Antecedentes

Alrededor del año 1400, la Jerarquía de Maestros enfrentaba una situación muy difícil.  En lo concerniente al trabajo de segundo rayo (que tenía que ver con la enseñanza de la verdad espiritual) sobrevino lo que podría llamarse una total exteriorización de esa verdad.  La actividad del primer rayo también había efectuado una intensa diferenciación y cristalización entre las naciones y gobiernos del mundo.  Ambas condiciones de ortodoxia concreta y diferencias políticas persistieron durante muchas generaciones y aun persisten.  Existe hoy un análogo estado de cosas, tanto en el mundo de la religión como en el de la política.  Esto es verdad, ya se trate de India o América, de China o Alemania, o se estudie la historia del Budismo con sus numerosas sectas, el Protestantismo, con sus miles de grupos militantes o las numerosas escuelas de filosofía en Oriente y Occidente.  La situación es universal y la conciencia pública está grandemente dividida, pero este estado de cosas marca la culminación de un período de separatividad y el fin, antes de muchos siglos, de esta profunda división del pensamiento.

     Después de observar y vigilar esta tendencia durante otro centenar de años, los Hermanos Mayores de la raza, alrededor del año 1500 d.C., convocaron a un cónclave a todos los sectores.  Su objetivo fue determinar cómo se podría acelerar el impulso de integración que constituye, esencialmente, la nota clave de nuestro orden universal, y qué pasos tendrían que darse para producir esa síntesis y unificación que, en el mundo del pensamiento, hiciera posible la manifestación del propósito de la vida divina que trajo todo a la existencia.  Cuando el mundo neutral se unifique, el mundo externo entrará en un orden sintético.  Aquí debe recordarse que los Maestros piensan en términos más amplios y trabajan en ciclos más extensos del esfuerzo evolutivo.  Los círculos reducidos y temporarios y el insignificante flujo y reflujo de los procesos cósmicos no ocupan, en el primer caso, Su atención. 

En dicho cónclave debían hacer tres cosas:  

  1. Ver el plan divino en una escala lo más amplia posible, y renovar Sus mentes con esa visión.

  2. Observar qué influencias o energías estaban disponibles para ser utilizadas en el gran esfuerzo en que Ellos estaban empeñados.

  3. Entrenar a los hombres y mujeres, entonces probacionistas, discípulos e iniciados, para poder tener, a su debido tiempo, un grupo eficiente de ayudantes en quienes confiar en los siglos venideros.

Respecto de estos aspirantes, Ellos tenían dos problemas:

  1. Evitar el fracaso en mantener la continuidad de conciencia por parte de los discípulos aun más avanzados, fracaso en que hasta los iniciados incurren hoy.

  2. Los Maestros descubrieron que las mentes y los cerebros de los discípulos eran extremadamente insensibles a los contactos superiores, y esto aun perdura.  Entonces, los discípulos poseían, como ahora, aspiración, deseo de servir a la humanidad, devoción y, ocasionalmente, un equipo mental regular, pero carecían peculiarmente de esa sensibilidad telepática, respuesta instintiva a la vibración jerárquica y liberación del psiquismo inferior, requisitos necesarios para el trabajo intenso e inteligente.  Lamentablemente esto todavía es así.  La sensibilidad telepática aumenta cada vez más, como resultado de las condiciones mundiales y de la corriente evolutiva, y esto (para quienes trabajan en el plano interno) es un signo muy alentador, aunque el amor por los fenómenos psíquicos y la ignorancia en diferenciar los diversos grados de vibraciones de los trabajadores jerárquicos, todavía obstaculiza en gran forma el trabajo.

