiero alargar la discusión, quiero que sean ustedes ahora los que pregunten. Extenderemos esto hasta donde sea posible, pero quiero que sean ustedes quienes marquen la ruta a seguir desde este momento.

 

Interlocutor. — Al principio has hablado de una lucha en contra de las circunstancias en este camino en el cual se empiezan a percibir estas ciertas dotes o dones divinos que están en el probacionista o en cualquiera de los niveles de la humanidad, entonces, ¿cómo se podría transmutar esta contracorriente  a  la cual, de alguna manera, va arrastrado uno también psicológicamente, es decir, ¿cómo puede uno transmutar esta contracorriente a favor suyo?

Vicente. — Yo diría que no ofreciendo resistencia a los acontecimientos. La persona está resistiendo a los acontecimientos, es decir, que si hay un acontecimiento está buscando algo para rehuirlo, para no enfrentarlo, está de una u otra manera rechazando los acontecimientos. El miedo, psicológicamente hablando siempre hablamos de miedo, y cuando existe un fluir muy variado y  muy intenso de acontecimientos, se cae a veces en la fatalidad de sentirnos arrastrados hacia los niveles inferiores, gobernados por aquellos que hemos llamado elementales constructores, pues en la base de todo acontecimiento siempre existe una voluntad de acción. La voluntad humana que va contra los acontecimientos, dense cuenta, y que solamente pueda ir a favor de los acontecimientos, es decir, de ofrecer resistencia alguna, cuando esté completamente desapegado de sus cuerpos, porque el hombre piensa pero se identifica tanto con sus propio pensamiento que le impide ver la velocidad de los acontecimientos, no puede comprenderlos entonces. Un acontecimiento es rápido y el hombre es lento, porque está pegado al pensamiento, no lo deja fluir con libertad y entonces los acontecimientos tienen importancia capital y, sin embargo, son solamente su voluntad en acción que no ha técnicamente comprendido. Entonces, viene la parte emocional, y el campo de batalla del discípulo, el Kurukchetra como se llama hablando orientalmente, pero que en un sentido muy natural, muy descriptivo, muy analítico, porque tiene como consecuencia que el hombre deje de apegarse a sus emociones. Naturalmente, el hombre puede sentir muy intensamente, lo que no es natural es que el hombre y el sentimiento sean la misma cosa. El hombre es aparte siempre. Siempre es  aparte de estas cosas. Solemos decir: estoy comiendo, o estoy marchando, me estoy peinando, cualquier cosa. No es verdad. Estoy peinando mi cuerpo, en todo caso sería lo correcto. Y esto se puede aplicar a todos los niveles. El hombre dice: estoy pensando, no, tú estás utilizando una energía que llamas pensamiento, pero tú no eres el pensamiento, tú no eres la emoción, tú no eres el cuerpo. Si tú no eres todo esto, ¿qué eres entonces? Entonces, la pregunta: ¿quién soy yo?, ¿de dónde procedo? y, ¿a dónde voy?, se convierte en la triple interrogante que el hombre correcto debe enfrentar constantemente en todos los niveles psicológicos del ser. Cuando la mente está tratando de limitar el poder del yo sobre los acontecimientos, hay que preguntarse el por qué. Y cuando la emoción está más allá y por encima de nuestras capacidades de control, ¿qué es lo que tenemos que hacer? Automáticamente surge el factor voluntad, pero, ¿qué hacemos con la voluntad? La voluntad conocida, el libre albedrío. Retorcemos la acción, tratamos de dominar los acontecimientos, de sofocar su radiación, su expresión, y estamos matando en flor aquello que es vida plena porque es la propia vida en forma de acontecimientos. Es decir, hemos creado una maquinaria muy perfecta de automatismos provenientes del inconsciente colectivo o procedente de los niveles irracionales del ser. Esta maquinaria nos está engullendo lentamente si no estamos atentos a su proceso de desarrollo. Y para mí, el verdadero discípulo de nuestra era, el esotérico, la persona técnicamente preparada para afrontar ese dilema, debe ser un hombre tan correcto, hombre en el sentido generativo, un hombre perfecto en su acción que debe afrontar los acontecimientos sin ofrecer resistencia, entonces se aprende la ciencia del desapego, porque el desapego no es pensar: yo soy yo, y aquí está el cuerpo, yo soy yo y aquí está el otro, porque esto es traficar con análisis, y el análisis forma parte del contexto del yo. Pero, ¿qué es lo que pasa cuando un acontecimiento lo enfrentas con serenidad? ¿Qué ha de pasar? Debe surgir forzosamente otro estado de conciencia. Una conciencia superior que está por encima del acontecimiento porque pasa por ti sin dejar huella, en tanto que el análisis o la resistencia, o el esfuerzo contra un problema lo que hace definitivamente es cortar las alas de la acción.

