Conferencia
Vicente Beltrán Anglada

[edición en curso]

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La verdad ha de presentarse de tal manera, que convenza sin atar y que atraiga aun sin convencer. Esto sólo puede realizarlo el lenguaje del corazón.

[VBA: Introducción al Agni Yoga, p. 49]

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Agni Yoga

SNE

La serena expectación ante el problema social

Barcelona, 14 de noviembre de 1981

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Barcelona, 14 noviembre 1981.― Agni-Yoga: La serena expectación ante el problema social. Sobre “La noche oscura del alma” y la soledad. Crear algo nuevo dejando los viejos moldes. El peligro de los intermediarios. La serena Expectación. El peligro de programarnos. La dificultad de la mente y el proceso de la Iniciación. Discernimiento y dualidad. La atención no requiere esfuerzo. Sobre las emociones. Vivir el presente. Los visionarios. El no-apego, la no-lucha. Sobre la Meditación.

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Vicente. — El hecho que de una u otra manera estemos inaugurando nuestras conversaciones, o ciclos de conversaciones esotéricas, en otro local, puede constituir quizás una novedad no sólo para mí sino para ustedes, es algo que hay que darse cuenta que hace ya cinco años que estamos insistiendo sobre temas definidos, y aquí, no es que intente empezar de nuevo porque siempre estamos empezando de nuevo, al menos esotéricamente siempre hay que empezar de nuevo, sino que quizás hoy, por ser el primer día, preferiría que fueren ustedes los que inauguran un ciclo haciendo alguna pregunta, o varias preguntas, y yo iría contestando. Es decir, yo no he preparado nada esperando que fuesen ustedes, en adelante ya prepararé como de costumbre las conferencias, tenemos una pizarra muy bonita para los dibujos del Sr. Gumí, y tenemos también un público selecto que como siempre asiste a estas reuniones.

Me gustaría que ustedes hiciesen algunas preguntas acerca de lo que hemos dicho en la calle, acerca de alguna preocupación de tipo esotérico, aquello que ustedes crean conveniente, e incidir también en el hecho de si quieren que las conversaciones sean en catalán o en castellano. Para mí es igual, y es preferible que todos comprendamos el sentido íntimo de lo que se va a decir, y si hay dificultad en aprender la lengua catalana, hablaremos en castellano. Siempre son ustedes los que tienen la palabra, de acuerdo con la posición que ustedes adopten será la mía. ¿Hay alguna preocupación por algún tema definido?

Interlocutor. — La pregunta iría sobre el hecho de la atención y el comportamiento moral en la sociedad.

Vicente. — Quizás si estuviésemos muy atentos en nuestra vida cotidiana al devenir de los hechos la pregunta moral-social ya quedaría eliminada, porque realmente no vivimos atentos. Estamos simplemente batiendo el tambor del tiempo, estamos siendo espectadores de un drama que está sucediendo a nuestro alrededor, pero, me pregunto, y siempre hay que hacerse esta pregunta, hasta dónde yo puedo intervenir directamente en la relación de hechos que están sucediendo a mi alrededor, o dentro de uno. Entonces, si hay discontinuidad de conciencia, y esto existe siempre cuando existe un proceso de pensamiento basado en la asociación, en la serie acumulada de recuerdos que se extienden desde que fuimos por primera vez almas autoconscientes, o individuos, hasta el momento presente. Es decir, que tal como decía el otro día en los Amigos de la India, toda nuestra conciencia actual está estructurada a base de recuerdos, y estos recuerdos condicionan nuestra vida por entero. No somos creadores en este sentido, nos basamos en la tradición, en lo adquirido, en lo que existe ya, pero, yo digo que existe una parcela desconocida dentro de nuestro ser la cual exige ser descubierta, pues en este descubrimiento existirá la promesa del nuevo orden social, de la nueva moral social a la que tú estabas refiriéndote.

La dificultad estriba en que tratamos de abordar todo cuanto sucede en el presente de acuerdo con los módulos del pasado, con los motivos de la acción que inspiraron a la acción a nuestros antepasados. Simplemente esto. Pero, los tiempos han cambiado tan radicalmente, es tan diferente la vida de hoy a la del pasado, solamente 25 o 50 años, que forzosamente deberemos motivarnos internamente bajo otro designio, bajo otros propósitos, bajo otra manera de enfocar la vida y las circunstancias. Ahí está el proceso de la atención a la cual debo forzosamente referirme siempre, porque si ustedes son conscientes, tal como trato de serlo yo, nos daremos cuenta que estamos muy distraídos, vivimos al amparo de la tradición, de lo que está organizado, de lo que ya está hecho, y nosotros por nuestra parte poco hacemos, nos dejamos llevar por nuestras precipitaciones kármicas, puede decirse, o por los acontecimientos que están abatiéndose sobre nuestro planeta, y aún dentro de la novedad que entraña el que nuestro planeta sea el centro de la atención universal hoy día, más que nada porque parece ser que la humanidad ha dado un gran paso internamente y que, por lo tanto, la vía de extracción debe forzosamente encararse hacia a lo nuevo, lo venidero, aquello que no ha sido todavía estructurado, aquello que todavía no ha dejado una huella en nuestra conciencia, y ahí está la habilidad del pensador, del pensador moderno, el pensador de nuestros días. Yo digo, y afirmo, que si estamos muy atentos, que no se produzca en nosotros el fenómeno de discontinuidad de conciencia, con todo cuanto entraña para nuestra vida física, moral y espiritual, el problema surgirá constantemente. No podemos arrancar de raíz ningún problema psicológico existente, los complejos continuarán siendo la promesa de cada día y, por lo tanto, habrá sufrimiento, habrá confusión y habrá desarmonía por completo. El problema pues está simplemente en ver si logramos matizar nuestra vida internamente de atención, una atención tan profunda que dentro de esta profundidad el pensador que observa y la cosa observada constituyen una sola cosa. Cuando se ha producido este hecho existe lo que llamamos una unidad de conciencia, una integración espiritual y al propio tiempo un contacto con regiones o dimensiones del espacio que están inexploradas todavía y que, por lo tanto, constituyen el desafío para cualquier tipo de sociedad organizada según las leyes de la ética, la moral y de la inteligencia.

Interlocutora. — Me gustaría que nos explicara el término noche oscura del Alma.