     Se preguntarán, y con todo derecho, ¿cuál es este plan?  Cuando hablo del plan no me refiero al plan general como es el de la evolución o el de la humanidad, al que aplicamos la frase, desenvolvimiento del alma, casi sin significado.  Se dan por sentados ambos aspectos del esquema de nuestro planeta y únicamente son modos, procesos y medios para un fin específico.  El plan, según lo perciben en la actualidad y para el cual trabajan firmemente los Maestros, puede definirse de la manera siguiente: Es la producción de una síntesis subjetiva en la humanidad y de un intercambio telepático que finalmente aniquilará al tiempo. Hará asequible al hombre todas las realizaciones y conocimientos del pasado, le revelará el verdadero significado de su mente y cerebro, lo convertirá en el amo de ese equipo, por lo tanto, lo hará omnipresente y, con el tiempo, le abrirá la puerta a la omnisciencia.  Este próximo desarrollo del plan producirá en el hombre una comprensión -inteligente y cooperativa- del Propósito Divino, el cual, Aquél en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, ha considerado inteligente llevarlo a la exteriorización.  No crean que puedo. No es posible para ningún hombre de grado inferior al de iniciado de tercer grado, vislumbrarlo y, mucho menos, comprenderlo.  El desarrollo del mecanismo por el cual un discípulo puede estar en relación con Quienes son responsables de llevar a cabo los planes, y la capacidad de conocer (y no sólo percibir tenuemente) ese diminuto aspecto del Todo que constituye el paso inmediato y con el cual es posible colaborar, puede ser logrado por todos los discípulos y deben mantenerlo como meta ante los aspirantes. Con excepción de los discípulos probacionistas, que aún no son lo suficientemente firmes en su esfuerzo, todos pueden esforzarse por alcanzar esa continuidad de conciencia y despertar esa luz interna que, cuando es percibida y empleada inteligentemente, sirve para revelar otros aspectos del plan, especialmente, aquél al que puede responder y servir útilmente el conocedor iluminado.

     Lograr esto ha sido el objetivo de todo el entrenamiento impartido durante los últimos 400 años, por lo cual, podrán imaginarse la gran paciencia desplegada por los Conocedores de la raza. Trabajan lenta y premeditadamente hacia Su objetivo, sin aparente premura, pero -y aquí reside el interés inmediato de lo que tengo que comunicar- poseen un límite de tiempo, basado en la Ley de Ciclos.  Concierne a la actuación de ciertos períodos de oportunidad que, lógicamente, tienen su límite.

     Mirando hacia el futuro, cuando los Servidores de la raza se reunieron en el cónclave mencionado, se refirieron a la futura entrada de la era acuariana, con sus energías características y sus asombrosas oportunidades.  Esto fue observado, e intentaron preparar al hombre para ese período de, más o menos, 2.500 años de duración que, debidamente utilizado, promovería la unificación consciente e inteligente del género humano, produciendo así la manifestación de lo que prefiero llamar "la hermandad científica", lo opuesto de la acepción sentimental del término, tan prevaleciente hoy.

     En ese entonces, Les pareció necesario hacer dos cosas antes de poder utilizar provechosamente las potencias venideras de la era acuariana.  Primero, la humanidad debía elevar su conciencia al plano mental; tenía que expandirse para incluir, no sólo al mundo de la emoción y del sentimiento, sino también el del intelecto.  Era necesario activar las mentes de los hombres en forma amplia y general y, además, debía ser elevado todo el nivel de la inteligencia humana.  Segundo, era preciso hacer algo para derribar las barreras de la separatividad, el aislamiento y el prejuicio que mantenían separados a los hombres y que Ellos preveían acrecentarse.  Ciclo tras ciclo, se irían encerrando más en sí mismos; satisfacción, exclusión y orgullo racial.  El resultado de todo esto conduciría, inevitablemente, a una amplia separatividad y a la construcción de barreras mundiales entre una nación y otra, entre una raza y otra.

     Esta determinación de los miembros de la Jerarquía de entrenar las mentes de los hombres con mayor rapidez y la construcción de una unidad más sintética, los llevó a una decisión que involucraba la formación de unidades grupales y trajo la aparición de esos grupos de trabajadores y pensadores que, mediante sus actividades, han regido y moldeado tan ampliamente nuestro mundo durante los últimos tres o cuatro siglos.  Por lo tanto, desde la fecha de este cónclave, tenemos la inauguración del trabajo grupal específico y definido, claramente delineado, representando cada grupo algunos aspectos peculiares de la verdad y del conocimiento de la realidad.

     Estos grupos se clasifican, generalmente, en cuatro sectores principales: cultural, político, religioso y científico. En tiempos más modernos han aparecido, en forma definida, otros tres grupos: filosófico, psicológico y financiero. Lógicamente, los filósofos han estado siempre con nosotros, pero la mayoría eran unidades aisladas que fundaron escuelas caracterizadas por el partidismo y la separatividad.  En la actualidad, no hay personajes sobresalientes como en el pasado, sino grupos que representan ciertas ideas.  Es de profunda importancia que el trabajo de estos siete grupos de pensadores sea reconocido como parte del programa jerárquico destinado a producir cierta situación, a originar determinadas condiciones preliminares y a desempeñar una parte definida en el trabajo de la evolución mundial, en lo que a la humanidad concierne.