 

Interlocutor. —Si, estas hablando acontecimientos de creación, de acción, o sea, hay todo un conglomerado de circunstancias que están alrededor de cualquiera de nosotros, en cambio, a pesar de lo que has estado diciendo todo el rato no has mencionado la palabra que podría unir todo este conglomerado en una meditación que pudiera canalizar de alguna manera, en un orden, en una responsabilidad, en una meta.

Vicente. — ¿Qué entiendes en este caso por la meditación en este orden de cosas? No, la cosa que sea normal en una meditación....lo que es la meditación para enfrentar un acontecimiento. Ahí está la diferencia, porque la persona tiende a buscar la meditación como un subterfugio para no enfrentar la realidad, como la oración, cuando la persona está oprimida o está en soledad, no busca enfrentar la soledad, sino que va a buscar la oración o la meditación. Yo hablo del momento cumbre en la vida del ser humano en que la meditación, la oración, están trascendidas, está atento a la vida divina, está atento a la trascendencia. Y si estamos dentro de la trascendencia mal podemos estar meditando, mal podemos estar preguntando, o impidiendo, o fingiendo. Si cuando estamos hablando con la Divinidad, y todos hablamos con la Divinidad, estamos simplemente pidiendo a Dios cosas, me pregunto: ¿qué le ofrecemos a cambio?, meditaciones, oraciones. ¡Cómo se va a sentir satisfecha la Divinidad de nuestras oraciones si somos tan egoístas! Pedimos para el confort, para la seguridad, para que nos libere de la tentación, o el pan de cada día. Pero, no decimos: ¿Señor, qué puedo hacer para tu servicio? Esto no cuando somos ricos o cuando tenemos todo, sino cuando se es pobre y estamos inválidos, ¿qué puedo hacer por ti Señor?

 

Interlocutor. — Yo me refería, por ejemplo, en el caso cumbre, de cuando los tres elementales, por no haber estado preparados se durmieron porque no pudieron soportar la tremenda vibración de la Transfiguración del Cristo.

Vicente. — Naturalmente, pero esto se sobreentiende, que cuando Melchor, Gaspar y Baltasar están vencidos, están sojuzgados, están dominados, es cuando el Cristo puede ascender, no puede ascender antes al Monte Tabor de la Conciencia. Todos los estados tienen un nombre que se llama síntesis, porque  la síntesis de las emociones, de los pensamientos, de las acciones, existe por así decirlo en un nivel perfecto dentro del cual todo es perfecto, todo es psicológicamente admisible, en el cual el Cristo ve con amor y reverencia sus tres cuerpos vencidos. Es cuando está contemplando el Niño-Cristo que se ha hecho el Hombre-Cristo, está viendo el elemental constructor físico, el astral y el mental, y está diciendo: “gracias por lo que por mí habéis hecho”. Y debe existir forzosamente por cuanto existe una gran interpretación de los misterios en todas las religiones, que la propia naturaleza de los tres cuerpos vencidos, sojuzgados, o controlados, o integrados, la respuesta de gracias Señor porque me has liberado de la condensación de la materia y de la atracción por la materia, porque para estar a la altura del Cristo en el Monte Tabor de la conciencia los cuerpos deben ser perfectos, se deben convertir técnicamente en luz, en amor y en voluntad o poder, porque es la tríada la que está en juego, porque no puede existir el control de la mente, de la emoción y del cuerpo sin desarrollarse así mismo para adquirir un cuerpo de luz causal, la tríada espiritual: Atma, Budi, Manas, o la voluntad, la sabiduría y el amor de la Divinidad expresado en inteligencia creadora a través del mundo físico. Pero, dense cuenta que no se trata de palabras, porque naturalmente si se utilizan palabras es porque aún tenemos necesidad de palabras. Creo que llegará un día en la vida de la humanidad en que la persona hablará en forma de símbolos porque habrá llegado a la cumbre del Monte Tabor de la Conciencia. Ahora estamos ascendiendo muy penosamente hacia arriba, buscando aquel punto de síntesis, pero para llegar a este punto se necesita lo que estaba diciendo antes, una gran responsabilidad, un gran deber social. Estamos constantemente hablando de nuestro antakarana. Antakarana es el puente de luz que está uniendo el yo inferior con el superior, o el alma en pequeño con el alma grande, el alma solar, y no hablamos nunca de la conciencia social. Dense cuenta, hablamos de conciencia individual, pero, tal como dice el Maestro Tibetano: del nacimiento del desapego tiene que surgir una conciencia nueva en la vida de la humanidad. Esta es la conciencia social de nuestros tiempos, en que el hombre cuando está afanosamente ligado a su propio ser, está utilizando el antakarana individual y, naturalmente, sin darse cuenta, es algo separativo, hablo siempre en  términos de síntesis. No voy a explicar ahora cosas que están ya en los libros esotéricos, sino que cuando llega este punto de fricción o de explosión de vida interna del individuo, cuando asciende el nivel de la conciencia, existe al mismo tiempo una conciencia social plenamente despierta, y el hombre no puede ser jamás antisocial, no puede dejar de amar a sus semejantes, no puede dejar de amar ninguna de las cosas creadas por la Divinidad, está en aquello, es aquello, vive en aquello, y por primera vez sabe el significado íntimo de aquella gran frase: en Él vivimos, en Él nos movemos y en Él tenemos el Ser, que cualifica la vida de cualquier iniciado, que es al propio tiempo un testigo de la Luz y un servidor del Plan.