Vicente. — La noche oscura es un término místico que indica un momento de soledad que debe forzosamente atravesar el Alma cuando está empeñada en el propósito de realizarse espiritualmente. Es, por decirlo de alguna manera, el enfrentamiento de la propia soledad. Hago hincapié sobre el término soledad porque realmente la soledad es prácticamente desconocida, y la desconocemos porque nuestro ánimo está sumido constantemente en el temor, y como tenemos miedo y como no tenemos decisión, la soledad se nos escapa, es decir, el misterio que viene envuelto en la propia soledad. ¿Qué pasa?, ¿qué ocurre cuando nos encontramos o nos sentimos solos? No enfrentamos las cosas, buscamos la diversión, buscamos la compañía, ¿por qué?, porque tememos la soledad. Y con la soledad se nos va el misterio iniciativo, que es una crisis iniciativa, y no hay ningún iniciado que no pase por esta crisis, por esta Noche Oscura del Alma, por esta tierra de nadie, inexplorada, teñida y al propio tiempo ignorada. Porque, dense cuenta ustedes, psicológicamente hablando, que siempre tememos aquello que ignoramos, por lo tanto, lo desconocido siempre nos causa temor. Por ejemplo, el misterio de la oscuridad nos aterra, nunca nos hemos propuesto ver qué significa la oscuridad, o el misterio de la muerte. Tememos la muerte pero no nos hemos preocupado nunca del misterio de la muerte. ¿Qué significa la muerte? Yo digo que tememos la muerte porque no amamos suficientemente la vida, es decir, que estamos integrados dentro de unos valores históricos del pasado, pero, la realidad fundamental, el Yo en nosotros, o “Cristo en ti esperanza de gloria”, constantemente pasa inadvertida. ¿Por qué no se realiza de vez en cuando el enfrentamiento con la propia soledad? Porque motivos hay de soledad constante. Por la desilusión romántica quizás. Porque estamos sufriendo alguna frustración en algún campo psicológico, o porque queremos enfrentar una realidad, la soledad siempre está delante de nosotros imprimiendo un sello de nuestra vida, un sello que constantemente estamos borrando, y como que estamos borrando este estigma de la soledad, sucede que nunca acabamos de comprender el misterio de la soledad que es el misterio del propio ser. Porque, ¿qué conocemos del ser? Conocemos sus reacciones mentales, sus reacciones emocionales y sus reacciones físicas, pero, ¿y el Yo? El Yo que está por encima del pensamiento, de la emoción y del cuerpo. ¿Qué sucede con este Yo? Este Yo viene envuelto siempre dentro del misterio de la soledad, y como que nos refugiamos en el ruido, en la algarabía de lo que no es bueno, el Yo jamás es conocido. No nos conocemos jamás en profundidad. Conocemos una pequeña parte del ser y a esta pequeña parte del ser le llamamos yo, y este yo se expresa a través de lo que técnicamente llamamos el libre albedrío, lo cual no es poca cosa habida cuenta que el libre albedrío es la capacidad mínima que tiene el ser humano de moverse dentro del círculo de sus propias limitaciones, y, naturalmente, el paso que va de este libre albedrío humano hasta la voluntad trascendente, que está por doquier, hay un misterio que resolver, hay un problema inmenso que solucionar, y esto es la soledad. La soledad... , para aquel que la enfrenta ha de ser dura la prueba porque debe dejar atrás la cuenta rosada de las queridas ilusiones, de los tiernos afectos, y de todo cuanto constituye una rémora para el espíritu, pero como que no estamos dispuestos a abandonar ni unas cosas ni las otras, el misterio fugaz de la soledad se disuelve en el espacio y reaparece cíclicamente después de algunos años de crisis o de aventuras dentro de la... Pero, si queremos andar deprisa, si queremos acelerar el motor de nuestra vida psicológica, deberemos enfrentar la soledad. No hay escapatoria porque somos nosotros mismos, aún envueltos dentro de este cáliz de misterios el Yo siempre emerge de nuestra propia existencia, y hay que trabajar en este sentido, es decir, hay que eliminar el miedo.

Leonor. — Verdaderamente para poder crear algo nuevo, y no fijarnos en las cosas antiguas, o sea, esa tradición que debemos olvidar, primero, debemos llegar a una culminación de la atención, o sea, de conocernos auténticamente a nosotros mismos para saber entonces si podemos lograr en consecuencia, porque hay que estar muy seguros de que lo que vamos a hacer está bien... deberemos empezar a crear algo nuevo, pero empezar a crear algo nuevo es romper con los moldes antiguos, ser pioneros de algo que se rompe y algo que empieza de nuevo, esos pioneros tienen que recibir muchos golpes, por lo tanto, hay que estar bien preparados. Yo creo que para hacer un nueva moral social han haber muchos pioneros que cuando estén seguros, completamente seguros de que han de hacer algo que está contra las leyes, que lo hagan, pero tienen que estar completamente seguros, entonces,...

Vicente. — Es que la seguridad solamente puede surgir dentro de una gran atención, de una atención continuada. Además, somos conscientes de que venimos impregnados por el hábito del pasado, la tradición, todo cuanto constituye nuestra vida orgánica actual y espiritual, constituye la tradición. Aún el código genético es tradición y todo esto está inmerso dentro, o alrededor de un centro de conciencia que llamamos el yo, y la pregunta que me hacen siempre todo el mundo es: ¿Cómo podríamos derribar la barrera de separatividad que existe entre el yo encerrado dentro de las cárceles del pensamiento, de la emoción y del cuerpo, y surgir raudamente al exterior a ver qué pasa, a ver qué sucede? Ya estamos en lo mismo, o bien estamos tan poco integrados en valores espirituales que luchamos aireadamente contra el pasado, reaccionando contra el pasado, no comprendiendo el pasado que es tal como debería ser sino reaccionando psicológicamente contra el pasado, y de esta manera no puede resolverse el problema de la vida, pero, ¿qué pasa cuando estamos atentos a nuestra máxima de atención? Entonces, sin darnos cuenta, nuestra mente, nuestro cuerpo deseos, y el propio cuerpo físico, se hacen moldeables, adaptables, vulnerables a la impresión de las cosas nuevas que existen por doquier. Así, el problema siempre será el mismo, y la relación que existe entre la atención constante y el misterio de la soledad siempre están en... porque la única manera de enfrentar el misterio de la propia soledad es la atención hacia todos y cada uno de los hechos que suceden en nuestra vida. El drama histórico, dirán ustedes, constituye sólo un recuerdo, pero, el drama histórico contiene experiencia, y esa experiencia no tiene nada que ver con la superficialidad de la mente o de los deseos, es algo que está más allá y por encima. Ya estamos con el proceso cronológico o psicológico. Estamos atados cronológicamente al pasado, históricamente estamos enlazados con el pasado y todo cuanto es nuestra vida es una serie continua de hechos históricos que no han sido debidamente comprendidos, que no han sido debidamente consumados por falta de atención, por falta de observación, por falta de un sentido de síntesis, ahí está el problema que se abre al hombre. No el hombre actual, el hombre, el ser humano de todos los tiempos, que jamás ha enfrentado directamente una realidad, siempre ha buscado, tal como decíamos el otro día, un intermediario, alguien en quien cargar kármicamente con las culpas del yo. Este yo puede ser cualquier técnico, un técnico religioso, un técnico psicológico, un técnico filosófico, cualquier tipo de técnico que quiere resolver los problemas de la humanidad. Y dense cuenta ustedes, que nuestra motivación máxima que es el amor no tiene asiento en nuestra vida, no tiene asiento en nuestro corazón. Somos mentales, somos técnicos, pero, no somos amor y ahí está la falla del hombre actual. Existe un fallo fundamental en todas estas cosas, porque no las hemos comprendido en profundidad, nos conocemos solamente a través de una pequeña parcela mental, y todo cuanto percibimos a través de esta pequeña parcela mental la llamamos verdad, historia,... En realidad, es un fragmento solamente de lo mucho que es libertad. Pero, si estamos siempre atentos, si adquirimos constantemente la actitud del observador, no existirán vacíos en la conciencia, la mente no será solamente un depósito de pensamientos o de imágenes diversas, será un instrumento fiel de la vida del pensador, de pensar en términos de síntesis. La síntesis engloba al propio tiempo el misterio de la soledad y la consumación del plan histórico de nuestra vida. Cualquier hecho por importante que sea, o por poco importante que sea, debe merecer forzosamente nuestra atención, no podemos aislar un hecho de otro por decir que sea un hecho menor en comparación con otro mayor, ¿verdad? Constituye una secuela de hechos, igual que una película, está filmada desde el principio, solamente pasan por la pantalla una imágenes que preceden a... y me parece a mí que siempre estamos deteniendo esta pantalla del presente por una razón u otra, porque tenemos miedo, porque somos livianos en el pensar, porque tenemos dificultades de asimilación psicológica. De ahí, que los hechos del presente se están acumulando en el presente porque existe una barrera entre el pasado y el presente. El presente está paralizado ahí y el futuro que se produce en el presente está activando, está desarrollando un mecanismo de asimilación que el hombre no puede asimilar. Hemos creado una gigantesca maquinaria técnica: “la mente”, pero ahora resulta que como que no somos hábiles en el pensar, este gran instrumento técnico se ha convertido en la máquina que se nos está engullendo, y estamos ahí engullidos por el propio pensamiento. Díganme ustedes si pueden parar el pensamiento a voluntad, ¿pueden? Sean honrados con ustedes mismos. Solamente puede pararse el pensamiento con la atención, no con la lucha contra el pensamiento, porque cuando están pensando se dan cuenta a veces de la inutilidad del pensamiento, y el dilema es “cómo voy a desvanecer el pensamiento”. No se puede luchar contra el pensamiento, porque la lucha forma parte del propio pensamiento, del propio deseo de pensar, debe existir entonces otro motivo creador interno, que es precisamente aquel que está involucrado dentro del misterio de la propia soledad, esta soledad que se dice que es mística, pero yo digo que es dinámica por todos los ámbitos que se dan. Es decir, que cuando ustedes están pensando y no quieren pensar, demuestran que están engullidos por la máquina del pensamiento que ustedes han creado. Si se sienten ustedes engullidos por aquello que han creado, ¿dónde está la serenidad necesaria?, ¿dónde está el creador de...? Se puede decir que son los hechos históricos los que están galvanizando nuestra vida, pero no la creatividad del propio pensador. ¿Pero qué sucede cuando están muy atentos, cuando están observando en profundidad, con serenidad? Existe paz, ¿verdad? Existe un proceso de atención simple, sin lucha, sin resistencia, y ahí está verdaderamente la soledad que ustedes temen, y se le está demostrando que esta soledad no hay que temerla porque constituye la esencia del propio pensador, que está más allá no sólo del pensador sino de la propia facultad de pensar. ¿Y qué es lo que está más allá de la facultad de pensar? Será aquel que ha creado al hombre. Entonces, cada vez que nos ponemos en situación de expectación serena hacia todo cuanto ocurre estamos viviendo divinamente, sin reacciones. Yo creo que es este el tipo de sociedad que debe cambiar todas las estructuras actuales. No será manifestándose a gritos acerca de la paz y conservarla en tanto el hombre tenga la guerra en su corazón, solamente gritará palabras y eslogan, pero él continuará creando la guerra, ¿por qué?, porque no estará integrado en valores eternos, y al no estar integrado en valores eternos todo cuanto salga al exterior es como el nombre de Dios, que siempre es tomado en vano. Tal como decía el otro día, se nos llena la boca hablando de Dios, pero, ¿qué es Dios?, para la mayoría de nosotros es un término completamente abstracto, por lo tanto, no sabemos lo que significa. Y lo mismo que hablamos de Dios, de la paz, la libertad y todas esas cosas, porque todo constituye el mismo bloque de síntesis a la cual me estoy refiriendo.