     Bajo la influencia de los diferentes rayos que entran y salen de la actividad cíclicamente, aparecieron, entonces, reducidos grupos de hombres que desempeñaron su parte en forma grupal y desaparecieron, a menudo inconscientes de su inherente síntesis y de sus colaboradores. Como podrá verse, si miramos inteligente y retrospectivamente la historia, veremos el trabajo que efectuaron para la raza, y su contribución al progreso del género humano, se destaca con toda claridad. No dispongo de tiempo para tratar esta serie de grupos, cada uno custodio de una contribución especial, ni puedo esbozarles el trabajo que efectuaron o los impulsos subjetivos bajo los cuales trabajaron.  Sólo puedo indicar la tendencia de su esfuerzo y permitir que algún esclarecido estudiante de la historia trace el hilo dorado de su trabajo espiritual a medida que se eleva el nivel mental de la raza y se pone al hombre en relación con el mundo en que vivió, abriéndole los ojos, no sólo sobre la naturaleza de la materia y de la forma, sino sobre las profundidades recónditas de su propio ser.  Debido a sus actividades, tenemos ahora una humanidad que está estrechamente relacionada, no unificada, pero caracterizada por tres cosas:

  1. Una asombrosa interrelación e intercomunicación, cuyos servidores son la radio, la prensa, el teléfono, el transporte moderno, el telégrafo y la televisión.

  2. Una empresa filantrópica universal y el aumento del sentido de responsabilidad hacia nuestro hermano, totalmente desconocido en el año 1500.  Movimientos tales como la Cruz Roja, fundaciones educativas, hospitales y los medios de ayuda económica en todos los países, son sus manifestaciones exotéricas.

  3. Una división de toda la familia humana, consciente o inconsciente, en dos grupos básicos: primero, quienes defienden el antiguo orden de cosas y son reaccionarios y separativos. Representan: nacionalismo separatista, fronteras, servidumbre y servil obediencia; ejemplifican el sectarismo religioso y la dependencia de la autoridad.  Están en contra de toda innovación y progreso moderno. Segundo, quienes tienen la visión de un mundo unificado, donde amar a Dios significa amar al prójimo, y los motivos subyacentes en todas las actividades, religiosas, políticas y educativas, se caracterizan por una conciencia mundial y el bienestar del todo y no de la parte.

     La unificación a que aspiran las personas que miran hacia el futuro no implica despreocuparse de ninguna de las partes, pero sí cuidar y nutrir a cada una de ellas, a fin de poder contribuir al bienestar de todo el organismo.  Implica, por ejemplo, un buen gobierno y un adecuado desarrollo de toda unidad nacional para que pueda desempeñar adecuadamente sus deberes internacionales y, así, formar parte de una hermandad mundial de naciones. Este concepto no abarca siquiera la formación de un estado mundial, pero sí, el desarrollo de una conciencia pública universal que se dé cuenta de la unidad del todo, produciendo la determinación de cada uno para todos y todos para cada uno, según se ha dicho.  Sólo así podrá lograrse una síntesis internacional caracterizada por el desinterés político y nacional. Este estado mental universal tampoco implicará la inevitable creación de una religión mundial o universal.  Requiere, sencillamente, el reconocimiento parcial, en tiempo y espacio, de todas las formulaciones de la verdad y de la fe adecuadas momentáneamente, a los temperamentos y condiciones de la época y de la raza. Quienes propician cierto acercamiento especial a la verdad llegarán, no obstante, a comprender que otros acercamientos, terminologías y métodos de expresión, como también, modos de definir a la Deidad, pueden ser igualmente correctos y constituir en sí, aspectos de una verdad mayor y más vasta de la que el equipo actual del hombre puede captar y expresar. Los Grandes Seres Mismos apenas vislumbran la realidad y aunque son más conscientes que Sus discípulos, de los propósitos más profundos subyacentes, sin embargo, ni Ellos Mismos pueden vislumbrar la meta final. También están obligados a usar en Sus enseñanzas términos tan inadecuados como Realidad Absoluta y Realización final.