 

Interlocutor. — Entonces, ¿cuál es la analogía, siguiendo el mismo ejemplo, de la subida del Monte Tabor a la propia conciencia?

Vicente. — Bien, cuando la persona ha comprendido que todo está en todo, que tiene sus cuerpos vencidos, sojuzgados o controlados, se le abre la meta de la renuncia total porque aquel punto de luz todavía tiene un misterio, que es el desapego de la propia luz. Dense cuenta, el hombre está ascendiendo de deseos en deseos hasta llegar a un punto culminante, este punto le llamamos Dios. Bien, ¿qué es lo que separa al individuo de la conciencia de Dios?, ¿no será la idea del propio Dios?, ¿no será el deseo de Dios? Pues bien, cuando llega al punto final en esta etapa trascendente de la Transfiguración se abren las compuertas de la mente, del corazón, y entra en un sendero muy oculto pero que es totalmente nuevo dentro del cual el antakarana individual ya no sirve, porque se pierde dentro del árido desierto del gólgota, porque entonces el individuo debe renunciar a la propia gloria alcanzada. Claro, esto es para nosotros, ¿verdad?, pero, me has hecho esa pregunta. Y cuando el individuo tiene que renunciar a aquello por lo cual ha luchado en toda su existencia, entra en lo que llamamos: la noche oscura del alma. Este misterio de soledad que no todos los discípulos saben afrontar, ni todos los esotéricos comprender, porque se halla dentro del misterio de la propia existencia. En aquel momento en que el hombre renuncia a la luz: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”, o   “todo se ha consumado”, entonces, el individuo renuncia a la luz, y entonces se convierte en la luz.

     ¿Se dan cuenta de lo difícil que es llegar a la Divinidad? Hasta aquí se han utilizado palabras más o menos claras, más o menos convincentes, pero, ¿qué pasará cuando se nos diga en cierto estado mental y espiritual?: “Debes renunciar a todo aquello por lo cual has luchado durante tantas vidas”. Llega un momento de gran confusión interior, ¿verdad? Yo he estado en este misterio de soledad, y también les digo otra cosa: cuando ustedes tengan soledad no la rehuyan, no busquen distracciones, afróntenla ustedes con toda claridad, con toda percepción, con toda penetración, con absoluto convencimiento, pues entonces hay una posibilidad de que pasemos rápidamente por este árido desierto y la soledad se transforma en la compañía del propio Dios.

 

Interlocutor. — De todas formas has hablado e insistido muchas veces sobre el tema de la atención, entonces yo creo que en todos estos puntos que has estado comentando, en esa meditación que también has explicado, es la atención para hacer ese camino, ¿no?