Interlocutor. — Cuando en un momento determinado sabemos que todos estamos en la materia programados desde que nacemos hasta que morimos, entonces, ¿hasta qué punto encuentras positivo o negativo el hecho de pretender o querer dar estos consejos, o estos principios, o estas leyes, o estos programas previos que nos han dicho a través de muchas maneras, para sabiendo que después esta persona, que sea sutil, o que sea brutal, y vengan a derrumbarse estas cosas que de alguna manera le sujetan a un principio de deducción, una lucha de sí mismo y derrumbarle de esas estructuras de fantasía, y sabiendo que posteriormente le harás daño, que sufrirá al no encontrar esas estructuras, porque será como no encontrarse a sí mismo?, ¿hasta qué punto esto es también positivo o es negativo?

Vicente. — Todo depende de la calidad de observación del pensador. Ya he dicho que estamos programados, y para mí esta palabra debería eliminarse. Yo diría que deberíamos desprogramarnos constantemente, porque, naturalmente, ¿qué nos programa?, ¿el karma?, ¿y qué es el karma? El propio yo es el karma, ¿verdad? Y como que no sabemos nada del propio yo tampoco sabemos nada del karma y, por lo tanto, decimos, “¿qué es el karma?”, lo desconocido. Pero, si desprogramamos la programación kármica, ¿dónde está el karma? Ahí está el problema, es decir, que el karma es una cosa existente en la historia del mundo, pero, es que el hombre –al ser humano me refiero– está tan dentro de su propio karma, está tan convencido de que el karma está condicionando que realmente se siente condicionado. ¿Y qué pasará si derrumbamos todas las estructuras kármicas? Quedará el Yo, lo real, la verdad, la cual no puede precisamente ser descubierta porque existe el karma, porque existe la estructura, sea la que sea, una estructura física, emocional, mental o de cualquier tipo. Yo digo que si estamos atentos derrumbaremos la estructura del yo, la que el yo está estructurándose, y cuando todo falla queda aquello que no puede fallar jamás, que es el Yo eterno que está en nosotros. Les estoy hablando del Yo eterno, del Yo omnipresente, del que está siempre aquí y ahora y en todas partes, pero que nosotros lo consideramos tan lejano y jamás lo admitimos como una realidad, siempre el Yo Eterno es como una especie de ficción. Ahora está de moda la ciencia-ficción, el Yo para nosotros es la ciencia-ficción y, sin embargo, es la realidad, es lo que estamos buscando si realmente estamos buscando. Quizás no estemos buscando esto. Quizás estemos buscando introducirnos en el morbo de la historia, y conocer los fundamentos del karma y conocer cómo la historia se ha estructurado y entonces hablaremos de los que ustedes quieran, porque se puede hablar de todo, pero fundamentalmente lo que interesa es: ¿cómo yo puedo yo liberarme del karma?, ¿cómo puedo liberarme del pensamiento?, ¿cómo puedo liberarme de las emociones?, ¿cómo puedo liberarme de los deseos? Y ahí está el problema. Pues bien, hay que decidirse, o por Dios o por el César, simplemente esto. Si elegimos al César vamos a crear estructuras nuevas, quizás más sutiles, pero que igualmente condicionarán la vida del pensador que somos nosotros. Y tampoco podemos reemplazar las estructuras viejas sin conocer la raíz de las estructuras, cómo se han creado, y veremos que somos adquisitivos, que constantemente estamos adquiriendo de la vida y poco damos a cambio, ¿verdad? No damos nada a cambio. Solamente queremos derechos, pero, deberes pocos. El deber elimina la estructura. El derecho siempre crea estructuras. Dense cuenta de esta sutilidad, porque el karma, como digo, es algo que se da como un hecho a priori histórico que nos condiciona en cierta manera y hasta cierto punto, hablo del punto de vista del observador inteligente, que no se conforma con la conformación del karma y que quiere variar radicalmente la vida en términos de realización. Simplemente esto. Y el problema está cómo y de qué manera. Y Uds. dirán, “usted lo encuentra muy fácil”. Yo digo que sí, que es muy fácil, pero, también digo que nuestra mente es muy complicada, y como que nuestra mente es muy complicada se resiste a admitir una cosa fácil, porque admitir una cosa fácil parece ser que nos empequeñece ante nuestra propia visión personal, y queremos algo trascendental, espectacular, y somos espectaculares a un extremo máximo. Y cuando decimos, no, hay que estar muy atentos, decimos “ya lo estoy”. Sí, y estamos atentos cuando vemos algo que nos interesa mucho, pero algo que no nos interesa no estamos atentos porque lo rehuimos y, entonces, como los hechos buenos y malos están dentro de la propia vida que pasa por el presente resulta que algo admitir un hecho que nos parece indeseable, dejamos de prestar atención a lo indeseable, y entonces existe una lucha entre las cosas buenas y las cosas malas, porque nuestra mente está paralizada en el tiempo, paralizada en cosas buenas y en cosas malas, y ahí está la decisión del hombre. Pero, si estamos muy atentos no hay esta distinción, todo es bueno a la vista del observador, porque todos los hechos buenos y malos forman parte del contexto histórico y experiencia del propio pensador y, por lo tanto, hay que estar muy atentos para ver a dónde lleva esta secuela de hechos, o cómo se han producido, o cómo aceptar de una manera sencilla y sin reacción las cosas nuevas que van sucediendo a su propio tiempo. Es decir, que es tan lógico, tenemos la televisión, tenemos frigorífico, tenemos aparatos sofisticados para viajar por el espacio y, sin embargo, en cierta manera y hasta cierto punto estamos viviendo en las cavernas, es el problema de la época, y qué es el problema histórico de las cavernas y el espíritu de posesión, la ley del más fuerte, el espíritu competitivo, y como nos hemos educado mucho ahora cuando vamos a polarizar la atención al hombre que ha salido de las cavernas, lo constituimos, no en el hombre fuerte de la tribu, el hombre que puede con todo, sino en el más hábil para competir, no el más inteligente, digo el más hábil, que no es lo mismo. Estamos todos en esta situación, y preguntamos sobre la estructura, la estructura que hemos creado, es la misma estructura que creó el hombre primitivo, solamente que hemos dorado la barra a donde se apoya la..., pero, la barra es la misma y, por lo tanto, como la barra que sostiene la estructura es la misma, naturalmente, la libertad del hombre está supeditada como siempre al drama histórico que está viviendo, sin capacidad de reaccionar, sin capacidad de decidir por sí mismo, sin capacidad de afrontar una situación, sin capacidad de vivir atento a la realidad. Bien, simplemente esto, es muy fácil de ver. Pero, cuando ustedes están atentos están comprendiendo estas cosas. ¿Y cómo se pasa de la compresión a la aplicación? Manteniendo la línea de atención. Que no se trata de hacer un hombre automático dentro de la atención o mecanizar la mente para que esté atenta. No se trata de esto. Se trata de vivir simplemente silenciosamente expectante, con serenidad, adaptándonos a las circunstancias, no luchando contra ellas. Los