     Por eso, durante los últimos tres siglos, ha aparecido un grupo tras otro, que desempeñaron su parte y hoy cosechamos el beneficio de sus esfuerzos.  Por ejemplo, en el grupo cultural, encontramos el surgimiento de los poetas de la era lsabelina, los músicos de Alemania y de la era Victoriana. Además, hay grupos de artistas pintores, fundadores de las famosas escuelas que son la gloria de Europa.  Dos grupos famosos, uno cultural y otro político, también desempeñaron su parte, trayendo uno el Renacimiento, y el otro la Revolución Francesa.

     Los efectos de su trabajo todavía se hacen sentir porque el movimiento humanista moderno con su énfasis puesto en el pasado, que termina en el presente, y en la búsqueda de las raíces del equipo del hombre, las tendencias primitivas se remontan a la época del Renacimiento.  La revolución y la determinación de luchar por los divinos derechos del hombre encuentran su principal influencia e ímpetu originantes en la Revolución Francesa.  La sublevación, la formación de partidos políticos, la lucha de clases, tan prevalecientes hoy, y la separación de cada país en grupos políticos antagónicos, si bien siempre han sido esporádicos, se han hecho universales durante los últimos doscientos años, resultado de la actividad grupal iniciada por los Maestros.  Debido a esto, los hombres han progresado y aprendido a pensar y, aunque pueden pensar erróneamente y emprender experimentos desastrosos, el bien final es inevitable e ineludible. Incomodidades temporarias, depresiones pasajeras, guerras y derramamiento de sangre, penurias y vicios pueden llevar al irreflexivo, a las profundidades del pesimismo.  Pero quienes conocen y sienten la mano guiadora interna de la Jerarquía son conscientes del sano corazón de la humanidad y del caos actual y, quizás, a causa de esto, surjan aquéllos que están capacitados para resolver la situación y son apropiados para la tarea de unificación y síntesis.  Este período se ha llamado ocultamente la "era de restauración de lo que fue destruido por la caída".  Ha llegado el momento en que las partes separadas puedan unirse y la totalidad elevarse nuevamente a su primitiva perfección.

     Los grupos religiosos también han sido muchos -tantos que no sería posible enumerarlos.  Tenemos los grupos místicos católicos que son la gloria de Occidente; existen los protestantes, luteranos, calvinistas y metodistas, los Padres Peregrinos -esos hombres serios y adustos- los hugonotes y los mártires moravos y millares de sectas modernas de cada grupo.  Todos sirvieron su propósito y llevaron al hombre al punto de sublevación, apartándolo del sometimiento a la autoridad.  Por la fuerza de su ejemplo excepcional han impelido al hombre a pensar por sí mismo.  Defendieron la libertad y el derecho personal de saber.

     Estos últimos grupos han actuado, en su mayor parte, por influencia de los rayos sexto y segundo.  El grupo cultural apareció bajo el cuarto rayo, mientras que el primer rayo estimuló las actividades políticas que produjeron tantos cambios en las naciones.  Bajo el impulso de los rayos quinto y tercero, han surgido grupos de investigadores científicos que trabajan con las fuerzas y energías que constituyen la Vida divina, se ocupan de la apariencia externa de Dios, buscando de afuera hacia adentro, demostrando al hombre su esencial unidad con toda la creación y su relación intrínseca y vital con todas las formas de vida. Los nombres de los individuos de cualquier grupo son legión y relativamente sin importancia.  Lo que tiene valor es el grupo y su trabajo interrelacionado. Resulta interesante observar que en el grupo científico la unidad subyacente es especialmente notable, porque sus miembros están singularmente libres de sectarismos y rivalidades. No puede decirse lo mismo de los grupos religiosos y políticos. En comparación con las naciones y los millones de hombres de la tierra, los grupos moldeadores de los diferentes sectores, son muy pocos. Sus miembros, su contribución al engrandecimiento de la expresión humana y su lugar en el plan pueden ser muy fácilmente descriptos.  Es necesario subrayar el punto de que todos han sido motivados desde el aspecto subjetivo interno de la vida, aparecieron bajo un impulso divino y tienen un trabajo específico. que realizar; en las etapas primarias fueron formados por discípulos e iniciados de menor grado-, todos han sido guiados paulatinamente en forma subjetiva por sus propias almas y, a su vez, han colaborado conscientemente con la Jerarquía de Conocedores.  Esto fue así aunque el individuo mismo haya sido completamente inconsciente del lugar que le correspondió en el grupo y de la misión divina de ese grupo.  Recuerden también, que no ha habido ni un solo fracaso aunque, muchas veces, el individuo ignore el éxito. La característica de estos trabajadores es construir para la posteridad. Lamentablemente, quienes los han seguido fracasaron y los que respondieron a este trabajo no han sido fieles al ideal, pero el grupo inicial ha triunfado uniformemente.  Esto, por cierto, excluye el pesimismo y demuestra la enorme potencia de la actividad subjetiva.