Vicente. — Naturalmente. Cuando decía, por ejemplo, que no hay que hacer resistencia a los acontecimientos, me refería a que hay que observar los acontecimientos, no hay que rehuirlos, pero no hay que luchar contra los acontecimientos, no hay que luchar contra nada, porque la lucha forma parte del problema, dense cuenta. Entonces, si dejamos de luchar, el problema no tiene consistencia para que tú puedas resistirlo, desaparece, se esfuma. Dense cuenta de algo muy importante, estamos aquí tratando de buscar algo que tenemos, y si se dan cuenta de que buscar algo que sabemos que lo tenemos dentro, el problema de buscar algo que es nuestro propio ser. Pues bien, tienen ustedes una noción de este ser, que aparentemente se ha perdido, cuando están muy atentos, cuando están observando serenamente las cosas, cuando tienen serenidad en el corazón y no luchan, entonces, sin darse cuenta, sin pretenderlo siquiera, están entrando en el misterio de la soledad, pues se nos dice que si vino el Cristo fue para redimirnos, yo creo que vino para testimoniar estos estados que el hombre forzosamente tiene que atravesar, si no, ¿de qué le valdría haber venido?, ¿hay algo más ilógico que el nacer sin saber por qué?   Pues bien, hemos nacido para enfrentar la propia Divinidad y convertirnos finalmente en ella. Bien, se trata entonces de un deber, de una responsabilidad, de un poder compartido como humanidad como un todo, ¿verdad?, y también en un sentido íntimo de valores que están tratando de revelarse en todos y cada uno de nosotros. No se trata de otra cosa. Y si nos reunimos aquí periódicamente no es simplemente para hablar, sino para ser testigos de esta unidad de conciencia que se está creando, porque todos vamos a lo mismo, y todos sabemos que Dios está en nosotros. Lo que pasa es que no interpretamos sus sugerencias. Meditamos mucho, ¿verdad?, oramos mucho también, pero, ¿dónde está Dios?, ¿a qué Dios estamos orando?, ¿no será al propio Dios, al becerro de oro que todos hemos ido creando? Pues si Dios está en nosotros, ¿para qué tantas oraciones? Buscad la esencia mística de este misterio en el corazón de los demás y en sus ojos. ¿Hay algo más maravilloso que ver los ojos de los demás? Y, sin embargo, todos los rehuimos. Sin embargo, tras estos ojos está el Alma, y tras esta Alma está el Cristo interior.

 

Interlocutor. — Siempre se ha hablado acerca del cuaternario inferior, en cambio vemos ahí que hay una tríada inferior.  ¿Cuál es exactamente la analogía con los elementos que la componen?