problemas de la humanidad no se solucionan porque el hombre –el ser humano, repito– está reaccionando constantemente contra ello, contra los problemas y contra las dificultades. El día que deje de luchar el problema desaparecerá, porque el método de resolución del hombre es como aquel que aplica bencina para apagar una hoguera, aumenta el problema con su reacción, con su lucha. Y un problema jamás se soluciona de raíz luchando contra él, sino comprendiéndolo en profundidad. Al comprender un problema, el que sea, en profundidad, se da cuenta uno de que el problema no existe, porque ha comprendido la base real dónde estaba estructurándose este estado de conciencia. Y los psicólogos modernos tendrán que trabajar mucho en esta dirección, porque tendrán que trabajar muy activamente con el campo perceptual del espíritu no de la propia mente. Aun estamos sustentando los mismos métodos psicológicos de Freud, y buscar en el pasado la solución del problema del presente, buscando allí donde la conciencia histórica quedó paralizada, ¿y qué sucede? Sí, me he dado cuenta de esto, pero, la vida continúa. Se comprende un hecho, pero no en profundidad, porque la profundidad jamás está en el pasado, siempre está en el presente, porque el presente es el punto de paso de los hechos históricos del pasado y de los hechos históricos del futuro, pero, ¿qué sucede cuando el hombre está por encima de estas cosas, por encima del drama histórico y se considera a su vez el drama puro de la historia, o el creador del drama de la historia? Entonces, fundamentalmente cambia todo, se da cuenta el hombre que puede organizar su vida en términos de realización, no en términos de estructura. Una mente estructurada es una mente muerta, y cuando muere la mente muere todo el edificio del pensamiento, la capacidad de observación incluida. Hay que partir de cero. Me pregunto si podemos partir de cero y afrontar la vida, ahora y aquí, de acuerdo con otros motivos fundamentales, no los de la historia, sino los de la realidad omnipresente, que está aquí y ahora.

Interlocutor. — Volviendo a la atención, el cuerpo búdico... (inaudible)

Vicente. — Bueno, cuando estamos muy atentos, no sé si ustedes han experimentado alguna vez el silencio perfecto en su mente, pero, si alguna vez logran efectuar esta experiencia, la cual no sólo es posible sino que es exigible en el ser humano, se darán cuenta de que su mente y su voluntad misma se están diluyendo, están siendo succionadas, por decirlo de alguna, hacia un centro superior que desconocemos, este vacío tiene un significado: es el propio sentido de la propia soledad que siempre estamos desviando, poniéndola de lado, porque la tememos. El vacío creador del que habla Krishnamurti, la mente silenciosa, la mente recogida de Santa Teresa de Jesús, el umbral de la conciencia mística de Miguel de Molinos, siempre indican que han establecido contacto con el plano búdico, porque cuando la mente ha dejado de ser, y la mente está completamente vacía de todo contenido histórico, entonces se proyecta sobre la mente aquello que constituye la esencia mística de la propia historia, es decir, Dios a través de algún resorte desconocido pero que penetra silenciosamente en el corazón y nos hace testigos de lo eterno. Por ejemplo, el caso concreto del taumaturgo. ¿Saben Uds. Lo que es el taumaturgo, técnicamente hablando? Es aquella persona que logró establecer contacto ininterrumpido con el estado de Samadhi. Samadhi se halla siempre en el 4o Subplano del 4o Plano del Universo, o sea, el Plano Búdico. El centro místico del Universo, el centro de síntesis, está ahí. Es precisamente ahí de donde se genera toda información espiritual necesaria para el hombre, de donde surgen los Instructores de la raza, de donde provienen todos los Avatares, de donde se escancia, por decirlo de alguna manera, el gran licor que debe beber el hombre liberado. Pues todo eso está aquí, no lo vemos con la vista, ¿verdad? Además, nuestra vista está prostituida por cuanto vemos alrededor nuestro, y también porque como no estamos atentos más que aquello que deseamos y no a aquello que es necesario, resulta que nuestro equipo informativo falla, y sabemos mucha información esotérica, pero, tal como decía también el otro día, vivimos muy poco esotéricamente. El vivir esotéricamente, el haber vencido las crisis subyacentes dentro del Alma humana, simbolizadas en su noche más oscura, es decir, cuando el hombre ha enfrentado su propia soledad, siempre indica que este ser bendito –me refiero al contacto con aquellas tierras desconocidas de la mente herida–, con aquel vacío inmenso que tanto tememos, y que de ahí ha extraído los bloques de la sabiduría que puede trasmitir el... Es decir, el plano búdico, como todos los planos del Universo, deben ser conquistados a base de soledad. La fiebre misma, en el cuerpo físico, indica un momento crítico de soledad del cuerpo, pero, sirve de base para que el médico pueda dar una receta indicada. Cuando existe una gran pasión dentro del cuerpo emocional y esta pasión es tan intensa que colma la medida del propio cuerpo de deseos, existe también otra crisis de valores emocionales, forzosamente hay que pasar por ello, hay que haber amado, hay que haber pecado, hay que haber sufrido mucho para comprender el valor del cuerpo emocional, pero, cuando se ha comprendido en su extensión y en su profundidad lo que significa el cuerpo emocional, el cuerpo emocional es trascendido, pasando previamente por una soledad inmensa, la soledad que va del plano físico al plano emocional. Y cuando hay que pasar al plano mental para comprender el significado íntimo de las cosas, para captar en su absoluta integridad el valor de un pensamiento, para llegar a ese estado crítico, hay que pasar también por un momento de soledad inmensa. Técnicamente descripto, esotéricamente hablando, a estas crisis de soledad se les llama iniciación. Y todos debemos pasar por estas crisis. Por lo tanto, cuando estamos muy atentos estamos preparándonos para las sucesivas crisis iniciáticas. ¿Les dice algo esto a Uds.? Les hablo de la iniciación. La iniciación es la técnica establecida en nuestro Universo para convertir al ser humano en una entidad divina. Y, subiendo hacia arriba, cuando hay que alcanzar el mayor de los planos establecidos como centro de nuestra conquista actual como seres humanos,... (corte de sonido)... sin embargo, cuando ustedes están atentos, primero están atentos a algo que les interesa mucho, el juego, por ejemplo, o el propio amor hacia un hijo, que exige atención, o el cuidado al esposo, a los hermanos, a los amigos, exige atención, una atención que desconocemos porque estamos pensando constantemente en nosotros mismos. Es decir, que la atención es, psicológicamente hablando, un sistema de apartar la atención de nosotros mismos y dedicarlo al medio ambiente, y ahí existe la base de la sabiduría de Dios. No la simple información o los simples conocimientos históricos, esto no tiene gran importancia desde el punto de vista del pensador universal que somos todos nosotros. Otra pregunta.