     Los tres grupos a los cuales me referí anteriormente requieren un comentario. Su trabajo es curiosamente distinto del de los otros grupos y sus componentes son extraídos de todos los grupos de rayo, aunque los integrantes del tercer grupo (el de los financistas) pertenecen, principalmente, al séptimo rayo, el de la organización ceremonial. Por orden de aparición, estos son los grupos de filósofos, psicólogos y hombres de negocios.

     El grupo más moderno de filósofos está moldeando poderosamente el pensamiento, mientras que las antiguas escuelas de filósofos asiáticos, recién comienzan a ejercer su influencia sobre las ideas occidentales. Por el análisis, la correlación y la síntesis, se desarrolla el poder del pensamiento del hombre, y la mente abstracta puede unificarse con la concreta. Por lo tanto, mediante su trabajo, la interesante sensibilidad del hombre, con sus tres características sobresalientes, instinto, intelecto e intuición, es llevada a una condición de inteligente coordinación. El instinto relaciona al hombre con el mundo de los animales, el intelecto lo une con sus semejantes, mientras que la intuición le revela la vida de la Divinidad. Los tres son tema de investigación filosófica, porque la índole del tema de los filósofos es la realidad y el medio para adquirir conocimiento.

     Los dos grupos más modernos son el de los psicólogos que trabajan bajo el mandato délfico "Hombre conócete a ti mismo", y el de los financistas, custodios de los medios con los cuales el hombre puede vivir en el plano físico. Ambos grupos, necesariamente y a pesar de aparentes divergencias y diferencias, son más sintéticos en sus aspectos básicos que cualesquiera de los otros.  Un grupo se ocupa del género humano, de los distintos tipos de humanidad, del mecanismo empleado, de los impulsos y de las características del hombre y del propósito -aparente y oculto- de su ser. El otro dirige y ordena los medios en virtud de los cuales existe, controlando todo lo que puede convertirse en energía y constituyendo una dictadura sobre todos los medios de relación, comercio e intercambio. Controla la multiplicidad de objetos -formas que el hombre moderno considera esenciales para su modo de vivir. El dinero, como ya se ha dicho, sólo es energía o vitalidad cristalizada, lo que el estudiante oriental denomina energía pránica.  Es una concreción de fuerza etérica.

     En consecuencia, es energía vital exteriorizada y este tipo de energía está dirigido por el grupo financiero.  Es el último grupo, desde el punto de vista cronológico, y su trabajo (debe recordarse) está difinidamente planeado por la Jerarquía, produciendo efectos de gran alcance en la tierra.

     Ahora que han transcurrido siglos, desde el cónclave del siglo dieciséis, estos grupos externos desempeñaron su parte y realizaron un servicio muy notable.  Los resultados logrados han llegado a una etapa que los hace internacionalmente efectivos, y su influencia no está limitada a una nación o raza.  La Jerarquía enfrenta hoy otra situación que requiere un cuidadoso manejo.  Debe reunir y unificar los diversos hilos influyentes de energía y las distintas tendencias del poder del pensamiento producido por el trabajo de los grupos desde el año 1500. Además, debe contrarrestar algunos de los efectos que tienden a fomentar mayores diferenciaciones. Esto inevitablemente sucede cuando la fuerza hace contacto con el mundo material. Los impulsos iniciales contienen en sí potencias que tanto sirven para el bien como para el mal. Mientras la forma es de importancia secundaria y relativamente insignificante, la llamamos buena.  Entonces controla la idea y no su expresión. A medida que pasa el tiempo y la energía del pensamiento produce un impacto en la materia y las mentes inferiores se apoderan del tipo específico de energía o son vitalizadas por ella, entonces el mal empieza a hacer sentir su presencia.  Esto se demuestra finalmente como egoísmo, separatividad, orgullo y esas características que han producido tanto daño en el mundo. (4-293/301).

 

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