Vicente. — Sí, bueno, si tú coges esto: Gaspar, Melchor y Baltasar, verás que realmente están unidos por un hilo de energía que los cualifica a todos, y es el cuarto elemento que se llama esotéricamente, que es el cuerpo etérico, pero el cuerpo etérico ya está dentro de la trinidad, porque no existe trinidad si no hay el misterio del magnetismo que irradia cada uno de los cuerpos a través del Niño-Cristo de Dios, el cual ha creado un punto de paso de las energías del propio Dios, si no, no sería posible interpretar la vida en términos de realización, ni hablar de Dios tal como lo hacemos nosotros lo más concreto que sea posible. El cuaternario, o la lucha dentro del cuadrado, como se dice místicamente, forma parte del misterio de Melchor, Gaspar y Baltasar más un hilo de luz, este hilo es el que interpenetra los tres cuerpos y que después va al corazón del Cristo, es técnicamente la liberación, es decir, que nos liberamos por este hilo que nos conecta con los cuerpos y con el espíritu. Estamos ahora todos aquí, en un punto clave, me refiero al mundo en su totalidad o a la humanidad como un todo, dentro de una gran crisis de expansión cíclica de grandes elementos, de grandes poderes que están viniendo, de ahí el poder del que hablaba anteriormente, que no ha tenido la facilidad o el control debido, y que por lo cual se nos desbordan los acontecimientos y, naturalmente, una vez que se han desbordado los acontecimientos somos incapaces de resistir su agresión y nos refugiamos seguramente en la tradición o en lo que dijeron los sabios del pasado, o en lo que dicen las enseñanzas místicas del presente. Es decir, que estamos trabajando siempre dentro de luz, y somos inconscientes de la luz. La segunda etapa es que somos completamente conscientes de la luz, entonces, a esta conciencia de la luz lo llamamos discípulo en sus varias etapas. El discípulo que está siendo observado por los Maestros, por la Jerarquía, el discípulo que ha sido aceptado porque ha cumplido los requisitos indispensables, el discípulo en el corazón del Maestro, cuando el Maestro ya ve que está suficientemente preparado para resistir la fuerza de la iniciación, y entonces tenemos toda la fuerza cósmica que está pendiente de este momento trascendente del Gólgota, en el cual ya definitivamente el ser humano renuncia a la propia luz para convertirse en la luz. Es decir, entre Dios y el hombre existe una barrera, esta barrera sutil que solamente el iniciado de la cuarta y quinta iniciación pueden darse. Nosotros, en nuestro estado actual, y hablando psicológicamente, tenemos el deber de desapegarnos de todo cuando constituye el vehículo de expresión de la conciencia y así decimos que hay que liberarse de las reacciones del cuerpo, de los deseos del cuerpo emocional y de los pensamientos que invaden nuestra mente. Y esto solamente puede ser porque estamos muy atentos a la vida personal. Un proceso debe ser observado en el momento de la acción, ni antes, ni después. Es como si ustedes después cuando salgan a cenar piensan en lo que estamos diciendo aquí. Es aquí y ahora cuando esto debe ser comprendido, no después. En este momento en que estamos aquí juntos, viviendo algo que a mi entender debe vivir un día la humanidad como un todo, una comunión de almas. Esta comunión de almas llevará como consecuencia una vivencia muy particular, muy definida, pero muy diferente a la que vivimos hasta ahora. De no ser así, entramos otra vez en un misterio de la precipitación kármica, y estamos  siempre, dentro del desierto sin atravesarlo, estamos en las fronteras de la acción, pero sin consumarla, nos resistimos al poder de la acción, ¿verdad?, ahí está el problema, que nos resistimos al poder  de la acción, que estamos actuando aparentemente, pero, ¿quién actúa? En cierta manera, y perdonen ustedes, pero es verdad, somos unas marionetas. ¿Cuántas veces es el yo el que actúa? y ¿cuántas el pensamiento y el deseo irrefrenado?, o, ¿bien el cuerpo que tiene sus propias exigencias? Ahí está el problema. Y, naturalmente, el problema está siendo así tan crudamente expuesto, y debe serlo así, porque no hay que mistificar la verdad y todos somos conscientes de lo que estoy diciendo. Solamente hay una ley de acción, ser responsables de todas y cada una de las acciones individuales, y  a partir de aquí dejemos que la vida coja el trabajo que hasta aquí había sido asignada a nuestra voluntad individual, a nuestra pequeña voluntad. Dejemos que la trascendencia se infiltre dentro de la inmanencia y nos colme con la liberación.

 

Interlocutor. — El problema en cambio en los occidentales es porque hay unos condicionamientos de tipo material que condicionan al ser humano, entonces, si una persona quiere vivir en contacto con la naturaleza, acarrea, por la mirada de otros componentes de esta sociedad, el que vea a este ser humano como un poco raro o un poco fuera del orden normal, entonces, ¿en dónde está la verdad? En intentar, por ejemplo, ir a vivir a la cima de una montaña, que esto es lo que siente en su interior o aguantar los condicionamientos materiales y de toda índole que comportan el vivir en una sociedad de tipo occidental.