Interlocutor. — Por una parte está el discernimiento, es decir, mientras estamos atentos, la maquinaria trabaja, por decirlo de alguna manera, el problema es cuando tenemos que discernir y no funcionamos, en esos momentos actuar. Esto por un lado.

Vicente. — Empecemos por este lado pues. Cuando hay discernimiento siempre existe el peligro de la dualidad, porque discernimos entre la verdad y lo falso. ¿Y quién nos asegura que vamos a elegir lo falso o lo verdadero? ¿Hay algo por encima del discernimiento? Dense cuenta, la pregunta es muy completa, yo diría absolutamente maleable y dispuesta disposición de nosotros, para establecer realmente dentro de nosotros un verdadero pugilato de valores pero conteniendo siempre una resolución total. Discernimos porque no estamos seguros, ¿verdad? Estamos discerniendo entre el valor de una cosa o de otra, lo cual significa que podemos equivocarnos, pero, la atención circula entre el campo central de los opuestos. El discernimiento tiene que adquirirse forzosamente, a algo positivo o a algo negativo con el riesgo de equivocarse, pero la atención no es cosa de la mente, aunque parezca mental es cosa del corazón. Mentalmente podemos estar más o menos despiertos, y este más o menos despiertos de nuestra mente nos cualifica para distinguir entre dos valores, el valor A, el valor B, o una serie de valores, es decir, que podemos discernir entre dos grandes bloques mundiales, por ejemplo, o dos grandes partidos, o dos grandes ejecutorias mundiales a las cuales podemos estar más o menos adheridos. Pero, el discernimiento por sí sólo no puede solucionar el problema, [explica en la pizarra] es necesario mientras crecemos hacia este punto hasta donde yo... Es el punto E de este cero en el cual el discernimiento no nos sirve para nada. Es como aquello que decimos, por ejemplo, el pensador, pensando desde aquí, buscando aquí y esto es el Antakarana, el discernimiento se mueve aquí, y yo les hablo de algo que no es de aquí, que conecta el corazón con la cabeza, con el centro más elevado del hombre. Dense cuenta, es la mente la que discierne, no es el corazón, el corazón sabe, y como que sabe no tiene por qué discernir. Luego lo que hay que hacer es buscar siempre aquel punto dentro del cual el hombre no tenga que emplear el discurso mental. El discurso significa que el hombre se puede adherir o no a un código de valores impuestos por la sociedad, pero como que discernimos, o bien nos atenemos, o bien rechazamos, y como que nos adherimos o rechazamos ya no estamos en el centro de la realidad, estamos moviéndonos como una pequeña ardilla dentro del campo de los opuestos. Esto lo quiero y esto no lo quiero, o esto me gusta y esto no me gusta. No sé si me explico. Nuestra mente está capacitada para discernir y yo me pregunto si podría estar capacitada para comprender, no para discernir, para comprender, que es el paso que va desde el libre albedrío a la voluntad espiritual, es como si hubiésemos llegado aquí y creado este triángulo, a este triángulo yo le llamo síntesis, la síntesis de la realización, dentro del cual la mente y el corazón integrados dan como consecuencia la revelación, el Yo superior, o Dios en nosotros, a través de aquí deja la mente discursiva pero al propio tiempo esta mente está tan equilibrada de valores que hace contacto con el corazón y, entonces, del corazón surge una línea de luz que va directamente al centro superior de la cabeza, y aquí existe ya la conversión del ser humano en un ser divino.

Interlocutor. — Por la comprensión de lo que es la mente.

Vicente. — O de la mente discernitiva a la intuición. Es decir, que la mente intuitiva por su propio valor... también. La mente va haciendo esto y ha llegado a un punto donde se encuentra el pensador con su obra, o el pensador con el propio Yo y establece un punto de coincidencia. Es decir, que no todos estamos coincidiendo en el mismo punto, porque unos establecen el contacto aquí y otros aquí arriba. Y ahí está la diferencia solamente. Pero, fundamentalmente es lo mismo porque la persona que llegue aquí tiene un atisbo de la realidad, pero al propio tiempo tiene un camino andado hacia el corazón. Es un camino que hay que recorrer, pero si nos empeñamos en discursos mentales, en discernir demasiado, corremos el riesgo de equivocarnos, pero si estamos fundamentalmente embebidos en el propósito de realizar, seguramente que surgirá una atención profunda que no sea simplemente mental, se abre el corazón. El corazón es la base misteriosa de la vida, siendo la mente un instrumento del pensador, pero, siendo el corazón el instrumento del propio Dios en nosotros. Ahí está el problema. Y el reto de nuestra vida está principalmente allí, en si podemos pasar de la mente discursiva, de la mente discernitiva a la mente intuitiva. ¿Y cómo organizarlo? No sé si se cansan ustedes, porque yo creo que es una idea que hay trabajarla mucho, por decirlo de alguna manera, porque al ser tan abstracta la mente concreta la rechaza, entonces, no hay que aceptar ni rechazar, hay que estar atentos, simplemente. Porque aquello que la mente no capta lo comprende el corazón, y después dejo la mente para que elabore sus conclusiones. Es decir, dense cuenta, si yo estoy hablando y ustedes no me comprenden paralizo la mente, tratando de comprender aquello que no han comprendido, pero yo voy hablando y puede que en etapas posteriores Uds. comprendan mejor lo que acabo de decir ahora. Es decir, que no hay que crear ninguna barrera, porque si no comprenden es porque hay que seguir actuando en la voluntad. No sé si me explico. Es muy difícil de comprender porque es muy fácil de comprender también. Me refiero, que cuando vemos una película, si una escena nos gusta mucho la hacemos repetir, ¿verdad? Naturalmente, al repetir aquella escena impide que otras escenas puedan manifestarse en la pantalla, entonces, como todo queda acumulado en el centro de la pantalla, que es el presente, hay un divorcio entre el presente, el pasado y el futuro, hay una proyección de hechos indefinidos y estructurados que no podremos comprender jamás porque no lo admitimos, simplemente estamos parados en el tiempo, y como que estamos parados en el tiempo no podemos comprender lo que realmente tiene un significado real, no histórico, real, algo que escapa a la voluntad del propio pensador, porque es cosa de la propia Divinidad. Y el problema está ahí.