Vicente. — Yo pregunto solamente una cosa: ¿Es porque hay esta tendencia a querer liberarse de los acontecimientos ambientales y a buscar otras zonas más  fáciles, más asequibles? No es que le diga que la vida natural no sea un éxtasis para el individuo, lo que pasa es que hay que ser también muy consciente del karma que nos ha tocado vivir como exponentes de una civilización occidental. Por lo tanto, Oriente, por su capacidad geográfica, por su capacidad geológica, por su capacidad de raza o por lo que sea, vive unas condiciones totalmente diferentes de Occidente, por lo tanto, allí es natural que una persona se refugie en un bosque en forma de yogui, de Gurú, o como que sea, y que viva en soledad, y que viva aparentemente una vida muy risueña, o muy dinámica, o como sea, no sabemos cómo vive el yogui en la selva, pero, dense cuenta de algo, cuando el karma individual, y soy muy analítico al decir esto, incita o promueve que el individuo nazca en Occidente es porque hay un cierto karma que le une a Occidente, y que seguramente cuando viene un individuo que en vidas  pasadas fue oriental tiene las tendencias de pasar por esta prueba de soledad o de vida natural, que no es que sea malo, todo lo contrario, es lo mejor para todos, pero sin darse cuenta le rodea algo de valor sustancial de los hechos que tiene que vivir como ciudadano de un país, como ciudadano de una nación, como ciudadano de una localidad, como ciudadano del mundo en donde Dios lo ha situado. Es decir, hay que ser muy comedido en la acción. Todos sabemos que cuando podemos vamos a la montaña y vivimos la vida aquel día, pero no podemos vivir constantemente allí porque nuestra mente está mecanizada, hasta el extremo que forma parte de la maquinaria social de nuestros días, y marchar de allí puede ser algo como lo que yo decía antes, que estás resistiendo los acontecimientos, estás ofreciendo resistencia al ambiente, y como que la gente en general está actuando por reflejos del inconsciente colectivo, cuando una persona tiene esta tendencia y la exterioriza, le llaman  maniático, le llaman mil cosas. En cierta manera, a las personas que tenemos ciertas ideas de tipo esotérico también nos llaman maniáticos, ya está dentro del orden de las cosas. Ahora bien, si una persona se cree que es mejor que otra porque hace una vida natural es porque no ha comprendido el valor del karma, ni su deber social. Sin darse cuenta, se está apartando del resto de la humanidad, está haciendo un vacío entre él y sus hermanos, y dice: “es que ellos son así, pero es que yo en mi elevación tengo que hacer esto, tengo que hacer una vida natural”, y cada cual está creyendo que con aquello ha resuelto el problema espiritual. Está resolviendo únicamente un problema pránico, es el problema de su cuerpo, pero espiritualmente, ¿qué? No se dan cuenta que si estamos inmersos en una vida social técnicamente mecanizada, hasta el extremo de que parece que el hombre sea una máquina más del ambiente, que tenga tendencia a salir de esto, pero nunca se saldrá el hombre por la tangente, hablando en plan de liberación, escapando del proceso mecánico de la historia donde está viviendo, porque forma parte de la historia, es un núcleo vital, como una molécula de nuestro cuerpo, forma parte de una célula como una célula forma parte del contenido del organismo, es decir, hay que ser muy discretos y muy inteligentes en la acción, y ver los acontecimientos con tanta naturalidad que comprendamos exactamente lo que decía Buda con aquellas palabras: “El hombre perfecto vence sin luchar”, porque estamos luchando porque somos imperfectos, dejando de luchar somos perfectos, pero, ¿dónde está la perfección? Está en el constante dejar de luchar de cada día, no aliándonos a los tres emisarios, digamos, del tiempo: Gaspar, Melchor y Baltasar, y ascendiendo humildemente sin pedir nada más que fuerza para resistir el proceso en que Dios nos ha situado, y sin pedir protección, porque estamos constantemente pidiendo protección y, sin embargo, qué poco estamos utilizando la voluntad divina que Dios nos ha asignado. Es decir, es justo, es lógico, es natural que el hombre tienda a la vida natural, solamente que hay que darse cuenta que la vida natural viene perfectamente cuando el hombre se ha liberado, porque primero hay que buscar el Reino de Dios y lo demás viene por añadidura. Me parece que estamos buscando primero la añadidura y después si hay tiempo buscaremos el Reino de Dios. El problema está aquí. 

 

Interlocutor. — Entonces, estás de acuerdo en que el hombre vaya a vivir al campo que es un medio más natural, pues venimos de la tierra y necesitamos de la naturaleza, lo que es antinatural es estar aquí en la ciudad. Si el hombre está buscando perfeccionarse lo más lógico del mundo es que todos nos podamos ir a vivir al campo, lo más antinatural es mecanizarnos y quedarnos aquí, y yo creo que usted se ha estado cargando un poco esto de ir a la naturaleza, entonces, yo con mucho respeto me lo cargo… es mejor dejar la ciudad y marchar a la naturaleza.

Vicente. — Un momento, ¿qué haríamos todos cuando todos estuviésemos en el campo? [risas] Tendríamos que mecanizarnos porque no nos entenderíamos, estoy diciendo, y acepto sus palabras con toda reverencia, estoy diciendo todo el rato que estoy de acuerdo con la vida natural, pero digo asimismo, como contraparte, que la mayoría de personas se dedican a la vida natural porque son incapaces de resistir la presión ambiental y, por lo tanto, no es un carácter de lucha, y esto no se refiere sólo a un carácter cristiano o lo que sea, sino a los ascetas-yoguis que viven en las cuevas de las montañas. No es la liberación esto, la liberación consiste en afrontar los hechos, lo estoy diciendo todo el rato, y no me cargo nada, ¡por favor!

 

Interlocutor. — Pero es que no todos somos ascetas, si yo me voy al campo unos meses no voy a hacerme asceta, me iré yo a vivir y a trabajar, y va a ser mucho más dura la vida en el campo que en mi casa con la nevera que puedo comer todo lo que quiero, para mí será mucho más duro estar en el campo.

Vicente. — Sí, sí, yo estoy de acuerdo con usted, yo se lo respeto, ese es su problema. No, yo no generalizo, usted me ha comprendido perfectamente. Si yo tengo una casa en el campo y voy a trabajar, entonces naturalmente está muy bien que yo vaya una semana de trabajo y oxigeno mis pulmones, pero yo en estos momentos tengo una tarea social, no sé si usted lo ha comprendido, la tarea social la tengo con mis vecinos, con mi pequeña familia y con todo cuanto me rodea en las amistades. Si las amistades se van a vivir al campo yo debo permanecer al pie del cañón, que es mi modo de ser, y no voy contra nada y contra nadie, y digo que ojala tuviésemos aquello que en el campo tienen, que en todos los árboles pendiesen lo que necesitamos para comer, pero como que hay que trabajar tendríamos que buscar la máquina para trabajar el campo, tendríamos que crear una ciudad en medio del campo, y entonces tendríamos la ciudad y no tendríamos campo. Bueno, no quiero discutir esto porque me parece que la señora tiene razón y no quiero enfatizar el tema.

 

Interlocutor. — Si me permites, me parece que el Maestro Tibetano respondía a la pregunta del caballero de la siguiente manera en Discipulado de la Nueva Era, dice: “Seguramente una vida no puede ser totalmente completada hasta que todas las funciones de su naturaleza, animal, humana y divina, en el hombre se unen estas tres, sea completamente ejecutada, porque si no quedaría parte de ella frustrada, inhibida o anormal”, que es prácticamente la pregunta del señor.

Vicente. — Sí, sí, de acuerdo. Es una manera de enfocar pero es lo mismo.

Leonor. — Bueno, yo decía que las generalidades no hay que tomarlas en particularidades, pues todos quisiéramos vivir en plena naturaleza, pero también sería muy bonito que hiciéramos que la ciudad no fuera tan incómoda y que la naturaleza no fuera tan incómoda como la ciudad, es el trabajo de cada uno en donde estamos situados, ahora bien, en la vida particular uno puede ser millonario, otro tiene una ocasión de encontrar un trabajo en el lugar que prefiere, eso está en el condicionamiento de su karma, de su vida particular, pero si estamos hablando en referencia a la sociedad hemos de generalizar, no podemos buscar la cosa particular, y mejor que la atmósfera estuviera sin todo lo que estamos resistiendo, pero si uno tiene un trabajo en un lugar donde prefiere es lo mejor de la vida, pero estamos hablando en términos de sociedad que no respondo de mí sino de todos, esto es una cosa que no es particularizar.

Vicente. — De acuerdo, no particularizo.

 

Interlocutor. — Pero, una cosa, el karma colectivo es muy elástico, porque en Cataluña mismo hace unos años unos señores dijeron: “hace falta mucha gente en Cataluña, vamos a ver mucha gente en Cataluña”, y ahora ocurre que sobra mucha gente en Cataluña, que los condicionamientos son muy distintos, o sea, eso del karma colectivo hasta cierto punto me lo creo, y hasta cierto punto no me lo creo.