Interlocutor. — Quizás uno de los mayores enemigos de la atención podría ser la comodidad, en el sentido de cristalización.

Vicente. — La comodidad es uno de los impedimentos, el temor es otro de los impedimentos. La falta de atención siempre es indicación de que hay miedo.

Interlocutor. — Tal vez es porque ponemos una puerta a esta atención, y al final lo hacemos de una manera pasiva, y entonces hay una lucha, hay un estancamiento. Bueno, es lo que pasa, a mí me pasa a veces, al estar atento me canso más de lo normal, entonces, es que ahí hay una lucha, hay algo que no funciona.

Vicente. — Lo que no funciona es que ustedes obligan a la mente a estar atenta, y como que la mente no quiere surge la violencia, la reacción y como efecto final viene el cansancio, la... diría yo. Pero, es que la atención es normal, no hay que intentar llegar hoy día a la síntesis de la atención, hay que tratar de estar atentos, simplemente. Cuando el mecanismo mental está tan liberado por efecto de la atención en que, por decirlo de alguna manera, se ha adueñado el sentido de síntesis, ya ha empezado a trabajar. ¿Qué pasa, por ejemplo, con la mecanógrafa? Al principio debe estar muy atenta al proceso de regulación de sus dedos con respecto al teclado, pero llega un momento en que aquello ya pasó y lo hace sin darse cuenta. Llega el momento en que la atención es tan natural que ya no hay que preocuparse. Es el cambio de situación, es el cambio de ritmo, es esta resistencia lo que hay que vencer de principio. Pero, naturalmente, como no estamos habituados a la lucha, tememos la lucha como tememos la soledad, jamás damos el primer paso. O decimos para descargar nuestra conciencia, “esto no es para mí, o yo ya tengo mis yogas favoritos”. Pero, incluso el yoga necesita atención. Yo no digo que tenga que dejarse el yoga, que tenga que dejarse la meditación trascendental o no, o que tenga que dejarse de lado cualquier disciplina. Lo que digo es que si estamos muy atentos a esto quizás deje de interesarnos la disciplina, porque nos daremos cuenta que hay algo mayor que todo esto que la propia disciplina, que un pequeño drama histórico de nuestra vida. Es decir, que la atención hay que tomarla a dosis, si me permiten ustedes decir esto, pero, constantemente. No dejar que nos adormezcamos dentro de todo cuanto estructuramos en el pasado. O, estar muy atentos también de que no convirtamos la atención en nueva estructura, porque entonces ya estamos otra vez luchando, ya estamos otra vez discerniendo si lo hago bien o lo hago mal. Yo digo que si una cosa se comprende de raíz, ya no hay forma de vivir el mal, se hace simplemente. Si ustedes se dan cuenta que no están atentos internamente dirán debo estar atento, además con la mente distraída nunca podrá captar el significado de la verdad, jamás. Solamente la mente vulnerable, exquisitamente vulnerable, exquisitamente atenta, serenamente expectante, sin lucha, sin conflicto, puede resolver el problema social del hombre, porque resolverá de hecho la causa de toda estructura, del tipo que sea. La estructura familiar es una estructura, el hombre es una propia estructura y él se crea la estructura del propio pensamiento. Me pregunto si se puede llegar a vivir sin crear estructuras, sabiendo que la estructura siempre nos condicionará de una u otra manera, o sea, la mente, el corazón o el cuerpo. Seguramente estaremos siempre conectados con el devenir de alguna posible estructura. El temor es cuando hacemos de lo real, o de lo que entendemos por real, una nueva estructura. Como decía el otro día, hay que buscar una técnica que elimine todas las técnicas, lo cual significa que hemos cogido otra técnica. El problema está ahí, si podemos ser tan impersonales que la técnica no tenga fundamento en nuestra vida.

Leonor. — Para poder analizar, para poder ver las cosas y analizarlas, pero comprendiéndolas y para comprenderlas tenemos que cuidar nuestro aspecto emocional, ¿somos demasiado emotivos? O sea, tenemos que mirarlo todo aparte de nosotros mismos, y nunca estamos aparte porque nuestro aspecto emocional suele estar..., yo creo que si nos cansamos cuando ponemos atención en las cosas es porque la parte emotiva nuestra entra en juego.

Vicente. — Sí, pero ningún problema, del tipo que sea, puede ser resuelto en..., si somos conscientes de que tenemos un problema emocional, no vamos a poder solucionarlo en el propio nivel emocional, tendremos que ascender a la mente y contemplarlo allí, desde la montaña mental contemplar el problema. Es decir, que el problema existe siempre, queramos o no, no por imposición kármica de nuestra vida sino porque estamos aferrados a la tradición, pero si nosotros nos damos cuenta de que realmente la verdad no está en la estructura, no está en el movimiento emocional, porque, claro, lo que se dice siempre es buscar una disciplina para el cuerpo emocional, porque somos conscientes de que tenemos problemas emocionales, y todos tenemos problemas emocionales porque el cuerpo emocional y el plano emocional es lo que técnicamente o esotéricamente, llamamos el Kurukchetra, el campo más alto de la lucha humana. Entonces, el hombre –el ser humano me refiero siempre– irá ascendiendo a la mente, polarizando la atención en la mente porque la mente después va enfocando los hechos. Es decir, tengo un problema emocional y este problema nos está condicionando, se convierte a la larga en un complejo, en un complejo que tratará de resolver el psicólogo, pero, realmente, sin no hay una comprensión de parte del individuo, aquello, el intermediario, el que sea, no va a solucionarlo. Existe la práctica, ustedes lo saben, de la intravisualización, hacia adentro y hacia el pasado, y Jung, por el contrario, (dice) vamos a ir hacia delante, hacia el mundo de los arquetipos. Pero, la verdad está en el centro. No es que niegue, por ejemplo, la obra de Freud, al contrario, es muy interesante, interesantísima a mi entender, ni tampoco la de Jung, que se vuelca hacia el futuro, sino que los dos participan, o deberían participar de la gloria del presente, y el psicólogo moderno tendrá que estar en el presente. Lo cual significa que no será ni la técnica freudiana ni tampoco la jungiana, será la técnica del hombre moderno enfrentando un problema moderno, con una situación nueva y completamente moderna y con unas energías astrológicas, si ustedes me lo permiten, completamente nuevas, que tendrán que manipular creadoramente para crear un centro donde no haya conflicto, un conflicto entre el subconsciente o el supraconsciente. Es el conflicto lo que nos interesa en este momento social del hombre, porque el consciente está tan cerca del subconsciente como del supraconsciente, es solamente cuestión de un poco. Si tuviésemos la mente completamente dominada, o vulnerable, cuando fuese menester acudiríamos al subconsciente, y cuando fuese menester acudiríamos a la supraconsciencia. Pero, el caso es que nos pasa una cosa, o bien somos muy místicos y nos vamos al supraconsciente, olvidando todo lo demás, o nos vamos al subconsciente y dejamos todo lo demás también. Y el presente siempre pasa entonces inadvertido con su secuela infinita de oportunidades de acción. Si podemos darnos cuenta de esta situación habremos resuelto el problema de la atención, que no está en el pasado ni en el futuro, está aquí y ahora, ¿verdad?, y cuando ustedes salgan a la calle, serán aquí y ahora, porque son ustedes mismos los que trafican con esta serie de verdades. No van a pensar lo que decía el Sr. Beltrán, sería negativo que ustedes vayan por la calle pensando en lo que dice el Sr. Beltrán, están atentos a lo que está pasando en aquel momento allí. ¿Es fácil, verdad? Es vencer la inercia del pasado, porque el pasado ata al hombre por glorioso que haya sido.

Interlocutor. — Ha habido un joven que al presentar que si sería positivo o negativo el renunciar a las distracciones y emociones del pasado, hablaba de quedar entonces en este sufrimiento. A mí me parece que el sufrimiento se sincroniza porque cuando yo he intentado estas cosas no he tenido ningún sufrimiento, al contrario una gran paz. ¿Puedes aclarar un poco esta idea?

Vicente. — Sí. Los sufrimientos siempre nacen del apego, la adherencia hacia el pasado o hacia el futuro. En el presente no hay sufrimiento. Si sufre es porque está encadenado al pasado, o tiene una esperanza en el futuro que trata de ordenar los principios que están establecidos o reglamentados en el presente. Se escapan de la realidad tanto cuando acuden al pasado, con sus tradiciones, con sus estructuras establecidas, o cuando están atravesando esta línea y se van al futuro, dejando desguarnecida la línea del presente. Los cuentos místicos son un impedimento de la sociedad organizada que estamos viviendo, esos visionarios que traen cosas nuevas sin bases, pues es en el presente que hay que crear una base tan formidable que pueda sustentar toda la tradición del pasado sin apegarse y la esperanza de un glorioso futuro pero sin apegarse, y esto libra del sufrimiento. Cuando están atentos no sufren, lo que pasa es que no están atentos, o cuando están atentos se darán cuenta de que están atentos y tienen miedo, y vuelven otra vez a la vida que están realizando constantemente, no ven la tradición. Cuando surge un problema nuevo ustedes aplicarán siempre el sistema antiguo de resolución, acudirán al especialista, no tratarán de buscar la causa, no, acudirán al especialista, al técnico, al que debe resolver los problemas, al psicólogo, al médico, o bien al especialista religioso, irán simplemente porque carecen del esfuerzo suficiente para crear esta fuerza inmensa que debe dar nuevo sabor a la existencia. Pero, les digo y les afirmo, que más de una vez ustedes se han sentido integrados en esa energía, y ustedes no van a negarlo, que ha habido momentos en que se han encontrado religiosamente silenciosos, serenamente expectantes, sin pensar en el pasado ni en el futuro y estaban integrados en el presente. ¿Verdad que todos han encontrado un momento de soledad en su vida? Todos, porque es la esencia del hombre, tarde o temprano tiene que revelarse. Es como un relámpago, pero el relámpago es la propia sustancia del Sol, y la persona que alarga la duración de un relámpago puede captar la totalidad del Sol, como el misterio de la luz, que es el misterio de la propia soledad y en esta fusión de la pequeña luz con la gran Luz existe la aniquilación total del sufrimiento, desaparecen las estructuras, pero, ¿qué queda?, la Verdad, el Yo, que se apoyará en todas las estructuras pero no se apegará como aquí, como aquí estamos realizando, a ninguna estructura del tipo que sea. Es decir, y soy muy sutil, si entre el hombre y Dios existe el deseo de Dios jamás el hombre podrá captar la..., tendrá que convertirse en aquello, porque en tanto pensamos en términos de deseo tenemos aquí al yo que busca al Dios de allí abajo o allá arriba, y estamos realizando a Dios, pero si estamos muy atentos Dios está aquí, que es nuestra vida realizando en la acción en cada una de sus creaciones, y esto para mí es tan fácil, al menos explicarlo, pero si no tuviese en cierta manera una experiencia de esta soledad yo no podría hablarles a ustedes con esta convicción, y como que yo lo he realizado, creo y estoy seguro de que ustedes también lo pueden realizar. Y no ha sido por motivos de lucha o de conflicto interno buscando algo que desconocía. De momento no establezcan ninguna meta en su vida, porque la meta condiciona al pensador, es como el creyente que establece la diferencia entre él y Dios, y como que es incapaz de salvar la barrera busca la estructura orgánica, religiosa o política o del tipo que sea. Siempre existe un intermediario entre el hombre y la realidad, pero existe dentro del ser humano un camino infinito que debe recorrer sólo, sin acompañamiento alguno, y este camino solitario es el sendero místico y es el propio Dios en nosotros que están dándolo. Ó Dios introduciéndose en nuestro corazón, o nosotros introduciéndonos dentro del corazón de Dios, sin lucha y sin resistencia. El problema está aquí, y no es un problema que no pueda ser realizado, no es un problema capital, no es un problema de orden ni de ajuste, es un problema simplemente de síntesis, de equilibrio.

Interlocutor. — Es curioso el hecho de ver que la gran mayoría de sociedades que verdaderamente tienen estructuras espirituales, ves en sus miembros como un apego a la estructura estilizada en la cual pesan, y realmente lo que tendría que ser es una atención constante e ir buscando posteriormente una fantasía, una ilusión o un deseo que actuando se ha entroncado... (no se entiende)

Vicente. — Exacto. Y el peligro es que tengamos miedo cuando algo se derrumba en el interior, porque automáticamente queremos apoyar la estructura, es muy sutil. Y no digo que deben dejarse las estructuras, insisto en este hecho, y hay que vivir dentro de una estructura si es que así nos place, pero no apegarnos a la estructura. Por ejemplo, nuestra mente es un instrumento, no apegarnos a la mente, porque si no nos apegamos a la mente controlaremos el devenir de cada uno de los pensamientos que pasar por ella. El hecho de que el pensamiento nos maneje a nosotros, que no pensamos sino que somos pensados, y ahí está la gran diferencia, hace que el motivo de nuestra vida sea buscar la paz, porque no puede haber paz en tanto encontremos un pensamiento en la mente, y digo que el pensamiento puede llevar un mensaje, pero como que reaccionamos contra el pensamiento jamás sabremos si lleva un mensaje o no, ó si es un pensamiento innoble lo separaremos inútilmente, porque cuanto más queremos separar un pensamiento de la mente con más fuerza se vierte este pensamiento en la mente. ¿Qué pasará si lo examinamos tranquilamente con atención, sin repulsa, sin cargo alguno contra el pensamiento, extrañándolo simplemente? El pensamiento se disolverá. Porque no luchamos contra el pensamiento. El pensamiento siempre es el producto de una lucha en algún nivel determinado. Otra cosa les digo, no podemos dormirnos cada noche si no dejamos el pensamiento aparte. En tanto exista una pequeña fracción de pensamiento en la mente no nos podemos dormir, no existe una desarticulación de las neuronas del cerebro y, por lo tanto, como no existe esta desarticulación continuamos en la cama, dando vueltas de un lado hacia otro, porque el pensamiento nos está atormentando, y queremos disolver el pensamiento reaccionando contra él, entonces, preguntémosle, “¿qué traes para mí?”, así, tranquilamente, y esperar la respuesta, y veremos que precisamente dirá, “pues no tengo nada que decirte”, y se va, y se va. No se ha querido luchar contra el pensamiento, porque los pensamientos como tratamos de activarlos merced a nuestras reacciones jamás hay un complemento de realidad. Existe siempre un motivo del pensamiento para permanecer por la propia lucha que está creando el espíritu de resistencia del pensamiento, y su permanencia dentro de la mente. Ahora bien, si hay atención, ya vamos a lo mismo, y termino para no cansaros, ustedes se darán cuenta de que la mente no contiene pensamiento, porque dentro de esta atención tan profunda ustedes y lo que observan será un solo cuerpo de misterios universales, por así decirlo, no tendrán que luchar, la lucha no tiene sentido para el hombre inteligente, tal como decía Buda, el Iluminado, “el hombre perfecto vence sin luchar”, y como estamos luchando jamás seremos perfectos.