Vicente. — Un momento, dense cuenta de algo, de la misma manera que los que estamos aquí venimos por una razón, la inmigración también tiene una razón, ¿no será también que Cataluña ha llegado a un estado en que se cree superior y que ahora está pagando las consecuencias, kármicamente hablando? Por lo tanto, no podemos discutir nunca en términos genéricos, aunque generalmente las cosas suceden de esta manera. Todos estamos seguros y compenetrados de que buscamos la realidad, cómo y de qué manera es muy particular, no vamos a meternos en esto. Solamente hay que poner énfasis en algo, lo que falta en la sociedad es conciencia social. Si hay conciencia social se ha creado uno de los misterios de la sociedad que es el establecimiento de un antakarana de luz o un puente mágico que conecte a la Humanidad con la Jerarquía y a la Jerarquía con Shamballa y así vamos progresando. Pero, esto no se realiza, ustedes lo saben, en forma grupal, sino que son hechos aislados, díganme ustedes cuantos Cristos han aparecido en la historia. Sabemos de un Cristo, sabemos de Buda, de Confucio, Lao Tse, y sabemos de otros que les antecedieron, ¿y cuántos vendrán después para ayudarnos a salvar este escollo, este gran desierto al que he aludido anteriormente. Por lo tanto, lo que hace el individuo con su personalidad es cuestión propia, y no vamos a discutir esto, y si he dicho antes esto era lo ideal, cada cual debe hacerse el ideal a su propia condición y a su propia visión, porque nunca en mis conferencias trato de decir a una persona “esto no lo hagas por esto”. Estoy diciendo algo muy importante, porque desde un principio hemos hablado de la trascendencia y cuando hablo de trascendencia le asigno a esta palabra un significado total, el significado de Dios, el Creador del Universo. Se puede estar o no de acuerdo con el término Dios, porque ha sido prostituido a través del tiempo, pero que existe una causa única por doquier eso es innegable. Pues bien, si vamos a buscar esta causa hay un compromiso dentro del corazón del hombre, este compromiso es el que no estamos aceptando, estamos rehuyendo, sea cual sea la evasión, el carácter psicológico de esta evasión, lo real es que estamos evadiendo un problema social. Cuando vemos un dolor apartamos la vista de este dolor porque nos sentimos adheridos al dolor, y queremos estar aparte, queremos descansar, y entonces estamos cayendo en el absoluto egoísmo que caracteriza al hombre de las cavernas, ustedes me perdonarán, porque el egoísmo solamente tiene una cara, es el querer para sí en detrimento de los demás, lo que hacía el hombre de las cavernas con el alimento y con todas sus posesiones, no compartía, estaba preparándose solamente para sí mismo, y llegó la parte histórica en la cual el hombre se hizo consciente del otro y entonces viene el espíritu de coparticipación. Estamos solamente en los principios de la era de coparticipación, o de participación de los bienes de la Divinidad esparcidos por toda la Tierra, y entonces lo que hay que hacer, lo que hay que buscar, lo que hay que pretender solamente es ser conscientes cada uno de la misión que tiene asignada como ente humano dentro de la sociedad que estamos viviendo. Es decir, que la humanidad es una gran máquina y nuestra misión es ser una pequeña célula, una pequeña ruedecita dentro de esta máquina pero que funcione sin resistencia, solamente digo esto y no digo otra cosa. Pues bien, la resistencia engendra que quede oxidada la ruedecita, y una ruedecita oxidada en el seno de la sociedad va a parar tarde o temprano la máquina social, y ahora estamos viendo cómo puede pararse la máquina social, cómo puede pararse el curso de la historia, cómo puede pararse una serie de acontecimientos libres que tienen por campo de acción la humanidad, nuestro planeta, la sociedad donde vivimos, nuestra localidad, nuestro ambiente familiar, nuestro ambiente individual. Pues bien, solamente hay que ser conscientes igual que… conscientes de algo muy importante, que el individuo no arrostra, no enfrenta su propia soledad, porque está constantemente frenando o haciendo resistencia a los hechos, está parando en la pantalla la secuencia que corresponde al pasado, y no tiene capacidad para que la máquina corra y que vayan sucediéndose los hechos, y que al sucederse de los hechos empiece a gustarle la gloria de la acción creadora. Ahí está el proceso. Hay que dejar correr la máquina sin resistencia, observando los acontecimientos, y llega el momento que nos daremos cuenta de la observación y la intención profunda de realizar, y la atención profunda hacia los hechos es la antesala de la liberación humana. Un poco de silencio y terminaremos.   

 


CONFERENCIA VICENTE BELTRAN ANGLADA

Barcelona 
1-Abril-
1981

Conferencia digitalizada por el Grupo de Trascripción de Conferencias (G.T.C.)
14-Febrero-2007 ==>2008-09

Editada por el Centro de Estudios VBA (en curso)
5-Marzo-2008

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