Leonor. — El hombre perfecto no es emocional.

Vicente. — Y nosotros no somos perfectos porque somos emocionales, claro ahí está el problema, estamos toda la tarde diciendo esto.

Interlocutora. — ¿El no ser emocional no significa no tener emociones?

Vicente. — No, no. Una cosa es ser emocional y otra cosa es estar apegado a sus emociones. Insisto en el hecho, podemos pensar sin estar apegados al pensamiento, yo, bien mirado, les hablo y seguramente que ya jamás me acordaré de lo que digo, ¿por qué?, porque si no repetiría siempre conceptos. Y no es que no repitiese ningún concepto, pero no hay apego al concepto, no es historia para mí, una explicación no es historia para mí, es un hecho evidente. Así que lo que hago yo, que soy una persona normal –hasta cierto punto–, creo que puede hacerlo todo el mundo. No tiene mucha importancia esto. Y es solamente que debemos estar dentro de las cosas sin hacer resistencia. Analicen cuantas veces durante el día ofrecen resistencia a algo, este algo puede ser la familia, un grito inoportuno, yo digo: si queréis no gritar de una manera tranquila aunque haya ruido, meterse en el ruido, entonces, como que estáis por encima no hay problema. Si estamos meditando y hay ruido, hay una división entre la meditación y el ruido, lo que interesa es no reaccionar, y decimos, “¿qué pasa con el ruido?”, examinemos el ruido, la cualidad del ruido, la calidad del ruido, más o menos pronunciado, o si es más bueno o más malo para mis tímpanos, pero el caso es estudiar aquello, llega un momento que desaparece el ruido, al menos dentro de la conciencia.

Interlocutor. — A mí me ocurre una pequeña contradicción, en cuanto al hecho de que cuando tienes que ser... ya estás tocando el cuerpo emocional, viene algún deseo o conseguir una meta, mientras que por el contrario... ¿qué haces?

Vicente. — Yo diría que la meditación para nosotros es un acto impuesto, es un acto de disciplina, es un acto de imposición del Yo sobre los vehículos y, naturalmente, entonces, como obligamos a nuestro Yo a supeditarse a ciertas normas para que los vehículos estén integrados, establecemos un código de valores históricos cada día, diez minutos, una hora, lo que sea, hay quien está seis horas meditando, desligándose completamente de la realidad. Por ejemplo, medito porque mi corazón se siente inclinado a la meditación, pero, démonos cuenta también lo que decía Alice Bailey en cierta ocasión que estaba yo presente, que ella decía muy concretamente, “me sabe mal pensar, o estoy lamentando lo que pasa en caso de un esotérico, el esotérico es una persona que tiene que estar meditando a favor de una lectura, a favor de una meditación, de todas esas cosas”, y se preguntaba, ¿cuánto tiempo le quedaba para pensar en Dios”. Está pensando en sí mismo, y ahí están los niños, “dejarme estar, quiero hacer la meditación”, y los niños esperando a que termine la meditación. Como si el jugar no fuese una meditación, como si el comer no fuese una meditación, como si el trabajo no fuese una meditación, como si la vida entera no fuese una meditación. Ahí está el problema, que hemos separado, hemos aislado unos momentos de nuestra vida y hemos dicho “voy a meditar”. Para mí la meditación es la vida entera, no es una fracción del tiempo. Estamos meditando ahora, cuando salgamos de aquí estaremos meditando, cuando estemos cenando estaremos meditando, y cuando vayamos a dormir estaremos meditando también. ¿Por qué distinguimos fracciones del tiempo dentro de la eternidad? Aunque sean por motivos de meditación, dense cuenta que es muy sutil esto porque todos lo hacemos. Voy a meditar, ¿qué hacemos cuando decimos esto?, ó. ¿qué esperamos realizar, un milagro o algo así? Simplemente lo que hay que hacer constantemente es estar atentos. Es decir, que todo cuanto pasa por el campo perceptual de nuestros sentidos es meditación si estamos atentos. Y cuantas veces nuestra mente se resiste a la meditación, o establecemos un pensamiento simiente y nuestra mente se va por otro lado, estamos en una lucha también, ¿verdad? Pues bien, si queremos eliminar el problema de la meditación, meditemos constantemente, sin fracción.

Leonor. — Pero no puedes enfrentar el momento automáticamente sin...

Vicente. — Si después de un sinnúmero de esfuerzos de atención surge la atención automática, entonces, no hay de qué preocuparse, estaremos reglamentado por ciclos de fuerza, por ciclos universales, el propio Dios, según se nos dice, se sujeta a una meditación. Una meditación que de la cual no sabemos nada, pero, que ha tenido como consecuencia el Universo que conocemos, allí dónde vivimos, nos movemos y tenemos el ser.

Interlocutor. — Lo que mejor sería es una meditación a la adaptabilidad de la vida, ¿no?

Vicente. — Bueno, pero estamos diciendo esto.

Interlocutor. — O sea, es en la vida cotidiana donde hemos de meditar.

Vicente. — Hemos establecido un código de valores meditativos, y al establecer este código separamos unos hechos de otros en nuestra vida, y para mí la vida es una sucesión continuada de unos hechos encadenados con otros, queremos nosotros reglamentar el orden establecido. Como decían por aquí: la meditación será espontánea, como la atención con el tiempo será espontánea. Ahora hay espontaneidad sobre la atención cuando es algo que nos interesa, un partido de fútbol, por ejemplo, estamos embebidos en la pantalla. Pues bien, es lo mismo que digo en otras fracciones del tiempo que no sea fútbol, que sea otra cosa, arte, por ejemplo, o trabajo, por ejemplo material, adaptabilidad a todas las situaciones. Es decir, que cuando hablo de atención no hablo de la mente, hablo fundamentalmente del corazón, aunque parezca una paradoja, el corazón es el que reglamenta la atención y no la mente. La mente es solamente un instrumento para explicar al yo lo que es el corazón, pero, la atención, la voluntad espiritual de la atención, es cosa del corazón, es el máximo trabajo del hombre y es el mayor empeño del hombre moderno, del hombre inteligente de nuestros días, de pensar más con el corazón que con la mente, que no perderá sus atributos dinámicos de la acción mental ni la capacidad de pensar sino que será... la capacidad de pensar, no se sentirá integrado en pequeñas cosas sino en cosas absolutas. Es decir, que vayan ustedes examinarlo sin quebraderos de cabeza, sin luchar, y verán ustedes que pueden estar atentos y lo que la mente no haya comprendido el corazón lo ha captado perfectamente, y se darán cuenta que están atentos, ¿por qué?, porque han comprendido, no por imposición sino porque una fuerza superior en ustedes les llevará en aquella dirección. Y, por favor, cuando estén atentos, no se pregunten: “¿por qué estoy atento ahora?”, porque entonces ya no estarían atentos. Vamos a hacer un poco de silencio.

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Conferencia Vicente Beltrán Anglada
Barcelona
14 de noviembre de 1981

Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias
6 junio de 2008

Editada por el Centro de Estudios VBA (en curso)
27 agosto 2008

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